VINGTIEME CINQUIEME
La mente de Harry siempre piensa en muchas cosas.
En su pasado, en su presente, y en la incerteza de su futuro.
Su madre siempre decía que la carrera de un bailarín era efímera y sin sentido. Podías educarte durante años y lesionarte media hora antes de tu gran debut. Para ella, no tenía caso perder tiempo en algo tan propenso a irse de tus manos.
Pero para Harry, la propiedad etérea de la danza le hacía quererlo todavía más.
Y a pesar de los obstáculos de la vida, había conseguido llegar hasta donde estaba.
Sabía que para los demás, el internado no era tanto un logro sino una consecuencia, algo asegurado para ellos, gracias a sus posibilidades y ventajas.
Para un pueblerino sin dinero y con determinación de sobra, asistir al internado era como vivir la fantasía adolescente. Desde tener amigos populares hasta usar un uniforme ridículo, el menor siempre se sentía dentro de un episodio de Gossip Girl.
Y lo apreciaba, realmente lo hacía. Siempre trataba de guardar cada detalle, para los días del futuro en que su cuerpo no pudiese bailar más y todo lo que le quedase fuesen recuerdos de los días de gloria.
Sin embargo, vivir el ensueño de clase baja-yendo-a-la-alta no siempre significa personificar el tipo de persona que tiene esa clase de vida.
A la mayoría le sorprendería saber lo mucho que Harry distaba de ser como el ideal que le tenían.
Y es que, Louis siempre tenía protagonismo.
Harry realmente no era alguien que notases de inmediato, o alguien a quien descifrar en una conversación de diez minutos. Hablarle una sola vez no te permitía ver que, aun cuando era extrovertido y solía ser muy abierto con sus sentimientos, poseía una cualidad introspectiva que pocos conocían.
El ojiverde pensaba mucho. Contemplaba y analizaba cada decisión o acción que realizaba. Diseccionaba cada escenario que se le presentaba en la vida y sacaba conclusiones de todo.
La mayoría creería que al tener una boca que amaba tanto hablar, no tendría la cualidad de apreciación, pero se equivocaban. Harry era mucho más de lo que se esperaba de él. A veces, cuando se encontraba solo con sus pensamientos, se pregunta si alguna vez serán capaces de descubrirle completamente. Lo duda mucho. Nadie nunca, a excepción de Niall, ha visto toda su persona.
Nadie ha tenido ese interés.
El grupo guía a Harry a través de la ciudad hasta un barrio suburbano de casas color beige, cercas blancas y camionetas SUV aparcadas en la cochera. Cuando se acercan, ''Young, Wild & Free" suena desde adentro, y el menor no está nada sorprendido. Es justo como imaginó que las fiestas a las que Louis asistía se verían.
No es para nada innovador entrar y ver decenas de personas con vasos rojos en las manos y miradas turbias en las caras. La típica parejita besuqueándose en una esquina, la chica en el teléfono que ve con interés calculado la app del calendario mientras un imbécil insistente la bombardea con preguntas, el grupo de fortachones tomando directo del barril de cerveza volteados de cabeza, o los grupos de chicos bailando imposiblemente cerca en el medio de la sala de estar.
La casa es enorme y la gente que ocupa el interior es tanta que no parece haber un solo espacio vacío. El aire apesta a marihuana, tabaco y cerveza seca en el suelo y Harry se pone a pensar en su pueblo y en las fiestas a las que asistía. Es como un retroceso en el tiempo y de repente tiene dieciséis años de nuevo y está bebiendo cerveza barata en la cochera de sus amigos, los dedos le huelen a frituras de queso y hay música pop en el aire impregnado con lo último de la hierba robada de algún hermano mayor.
—Estás muy callado.
El ojiverde se vuelve hacía su izquierda y aprecia a un Louis Tomlinson de jeans oscuros ajustados, oxfords lustrados y camisa de botones blanca. Se ha perdido de todo eso por ocuparse en juzgar superficialmente el estilo de vida de sus amigos.
La mirada celeste de Louis se le clava en la cara y estudia cada parte de esta mientras bebe de su vaso rojo.
Mientras tanto, el menor nota las mangas de la camisa, enrolladas hasta los codos y de repente sus ojos vagan sobre las venas prominentes en el antebrazo del mayor.
Louis se siente tan observado.
Si alguien conectase un cable auxiliar de su cerebro a una bocina, todo lo que escucharían serían gritos conmocionados.
Examinar a Harry era una rutina diaria, un habito desarrollado al paso de los meses. Algo natural. Lo hacía a escondidas y nunca lo habían pillado. Pero tener los papeles invertidos y sentir la mirada del menor sobre su cuerpo era toda una experiencia.
—¿Qué tanto miras? — espeta, porque es un hijo de puta y podrá gustar mucho de Harry, pero nunca dejaría de joderlo y de evidenciarle para su propia diversión.
Si, Harry pasaba mucho tiempo junto a Louis. Tanto, que la ligera combinación de ceja alzada y sonrisa ladeada eran bien conocidos por el ojiazul como la señal de que el rizado iba a soltar su defensa.
—Verte en un contexto fuera del baile es nuevo para mí.
—Hemos salido juntos antes. ¿Ya no recuerdas tu tiempo en la ciudad y tu aventura en el club de noche?
—Sólo recuerdo olor a vomito y declaraciones de media noche, no sé tú.
Touché, hijo de puta.
—¿Por qué tan odioso? Esto es una fiesta— Louis mueve el culo hacía el reposabrazos del sofá donde se encuentra, queriendo estar todavía más cerca del menor.
Harry responde acercándose a su propio reposabrazos, y ahora están casi frente a frente.
—No has sido mi persona favorita estos últimos días.
Louis deja salir un jadeo indignado. —¡Pero si te he colmado de mimos!
No sabe si debe culpar a la adrenalina o a la confianza liquida de su whisky con soda que lleva en la mano, pero las palabras están fuera. Han abandonado su pecho y ahora cuelgan del aire, esperando a que Harry las atrape o las lance lejos.
El chiquillo en cuestión abre los ojos tanto como la boca, puramente sorprendido de que Louis haya dicho las palabras. Todas. No afirmaciones cortas o gestos secos.
—¿El gato te comió la lengua? — Louis se ríe y la magia se extingue. El ojiverde ya no parece sorprendido, sino irritado.
—Te odio— dice, y rueda los ojos. Se cruza de brazos y ve hacia otro lado.
Louis deja salir un ruido ahogado.
—No lo haces.
—Que tenga la educación suficiente para seguir tu conversación de mierda— el ojiverde se inclina hacia delante. —No quiere decir que seas de mi agrado.
El ojiazul alza una ceja. —¿Cuántos de esos llevas? — alza la barbilla hacía el vaso entre las piernas del otro.
—No es de tu incumbencia— hay una sonrisa burlona en el rostro ajeno.
Louis entrecierra los ojos. —Has bebido todos los vasos que te han ofrecido. Y la última vez que conté, sumaban unos ocho vasos.
—Wow, ¡sabes contar!
—Harry...
—Basta, Louis. No soy un niño pequeño.
Harry había ingerido más licor en un fin de semana que lo que Louis, Elizabeth y Stan hacían en todo un semestre de conocerles. Así que, sí. El menor les llevaba ventaja, y por mucho. No solamente por la ingesta de alcoholes variados.
Pero esto, Louis no lo sabía. Para él, Harry era un chiquillo que no sabia manejar su alcohol y ahora, se había puesto a la defensiva al sentirse observado por él.
El menor exhala exasperado. —Deja de verme— murmura, sin alzar la vista mientras bebe otro sorbo de quién sabe qué.
Louis parpadea descolocado. Ni siquiera se percató de tener la vista clavada en el otro.
—Lo siento, estaba pensando.
—Todos ustedes me tratan como un mocoso. No lo soy. Tengo diecisiete años.
—¿Qué no tenías dieciséis?
Harry soltó una carcajada.
—Por lo general, cuando cumples años, se te suma uno.
—¿Fue tu cumpleaños?
Louis se sentía como la mierda misma.
—¿Por qué no me dijiste que-
—¡Louis! ¡Harry! ¡Chicos, vean a quién me topé en la entrada!
Un muy ebrio Stan se abría paso entre la masa de cuerpos danzantes, siendo empujado hasta los sillones por nada más y nada menos que Jungkook.
—Hey— saludó el pelinegro de ojos almendrados.
—¡Jung, no me dijiste que ibas a venir! — Harry salta de su lugar y se cuelga al cuello del chico en cuestión.
Y ahora, el estómago de Louis es un puto nudo.
Jungkook ve alrededor mientras Harry continua abrazado a su cuerpo y le murmura quién sabe cuantas mierdas. En algún punto, sus ojos rasgados se encuentran con los fríos ojos azules del mayor. Louis puede ver algo entre disculpa y diversión en sus pupilas.
Louis no odia a Jungkook. Ni siquiera sabe porque siente celos de él.
Ha convivido lo suficiente con él para saber que es un buen chico que se interesa por Harry y que resulta bueno para él.
Antes de ser compañeros, el ojiverde no contaba con amigos de verdad en el instituto. Si, pasaba el tiempo con los repetidos y otra chica de la cual Louis nunca se molesta en aprender el nombre, pero no eran realmente algo que podía llamar amigos. Y ni hablar de su circulo de amigos.
Él era consciente de no haber sido la persona más agradable con el menor. Podía ser un imbécil, pero al menos tomaba responsabilidad por ello. Y era raro encontrar algo así en esa clase de chicos.
El tiempo pasa muy lento, y después de lo que parecen horas, Harry se deja caer nuevamente en el sillón, con una sonrisita satisfecha en el rostro.
Jungkook aprovecha su libertad para acomodar a Stan frente a donde el par se sienta, antes de tirarse en el suelo entre Louis y Harry.
Se cruza de piernas y engancha los dedos en los huesos de sus pantorrillas antes de sonreír.
—¿Y de que me he perdido?
Harry le da una mirada cargada de intención a su mayor, que sólo rueda los ojos.
—Oh— dice el pelinegro, captando la atmosfera. —De eso, entonces.
—No creí que fueses un chico de fiestas, Jeon— habla Stan, acercándose un poco más al grupo. —He oído que eres todo un nerd.
—Los estereotipos asiáticos no se cumplirán solos, amigo.
Hay una serie de risas intimidadas. Jungkook tenía ese efecto en todo el mundo.
A pesar de ser el más pequeño en la mayoría de sus círculos sociales, su apariencia física bien trabajada en el gimnasio y la forma en la que se desenvolvía verbalmente, le daba cierto aire de alfa que ponía tímido hasta al más duro allá afuera.
Podía hacer el chiste más idiótico del mundo, pero por alguna razón nadie era lo suficientemente valiente para reírse a carcajada limpia.
Bueno, nadie salvo Harry, que se retorcía en su lugar como pez fuera del agua.
—Nah. La verdad no disfruto mucho las fiestas grandes. Un par de cervezas en un bar o en el porche de alguien me parece suficiente. Aunque disfruto toda la faramalla de alcohol ilegal y bailar con extraños para chismear de ello al día siguiente.
—¿Entonces vienes en plan cotilleo? — cuestiona Louis, con una pequeña sonrisa.
—Algo así. Tampoco es muy divertido quedarte solo en tu piso cuando la mitad de la escuela esta acá.
—Eso es lo que yo digo. Tuve que usar todos los trucos en mi repertorio para convencer a Louis de venir— interviene Stan, rodando los ojos.
—¿Louis Tomlinson, renuente de venir a una fiesta? Esa si es una novedad— dice Jung.
El ojiazul frunce el ceño. —No soy una especie de animal de la fiesta, si eso insinúas.
El pelinegro alza las manos, y Louis puede o no puede estar atraído a la forma en la que su chaqueta de cuero negro se ciñe a sus hombros trabajados.
Tener a Flo Rida cantando Whistle de fondo tampoco ayudaba mucho.
—Hey, yo no insinúo una mierda. Tienes una reputación, es todo. Todos la tenemos.
—A ver, danos un ejemplo— ánimo Stan.
Jungkook recorrió la vista alrededor.
—Harry tiene reputación de llorón. Casi todo el mundo habla de lo cool que debe ser por juntarse contigo y tus amigos— dice, alzando la barbilla hacía Louis.
—Stan es una estrella. Becado, capitán del equipo de soccer y—palabras de chicas, no mías— con una cara esculpida por los ángeles.
Todos ríen.
—De mí...—
—Todas babean por Jungkook— interrumpe Harry, con los ojos soñadores y parpadeando exageradamente. —Siempre dicen que tiene un cuerpo de pecado, por qué, ¿cómo es posible ser sexy y tierno a la vez? Y además inteligente. Todo lo puede. El chino más bonito.
Jungkook rueda los ojos. —Es estúpido, ¿lo ven? Y racista, además.
—¿Qué es estúpido? — Elizabeth aparece de la nada tras de Louis, abrazándole por el cuello, mientras balancea una botella de cerveza.
—Jungkook aquí nos hace discutir reputaciones— informa Stan, más concentrado en la forma en la que el top de Elizabeth le envuelve delicadamente los hombros que en otra cosa.
—Oh, ¿y que concluimos?
—Qué todos aquí somos irresistibles y al parecer cualquiera con ojos rasgados es de China. ¿Algo así, no? — habla Louis, haciendo que Jungkook rompa a reír.
Elizabeth ríe ligeramente y coloca su barbilla sobre el hombro de Louis.
—Preguntaría acerca de mi reputación pero todos sabemos el montón de mierda que es.
La mayoría rie pero Stan luce un tanto serio ante el comentario.
—Eso de alimentar rumores sobre chicas no es mi estilo, lo siento— dice Jungkook, sacudiendo su cabello negro fuera de sus ojos.
—Y te respeto un montón por ello— dice la ojiazul, sonriendo y girando el cuerpo en su dirección. —¿Dijiste que estabas soltero?
Todos ríen de nuevo.
Pronto Eli se incorpora en el suelo junto a la silla de Stan y el grupo de amigos se enajena, conversando de estupideces y jugando una rápida partida de manotazo con una baraja de dudosa procedencia, encontrada entre los cojines del sillón.
Jungkook demuestra ser más competitivo que Louis, por lo que Harry disfruta de un pequeño espectáculo personal al verlos pelear por ser el vencedor de la partida. Elizabeth y Stan se sumen en una conversación cerrada, llena de susurros y risitas misteriosas. Todos coexisten en medio del caos por una hora o más, antes de que alguien anuncie a voz en grito que ha llegado el momento de la ronda de juegos.
En cierta sección se lleva a cabo un torneo de beerpong— él cual termina siendo ganado por una Elizabeth orgullosa y perdido por un Harry bien borracho—. En otros lados ocurre la típica competencia de ver quien tolera más licor directamente de la botella, hay una parte de la sala dedicada a retos de striptease y hay algo parecido al yo nunca nunca ocurriendo fuera de la casa, a las orillas de la piscina.
Louis se encuentra parado en el medio del amplio patio trasero, debajo de un enorme árbol sauce que deja que sus ramas se mesan con la brisa fría de un febrero casi concluido. Su cabello enmarca su rostro mientras mira al cielo y piensa en nada en particular.
Está asi, existiendo por su cuenta, cuando los vellos en su nuca se tensan por ninguna razón en particular.
Sabe que hay alguien a sus espaldas, pero no tiene una idea de quien sea. Bueno, tal vez. Pero no hay una explicación.
—Harry, deja de aparecerte como si fueses el maldito Gasparín.
Hay una risita ebria detrás suyo y cuando se vuelve, admira a un Harry de mejillas coloradas, cabello alborotado y suéter de punto grande manchado con quién sabe que tipo de alcohol por el frente.
Esta encorvado sobre sí mismo, con un brazo delante de la cara, tratando de asfixiar la risa y con el otro sosteniendo un vaso muy magullado.
—Deja de beber ya. Has tomado casi media botella ante tu derrota con Eli. No deberías mezclar.
El menor hipa y se incorpora, negando con la cabeza en seña divertida. —¿Realmente crees que soy un chiquillo, no?
—A mis ojos siempre serás un bebé, no importa que pase. Siempre seré mayor que tu— dice Louis.
—Uh, ¿tienes un fetiche con los menores?
—¿Qué? Harry, que mierda-
—Sólo bromeo, Dios. Tranquilo.
Hay un pequeño respiro entre ambos. El aire les acaricia, e instintivamente, se acercan el uno al otro en busca de calor. Ninguno parece notarlo.
—Estoy un poco borracho.
—No me digas— se burla Louis.
Harry sonríe y Louis quiere golpearse por sonrojarse tan rápido.
Ha visto chicos atractivos y borrachos antes. Ese sonrojo que viene con el calor del licor quemándote la garganta, la risa fácil que te otorga tenerlo surcándote el cuerpo y la mirada turbada que terminan teniendo todos al final de la fiesta.
Pero hay algo en las pecas de Harry, algo en sus rizos que hacen que Louis lo considere la cosa más tierna y bonita que ha visto en toda su vida.
No sabe si es el alcohol magnificando lo que ya siente—sabe que lo es— pero en serio, quisiera besarlo.
—¿Por qué es tan choqueante para todos verme ebrio?
—Por lo general eres la persona responsable del grupo.
Harry le rueda los ojos. —¿Saben? Crearse una expectativa de la gente es una tontería. Y si no se quitan la costumbre, en algún momento volverá para morderles en el trasero.
Louis lo ve como a un loco. —¿De donde ha salido eso?
El ojiverde se ríe. —Sólo digo. No soy un santo, ni un bebé. Dejen de idealizarme.
—No hay nada malo en idealizar a la gente. Te impide ver lo decepcionantes que terminan siendo— bromea el mayor.
Harry ríe, pero niega, determinado a demostrar su punto.
—Eso es exactamente lo malo en ello.
Louis lo ve perdido, y él se aclara la garganta. —La gente no es perfecta, Louis. Sólo son eso: gente. Ignorar los defectos en ellos sólo te mantiene pensando que son lo máximo. Y cuando te decepcionan, te hace odiarlos, porque no llegan al estándar que tú mismo les impusiste.
—Nunca te había escuchado tan filosófico, Harold.
—Rara vez escuchas algo que no sea el sonido de tu propia voz.
Louis se le queda viendo un momento, manos en sus bolsillos traseros.
—¿Qué? — Harry le ve expectante.
El ojiazul ríe. —Nada.
—Dime.
—Te pones sincero con el alcohol. Es como ver un lado tuyo que no tenía idea que existía.
Silencio.
—Creo que tu lado ebrio y yo seríamos muy buenos amigos.
Harry le suelta un golpe ligero sobre el hombro y se separan un poco.
—Callate, eres un idiota.
—¿Por qué no eres tan franco sobrio? Siendo alguien que habla hasta por los codos, estoy un poco sorprendido.
El menor baja la vista al suelo y se rasca la nuca. —Te sorprenderías más si me conocieras del todo.
—Podemos empezar respondiendo a mi pregunta.
—No me gusta ser malo con la gente. Y la mayoría interpreta la sinceridad como una crítica, o como un ataque. No me gusta ser sincero porque nunca sabes por lo que está pasando alguien. Y hay situaciones donde es mejor callarse. O eso pienso yo.
—La mayoría confunde la sinceridad con ser un ojete de mierda— dice Louis. —Y hay una gran diferencia. Puedes ser sincero y ser amable, o puedes ser directo y añadirle malicia de tu propia pulla.
Harry se encoge de hombros. —No soy bueno para el conflicto, supongo. Lo prefiero así.
Otro silencio.
—¿Y por qué te mortifica tanto que te tengamos en el concepto de bebé?
El de cabello rizado suspira y le ve a los ojos.
—¿Honestamente?
—Obviamente.
Alza los ojos al cielo. —Me da miedo que la gente me crea una cosa. Porque tal vez no pueda dar la talla, y estarán decepcionados de mí. Más de lo que deberían. Ustedes creen que soy un bebé, pero no lo soy. O creen que soy una persona genial que siempre está feliz, pero si vieran que no lo soy, sería raro para ustedes. Es como conocer a tu ídolo y saber que es un total imbécil.
Louis exhala. —Harry, que eso no te agobie.
El menor le ve esperanzado.
—Nunca podrías decepcionarme porque no creo, ni remotamente, que seas una persona genial.
Ambos rompen a reír, inclinándose hacia delante y apoyándose en el cuerpo del otro para no caer al césped verde y bien cortado.
—Eres un cretino— dice el ojiverde, entre risas.
—Lo sé. Pero aquí sigues— se burla el mayor.
—Por los beneficios, más que nada.
Es el turno de Louis de reír.
—Realmente eres una pequeña mierda convenenciera, ¿no es así?
—Tal vez— Harry alarga la palabra, alzando un pie del suelo y batiendo las pestañas adorablemente.
—Imbécil.
—Hey, hey. Tu eres quién me regala chocolates caros y me mima en secreto, no yo.
Louis le entrecierra los ojos y Harry chilla, porque sabe que ha firmado su sentencia de muerte. Echa a correr lo más rápido que puede y Louis no pierde ni un segundo en salir disparado detrás de él.
Se persiguen alrededor de todo el amplio patio, gritando y riendo como el par de tontos que son, Louis siempre a punto de tomarlo del suéter y Harry persistentemente siendo demasiado rápido para ser atrapado tan fácil. No ayuda en nada que ambos sean bailarines. Podrían correr por horas, es una lucha que ninguno perdería por fatiga.
Pero están borrachos y no hay nada de divertido en perseguir a la presa y no ser capaz de poner los colmillos sobre ella, por lo que en un repentino momento donde Louis se cree guepardo, echa el cuerpo hacía delante en un gran salto, tacleando con éxito a un muy risueño Harry.
Son un desastre de extremidades en el suelo, rodando y carcajeándose entre forcejeos por estar encima del otro. Tienen pasto suelto y tierra en la ropa, pero poco importa la suciedad ahora. El juego no ha terminado. No acaba hasta que alguien este pegado al suelo, sometido y derrotado.
—¡Sí! — exclama Harry, logrando pegar las muñecas del mayor al suelo con ambas manos y atrapando sus piernas entre las suyas.
—Podría escupirte ahora mismo y serías carne muerta, Styles— jadea Louis desde su posición en el suelo.
—No arruinarías este hermoso rostro ni aunque tu vida dependiese de ello, Tomlinson— respira el menor. El ojiazul quiere golpearlo por verse como una puta muñeca de cara rojiza, pecas fluorescentes y labios rosados.
Se quedan en silencio un momento. La luz de la luna les ilumina desde arriba, junto a los faros amarillos en el perímetro de la vivienda. Jadean juntos, robándose el oxigeno mutuamente mientras tratan de recuperarse de la carrera sin sentido.
—Estamos de acuerdo en que te dejé ganar, ¿no?
Harry dice que si con la cabeza, ya cansado de ejercer fuerza sobre el otro cuerpo.
—Sí, pero no vamos a hablar de ello.
—Me parece bien. Ahora quítate de encima.
El ojiverde asiente y se deja caer al lado del mayor, riendo y todavía falto de aliento.
Coexisten así, sudorosos y medio sobrios en el suelo por un momento. No hace falta que digan nada.
Hay una ligera conmoción dentro de la casa y Louis es el primero en erguirse sobre sus codos.
—¿Qué está pasando?
Harry presta atención al entorno antes de sentarse. —Oh, debe ser Jungkook.
—¿Cómo lo sabes? No puedo ver una mierda— Louis ya esta de pie, tratando de ver por encima del tumulto de gente.
—Es Justin Bieber lo que suena. Es Boyfriend. Le encanta esa canción. De seguro está bailando con alguien, o a alguien.
Louis ríe y niega con la cabeza. —Realmente tiene atracción sexual, ¿eh?
—Es una bola de incomodidad y estupidez, no tengo idea como lo hace— se ríe Harry.
—Es su superpoder— añade el ojiazul.
—Nah. Nunca funciona con quien quiere.
Louis le hace una pregunta silenciosa.
—Le gusta una chica de tu grado. Pero ella no lo nota. Para nada.
—Las chicas notan todo. Seguro le intimida o algo así.
Ambos ven el espectáculo de lejos, ahora pueden ver bien: Jungkook y Stan, en medio de la pista, sacudiendo el trasero y la cabeza al ritmo de la sensación del pop canadiense, con muchos chicos y chicas haciéndoles segunda alrededor. Luce divertido.
—¿Alguna vez bailas fuera de la escuela?
Harry se vuelve a ver a Louis, que sigue viendo hacía el frente.
—No. Supongo que sólo en mi habitación.
—¿Por qué?
—Creo que me siento un poco tonto tratando de sacudir mi pequeño trasero enfrente de otra gente.
Louis ríe genuino. —A nadie le importa, Harry.
—Eso dices porque tu tienes un buen trasero. Tu opinión no cuenta.
Louis se vuelve a verlo extrañado y es el turno de Harry de ver hacia delante.
—Acabas de...
—Si, le hice un cumplido a tu trasero. No dejes que se te suba, y supéralo.
—Pero eso significa que me miras el trasero.
—Y tu me espías cuando ensayo en las noches— Harry se vuelve de golpe, y ahora están en un duelo de miradas. —Unas por otras, ¿no?
Louis asiente. —Supongo.
Harry confirma con otro asentimiento y se vuelven a ver nuevamente el show que están dando sus amigos.
—Me gusta conocer este lado tuyo.
—Sólo no te enamores.
—Difícil enamorarme de alguien con un trasero pequeño.
Harry ríe.
Y eso es todo lo que hace falta para que la personalidad de Louis vuelva con toda la fuerza que puede juntar.
—¿Entonces vas a bailar conmigo o no?
Ha estado siendo suave y gracioso en pos de la comodidad de Harry, porque aun cuando ninguno lo ha dicho en voz alta, han compartido un pequeño momento. Se habían hecho un milímetro más cercanos de lo que eran antes de llegar a la fiesta.
Harry se vuelve a verlo con algo que no puede descifrar, coloreando su mirada de ojos verdes.
—¿Estás invitándome a bailar contigo, así? — alza la barbilla hacía la gente restregándose junta dentro de la casa.
—A menos que tu trasero compacto este demasiado asustado— dice Louis, sonriendo.
Y como por arte de magia, el comienzo del último éxito arrasando en la radio irrumpió en el lugar.
Sexy and I Know It de LMFAO le permitió a Harry dar una pequeña sonrisa coqueta antes de alejarse meneando las caderas hasta el centro de lo que servía como pista de baile.
Louis observó el pequeño espectáculo mucho antes de que los demás lo notaran. Tomo una rápida inhalación rezándole a todos los dioses del mundo no emocionarse de más, antes de unirse al menor que, poco a poco, se convertía en su peor pesadilla.
Había conseguido situarse detrás de Harry justo cuando este le hacía señas a Jungkook, Stan y Elizabeth para que se les unieran. El grupo no tardó en acoplarse todo junto, robándose las miradas de mas de uno, a medida que se movían al ritmo de la sugerente canción.
Pero para Louis, no existía nada de eso. Toda su atención recaía en Harry, que se había dado la vuelta, encarándola. Con las manos sobre la cabeza enredándose en su cabello rizo en una muy estratégica pose sensual, meneaba las caderas y se mecía en su lugar en plan seductor. Su mirada era indescifrable, pero Louis podía ver una pizca de reto en ella.
Al principio no sabia muy bien que hacer. No se encontraba tan ebrio como hace unos momentos, y bailar en plan provocativo en medio de gente desconocida no poseía el mismo contexto que cuando el alcohol dominaba su cuerpo.
Harry se mordió el labio y de repente toda duda voló por la ventana. Su mirada tenía ahora, claramente, toda la intención de tentarle y ganar ese estúpido juego silencioso que llevaban jugando toda la noche. Louis se dejó ir ante ello, completamente suelto y sacudiendo las caderas de una forma muy atractiva a la vista. Ambos parecían empedernidos en darle una erección a alguien.
Sin saber cómo, uno de sus brazos voló hacía delante, atrayendo al menor hasta su propio cuerpo. Sus pelvis se encontraban frente a frente mientras ambos se meneaban. Harry abrió los ojos con sorpresa ante la repentina acción, pero pronto se compuso, mostrando una sonrisa gatuna.
Su respuesta fue lanzar todo el cuerpo hacía delante, deliberadamente pegando cada centímetro de este contra el cuerpo de Louis. Ambas fuerzas combinadas resultaban en un coctel de fricción que hizo a Louis sentir un tirón en el abdomen bajo.
Ni siquiera se sintió remotamente avergonzado, pues apenas había flexionado los dedos sobre la espalda baja de Harry para atraerlo hacía él, fue consciente de la dureza en los pantalones del otro.
A pesar de que Jungkook y Stan estaban haciendo otro espectáculo a sus espaldas, la atención de ambos recaía en el cuerpo sudoroso frente a ellos.
La oscuridad de la sala, las luces de colores de lámparas de luz baratas y el olor a alcohol enmarcaba aquel momento de coqueteo medianamente inocente. Ni un terremoto quitaría intensidad a las miradas que se estaban dando.
Una vez que la canción dio paso a otra, los limites del tiempo se perdieron. Y de repente, todo fue un borrón.
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Louis recuerda pasar horas bailando con Harry. Recuerda los ojos de Elizabeth dándole una mirada sabihonda desde el otro lado de la sala, y luego perderla de vista cuando se fue con un chico escaleras arriba.
Recuerda a Stan bebiendo como loco del barril de cerveza. Y a Jungkook petrificado en un rincón mientras una morena le hablaba.
Recuerda que Harry y él estaban saltando entre la multitud bailando como desquiciados Clarity de Zedd y Foxes, mientras cantaban a todo pulmón, cuando Elizabeth reapareció y les anunció que era hora de irse.
Sabe que caminaron hasta la parada de taxis más cercana, temblando de frio y encorvado contra el cuerpo de Harry y este contra el cuerpo de Louis, debido al fuerte viento de la madrugada que les revoloteaba el cabello.
Lo que no recuerda es el trayecto consecuente a eso. No sabe quién llevó a quién a sus dormitorios, ni como consiguieron burlar la seguridad de la academia, si se suponía que Harry estaba tan borracho como todos.
Todo lo que sabe es que despiertan amontonados en un dormitorio, combatiendo el frio con mantas y edredones pesados. La habitación apesta a sudor, perfume y alcohol seco.
Se incorpora, ignorando la resaca que le hace retumbar las sienes. Harry se encuentra hecho bolita junto a él, titiritando de frio. Una mirada alrededor y puede ver que es la habitación de Elizabeth.
Ella duerme en la cama junto a Stan, mientras Jungkook reposa en un diván diminuto y Harry y él se encuentran en el suelo.
Hace un juramento de no volver a beber nada que no se sirva el mismo—que sabe bien no va cumplir— y, tras juntar sus pertenencias, sale de la habitación.
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El día transcurre como cualquier otro.
Clases de teoría, almuerzo y después ensayos en el aula de ballet.
No habla con nadie de sus amigos en todo el día. No sabe cuánto tiempo acamparon en la habitación de la pelinegra luego de que se fue, o si Stan consiguió llegar a sus clases sin él ayudándole, o si Harry y Jungkook sobrevivieron a la borrachera.
Recuerdos aleatorios de sus aventuras le invaden en momentos inoportunos de su día, haciéndolo temblar de vergüenza varias veces. Ahora mas que nunca se lamenta de no escuchar el consejo de su madre sobre no hacer cosas borracho que va lamentar sobrio.
Aunque no lamenta nada. Sólo restregar su erección contra el chico que se supone no debe saber que le gusta. Fuera de ahí no cambiaría nada.
Camina alrededor de la academia con un termo bien caliente de té y varias aspirinas en su bolsillo, y consigue sobrevivir el día de forma decente hasta que llega el momento de la clase de teatro musical.
Es una materia nueva que según su tío, va abrirles muchas puertas una vez egresen de la institución. Louis no está muy convencido. Todo lo que involucre cantar y exagerar le parece incompatible con su forma de ser. Pero ya se ha equivocado antes, por lo que no expresa sus emociones ante ello.
En su lugar, ha decidido ceder un poco con su actitud de mierda y ha audicionado para el papel de Danny Zuko. La maestra de teatro está encantada con el entusiasmo—fingido o no— de sus alumnos, por lo que la primera puesta en escena se la ha llevado Grease. Es un musical sencillo, divertido y popular.
Louis está compitiendo en la ronda final de audiciones para su papel cuando la puerta se abre y Harry entra como una bola de energía, corriendo entre butacas y gritando sus disculpas por llegar tarde.
Oh si, había olvidado que quería audicionar. Se lo había dicho en San Valentín.
—Lamento informarte que todos los papeles masculinos ya han sido semi seleccionados e incorporarte llegando tarde, sería injusto para quienes llegaron a tiempo— habla la maestra desde su puesto en la primera fila del pequeño teatro estudiantil.
Harry llega hasta ella y le tiende la hoja de audiciones. Una sola mirada y tiene los ojos sorprendidos de la docente encima suyo.
—No me interesan los papeles principales. Sólo quiero ser un extra.
—Bueno, supongo que puedes ser parte de los T-Birds de hasta el fondo.
—Lo que sea es bienvenido. Gracias, profesora.
Ella asiente, poco convencida. —Colócate detrás del grupo en el escenario, ahora mismo empezamos con la coreografía.
Louis lo sigue con la mirada todo el camino que le lleva sonreír, dejar su mochila, caminar fuera de las butacas y subir las escaleras del escenario. No es consciente de estar girando el cuerpo hacía el ojiverde hasta que este está sobre la tarima y ambos conectan miradas.
Hay una tensión incomoda en el aire que no emana de ellos, sino del resto de estudiantes. La mayoría estuvo en la fiesta también. Y quienes no lo hicieron, para entonces estaban al tanto de lo ocurrido con la puñetera canción de LMFAO.
Pero siendo problema ajeno y no del par, Harry le da una sonrisa radiante y dice:
—¡¿Vas a ser el galanazo de la obra?! ¡Felicidades, Louie!
—Todavía no. Pero en proceso, ricitos.
El Louis del pasado se habría pateado a si mismo por ser tan suave con Harry. Pero ese Louis se había metido en una caja hace quien sabe cuanto y no estaba más al mando.
Harry sonríe por el apodo y lo codea. —Seguro les pateas el trasero.
Y para cuando la clase termina y Louis sale en camino a su dormitorio con el guion de Danny Zuko bajo el brazo y la chaqueta de cuero sobre su espalda, Harry esta sonriendo como tonto y balbuceando acerca de lo cool que va a ser compartir escenario sobre el Grease Lighting de cartón y de como quedará para la historia.
No luce incómodo, ni sobre entusiasmado por lo ocurrido la noche anterior. No rehúye la cercanía de Louis, ni busca contacto físico. Es Harry. El típico Harry que es menor a él, que ríe por todo y no deja de hablar ni cuando se le seca la garganta. Y Louis no sabe cómo tomarlo.
—Estás muy pensativo hoy— dice Harry.
—Sólo tengo resaca.
—Yo también, es una perra.
—Parece que nuestras resacas son distintas. Yo quiero morir y tu pareces estar en esteroides.
—¿Por qué lo dices?
—Llevas veinticinco minutos sin parar sobre pepinillos, Harry.
El menor parpadea confundido. —Es que el hecho de que hagan paletas de hielo con su jugo me confunde.
Louis rueda los ojos.
Bueno, tal vez algunas cosas nunca cambien.
✧・゚: *✧・゚:* *:・゚✧*:・゚✧
El sol cae y Louis está en su dormitorio cuando llega un mensaje de texto.
De: no contestar nunca | 7:30 P.M
Vas a venir a espiarme hoy?
Louis suelta una risita. Ni siquiera le molesta haber sido descubierto y que Harry le moleste constantemente con ello.
De: Louis 😊 | 7:31 P.M
No puedo. Examen de cálculo mañana 😪
¿Cambiar el nombre de no contestar nunca?
Si | No
¡Nombre cambiado a Harold🙄 !
✧・゚: *✧・゚:* *:・゚✧*:・゚✧
Hola! tenía muchas ganas de escribir, sorry si la calidad flaquea un poco :c
he tratado un nuevo estilo de narración, espero les guste! cómo están? yo lisiada, me duele mi cuellito, adiós x
perdonenme x no estar muy activa, este semestre es el más pesado :((
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