4.

-¡O-Oye, ten cuidado!- Jadeó suavemente la chica de mejillas rosadas, al sentir una leve mordida en su cuello, viniendo del rubio explosivo.

-Lo siento, es que... Realmente me encantas, Ochako.- Habló el chico, y con sus manos acariciando el cuerpo de su amiga por debajo de la ropa; Uraraka sintió estremecerse por las caricias que el contrario le daba.

A pesar de que estaba disfrutando de todas las sensaciones que Katsuki le ocasionaba, no lo amaba, y él lo sabía a la perfección.

Varias veces lo detuvo, diciendo que nunca sentiría algo por él, y aún así, se arriesgó a tenerla en sus brazos, aunque sea por sólo la lujuria y el deseo.

-Tengo tantas ganas de...- La amante del mochi no lo dejó terminar, ya que lo había besado con pasión, haciendo que Bakugo correspondiera de la misma manera.

El ambiente en aquél cuarto de limpieza se volvió pesado y caliente, Ochako sentía demasiada adrenalina por estar haciendo ese tipo de cosas en la escuela, y de cierta manera, la exitaba a más no poder.

Y por el lado de Katsuki, con cada caricia, le entregaba un pedacito de su amor por ella, el ambiente para él, además de ser caliente, era romántico de alguna u otra manera.

Estaba tontamente enamorado de aquella chica de ojos color avellana; era cierto que en el último año de conocerse, se acostaron varias veces, pero...

Lo que más disfrutaba de ella era su compañía, su cálida forma de decir las cosas, y esa forma tan tierna de ser. Ella le podía entregar su tiempo, su cuerpo y compañía, pero jamás su corazón.

Y sólo era eso lo que le pedía Katsuki Bakugo a Ochako Uraraka.


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