🪻┆Aún lo guardo conmigo

Estuve esperando a Jimin en la sala, esta vez pensaba en darle el espacio que el necesitaba para conversar con su madre, no quería apresurar las cosas, pero algo me decía que no debía permanecer durante mucho tiempo apartado de su lado.

De modo que, aún contra mi propia voluntad me quedé pensando con esa intención de averiguar qué era exactamente lo que Jimin estaba ocultando. Aunque, mis sospechas cada vez cobraban más fuerza.

- Fue suficiente -dije golpeando mis piernas con las palmas de mis manos, para levantarme del sofá e ir a verlo solo habían pasado veinte segundos, mas ya era mucho para mí.

Caminé por la sala hasta escuchar unas voces supuse que se trataba del padrastro de Jimin, ya que era una voz masculina, pero eso no era lo que me llamaba más la atención. Fue un sentimiento entre la ira y las ganas de apretar y destruir algo.

Escuchar los gritos de ese hombre, con la madre presente hizo que no pudiera quedarme con los brazos cruzados, de modo que, entré a hacer notar mi presencia. Estaba dispuesto a encarar al sujeto que insultaba a mi esposo, pero cuando di el primer paso, lo único que mi cuerpo atinó a hacer fue levantar la mano, con la que sujeté el brazo del tipo que iba a golpear a Jimin, algo que sin duda alguna no iba a permitir.

El hombre al ver mi mano sujetando su brazo palideció, sus labios temblaron, y su mirada se mostraba con terror, era seguro que este tipo jamás había tratado con hombres. Podía reconocer a un debilucho a kilómetros y este lo era sin lugar a dudas.

Mi advertencia si se atrevía a volver a levantarle la mano a Jimin causó gran asombro en la mirada del sujeto poco agraciado, en tanto Jimin usó sus manos para retener mi brazo, me faltaba poco para golpearlo.

De mala gana solté al tipo, este retrocedió como un animal asustado detrás de la señora Yeji. Era un cobarde sin mayor duda.

- Vámonos a casa -dije con voz firme, tomando la pequeña mano de Jimin entre mis dedos-. Lo que hayas venido a hacer, podrás hacerlo otro día, pero no quiero este sujeto cerca de ti.

- No necesito que me ayudes, te dije claramente que te quedarás en la sala, no tienes ningún derecho a intervenir en mis problemas, ya te lo había dicho -fue la respuesta de Jimin, evitando cualquier contacto visual conmigo.

- Y yo recalcó que no te estoy preguntando. He dicho que nos vamos porque así lo decido yo -dicho esto apreté con firmeza la muñeca de Jimin, saliendo delante de las miradas de su madre y la de aquel hombre debilucho.

Supuse que se iba a resistirse, mi esposo no es un hombre que acepté la decisión de un hombre, pero no estaba listo para discutir en este momento. Sabía que si permanecía un minutos más, esto iba a terminar de la misma manera que en aquella fiesta, dónde manché mis puños con sangre del tipo del que ahora se investigaba su muerte.

Al llegar a la salida, el retiró su brazo con violencia, su mirada era agresiva. Estaba dispuesto a desafiarme, pero cuando abrió la boca para gritar alguna palabrota cómo era su costumbre. Lo levanté sobre mis hombros, llevándolo mi auto aún con sus objeciones.

- Tonto, creído, arrogante, dictador - decía en voz alta, golpeando mi espalda con sus puños.

Fue un esfuerzo en vano, ya que no pudo evitar que yo lo sacara de ese lugar, dónde no obtendría nada bueno.

Entre discusiones llegamos a casa, al abrir la puerta fuimos recibidos por Hyejin, la empleada. La mujer se notaba más sonriente del acostumbrado, fue entonces, qué Jennie apareció detrás de ella, y tomando tanto la mano de Jimin como la mía nos llevó a la sala.

- ¡Dios! Esperaba tanto que llegarán, realmente estoy muriendo de los nervios.

- Qué pasa pregunté contagiandome de la locura de mi hermana.

- No es nada malo, de hecho acabo de enterarme por la llamada de mi médico Hyejin estuvo conmigo en ese momento, así que, ya está enterada, pero... -ella agitó sus manos demostrando lo importante que era esta noticia para su vida - ¡Oh hermano! -sollozó.

- ¿Necesitas algo? Estás llorando -intervino Jimin.

- Es por la emoción, no se imaginan cómo he esperado esta noticia durante todos estos años, y al fin hoy pude confirmarlo. ¡Por fin mi deseo se hará realidad! Aquello que he buscado durante mucho tiempo hoy es una realidad.

- Jennie... ¿Estás...? -murmuró Jimin acercándose a mi hermana, a lo que ella asintió, cubriendo sus ojos con ambas manos.

- ¿De qué están hablando? No entiendo absolutamente nada.

Mi hermana aclaró su garganta, avanzando hasta estar lo suficientemente cerca para oírla claro y preciso.

- Kook, tu... Vas a ser tío - sonrío, llevándose las manos a su vientre todavía plano.

Jennie era la única familia de sangre que me quedaba, tanto mi madre como mi padre habían muerto hace ya muchos años. Por lo tanto cualquier cosa que le pasara a mi hermana, era como si me sucediera a mí. Sin embargo, no pude mostrar una sonrisa sincera, Jennie estaba feliz y aunque debía compartir esa dicha con ella, no sucedía. Así que, tuve que fingir por primera vez ante la única persona que no me gustaba mentirle.

-Yo... yo me alegro por ti hermana -afirmé, esforzándome por mostrar una media sonrisa.

Nunca me agradó el sujeto que mi hermana había elegido para casarse. Jackson, siempre me pareció un tipo desagradable y que no se merecía a Jennie, pero al menos la hacía feliz, y ese era el único motivo por el cual nunca me opuse a su matrimonio.

Entre lágrimas y sollozos, ella sonreía, frotando sus ojos cristalinos.

- Tantos años... -susurró con la voz en un hilo -. Tratamientos y opciones para lograr tener un bebé, pero sin resultados, y cuando creí que la esperanza se alejaba... -Jimin tuvo que ayudarla a que no se desmayara de la emoción-. Recibí la noticia de mi doctor, diciendo que dentro de mi tengo una vida de tres semanas.

- Se de tu esfuerzo Jennie, ese bebé será muy amado por su madre -afirmó Jimin.

- ¿Saben? Anoche soñé con cintas de cabello y muñecas. Tengo el presentimiento de que será una niña.

- ¿Y ya lo sabe él? -pregunté.

- Jackson, llega mañana. Está de viaje con el asunto de su clienta.

- Él debería estar aquí -dije con enfado -, acompañándote en este momento donde estás más vulnerable.

- No pasa nada, hermano -respondió en un intento de calmarme-. Después de todo, yo tampoco lo sabía. Estoy segura que cuando lo sepa será el hombre más dichoso en todo el mundo. Por ahora lo único que necesito es que ustedes estén conmigo y compartan mi alegría.

Por algún motivo sentí mi corazón ser apretado. El recuerdo de mi madre en Jennie fue tan grande que me dolió.

- Jennie...

Ella extendió su mano, acariciando mi mejilla.

- La familia crece, ya no seremos los únicos Jeon, y espero que pronto mi princesa tenga a una o un primo con el que pueda jugar ¿No les parece?

- Ja, ja, ja siempre tan ocurrente -comenté tomando la mano de ella para besarla en los nudillos-. Cualquier cosa que necesites, sin importar de lo que se trate, no olvides que aquí tienes a tu hermano.

- Lo sé, eres en quien más confío.

Jennie y yo tenemos ese vínculo especial de ser hermanos, nacimos siendo mellizos, pero desde que era pequeño siempre me recordaron que era el mayor. Por lo tanto tenía ese rasgo protector; el cual conservé durante los años que vivimos juntos.

- Ahora... Iré a mi habitación, hay unos correos que debo contestar -usé como excusa el trabajo, para irme a mi habitación y pensar en todo lo que se avecinaba. Mi hermana siempre fue una persona delicada, me preguntaba si con el embarazo no alteraría su salud. La situación me preocupaba más de lo debido.

Al día siguiente, tal y como Jennie lo dijo. Jackson regresó por la mañana con una maleta y unas rosas que sostenía Bambam en las manos.

- ¡Oh! -haciendo un esfuerzo por caminar hasta su esposo, mi hermana se abalanzó al verlo -. Mi cielo, ya estás aquí.

- Aquí estoy mi reina -la abrazó, dejándole un beso en la frente-. Y no te imaginas la sorpresa que te tengo.

- ¿De qué se trata?

- Salimos victoriosos en el caso -contó.

- Me alegro por ti, cielo, pero yo también tengo una noticia para ti.

- No creo que sea más estupenda que la mía.

- Pues estoy segura que así será.

- Por la mirada de todos, creo que es más importante de lo que parece -dijo Jackson mirando a todos los que estábamos presentes en la sala.

- Lo es.

Jennie tomó amabas manos de su esposo, llevándola a su vientre.

- Tendremos nuestro pedazo de cielo -confesó sin evitar las lágrimas- ¡Seremos padres, Jack!

Con un sonido casi imperceptible, miramos a las rosas que cayeron al suelo. Bambam avergonzado se apresuró en recogerlas, evitando hacer contacto visual con cualquiera de nosotros.

- Eh... Lo siento mucho, pero creo que no es de mi incumbencia estar ante noticias tan personales. Así que, con permiso.

- No, Bambam, no te vayas -Jennie lo detuvo posando su mano en el hombro de él-. Eres como de la familia, y mereces compartir esta maravillosa noticia al igual que los demás.

- Señora... Yo la felicito, pero... debo tener listo los documentos del próximo cliente del señor Jackson.

- Es verdad -agregó el esposo de mi hermana.

- Oh, bueno... entonces dame un abrazo y podrás irte.

- Señora... yo.

- Vamos bambam, no tengas vergüenza.

Fue abrazo breve, pero se veía más intensidad en los brazos de él. La soltó, y haciendo una reverencia con la cabeza, se marchó.

...

Pocos días después, mientras regresaba de la oficina, recibí una llamada que hace unos días había rechazado. No había notado su nombre, así que contesté por inercia.

- Diga.

- ¿Jungkook? Cariño ¿Eres tú? -dijo con la voz temblorosa.

- Jihoon -pronuncié su nombre con asombro, pues en estos días el recuerdo de el no había vuelto a mi cabeza.

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Llegué a casa antes que Jungkook, la noche era fría, por lo que estaba usando un largo abrigo que cubría desde mi cuello a mis pantorrillas.

El día que regresé de mi viaje, le conté a Jungkook que estaba seguro de no estar embarazado, sin haberlo realmente confirmado, pero ayer me hize una prueba que salió negativa, supe que ese bebé no existía.

No era como si en realidad estuviera ilusionado, pero sólo por unos instantes soñé con el hecho de tener un pedazo de mi entre mis brazos. Pequeña o pequeño lo amaría más que a nadie, sería el padre (madre) que siempre quise tener.

Estando en mi habitación, sonreí recordando algunos fragmentos de mi infancia y que a pesar de mi madre, tuve momentos felices. Acercándome al "cajón de mis tesoros" saqué el traje que conservo de mi padre, una sortija que me regaló el difunto señor Jeon y más allá al fondo del cajón, estaba una flor conservada dentro de algo que una vez fue líquido y ahora endurecido mantenía el color y vida de ese primer recuerdo.

Con nostalgia lo tomé entre mis manos, creía haberlo tirado, más cuando esa idea pasaba por mi cabeza, me arrepentía.

- Solo es una simple flor, no se supone que debería tenerlo hasta el día de hoy, pero cuando lo veo, recuerdo a ese joven que me devolvió a un instante de felicidad.
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