🪻┆¿Aún me amas?

Ojalá todos mis días fueran así. Es complicado decirlo y sinceramente no creo que existan palabras para describir lo bien que se siente ser una persona ordinaria.

- Bamban -me llamó haciéndome un gesto con las manos -. Mira estos zapatitos ¿Qué te parecen? -su jovialidad contagiaba a mis labios esa necesidad de sonreír. Sus ojos azules brillando como el agua cristalina más pura, transmitían la calma que buscaba en mi vida, y me preguntaba ¿Por qué no puedo dejar de contemplarla? Es como un imán que atrae no solo a mis ojos, también a ese órgano interno que bombea sangre.

- Son encantadores, señora -fue mi respuesta.

- Primero; no me digas señora. Estamos sin los demás y puedes llamarme solo Jennie.

- Pero su esposo.

- Bamban -dijo, colocando sus manos en las caderas.

- De acuerdo Jennie, lo haré.

- Así me gusta y segundo; por favor opina un poco más, necesito otra opinión a parte de la mía. A cada cosa que tomó con las manos, tú solo me das la razón.

- Pero usted tiene mejor gusto que yo, Jennie. Aunque...

- Sí, dime.

- Las cosas que ha comprado hasta ahora son sólo de niña.

- Bueno, eso es porque mi bebé será eso.

- ¿Tan pronto ya sabe el sexo del bebé? -dije incrédulo.

- No, pero tengo una voz que sale de aquí en mi pecho y me dice cada día que mi bebé será una preciosa nena ¿O crees que estoy haciendo muy apresurada las cosas?

De repente, me acerqué a tomar los pequeños zapatos que sostenía Jennie. Rozando sus manos con las mías, no pude evitar sentir algo suave que entró en mi corazón, como una leve brisa del viento que me acompaña con su suave aroma de flores.

- No hay nada mejor que el sentimiento materno, y si usted dice que será una niña; así lo será.

Ella me mostró una sonrisa llena con sus mejillas sonrojadas ¿Por qué con ella todo era perfecto? Incluso salir de compras era como disfrutar un evento único que mis ojos no quieren perderse. La veo disimuladamente sin que ella se de cuenta, admiró cada uno de sus gestos y verla sonreír; ilumina un mundo en tinieblas.

Después del padre de Jackson, Jennie es la segunda persona a la que indudablemente le estoy agradecido. Ella con su manera tierna y dulce me trató igual que los demás, jamás me vio como un servidor o un objeto de uso tal como lo hacía el señor Jackson. No, para ella yo era igual de importante que los demás.

*Flashback*

Después de haber bebido hasta caer exhausto, me desperté en la cama de un hotel, a mis lados había dos mujeres. Una era la que conocí en el bar de anoche y la otra no tenía recuerdos de donde salió. El caso es que ambas estaban desnudas durmiendo sobre mis brazos y con sus manos en mi pecho.

Recordando entre el dolor de cabeza y la confusión de cómo llegué aquí, me fui apartando de la cama, encontré mi ropa en el piso al igual que la de las jóvenes. Tomé mi camisa y pantalones para vestirme e irme, mientras lo hacía observé unos preservativos usados tirados dentro del cesto de basura. Al parecer había sido una noche que se salió de control.

Una vez abotonada mi camisa y completamente vestido, abandoné la habitación.

Camino a tomar un taxi, fui recordando lo sucedido en la habitación que había ocupado minutos atrás. Esa primera mujer estuvo pegándose a mi cuando yo bebía solo, al final una cosa llevó a la otra y terminamos yendo a un hotel junto a su amiga.

- Por suerte no me falta nada -me dije tocando mis bolsillos.

Todo estaba en su lugar. Una vez en el taxi, saqué mi celular para llamar al señor Jackson. Él acababa de regresar de un viaje que hizo con su esposa, a la cual desconozco, por todos los asuntos que he tenido en mis manos. Sin embargo, esta vez me invitaba a verlo en su casa, a lo cual no pude negarme, al ser un pedido del señor Jackson, debía tomarlo como orden.

- Llegamos señor -me avisó el taxista.

Bajé del auto, sacando un billete de mi bolsillo que luego de entregárselo al sujeto, me alejé camino al solitario y desolado departamento que me cobijaba en mi abandono.

Vivía en un pequeño y diminuto lugar, donde apenas entraban una cama y unas cuantas porquerías que no podía tirar, y no era por no tener dinero. Si alguien supiera de lo que yo en realidad guardaba, se caería de espaldas. Pero precisamente era esa maldita cosa lo que me llevó a vivir con este vacío por dentro.

- Necesito un trago -dije luego de permanecer treinta minutos encerrado.

Salí del departamento en busca de algo que me hiciera olvidar de mi propia existencia, así llegué a un lugar de mala muerte, donde compré una botella de dudoso contenido, mas sin dudarlo le di un sorbo que llegó hasta a mi cerebro.

Con mi garganta ardiendo y la vista borrosa, continúe bebiendo en la calle.

- Si tengo un poco de suerte, tal vez muera arrollado por un auto -me dije en la mente, caminando a la carretera.

Pero aún en mi estado, tenía reflejos que había desarrollado durante todos estos años de vivir solo.

Una mujer de cabellos largos estaba cruzando la calle, mas no se había percatado de que el semáforo ya cambió de señal.

- Sangre -murmuré entre mis labios-. Odio la sangre.

No entiendo qué rayos me sucedió, pero hice algo que solo una vez hice en mi vida y me juré no volver a repetirlo, porque solo me daba problemas. Salvar una vida.

Atrapando a la mujer entre mis brazos, la alejé de ese accidente seguro hubiera acabado con su vida.

En medio del desconcierto, ella se había aferrado a mi cuello, enterrando su rostro en mi pecho.

- Ya está a salvo, puede relajarse -dije, mas al bajar mi rostro a ver a la mujer, descubrí lo más bello que mis ojos habían visto. La criatura más angelical y hermosa en la tierra, ni siquiera mis manos eran dignas de tocarla, por lo que la devolví al suelo.

- Muchas gracias, ha salvado mi vida -me sonrió con los ojos llorosos.

- No, yo...

- Usted es un verdadero héroe, nunca olvidaré su rostro.

- Señorita...

- Me llamo Jennie -me extendió la mano- ¿Cuál es el tuyo?

Y por primera vez en años me sentí tan pequeño.

Retrocediendo de espaldas, dejé caer accidentalmente mi botella, huyendo del lugar sin decir mi nombre.

¿Qué rayos es esto? ¿Por qué cuando vi sus ojos ya no me sentí solo? ¿Qué es este extraño palpitar que inunda mi cuerpo? Algo tan fuera de lugar, pero que... Me agrada.

Después de regresar al departamento, me dí una ducha helada y tomé un café muy cargado para estar despierto en la cena del señor Jackson. No sabía que clase de mujer sería su esposa, por lo que debería ser cuidadoso en mi apariencia.

Pero, mientras pasaban las horas, el recuerdo de esa joven regresaba a mi mente. Una mirada con pureza, todo lo contrario a mí.

- Basta Bamban -me golpeé la cabeza con el puño- ¡Concéntrate!

...

Llevé la mejor botella de vino que pude encontrar. Ya en camino a la mansión Jeon, me preparé mentalmente para presentarme. La primera impresión siempre era la más importante.

Fui recibido por el portero y eventualmente por el mayordomo quien me llevó a la sala donde estaban el señor Jackson y su joven esposa.

Grande fue mi sorpresa que al dirigir mi mirada a la señora, descubrí en ella a la mujer que está mañana había salvado de ser atropellada.

- ¡Oh, pero si eres tú! -me reconoció.

No podía creerlo. Aquella hermosa mujer, es la esposa del señor Jackson. Una parte de mi se rompió al saberlo.

- ¿Lo conoces, cariño? -preguntó el señor Jackson.

- Por supuesto, él fue quien me salvó esta mañana.

- Oh, sobre el buen hombre que me contaste.

- ¡Esta si es una sorpresa! -ella se acercó nuevamente con el brazo extendido-. Espero que ahora sí me digas tu nombre.

Sin salida, no me quedó más opción que tender la palma a la esposa de mi señor.

- Bamban, estoy para servirle.

*Fin Flashback*

Despertando de mis recuerdos, alcé la mirada.

Ella nunca dijo nada de mi estado en aquella oportunidad que nos conocimos. Me vio en mi peor faceta, mas nunca me juzgó. Por ello hice el voto de no beber más. Buscando cambiar esa apariencia de mí.

- ¡Oh, Bamban! Esto es maravilloso -ella me llamó para acercarme a ver.

Una hermosa cuna tallada en madera con detalles de rosas, dejaba la mirada con ilusión en Iris.

- Ven, aquí hay más -tomando mi mano con su delicada y pequeña mano, me llevó a ver más cosas que a ella le hacían feliz.

Tal vez por esta vez, solo por unos minutos, puedo fingir que tengo una familia.

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(Pov Jungkook)

Caminando con Jimin, luego de haber salido del cine, nos dirigíamos al auto.

- Hace mucho que no disfrutaba de una buena película -me comentó-. Gracias por eso.

- No tienes que darlas, ahora dime a dónde te gustaría ir.

- Eh... hace mucho que no voy a la Laguna.

- ¿Laguna? ¿No prefieres ir a la playa?

- No, la laguna es un lugar cómodo para relajarse del ruido de la ciudad y disfrutar de la cercanía a la naturaleza.

Dándole la absoluta razón, acepté su pedido.

Me acerqué primero a abrirle la puerta, permitiendo su ingreso al auto, una vez que yo tomé asiento, desvíe mis ojos al rostro de emoción de Jimin.

¿Con qué esto es sentirse cómodo? Con Jihoon nunca habíamos tenido una salida de este tipo. Admirando la sonrisa de mi esposo, regresé a ver frente a mí, y encendí el motor para dejarnos llevar a un nuevo rumbo donde solo seríamos los dos.

Fueron varios minutos de espera, en realidad la laguna no estaba cerca, pero sinceramente creo que lo valía, y eso lo comprobé cuando llegamos y Jimin salió corriendo del auto con la misma jovialidad de un niño.

- ¡Son patos! -exclamó, señalando a los animales que nadaban en la superficie.

- Ja, ja, ja Trata de no gritar o lo espantaras.

- Uy -el cubrió su boca con ambas manos-. Lo lamento es que me gustan, son tan bellos -dijo apoyando sus manos en la baranda que nos separaba de la laguna.

Entonces, apoyando mis manos cerca de las de el, le pregunté: ¿Y hay algo más que te guste?

Jimin levantó su vista a mí, sus labios cerca me tentaron a querer probarlos ¿Cómo no había notado antes su belleza natural?

Acercando mis labios ansiosos por abrigar los de el, sentí un algo detenerme.

- Jimin...

Usando sus dedos el evitó que lo besara, negando con la cabeza.

- ¿Te incómodo? -pregunté queriendo saber su opinión, a lo que el negó sonriente.

- Todo lo contrario, me has dado un día que disfruté como antes no lo había hecho, pero...

- ¿Pero qué? Jimin... -tomé sus manos entre las mías-. Una vez dijiste que me amabas, yo no supe contestarte y fui muy grosero, pero ahora no sabes cuanto me arrepiento de no haberme dado cuenta de las cosas. Estuve cegado por Jihoon y me dejé llevar por otras sensaciones -confesé con la sinceridad de mi corazón.

- Y yo me alegro que te hayas dado cuenta.

- Jimin -lo miré con el corazón en mis ojos- ¿Aún me amas?

El bajó la mirada, pensó unos segundos y me dio una respuesta.

- Escucha, antes creí que eras un tipo malo, te odie con todas mis fuerzas, pero ahora me doy cuenta que solo te dejaste llevar por lo superficial.

- Jimin...

- Déjame terminar. Abriste los ojos, eso es bueno, pero ¿No crees que el daño ya está hecho?

- Precioso yo... -un nudo en mi pecho se extendía.

- No voy a decirte que te arrodilles porque eso no cambiará las cosas. Disfruté de ese viaje, me sentí cómodo entre tus brazos, pero no me pidas que olvidé seis años por unas pocas semanas de estabilidad. Si quieres pensar que soy rencoroso, hazlo, pero nadie. Absolutamente nadie puede juzgarme, solo yo sé cuánto pasé. Y el hecho que ahora sepas toda la verdad, no significa que voy a correr a tus brazos y fingir que nada ocurrió.

Mis ojos se cristalizaron con cada palabra de Jimin, fue como recibir una flecha en cada lado de mi cuerpo que me provocaba un dolor extenso.

- Y si me preguntas ahora, si aún te amo, la respuesta es una. El amor es como una flor, si no la cuidas y no le das suficiente atención, muere -Jimin me apartó sus manos para tocar mi mejilla-. Y mi amor está agonizando.

El quitó sus manos, dándose vuelta para dejarme en medio de esa laguna solitaria. Lágrima a lágrima fue cayendo de mis ojos. Este dolor en mi pecho provocaba que todas las estupideces que hice me golpearan en recuerdos por haberla hecho sufrir.

Ahora era el quien se iba, pero una pequeña luz de esperanza quedaba en mí. Esta vez no lo arruinaría, no iba dejar ir a mi esposo. No lo iba a permitir.
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