~34~

Gerard se aferró con fuerza a su bolsa en un intento vano por tratar de protegerse, al parecer para Lindsey la situación le era un tanto cómica y satisfactoria porque no dejaba de reírse.

—Estás mal...

Fue lo último que el pelinegro alcanzó a decirle, abrió lo que restaba de la puerta y caminó lo más rápido que pudo, respiró con alegría cuando sus pies tocaron el césped y vio a Mikey parado junto a su auto enfrente a la casa, esperándolo con la preocupación a flor de piel.

—Gee —gritó el menor de los Way.

Gerard se permitió correr la poca distancia que los separaba y abrazó a su hermano dejando que sus lágrimas escaparan sin vergüenza alguna, Mikey lo apretaba fuerte entre sus brazos para brindarle calidez y tranquilidad.

—Tranquilo Gee todo estará bien —murmuró en un tono suave y dulce—. Vamonos de aquí.

No sabía que había pasado que tenía a su hermano así, pero se alegraba de que estuvieran bien, antes de entrar al coche le dio una rápida vista a sus piernas, no fuese a ser que esa loca le haya dado algo para dañar a Lily, pero todo estaba en orden, le abrió la puerta y cuando éste se sentó en el asiento del copiloto le acarició el vientre con ternura y le sonrió.

—¿Quieres ir a casa?

Gerard solo asintió, se colocó su cinturón mientras el vehículo iba en marcha, el viaje hasta su hogar fue en silencio, simplemente el mayor buscaba respuestas pero nada llegaba a su mente, no habían razones para que ella quisiera dañarlos, también le inquietaban aquellos nombres que había leído ¿Qué había pasado con esos muchachos? Porque era un hecho bastante terrorífico que solo hayan habido nombres de chicos ahí, ¿Qué clase de persona era Lindsey?.

—Necesito café Mikes —pidió en cuanto estuvieron en casa.

—Tenemos que hablar Gee —sin embargo Mikey tenía en mente decirle todo lo que Ryan le contó lo más pronto posible.

—Lo sé pero necesitamos café para eso, por fa, te espero afuera —pidió con un puchero.

—Vale voy a prepararlo.

Varios minutos después los dos chicos estaban sentados en el pequeño jardín de Frank, el mayor observaba una de las tantas flores que habían, siempre que se sentía ansioso o triste iba a observarlas, ellas le transmitían casi la misma paz que sentía al estar en los brazos de Frankie.

—¿Qué pasó Gee? —preguntó con calma Mikey sacándolo de sus pensamientos.

—Algo terrible Mikes, Lindsey me mintió —su voz se quebró un poco y apretó sus ojos para retener las lágrimas—. No sé porque pero estoy casi seguro que nos quería o quiere hacer daño.

Por instinto abrazó su pancita, imaginar que algo le podía pasar a su criatura le hería lo más profundo del alma y amenazaba con abrir las viejas heridas que yacían en su corazón.

—Nada te va a pasar Gee, yo no voy a permitirlo y te puedo asegurar que Rat-Man y Afro-Man tampoco lo permitirán —Gee sonrió por las ocurrencias de su hermanito.

—Lo sé Mikes, pero fue tan impactante —respiró profundo para comenzar su relato—. Accidentalmente abrí un cajón equivocado y encontré muchas carteras como aquella que encontramos en el auto ¿recuerdas?—Mikey asintió—. Lo peor fue que cuando levanté una encontré el nombre de un chico, luego otra y está vez el nombre estaba tachado, tomé otro par hasta que encontré una con mi nombre Mikey, y tenía una "X", entré en pánico, la niña sintió mi miedo y mi vientre se puso tenso, creo que Lindsey me descubrió porque su actitud hacia mi fue totalmente distinta, me mostró un rostro que nunca había dejado ver, antes de salir de su casa me miró como si me odiara y se burlara de mi, me dijo que me cuidara —trató de explicar todo muy rápido—. Tengo mucho miedo Mikey, además no entiendo porqué me hizo esto, pensé que era mi amiga —terminó por refugiarse en los brazos de su acompañante.

—Ay Gee tranquilo, debes ser fuerte, todavía hay más cosas que debes saber —acarició su cabello—. ¿Recuerdas a Ryro? El amigo de Frankie.

—El fotógrafo.

—Él, su verdadero nombre es Ryan Ross, esposo de Brendon, el hijo de Lindsey, él y Brendon iban a tener una bebé.

—¿Qué? —musitó confundido.

Mikey comenzó a contarle toda la historia que Ryan le había dicho esa misma tarde, le dijo todo sin omitir detalles, podía sentir como su hermano se estremecía ante esas palabras, pero ¿quién no?.

—No puedo creerlo, me usó, me mintió y quería lastimarme.

—Tú no sabias Gee, nadie lo imaginaba, aparenta ser una buena persona, aunque en el fondo a mi nunca terminó de agradarme.

—Fui un tonto, nos puse en peligro.

—No digas eso Gee, lo bueno es que la descubrimos, tenemos que hacer algo para detenerla, necesitamos pruebas para denunciarla y que pague por todo el mal que ha hecho.

—Solo tenemos mi testimonio si, no será suficiente, técnicamente no me ha hecho nada.

—No te preocupes hablaré con Kris para que nos ayude —el pelinegro asintió pero pronto recordó algo importante.

—Mikey no le digas nada a Frankie por favor.

—¡¿Qué?! ¿Estás loco Gerard? ¿Cómo vamos a ocultarle esto a Frank?

—Mikey tú sabes cómo es Frank, me miran de mal modo y quiere destrozar a la gente, si se entera de esto querrá ir a buscar a Linz.

—Pero no es correcto ocultar algo tan importante como esto.

—No quiero que le haga daño a él —reconoció en voz baja, dejando que su vista se posara en un punto fijo en el suelo.

—No le pasará nada Gerard, debemos estar todos juntos en esto además Frank no merece que le mientas, nunca lo has hecho, es un grave error que lo hagas ahora —sobaba despacio la espalda de Gerard para darle consuelo, no imaginaba la tormenta que debía haber dentro de su cabeza.

Luego de un par de minutos de reflexión por fin habló.

—Está bien, le diremos, pero luego de su segunda reunión que es el sábado, así tendremos un par de días para buscar las pruebas para ir a la policía.

—De acuerdo, pero no saldrás solo a ningún lado.

Gerard solo asintió como respuesta.

—Ahora ve a la cama mientras te preparo algo de cenar y luego nos vamos a dormir, mañana iremos a ver a Amber.

—La llamaré para hacer la cita.

—También iremos de compras, esa bruja no nos va a opacar —habló con aires de diva para hacer reír a la Diva Mayor, odiaba verlo triste.

—Obvia mi ciela —le respondió de la misma manera, pero con más naturalidad, después de todo lo diva corría por sus venas.

Se adentraron en su hogar a tratar de descansar y olvidar un poco de ese agitado día, con la esperanza de que todo fuese un mal sueño.

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