Prólogo 🎄

—𝐒𝐔𝐍𝐌𝐈, 𝐄𝐒𝐓Á𝐒 𝐀𝐑𝐑𝐀𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐀𝐒 𝐁𝐎𝐋𝐒𝐀𝐒 —la voz chillona de Yeri hizo que Sunmi rodara los ojos con fuerza. Apretó los labios y giró a mirar a la chica castaña que ni siquiera la miraba y estaba con la vista clavada en su celular—. ¿Es que los espaguetis que llamas brazos no sirven?

—Sunmi, ¿dónde está el auto? —esta vez, habló Jeongyeon, su madrastra, mientras inhalaba aire con fastidio—. Tenías un solo trabajo. 

La castaña mencionada apretó los labios para evitar soltar cualquier tipo de maldición y terminar castigada por tener un mal vocabulario. La chica hizo malabares entre todas las bolsas de ropa cara que llevaba entre sus manos, los adornos de navidad y las bebidas de sus hermanastras, porque, cómo no, habían querido detenerse por una bebida instagrameable que subir a sus páginas. Yeri tenía el sueño de convertirse en una influencer y Yoonchae como la perrita faldera que era, también quería lo mismo que su hermana mayor. 

—Lo siento, lo siento —se disculpó Sunmi, mientras trataba de acomodarse para buscar las llaves del auto dentro de uno de sus bolsillos—. Sería más sencillo si alguna me ayudara a llevar las compras —la castaña elevó la mirada hacia alguna de sus hermanastras con esperanza de que la ayudaran. 

Yoonchae, torpemente, se acercó hacia Sunmi, con la intensión de tomar alguna de las cosas que se encontraban en los brazos de ella. Pero fue detenida por Yeri, quién tomó a Yoonchae del brazo, tratando de detenerla. Jeongyeon, que hasta ese momento había estado distraída observando la vitrina de alguna tienda, giró la cabeza para ver la situación. Algunas personas que pasaban observaban con extrañeza la escena. 

—Niñas, ayuden a Sunmi con sus bebidas —la mujer sacudió la mano mientras forzaba una sonrisa—. Es un poco dramática, le dijimos que podríamos ayudarla, pero se negó —explicó, mientras señalaba a Sunmi, tratando de explicarse. 

Sunmi rodó los ojos de nuevo, pero agradeció que su madrastra hubiera accedido a que Yeri y Yoonchae la ayudasen con, al menos, sus bebidas. Habían salido a hacer las compras de navidad y Sunmi se había emocionado porque creyó que realmente la incluirían, sin embargo, debió haber visto venir el hecho de que la usaran como un sirvienta para llevar todas sus cosas. Sin poder evitarlo, se acercó un par de pasos hacia su familia y frunció el ceño. 

—Si saben que no soy su sirvienta, ¿cierto? —preguntó en un susurro. 

—Prácticamente, lo eres —le respondió Yeri, ladeando la cabeza, como si no entendiera lo que decía Sunmi. 

La castaña simplemente suspiró y sacudió la cabeza, dándose cuenta que estaba condenada a una vida donde su familia la usara como una sirvienta de quinta. Ahora, con las bebidas de Yeri y Yoonchae fuera de sus manos, la chica se propuso el buscar el auto de su madrastra para evitar el siguiera durar más tiempo ahí. Además, pronto debía llegar a casa, ducharse y prepararse para su trabajo como elfa de Papá Noel, no le gustaba mucho, pero era navidad, la época más concurrida y, además, le pagaban por cantar. Eso, por otro lado, sí que le gustaba más. 

Sunmi logró tomar las llaves del auto en su mano, mientras presionaba el botón de bloquear y desbloquear, en un intento de ver el auto que enciendiera las luces en medio de el mar de autos que se encontraban al costado de una de las calles más concurrida. Empezaba a frustrarse de no encontrar el auto y como si fuera poco, llevaba todas las bolsas y adornos en las manos, los brazos comenzaban a dolerle. 

De repente, Yeri gritó. Su chillido agudo, logró que el corazón de Sunmi diera un brinco, una sensación caliente la recorrió, mientras giraba su cuerpo en alerta, buscando la razón de su grito. 

—¡Es Christopher Bang! —el grito de Yeri logró que Jeongyeon cubriera uno de sus oídos por lo agudo que era. 

—¿Dónde? —Yoonchae se puso de puntillas, intentando ver dónde estaba aquel que habían llamado. 

Sunmi frunció el ceño por la reacción de las chicas. Ella conocía a Christopher Bang, era un cantante joven que había triunfado en el mundo de la música, sabía que tenía una gran fanaticada y una carrera que pintaba increíble. Pero Sunmi no lo seguía, para ella, solo era un nepo baby más, sin embargo, le sorprendió saber que Yeri fuese su fan. 

—Es hijo Jack Bang, uno de los empresarios más grandes del momento. Necesito tenerlo en mis historias de hoy —a Yeri le brillaban los ojos con algo que Sunmi no pudo reconocer, solo sabía que jamás la había visto así—. Toma esto. 

Contra su pecho, la chica estampó su batido de fresa, logrando que Sunmi tropezara con sus propios pies. Yeri ni se inmutó, en cambio, sacó su celular, comenzando a grabar. 

—¡Yo también quiero una foto con Christopher Bang! —Yoonchae sacudió el brazo de su madre. 

—Yeri, tómale una foto a tu hermana —ordenó la mujer, con pereza. La mayor rodó los ojos pero aceptó de mala gana. 

Yoonchae, emocionada, se acercó a Sunmi, prácticamente lanzándole la bebida para que la sostuviera. Sunmi se movió lo más rápido que pudo, tomando el vaso entre sus manos para evitar hacer un desastre, sin embargo, su pie tropezó con un trozo de hielo sobre el asfalto, consiguiendo que se deslizara sobre el suelo. El peso de las bolsas sobre sus brazos la desestabilizó y la falta de agarre simplemente la lanzó contra el suelo. Y Sunmi hubiese estado bien con eso, si no hubiese tenido las bebidas de Yeri y Yoonchae en sus manos. 

El líquido pegajoso del batido de fresa y el dulce de la malteada de chocolate se mesclaron en la caída, escurriéndose por su cabello y por su ropa. Pudo sentir como la crema batida de ambas bebidas se esparcía sobre su cara y, luego, sintió el duro golpe con el que cayó contra el suelo. Las bolsas le cayeron encima, sacándole el aire y la chica realmente creyó que aquel sería su fin. Sus oídos comenzaron a pitar cuando su cabeza chocó contra el pavimento, pero a los pocos segundos, pudo captar los sonidos ahogados de sorpresa y las risas de Yeri y Yoonchae. 

Se había caído en plena calle. Sintió sus mejillas colorearse y, con todo el pesar del mundo, abrió los ojos lentamente. 

Frente a ella, pudo ver a un chico que miraba la escena con una mueca de vergüenza y asco. El chico era un poco alto y tenía el cabello negro con algunos mechones rojos en el. Llevaba una chaqueta de cuero que se veía costosa, una camisera blanca que ahora traía una mancha café y rosada y unos jeans estilo cargo, anchos de color beige, también manchados. 

—Prefiero el café, pero gracias, tenía sed —bromeó el chico, claramente nervioso por no saber muy bien cómo manejar la situación. 

Sunmi sintió una vergüenza increíble apoderarse de su cuerpo. Aún podía sentir la crema batida en toda su cara y cómo su cabello chorreaba aquel líquido viscoso. El frío del invierno simplemente volvía la situación peor, pues comenzaba a congelarse y le estaba dando frío. 

—Dios mi... lo siento muchísimo —Sunmi se encontró a si misma balbuceando. 

—Una chica torpe lanzó su bebida sobre el guapísimo Christopher Bang —escuchó a Yeri en el fondo—. ¡Qué vergüenza! 

Sunmi, de repente, abrió muchísimo los ojos y se sentó de golpe, mientras comprendía lo que acababa de suceder. ¿Le había tirado la bebida encima a Christopher Bang? Oh, Dios. Oh, Dios. Intentó alejarse de ahí, pero el pelinegro ya se había agachado y la miraba con el ceño fruncido. 

—¿Estás bien? —preguntó en tono bajo. Sunmi casi salta del susto, girando para observarle con pánico. El chico tenía una nariz grande pero recta y afilada, sus ojos eran ligeramente almendrados, de un bello y romántico color café claro y sus labios, pomposos y rosados, estaban curvados en una ligera sonrisa ladeada—. Eso sonó como un golpe bastante fuerte.

Sunmi lo miró fijamente, mientras la observaba con preocupación, había algo en su mirada y en su sonrisa que lograba que su corazón latiera con cierta fuerza. Que ridiculez. 

—Uh... no, estoy bien —ella sonrió con vergüenza. Sentía su cabello chorrear dentro de su abrigo. Pero la vergüenza máxima llegó cuando Christopher estiró su mano con cuidado y le sacó un pitillo de su cabello húmedo—. Gracias. 

Christopher sonrió abiertamente marcando sus hoyuelos. 

—¡Chris! ¿Qué pasó? —una chica rubia se acercó a Christopher, tomándolo del hombro y apartándolo del desastre—. Genial, arruinaste su ropa —la rubia se dirigió a Sunmi con desagrado. 

—Sana, no pasó nada —el pelinegro trató de zafarse, pero la chica lo agarró con fuerza. 

—P-puedo reponerlos —Sunmi se apresuró a pararse y enfrentar a la tal Sana, mientras sonreía con culpabilidad. 

Que vergüenza. 

—Disculpa, cariño, pero la alta costura no la venden en las tiendas del centro —Sana la miró como si fuera. 

La rubia giró sobre su eje mientras tiraba de Christopher del brazo. El resto de los amigos del chico le dieron una última mirada antes de seguirlos y Sunmi solo pudo respirar tranquila, dándose cuenta de que había estado reteniendo el aire. Ella trató de limpiarse y recoger las bolsas, pero cuando giró sobre su eje, se encontró cara a cara con la cámara del celular de Yeri. 

—Y esta es la imagen de la perdedora de la semana —Yeri soltó una risita. 

Y Sunmi simplemente sintió que podría llorar. 


















eeeeeeeee prólogo de 24 to 25 JEJEJEJE amo esta historia y amo la navidad, espero que les haya gustado mucho mucho y que hayan disfrutado. como ven, capítulos cortos y rápidos porque la trama es sencilla y es solo para divertiros un ratito nada más. 

nos vemos en el próximo, les amo y hagan stream a christmas evel.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top