🪻┆¿celos?

Haciendo resonar en cada rincón de la casa, cerré la puerta con toda mi alma ardiendo en rabia.

¿¡Quién es él!? ¿Con qué derecho? Cierro los ojos y volvía a ver la imagen del imbécil de su amigo tocándolo. Lo peor, es que a ella no parecía importarle. Como si no fuera la primera vez que lo hiciera.

- ¡AHH! -grité lanzando un jarrón que adornaba la entrada.

Asustados, los empleados se quedaron pasmados al ver mi descontrol.

- ¿¡QUÉ DIABLOS HACEN AHÍ!? ¡LIMPIEN ESTO! -ordené alejándome a mi habitación.

Creí que en la soledad de mi habitación volvería a la calma, mas no era así.

¡Mierda! ¡Maldita sensación! Aborrezco sentir esto. No es posible que esté así solo por...

Mirando el bastón, actúe dejándome llevar por la ira. Con el crujir del vidrio y los pedazos cayendo al piso, me dejé caer sentado sobre la cama, llevando las manos a mi cabeza para hundirme en el maldito infierno que consumía a mi pecho.

- ¿Qué diablos me pasa? No es normal que sienta esto. Creí que era un simple deseo, pero... -frustrado por mi propia reacción, me pasé las manos sobre la cara-. Es poco probable, es imposible ¿Cómo el puede despertar todo esto en sólo unas semanas, cuando con Jihoon llevó años? No -negué con mi cabeza-. Me estoy volviendo loco, estoy confundiendo el deseo con otra cosa. No debería siquiera verlo con otros ojos, porque estaría faltando a mi propia palabra.

Entonces... ¿Por qué dije que le daría el divorcio sólo si me daba un hijo? ¿En realidad es lo que quiero? ¿De verdad quiero divorciarme de Jimin?

- ¡Jungkook! -paralizándose con una mirada de horror, Jennie se quedó de pie en la puerta-. ¿Pero qué es todo esto?

- Déjame Jennie, déjame solo por favor -le pedí entre la agitación de mi pecho y el dolor de mi cabeza.

- Hermano -ella ignoró mi petición, acercándose de todos modos para apoyar su mano en mi hombro-. Algo te molesta, puedo notarlo en tu postura. Dime qué ocurre ¿Acaso peleaste con Jimin en el evento?

- No me hables de eso.

- Ya veo, pero creí que todo estaba mejorando entre ustedes ¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan furioso? Nunca te había visto tan enojado.

- ¡Pues preguntale a el! -exclamé causando el susto de mi hermana-. Él que no rompe un vaso, por el que hablas maravillas.

- No entiendo ¿Qué hizo Jimin?

Solo porque era mi hermana traté de ser lo más sereno posible. Cuando en realidad sólo quería destruir todos los objetos en mi habitación.

- Me detesta por tener un amante, pero veo que el va por el mismo camino.

- ¿¡Qué!? No podemos estar hablando de el mismo Jimin. Lo que dices no tiene ningún sentido.

- ¿Ah sí? Pues lo vi ¡El estaba muy feliz recibiendo un abrazo del idiota cabellos de paja! Y tu queridísimo amigo no lo apartó por ningún segundo, es más hasta rosas le entregó, y yo... -apreté mi puño.

- ¿Tú qué?

- Tómalo -le entregué a mi hermana el objeto que pensaba darle Jimin a modo de felicitación por el evento.

- El collar de mamá -dijo ella con asombro- ¿Ibas a dárselo?

- Alguien como el, no puede tener un objeto tan preciado de la mujer más importante en mi vida.

Jennie miró la caja, parecía no aceptar ni creer lo que yo contaba.

- Debes haber malinterpretado las cosas. Seguramente ese chico solo la felicitó. Habla con el.

- Hablar no solucionará las cosas -evité mirarla.

- ¿Por qué? -entonces, su expresión cambió- ¿Qué hiciste Jungkook? -dijo sería.

Para mí fue fácil responder, de modo que no dude en decirle sobre mi decisión con ella.

- Le dije que le daría el divorcio si a cambio me da un hijo.

Jennie se alejó de mí como si tuviera alguna enfermedad contagiosa. Cubrió su boca con su mano analizando mi respuesta.

- ¿¡PERO QUÉ TIENES EN LA CABEZA!? -gritó tan fuerte que mis oídos zumbaron.

- ¿Qué demonios tienes?

- ¡NO! ¡QUÉ DEMONIOS TE OCURRE A TI! -me apuntó con el dedo-. Pobre Jimin.

- ¿Pobre Jimin? -repetí indignado.

- ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que arruinarlo? Con eso Jimin, ahora si te odiará de por vida-. suspiró dejando caer los brazos-. Ojalá mamá estuviera aquí, estoy segura que te daría un gran sermón para que aprendas a respetar.

- No he hecho nada malo. Estamos casados.

- ¿Ahora resulta que la ves como tu esposo? Qué ironía la tuya el darle el divorcio a cambio de un hijo. Eso es...

- ¿De qué parte estás Jennie? -la interrumpí fastidiado.

- De lo correcto por supuesto -fue su respuesta sin titubeos-. Humillaste a Jimin, hablaste de un bebé como si fuera un objeto que puedes comprar en la tienda.

- ¿Qué tanto te preocupa? -me levanté de un solo movimiento, acercándome a tomar una copa de vidrio que tenía en el minibar-. El no aceptará, fue claro conmigo al decir que nunca tendría a mi hijo, y desde antes de decirlo ya sabía que eso respondería.

- Y si lo sabías ¿Por qué se lo dijiste? ¿Acaso no pensaste en lo humillante que fue eso? ¡Lastimaste su orgullo! ¡Convertiste una ilusión en algo que deba utilizar para escapar!

- ¡YA BASTA! -rompí la copa apretándola con mis manos.

Entonces, todo se quedó en silencio durante unos segundos, hasta que mi hermana pronunció lo que jamás pensé sentir por Jimin.

- Estás celoso.

- No digas tonterías -contesté estando de espaldas a ella.

- Lo estás. Definitivamente te molestó ver a Jimin siendo abrazado por otro hombre, y buscaste la forma de desquitar tu rabia con ese disparate que le dijiste.

- Déjame solo Jennie -apreté los puños observando como la sangre caliente caía de uno de ellos.

- Eres tan orgulloso que te niegas a aceptar que has empezado a sentir algo por Jimin.

- Jennie, por favor retírate.

- Prefieres seguir dañándolo antes qué reconocer tu error, pero eso te va a costar mucho hermano, y no quiero verte sufrir. No deseo eso para ti. Reconoce tus sentimientos, antes de que lo pierdas para siempre.

- ¡Ya fue suficiente! No necesito escuchar más.

- Cuánto lo siento por ti hermano. Así como el lloró por ti, tú derramarás la misma o más cantidad de lágrimas. Abre los ojos, antes de que sea tarde.

Jennie se fue, pero sus palabras quedaron atrapadas en mi cabeza, como martillo dando de golpes hasta provocarme un terrible dolor de cabeza, aún más intenso que el anterior.

Jimin... Jimin. Todo lo en lo que podía pensar era en el. No, eso no puede ser real. Acepto que sienta un deseo por tomarlo, que su cuerpo despierta a mi lujuria como hace mucho no lo sentía, pero...¿Celos? No, eso no podía ser. Jennie estaba confundiendo las cosas. Lo que yo siento es indignación por ser humillado ante cámaras, que en los medios hablaran de como mi esposo fue captado con otro hombre, mientras yo padecía en una cama con una herida profunda.

- ¿Celos? Eso nunca ocurrirá.

Me encontraba aún de pie, donde Jungkook me había traído por la fuerza. Mi rostro endurecido por un profundo sentimiento que quemaba en mi pecho y ardía en mis manos, eran mi energía para mantenerme firme.

¿Lágrimas? Eso jamás ¡Ni una sola! ¡Nunca! Mis ojos no volverían a derramar una sola lágrima por ese estúpido dictador. Soy Jimin, un hombre que se esforzó desde pequeño. Superé la muerte de mi padre, toleré los maltratos de mi madre, me casé muy joven, pero a pesar de todo... Estudié para ser reconocido por mi propio nombre, me gradué con honores, me esforcé en conocer más de la empresa y soy gerente de una de las áreas más importantes. He pasado por mucho, como para llorar por un hombre.

Si él creía que con su disparatada propuesta iba a herir algo que hace mucho tiempo dejó de latir por él, estaba equivocado. Bien sé que eso del bebé fue solo para burlarse del amor que un día le tuve. Un amor del que me arrepiento.

- Ya pasó Jimin -me dije abrazándome a mi cuerpo-. Te tienes a ti, y es lo más importante. Antes de amar a alguien, primero debía amarme yo, y así sería por siempre. Juré un día que nunca lloraría, porque eso era demostrar debilidad, entonces así me mantendría, fiel a mis ideales y pensamientos.

Levanté la cara al cielo, la noche era oscura, pero tenía a las estrellas para brillar; no eran tan grandes como el sol para alumbrar hasta el más pequeño espacio de una casa, pero si lo suficiente como para hacerse notar, y yo soy eso. Una estrella que brillará en el firmamento, aún con la oscuridad y niebla queriendo opacarme, siempre deslumbraré, y así será hasta después de que me vaya de este mundo. Jimin brillará por siempre.

Con los ánimos de regreso, di un paso a un lado. Debía arreglar todo ese alboroto que provocó Jungkook. Un arrebato por querer humillarme no iba a destruir el esfuerzo de los demás. Esta noche sería inolvidable, y no por un escándalo.

El espectáculo continuó, me aseguré de dar ánimos a mis invitados. El show debía continuar, y bebimos en un brindis que me pareció muy corto.

- Jimin ¿Estás bien? -me preguntó Taehyung luego de alejarme a un rincón.

- Perfectamente, querido -le sonreí contorneándome de un lado a otro-. ¿Creo que estás algo borroso? Ja, ja, ja.

- Jimin por Dios -me quitó la copa que traía entre mis dedos.

- ¡Hey! Eso es mío -le reclamé.

- ¿Cuánto has bebido? -Taehyung acercó la nariz a mi copa y percibió el olor-. Jimin, esto es puro alcohol. Estas ebrio.

- ¿Ebrio? No... -moví mi mano negando tal acusación- ¡Estoy feliz!

- Ahhhh-se llevó una mano a la frente-. Si no es tu esposo, eres tú. Vamos afuera, te llevaré a tu casa.

- ¿Vas a llevarme con el dictador? No -me alejé a tomar otra copa que un mozo llevaba.

- Jimin, ya basta. Eres mi amigo, es mi deber cuidarte y no que hagas el ridículo.

- ¿Ridículo? Yo no estoy haciendo el ridículo.

- No ahora, pero si sigues en este estado. Las cámaras te captarán y saldrás en todos los medios de comunicación.

- Bueno -me llevé un dedo al mentón reflexionando en eso-. No estaría mal, sería una excelente promoción.

- Bien, ya entendí que no lo harás por las buenas.

- ¿Qué? ¡O-oye!

Taehyung se quitó el saco para cubrirme, tal parecía que no quería que nadie notara que era yo. Me apretó a su pecho sacándome sin llamar la atención.

Dejar el evento no era bien visto, pero se quedaban a cargo los otros accionistas. Taehyung me llevaba sin mucha dificultad, hasta que sentí el aire frío entrar por mi cuerpo.

- Tae... -me abracé a su cuello, levantando mi rostro a él-. Eres un gran tipo, a pesar de lo que hizo el estúpido de mi marido, te quedaste.

- Lo que digas pequeño ebrio, pero sube al auto, antes de que alguien aquí afuera malinterprete esto.

- ¿Malinterpretar? Pero si solo somos amigos.

- Eso lo sabemos tú y yo, pero él resto no. Ya ves que hasta tu marido se puso celoso.

- ¿Celoso? Ja, ja, ja -me reí tanto que me retorcí por el dolor en mi estómago-. Que gran broma, eso sí es tremendo.

- Pues a mi me parece que no es broma. Soy un hombre celoso y entre nosotros nos conocemos. Tu esposo estaba celoso, Jimin.

- Pues te equivocaste.

- Yo creo que deberías hablar con él, dejar todo claro. Tal vez así puedan llevarse mejor.

- Eso es imposible, llevarse bien con el señor dictador, es como pretender escalar el Everest sin cansarte.

Él suspiró como dándose por vencido.

- Bueno, lo intenté.

Al final de todo me llevó en su auto, y llegamos a casa después de que mi cabeza diera vueltas por un camino que creí interminable.

- Ven, baja despacio -me ayudó.

- ¿Y si mejor me cargas? -le pedí.

- Lo haría, pero ya no quiero problemas con tu esposo, además eso sería meterte en un lío peor del que ya se avecina.

- ¿Por qué lo dices? -le pregunté.

- Porque estoy viendo a tu marido acercarse con una cara nada amigable.
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