Hora Cero

Apróximadamente a las siete en punto de la tarde del día de su vigésimo octavo cumpleaños, en una tarde de viernes que hasta el momento había transcurrido en la oficina sin incidentes dignos de mención, Sofia Daccarett se dio de narices con los pechos de mujer más perfectos que había visto nunca al desnudo.

Dado que toda la experiencia que
tenía con ver pechos desnudos ajenos al natural hasta el momento no pasaba del típico vistazo furtivo en los vestuarios del gimnasio y de la desagradable ocasión en que, a los doce años, había pillado a su abuela cambiándose en la habitación con la puerta entreabierta,
quizás aquello no fuera decir mucho.

Los pechos en cuestión pertenecían a una stripper medio desnuda que se le había sentado en el regazo y no dejaba
de contonearse al ritmo de una música dance horrorosa que sonaba a toda pastilla desde el iPod que había aparecido de la nada sobre su escritorio.

Incapaz de moverse con el peso de la otra mujer sobre los muslos y sin saber bien dónde meter las manos, lo único que acertó a hacer Sofia fue quedarse sentada y contemplar los pechos de pezonesbrosados que se zarandeaban delante de su cara. Eran perfectos y, por un instante de locura, se olvidó de
la propuesta que supuestamente tenía que estar redactando y consideró la posibilidad de tomar aquellos pechos entre sus manos. Sin embargo, Sofia era una mujer de lo más responsable y, además, no era de las que iban por ahí
manoseando strippers. Avergonzada de sus pensamientos, la dominó el enfado.

Su propuesta era mucho más
importante que cualquier emoción barata que pudiera ofrecerle aquella mujer.

—¿Qué coño crees que estás haciendo? —rugió Sofia— .Levántate y apaga eso. Ahora mismo.

La stripper de cabello rubio sonrió y se balanceó contra su cuerpo.

—Soy tu regalo de cumpleaños.

Alargó la mano, cogió la de Sofia y la colocó sobre uno de sus perfectos pechos.

—Disfrútame —le susurró lascivamente al oído.

Los dedos de Sofia se curvaron por instinto al sentir el pezón endurecido de la otra mujer contra la palma de la
mano. Respiró hondo por la nariz y repitió:

—Apaga la música. No quiero volver a repetírtelo.

La stripper la miró a los ojos y enarcó una elegante ceja sin moverse de su regazo.

—Yo diría que un poquito sí te está gustando.

Sofia deseó que la vergüenza no se le notara en la cara.

—Sal de encima ya. Y ponte la camiseta, por Dios.

No había sido su intención ser tan áspera, pero tanta carne desnuda cerca la ponía nerviosa y estaba decidida a
no perder el control. Alguien tenía la culpa de aquel mal trago; algún compañero de trabajo idiota que lamentaría  haber tenido semejante idea.

Por suerte, la stripper pareció entender que no estaba de broma. Se levantó y se apartó de la silla. Cuando se agachó
para recuperar la camiseta que había dejado en el bolso, Sofia intentó no mirarle el culo, pero fracasó miserablemente. La stripper le sonrió por encima del hombro.

—¿Has visto algo que te guste?

—Solo me preguntaba cómo has llegado hasta aquí sin que te detuvieran por prostitución —contraatacó Sofia, mientras su visitante indeseada se ponía una camiseta ajustada y unos tejanos desgastados de cintura baja—. La
verdad es lo que parece. ¿El estilo de la ropa es por trabajo o porque te gusta así?

En realidad, la joven estaba guapísima.

Por encima de la cinturilla de los tejanos se insinuaban unas braguitas negras y llevaba en la mano el sujetador de encaje negro que se había quitado al subir a horcajadas de Sofia.

Además, la camiseta de algodón le marcaba los duros pezones.

—Thomas tenía razón —dijo la embajadora de Zorrilandia

—. Necesitas relajarte.
«Et voilà.»

—Ha sido Thomas —murmuró Sofia sin una pizca de humor—. Quién, si no.

—Quién, si no. Pero no me advirtió de que eras una bruja. ¿Qué te pasa? ¿Te dan miedo las mujeres desnudas o
qué?

Sofia miró a la mujer con frialdad.

—A lo mejor me da miedo lo que podría pillar si te me restriegas de esa manera.

La stripper fulminó a Sofia con la mirada.

—Que te jodan. Me voy. Feliz cumpleaños y vete a la mierda.

Cogió el iPod de la mesa de Sofia, se puso la mochila al hombro y se dio la vuelta para salir del despacho. Sofia se puso en pie y la agarró del brazo.

—Te acompaño afuera.

No iba a dejar que una completa extraña, una intrusa en sus dominios, deambulara sola por los pasillos.

«Y después llamaré a Thomas y se arrepentirá de haber arruinado una tarde perfectamente productiva con su
bromita estúpida.»

La otra mujer se liberó de un tirón, con ojos llameantes.

—No te molestes. Si he sabido entrar, seguro que sabré salir.

—No era una sugerencia —dijo Sofia—. Voy a llevarte abajo. No sé muy bien cómo te has colado en el edificio
fuera de horas de oficina, pero no deberías estar aquí.

Mientras atravesaba la sala con la stripper, esta protestó:

—Eres la mar de simpática. ¿Qué mosca te ha picado? A ver, deja que adivine: hace cinco años que no echas un
polvo.

Sofia no picó el anzuelo y se dirigió al ascensor del fondo del pasillo a grandes zancadas. El pasillo estaba casi a oscuras, ya que el edificio estaba desierto. Todos los demás se habían ido a casa mucho antes para empezar sus
fines de semana con buen pie. Para Sofia, estar en casa era de lo más aburrido, comparado con la oficina. Boynton Software Solutions era exactamente donde quería estar,
dedicada por completo a su pasión: la gestión de proyectos.

Se detuvo frente al ascensor y apretó el botón con fuerza. Lo más increíble era que la stripper aún no se había dado por vencida. Tras darle un golpecito juguetón con el hombro a Sofia, le dijo:

—Si me compadezco de ti y te follo, ¿crees que al menos sonreirás un poco?

—Para mí el sexo no es tan importante como para ti, al parecer —dijo Sofia—. Lo que me hace feliz es trabajar. Ya sabes, lo que estaba haciendo antes de que me interrumpieras.

—Uy, sí. Parecía fascinante.

Sofiia pasó por alto el comentario sarcástico y miró el indicador. ¿Cuánto tiempo podía tardar un ascensor en
subir desde el vestíbulo hasta la planta 29? Aquella tarde le parecía especialmente lento… ¿o es que ella estaba especialmente enfadada? No pudo evitar devolverle la pulla.

—Ya esperaba que una chica que se desnuda por dinero no entendiera lo satisfactorio que es el éxito.

—Y yo ya esperaba que una bruja amargada como tú no entendiera lo que de verdad es importante en la vida.

Sofia soltó una carcajada.

—¿El qué? ¿Que una stripper barata me menee las tetas en la cara?

Las puertas del ascensor se abrieron justo a tiempo de evitar que la conversación se saliera de madre. Sofia
arrastró dentro a la otra mujer y pulsó el botón del vestíbulo. Cuando las puertas se cerraron, la stripper murmuró:

—Pues a mí me ha parecido que te gustaban mis tetas, hasta que has recordado que a lo mejor por mirar un poco te quitaban el título de Reina de Hielo.

Sofia volvió la cabeza, dispuesta a negarlo, pero en ese momento las luces del ascensor parpadearon y se apagaron. El ascensor vibró y se quedó parado. El movimiento súbito les hizo perder el equilibrio y Sofia rodeó a la otra mujer con los brazos instintivamente, para evitar que se cayera al suelo.

Durante unos segundos, el ascensor se quedó completamente a oscuras, hasta que las tenues luces de emergencia se activaron e inundaron la cabina con su suave resplandor. Al cabo de un instante, las dos mujeres miraron las puertas del ascensor y el panel de botones. La stripper, aún entre los brazos de Sofia, se volvió hacia esta con unos ojos verdes abiertos como platos.

—Esto no puede estar pasando… —murmuró.

Sofia reaccionó, la soltó y dio un paso hacia la puerta, negando con la cabeza.

—No pasa nada. Lo único que tenemos que hacer es pulsar el botón de emergencia.

Dicho lo cual, examinó los controles, en busca del botón que las sacaría más deprisa de aquella inesperada prisión.

—¿Estamos… atrapadas?

Sofia negó con la cabeza de nuevo.

—No. De ninguna manera me voy a quedar atrapada en un ascensor con una maldita stripper cuando tengo la
propuesta de marras a medias.

—¿La propuesta? —repitió la stripper con incrédulidad — Estás atrapada en un ascensor en tu cumpleaños un
viernes por la noche, ¿y lo que te preocupa es tu propuesta?

Sofia se mordisqueó el labio mientras apretaba un botón detrás de otro.

Ninguno se iluminó y ninguno tenía
pinta de disparar el mecanismo de seguridad.

—Es una propuesta importante.

—Ay, por favor… Me quedo atrapada en un ascensor y tiene que ser con la mujer más sosa del mundo.

Tras intentarlo con el último botón, Sofia golpeó la puerta del ascensor con la palma de la mano.

—¡Mierda! ¡No puedo creer que estemos atrapadas de verdad!

—Pero alguien se dará cuenta, ¿no? Nos sacarán de aquí.

—Al final, sí, pero hoy ya se ha ido todo el mundo.

Sofia no podía creer que hubiera salido del despacho sin el móvil. Seguro que se quedaban encerradas hasta que Kenny, el guardia de seguridad, llegara al día siguiente a las siete u ocho de la mañana.

—¿Al final? —chilló la stripper—. Yo no me paso la noche en este ascensor ni de coña. Y menos contigo.

Sofia hizo una mueca ante la estridente muestra de desprecio.

—¿Y crees que a mí no me fastidia? Esto no habría pasado si no hubieras venido a molestarme con tu bailecito…

—¡Eh! Yo solo hacía mi trabajo —replicó la chica—.Ya sabes, el que tu amigo me pagó por hacer. Si estás cabreada, págalo con él, no conmigo. —Se alejó de Sofia tanto como pudo y le dio la espalda, con los brazos cruzados—. Aunque entiendo por qué le pareció que lo necesitabas. Ya se ve que eres el alma de todas las fiestas.

—Fantástico —susurró Sofia para sí—. Menudo regalo de cumpleaños: una stripper tocapelotas para mí solita
toda la noche. No sé cómo voy a pagárselo a Thomas.

Su primera idea había sido la castración, pero estaba abierta a castigos más elaborados.

—Genial —murmuró su enfadada compañera—. Sencillamente genial.

—Me lo has quitado de la boca.

Se miraron la una a la otra durante un momento. En aquello estaban perfectamente de acuerdo. Sofia
sospechaba que era en lo único en lo que llegarían a coincidir.

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¡Primer capitulo de este íncreible fic que vuelve a la plataforma! ¡Espero que lo disfruten!

Tanto los old's dofia readers que deseaban leer devuelta este fic y refrescar su memoria, asi como los nuevos que no dudo que se engancharán tan rápido de esta historia como nosotros.

Recuerden dejar su voto asi como comentario diciendo que les parece.

‐CelestialBody-

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