VI

— ¡Largo de mi maldito apartamento! No dejaré que me vea cómo esos malditos me miraron en el pasado... Ya sé que soy un agujero que se moja para satisfacer a los hombres, sólo sirvo para eso, para darles placer, no merezco ser amado, sólo soy un juguete sexual...

Jimin repetía cada palabra escuchada en el pasado, el miedo de ser lastimado por el hombre que amaba lo hizo soltar todo lo que no había sido capaz de decir en voz alta.

— De aquí no me voy, mi vida, sólo unos minutos, abre la puerta y hablamos unos minutos.

— Esta relación se acaba aquí, sólo estoy adelantando lo que pasara en unos meses cuando se aburra de mi... ¡Largo de mi apartamento! ¡Min Yoongi, ya no te amo!

En cámara lenta Yoongi sintió cómo un enorme vacío se instalaba en su corazón. Podía jurar que escuchó el característico sonido de un vidrio quebrase. Pero no era un frágil vidrio, era su corazón, ese que se enloquecía en bombeos cuando admiraba a Jimin.

¿Escuchó bien? ¿Su ángel ya no lo amaba? ¿Por qué no lo amaba?

Cada pregunta hacia que su pecho sintiera una fuerte opresión.

Le dolía hasta los huesos aquello que salía de los carnosos labios que amaba besar y acariciar.

Abrió su boca para nuevamente intentar hablar con su ángel, pero la voz quebrada y temblorosa del rubio le impidió producir algún sonido.

— Señor Min, no deseo verlo, escucharlo, o siquiera sentir su presencia en mi vida. — Recargó su frente contra la superficie de madera. — No lo amo, la verdad es que nunca lo llegué a amar. — Se arrodilló intentando darse fuerzas para continuar con su acto de alejar a Min.

— ¿No me amas? — Apretó sus puños.

— Ya lo escuchó... — Sus lágrimas resbalaron por las mejillas. — Es más, puedo decirle que cada palabra que escuchó de mis labios fue una total mentira...

— ¿Lo que vivimos fue una mentira?

— Vamos Min, ¿En verdad viste nuestros acostones cómo una relación?

— Yo no lo vi cómo acostones...

— Min, soy un juguete sexual, debiste verlo desde que te la chupé la primera vez.

— ¡No sigas!

Cada palabra era una lanza bañada en veneno; que al ser enterrada en el corazón de Min, lo hacía querer dejar de respirar. No aguantaba la agonía que le producía escuchar tales palabras.

— Me detendré cuando se largue de mi apartamento y de mi vida.

— ¿Largarme?

— Sí, lárguese y llévese con usted cada recuerdo de nuestros encuentros...

Min iba a lanzar una fuerte patada a la puerta; pero recordó que hace unos minutos prometió no volver a golpear aquella superficie.

— Encuentros le dices... — Secó con fuerza las cristalinas gotas que habían escapado de sus ojos gatunos. — Acostones sin sentimientos, todas tus palabras fueron una mentira, no existió amor. ¿Ni un poco?

— Ya deje de repetir todo lo que dije, y lár-gue-se. — Deletreó la última palabra como si así se convenciera del hecho de que no le dolía lastimar a aquel hombre.

— ¿Estás seguro de todo lo que me acabas de decir es lo que piensas y sientes?

Min apretaba sus labios, respiraba tan lento cómo le era posible; buscando no derrumbarse.

— Por supuesto. — Cerró sus ojos recordando la mirada en la que le gustaba perderse. — No ha significado nada para mí... Es más, puedo asegurar que usted no sabe lo que es enamorarse...

— No puedes asegurar eso.

— ¿Quién es el que jamás había tenido una relación?

— Yo, ¿Y eso que tiene que ver?

— Tiene que ver con que probablemente lo que usted confundió con amor; era sólo deseo. Así que ya dejemos esto aquí, y márchese de mi vida.

En ese momento sintieron que el motor de su vida se detenía, dolía respirar, quemaba cada intento de inhalación para soportar cada palabra dicha y escuchada.

¿Todo se estaba acabando?

— Ok.

Un suspiro pesado acompañó aquella palabra.

— ¿Ok?

El silencio se instaló en el lugar.

Jimin dejó de percibir la respiración del peliplatinado.

— ¿Min...? — No obtuvo respuesta. — ¿Yoongi...? — Se levantó y posó la palma de su mano sobre la puerta. — ¿Logré que te fueras...? — Su mirada cristalina se centró en un punto imaginario dentro de aquel cuarto. — ¿En verdad te fuiste?

Acabas de alejar al único hombre que se merecía nuestro amor.

Cállate conciencia.

Creo que escuché su corazón romperse. Le clavaste una daga que seguramente logró que ocultara esa sonrisa tan bonita que nos hace vivir.

¡No me tortures! — Se apartó de la puerta y sentó en el frío piso. — ¡No lo amo! — Abrazó sus piernas y apretó sus ojos. — Tengo que convencerme que no lo amo. Este dolor se irá. — Las cristalinas lágrimas inundaron su vista. — Es mejor acabar con esto ahora...

Repitió una y otra vez que lo mejor era alejar a Min, hacer que se olvide de él y que incluso deseara jamás haberlo conocido.

Hundió su cabeza entre sus piernas y sus lágrimas escaparon de sus párpados cerrados; intentando ahogar el sufrimiento que lo atacaba en ese momento.

La puerta se abrió abruptamente y con la mirada vidriosa; observó la figura que avanzaba hacia él.

— ¿Lloras por qué no me amas?

Min apretó las llaves que había ido a buscar en la cocina del rubio.

— ¿Por qué volvió? — Se arrastró en su trasero, huyendo de los pasos de Min. Avanzó hasta que sintió en sus manos la humedad del helado derretido. — ¡Váyase! — Contra la tela de su pantalón; restregó con frustración sus manos sucias por la crema endulzada.

— No has contestado mi pregunta. — Se acercó aún más, logrando que Jimin se levantara.

— Min... ¡Ay mierda!

Resbaló con el desastre en el piso, y cayó de espaldas.

— ¡Ángel! — Se inclinó sobre aquel cuerpo tendido en el piso, y ubicó sus manos a cada lado de la cabeza ajena. — ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? — Lo revisó con detenimiento. — Háblame...

— Lárguese, ¿A caso no escuchó que le dije que...?

— Dijiste que no me amas... — Lo interrumpió. — Pero no te creo ni una maldita palabra.

— No lo amo.

— Repítelo. — Le acarició los labios. — Vamos Jimin, repítelo.

— No lo amo...

— No te creo nada. — Replicó. — Dímelo mirándome a los ojos. — Demandó. — Vamos amor, mueve esos pomposos labios y grítame todo lo que repetías tras la maldita puerta.

— Yo... — Desvió la mirada.

— ¿Tu...? — Con su nariz acarició la fría mejilla de su ángel. — Amor, mis ojos no están en la lavadora...

— No lo amo Min...

— Pues yo sí te amo. — Apoyó sus rodillas en el piso y se sentó sobre el abdomen del rubio. — Te amo con el alma, cada poro de mi piel grita tu nombre. — Acunó el rostro y lo obligó a que conectaran miradas. — Tus labios podrán haberme dicho todas aquellas palabras... — Acarició los pómulos. — Pero tus ojos gritan que me amas.

— No es cierto.

— Podré no haber estado en una relación antes, y tú dirás que no me enamoré de ti; pero la realidad es una muy distinta. — Sus ojos marrones buscaban adentrarse en los verdes de su ángel. — Sólo me iré de aquí cuando seas capaz de repetirme cada palabra con la cual quieres deshacerte de mí...

— Sólo aléjese de mí.

— Dímelo con los ojos abiertos, sin apartar la mirada y sin que te tiemble la voz. — Jimin apretó los labios. — No puedes, ¿Y sabes por qué no puedes?

— Cla-claro que puedo...

— No, amor, no puedes. — Expresó muy seguro de sus palabras. — Me amas tanto cómo yo a ti. — Se inclinó sobre el rostro y juntó sus frentes. — Maldición... Lo que siento por ti no es algo que se confunda con deseo. — Su voz ronca hizo que Jimin se estremeciera. — Llegaste a mi vida de golpe. Literal, caíste, y no aterrizaste en el piso. Por el contrario, hiciste un aterrizaje delicado en mi corazón. Tus alas cubrieron cada parte de mi ser y me enseñaste que el amor es algo de lo que no me puedo privar. Me enamoré de tu mirada esmeralda y llena de vida, de tu sonrisa encantadora y labios pomposos que podrán decir que me mintieron; pero en realidad siempre han sido sinceros con cada palabra que escapan de ellos.

— Min... Pero te mentí en...

— ¿En qué me mentiste? — Le robó un piquito para silenciarlo. — ¿De todo de lo que te dije sólo escuchaste lo de la mentira? — Jimin sollozó. — ¿Dices que me mentiste por tu secreto? — El rubio asintió con su mirada reflejando una neblina de dolor. — A mi manera de pensar... Tú no me mentiste, sólo esperaste el momento indicado para abrirte frente a mí y revelar que tienes un gran tesoro...

— ¿Tesoro?

— Sí, tu más hermoso tesoro. — Se levantó, estabilizó su cuerpo, luego pasó las manos bajo las axilas del rubio, y lo levantó del piso. — Sé que eres un Doncel... — Lo alzó, caminó hasta la lavadora y lo subió sobre el aparato. — Mi adorado, hermoso, perfecto, sexy, y radiante amor; es un Doncel. Uno que ocultó su condición porque unos patanes me le llenaron la cabecita de ideas erróneas, me lo lastimaron al grado de crearle un miedo.

— ¿No me ves cómo fenómeno?

— Te veo cómo el ángel de mi vida, el ser que me enseñó a sonreír auténticamente y el que se adueñó de toda mi existencia. — Acarició el vientre del rubio. — Nunca más vuelvas a renegar sobre tu condición. Eres perfecto.

— Yoon...

— ¿Si?

— Te amo, perdóname por haber dicho tan horribles palabras. — Lo abrazó por el cuello. — Todo lo que he vivido contigo hasta ahora; es lo más bonito que me ha pasado. Mi cuerpo, alma y corazón sólo gritan tu nombre. — Declaró con su voz quebrada, mostrando en cada sollozo el miedo de perder a su gatito. — Puedo llevar vida en mi vientre, y eso para otros es un acto de fenómenos de circo. — Sorbió su nariz. — Desde que me enamoré de ti; he intentado decírtelo, pero me asusta que me abandones, o me mires con desprecio y asco.

— Jamás te apartaré de mi vida. — Con sus pulgares apartó las lágrimas que resbalaban por tan hermosas mejillas. — Primero me arrancaré los ojos antes de mirarte de una manera en la cual te lastime.

— ¿Te gusto aun siendo Doncel? ¿Te atraigo aun sabiendo que lubrico...?

Yoongi apretó con delicadeza las mejillas; logrando que se formara un pronunciado puchero. Escaneó esos labios tintados de violeta a causa del frío que sentía su ángel. Sus marrones orbes miraron con un brillo destellante los esmeraldas de su pareja. Sonrió ampliamente e inició a dejar piquitos en cada parte del rostro.

— Me encantas... — Declaró con su respiración mezclándose con la del rubio. — Desde el día en que me enteré que sin duda eras mi tesoro; me enamoré aún mas de ti. Park Jimin, mi ángel caído, yo vivo enamorado de cada parte de ti, me enloqueces con sólo escuchar un susurro tuyo. Eres mi vida entera.

Jimin sintió que se desvanecía, jamás espero escuchar tales palabras de los labios del hombre que repetía incontables veces ser un asco en los temas del romance.

— ¿Sigues siendo mi novio? — Inquirió atento a la respiración errática del rubio. — ¿Sigo siendo tu gatito dormilón?

— Sigues siendo mí...

Yoongi atacó los labios de su rubio, no aguantaba otro instante sin robarle el aliento con un beso desesperado que le recordara que amaba sentirlo tan cerca y tan suyo.

— Te amo mi ángel, jamás lo olvides. — Expresó separándose de los pomposos belfos y admirando la línea de saliva que los unía.

— Te amo mi gatito dormilón. — Sus dedos se dirigieron a los labios ajenos y limpió la saliva.

— Tus labios saben a helado de mandarina. — Besó las manos del rubio. — Y tus dedos también. — Lamió con delicadeza cada nudillo.

— E-es que se me acabó el helado de chocolate. — Tembló por la sensación que le otorgaba la lengua de Min, y también se estremeció por el frío que le calaba los huesos.

— Me gusta cuando sabes a mandarina. — Sonrió de lado.

— ¡Gato calenturiento!

— Vamos a bañarte. — Esquivó el golpe que iba dirigido a su hombro. — ¿Me concederías el honor de borrar de tu cuerpo cada rastro de lluvia, helado y tristeza?

— Estoy a su merced señor gatito dormilón. — Enredó sus piernas en la cadera ajena. — Ayúdame a entrar en calor. — Puchereó justo antes de buscar soporte en el cuello de Min.

— Próxima parada; los aposentos de un pollito en proceso de descongelación.

Afianzó el agarre en la cintura de su ángel, caminó despacio y con cuidado. En el recorrido a la habitación; no perdió la oportunidad de devorar los labios de su pareja. Besó con dulzura el cuello expuesto y delineó con su lengua hasta llegar de nuevo a los labios.

Empujó con su pie la puerta para así no chocar con la superficie. Jimin extendió una de sus manos y encendió la luz. Se adentraron en el recinto y se miraron como si fuera su primer encuentro.

— Tu piel ahora sí parece la de un pollito. — Expresó al acariciar por debajo de la ropa la erizada dermis de la espalda. — Amor, aun no entras en calor con mis besos. — Bajó con cuidado el cuerpo de Jimin. — Necesitaras una sesión intensa de caricias y besos.

— ¿No ibas a bañarme? — Mordió su labio cuando Min lo despojó de la camisa y mordisqueó sus clavículas. — Mngh~, ga-gatito...

— Para bañarte tengo que desnudarte, y en el proceso disfrutaré de tu piel. — Sus dedos juguetearon con el borde del pantalón del rubio.

— Yo... Mngh~, Min, espera gatito...

Estando de rodillas frente al rubio; Yoongi acababa de bajarle el pantalón junto al bóxer.

— Shh, tenemos que calentarte antes de que te dé hipotermia. — Besó el vientre repetidas veces. Dibujando un corazón con sus besos alrededor del ombligo.

— Tú vas a provocarme una calentura... ¡¿A dónde vas?! — Inquirió cuando Min se apartó.

— Voy por una bata para cubrirte del frío...

— ¿Por qué? — Puchereó. — Si me la vas a quitar, ¿Para qué cubrirme?

— Amor, necesito preparar la tina. — Apresó con sus dientes aquel puchero. — Y mientras esperamos a que se llene; podría darte más frío... ¡Ah!~ Pollito, eso es mano, ¡Mano! — Gimió y apresó la mano que le apretaba su miembro. — Suelta, no toques...

— No voy a soltarlo... — Empujó a Min contra la pared. — Dijiste que necesito calor, y pues así me caliento muy rápido. — Una de sus manos se deslizó por dentro de la camisa.

— Amor, tus manos... Mnhg, ah~, si sigues de inquieto no podré...

— Déjame desnudarte. — Jaló el labio y después lo lamió. — Para tu comodidad en mi baño; es mejor que estés desnudo.

Min posó sus manos en la cintura desnuda, apretó dejando unas leves marcas y se giró; cambiando de posición, y apresando a Jimin contra la pared.

— ¡Gato salvaje! — Humedeció sus labios, y de un tirón se deshizo de la corbata.

— No despiertes al señor gato. — Le ronroneó en el oído.

— Te quiero desnudar. — Hizo el amague de besar a Min, pero aprovechó para volver a apresarlo contra la pared. — Podemos preparar la tina juntos... — Retiró el cinturón. — Y en lo que se llena... — Desabotonó el pantalón. — Tómanos una ducha juntos.

— Ah~ mnhg~, si lo despiertas te atienes a las consecuencias. — Advirtió en medio de jadeos roncos.

Jimin había apresado el desnudo miembro de Min, jugaba con sus dedos; acariciando la cabeza de aquel trozo de carne.

— Yo digo que deberías tomarme la temperatura. — Liberó el miembro y se dedicó a desabotonar la camisa. — Creo que no sufriré de hipotermia... Tengo calor, mi cuerpo empieza a arder. — Frotó su cuerpo con el de Min. — Este termómetro me ayudara a verificar mi calor corporal. — Acarició la muy despierta virilidad de su pareja. — Hola señor gato. — Mordió sus labios y jadeó. — ¿Serás mi termómetro...?

— Carajo, la calentura es contagiosa. — Gruñó besando los labios con demencia. — Señor gato verificara si tienes fiebre alta. — Apretó las redondas nalgas.

— Revísame profundamente~.

Yoongi deslizó su dedo hasta la entrada del rubio, besó y mordisqueó los labios mientras se frotaba contra el maravilloso cuerpo desnudo. Detuvo los movimientos cuando Jimin tensionó el cuerpo.

— Gatito... Mi... Ya sabes... — Apartó la mirada.

El peliplatinado deslizó sus manos; desde las nalgas, pasando por la cintura, recorriendo la espalda, hombros y nuca. Llegó a las mejillas y las apresó en un suave apretón.

— Recuerda que amo que seas mi tesoro. — Besó la comisura de los labios. — No tocaré aquel lugar si aún no te sientes cómodo. — Informó. — Pero si te voy a bañar y en el proceso te voy a devorar con mis besos.

— ¿No te da asco mi lubricación? — Inquirió señalando con sus abultados labios los dedos húmedos.

— ¿Bromeas?

— Es que...

— Amor, no sabrá al lubricante de mandarina. — Dirigió los dígitos a sus belfos. — Pero sabe al amor de mi vida... — Chupó los rastros del lubricante natural. — Me encanta tu sabor, tu tesoro, todo tu.

Jimin abrió sus ojos en grande, sin creer lo que escuchaba y veía.

Yoongi degustaba cada rastro de su esencia, gemía y lo miraba directo a los ojos.

— No llores mi cielo. — Pidió besando la nariz. — ¿Qué pasa?

— Por favor báñame, devórame, y ámame...

— Amor...

— Te amo gatito, gracias por tratarme tan bonito. — Hundió su nariz en el cuello.

— Yo te amo mucho más. — Besó la cabellera rubia. — No agradezcas el amor que te tengo, porque sería un insulto a tan maravillosa existencia.... Tu existencia. — Lo alzó haciendo que enredara las piernas en las caderas. — Cada sentimiento que me produces es el más sincero y hermoso regalo que la vida me dio. Ángel, te amo tan desesperada, intensa y apasionadamente; que mi corazón en vez de producir los conocidos latidos, grita tu nombre, deletreado, pausado y entusiasmado.

Hola kokoros darks 🤘🏻 🖤

Jejeje y que la Tsunade les trajo la actualización del gato dormilón y su ángel caído 🥺

Gracias por esperar tanto tiempo.

Sentí bien bonito volver a escribir sobre ellos 🤧
Y el Min me sigue enamorando 😭

Nos leemos después...

Lxs quiero mucho, mucho.
Besitos púrpuras 💋💜🤘🏻

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