~10~

—¡Mikey! —lo tomó de las manos y empezaron a dar saltitos de alegría, Mikey estaba al borde de las lágrimas.

—¡Te lo dije Gerard! Yo te notaba embarazado hace mucho y no me creías.

—No seas mentiroso, yo no me noto para nada embarazado, mírame —se colocó de costado frente al enorme espejo que había en el baño y se levantó la camisa, sorprendiendose él mismo, estaba un tantito más gordito.

—¿No que no? —Mikey levantaba ambas cejas mientras seguía observando las pruebas.

—Aún así, no confío completamente en estas cosas.

—Gerard Arthur te hiciste tres pruebas y las tres están malditamente positivas —gritó y sacudió los palitos frente al pelinegro.

—Ya dije que no confío, así que me haré un examen en sangre para salir de dudas y también un ultrasonido —se acomodó plácidamente en el borde de la tina de nuevo, tal y como que si estaban charlando en la sala—. Y tú vendrás conmigo, obviamente.

—Pues claro que iré contigo, el tío número uno debe estar presente.

—Mikey... —Gee lo miraba con los ojos entre cerrados—. ¿Si estás consciente que eres el único tío, verdad? Frankie no tiene hermanos.

—Pero existe aquel ser llamado Raymond, así  que es mi derecho exigir mi primer lugar antes de que ese aparecido intente robarlo.

Mientras ambos hermanos seguían charlando y riendo muy tranquilos y felices encerrados en el baño, Frank se bajaba de un taxi afuera de su casa.

No había soportado escuchar los sollozos Gerard por teléfono así que decidió dejar las últimas instrucciones en manos de su mejor amigo Evan, después de todo la canción estaba casi lista, sólo había que corregir ciertos detallitos.

Reservó un ticket para el último vuelo de la tarde y cuando llegó al aeropuerto tomó un taxi para darle la sorpresa de su llegada a Gerard.

Abrió despacio recibiendolo el silencio de su hogar, imaginó que Gee talvez seguía acostado o que tal vez, se había dormido, aventó las llaves a la mesita que estaba en el recibidor y fue a dejar las maletas al cuarto.

—¿Escuchaste eso?

—Es un ladrón... —susurró Mikey acercándose a Gee.

—Me estoy preocupando mucho por ti hermanito, en verdad que tienes alguna deficiencia, un ladrón no va a entrar con las llaves a casa, Frankie ha de haber entrado.

Los dos se quedaron estáticos cuando cayeron en cuenta que era efectivamente Frank porque lo escucharon hablar y solo atinaron a mirar nerviosos hacia el lavamanos, luego a la puerta y por último entre ellos mismos, con los ojos abiertos como platos, repitiendo la acción varias veces.

—¿Y ahora qué? Supongo que todavía no le dirás —habló en susurros casi gritos.

—Baja la voz, claro que aún no le diré.

—¿Entonces como nos desharemos de la evidencia?

Gerard le sonrió de medio lado y levantó una ceja.

—¿Qué?

—Gee amor ¿Estás aquí? —ambos palidecieron, Frank estaba tocando la puerta.

—Si cielo, ya salgo —señaló a Mikey—. ¡Tú llévate eso y me lo das mañana! —caminó hacia la puerta—. Apúrate.

Mientras Gerard abría la puerta, Mikey muy nervioso no sabía dónde esconder la evidencia de los ojos de su cuñado así que no se le ocurrió nada mejor que meterlas debajo de su camisa.

Cuando salió del baño encontró a su hermano tragándose a Frank y sintió que las pruebas se le resbalaban de su escondite, intentó huir rápidamente pero mala idea, las barritas estuvieron a punto de caer justo en el momento que Frank lo volteaba a ver.

—¡Mikey! ¿Que hacían encerrados en el baño? —preguntó divertido.

—Nada chismoso, más bien ¿qué haces aquí? Te esperábamos mañana —las manos le sudaban, la frente también y el corazón le latía a mil.

—Volví antes porque esta belleza de acá me extrañaba, envidioso.

—¿Envidioso yo? Es mi hermano, siempre me preferirá a mi, ¿cierto Gee?

—Si hermanito, ahora te tienes que ir.

Gerard ya había notado como una de aquellas cositas blancas comenzaba a asomarse debajo de la camisa de su hermano y trató de avisarle con la mirada, pero cuando Mikey competía con Frank se alejaba de todos los medios externos, así que lo tomó de los hombros y lo dirigió a la puerta.

—Agarra bien eso, cuidado las botas —habló bajo cerca de su oído.

—Ustedes dos están actuando raro —Frank se cruzó de brazos.

—Cómo crees cielo —Gerard habló nervioso—. Nos vemos mañana Mikey, paso por ti a las 10.

—Esto no ha terminado.

Y si, una prueba se le cayó en el momento que levantó la mano para apuntar a Frank, pero como si fuese un rayo la recogió y salió corriendo del hogar Iero-Way.

—¿Qué le pasa? —preguntó Frank preocupado por Mikey, él siempre era rarito pero esa noche había superado los límites, Gerard sonrió y se encogió de hombros.

—Quién sabe, pero vamos a comer, tengo muchaaa hambre.

"Y vaya que tengo que comer por dos" pensó.

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