𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 ú𝚗𝚒𝚌𝚘.

Jeon Jungkook es un demonio clase superior, es el que está encargado de asignar a seres de menor rango para que habiten debajo de la cama de los niños y así asustarlos. A los ojos de cualquiera parecería que su trabajo era interesante, mas no lo era en lo absoluto. Le parecía extremadamente aburrido estar rodeado de papeles y monstruos incompetentes, pero no se quejaba.

Se la vivía encerrado en su oficina, firmando documentos y entrevistando a novatos interesados en el trabajo, nada nuevo, no había nada llamativo en sus días.

Nada a excepción de…

— Señor, otro de los candidatos ha desistido.– Dijo Namjoon, su asistente, al tiempo que le entregaba unos papeles.

Ulteriormente salió del despacho sin decir nada más.

Había un caso en específico que lo inquietaba un poco: “T-1995.30.12”  se podía leer en la tapa de la carpeta, se dispuso a abrirla, notando las enormes letras en rojo “Estado: desastroso”, lo único que hizo fue soltar un sonoro suspiro y tomar el puente de su nariz, evidentemente frustrado por la situación, antes de volver a colocar el sobre en su escritorio.

Absolutamente todos los monstruos que enviaba; renunciaban después de la primera noche. ¿Qué mierda les pasaba? Solo era un niño de diez años, no creía que fuera tan complicado asustarlo.

Recuerda una vez en la que asignó a uno de los mejores, con la esperanza de que se encargara del caso y por fin pudiese ser libre de ese problema. El ente era una aberración total, extremadamente horrible, parecía sacado de las más terroríficas películas de horror, pero ¿Qué pasó? Regresó llorando… ¡Llorando, maldita sea! ¿Tan difícil es espantar a un infante?

Pues, al parecer, sí.

Derrotado y sin tener más opciones, decidió hacerse cargo él mismo. El trabajo de campo no era lo suyo, prefería el silencio y la tranquilidad antes de soportar los gritos de un chiquillo. Pero se le habían agotado los inútiles y los demás estaban reacios a la idea de regresar sollozando, pues seria extremadamente vergonzoso. Vaya bola de cobardes, se suponía que ellos generaban inquietud, asustaban e intimidaban a los demás.

Miedosos.

Esa misma noche tenía que ir al mundo humano para hacer su trabajo.

(⁠◕⁠ᴗ⁠◕⁠✿⁠)

                                

8:37 de la noche, el suave murmullo de un: “Buenas noches, descansa” Por parte de la señora Kim, fue lo que se escuchó antes del chirrido de la puerta, indicando así que el crío se encontraba solo en la habitación.

Jeon ya estaba en posición, yacía debajo de la cama, esperando el momento justo para salir y cumplir con lo que los otros no pudieron.

Taehyung estaba adormilado, cabeceando suavemente mientras frotaba sus ojos, soltando un bostezo que trajo consigo lagrimas debido al cansancio.

Pensando que era el momento perfecto, sacó su mano, rozando su dedo helado sobre la mejilla ajena.

— No le tengo miedo, señor monstruo.– Susurró el castaño mientras volvía a bostezar.

Jungkook quedó aún más desconcertado tras su respuesta, antes de siquiera pensar en hacer algún otro movimiento; el ruido de una puerta siendo azotada en algún lado de la casa resonó por todo el lugar.

Escuchó al menor jadear, cuando el sonido de fuertes pisadas con dirección a la habitación se hicieron presentes, además de fuertes gritos cargados de insultos dirigidos hacia la madre del pequeño. La cama se removió y lo último que esperó fue ver al de piel canela asomarse por debajo de ésta, observándolo por tan solo unos segundos antes de ingresar junto a él en aquel apretado lugar.

— Hazme un poco de espacio, por favor.– Casi suplicó el menor, escuchando las pisadas cada vez más cerca.

La puerta del dormitorio se abrió de bruces y el olor etílico llegó a las fosas nasales de Jungkook antes de que el sujeto incluso entre al cuarto. El menor cubrió su boca tratando de ocultar un sollozo tras ver a aquel hombre parado en la entrada. Ese que lo golpeaba hasta dejarlo inconsciente, ofendía a su madre y destrozaba sus cosas mientras estaba borracho.

Ahora comprendía por qué Taehyung no le tenía miedo a él o a ninguno de sus monstruos.

Él tenía uno propio.

Kim JaeWook metió una mano debajo de la cama, buscando al menor, quien se había hecho bolita en lo más profundo, huyendo de su toque. Cuando por fin lo tomó, lo que salió no fue el castaño, sino aquel ser terrorífico.

— ¡Pero que mier…– Sus palabras se cortaron al observar la altura de tres metros y medio de Jungkook.
Jeon estiró su brazo hasta tomar al borracho por el cuello y estamparlo contra la pared con una fuerza descomunal. Kim mayor se quejaba y forcejeaba inútilmente, tratando de librarse del agarre que estaba empezando a dejarlo sin oxígeno.

El ser extendió su otra mano, para acariciar la mejilla del hombre que se quedó rígido al percibir lo helada que esta se encontraba.

— Si alguna vez tocas, asustas o dañas a mi niño de nuevo… Voy a ir por ti, voy a encontrarte y te haré cosas que no te imaginas durante toda la eternidad, te haré sufrir de la peor manera, desearás morir para evitar la agonía de sentir como tus huesos están siendo triturados una y otra vez, lo prometo.– Su voz salió rasposa, en un tono increíblemente bajo que le erizó todos los vellos a JaeWook, que estaba pálido, con los pantalones mojados y temblaba como una hoja de papel, incluso podía decir que se le bajó todo el alcohol que previamente había ingerido.– ¿Entendiste?

Al verlo asentir, Jungkook lo soltó, haciéndolo caer de bruces al piso, viendo como abandonaba la habitación despavorido. Después de unos segundos, giró sobre su propio eje, cambiando su forma a la de un joven de aproximadamente veintidós años, su piel lechosa haciendo contraste con su cabello azabache. Era increíblemente hermoso. Seguidamente; se agachó para sacar a Taehyung que se encontraba abrazándose a si mismo debajo de la cama. Posteriormente, los acostó con delicadeza, arropándolo muy bien.

El castaño lo admiraba con sus ojos color verde esmeralda, hasta que sintió unos labios posarse en su frente con ternura y delicadeza.

Eran suaves...

— Volveré mañana. ¿Si, pequeño?– El menor asintió sin decir ninguna palabra.– De acuerdo, descansa y duerme bien.– Volvió a besar su frente, antes de desaparecer en la oscuridad.

Luego de ese acontecimiento, el demonio iba todas las noches a pasar tiempo con él, haciéndolo reír y dejando que el niño explorara su cuerpo colosal en su forma original, regocijándose al admirar como esos orbes verdosos brillaban en genuina curiosidad.

Jungkook disfrutaba pasar tiempo con el infante, pues: Taehyung era su niño… Y él era el monstruo que vivía debajo de su cama.

(⁠◕⁠ᴗ⁠◕⁠✿⁠)

Hola, hola, personitas. ¿Cómo están? Espero que muy bien.

Ojalá les haya gustado este pequeño One-Shot, lo hice a base de un vídeo que me salió en TikTok, así que la idea no me pertenece.

Cuidense mucho, tomen agüita, coman bien y descansen.

Tu existencia es importante. 💜✨

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