3. 𝙽𝙰𝚅𝙸𝙳𝙰𝙳 𝙿𝚁𝙴𝚂𝙴𝙽𝚃𝙴

La castaña estaba otra vez en aquel espacio obscuro y silencioso, miró a su alrededor en busca de la rubia, quería que le explicara por qué la había hecho ver todo eso.

-Chaeryeong, necesito respuestas.-Grito Alice escuchando el eco de su voz a la distancia.-Estás ahí, Chaeryeong.-Volvió a gritar desesperada en busca de respuestas.

-No soy Chaeryeong, pero puedo ayudarte a encontrar tu camino.-Le hablo una vos masculina a su lado haciéndola girar su rostro hacia el desconocido.

Frente a la castaña había un pelinegro, alto y de facciones finas. Vestía un pantalón negro y una camisa blanca, junto a un abrigo de plumas del mismo color que su pantalón. Sus ojos estaban cubiertos por una venda de encaje y al igual que Chaeryong tenía un destello peculiar en su cuerpo en un tono rojizo.

-No me digas, también eres un espíritu.-Murmuró Alice con fastidio.

-Exactamente, mi querida Alice.-Sonrió el pelinegro asiendo una pequeña reverencia.-Soy Soobin el espíritu de la Navidad presente.-El joven le extendió su mano en un intento de que la tomara.

-Está bien.-Murmuró Alice, no muy convencida, tomando su mano.

-Perfecto, deja que te muestre tu presente.-El pelinegro la atrajo hacia él con emoción y en un chasquido el espacio en donde estaban cambió por completo, llevándola a una sala de hospital.

En aquella habitación había una pequeña niña tomando la mano de su madre, mientras la mujer ya hacía tendida sobre la cama conectada a una máquina que le permitiera respirar. Su pulso era bajo y dentro de poco seguramente fallecería.

Alice reconoció a esa mujer, era ella misma, sus acciones habían dado resultado y habían terminado afectando a lo que más quería, su pequeña hija Zoe.

-Pequeña Zoe, vamos no puedes estar aquí.-Entró una de las enfermeras intentando separar a la pequeña de su madre.

La pequeña se aferró a la mano de su madre queriendo quedarse a su lado.

-No quiero, quiero a mi mamá.-La pequeña comenzó a llorar aferrándose con aún más fuerza.

Alice sintió su corazón romperse al ver a su pequeña sufrir por su culpa, las lágrimas salieron en cascada manchando su pálido rostro intentando acercarse a su pequeña. Quería verlo bien no deseaba que sufriera más. La mano de Soobin tomó sula muñeca de la castaña impidiéndole avanzar.

-Déjame... mi pequeña.-Murmuro la castaña intentando liberarse del agarre del pelinegro.

-Eres la única causante de todo esto Alice.-Murmuró el pelinegro apretando más su agarre.-Somos los creadores de nuestra vida y al mínimo error todo se desmorona.-La mirada de Soobin estaba en la pequeña niña que lloraba intentando liberarse de las manos de la enfermera.-Voy a preguntarte algo.-Alice lo miró al escucharlo.-¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

Alice bajo su mirada, pensando en todo, en como había tomado la decisión de quitarse la vida sin importarle nadie más. Tenía miedo de esta realidad, no quería dejar a su pequeña, pero el deseo obsesivo por reencontrarse con su esposo la había llevado al abismo.

-Yo...-La castaña titubeo indecisa.

La risa del pelinegro la desconcertó haciéndola reaccionar.

-Como suponía estás aferrada al pasado, debes dejarlo ir.-Murmuró Soobin soltando su muñeca.

A la habitación entro una pelinegra llena de preocupación escuchando lo que decían los doctores sobre el estado de la mujer.

-Intentamos lo que pudimos, señorita Sim.-Le aclaró el doctor intentando sonar lo más empático posible.

-Están seguros de que no se puede hacer nada.-Murmuró la pelinegra con dolor.-No pueden simplemente diluir la droga en sangre.-Hablo la pelinegra con desesperación.

-Lo sentimos, pero la paciente no reacciona a los medicamentos, está en coma.-Aclaro el doctor retirándose de la habitación.

La pelinegra se derrumbó en el suelo viendo a la mujer desfallecer en la cama. Primero perdió a su hermano y después a su cuñada, no sabía qué hacer, estaba desesperada, solo le rezaba a todos los santos para que no se la llevaran al igual que su querido hermano.

La castaña veía aquella escena con dolor, no podía soportarlo, era como si estuviera muriendo con solo ver como tantas personas se preocupaban por ella y aun así había hecho lo que tanto temía. Hacer sufrir a sus seres queridos.

-Quiero... Quiero cambiar esto.-Habló Alice con desesperación.

-No puedes, una vez que tomes una decisión ya no puedes cambiarla.-Le aclaro el pelinegro viendo a la nada.-Bien es hora de que me vaya.-Alice intento detenerlo, pero en un segundo lo que había a su alrededor se distorsionó desapareciendo y una vez más lo único que vio a su alrededor fue obscuridad y dolor.

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