tres.
GIRA LA BOTELLA !
( capitulo tres )
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SYDNEY VERDADERAMENTE NO SABÍA CÓMO había acabado aquí. En la casa de su ex con una multitud de adolescentes sudorosos y borrachos a su alrededor. Su mejor amiga coqueteaba con el puto Ben Gross y ella sorbía agua de un vaso rojo solitario.
Sydney Gilmore era conocida por ser la chica fiestera de Sherman Oaks, pero ahora mismo no tenía ninguna gana de beber lo que probablemente era cerveza con alcohol.
En el salón, Andrea Thompson estaba de pie sobre la mesa de centro, sin camiseta, mientras un grupo de chicos se amontonaba a su alrededor, animándola. Normalmente, era ella la que se encontraba en esa posición. Por eso no se sorprendió cuando sintió que una mano la agarraba del brazo y le preguntaba por qué aún no se había emborrachado.
Sydney no estaba de humor para emborracharse ahora mismo. Había vasos rojos aplastados y botellas de cristal esperando a ser pisadas a sus pies. Todos reían a su alrededor: cantaban, cantaban, reían. Es puro caos. Un caos feliz.
—Hola Syd—,sonrió Tess, tropezando hacia Sydney. Tampoco llevaba camisa y se había quedado en sostén morado. Su aliento apestaba a alcohol y su pelo era un desastre anudado.—Gran fiesta, ¿verdad?—.
Sydney puso los ojos en blanco.—Si te gusta el olor a sudor y alcohol tal vez—.
La morena hizo un mohín, apoyando su peso sobre Sydney, entonces, sus ojos se desviaron hacia su camisa y tiró de ella.—Oye, ¿por qué tienes la camiseta todavía puesta?—
Sydney se rió.—Porque no estoy borracha—.
La sonrisa de Teresa volvió a su rostro.—Oh.—dijo suavemente, luego intentó ponerse de pie pero terminó casi tropezando con el talón de su mejor amiga.
El brazo de Sydney fue rápido para atraparla y estabilizarla.—Bien. Te llevaré a casa—.Sus ojos buscaron entre la multitud, pues Ben ya no estaba en el sofá... donde él y Teresa estaban coqueteando.—¿Dónde está Ben?—
Entonces, oyó su voz diciendo perdón una y otra vez mientras se abría paso entre los adolescentes borrachos. Entonces, vio a la chica borracha y a su amiga.—Dios, ¿qué le pasó?—
—¿Estás sobrio?—
Asintió con la cabeza.—Muy sobrio. ¿Y tú?—
Sydney imitó el asentimiento mientras envolvía el brazo de su amiga sobre su hombro.—Ayúdame a acompañarla a mi auto—.
Él asintió una vez más, obedeciendo. Le rodeó el hombro con el brazo izquierdo.
Tess sonrió de oreja a oreja.—¡Ben! Hola—.
Ben frunció el ceño.—Hola, Tess—.
—Usa tus piernas, Tess.—
Lo hizo, a duras penas. Deslizó los pies contra los tablones de madera que formaban el suelo. Ben no fue de gran ayuda para cargarla. Era sólo cinco centímetros más alto que ellas, y Sydney no había hecho ejercicio en su vida.
Finalmente, llegaron a la puerta. Sydney la abrió con la mano libre y atravesaron lentamente la puerta... de lado... y casi habían pasado cuando Tess gimió.—Chicos, no me encuentro muy bien—.
Ben le dedicó a Sydney una mirada de preocupación ansiosa, que ella ignoró.—Sólo hay unos pasos más, Tess—.
El dúo trató de arrastrar a la chica más lejos, y habían llegado al último escalón cuando Teresa quitó el brazo de Ben y se lanzó hacia su derecha, proyectando vómito sobre el par favorito de louboutins de Sydney.
Sydney soltó un grito ahogado antes de poder contenerlo. Ver a su mejor amiga derramar las tripas sobre sus tacones era sencillamente lo peor que podía pasar esta noche. O eso pensaba ella.
—Iré a por toallas—.Dijo Ben, apresurándose a escapar de la escena antes de que Sydney golpeara a alguien o gritara.
Teresa se acostó de lado y dejó caer el brazo por el escalón superior del porche. Mierda. Ahora sería aún más difícil arrastrar su cuerpo borracho hasta el auto.
—Amiga, ¿estás bien?—Devi. La penúltima persona a la que quería escuchar ahora mismo. Sus ojos siguieron la voz y a su lado estaba Ethan. Por supuesto.
Sydney sintió que su propio vómito se agolpaba en su estómago y subía por su garganta al ver los trozos de la cena de Teresa y las ocho botellas de cerveza que tenía. Tragándoselo, dirigió al dúo en la hierba una mirada asesina.
—¿Tengo cara de estar jodidamente bien?—gruñó la pregunta retórica con dagas saliendo de sus ojos azules. El vómito caliente estaba empezando a filtrarse en el alma de sus talones y entre los dedos de los pies.—¿Dónde está Ben?—
—¿Te estás acostando con Ben?—,preguntó Ethan, con las cejas fruncidas.
—¿Qué? No. Yo... Ben es mi primo—.
—Oh, así que por eso siempre sale contigo—.
La idea de que la gente pensara que Ben y Sydney eran algo más que primos le daba más asco que el vómito en sus tacones. Incluso la idea de que la gente la confundiera por ser su amiga le daba ganas de comerse las uñas.—¿La gente cree que Ben y yo salimos juntos?—.
Los dos asintieron al unísono. Tal vez la caída de Sydney realmente había sido sobre ella, y Ben y Devi eran la causa.
Ben regresó con un rollo de toallas de papel en la mano. Empezó a envolverse la mano con el papel.
—Ben.—
—¿Sí?—Respondió con asco mientras se arrodillaba para empezar a limpiar el vómito de sus zapatos.
—Cuando termines de limpiarme el vómito—,tragó saliva.—no vuelvas a hablarme—.
Él frunció las cejas.—Vaya. Bien.—
Sydney apretó los ojos mientras intentaba ignorar la sensación del vómito que se deslizaba sobre ella. Y el hecho de que una molesta don nadie y su ex -que claramente se estaban acostando- estuvieran mirando sólo hizo que sus intensas ganas de vomitar aumentaran. Pero pronto, Ben se puso de pie.—Tengo que ir por más—.
Devi lo siguió, dejando solos a Ethan y Sydney. Sydney se quitó los tacones y los dejó en el último escalón con cara de asco mientras empezaba a limpiarse los pies con la singular toalla de papel.
—¿Supongo que no estás disfrutando de la fiesta?—.se preguntó Ethan en voz alta, y Sydney ni siquiera tuvo que levantar la vista para ver la sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Tu fiesta es una mierda—.Ella hizo un mohín, luego la curiosidad la venció de por qué él querría saber, ella lo miró, leyendo sus rasgos.—¿Qué haces?—
Él se encogió de hombros, deslizando la mano en el bolsillo delantero.—Distrayéndote—.
Sydney puso los ojos en blanco.—Encantador—.
Teresa se incorporó lentamente, y parecía que por fin había recuperado el conocimiento. Pero sorprendentemente, lo primero que hizo fue sonreír.—Esta fiesta es increíble—.
Ethan se rió, lo que provocó que la morena volviera a poner los ojos en blanco.
Ben volvió rápidamente con más toallas y pronto empezó a limpiar el resto del vómito de los pies de su prima.
Y se hizo el silencio por un momento, hasta que alguien en la casa gritó, las palabras.—¡Juguemos a la botella!—.
Teresa se agarró a la barandilla del porche y, de algún modo, entró a tropezones en la casa, gritando que quería jugar.
GIRAR LA BOTELLA EN UNA FIESTA DE PREPARATORIA era un cliché. Y cuando la botella cae sobre los dos ex amantes, no sorprende a nadie. El destino ha hablado. O, al menos, eso fue lo que Teresa le dijo a su mejor amiga cuando la botella que Ethan Morales hizo girar cayó sobre ella.
Y ahora, Sydney estaba enun armario oscuro en medio de la casa de su ex novio.
©FAISTSLUVRR
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