°16°

LLEGÓ LA MÁS ARRECHA DE ESTA VAINA.

Reproduzcan la pieza de arte de arriba por favor.

Por cierto, este capitulo lo cambie ya que no se me venía nada a la cabeza, so, va tratar sobre masoquismo, pederastia e incluso daño corporal, por lo que tiene varias escenas fuertes. Si eres sensible ante esto, te pido que te retires y esperes el próximo capitulo.

Gracias.



°16: Bondage.

Narrador Omnisciente.

Human! Au.

¿Cómo habían llegado a este punto?

¿Ese hombre de gran estatura era su amigo?

La sangre recorría por aquella piel morena y su dueño era responsable de todo esto.

— Полковник идет, у вас уже есть готовые вещи? (Ya viene el Coronel, ¿Ya tienes tus cosas listas?)

— S-Sí, ya estoy listo.

Dinero y apuestas es lo que manda en este mundo tan tóxico. Venezuela tenía esperanzas de ser alguien grande, pero su "mejor amigo" lo vendió, ahora el manda a un país más grande con recursos que explotar, más que el estúpido de Venezuela.

El moreno con pecas termino de vendar su herida hecho por uno de sus ex dueños, quien lo matarían esta tarde a las seis en punto de la tarde, ya que aquel chico de colores oscuros, solo le pertenecía al Rey.

Celoso, el soberano Emperador, dio la orden de ir a buscarlo a su pequeña torre de marfil, que supuestamente era resguardado por todos los súbditos del monarca.

¿Por qué aquel hombre adinerado daría todas sus joyas a una persona de color? Se supone que tiene mujeres para satisfacerlo, pero el día que lo conoció quedo encantado con esa figura latina, que en sus sueños se movía tan experto, como una bailarina.

No tardo mucho para que el Venezolano saliera de su recamara y fuera acompañado por toda fuerza armada del eslavo. También que lo esperaban impacientes los servidores de mucha confianza de Rusia, ya que su Rey no era una persona de tener paciencia y menos cuando se trata de ese chico lindo.

El sudamericano trataba de ignorar las miradas que eran como cadenas realmente pesadas en su espalda llena de cicatrices de guerra. Sentir esa sensación de tener que encajar en esa extraña e incomoda sala, era terrible, como torturar a una persona.

No había terminado de bajar el ultimo escalón, cuando ya estaba escuchando esos murmuros. "¿Por qué el Rey escogería a un plebeyo?" "Es un hombre de color, no debe juntarse con nosotros" "Tiene más parecido a una mujer, ¿Seguro qué es un hombre?" y no paraba el escándalo por ese moreno.

Venezuela, era fuerte ante todo esto, trataba de hacer sus oídos sordos a todas esas inútiles personas y con el ego en la cima, pensó que su persona ahora mismo era el centro de atención, y como le encantaba serlo. Con orgullo, alza su mentón ligeramente dejando claro a aquellos idiotas que él no era un cualquiera que apareció de un día a otro, claro que no.

Uno de los sirvientes se acerco al moreno y le habló .— Disculpe señor, pero afuera lo esta esperando Bielorrusia —

— Bien, gracias. — El de pelo castaño, tomó en cuanto antes su maleta y se marchó de ese lugar tan anticuado. Se dirigió a donde lo esperaba aquella mujer euroasiática, la tenue luz de la luna no ayudaba en la búsqueda de la chica.

— Гэй! Венесуэла! Тут! (¡Hey! Venezuela! Aquí!) — Una mujer con un vestido de un fuerte color rojo vino llamó la atención del pecoso. — ¿Que pasa cariño? No te vas a escapar de mi tan fácil - La bielorusa jugaba con su chicle de color rosa pastel. Su lacio cabello amarillo y su ajustado vestido hacían que la vista fuera realmente reconfortante.

El chocolatero no espero más y camino a la mujer caucásica, cada vez que se acercaba a ella, sentía que el viaje sería incómodo, tanto que en algún momento no pensaría dos veces en tirarse del lujoso auto.

— Hola Bielo, ¿Como haz estado? — Venezuela trata de saludar a la más alta, pero lo único que hacía era mascar el dulce sabor cereza. — Que malos modales tienes, yo trato de saludarte y tu solo me igno-

— Rusia me mandó a buscarte, yo solo vine a por ti... No vine a ser amigos — La mujer con un delineado perfecto saco la goma de mascar de su boca y lo tiró al piso. Esa actitud de "Niña Mala" eran propios de esa mujer.

— Verga, pero por lo menos ¿Me dirás por qué Rusia me necesita?

— Te lo diré en el camino. Ahora sube al auto.

— Parece que soy tu prisionero, en vez de tu amigo — El sudamericano deja sus maletas en la parte de atrás del coche, para después sentarse en el puesto de copiloto. — Bien, habla.

Bielorrusia enciende el auto y acelera lo más rápido que el carro podía ofrecer.

— ¡EPA! ¡LOCA DE CARRETERA! ¿¡TENE'I LAS HORMONAS ALBOROTADAS O QUE COÑO DE LA MADRE TE PASA!?

— Vamos tarde por tu culpa.

— ¡NO JODA! BÁJALE DOS MAMI.

Cuando Venezuela creyó que nunca pararían, freno de golpe en un semáforo haciendo que casi se golpeara con la bolsa de emergencias oculta bajo el tablero negro del auto.

Con simpleza, la rubia saca un cigarrillo de un cajón pequeño con el encendedor, lo lleva a la mitad de los labios rojo y lo enciende. Aspira ese humo tóxico como si fuera la mejor droga, aunque solo relajaría sus músculos unos momentos.

— ¿Aún quieres que te explique el por qué de toda esta locura?

— Lo estoy esperando desde que arrancaste como loca.

Llevó la palanca a tercera para avanzar y seguir su camino.

— Rusia te quiere. Te necesita Венесуэла. Todo este tiempo me ha hablado de que eres una persona inigualable y de como no puede olvidar tu hermoso físico. Enserio, me tiene la mente llena de palabras cursis y estúpidas.

Venezuela esta atónito ante todo esto ¿Acaso era algo malo? Para nada, pero al Eslavo se le conocía por ser una persona posesiva y hasta pederasta.

-Pero ¿Por qué mi anterior presidente me vendió? ¿Él me solo quería dinero o perdió una apuesta? ¿Esto quiere decir que Rusia gusta de mi?

— Hey, con calma latino. — Dijo la mujer con una sonrisa burlona en su rostro, mientras que el pobre moreno solo miraba a todas partes tratando de resolver el rompecabezas. — Primero. Si, el mandato de ese hombre estaba terminando, por lo tanto, necesitaba escaparse con bastante dinero en sus bolsillos a algún lugar. ¿Y qué loco pagaría una millonada por una simple persona? Mi estúpido hermano. — Sintió un golpe por el pecho, ese nudo en su garganta aparece de la nada, evitando que pudiera poner excusas. — Segundo, todo lo que necesitaba, era el sucio dinero. Ademas ni se preocupaba por ti. — Otro más por las costillas. — Y tercero pero no menos importante... Al parecer, por las actitudes de ese hombre, le gusta tu sazón latina. — Justo donde más le dolía.

— Esto quiere decir que ¿Ahora le pertenezco a Rusia?

— ¡Vaya! ¡Yo creía que en ese cerebro solo había inmadurez! Acertaste querido amigo.

A Venezuela le costaba procesar todo lo que le cuenta aquella rubia. Es increíble creer que ese hombre alto era tu amigo, y de repente te estaba comprando con todos esos billetes, solo porque le encanta que lo hermoso sea de su propiedad.

— Неверагодна, Цяпер вы не размаўляеце (Asombroso, ahora ya no hablas) — ¿Y cómo hablar al saber tal noticia tan chocante?

El de ojos oscuros solo pudo acostarse y acomodar su cabeza en dirección a la ventana, tal vez, dormiría hasta llegar a su no tan esperado destino, o solo bajaría los parpados para relajarse. Lo que sea.

 Венесуэла, прекрати меня бесить.

 ¿Qué? ¿Q-Quién es? ¡Muéstrate!

La tenue luz le hacía imposible ver algo. Esa voz ronca ya la conocía de algún lado.

— Боже, ты делаешь меня таким высоким. В чем твой секрет?  Un momento... ¿Acaso era?

Sintió como cerca de la cintura, su piel chocaba con la voz ronca, pero su tacto era mínimo o hasta era solo un roce, ya que aquel hombre temblaba al tocarlo.

 P-Por favor, quien quiera que sea... Déjame ir.

El Venezolano trato de liberarse, pero era imposible ya que sus manos atadas atrás complicaba su plan rápido de escape. Unas pisadas eran lo único que se escuchaban en la habitación gris, Venezuela respiraba fuerte y su corazón podía latir tan veloz, que era posible que saliera de ese pecho moreno.

El hombre de negro se acerca peligrosamente al menor, invadiendo su espacio personal, tanto que levanta la camiseta blanca que lo resaltaba.

 ¿Quién te hizo esto? - Al fin lo escucha, pero, se vuelve tan confuso para él. Esa voz dominante retumba como ecos en la mente de Venezuela. — Quiero que me digas quien te hizo esa herida. — Señaló una cicatriz que bajaba desde la barriga hasta la parte baja de la piel morena. Estaba nervioso, su sudor bajaba por todo su cuerpo y era tan notable que no le gustaba nada estar en ese lugar.

 No se quien fue, solo recuerdo que le gustaba hacerlo.

— Принеси это.

Dio la espalda al sudamericano, para sentarse en la silla que estaba a unos metros del latino. Unos guardias salieron un momento para traer a quien sabe. Tan pronto como volvieron, tiraron a otro hombre.

 ¿Lo conoces?  El desconocido es jalado hacia atrás para que diera la cara. Todo era borroso cuando cruzaron sus miradas.

 Y-yo... Emmm, todo es tan difí-

 ¿Por qué lo proteges? ¿Acaso te gusta que te haga daño? Дерьмо! Мне не нравится видеть тебя в таком состоянии!

Pudo visualizar como la paciencia del desconocido se acaba con cada minuto que pasaba. Era una tortura, una en la que ninguna persona en su santo juicio desearía estar.

No tardo mucho para que el hombre de rodillas fuera ahorcado con fuerza. El Moreno desvió la mirada, pero no tardó para que, por las fuerzas, volviera a centrar su vista en la fuerte acción que se le presentaba.

Las grandes manos que no dejaban pasar el aire por la garganta de su antiguo abusador, le excitaba. Ver el panorama de otra manera le hizo cambiar su forma de pensar. La agilidad y la fuerza iban tomados de la mano en cuanto a como era representada la imagen, pensamientos llenos de impureza no dejaban ver con claridad al latino y la manera en como era ahorcado, dejaban salir jadeos de parte de su sucia boca.

El de mayor fuerza al ver que su invitado jadeaba y con la punta de la lengua afuera, dio a entender que el necesitaba apoyo, necesitaba que también lo complaciera.

 Así que... Tú también lo deseas.  Sonrió mostrando sus colmillos. Quién sabe que le daría para que estuviera tan necesitado.  No te preocupes, que yo te daré todo lo que necesites.

No creía lo que estaba pasando por su mente, necesitaba que lo tratara mal, que le hiciera suplicar por más, que llorara, que se adueñara de su piel de colores oscuros, y que retorciera sus ojos hasta ver su alma derritiéndose en las cenizas.

Claro que necesitaba sentir su cuerpo ardiendo.

Mientras más pensaba en que el le daría todo el placer del mundo, no se percato de el hombre muerto en el suelo, y de como lo retiraban los secuaces del "villano eslavo". Este retiraba sus guantes negro opaco y los dejaba en las manos de algún sirviente. Poco a poco se acercaba a los labios abiertos de su amado, tratando de calmar las ansias de saciar su ser en el otro.

Venezuela se estremecía al sentir las manos del mayor adentrándose a su camisa, sin ningún permiso, igualmente... ¿A quién le importa la opinión de Venezuela?

— Hey, Latino. Ya llegamos. — La mujer de lacio cabello movía a Venezuela para que despertara de golpe. Respiro varias veces, apoyándose en la puerta de el automóvil. — Espero no haber arruinado tus sueños asquerosos, pero ya estamos en tu castillo princesa. — Sonrojado y enojado la mira atónito. — Rápido que se harán las doce y tu príncipe te buscara desesperado.

El petrolero sale del carro, va hacía la parte de atrás a buscar sus pertenecías, pero unos señores desconocidos ya lo estaban haciendo.

— Ellos te guiaran, tranquilo. No muerden... — Ahora la que se divertía, era la rubia euroasiática.

No pudo dejar hablar al latino, cuando ya se había marchado.

El pobre, confundido, no puede aclarar bien sus pensamientos. Una punzada en su vientre se hace presente, como si fuera una mujer y tuviese los cólicos presentes. Pero nada de eso, era hasta extraño la sensación.

¿Acaso Bielorrusia le habrá hecho algo mientras dormía?

"Creo que, me estoy volviendo loco"

— Disculpe pero, ¿Se siente bien señor Venezuela? — Un don cualquiera se le acerca y pregunta por él, es obvia la respuesta.

— S-Sí! To' fino mi pana!

— Bueno, necesito que vaya adentro conmigo, el emperador lo espera.

El extraño de vestimenta elegante guió a Venezuela a lo que sería el castillo de su nuevo dueño. Estaba tan nervioso, temblaba y sudaba frío, pensar que un gran amigo y compañero político sea ahora tu jefe.

Caminó unos centímetros lejos del señor, vio el panorama natural, pensó en escapar, correr lo más lejos, no le importaba tirarse de un barranco, tenía miedo de lo que pasaría dentro de esa mansión de gran tamaño. Miró unos momentos a su espalda y pudo divisar a varios guardias siguiéndolo mientras daba pasos cortos, sus opciones se volvían nulas. No le quedo de otra que quedarse callado.

Entró y su vista inmediatamente fue cegada por las luces, las hermosas lámparas que adornaban e iluminaban el lugar, las hacía ver elegante, como si fuera un muy bonito hotel. La diferencia es que seria su nueva casa con su "prometido" entre muchas comillas. Escucho seguidamente como cerraron la puerta, dejando a los guardias afuera de está, se concentró en lo que vendría y preparase con lo que pasaría.

— Epa, señor... ¿A dónde me llevará? — Tocó con amabilidad el hombro del sirviente.

— Lo voy a guiar a la habitación del mayor comandante. Tendrá que esperar un rato ya que está algo ocupado en estos momentos. — Educadamente, dejo de hablar, le agradaba ese hombre y pensó en cómo más de una vez lo ayudaría a llevar a cabo sus planes.

Subían las escaleras con dirección al segundo piso, Venezuela apreciaba cada detalle de la casa, grandes recuadros de la familia, hubo uno en especial que lo hizo parar en seco. Era La Unión Soviética tomándose de la mano con el estadounidense, parecía ser la antigua casa del soviético ya muerto, también hubo varios donde estaba toda la familia reunida, todos con expresiones largas y frías. Así eran ellos, muy diferentes a los sentimientos de los latinos.

Una vez en el segundo piso, miro un gran corredor con puertas extremadamente grandes, o al menos lo veía así desde su diminuta perspectiva.

Lo llevo al final del extenso corredor, era aterrador el silencio que había en toda la casa, torturaba sus oídos de una manera tan aterradora, le costaba creer que casi podía escuchar la ventisca afuera.

Una vez que paró, fue en frente de la última puerta, era más ancha y grande, el señor abrió con una llave dejando entrar al invitado.

— El mayor me indicó que esperaras aquí, ponte cómodo. Puedes cambiarte y hacer lo que quieras, mientras no salgas. — Dejo la maleta a un lado de la cama. — ¿Quiere que arregle su ropa en el vestidor?

— Oh, no! no! No se moleste, yo lo haré después. Gracias.

Sin más, dejo sólo a nuestro protagonista. Esté se voltea y mira la gran habitación, la admira... ¡Una ventana! Corrió hasta ella y se asomó a través, miró la altura que había de la ventana al suelo, y pues, nunca creyó que fuera tantos metros. ¿¡Cómo es posible!? ¡Si sólo subió dos pisos!

— Creo que, no me queda ninguna opción. — La puerta dejó de ser una, ya que escucho claramente como fue trancada desde afuera.

Exploró el espacio donde dormiría, se le ocurrió que si tal vez lo viera descansando, ¡no le haría nada!

— Nagüara marico, un poquito más y se me explota el cerebro de tantas ideas que tengo. — Corrió con dirección a su equipaje y sacó toda la ropa dentro, hizo un desastre, ya que cayeron por todas partes. — Tengo que hacer esta vaina rápido sino me va a conseguir sin ropa y va ser peor. — Se podía decir que su plan tenía algo de lógica. — Que vaina conmigo y mi desastre... ¿¡Dónde coño está mi pija- ¡La encontré!

Con velocidad, tiro la ropa que estaba en la cama al piso, no le interesaba si hacía desastre o no, sólo tenía esperanzas de que no llegara y lo viera en pleno acto de quitarse lo que llevaba encima.

Primeramente se quitó su chaqueta color vinotinto, para proceder a desabrocharse los pantalones. Tiro la camisa al suelo junto a la demás ropa, y como si por arte de magia fuera, escuchó como alguien abrió la puerta.

Se dio la vuelta para saber quién era... Y vaya que la vida es injusta.

— Hola Venezuela. - El ruso boquiabierto saludó con educación a su invitado.

— Hola Rusia... Yo, emm, me estaba poniendo cómodo, estaba muy cansado y pues quería dormir un rato. — El de mayor altura apreciaba el torso desnudo de su amigo. Suspiro y relamía sus labios, esta imagen ya afirmaba su amor por el Moreno de pecas.

— No hay problema, sólo quería darte la bienvenida a mi continente. — El rubio de bellísimas orbes azules desabrochaba su gran camisón militar. El venezolano siempre tuvo el extraño fetiche de que algún ente militar lo desvirgara. Y Rusia era él indicado.

Por más que tratará de controlarse y dejar esos pensamientos tan impuros, no podía resistirse a morder su labio e imaginarse dando saltos sobre él. Aparte que el ambiente tampoco estaba de su lado, la luz tenue iluminando el espacio privado que compartirían, lo hacía más incitador.

Pero ante todo, debía ganarse la aprobación de Venezuela, si quería tomarlo, debía ganárselo.

— ¿Por qué estoy aquí? — El mínimo silencio que hubo fue interrumpido por el menor. — Ó mejor dicho, ¿Ahora soy de tu propiedad?

— Venezuela, seré directo. Sí, compré el país entero, estaba harto de tener la estúpida pelea de siempre con el estadounidense. Así que le quería dejar en claro a quien le perteneces. — El rubio se sienta en una de las sillas más grande que había en el cuarto, abriendo sus piernas y tensando sus músculos.

— Ya va, ¿Qué? ¿¡Acaso tengo cara de tesoro para que digas esas cosas!? Dios mío! ¡Es estúpida la razón que me estás dando! — El Moreno dejo de estar feliz de un momento a otro, camino en círculos por toda la habitación. — ¡Tenía una buena relación con Estados Unidos! Todo estaba mejorando!

— Es cierto que tienes derecho a enojarte. Si me comprarán, también estaría molesto, pero quiero confesarte mi amor... — Aunque los dos ya se mandaban ciertas indirectas, Venezuela estaba confuso con lo que sentía, no sabía bien sí era simple atracción o era un amor real. — Desde el primer momento que me presentaron a tal persona encantadora como tú, nunca tuve el conocimiento exacto de olvidar esas hermosas pecas parecidas a las estrellas. Mis celos me cegaron, quería que nadie más se quisiera enamorar de persona tan grandiosa, puedo jurar que cada vez que te veía, tenía muchísimas ganas de retratar tu rostro en pintura.

Todas esas palabras lo dejaron sin habla, le impresionó el hecho que Rusia, un hombre de pocas expresiones, se le declarará con palabras tan sutiles y elegantes. Su sonrojo aumentó hasta volverse casi un tomate en vida, necesitaba que todas esas dudas se fueran, así que se acercó lo bastante para... Bueno, ni el mismo sabe el por qué, pero las inmensas ganas de besarle eran lo que recorría en sus pensamientos.

Por primera vez, el ruso con la piel blanquecina, estaba respirando de manera acelerada, sus manos sudaban como si fuera un adolescente hormonal, y concentraba su mirada en los finos labios de color rosa del dueño venezolano.

— Besame... Besame hasta que mis labios sangren y nazcan flores sobre las heridas.

Sin previo aviso, junto sus labios acortando la poca distancia que tenían, ubico su mano en la nuca. Venezuela calmó sus músculos al sentir el suave roce de los labios ajenos, se puso en puntillas, dando a entender que podía cargarlo y llevarlo a donde quisiera. El de mayor altura entendió lo que quería decir y bajo un poco para cargarlo con seguridad. El Moreno da un pequeño salto y Rusia lo recibe como si de un niño pequeño se tratará. El beso poco a poco se iba calentando, ya que el de orbes verdes quedó en una posición la cual es muy comprometedora, Rusia mete su lengua dentro dejando en claro quien es el que mandaba, desesperados intentos de Venezuela por llevarle la contraria llegó a dejarlo contra la pared de la habitación, caminaba sin rumbo ya que tambaleaba varias veces como si de una persona alcoholizada se tratará. Venezuela aprovecha de estar cómodo arrinconado contra la pared y pone sus manos en las mejillas del eslavo, mientras que esté tocaba sin descaro las nalgas del Moreno.

Quizás dirán porque se comporta de esa manera tan lasciva, si hace unos momentos gritaba en la cara del rubio. El sexo y la seducción es un arte que nosotros los humanos no comprenderemos, temblar, abrir la boca como una ventana, es de los pocos momentos en que nos vemos de la mejor forma, sin importar lo que la persona contraria diría, ya que somos callados por gemidos tan dulces como el cuchillo que traspasa la piel en un asesinato. Es la mejor trampa inventada por el señor, porque Adán nunca pensó en como se vería Eva gritando por más placer, o como el mismo Adán tenía la posibilidad de follar con sus vecinos varones. Dios Santo Bendito que nos enseño a suspirar en los huesos de las personas.

Rusia ya lo tenía todo planeado, desde el momento en que llegaría a besarle vorazmente, hasta encadenarlo y que sus ojos vieran la cenizas de su alma.

Ya se adueñaba del cuello del Venezolano, esté suspiraba en su oído consiguiendo excitarlo al paso que iban, sentía la piel erizarse de manera sorprendente. Una decisión rápida, fue quitarle la gran capa terciopelada roja, desabrochó dejando caer al suelo la tela pesada, pero el más grande no planeaba quitarse la ropa.

— Discúlpame mi príncipe, pero yo te quitare la ropa para apreciar tú piel quemada. 

Con el mejor acento, dejando en claro que necesitaba absorber con la mirada al mejor modelo que podía apreciar. Tocar como si fueran las teclas de un piano, escuchar la orquesta de violines que podía salir de su boca y encadenarlo para la sumisión.

Bajo muchos más, ósculo su pecho lleno de mosaicos, hermosos mosaicos que podían dejar ver su profundidad. Ese cuerpo lleno de tejidos médicos tapaban las grietas más hermosas que pudo apreciar en su corta vida. Recordó las tantas veces que tuvo cierta intimidad con Venezuela, cuando fumaban cigarrillos en las fiestas de fin de año, esos retos de niños de besar a personas al azar, besar indirectamente cerca de los labios como saludo y despedida. ¿Se les nota que tienen ganas de pasión?

Una de las piernas del eslavo subió para sentar al pequeño aún contra la pared, con ciertas ansías de devorar la piel morena. El condenado de Venezuela no pensaba muy bien que digamos, en cierta parte quería parar los besos húmedos del ruso, pero oh, como le encantaba que la lengua educará sus palabras y dejará de hablar, era tortuoso y fascinante.

— R-Rusia... ¡Mgh! ¡De-Detente! ¡Mmm Ah~! —

— Простите, маленькая Венеция, я не остановлю свои действия, сколько бы вы ни хотели (Lo siento, Pequeña Venecia, no detendré mis acciones, no importa cuánto quieras.) — Al moreno de tiernos rizos le excito bastante que hablará en su idioma nativo, con su voz gruesa y sus venas a estallar, no había forma de que parará.

Retiro los pantalones verde militar y su ropa interior negra, dando paso al pene del venezolano con ansías de ser tocado y masajeado para llegar al éxtasis. El ruso, ya algo cansado, alzó de nuevo al latino de orbes verdes, estaba necesitado en su parte baja, pero en unos instantes tan cortos le daría una lección.

Lo cargo hasta un compartimiento de la habitación, era un poco más oscura, ya que habían muchas velas, algunas en la mesa y otras en estantes, se caracterizaban por tamaño y grosor. En el centro de la habitación se veía una alfombra algo pesada y cómoda, Rusia dejó de cargarlo unos instantes para dejarlo encima del telar rojizo/vinotinto, se devolvió a la puerta y la cerró con llave, una clase muy rara y poco común vista, tanto, que ese solo parecía ser el único prototipo en la faz de la tierra. El rubio se agacho en un lugar y sacó un cajón muy pesado, abrió la cerradura y con bastante fuerza, mostró cadenas de hierro, Venezuela abrió sus ojos como platos, su boca dio la forma de una "o" y sus cejas casi podían volar de su rostro.

— ¿Qué pasa Venecia? ¿No te la hacías del duro? — El de iris azules le dedicó una sonrisa vengativa y orgullosa, capto las palabras del venezolano un día, pedía a gritos que aplicaran fuerza en él, dejará que toda su anatomía fuera marcada y que golpearan su trasero hasta dejarlo tan rojo como sus mejillas. Todo para que Rusia cumpliera esa fantasía de Bondage. — "Me gusta el ahorco", "Quiero que me amarren con cadenas", "Папа, я хочу твоей помощи". — Imitaba sarcásticamente las peticiones indebidas que Venezuela contó sin pelos en la lengua. — Tú mismo querías esto... Ahora yo te lo daré.

Era cierto, no podía mentirse, recuerda con exactitud sus palabras pecadoras, no podía retroceder, hasta pidió que lo besara, ¿No aprendes que debes callarte?

El chocolatero sudamericano demostraría su mentón alto hasta el último momento del adorado y deseado sexo. Sí, quería retarlo.

Se arrodillo y ubico sus manos detrás de su espalda, su mirada con dirección al de facciones rudas le dio paso a que cumpliera su fantasía como quisiera.

— ¿Esperas a alguien? Estoy ansioso de cumplir mis palabras. — Su confianza basto para que mostrará los colmillos y relamiera su blanca dentadura. Caminó con cadenas en mano y las ato con la correa de cuero que traía, acostó a su acompañante de piel oscura en la elegante alfombra para amarrar con rapidez los muslos con las piernas y dejar sin escape alguno al venezolano. 

Una vez listo, la visión del de orbes verdes se volvió oscura, dejando que un pañuelo color negro opaco, tapará su visión, volviendo el juego más intenso y lujurioso. El sentido de su oído escuchó como Rusia se levanta, sus pasos firmes asustaban al igual que repentinas acciones, quién sabe que planeaba hacerle, pudo oír que sacaba cosas de una caja, revolvía en desastre lo que había dentro de ella. Una vez listo, quedó todo en remoto y escalofriante silencio, las manos grandes rozaron su cuello sacandole un suspiro tembloroso e inseguro, la fricción del cuero contra su nuca aviso que le había puesto una correa, la cual fue jalada de inmediato, no con tanta fuerza, pero logró que tambaleara en su posición. La presencia del ruso se alejo para ponerse recto viéndose muy seguro de lo que hacía, sin temor tomó una vela y la echo encima del torso desnudo del atado.

— ¡¡Rusia!! ¡Duele! ¿¡Qué me echaste idiota!? — Mala elección de palabras Venezuela.

Esto hizo enfurecer un poco al eslavo, dejando que más espelma de la vela cayera en cualquier lugar, la piel del arrodillado se enrojecía bastante, tanto que se podía diferenciar los colores neutros y oscuros. Unos gemidos graves de dolor fueron sacados de su garganta, era una simulación de que todo su cuerpo estaba lleno del líquido espeso que expulsan los varones al terminar su placer, verlo de esa manera, aceleraba su pulso acompañado de sus latidos y unos jadeos involuntarios. Paso la lengua mojada por la piel sobresaliente, pudo apreciar que los labios del sumiso estaban rojos, jodidamente hermosos, pedían que saborearan el metálico sabor de la sangre, podía jurar ver su miembro dando estocadas fuertes encima de ellos.

Una vez de cubrir el pellejo quemado de su acompañante, desabrocho sus pantalones para liberar su falo, paso por todo el cutis de su cara, invitando a que chupara y lamiera con furor su pene. El petrolero acertó en su predicción y con su boca metió el viril miembro ruso. Comenzó a embestirlo con su propia fuerza de voluntad, sin ninguna ayuda, aceleró su paso cada que escuchaba como los jadeos se intensificaban cuando metía todo el pene dentro y chocaba con la final pared de la garganta, Rusia tomó el control y ubico su mano en la nuca del rizado para que dejará el falo ahí y sacarlo a los pocos minutos, creando hilos de saliva que caían en el suelo. 

Unas estocadas más fuertes dieron la señal de que se correría dentro de la cavidad bucal, el ruso aprovecho para quitarse su camisón negro y dejarlo en el suelo frío, se acercó a la mejilla del menor y la besó con la mayor delicadeza, cosa que no aplicaría en sus fantasías tan morbosas.

Se alejo y caminó a las espaldas del menor, en su mente pensaba en todo lo que sus ojos podían retratar, ves en como sobresalía las vertebras quebraba su alma, acompañados de pensamientos tan dolorosos, agobiantes y tortuosos que paso el latino. Pero a su merced, lo cuidaría como una pieza de arte en la cuál solo tiene la fortuna de ver como era su realidad. Estaba completamente seguro de que habría peleas en el mundo por su oferta tan repentina, comprar el mayor país con reservas de petroleo no era muy barato que digamos, es más, ningún país podía valer menos, pero ciertos son los rumores que susurra el viento, el sentimiento de amor puede hacerte presionar botones equivocados o correctos, por más que las posibilidades sean mínimas, un beso no recibido es mejor que uno dado.

 — Acuéstate amor mío, le daré la cura a tus mosaicos profundos.

Dicho esto, el moreno con cuidado va descendiendo para llegar a sentir la tela suave como una almohada de plumas. Una vez cómodo, con manos atadas, erizo su piel al tacto del ruso, rozo la yema de sus dedos por las pequeñas grietas que gritaban ayuda y liberación de las vendas blancas, una idea paso por su cabeza, tal vez le pediría que lo tratase con rudeza, pero sus instintos llamaban a la puerta de la esquina hablándole de que lo abrazará y diera tiernos besitos sobre las flores en sus labios. Tal vez era eso.

Continuo con su trabajo y lo libero de las vendas en su cuerpo, dejando ver una en especial que supuso que fue donde comenzó los "dolores de espalda". 

— ¡Rusia! ¡N-No! ¡No te atrevas a tocarlo! 

— Tranquilo cariño, sólo besaré la herida. — Tratando de que se relajara, le dio pequeños piquitos en varias partes, más donde amenazaban en abrirse. — Relájate, te besare lo suficiente para curarte. En mis manos prometo tu libertad. — El desnudo moreno dejo de tensar sus músculos para que hiciera su parte.

Una vez que la respiración agitada se fuera, acerco su rostro y dio un largo beso, uno sincero y amoroso, con esperanzas que todo mejoraría tras ello, simple engaño de niños pequeños.

Venezuela abrió su boca dejando que un suspiro ahogado saliera con sutileza, un agraciado beso que necesitaba desde hace bastante tiempo, tan valioso que sería el mejor recuerdo. Le pediría a diario que quitara su vendaje y besará hasta renacer.

Una vez que termino, lo envolvió de nuevo en lo que por ahora sería su cura, con el tiempo vería mejores o peores resultados que ambos sabrían. 

Hermosamente corrompido, era como tocar cristales.

Continuo y ahora con seguridad, golpeo una nalga, y que su expresión fuera la misma que hace unos momentos, una más del otro lado, el propósito era dejarlas rojas, retiro su cinto para abofetearlo con esté, no aplicaba mucha fuerza al principio, pero los saltos y gemidos que daba su pareja, afirmaba que quería más presión, cosa que no tardo en hacerlo. 

— ¡M-Más! ¡Q-Quiero más! — Rogaba a gritos que le generará más placer en su parte trasera, pero detuvo todo cuando se sintió de nuevo la erección gracias a las suplicas de Venezuela, y mucho más al verlo como tantas veces soñó y anhelo. Paso su palma sobre los glúteos para abrirlos de par en par y ver el recto de su amado, escupió sacandole otro gemido al menor, dejo de lado para abrir la botella de vaselina en un de los estantes, escogió uno en especial con sabor a chocolate, una confesión es que se masturbaba con ese líquido pensado en su amado venezolano, como le excitaba verlo saltando encima de él. Fantasía que se cumpliría.

Dejo en sus manos la sustancia, la unto y la esparció por el ano para que evitara dolores en medio del sexo, conjunto a eso destapo un condón, lo inflo con su propio aire para después ponérselo en su pene. 

Venezuela contaba con bastante placer, que sus ojos fueran vendados y tuviera una correa en su cuello, lo hacía mejor, contando con el daño que le hizo con la cera de las velas, confirmo que era un masoquista y le encantaba el dolor. Tal vez con el pasar de los años y que se abrieran grietas al azar, lo acostumbró a cosas tan horrorosas e inhumanas como esas.

El ruso lo levanto y retiro la venda, la luz lo cegó un poco pero no tardo para que se acostumbrará, lo alzó en sus brazos para que se sentara sobre su pene y saltara sobre él de una buena vez, se sentó en la alfombra y dejo caer suavemente al venezolano en su vientre, lo veía justo a los ojos, rebelando mundos que solo lograría apreciar en esos momentos, recuerdos, pequeños instantes que confirman su amorío, como una melodía de piano, suave y elegante. Beso sus labios sin desespero alguno, bajaba sus manos, rozando las heridas besadas y las nuevas partes de su cuerpo que vería. Una vez ya listo, acostó sobre su pecho a su amado sintiendo su respiración agitada, con una mano habilidosamente metió la punta ya sabiendo donde se posicionaba.

— Te amo bastante Venezuela, desde aquella fiesta en la que te conocí gracias a mi padre, hasta el sol de hoy. 

— ¡Rusia! ¡Ngh! Yo tam-también te amo, me tienes realmente enamorado.

El moreno se levanta una vez que todo el miembro viril del eslavo estaba dentro, este gruño y jadeo un par de veces, la iniciativa del petrolero le sorprendió bastante. Él latino se embistió así mismo, lujuriosos gimoteos salían dentro de su garganta, aún con manos atadas, que la escena era mucho mejor. Rusia ubico sus manos en la cintura y recorrió sus caderas a paso lento, devorando con el tacto la tez del chocolatero, echo su cabeza con dirección hacía atrás viendo las estrellas pecosas de la anatomía de su pareja, merecía un mundo y más, toda una escena digna de dioses, tan exquisita como los besos sabor a dolor y tan prohibida como el amor de jóvenes, todo en un conjunto ¿Se lo imaginan? la atractiva persona que te hace suspirar con sus encantos jurando palabras que no se quedarían en el aire, serían recordadas como un tesoro, y el sudor resbalándose por sus pieles, ni una sola palabra es merecedora de tal acto tan romántico. 

El rubio jalo levemente de la cadena de Venezuela, obligándolo a que mirará las estrellas que le prometió, y no fue una farsa, aprecio lo que el dinero no puede comprar, miradas que jamás acabarían, besos siendo secados por las lágrimas, poemas sin sentido alguno, simples "te amo" soltados como pinturas cayendo al lienzo blanco, marcas que todos verían y parpados cayendo varias veces para asimilar la verdad.

Las estocadas se convirtieron más fuertes, el de hermosas orbes azules tomo el control de la situación deteniéndose para acelerar el paso.

— ¡Más! ¡No te detengas Rusia! — Sin titubear, quería más placer, lo que el ruso se lo daría. Todo le que pidiera se lo daría.

— ¡Mgh! Prometo darte reinos y fortunas para ti, mi amado ¡Mmm! ¡Ahh!~ 

— Sólo deseo tú amor, ¡Sí! ¡Sigue! ¡A-Ahí!~

Palabras endulzadas que viera colores en su mundo grisáceo. Aumento la velocidad, sentía que se vendría y tocaría el clímax muy pronto, tanto que se esforzaba en su dominio.

Como pudo, se paro sosteniendo con fuerza al moreno pecoso, aún dando estocadas fuertes, quiso tenerlo cara a cara para ver el momento exacto en que se vendría, masturbo el pene del venezolano con fuerza claramente sin lastimarlo. En un acto desprevenido, el menor no aguanto y se vino dejando un sonoro grito en la habitación, cayendo en el vientre del más alto, mientras tanto Rusia no paraba de embestir ferozmente, sentir sus músculos tensarse y que sus venas saltaran casi de su lugar, acompañado de gemidos graves, fue el tope para que al fin acabase dentro del petrolero.

Tambaleo par de veces, sintió desmayarse pero cargaba a su amado, por lo cuál no podía caer desplomado en el suelo, buscó una silla cerca y se sentó. Venezuela no tardo para apoyar su cabeza en el agitado pecho del euroasiático, subía y bajaba con control. Rusia no resistió y lo abrazó, ¿Qué importa el sudor? quería amarlo más de lo que ya hacía.

— ¿Quieres continuar? — Preguntó el rubio, mimando la cabeza del chico. 

— ¿Por qué me lo preguntas? Nadie me pregunta nada de eso. — Un golpe bajo que hizo creer que no tomaban en cuenta su opinión. — Es raro...

— Te pregunto porque me importas y desde hoy quiero tú opinión en la mesa. — Anonadado, Venezuela no sabía que decir, después de todo, al que siempre le contaba sus problemas, era a él.

— Por favor, quiero descansar. Sólo deseo eso.

— Tranquilo, lo haré con gusto. — Con pocas fuerzas, lo alzó dejando salir su falo dentro de su recto, un jadeo pequeño agudizo sus oídos. Libero a Venezuela  y lo llevo a la ducha para quitarle el sucio de encima.

Convencido, lo trataría como a un rey, lo besaría, lo mimaría, lo amaría hasta el final, porque le prometió un mundo y más, y los hombres euroasiáticos cumplen su palabra.   


mARICOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, AL FIN TERMINEEEEEEEEEEEEE.

DIOS MÍO LLEVO SIETE MESES ESCRIBIENDO ESTA MIERDA.

6676 palabras, espero y estén felices con mi trabajo.

Ay dios mío, de aquí no actualizo hasta el otro año JAJAJA.

Okno, ya seria. 

Bro, estoy super feliz con el resultado del fic, hace unos meses celebraba por tres mil visualizaciones, ahora con treinta y un mil es algo que nunca pensé, no hallo la forma de agradecerles por todo.

A esas personas que se releeían la historia, comentarios esperando mi regreso, Por Dios, nunca dejen de ser lo que son amores:(<3

Y no sé si les gustaría dejarme preguntas sobre cualquier cosa(sobre la historia, consejos, tips) ya que una chica me lo pidió hace bastante por privado.

So, si tienen alguna pregunta dejarla en la flechita, que con gusto las respondo en el próximo capítulo.

Se les quiere un montón. 

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