🌹🐺 One 🌹🐺
Alfas con omegas y omegas con alfas, la sociedad siempre ha dicho que no se debe alterar esa ley de la vida, su orden natural.
Es antinatural que dos jerarquías del mismo rango se enlacen, y peor aún, no ven con buenos ojos que un alfa y un beta estén juntos.
La sociedad a veces es tan cerrada de mente que solo se dedica a forzar a los demás a seguir los designios de quien sabe quién, y así no alterar el curso natural de las cosas.
Ahora explíquenle eso a un corazón y lobo que han vivido enamorados de cierto beta desde ya hace siete años. ¿Cómo convences a ese corazón que posiblemente debe dejar de amar al beta de sonrisa cuadrada que tiene como amigo? ¿Cómo le explicas a tu lobo que quizás ese beta no lo acepte como su destinado? Porque sí, los betas no tienen destinados, eso dice la sociedad y sus estúpidos pensamientos.
Pues el lobo de aquel alfa no piensa lo mismo.
Ese lobo ama a aquel beta, y día a día le repite a su humano que la Diosa Luna le envió un destinado que tarde o temprano los aceptara. No le importa la jerarquía de aquel chico, solo le interesa aquel corazón dulce y sonrisa radiante que le hace mover su cola con euforia.
Solo tienen que arriesgarse y confesarle cada sensación que les produce estar cerca de Kim TaeHyung.
Ahora está nuestro precioso beta... El chico que siente que se desvanece en el aire cada vez que su amigo alfa le sonríe o le habla. Día a día solo desea estar junto a JungKook el alfa que le robó el corazón desde el primer momento que cruzaron palabra.
El beta ama al alfa, pero la sociedad a veces lo frena para gritar a los cuatro vientos su amor prohibido. Su mente y corazón le gritan que deje atrás las ideas de la sociedad, esa gente no sabe y ni siquiera se imagina el gran amor que el beta siente por el alfa de ojos radiantes.
Dos almas que se aman y solo esperan la oportunidad para confesarse, pero el miedo a ser rechazados por el contrario los detiene. Ese es su mayor obstáculo, el miedo al rechazo de su amigo, porque cuando sus corazones les gritaron los sentimientos hacia el otro; los pensamientos de la sociedad se fueron directo a la cañería. Porque ahora a ellos solo les importaba lo que pensaba el dueño de su corazón.
Que tontos en verdad, ninguno ve las señales que se dan mutuamente.
Esta es la historia de Jeon JungKook, un alfa de cabellos largos y azabaches, ojos negros como la noche, tatuado, con piercings, cuerpo atlético, y enamorado de su amigo beta. Y Kim TaeHyung, un beta de largos cabellos castaños, sonrisa cuadrada, labios gruesos, ojos cafés claros, cintura de ensueño, cuerpo perfecto, y enamorado de su amigo alfa.
En un cafe se dio su primer encuentro, el choque de sus cuerpos fue inevitable cuando ninguno de los dos se percató de la presencia del otro.
JungKook derramó parte de su bebida en la camisa del hermoso chico de piel canela. Y este último inevitablemente derramó su malteada en el suelo y en parte del trabajado pecho del azabache.
— Disculpa. — Dijeron al unísono. — No te vi. — Sonrieron cuando siguieron con su sincronía en las palabras.
— Es un beta.
— ¡JungKook! Es nuestro beta. — Dijo el lobo.
— ¿Qué?
— Es nuestro beta, por favor humano, no lo vayas a dejar ir.
— Lobo, ¿Por qué dices eso?
— Mi pelaje y corazón lobuno lo grita.
— Si tú lo dices, lo creo. — Conectó miradas con TaeHyung. — Eres hermoso...
TaeHyung no pudo evitar detallar aquel lunar que se ubicaba debajo del labio del azabache. — Le pagaré la lavandería de su camisa. — Dijo casi en un susurro. — ¿Qué dijo? — Intentó apartar su mirada de aquellos oscuros ojos, pero le fue imposible. Sentía que si lo hacia su respiración se cortaría de inmediato.
— Dije que eres hermoso. — Le sonrió.
— No debería decirle eso al chico que le desgració la camisa. — Humedeció sus labios en nerviosismo. — Usted es muy guapo. — Soltó sin pensar. — Disculpe, disculpe, yo...
JungKook negó con su cabeza y lo tomó de la mano. — Descuida, no tienes que disculparte.
— Es un alfa, un guapo alfa. — Ambos chicos sintieron una electricidad recorrer su espina dorsal. — ¿Qué vamos a hacer con nuestras camisas?
— Te propongo algo. — El lobo de JungKook se emocionó al olfatear el perfume del castaño.
— ¿Qué sería?
— Vamos a la tienda del frente, tú compras una camisa para mí, y yo una para ti.
— Excelente idea. — Le sonrió tímido.
¿Será muy precipitado que alguno de los dos quiera una cita? Es su primer encuentro pero esos corazones anhelan conocer al otro.
Solo necesitan un paso, un pequeño paso y así iniciaran algo que puede llevarlos a su felicidad.
— JungKook, invítalo a salir...
— Eso es muy lanzado.
— Busca una excusa, no dejes escapar la oportunidad de conocerlo....
— ¿Qué le digo?
— ¿Yo que sé? No puedo pensar porque sus hermosos ojos me tienen embobado.
— Valiente ayuda.
— Invítalo a algo, y hazlo rápido.
El castaño no perdía detalle del rostro de aquel alfa que parecía estar perdido en sus pensamientos.
Su corazón estaba acelerado, e inevitablemente quería la cercanía del chico frente a él.
— Me parece un trato justo. — Una sonrisa se reflejó en ambos chicos. — Así ambos pagamos por el desastre en la ropa del otro.
— Pero también deseo que nos veamos aquí al finalizar la semana, e intentemos hacernos amigos.
El castaño se paralizó, esa no la vio venir, el guapo alfa lo estaba invitando a verse en unos días. Por dentro brincaba en emoción.
— No quiero ser su amigo. — Gruñó el lobo.
— Cálmate lobo... — Su sonrisa no desaparecía al ver al castaño. — Dices que es nuestro beta, primero nos tenemos que ganar su amistad.
— Ya entiendo, ya entiendo... — El lobo levantó sus orejas en alegría. — ¿Y si no le gustan los alfas?
— Eso no lo había pensado...
— Quiero que le gusten los alfas, bueno, quiero que le gustemos nosotros. — Aulló.
— Queremos lobito. — Sus ojos lucharon para no demostrar el miedo al rechazo que se instaló en su corazón. — No aúlles que harás que llore frente al precioso beta.
— Nuestro beta...
— Acepto su propuesta. — Interrumpió la conversación del azabache con su lobo. — Creo que me acabo de enamorar de unos ojos radiantes. — Pensó. — No puedes enamorarte a primera vista, y menos de un alfa. — Su labio inferior tembló.
— Los alfas y betas no pueden enlazarse. — El azabache y el castaño se repitieron en su mente.
— La Diosa Luna me envió a mi beta y no lo dejaré ir. — Pensó el lobo.
— Okay, entonces vamos. — Con un movimiento de su cuerpo le dio paso al beta. — ¿Qué pasa? ¿Por qué no caminas?
— Es que aún no sé su nombre....
— JungKook, baboso. — El lobo regañó.
— Tu culpa, me pusiste nervioso con lo que es nuestro beta.
— Ajá, ahora soy yo el culpable. — Se sentó en sus patas traseras. — Contéstale al precioso beta.
— ¿Qué le pasa? Parece que se fue de viaje astral. — Pensó el castaño al ver que no obtenía respuesta. — ¿No tiene nombre? — Inquirió en broma. Pero el azabache seguía en su mundo. — Sí se fue de viaje astral. — Se dijo.
— JungKook, contéstale, te está hablando...
— Alfa, ¿Cómo se llama?
El azabache parpadeó y su lobo aulló al ser llamado de esa manera.
— ¡Nos llamó alfa! ¡Alfa! — Gritó el lobo.
— ¿Co-Cómo me llamaste? — Inquirió al salir del viaje en sus pensamientos.
El castaño se sonrojó. — Le dije alfa.
— ¿Por qué me llamaste así?
— Porque es un alfa, ¿No?
— Sí, sí soy un alfa...
— Pues por eso, y porque como no me ha dicho su nombre, y se fue de viaje astral, no me quedó de otra que llamarlo así.
— Alfa, alfa, alfa... Suena tan bonito escucharlo de esos labios. — El lobo y el azabache expresaron en su mente.
— ¿Cómo se llama, alfa?
— ¡Ay no! ¡Me voy a desmayar si sigue diciéndonos así!
— Cálmate, y deja de gritar que no me dejas contestarle. — Regañó al lobo. — Soy Jeon JungKook, un placer conocerte. — Extendió su mano y el castaño la tomó. — Y por favor trátame de tu. — Le pidió y el castaño asintió con su cabeza.
— El placer es mío. — Sonrieron. — Soy Kim TaeHyung.
— Nuestro beta. — Dijo el lobo. — Nuestro precioso beta.
Al juntar sus manos en aquella presentación de sus nombres, los ojos de cada chico presentaron un destello mágico. Sin imaginárselo, habían iniciado a crear un vínculo que los llevaría a un solo camino... Solo tenían que lanzarse para que el camino no se desviara de su felicidad.
Sus corazones se aceleraron, sintieron que todo a su alrededor había desaparecido, el contacto de sus manos los llevó a un mundo donde solo ellos dos existían.
No deseaban soltar sus manos, pero se obligaron a cortar aquel contacto.
Salieron de aquella cafetería y compraron las camisas, intercambiaron números para concretar la cita para el final de la semana.
A partir de esa cita, nació una amistad, sus corazones les gritaban que debían confesar sus sentimientos. Cada uno interrogaba al otro queriendo saber si tenían posibilidad de iniciar algo más que una amistad, pero a la hora de que se iban a preguntar si el uno gustaba del otro; simplemente se desviaban del tema.
El lobo de JungKook peleaba por tomar el control del cuerpo de su humano y gritarle sus sentimientos al castaño, pero no quería asustar a su ahora amigo.
Así transcurrieron seis meses, JungKook le confesó a TaeHyung que estaba ayudando a una amiga para que sus padres no la obligaran a casarse con un alfa. ¿En que constaba la ayuda? En hacerse pasar por su novio a distancia, así su amiga estaría feliz y libre de compromisos. Una mentirilla blanca que no dañaba a nadie. Pero lo que JungKook no tenía en cuenta es que las mentiras tienen patas cortas y tarde o temprano todo sale a la luz.
TaeHyung apoyó la idea de JungKook en ayudar a su amiga. No estaba de acuerdo con que quisieran obligar a alguien a casarse, aunque también pensaba que lo mejor era enfrentar a esas personas y dejar claro su punto de vista. Cada quien maneja su vida como quiere, aunque en el fondo sentía que eso podría traer problemas.
El castaño también sentía celos al pensar que esa chica podría tener la posibilidad de hacer realidad aquella mentira.
El azabache le había contado que su amiga Han SoHee, era una omega que no deseaba tener pareja, ella solo quería viajar y vivir la vida loca. Pero que los padres de la chica solo deseaban verla casada. Así que para que su amiga no corriera riesgos con cualquier loco, y terminara fingiendo ser novia de quien sabe quién, le siguió la idea de hacerse pasar por su pareja.
Estaba esperando el momento en que su amiga tomara valor y enfrentara a sus padres.
Pero esa espera llegaría a su fin, el azabache ya no deseaba cubrir a su amiga. No era porque le disgustara, la cosa era que necesitaba tener total libertad para iniciar su plan de cortejo. Intentó contactarse con la chica, pero ella no contestaba sus llamadas, JungKook decidió dejar el asunto para después, y mejor invertir su tiempo en cierto castaño.
Así pasaron siete años, tiempo en el cual alfa y beta se veían casi todos los días, compartían una que otra cena y se enamoraban aún más del otro; pero no se animaban a abrir su corazón.
Llamadas después de llegar a sus apartamentos cuando terminaban las cenas, se deseaban las buenas noches. En las mañanas se enviaban mensajes; deseándose un lindo día, esa era su manera de decirse que se querían.
Pero pensaban que era un cariño de amigos, se hacían los locos al ver las señales. Par de tontos que por miedo dejaban pasar las oportunidades.
— Hola Kookie. — Saludó el castaño.
— Hola TaeTae. — Le entregó la rosa roja.
— Gracias. — Dicha flor fue tomada por las manos del acanelado. — ¿No te vas a cansar de darme rosas en todos mis cumpleaños?
JungKook negó. — No. Ese es mi regalo para el cumpleañero.
— No es un regalo de cumpleaños. — Gruñó el lobo. — Es nuestro cortejo y tú no le dices la verdad...
— Lobo...
Cada año, en el cumpleaños del castaño, JungKook le regala una rosa roja y una caja de fresas cubiertas de chocolate. Su lobo siempre le ha reprochado el hecho de no aclararle ese detalle.
Resulta que cuando transcurrieron tres meses de que ellos iniciaron sus citas de amigos; el azabache decidió confesar lo que sintió la primera vez que vio a TaeHyung. Pero se quedó mudo al momento de entregar el detalle, y el castaño pensando que era un detalle por su día, con una sonrisa le agradeció por el regalo de cumpleaños.
Sí, preciso ese día era el cumpleaños del castaño y todo se dio para que uno de ellos pensara lo que no es. JungKook no lo sacó de su error, y año tras año le regala una rosa y una caja de fresas cubiertas de chocolate.
Le da pánico volver a quedarse sin habla y pasar como estúpido frente al castaño.
Siete años cortejándolo con ese detalle en el día del cumpleaños de su beta. Se sentía frustrado, y su lobo ya estaba entrando en desesperación.
Claro el resto de días su cortejo constaba en salidas de amigos, cenas para hablar de su día de trabajo o paseos para admirar la luna. Muy salida de amigos que no se atraen ¿Verdad?
TaeHyung le coqueteaba sutilmente pero JungKook se paralizaba de los nervios y ambos desviaban la atención a otros temas.
— Dile lo que debimos decirle hace años.
— Ya sé eso, no me lo andes recalcando...
— Dile que nos gusta, que lo amamos y que es nuestro beta.
— Quisiera que fuera por un cortejo esta rosa y las fresas. — Pensó. — Pero un alfa no cortejaría a un beta, ¿Verdad? — Una tristeza se instaló en su corazón. — Este es el regalo que más me gusta en mi cumpleaños. — JungKook se sentó y entrelazó su mano con la de su amigo. — Desde que iniciaste a dármelo años atrás, es lo que más me hace feliz.
— Y pensar que es tu cortejo. — Su lobo gruñó en frustración.
— Mientras seamos amigos, nunca te faltara este detalle.
— No quiero ser tu amigo. — Pensó. — Quiero ser tu beta, tú eres mi alfa. No tengo lobo, pero mi corazón me grita que eres mi amor destinado. — Suspiró pesadamente. — Seremos amigos hasta que el tiempo y la vida nos lo permita. — Fingió una sonrisa.
— Me niego a seguir siendo su amigo. — Aulló.
— Quizás ese es el designio de la Diosa Luna.
— No digas eso JungKook, puedo sentir que el precioso beta siente cosas por nosotros.
— Imaginaciones tuyas...
— No quiero ser tu amigo. — Repitió en su mente. — Quiero ser tu beta, tú eres mi alfa.
— Cenemos y vamos al cine. ¿Va?
— Okay, pero después me llevas al Río Han.
— ¿Por qué quieres ir allí?
— Es una sorpresa. — Le regaló una radiante sonrisa cuadrada.
— Se supone que el que debe recibir sorpresas eres tú, el cumpleañero. — Su aconejada sonrisa respondió a la del castaño.
— Es mi cumpleaños, y yo decido que hacer.
— No digas nada y deja que nos mande.
— Te gustan mandones.
— Nos gustan, recuerda que vamos en combo.
— Okay, tu mandas cumpleañero.
— Así me gusta, obediente.
Cenaron entre sonrisas y bromas, de vez en cuando TaeHyung acariciaba los pétalos de la rosa. Salieron de aquel restaurante rumbo al cine, el castaño dejó el detalle que le regaló el azabache en el auto e ingresaron al lugar.
Pagaron las entradas, compraron bebidas e ingresaron a la sala de cine, el castaño se durmió a media película, y el azabache aprovechó para cuidar el sueño del hermoso acanelado. Con caricias sutiles se dedicó a observar algo más precioso e importante, a su beta.
La película pasó a segundo plano y por ese tiempo la gente en esa sala de cine desapareció, en la mente de JungKook solo eran su lobo, TaeHyung y él. Con la poca luz del lugar, se dedicó a observar el rostro del precioso chico que dormía sobre su hombro, no era necesario tener iluminado el lugar; el azabache y su lobo se sabían de memoria en donde estaba ubicado cada lunar en el rostro del beta.
Lunares que deseaban besar con dulzura.
La película terminó y el azabache con cuidado despertó a su amigo. El castaño abrió sus ojos y lo primero que vio fue el rostro del alfa que lo tenía loco de amor.
— Bello durmiente, hora de irnos...
— No me digas así. — Puchereó.
— Pero es la verdad, te dormiste y eres bello, precioso...
— Cállate, Kookie, parece que me estás coqueteando.
— Lo estoy haciendo.
— ¿Qué?
— Que se nos hace tarde para ir al río. — Intentó desviar la atención del beta.
— Gallina.
— Tú calla, lobo.
— Si seguimos así lo vamos a perder.
— Escuché que aceptabas que me coqueteas. — Dijo en su mente. — Vamos...
— Ya quiero ver cuál es la sorpresa.
— Espero te guste.
— Todo lo que venga de ti me gusta.
— ¿Hasta un golpe? — JungKook asintió con su cabeza. — Solo jugaba, no te golpearía.
— Y yo que si quería un golpe tuyo. — Le sonrió.
— Creo que eso se tomaría como masoquismo. — Ambos rieron. — ¿Eres masoquista?
— No sé. — Se encogió de hombros.
— Yo por mi beta, me hago pasivo. — Dijo el lobo.
— ¡¿Qué andas diciendo, lobo?!
— Lo que escuchaste.
— Jamás sería el pasivo.
— Eso dices ahora, pero si en un futuro, mi beta nos pide que quiere ser el de arriba... Pues yo flojito y cooperando.
— Me niego...
— Calmantes montes. — El lobo se carcajeó. — Debes ser de mente abierta.
— Pues no quiero quedar con la cola abierta. — El lobo se echó panza arriba muerto de risa. — Lobo demente y versátil.
— JungKook... — El nombrado no prestaba atención. — Kookie, hazme caso. — Lo jaló de la mano. — ¡Alfa bugueador!
— Nuestro beta te llama. — El lobo detuvo su risa. — Ahhh, otra vez nos llamó alfa. — Sus ojos brillaron.
JungKook miró al castaño. — Dime...
— De nuevo andas de viaje astral.
— No es cierto.
— JungKook, si no es viaje astral, entonces estabas hablando con tu lobo.
— Mi precioso beta me menciona. — Aulló feliz.
— ¿Cómo sabes eso?
— Sencillo, te conozco por siete años. — Caminaron hacia la salida del cine. — Y cuando te pones en modo avión es porque andas en conversaciones profundas con tu lobo.
— ¿Tanto has observado de mí?
— Claro, además son siete años de amistad. — Detuvo sus pasos. — A veces quiero saber lo que hablas con tu lobo.
— No es conveniente que lo sepas...
— ¿Por qué? — Inquirió curioso.
— Porque tiene miedo de que sepas que me dejaría pasivear por ti. — Contestó el lobo, y JungKook se tensó. — Cálmate humano...
— Cállate lobo, deja de mencionar la pasiveada. — Mordió su mejilla interna. — Es que ese lobo a veces sale con cosas locas...
— Kookie, algún día, ¿Me dejarías ver a tu lobo? — Inquirió mirando los ojos oscuros del alfa.
— Déjame saludar a mi beta...
— Claro, algún día. — Le contestó. — Quiero presentarte a mi lobo el día que sea capaz de declararte mi amor de una manera única, como solo tú lo mereces...
— Esperaré con ansias ese día.
Tomaron camino a su próximo destino. Después de un corto viaje en auto, llegaron al Río Han, TaeHyung sudaba en demasía y eso asustó al alfa.
— TaeTae, ¿Estás bien? — Posó sus manos en las mejillas del beta. — No tienes calentura.
— Kookie, estoy bien. — Tomó posesión de las muñecas del alfa. — No estoy enfermo.
— ¿Por qué sudas? — Internamente sonreía por la manera en la que sus pieles tenían contacto en ese momento.
Ambos chicos se encontraban cerca de la orilla del Río, uno cuidaba del otro, la luz de la luna los acompañaba, pocas personas transitaban por el lugar a esa hora de la noche. Así que para TaeHyung era el ambiente perfecto para hacer lo planeado.
— Solo quiero que sepas que si lo que te voy a decir no es de tu agrado, simplemente... ¿Podríamos hacer de cuenta que jamás ocurrió? — Inevitablemente su cuerpo inició a temblar.
— ¿Qué pasa?
— JungKook, ambos sabemos que no ven con buenos ojos que dos jerarquías como beta y alfa se gusten.
— Uy, presiento siento que mi beta se va a lanzar. — Dijo el lobo.
— ¿Se va a lanzar al Río? — Sus ojos demostraron miedo.
— ¡Baboso! ¡No!
— ¿Entonces?
— Te lo dije JungKook, el precioso beta gusta de nosotros.
— Locuras de tu mente.
— Lo dice el que andaba pensando que el precioso beta se lanzaría al Río.
— JungKook, préstame atención. — Apretó levemente las muñecas del alfa.
— Lo siento Tae...
El castaño respiró profundamente, cerró sus ojos y decidió dejar de callar. — JungKook, llevamos siete años de amistad, pero la verdad es que me gustas desde nuestro primer encuentro... — Abrió sus ojos, necesitaba tener contacto visual con el alfa.
— Te lo dije, humano de poca fe, te lo dije. — El lobo inició a saltar en alegría.
— Tae, yo...
— Espera déjame terminar, antes de que me dejes en claro que solo me quieres como amigo y no puedes corresponderme porque soy un beta...
— Oye, no, TaeTae...
— Kookie, me gustaste desde ese día, y con nuestras salidas terminaste adueñándote de mi corazón y pensamientos. — Sus ojos se cristalizaron. — Te pedí que me trajeras a este lugar para no ser interrumpidos. — JungKook acarició las mejillas del castaño. — Quizás tengas un omega destinado, y ahora me mandes a volar, porque no puedes tener a un beta enamorado de ti como amigo. — Sollozó. Su miedo al rechazo era enorme. — Pero al menos quería confesarte mis sentimientos...
JungKook lo silenció con un beso. Sus labios se unieron por pocos segundos, pero sintieron que sus almas conectaban de por vida. Sus ojos cerrados y sus labios danzando en sincronía, hacían que sus corazones palpitaran con fuerza. Sus labios hormigueaban por el contacto, habían esperado tanto tiempo por ese momento.
Se separaron del beso. — TaeTae... — El nombrado abrió los ojos y conectó sus orbes cafés con los negros. — Tú también me gustas, es más, estoy enamorado de ti.
— ¿Te gusto? — Sus ojitos no dejaban de producir lágrimas.
— Me encantas. — Besó cada mejilla del beta. — Te confieso que el día que te conocí, mi lobo me gritó muy seguro que tú eres mi beta destinado, y yo le creo.
— ¿Tu lobo me quiere como su destinado?
— Eres nuestro beta destinado. — Lobo y humano hablaron al tiempo.
— Kookie, escuché a tu lobo.
— TaeTae, mi lobo desde hace tiempo quiere gritarte que eres nuestro amor destinado. — Dejó un beso en la comisura de los labios carnosos.
— ¿Por qué no lo hiciste? — Limpió su nariz. — ¿Es por qué soy un beta?
— Por tonto. — Le sonrió con ternura. — No, TaeTae, no nos importa que seas beta. — Le dio un piquito. — Es que cuando te iba a confesar mis sentimientos me congelé y tú tomaste mi cortejo como tu regalo de cumpleaños...
— Las fresas y la rosa, ¿Son mi cortejo? — JungKook asintió con su cabeza.
— Bueno, la rosa es tu cortejo, esa flor era para pedirte que me dieras una oportunidad.
— ¡JungKook! — Se lanzó a abrazarlo por el cuello. — Yo también me quede tieso del susto. — El azabache lo abrazó por la cintura. — Cuando me iba a confesar hace ya tiempo atrás, me dio ataque de risa y decline.
— Eso me explica esa vez que casi mueres ahogado de risa y no me supiste explicar de qué te reías. — TaeHyung asintió levemente con su cabeza. — TaeTae, cuando gustes, mi lobo te hablara, él se muere por hablarte todo el tiempo.
— Esa idea me gusta. — Besó al alfa. Y el lobo aulló más fuerte. Su emoción de poder hablar con el beta lo hacía enormemente feliz. — Y pensar que sentíamos lo mismo el uno por el otro.
— Somos un par de tontos. — Dijo JungKook.
— Tantos años como amigos y resulta que ambos queríamos lo mismo. — Se carcajearon por lo lentos que eran. — JungKook... Es decir que con la rosa de hoy, tendré siete detalles de cortejo.
— Sí, tu cortejo, no regalo de cumpleaños. — Ambos miraron hacia la luna. — ¿Guardaste todas las rosas?
— Claro que las guarde, cada rosa está guardada en un libro en mi apartamento. — Sus miradas seguían fijas en la luna. — Sean rosas por mi cumpleaños, o por el cortejo, me las diste tú, y eso es suficiente para que las guarde.
— TaeHyung, mírame. — Conectaron sus orbes. — Mi precioso beta, ¿Quisieras darle una oportunidad a este alfa bugueador de ser tu pareja destinada?
— Kookie, ¿Y si conoces a tu omega destinada? — Su mirada se entristeció.
— Eso no pasará.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— Recuerda que mi lobo te reconoció como nuestro beta destinado, eres nuestra otra mitad, la luna te envió para que seas mi pareja, mi todo, mi vida.
— ¿Y si las demás personas quieren separarnos?
— Mi beta, mío y de mi lobo. — Lo aprisionó contra su cuerpo. — La sociedad se puede ir al carajo, de una vez te digo que mi familia sabe que a mí no me van a imponer ni omegas o alfas. Ya les he dejado en claro que cierto castaño de sonrisa cuadrada y belleza hipnotizante es mi beta, mi beta destinado.
— ¿Qué te dijeron?
— Gritaron como locos. — Rio. — Pero cuando mi lobo salió y les dijo que era designio de la luna y les mostró sus colmillos. Se calmaron y aceptaron lo que mi corazón grita desde que te conocí.
— ¿Y tu amiga?
— Esa relación es de mentiras.
— Lo sé, pero quizás ella piense en...
— He estado tratando de contactarme con ella, pero desde la última vez que le hablé de ti... Ella no aparece.
— No me gusta...
— Tranquilo, ni creas que alguien va a separarme de mi beta. — Lo besó. — Entonces, ¿Aceptas o no?
— Alfa bugueador, claro que acepto ser tu beta destinado. — El azabache lo abrazó y su lobo aulló en notable alegría.
— Feliz cumpleaños, mi hermoso Tae.
— Feliz inicio de nuestra loca relación.
Caminaron por un rato observando la corriente de agua, con sus manos juntas y un brillo en sus ojos. Cuando el frío de la noche se hizo más fuerte, decidieron regresar a sus apartamentos. JungKook condujo hasta la residencia del castaño, se despidieron en la puerta del apartamento, y como ya era costumbre en ellos; en la comodidad de sus camas, se llamaron para desearse dulces sueños.
Dos meses habían transcurrido, la pareja ahora disfrutaba aún más su tiempo juntos. No perdían la oportunidad para besarse y tomarse de la mano. Aunque ahora con el nuevo trabajo de TaeHyung, su tiempo de citas estaba un poco limitado, además de la agenda del azabache como modelo.
Cuando no se les cruzaba una presentación del castaño en algún restaurante para cantar Jazz en las noches, al azabache le confirmaban las citas para las sesiones fotográficas para la campaña de ropa y accesorios en la cual él era la imagen principal.
El poco tiempo que ahora tenían lo aprovechaban al máximo, salidas al parque, al centro comercial, a una heladería, hasta iban a ejercitarse juntos. Todo con tal de verse aunque sea por un par de horas.
De un día para otro sus trabajos les pusieron su vida de cabeza, pero eso no les impedía pasar tiempo en pareja.
— ¡JungKook! Estás casi encuerado en esta foto. — Dijo el castaño cuando vio una de las fotografías que salieron en la campaña publicitaria. — ¡No me gusta que le vean las carnitas a mi alfa!
— No estoy encuerado.
— Por eso dije que estabas casi encuerado. — Entrecerró sus ojos.
— Ya, ya, ven para acá, mi beta exagerado. — Palmeó el sofá.
— No me voy a sentar al lado tuyo.
— ¿Cómo qué no?
— Pues no... — Sonrió para sus adentros.
— Hazle caso a tu alfa.
— Pues que no le hago caso al alfa que sale medio encuerado en unas fotos. — Se cruzó de brazos frente al azabache.
— No me hagas...
— Muy alfa, y lo que quieras, pero tú no me mandas. — Se inclinó y posó sus manos sobre los hombros ajenos. — Yo me voy a sentar en una mejor silla.
— ¿Cuál es esa silla? — Sonrió coqueto.
— Pues, esta... — Se sentó en las piernas del azabache.
— ¿Ahora soy tu silla?
— Eres lo que yo decida que tú seas.
— Ah caray, ¿Qué más soy según tú? — Sus manos rodearon la cintura ajena y acarició el vientre de su beta.
— Por ahora eres mi silla... — Recargó su espalda contra el pecho del alfa y reposó su cabeza en uno de los hombros contrarios. — Mi alfa, mi amor, mi sexy modelo y mi vida.
— Me gusta ser todo eso. — Besó la cabellera castaña.
— Kookie... Enserio te van a sabrosear con esa foto. — Abultó sus labios.
La fotografía en cuestión dejaba ver al alfa con un saco formal color gris, totalmente abierto, sus pectorales y abdominales a la vista, unas cadenas alrededor de su cuello, las cuales descolgaban en parte de sus pectorales. La fotografía era a medio cuerpo, solo su parte superior era la protagonista.
— Pero el único que puede tocar y probar eres tú.
— No inventes. — Le dio un pisotón. — Si lo único que he podido probar son tus labios con los piercings. — Humedeció sus labios. — Por cierto, besas muy rico...
— ¡Auchs! Kim TaeHyung... — Se quejó y luego sonrió en malicia. — ¿Andas insinuando cosas hornys?
— ¿Cómo crees? — Se hizo el loco.
— Pues lo creo, tomando en cuenta lo nervioso que te acabas de poner.
TaeHyung se levantó del regazo del azabache, se giró y lo besó. — Hora de irme, el trabajo me espera. — Tomó su abrigo y salió corriendo.
— Ahora huyes...
— Nuestro beta quiere...
— Ya sabes que eso no pasará aun.
— Le quitas lo divertido a la vida.
— Lobo calenturiento.
— No huyo, enserio. — Habló desde el umbral de la puerta principal. — Tengo que ir a trabajar, nos vemos luego, adiós alfita bugueador. — Le arrojó un besito volador.
JungKook atrapó el beso en el aire. — Adiós, mi precioso beta, te amo.
— Te amo. — Cerró la puerta y se marchó.
Diez minutos después de la partida de TaeHyung, el timbre de la casa de JungKook sonó insistentemente.
— ¡Ya voy! — Gritó, pero el timbre seguía sonando. — ¿Quién es? — Llegó a la puerta. — TaeTae, amor, ¿Olvidaste algo? — Abrió la puerta. — Tú no eres Tae...
— ¡JungKook! Casi no abres la maldita puerta.
— ¿Quién te dejó pasar sin haberte anunciado? — La chica ingresó al apartamento. — Claro, sigue, SoHee...
— Gracias...
— Por lo visto no captaste el sarcasmo. — La chica negó con su cabeza y se sentó en el sofá. — ¿Quién te dejó ingresar sin ser anunciada? — Inquirió de nuevo.
— El guardia de seguridad.
— Pues no es muy guardia, y menos de seguridad...
— Solo tuve que ser coqueta con él y me dejó pasar.
— Es hora de cambiar de personal de seguridad. — Dijo. — ¿Qué te trae por aquí?
La chica cambió su semblante relajado por uno de nerviosismo. — JungKook, necesito tu ayuda.
— Si es para seguir pasándome por tu novio... Eso se acaba ahora mismo. — Se cruzó de brazos. — Intente contactarte para acabar con esto hace tiempo atrás, y tú te desapareciste...
— No puedes hacer esto.
— Claro que puedo.
— JungKook desaparecí porque mis padres me preguntaron qué cuando me casaría contigo...
— Les dijiste que eso no pasaría, ¿Verdad? — Enarcó una de sus cejas.
— Pues entre en pánico y les dije que nos casaríamos, pero que no sabía cuándo...
— ¡Han SoHee!
— No me grites.
— Perdón, no debí gritarte. Pero no debiste decir eso.
— JungKook, me desaparecí apenas les dije de nuestra supuesta boda.
— Tienes que aclarar todo.
— Esperé a que se olvidaran de la idea.
— Parece que no conocieras a tus padres. — Se sentó en el sillón.
— Ya lo sé, sí, ya sé cómo son.
— A todo esto, ¿Qué tiene que ver tu metida de patas conque estés en mi apartamento?
— JungKook, mis padres nos están esperando en un restaurante para que les pidas mi mano formalmente.
— ¡¿Qué demonios?! — Gritó poniéndose de pie. — ¡No voy a hacer eso! — El lobo del azabache gruñó en disgusto.
— JungKookie, tu dijiste que me ayudarías con mis padres. — Le hizo ojitos.
— Te ayudaría, tiempo pasado, y eso no implicaba un falso matrimonio.
— JungKook, ayúdame...
— No lo haré.
— Por favor.
— No quiero perder a mi precioso beta por la loca de tu amiga. — Expresó el lobo. — Vamos a acabar con esa mentira nosotros mismos.
— Buena idea, lobo. — Tomó su abrigo y las llaves del auto. — SoHee, vamos a hablar con tus padres.
— ¿Me vas a ayudar?
— Claro, como siempre.
— Gracias, JungKookie.
— No me vuelvas a llamar así.
— Pero...
— ¿Quieres que te ayude? — La chica asintió. — Entonces no me llames así.
— Entendido.
SoHee le proporcionó la dirección del restaurante, llegaron al lugar, y el azabache buscó un lugar para parquear su auto. Como todo un caballero, abrió la puerta del copiloto y ayudó a salir a la dama.
Ingresaron al restaurante y se dirigieron a la mesa de la reservación.
El lugar se veía bastante bien, las mesas cubiertas con manteles blancos y un pequeño florero en el centro con una rosa roja como decoración. Candelabros con luz tenue colgaban del techo, música suave ambientaba el lugar.
— Tus padres aun no llegan. — Corrió la silla para que la chica se sentara.
— Es que les dije que cambiaran un poco la hora de la cena.
— Vamos a hacer esto rápido. — Sus manos fueron a parar sobre la superficie de la mesa. — Llámalos y diles que ya estamos aquí.
— Voy de inmediato. — La chica tomó su celular y salió del lugar.
— JungKook, ¿Este no es el restaurante donde trabajaría nuestro beta hoy? — El azabache cayó en cuenta del nombre del lugar y luego divisó el escenario donde había un pequeño pizarrón donde decía "Hoy presentamos la angelical voz de V" — ¡Si es el restaurante! — Divisaron el cartel de luces neón con la "V" encendida. Ese era el nombre que usaba su beta cuando cantaba.
— Mierda.
— ¡Doble mierda!
— No nos preocupemos, vamos a cortar con la mentira. — El lobo asintió. — Además nuestro beta sabe de SoHee.
— Sabe de ella, pero no del supuesto matrimonio.
— Cállate.
— Yo me callo, y tú te encargas del mierdero que hizo tu amiga.
SoHee regresó de la llamada y se sentó de nuevo. JungKook buscaba con la mirada a su beta, quería verlo antes de que llegaran los padres de su amiga, pero no lo vio por ningún lado.
— JungKook, gracias por ayudarme.
— Esto debimos hacerlo hace tiempo.
— ¿A qué te refieres? ¿A casarnos? — JungKook negó con su cabeza. — No entiendo.
— Cuando tus padres lleguen lo entenderás.
— No vayas a...
El sonido del micrófono resonó en el lugar interrumpiendo a la chica. Los músicos iniciaron a hacer la prueba de sonido.
— Sabes que el cantante que se presentara hoy, tiene una voz angelical. — Sonrió al hablar de su chico.
— No me interesa el cantante.
— Eso es bueno, porque no está disponible.
— No vine a...
— Señoras y señores, muy buenas noches. — El jefe de personal tomó el poder del micrófono. — Es un gusto presentarles en la noche de hoy, al hombre con voz angelical, talentoso cantante y hermoso en todos los sentidos. — JungKook gruñó al escuchar eso último. — Con ustedes nuestro ángel... ¡V! — Los aplausos no se hicieron esperar, pero también un celoso alfa empujaba su mejilla interna con su lengua.
— No tiene por qué mirarlo así. — Gruñó al ver como el chico que presentó a TaeHyung lo observaba con unos ojos que no eran muy agradables a la vista del alfa.
— JungKook, ¿Por qué te pones así?
— ¿Ya vienen tus padres? — Evadió la pregunta y se dedicó a observar a su beta.
— Están bajando del taxi, me acabaron de mensajear.
— Qué bueno. — Sonrió cuando sus ojos conectaron con los de su novio. — Hola, V. — Movió sus labios saludando en silencio al beta.
— Hola, alfita bugueador. — Imitó la acción del azabache. — ¿Qué haces aquí? — Seguían hablando sin que sus voces se escucharan. Con el movimiento de sus labios se comunicaban a la perfección.
— Larga historia. — Le guiñó un ojo.
— Okay, alfa mío. — Se sonrieron enamorados.
— ¿Ahora sonríes? — SoHee miró a TaeHyung. — JungKook concéntrate en lo que vamos a tratar aquí.
— No molestes. — Movió su pie en desesperación por debajo de la mesa. Quería subir al escenario y besar a su novio. — Déjame ver la presentación.
— Deja de mirar al cantante ese...
— Tu haz silencio, y no me digas que debo hacer.
— Buenas noches hija, JungKook. — Los señores Han hicieron acto de presencia.
— Tiempo sin vernos JungKook. — Dijo la madre de SoHee.
— Siéntate querida. — El señor Han corrió la silla para que su esposa tomara lugar en la mesa.
— Buenas noches, señores. — Saludó JungKook.
— Queridos padres, mi amado JungKookie...
— ¿Qué te dije? — El azabache la miró.
— Lo siento.
— ¿Está todo bien? — Preguntó el matrimonio Han.
— No. — Respondió JungKook.
— Amor...
Desde el escenario TaeHyung observaba al alfa, y pudo percibir que algo no andaba bien. Su amado alfa estaba tenso y apretaba su mandíbula cuando se dirigía a la chica que lo acompañaba.
— Comencemos. — El castaño dio el visto bueno para iniciar la presentación.
La suave música de Jazz resonó en el lugar, la melodía era acompañada de la angelical y profunda voz del talentoso beta. Cuando el alfa escuchó la voz del chico que amaba, relajó su semblante y sonrió. Volteó hacia donde estaba su precioso beta y su sonrisa aconejada hizo acto de presencia.
— JungKook, estamos aquí por el asunto del matrimonio con nuestra hija. — Habló el señor Han.
— SoHee me comentó sobre el tema. — Sus ojos seguían en el castaño.
— JungKook, mira a mis padres cuando les hablas.
— No quiero.
— ¿Disculpa? — Dijeron los mayores.
— JungKook, deja de ser grosero y préstale atención a tus suegros. — Lo tomó de una mano, pero el azabache deshizo el contacto. — ¡Deja de mirar al maldito cantante!
— Ahora sí se la cargó la loba. — Expresó el lobo de JungKook.
En el transcurso de aquella pequeña discusión, TaeHyung le sonreía a cierto alfa que no apartaba su mirada de él. Cantaba con una sonrisa aún más radiante, porque esa noche su amado novio estaba allí para escucharlo.
Y el alfa que lo observaba simplemente estaba a nada de mandar todo al carajo. Cosa que no tardo mucho tiempo cuando escuchó que SoHee se dirigió a TaeHyung como "maldito cantante".
JungKook quería hablar con los padres de la chica, explicarles los pensamientos de su amiga y quizás intentar que los mayores entendieran un poco que su hija no era de las chicas que buscaban matrimonio. Pero SoHee se metió con su beta y eso no le agradó.
— ¿Qué dijiste, SoHee? — La miró.
— Deja de mirar al maldito cantante.
— Vamos a dejar algo muy en claro... — Su mejilla interna era empujada con su lengua.
— ¿Qué está pasando con su relación? — Inquirieron los mayores.
— No hay relación.
— ¡JungKook! Dijiste que me ayudarías.
— Y eso haré. — Se sentó derecho y habló hacia los mayores. — Señores Han, todos estos años he estado fingiendo que tengo una relación con su hija.
— ¡¿Qué?!
— Cállate, JungKook.
— Como lo escucharon, lo hice por la amistad que tengo con ella, porque SoHee no desea casarse, quiere ser libre y no tener compromiso, desea viajar por el mundo, y ya no sé qué más cosas.
— ¡Cállate!
— Pero una cosa es fingir ser su novio, y otra es fingir ser su esposo...
— ¿No eres el destinado de nuestra hija?
JungKook dejó salir una risa nasal. — No.
— JungKook, pero aun no encuentras omega, así que...
— Ya tengo pareja.
— ¡¿Qué?! — Gritaron los tres al unísono.
— Sí, ya tengo pareja, es un hermoso beta.
— ¿Un beta? JungKook, ¿Un beta? — Inquirió la fémina. — Por un beta abandonaras a tu amiga.
— Sí, ¿Algún problema? — Miró filosamente a SoHee.
— Eso es antinatural...
— ¡Han SoHee! — La llamaron sus padres. — Eso no te incumbe.
— Pero, ¿Cómo se le ocurre estar con un beta?
— ¿Y a ti como se te ocurre mentirnos todo este tiempo?
— Mira, SoHee, yo te quiero como mi amiga, te hablé que estaba enamorado de un chico...
— Porque eres mi amigo me deberías ayudar, por favor. — Sus ojos demostraban suplica. — Sí, recuerdo que me hablaste del chico de sonrisa cuadrada que te traía loco.
— Y te ayudé, incluso esperé para que te decidieras en contarle tus pensamientos y sueños a tus padres. — Miró al matrimonio Han. — Pero no puedo contraer matrimonio con una novia de mentiras cuando estoy enamorado de mi beta.
— SoHee, debemos ir al hotel y hablar en privado. — Sus padres hablaron. — Lo sentimos, JungKook.
— ¡No! JungKook, soy tu amiga, no me abandones por un beta. — JungKook se estaba cansando de esa discusión. — ¡JungKook! Las personas los van a juzgar. — El grito de la fémina hizo que TaeHyung dejará de cantar y los comensales dejaran de cenar.
— No pensé que tú te fijaras en las malditas jerarquías. — Se levantó de la silla.
TaeHyung observaba todo desde el escenario, y se dio cuenta que tenía la total atención de tres miradas sobre él.
— Lo siento Kook, es que tú, tú...
— Hija, deja al chico en paz.
— SoHee, soy tu amigo, pero hasta una amistad tiene límites. — Miró a TaeHyung. — No voy a fingir ser tu esposo, habla con tus padres, ellos te escucharan. Ya es hora de que enfrentes tu vida, estas bastante grandecita.
— JungKook. — Llamaron los mayores. — Gracias por esto. — El alfa los miró con extrañeza. — Gracias por decirnos lo que nuestra hija no ha sido capaz de decir.
— Lamento que hubiese sido con este alboroto.
— Lamentamos que nuestra hija te hiciera pasar este mal rato.
— No importa, esto me sirvió para adelantar algo...
— ¿Qué vas a hacer, JungKook? — Inquirió SoHee.
— Con permiso señores Han, adiós amiga. — Hizo una reverencia. — Espero puedas dejar tus miedos atrás y hables sinceramente con tus padres. — Los mayores le sonrieron. — Por lo que acabo de ver, ellos están dispuestos a entenderte.
Sin más que decir, el alfa se encaminó a cada una de las mesas y recolectó siete rosas rojas, disculpándose con los integrantes de las mesas por invadir su espacio personal.
TaeHyung lo miraba desde el escenario, no sabía qué hacer.
Por último, JungKook se dirigió a la recepción del restaurante y tomó la rosa amarilla que se encontraba en aquel lugar. Volvió caminando lentamente, en una de sus manos armó un pequeño ramo de rosas rojas y en la otra sostuvo la rosa amarilla.
Se quedó de pie frente al escenario donde estaba su chico, y le sonrió enormemente.
— ¿Qué estás haciendo, Kookie? — El castaño miraba a todos lados en nerviosismo.
JungKook no le contestó y simplemente se agachó, arrodillándose sobre una de sus rodillas y extendiendo el ramito de rosas rojas.
El castaño dejó caer el micrófono y se cubrió su rostro.
El alfa estiró su mano, y con cuidado de no maltratar la rosa amarilla, tomó el micrófono.
— Kim TaeHyung. — Habló por el micrófono y el castaño negó. — TaeTae, mírame por favor. — El beta abrió sus dedos y lo miró por aquellos espacios. — Así no, retira tus perfectas manos de tu rostro y mírame.
— JungKook, ¿Te enloqueciste? — Susurró.
— Estoy desquiciado por ti. — Todos en el lugar los observaban. — Mírame, TaeTae... — El nombrado descubrió su rostro y sus ojos cafés conectaron con los oscuros del alfa.
— ¿Qué estás haciendo, alfita?
— Kim TaeHyung, mi beta.
— No digas que soy tu beta en público.
— Claro que lo haré. — Sus ojos pasearon por todo el lugar. — Señoras y señores, les presento a mi beta, mi Kim Taehyung, mi amor, el chico que mi lobo y yo hemos elegido como destinado.
— Kookie...
— Tae, en esta noche, frente a estos desconocidos, los padres de mi amiga y la misma SoHee... — Extendió el pequeño ramo de rosas. — Te entrego siete rosas, una por cada año en la que te corteje y tú ni por enterado. — El beta se sonrojó en demasía. — Siete años he vivido enamorado de ti, año tras año te has adueñado cada vez más de este corazón. — Las lágrimas en los ojos del castaño eran inevitables. — Por eso quiero decirte que cada rosa tiene un significado para mí.
— Alfita, esto es demasiado para mi corazón. — JungKook le sonrió.
— Mi beta, una rosa por un motivo de mi enamoramiento... — TaeHyung alargó su mano y recibió el ramo. — Uno, llegaste a mi vida con un choque de amor. Dos, tus ojos entraron en mi ser e hipnotizaron a mi lobo. Tres, con solo tu sonrisa iluminas mi vida. Cuatro, cada lunar de tu rostro me invita a jamás dejar de admirarte. Cinco, tu perfume me embriaga al punto de volverme adicto a estar junto a ti. Seis, tus labios, esos labios dulces que con el mínimo roce hacen que sienta que estoy en el paraíso. Y siete, tu voz es el motor de mi vida, tu hermosa y angelical voz logra que todos mis miedos o molestias se esfumen... Porque todo tu eres lo mejor que tengo en mi vida.
— Jung-JungKook... — El castaño sollozaba.
— No llores mi beta destinado. — Se levantó. — No me importa lo que piensen los demás, nuestro amor es algo que la Diosa Luna ya bendijo, tú me amas y yo te amo. Eres mi todo. — Dejó el micrófono en la base y tomó la mano del castaño. — Ahora aquí tengo una octava rosa.
— ¿E-esa por qué es?
JungKook depositó un casto beso en la mano de su pareja. — Esta rosa es para pedirte matrimonio.
TaeHyung abrió sus ojos en grande, con su nariz roja y sus ojos acuosos, se estremeció.
— Kim TaeHyung, mi beta destinado, amor de mi vida. — En los ojos del azabache hizo presencia el lobo y TaeHyung sonrió al ver el hermoso color característico de los ojos lobunos de su alfa. — Te entrego esta rosa para decirte junto a mi lobo... — Sus ojos se llenaron de lágrimas. — ¿Te casarías con este alfa que te ha amado desde hace siete años?
El castaño recibió la rosa, asintió eufóricamente con su cabeza y se lanzó hacia los brazos del azabache. — ¡Si! ¡Si acepto! — Gritó cuando el alfa lo atrapó en sus brazos. — Te amo Jeon JungKook, mi alfita bugueador, y por supuesto que me caso contigo. — Se besaron lento y suave. El azabache acarició la espalda del castaño y este último pasó la rosa amarilla a la mano donde tenía su ramito de rosas rojas, y con su mano ya libre; acarició el cuello del alfa.
Se separaron del beso, sus ojos llenos de lágrimas no los dejaban ver claramente, cada uno limpió con dulzura las lágrimas de su pareja.
— ¡Ya lo escucharon gente! — Gritó feliz. — ¡Este precioso beta se va a casar conmigo! — Sonrió orgulloso y enamorado. — ¡Ahora me lo llevo! — En un rápido movimiento, tomó al castaño y lo subió a su hombro.
— ¡Alfita! ¡Bájame!
El azabache negó con su cabeza. — Despídete, no te voy a bajar hasta que estemos en el auto.
TaeHyung estando en el hombro del alfa, se despidió intentando hacer leves reverencias, y salieron del restaurante.
El azabache lo bajó con delicadeza de su hombro, le robó un suave beso y lo ayudó a subir al auto.
Estando de camino al apartamento del alfa, este le contó todo lo sucedido al castaño. Sus corazones estaban tranquilos, ya no existía razón para sentir que algo los separaría. Los pensamientos de la sociedad les importaba un carajo, solo deseaban estar juntos, amarse y respetarse. Vivir su amor sin pensar en nada más.
Llegaron al apartamento del azabache y estando en el sofá; TaeHyung se subió a horcajadas sobre el alfa, se besaron lento, pero con el paso de los segundos el beso subió de nivel. El beta suavemente con sus dientes apresaba los piercing de los labios del alfa. Pasaba su lengua por aquellos delgados labios y jadeaba en satisfacción.
— Paremos. — JungKook detuvo el movimiento de caderas del castaño.
— ¿No quieres hacerme el amor? — Preguntó con sus labios rojizos e hinchados por el beso.
— Si quiero, pero es muy pronto.
— JungKook... Tú no me deseas. — Intentó bajarse del regazo ajeno.
— No te bajes. — Lo sostuvo de la cintura. — Mi beta, claro que te deseo, pero...
— ¿Pero qué?
— Mi precioso beta. — Habló el lobo de JungKook.
— ¡Lobito! Te vuelvo a escuchar.
— Mi amado beta. — Lo besó.
— Alfa... Ustedes no me desean, ¿Verdad? — Sus ojitos lo miraban con ternura.
— Si te deseamos, pero tenemos miedo a lastimarte. — Hablaron al unísono el lobo y el azabache.
— Ustedes saben cómo tratarme, quiero que me hagan el amor. — Les dijo. — Alfa...
Que los llamara alfa, era su debilidad, no podían escuchar a su beta decir esa palabra porque simplemente dirían si a todo lo que el chico pidiera.
— ¿Estás seguro de hacerlo? — El lobo de JungKook se ocultó y ahora hablaba solo el humano.
— Muy seguro. — Apresó el lóbulo de la oreja del azabache. — Te deseo, te amo, y quiero ser tuyo en cuerpo y alma.
— Yo también te deseo, mi precioso beta. — Afianzó su agarre en la cintura ajena. — Te amo más que a mi vida, y he querido fundirme en ti desde que nos besamos por primera vez.
No hablaron más, JungKook se levantó del sofá con TaeHyung pegado a él como Koala, las largas piernas del castaño rodeaban su cadera y los brazos lo abrazaban con fuerza. En el recorrido hacia la habitación, el alfa besó cada lunar en el rostro del beta.
Recostó con delicadeza el cuerpo del castaño en el suave colchón, admiró a su hermoso prometido y lo besó de nuevo. Cuando sus pulmones les exigieron aire, se separaron del beso. Con lentitud, se desnudaron mutuamente, admiraron la desnudez de sus cuerpos y se acariciaron sin prisas.
— Mi beta, ¿Quieres que te deje ver a mi lobo? — Inquirió el alfa cuando destapaba el potecito de lubricante.
— Sí, sí quiero. — Jadeó cuando el alfa tocó su músculo de anillos con uno de sus dígitos bañado en lubricante.
— Lo verás en un momento, y recuerda que ambos te estaremos haciendo el amor todo el tiempo. — TaeHyung asintió.
JungKook retiró el dedo de la entrada del beta, aun no lo preparaba, solo jugaba a tocarlo. Se colocó encima del cuerpo acanelado y sin llegar a aplastarlo con su peso; cerró su ojos, cuando los abrió un hermoso rojo carmesí se hizo presente en aquellos orbes. TaeHyung no apartó la mirada de aquellos ojos rojos, guío su mano al rostro del alfa y le acarició la mejilla.
— Hola mi lobito, mi alfa. — Le sonrió.
— Hola mi beta destinado, mi precioso destino.
— Eres hermoso, igual que Kookie. — Lo besó. — Te amo a ti y a Kookie, nunca lo olvides.
— Nosotros te amamos aún más. — Los dedos del alfa acariciaban la cintura del beta. — Tomaremos tu cintura y la besaremos hasta hacerte perder en el calor de nuestros labios.
El alfa inició un camino de besos húmedos en la cintura del beta, humedeció sus dedos con el lubricante, mientras besaba y lamia la acanelada piel, con cuidado ingresó uno de sus dedos en la estrecha entrada.
— Si te duele o soy muy brusco, me dices y paramos. — Un jadeo fue la respuesta.
Continuó besando aquella cintura y dilatando con extremo cuidado la entrada de su beta, cuando se percató de que su prometido estaba bastante dilatado y relajado. Abandonó la entrada del chico y con sus labios dejó un camino de besos hasta llegar a los labios del beta.
Unieron sus bocas lentamente, los chasquidos húmedos resonaban en la habitación, palabras de amor acompañaban al par de amantes. TaeHyung posó sus manos en los fuertes hombros del azabache, y este alineó su miembro en la entrada del castaño.
Con mucho cuidado y sin ser brusco, ingresó en TaeHyung, el azabache pudo disfrutar de la estreches y calidez del interior de su pareja. Esperó a que el beta se moviera para así iniciar con el movimiento sincronizado de caderas.
Sus pieles perladas por el sudor y sus roncos jadeos eran una obra de arte visual y auditiva. Se entregaron en cuerpo y alma, el lobo de JungKook estuvo presente en todo el acto, esos ojos rojos jamás se apartaron de los cafés.
Cuando sintieron que estaban próximos al clímax, el castaño entrelazó sus manos con las del azabache, subieron sus manos por arriba de la despeinada cabellera castaña y afianzaron su agarre.
— Kookie, alfa~, anúdame. — JungKook y su lobo negaron. Sabían que eso sería doloroso para el beta.
— No podemos hacer eso~.
— Po-Por favor, no quiero que te limites porque soy beta. — Suplicó. — Anúdame~.
— Te vamos a lastimar. — Las estocadas suaves no paraban.
— Alfa~, anúdame~.
— Te va a doler.
— Soy masoquista, así que anúdame, alfa~.
Sin poder controlar más su excitación, TaeHyung derramó su blanca esperma, manchó su abdomen y el de su pareja. JungKook apretó su mandíbula e intentó salir del castaño antes de anudarlo, pero la voz de su prometido lo detuvo.
— Anúdame, alfa~, anúdame~. — Dijo entre espasmos por su reciente corrida.
Para los oídos del alfa fue una orden, y decidió cumplir con el deseo de su prometido.
— Te amo mi beta~.
Se descargó en el interior del castaño, llenándolo con su blanquecina esperma y anudándolo en el proceso. Los ojos del beta se llenaron de lágrimas. Gotas de agua salina salían de sus cuencas oculares.
Un fuerte grito proveniente del castaño fue la respuesta al nudo.
— Precioso, lo siento, lo siento. — Acarició la mejilla del beta.
TaeHyung sonrió, sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero aun así sonrió. — El que lo siente soy yo, y me encanta.
— Enserio si saliste masoquista. — Besó los parpados del beta.
— Acabamos de confirmar que soy re masoquista.
Le dolió, sí, pero lloró en satisfacción al saber que su alfa lo complacía hasta en el nudo. Se sentía extasiado, le encantó sentir aquel nudo en su interior.
Se quedaron quietos, el alfa dejaba pequeños besos en las clavículas y cuello del beta. Con pequeñas caricias y sonrisas de amor, esperaron el tiempo necesario para que el nudo bajara.
Se asearon mutuamente, cambiaron las sábanas y mantas. En total desnudez se acostaron de nuevo en la cama, y continuaron recordándose lo mucho que se amaban.
TaeHyung estaba feliz, pudo ver el lobo de JungKook, su alfa lo anudó y además estaban comprometidos.
JungKook y su lobo por fin pudieron expresar todo lo que quisieron confesarle a su beta cada vez que entregaban las rosas.
Sus vidas se unieron por un choque en una cafetería, cuando sus ojos conectaron y sus pieles se tocaron, sintieron el llamado de la luna. Pasaron siete años conviviendo como amigos, pero la Diosa Luna los bendijo con su destino. Alfa y beta estarán juntos, así pasen siete segundos, siete minutos, siete días, siete años más, siete meses, siete décadas o siete vidas.
Si tus ojos abrieron la puerta de tu destino y tu corazón te grita que encontraste tu felicidad, ni el tiempo o el pensamiento de la gente lograra separarte de tu otra mitad.
Fin.
Hola, Kokoros darks. 🤟🖤💜
Esta pequeña historia, es una inspiración que salió al ver el Teaser "SEVEN" de Jeon JungKook, me uní con varias escritoras para hacer un "One Shot".
Nuestra imaginación voló tantito 🤏
Gracias por el apoyo y no olviden que lxs llevo en mi kokoro darks y loco. 🖤🌹💋🤘
🐺Publicado: Julio 14 del 2023.
En el siguiente apartado les dejo perfiles y sinopsis de las historias de las autoras para que lean sus historias basadas en esta temática. 👉
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