Capítulo II: ¿Ya estás satisfecho ahora?

¡He vuelto luego de...! ¿Dos semanas aproximadamente? No estoy segura... Ah no, esperen, eso era con Cor xd

¡VOLVÍ CON DOLOR Y DRAMA!

Cabe a decir... Algo que no dije en Curse of Roses... Que este fic, al igual que el ya mencionado, está basado en un rol con mi diosa (COFCOFMISAKICOFCOF) por ello mismo están (Cómo dije) dedicados a ella y verán varios fragmentos que ella escribió tal cual... Excepto los prólogos e introducciones. Esos son 100% míos. (?)

Por ello mismo... ¡CRÉDITO A ELLA TAMBIÉN, POR AYUDARME! ¿Esto cuenta como fic hecho en equipo? Ni idea, solo sé que sin ella no lo hubiera desarrollado tanto (Mezclamos ideas de cada quien.) y se lo debo <3 Mil gracias y pásense por sus fics ¡Ella es mil veces mejor que yo!

¿Eh? ¿Que si haré el mismo anuncio en todos los capítulos? Claro que lo haré. No pararé de recordarle que esto es gracias a ella >:v

Aclaraciones: En mi Head Canon Lil tiene acento francés y usa palabras en ese idioma una que otra vez. Ni idea de por qué me gusta que lo haga... Siento que le da un toque elegante y sensual.

Me inspiré con "Why don't you do right" de Jessica Rabit, "Rolling Girl" de Osomatsu-San y finalmente "Satisficed" de Hamilton. Por si desean ponerse en ambiente con las escenas en ese respectivo orden mejor. Sin más, los dejo.

De ante mano me disculpo por errores ortográficos, gramaticales y si tratar dos puntos de vista a la vez los llega a confundir, aun trato de manejar eso de manera que se entienda, no se mezcle y se explique detalladamente el sentir de los personajes.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

-¿Tú no quieres beber nada, mon amour?

La melodiosa voz de la sensual peli rosa llegó a sus oídos tan pronto como la vio acercarse contoneando sus caderas con la misma lentitud con la cual la recorría con la mirada, llevando una copa en cada mano. Probablemente alcohol fino, la debilidad y la especialidad de aquella mujer, cual se sentó en el escritorio y ofreció la bebida que aceptó gustoso.

-Fufufufu~ Me conoces tan bien, Lil. -Sin necesidad de decir más, chocaron suavemente en cristal y bebieron tranquilamente.

Hoy Satanick había quedado en visitar a Lil ¿La razón? Ninguna en particular o con demasiada importancia más que salir un rato a pasear entre bromas y chistes obscenos para luego quedarse en la casa a relajarse hasta que a él se le diera por irse a su castillo o, cómo en la mayoría de los casos pasaba, hasta el amanecer tras recobrar la energía perdida en una noche desenfrenada.

Así eran las cosas entre ellos desde hace tiempo. Para Satanick, el ir detrás de Ivlis cada día se ponía más complicado y aburrido, no por la rutina ¡Eso no! Si lo persiguió por años no habría tal cambio ahora, esa era una gran diversión que jamás podría aburrirlo. En realidad el motivo de ello era el mismísimo diablo de flamas, que hace años había empezado a ser más melancólico y deprimente al punto de hacerle sentir lástima cuando lo atrapaba sin necesidad de perseguirlo y ponía esa mirada de resignado.

Era extraño... Ni siquiera su propio hijo, el adicto a dejarlo como brocheta, se dignaba en hacer algo, porque él mismo era quien dejaba de molestar.

No era divertido si el desgraciado no se resistía para ponerle algo de sabor a sus jugueteos y Licorice no llegaba para darle su paliza diaria como Justim mandaba. Ni hablarle para hacerlo enfadar y ganarse al menos una de sus inusuales golpes daba resultado, es como si ninguna broma le afectara. Cómo si Ivlis hubiese vuelto a ser el mismo tipo insípido de hace tantos años atrás, antes de que su hijo llegara a sus vidas.

Tal vez y solo tal vez... ¿La cucaracha estaría en otra de sus etapas depresivas? Y él que creyó que la había superado. En lo posible lo volvería a hacer como la última vez, aunque daba por sentado que tardaría más tiempo.

Oh, bueno... Siempre se tenía a la confiable de Lil.

-Jamás subestimes a tu esposa. -Dijo con falsa vanidad alejando la copa vacía de sus labios. Ahora mismo... quería tener otra cosa contra ellos, se supo en seguida al sentarse cuidadosamente en el regazo del azabache y juguetear con su cabello mientras este le sonreía de la misma manera picarona en la que sus dedos se deslizaban por el contorno del vestido y su pomposo adorno. -¿Te quedarás esta noche, mon amour? Me siento tan solita y me falta tanta energía.

Oh... ¿Ese acaso fue el irresistible tono coqueto de Lil erizándole la piel? Algo le decía que no regresaría a su hogar hasta mañana.

-Fufufufu~ ni tienes que decir "Por favor", preciosa. ~

Se acercaron más que decididos a besarse y hacerlo ahí mismo, en la silla o el escritorio si les ganaba la libido y no se dignaban en llegar al cuarto, pero eso no ocurriría para su desgracia, pues el teléfono sonaría y arruinaría el momento. Lil en vez de molestarse se limitó a reír burlona y levantarse para atender, dejando a su esposo bufando de decepción.

Tan impaciente... Al menos dejándolo con las ganas aunque sea un rato obtendría más atención.

-¿Bonjour?~ Esta es Lil al teléfono... -Apenas lo pegó a su oído levantó una ceja mostrando interés en lo que sea que dijera el que haya llamado. Al pasar los segundos se mostraba más atenta y sus aires de picardía habían descendido hasta darle unos de seriedad.

Uhn... ¿Una propuesta tal vez?... Nah, Lil no pone esa expresión en ese caso... Debe ser algo importante.

El diablo estaba curioso, pero por respeto a la subcubo no interrumpió y guardó silencio jugando con la copa vacía. Aseguraba que sabría qué ocurría, Lil no le guardaba secreto alguno.

Eso sí, al saber de quién se trataba casi saltaba de su asiento.

-Glasses, mon chéri ¿Qué ocurre para que llames a mamá? -Hizo una pausa, cruzando las piernas con elegancia. Estaba sentada sobre la silla giratoria al lado del teléfono y terminó dándole la espalda a Satanick tras haber girado por pura diversión. -¿Eh...? ¿De verdad? -Parpadeó con un semblante de confusión y sorpresa, y segundos después volvió a sonreír ampliamente. -¡Esas son excelentes noticias! ¡C'est magnifique! ¡Se lo diré ahora mismo!... Oui, él está aquí conmigo... Está bien ¡Au revoir, chéri!

Entonces colgó y miró con entusiasmo a su esposo después de haber volteado. Él se alzó de hombros como una señal de que hablara y no lo dejara morir en suspenso.

-Glasses me llamó, quería darme una noticia.

-¡¿Seré abuelo?! -Chilló haciendo el amague de levantarse de la silla, acción que no completó por el gesto de Lil al negar con la cabeza. Bah, para qué pensaba en eso. Ambos sabían que ese día estaba lejos de llegar. -Oh... En ese caso no creo que me anime mucho, pero... Me pica la curiosidad.

-Me dijo que Licorice se casará en tres días con su encantadora novia, Revlis. Etihw le avisó y supuso que Licorice no te lo diría, así que... Le pidió a Glasses que me lo comunicara. -Anunció sonriente y expectante a la reacción contraria, juntando sus propias manos en unos ligeros aplausos entusiasmados cuando Satanick saltó de su asiento.

-¡¿No mientes?! ¡¿En serio?! ¡¿Ya?! ¡Eso es maravilloso, Lil! -Le fue imposible no contener sus chillidos emocionados hasta casi romper una ventana con semejante volumen y lanzarse contra Lil para dar algunas vueltas con ella. Fuera de dejarla mareada, solo la hizo reír. -¡Por fin uno de mis hijos va a casarse!

-Fufufufu~ Que conste que le tuve siempre más esperanza a Licorice que a Glasses, mon amour. -Admitió tras parar los giros y mantener los brazos en los hombros del diablo, soltando una risa traviesa. Hey, no es que subestimara a su hijo, simplemente era demasiado virginal para esperar de él una boda aun. En cuanto a Licorice... Ella lo había conocido hace años, y de él sí podría esperar esto y más. No por nada era su alumno estrella. -Tu retoño será muy feliz junto a su linda novia... Uh... ¿Algún problema, chéri?

Por un instante, creyó notarlo algo ido después de mencionar eso, sin embargo al recobrar sus aires alegres lo dejó pasar por alto creyendo que se trataba de una reacción del momento, tal vez un pensamiento poco importante.

-No, no... No es nada.

Sonaba extraño de su parte, sin embargo por alguna razón algo no cuadraba en su cabeza del todo.

Oh, bueno... Seguro que no era nada de qué preocuparse ¡Su hijo se casaría y le daría nietos! ¡¿Qué más podía pedir?! A este punto de su vida debía verlo como una bendición y celebrar por ello.

Es más, volvería a su castillo ahora mismo. Probablemente podría felicitar a su hijo, y en el hipotético caso de que no estuviese... Podría hacer otro intento con la cucaracha. Si tenía suerte, la noticia de la boda habría despertado sus emociones y hoy sí se dignaría en verlo como una amenaza o un fastidio en vez de nada. O sea... Si eso no lo ponía aunque sea un poco eufórico y emocional oficialmente lo calificaría como un emo sin remedio.

¡Porque Satanick todavía no se rendía, nenas!

-Oh, bueno... ¿Qué te parece si ahora que nadie puede interrumpirnos...? -Pero Satanick no pareció escucharla, porque antes de dejarla terminar se levantó de golpe casi empujándola a un lado por accidente.

-¡Lil, lamento tener que pasar esta deliciosa velada para otro momento, pero debo ir a felicitar a mi hijo no virgen y tal vez celebrarlo con la cucaracha! -Con los brazos a los costados y un semblante radiantemente feliz, Satanick salió corriendo dejando a su esposa todavía sin reaccionar, hasta que volvió en unos nanosegundos. -Lo siento, me olvidaba de algo. -Sin más, la acercó rápidamente de la cintura y la besó con toda la pasión que desprendía de la emoción. Y con la misma velocidad volvió a irse.

La subcubo solo pudo reír fijando su vista en su copa sin vaciar. La tomó delicadamente y deslizando un dedo en el borde sonrió para sí misma antes de suspirar y beber.

Oh, mon amour es siempre tan enérgico. Fufufufu~

Sin embargo, Satanick se toparía con una situación poco común al volver inocentemente a su hogar.

¿Qué tal si mejor rebobinamos unos minutos atrás y cambiamos la escena?

(...)

Tras una larga y agotadora tarde de repartir la noticia de su compromiso, invitaciones tácitas, dar visitas donde explicaba algunos detalles y demás, Licorice por fin regresaba a Pitch Black World, más que exhausto y deseoso de echarse en el sofá para descansar hasta el otro día.

-¡Estoy en casa! -Anunció, siendo lo siguiente que hizo apenas entrar; buscar con la mirada a Ivlis para saludar. Se había tardado demasiado, más de lo esperado. Ojalá él no estuviese molesto por eso... Aunque dudaba que lo estuviese. -¿Madre...? -Miró rápidamente la sala abriéndose paso hasta el comedor sin hallar señal de vida más que Reficul, la cual ya estaba por marcharse a su mundo luego de haber prolongado su visita por motivos que él desconocía y pronto averiguaría.

-¿Licorice...? Has vuelto un poco tarde. -Comentó relajada con un deje de inquietud en sus ojos.

Luego de haber estado consolando al de mechas rojas y que este no le dijera los motivos de su aparente tristeza, lo dejó irse afuera con la excusa de tomar aire, aunque se quedó ahí por lo que restó de la tarde mirando al cielo. Aún seguía ahí de hecho y sin responder a las preguntas de ningún servidor y ni siquiera de Rieta. En cuanto a Satanick... Bueno, él no estaba presente desde el mediodía, por lo que no fue molestia ni tampoco lo hubiese sido de todos modos.

-Uh, sí... Lo siento por eso. Es algo largo de explicar, te lo diré en otro momento, tía Refi... ¿Sabes dónde está madre? -Inclinó un poco la cabeza al costado con inocencia característica, confundiéndose al notar como su semblante se volvía tenso e incómodo para luego soltar un suspiro pesado.

A Reficul le estaba preocupado severamente la actitud de Ivlis hace bastante. No era la primera vez que se quebraba así desde hace tiempo, pero esta vez había sido más brutal de lo esperado por lo que no supo cómo actuar al respecto. Esto era algo que estaba fuera de su control.

Pero...

-Uhn... Ivlis está afuera, pero no ha hablado desde hoy y creo que no te responderá... Aunque puedes intentarlo, Licorice. -Hizo una pausa bajando la mirada con pena. -Ha estado muy mal desde hoy... No sabemos a qué se debe.

Los ojos del más joven se abrieron de sorpresa. Estaba completamente en shock y no daba crédito a lo que oía.

-¿Q-Qué...? ¡¿Qué?! -Salió por fin de su trance cuando pasaron los segundos en los que pudo re calcular todo y hacer mil y un preguntas que no salieron de su boca, ahogadas por su necesidad de comprobar todo por sí mismo con el mismísimo diablo de flamas. -¡¿Por qué no me llamaron?! ¡De haberlo sabido hubiese vuelto más temprano!

No dio tiempo la mayor, pues sus pies ya se habían adelantado hacia donde el deprimido diablo se encontraba a tal rapidez que durante unos segundos la falda de Reficul y su cabello se movieron hacia esa dirección debido al aire que empujó el impulso. No alcanzó a reaccionar o decirle palabra que igualmente no planeaba pronunciar, tan solo observó cómo Licorice acudía al encuentro de su madre con la rapidez de un rayo.

Mantuvo una expresión preocupada antes de decidir ir con su esposa e hijo, dejando todo este asunto pesumbroso en las manos del joven diablo, esperanzada en que él le sacaría algo de información a Ivlis y lo animaría como siempre pudo hacer.

Él era su hijo y persona más cercana... El único que logró abrirle los ojos y apaciguar su dolor siempre que era necesario. Solo él tenía esa afinidad incluso propasando la de la genio como para conseguir excelentes resultados en cuestión de segundos y cambiar un llanto en una sonrisa sincera.

Si él fallaba entonces los demás no tenían la más mínima oportunidad de hacer a Ivlis hablar al respecto o siquiera sacarle una sonrisa leve. Pondría las manos en el fuego por eso.

Si tú no puedes hacerlo nadie podría...

Suspiró de nuevo con cansancio y finalmente se retiró. Para ella el día ahí también fue por mucho más que denso.

Volviendo a Licorice... Él no sabía bien como acercarse y hablarle a su madre. Un golpe de culpa se lo impedía al recordarle que estuvo todo el día fuera como para notar que su madre sufría ¡¿Qué clase de hijo era?! Ni metiendo la excusa de su deber en relación a la boda se sentiría mejor.

Piensa, Licorice... Piensa... ¿Hubo señales de tristeza en Ivlis hoy? De haber estado en casa hoy, probablemente la culpa recaería en su estúpido padre, pero él no estaba y eso no le dejaba muchas opciones que su imaginación alcanzara.

No, no se detendría a pensar en eso ahora... Lo vería él mismo.

Tragó grueso y se asomó por la puerta que daba al jardín, allí mismo observó a Ivlis sentado solo en aquella banca que solían compartir juntos, ya sea para hablar o pasar un ameno y tranquilo momento juntos... Bueno, al menos así lo hacían en el pasado.

La misma banca en la que se sentaron esa noche... Quién lo diría.

Se veía tan callado... No tenía la más mínima idea de qué decirle ahora que por fin se había acercado lo suficiente para poder verlo de costado. Extrañamente él no pareció notarlo, aunque en realidad... Sí lo hizo. Escuchó los pasos de su hijo y su voz a lo lejos, pero no se inmutó. Seguía abrazándose las rodillas y escondiendo la mitad de la cara entre ellas solo con sus ojos a la vista.

Lucía tan diferente a como Licorice lo dejó en la mañana... Su mirada no tenía aquel brillo usual, sus ojos estaban marcados por el llanto y su cabello estaba suelto y desprolijo. Al joven diablo esto le recordaba vagamente a como solía verse luego de alguna brutalidad de su padre o cuando recordaba a Siralos en un pasado muy lejano. Pero no... Esto era incluso peor de lo que esperó, y el solo tratar de imaginar que pudo entristecerlo de esa forma le llenaba de impotencia y dolor, al igual que su mueca triste y gacha.

Trató de sonreír levemente y así calmarse a sí mismo antes de tomar aire y hablar nerviosamente. -Uh... ¿Madre...? Hola... He vuelto a casa. -No esperó a recibir respuesta alguna acomodándose a un costado cuando él le miró momentáneamente para luego simplemente moverse un poco al costado permitiendo que se sentara, apartando luego su opaca mirada a otro lado.

Sí, el mismísimo diablo de flamas sabía que se veía deplorable y debido a eso la mirada persistente de su hijo, pero... Bueno, eso no era nada comparado a como se estaba sintiendo por dentro.

Igualmente... ¿Qué importaba?

Nadie en la casa pudo sacarle palabra sobre nada y ni se atrevieron a arrastrarlo a que al menos se peinara o lavara las lágrimas secas de la cara luego de la ducha que Rieta le recomendó tomar para "despejar la mente".

El llamado a su nombre le hizo encogerse más que antes entrecerrando los ojos ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué buscaba lograr exponiéndose en este estado tan lamentable y penoso? Estaba hiriendo a Licorice también con sus estúpidos dramas. No era imposible darse cuenta...

¿Por qué? ¿Por qué no podía ser fuerte? ¿Por qué no pudo haber durado un poco más antes de derrumbarse así? Se sentía todo un hipócrita ahora mismo y aun así tenía el descaro de comportarse como un sufrido y una víctima. Lo peor de todo es que no había oportunidad de decir "Estoy bien" y terminar con esto. Licorice no era ningún tonto, jamás lo fue. Si incluso de niño había visto más allá de su falsedad... Esta vez no sería diferente.

Y debía admitirlo, eso le asustaba demasiado.

-Dime... -El no haber hablado en todo el día y solo haber estado llorando le había dejado ronca y quebrada la voz, sin embargo no prestaba atención a ello y lo dejó pasar por alto. Esa fue su primera palabra en horas.

Licorice sonrió, sincero esa vez, al oír al menos una reacción de su parte... Aunque... Su tono quebrado le partía el corazón.

¿Qué pudo haber sucedido en tan solo un día para desarmar de esa forma a su madre? ¿Por qué no se percató de eso la última vez que lo vio? ¿Acaso ya no era bueno en percibir sus emociones como antes?

-Bueno... Y-Yo... -Titubeó al no saber ni por dónde empezar o qué preguntar. Sus palabras se ahogaban en su garganta antes de siquiera pensarlas al seguir teniendo ante él aquella imagen deprimente. -Solo... Quería saber que pasó... -Murmuró tratando de acercarse para abrazarlo un poco con suavidad en el brazo.

Recordaba que cuando estaba triste él madre solía hacer eso y acariciaba su cabeza amorosamente. Ese simple y cariñoso gesto siempre había logrado hacerlo sentir mejor sin importar qué tan mal se encontrara y esperaba el mismo resultado con el adulto. Claro que lo sentía muy poco y hasta burdo, pero era un buen comienzo ¿No?

-Dime... ¿Te pasó algo? ¿Te dijeron algo? No es normal que madre esté tan triste. -Continuó sin obtener respuesta alguna más que un silencio que aumentaba su desesperación. Pues por más que Ivlis se dejó abrazar con esos intentos de consuelo físico, no los respondió en ningún momento ni lo miró a los ojos. Su mirada adornada lastimeramente con ojeras todavía estaba clavada en el suelo como si buscara no escucharlo o pensar que no estaba ahí.

A Ivlis no le sorprendió en nada escucharlo preguntar tales cosas sobre su mal estado. Había esperado pacientemente esas interrogantes desde el inicio... Y sabía que no encontraría manera fácil de contestarlas, pero de igual forma las escuchó con atención sin perder la postura que tenía.

Licorice seguía siendo tan inocente, tanto como para seguir tratándolo con tanta importancia... A él... A él que no era nada.

Si era sincero, a veces se preguntaba si de ser que su hijo lo ignorara completamente eso le ayudaría a superar todo el dolor que estaba sintiendo rasgar su pecho... Si tan solo pudiera encontrar forma de ver relevancia en algún defecto o trato hacia sí que le permitiese odiarlo y borrar sus sentimientos... Ahí estaba el problema, no podía. El joven a sus ojos nunca dejaría de ser perfecto, tratándolo siempre como si así lo viera también.

Había considerado en varias ocasiones ser el que diera el primer paso en el desprecio, tal vez para que él terminara contagiándose con eso. Sin embargo pensaba luego... ¿Realmente deseaba reducir la fortuna de aquellos tratos a nada? A veces pensaba que era un tonto por solo considerarlo. No, aun peor... Un completo imbécil por creer que su hijo tendría las agallas de responder a un mal trato con lo mismo. No era secreto cuanto lo adoraba, eso solo lo lastimaría.

Licorice ya no pudo más con semejante silencio y trató de acercar sus mejillas con la preocupación marcada en su voz. Vamos... Tenía que haber forma de extraer el problema de raíz.

-¿P-Puedo hacer algo para animarte, madre? Quiero hacerte sentir mejor... Pero no sé cómo... Dímelo, por favor...

Cualquier rastro de emoción y felicidad de aquel día lentamente se esfumaba en cada segundo en el que veía el dolor de su madre reflejarse en tan mal ánimo.

Con el pasar de los años pensó que esto no ocurriría de nuevo, y se había equivocado. No había mayor tortura que verlo de esta forma, nunca lo habría.

-Mamá... Madre, dímelo. Por favor... -Estaba incluso suplicando ¿Que más necesitaba para que Ivlis le diera al menos una pista para animarlo un poco?

Ah, él no se daba cuenta...

Ese suplicante tono de voz y su constante intento verbal de insistir sutilmente a que le dijera la verdad solo lo estaba reprimiendo más y no hacía mucho por aliviar su tormento. Es más, lo aumentaba con cada palabra.

¿Cómo decirle que no? ¿Cómo explicar que nadie lo había herido más que él? No, jamás, nunca... Eso sería tan descarado como cruel aun si la mitad sí era verdad.

Empezaba a sentirse culpable por amargar así el día de su hijo. Él había estado tan contento por su compromiso con el amor de su vida... Y en vez de compartir esa felicidad como una buena madre haría; prefería hundirse en su propia miseria con la esperanza de que no lo notara y pasara de largo.

Oh, de solo considerar que él sería tan insensible para no percatarse de eso le hacía sentir peor.

-E-estoy bien... No ha pasado nada... Enserio... Sólo estuve pensando un poco... -Contestó vagamente como pudo, tratando de mantenerse apartado. Eso solo hizo sentir aun peor al más joven.

Licorice no sabía por qué, pero sentía que él le estaba mintiendo. No quería creerlo por nada. Nunca desconfió de su madre, sin embargo esa respuesta no aliviaba su angustia y no lo dejaba satisfecho. Era obvio con solo escucharlo... No estaba bien.

Calma... Calma, Licorice... Sé paciente y tu madre te lo dirá. Al igual que esa vez con lo de Siralos...

Aunque... Si mal no recordaba en ese entonces fue brutalmente honesto ¿Y ahora por qué le mentiría?

-Uhn... Si no pasó nada... Entonces ¿Por qué luces tan triste? Estuviste llorando y en silencio todo el día, no me lo niegues porque Reficul me lo dijo... Eso no pasaría "por nada" simplemente... -Insistió al borde de perder toda la sutileza que le quedaba para hacer que volteara. Le frustraba que no le permitiese verle a los ojos, aumentando rápidamente su preocupación.

¿Por qué pasaba esto? ¿Se había perdido de algo? ¿Por qué sentía como si su madre se fuera alejando de sí a pesar de tenerla entre sus brazos? ¿Por qué de la nada le sentía dolida y distante?

Era tan increíble que la miseria de Ivlis pudiese contagiarlo igualmente o peor.

-¿Por qué no me quieres decir que te ha hecho llorar? ¿No confías en mí? ¿Hice algo malo? -No quería llorar, pero ganas no faltaban. Era horrible esa fría sensación que lo invadía. Había estado tan alegre solo minutos atrás, y ahora solo se sentía morir con solo verlo. -Mamá... V-vamos... Sabes que puedes decirme lo que sea... Por favor... Puedes confiar en mí...

Soy tu hijo...

-Madre... -Volvió a insistir, sin notar como Ivlis clavaba sus garras en la madera y apretaba los dientes.

Madre...

Madre.

MADRE.

MADRE, MADRE, MADRE, MADRE. MALDITA PALABRA.

Era tan áspero todo, incluso la dulzura y amabilidad de Licorice al tratar con él le sabía tan amargo e insufrible que no podía aceptarlo ahora.

Patético...

Todo esto parecía por lástima y aquello lo enfurecía ¿Estaba ahí con él ahora porque supo que estaba mal? ¿Eso necesitaba para que apartara los ojos de Revlis de una maldita vez y le prestara más atención? ¿Sufrir para que venga a consolarlo? No, no podía ser así. No quería que su relación funcionara de esa manera.

Le dolían sus preguntas ¡Claro que confiaba en él! Pero no esta vez, ni en él ni en ninguna otra persona que no sea él mismo ¿Quién mejor para aconsejarlo y hacerle saber que tan mal estaba haciendo las cosas? Era mucho mejor a un regaño colosal ajeno que además de recordarle cuan mal estaba no ayudaría en nada.

Ya había intentado reprimir esos sentimientos, lo seguía haciendo. Pero era inútil.

El solo seguir escuchando como lo llamaba de esa forma lo irritaba al punto de teñir su tono con severidad y fastidio. -Licorice, tú no lo entenderías ¿Sí? No es de tu incumbencia... Ya no insistas más ¿Quieres?

No es de tu incumbencia. Ya no insistas más ¿Quieres?

Apenas el diablo más joven escuchó aquellas filosas y agresivas palabras, sintió como si algo dentro de él se quebrara.

"No es de tu incumbencia... Ya no insistas más ¿Quieres?..."

"Ya no me molestes más."

Su madre nunca le había hablado tan odiosamente, ni siquiera cuando lo regañaba... Ni aun esa vez en la que lo confrontó con el asunto de Siralos.

El dolor que oprimió su alma en ese instante no se comparaba con ningún otro que hubiera experimentado antes. En su mente no dejaban de retumbar angustiantemente. "No es de tu incumbencia" con ese tono odioso y frío.

Ivlis era su madre, creía al menos tener cierto derecho a saber qué pasaba y protegerle o ayudarle como siempre lo había hecho y tal cual le juró, pero ahora se veía a sí mismo como algún entrometido desagradable ¿Su madre lo veía así? Lo estaba sospechando. Y por eso mismo es que no pudo contener las lágrimas dejándolas caer en el hombro del de mechas rojas, el cual al momento de sentirlas y de haberse percatado de la agresividad en su "No es de tu incumbencia" su mente hizo clic y supo que se había pasado del límite.

Joder, soy de lo peor...

Licorice ya estaba herido, y las siguientes palabras del diablo de flamas no lo curarían tan fácilmente. -N-no has hecho nada malo, enserio... Jamás podrías. -Y aunque así fuera, esta vez no era su culpa si no de Ivlis. -E-es solo que... -Tragó en seco haciendo el esfuerzo por deshacer ese nudo en la garganta, tendría que inventarse una buena excusa esta vez. Odiaba verlo llorar y recordar que el causante fue él lo hacía sentir horrible. -Me siento un poco... M-Melancólico, es todo... No había notado antes cuanto creciste...

-L-Lo siento... N-no quise presionarte, madre... -Balbuceó mientras secaba torpemente sus lágrimas y fingía creerse lo que oía cuando en realidad su mente seguía torturándolo repitiendo aquello una y otra vez; como un doloroso eco. -Uhn... El tiempo vuela... ¿No? Lamento... Haber crecido... -Murmuró por lo bajo, de verdad creyendo que era su culpa aunque sonara absurdo.

En el fondo de verdad lo lamentaba. No solo él.

Cuando era un niño todo era más fácil. Cuando era un niño recibía y daba muchos mimos a su madre. Cuando era un niño no parecía fastidiarlo... Cuando era niño no sentía este dolor.

Para Ivlis no era diferente. Cuando Licorice era un niño las cosas eran mil veces más sencillas. Solo lo necesitaba a él, siempre acudía hacia él... Él era el mundo de ese pequeño diablo.

Ah, esos tiempos en el que los pensamientos dolorosos de un amor no correspondido no importaban.

Yo también lo lamento... Esto no debería estar pasando.

Se sentía una basura, no, menos que eso. Hizo el intento de limpiarle las lágrimas pero para cuando hizo el amague él ya se había levantado temblorosamente.

-¿Q-Quieres ir adentro? Está haciendo frío... T-Te prepararé té... Quizás eso te anime un poco... -Habló casi mecánicamente después de pararse y pensar en ingresar a casa. No se atrevía a verlo a los ojos ahora que se sentía tan miserable por solo existir. No necesitaba que lo viera llorar, a pesar de que sabía que él se había percatado de ese detalle.

¿La boda? ¿Su novia? No podía siquiera recordar algo de eso para detener su silencioso llanto. No mientras el eco de "No es de tu incumbencia" se repitiera una y otra vez.

-C-claro... Tienes razón... -No trató de sonreír, no podría aunque lo intentara.

Al momento de entrar después de él, se abrazó sobando sus brazos, no había notado el frío que estaba haciendo, no había estado en el mundo real desde que dejó que la tristeza saturara su mente. Si había podido estar tantas horas afuera sin hacer nada es porque para él las horas no habían pasado... Oh, sin duda ese es su mayor problema, no notó que tan rápido el tiempo pasó.

No había notado que con el pasar de los años ese niño dulce y cariñoso se había transformado en un hombre, curiosamente era con exactitud igual a la forma adulta que adquiría de niño. Pero todo parecía seguir intacto... Su suave hablar, su dulce sonrisa, su mirada, su brillante y dorada mirada... Tan idéntica a la suya... Con solo verla se sentía miserable, recordando que era el parentesco el que había entorpecido todo.

"Madre" escuchaba a lo largo de los años... "Madre" su palabra más odiada desde el flechazo, el veneno que lo estaba matando.

-En un rato vuelvo... Prepararé el té... -Anunció, el más alto, en la cocina, dándole igual quien sea que siguiera presente para ver si ayudó a Ivlis o no. Ahora parecía que el deprimido era él. Bah ¿A quién engañaba? Ahora había dos deprimidos en la casa.

-Esperaré... -Respondió sin ganas sentándose en la mesa.

Era afortunado de no estar compartiendo el cuarto con él ahora, porque sin haberlo notado había recuperado el llanto que ese día lo había apresado, esta vez más intenso, tan difícil de callar que solo recurrió a cruzar los brazos y esconder ahí su cara

¿Por qué, maldita sea? No tenía el más mínimo derecho a estar triste, no tenía el más mínimo derecho a estar comportándose así, no tenía el más mínimo derecho de herir de nuevo a Licorice, no tenía el más mínimo derecho a sentirse así... Su hijo trataba de ayudarlo, pero él solo lo empeoró.

En la cocina, Licorice no decía palabra alguna mientras iba recorriendo la habitación para buscar lo necesario para el té.

Siempre había odiado el silencio. Era un constante recordatorio de cosas malas. Cuando había silencio en su hogar, significaba que su madre estaría pasando algún mal rato en algún lugar donde no podía llegar o le recordaba los momentos de soledad donde ciertos sentimientos ya olvidados lo acosaban. Siempre tan incómodo, y hoy más que nunca lo odiaba.

Detestaba no poder decir o preguntar nada cuando hubo algún pasado en el que pasaba horas y horas riendo junto al de mechas rojas, odiaba que sus labios temblaran de ansiedad por compartir algún comentario o anécdota que lo animara mientras su mente le advertía que solo molestaría al adulto. Odiaba el silencio apresarlo mientras a quien adoraba estaba sufriendo a pocos metros suyos y solo podría ofrecerle un ridículo té.

-¿Uh? -Solo el sonido del té hirviendo fue capaz de hacer reaccionar sus sentidos y pensamientos. Suspiró pesadamente y se dedicó a colocar todo perfectamente listo para ofrecérselo en una taza.

Esperaba que esto ayudara al menos a calentar el cuerpo del adulto luego de soportar el frío de afuera. Estaba seguro que a eso se debía su ronca voz; o mejor dicho, prefería creer que era eso.

Apenas el sonido de los pasos llegó a los oídos de Ivlis, este se alarmó y se reincorporó limpiando con rapidez sus lágrimas.

-Aquí tienes. -Susurró bajo al colocar la bebida en frente suyo.

No dijo nada ni trató de preguntar más, en especial por haber notado su intento por ocultar que había llorado mientras preparaba el té. Aquel "No es de tu incumbencia" aun resonaba dentro de sí, avivando su impotencia y recordándole su lugar. A su vez, trató de darle espacio mientras iba a servirse el mismo su propia taza.

Ivlis fijó la mirada en la taza. Un té no era exactamente la cosa que más feliz lo haría ahora, pero era bueno para calentarse un poco y quizás calmarse.

Dio algunos sorbos sintiendo el calor atenuando en su interior, al principio le costaba tragar con el nudo en la garganta pero aquello fue cediendo hasta reconfortarlo un poco. -Gracias...

Luego de esas palabras la habitación se sumió en un profundo silencio, incómodo, con la tensión capaz de tocarse. Sus dedos golpetearon impacientes la taza, su mirada seguía clavada en esta, no se atrevía a mirar a Licorice después de lo ocurrido allá afuera, no tenía las agallas.

Deseaba que dijera algo, pero él seguía con la mirada gacha, perdido entre sus pensamientos.

No podía cumplir el mudo deseo del adulto, pues seguía sin atreverse a decir nada, cada vez sintiéndose más ahogado en aquella tensión.

"No es de tu incumbencia... ¡No es de tu incumbencia!... NO ES DE TU INCUMBENCIA"

Su propia mente no daba tregua a la continua tortura, asesinando cualquier inicio de charla posible. No sabía que más hacer, deseando que algo o alguien, lo que sea, pero que viniera y que rompiera ese silencio tan horrendo.

En momentos como aquel extrañaba a Emalf y Rieta, seguramente encontraría mejores consejos y consuelo para intentar arreglar esto. Era tan dolorosamente absurdo: aquella persona a quien idolatró por años, ahora le parecía un extraño que despreciaba su compañía ¿Que había hecho para merecer algo así? ¿Qué podía hacer para arreglarlo y ver a Ivlis feliz como siempre anheló?

Por favor di algo... Háblame de lo que sea, pero di algo.

Resonaba en la mente del de mechas rojas al tiempo que apretaba los dientes y su agarre a la taza se ponía tembloroso gracias a los nervios que lo carcomían.

Reficul suponía que ya se había marchado a dormir con su esposa, Rieta seguramente estaba haciendo lo mismo. Satanick... Estaba ocupado con su esposa, no lo culpaba, él había tratado de pedirle algo de diversión en la mañana pero al ver su amargura hizo bien al suponer que el momento era de todo menos el indicado para eso.

Últimamente las cosas eran así, casi no necesitaba de los cuidados de Licorice para librarse del diablo de ojos violáceos porque este se rendía fácilmente al verlo tan mal (No entendía el motivo de su rara muestra de piedad pero no se quejaba), cualquiera podría decir que parecía estar acostumbrándose más a estar con Lil.

Sonaba completamente estúpido, pero extrañaba ser acosado de esa forma para que al menos su hijo se dignara en aparecer. Ahora solo era "Revlis esto, Revlis aquello...". Le daba tanta rabia...

De pensar en eso, fue tal la euforia del enojo que lo invadió, que se bebió todo el té rápidamente y dejó la taza en la mesa aplicando tanta fuerza que sonó como un golpe que logró que el tan distraído diablo se encogiera en su asiento del susto. -Y... ¿Qué tal te fue con Etihw y Kcalb? -Por el bien del menor, era mejor ignorar que la forma de hablar de Ivlis se había tintado algo odiosa, como si no le agradara hablar del asunto y se estuviese obligando a preguntar.

Eso dolía... Pero no permitiría que ahogaran su voz con eso.

-B-bueno... Todo va bien. Etihw quiere acelerarlo todo... Hablaron mucho... Yo y Revlis casi no opinamos. -Si era sincero, su tarde con Revlis y sus padres, parecía un recuerdo tan distante y borroso en ese momento que su tono no mostraba ni un atisbo de la emoción que esperaría.

Usualmente, pensar en su novia siempre lo ponía feliz, pero ahora ni siquiera parecía afectarle el asunto. Como si la boda fuera algo ajeno a su persona.

-Típico de Etihw... -Kcalb según imaginaba hubiese estado calmado tratando de controlar la emoción de su esposa. Una sonrisa melancólica se le dibujó, envidiaba tanto la felicidad que tenían esos dos... Oh, cómo desearía él tener la misma vida feliz de ese par.

Pero... Ah, sueños inalcanzables.

-A-ah... Sí... La tía Etihw es muy efusiva ¿Sabes? Parecía que ella era la que se quería casar. -Quiso fingir una risa, pero conociéndose solo iba a delatar su incomodidad. -Ella, Grora, Ater, Arbus y las chicas acompañarán a Revlis a ver la ropa y decoración... Yo... Yo debía preguntar por quién me ayudaría con el traje. Tía Etihw insiste en que debería ser un familiar por tradición y demás... -Cuando llegó había soñado con decírselo a Ivlis, nada le hacía más ilusión que ello. El solo pensarlo ahora solo lo hería -N-No quiero ir molestando con eso... Así que por ahora solo puedo esperar, supongo.

Ivlis enarcó una ceja fijándose en la manera nerviosa que tenía de jugar con sus manos.

Al escuchar cada palabra suya las sentía carentes de emoción. Obvio que era culpa suya, quien sabe. Joder, desearía que Licorice no hubiese regresado ese día, no tendría por qué estar soportando esta amargura provocada por su egoísmo.

Respira, Ivlis... Intenta mostrar más interés. Es algo importante que cambiará la vida de tu hijo como él la conoce... Y la tuya también.

-Mh... Tal vez Emalf quiera ir. -Si era sincero, por más apoyo que deseara mostrar no soportaba la idea de acompañar a su hijo a trámites de su boda. No duraría ni dos segundos sin ponerse a llorar como imbécil y hacer el ridículo frente a todo el mundo. No es que se considerara a sí mismo un llorica pero... No, era mejor quedarse y guardarse esas lágrimas para la boda, así de paso las excusaba como "es un llanto de emoción". -No me malentiendas, sería genial acompañarte y eso... Pero no soy el indicado... -Agregó, dándose cuenta de que indirectamente estaba rechazando una invitación a ayudar que nunca le llegó.

Licorice trataba de mantenerse lo más firme posible mientras su taza temblaba entre sus dedos con cada palabra ¿Por qué? ¿Por qué tenía que estar pasando esto? ¿Por qué un día donde se supone debía estar felizmente compartiendo con su madre se había transformado en la pesadilla más horrible? Ni siquiera se había dignado en proponerle que él lo acompañara y ya lo estaba negando como si deseara dejar en claro que no quería participar.

Miles de pensamientos golpeteaban su cabeza, tenía tanto qué decir al respecto y tan poco que podía revelar en voz alta.

-S-Sí... Tienes razón. E-Emalf puede ayudar... Y quizás Glasses... O Rieta. S-siempre puedo confiar en ellos...

En estos momentos no podía mencionar que sí confiaba en él, pero que notó que no formaría parte de esto.

Era una boda... Su boda ¿No se supone que eso es importante? Etihw y Kcalb habían llenado de felicitaciones a su querida hija, la habían animado y habían festejado con ella ¿Por qué Ivlis reaccionaba diferente? No era así como se había imaginado todo... Él usualmente mostraba alegría y euforia en todo lo que le pasara, así fuese una obra escolar donde ni siquiera actuaba y solo se encargaba de las luces, una buena nota en un trabajo, etc.

¿Y la noticia de una boda no le causaba el más mínimo efecto? ¿Qué significaba eso? ¿Qué debería pensar?

-Y... ¿Cuándo será? Supongo que aún no tienen la fecha fijada. -Comentó al aire, jugando con la taza entre sus dedos. No es que deseara tumbarse en su cama a sentirse miserable y esperar a que el reloj sentenciara su condena junto a las campanadas de la iglesia y la marcha nupcial... Simplemente quería prepararse para el impacto de entregar a alguien más a aquel que consideraba el amor de su vida.

-Uhn... Tres días. Etihw dijo que eso era tiempo suficiente para todo lo que debían preparar. Hoy, mañana... Y pasado será la boda. -No estaba del todo de acuerdo con tan poco tiempo para la boda, sin embargo ella había comentado algo que no importaba el tiempo de espera porque el resultado sería el mismo. Daba igual si se oponía o no, Etihw no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. -Mañana será el vals, la despedida de soltero... Y pasado tendremos que probarnos la ropa. Tú sabes...

... ¡¿Tres días?!

Los ojos del diablo de flamas se clavaron rápidamente en el contrario apenas formuló esas dos palabras. Tenía que ser un chiste ¿Qué clase de loco organiza una boda en tres días? Y lo peor es que en uno de ellos se llevaría a cabo todo ¿Etihw tenía velocidad de un rayo o qué?

No, eso no importaba.

Perdería a su hijo en tan solo tres días, y hoy contaba.

No tenía palabras para describir el pánico que empezó a sentir al darse cuenta de esa horrible verdad. En tan poco tiempo vería al más joven abandonarlo y sin oportunidad de cambiar eso.

No... ¿Cambiar qué? No hizo nada para cambiarlo hace años y ahora que todo estaba fijado no tenía el derecho a intentarlo. Sin embargo... Él era Ivlis, y si bien pensaba las cosas dos veces antes de decirlas eso no lo detenía.

Tal vez por eso estaba en donde estaba.

-Tres días... -Volvió a repetirse en voz baja al tiempo que fruncía el entrecejo con furia. -¿Y no le dijiste nada a Etihw...? -Su voz temblaba de impotencia y enojo, lo cual puso aún más nervioso a Licorice ¿Y ahora qué ocurría con su madre? Era aterrador tener la sensación de que estaba por regañarlo debido a eso.

-B-Bueno... E-Ella no parecía querer detenerse. -Trató de excusarse ¿Por qué sentía que esto molestaba a Ivlis? -Y-Yo no...

-Ya escuché suficiente. No hace falta que digas más.

El corazón del joven diablo casi se detiene en el momento que se pronunciaron tan severamente aquellas oraciones cargadas de fastidio y pesadez. No, no tenía que llorar... Tendría que haber alguna razón para que Ivlis se sintiera tan inconforme, por no decir enfurecido, ante tal decisión.

El silencio que les siguió después era mil veces más tortuoso que el anterior. Mas no se volvió tan largo.

-No debiste haber vuelto del jardín Gris hoy... -Dijo secamente sin esperar ninguna respuesta de su parte. -No deberías haberme visto así, yo... No necesito que lidies con mis problemas... -No era desprecio lo que buscaba expresar.

Mi presencia no hace más que amargar tu existencia, no deberías juntarte conmigo tan seguido... No deberías tratar de animarme solo para que después el que termine mal seas tú.

No quiero eso...

Si es necesario que estés lejos de mí para que seas feliz... Entonces es lo que quiero que hagas.

Sin embargo... Para desgracia de Ivlis esas palabras no se interpretaron de la misma forma en la que las pensó, solo terminaron por desgarrarlo por dentro. Dolía incluso más que su primer rechazo. Incluso más que un "no es de tu incumbencia". Esto ya era más de lo que podría tolerar e Ivlis no se daba cuenta.

-Licorice... Yo sé que quieres que sea honesto... Así que lo seré. -Se levantó de la mesa, estar tan desarreglado le quitaba el aspecto imponente, eso estaba más que claro. -No quiero que te cases.

No quiero que me dejes...

Sí, es cierto que no podía cambiar nada, es cierto que su hijo ahora amaba a alguien más. Pero a pesar de eso, ya estaba cansado de tener que ocultarlo todo ¿Su hijo quería honestidad? Ahí estaba su honestidad tan directa y brutal como siempre lo fue.

No veía cómo confesarle todo podría arreglar su vida y darle un final feliz, pero tal vez... Tan solo tal vez... Si se lo decía él ya no sufriría. Ya no se sentiría miserable al comprobar cuantas mentiras y falsedad le daba con cada oración.

No deseaba ser humillado o arruinar su relación con él, eso era obvio... Lo amaba.

Lo amaba demasiado. Y por eso mismo dejaría de lado los pensamientos negativos de las consecuencias, dejaría de lado su orgullo y su egoísmo... Estaba dispuesto a arriesgarse si eso mermaba su dolor. Conocía a Licorice, aun si lo rechazaba... No sería cruel con él ¿Verdad?

Esperaba que así fuera, no podía permitirse otro error.

-No quiero que te cases p-porque yo... Y-Yo...

Te amo, te amo tanto que eso duele.

Pero no pudo terminar de decirlo. -Entiendo. Descuida... -Él bajó su mirada mientras igualmente se ponía de pie golpe. El de mechas rojas quiso confirmar aquello con un tonto "¿Realmente?" pero se vio tomado por sorpresa ante esa reacción tan repentina. -Tu "patético e inútil" hijo ya no te molestará más con la boda... Es más... Ya no te volveré a molestar con nada. -Por más que intentaba sonar como si no le afectara, cada sílaba estaba cargada de un dolor incontenible. Si ya había sufrido un corazón roto, esto solo había terminado por pulverizar hasta la última esperanza que había ocultado hasta ahora.

Frunció el ceño, mirándolo molesto y sin ocultar sus lágrimas. Difícilmente se enojaba con el de mechas rojas, pero la agonía que le provocaba era un veneno para su lengua.

-¿D-De qué...? ¿Q-Qué estás tratando decir? -Se quedó atónito ¿De qué hablaba ahora? Fue incapaz de percatarse tras unos segundos. Un momento, no... ¡Eso no fue lo que había querido decirle! Apenas lograba procesar por qué había agregado el "Patético e inútil" a la oración. Pero ninguna de sus palabras podía causarle tanto dolor como lo hacía su mirada.

El aura de ira se alzaba alrededor de su hijo y no podía hacer nada por bajarla buscando la raíz del problema. Licorice nunca se había "revelado" contra él, nunca le había gritado, era sorprendente que por primera vez le hablara así... Pero extrañamente no se sintió con las agallas de hablarle de la misma manera, no se sentía con el poder o el derecho de hacerlo. Sólo enmudeció sin oportunidad de contratacar debido a lo petrificado que estaba.

-¡¿Qué trato de decir?! ¡¿Por qué no quieres?! ¡¿Que?! ¡¿Te irrita comprobar que alguien ama a este inútil y patético?! ¡Para que veas que si existe alguien que si puede hacer aunque sea eso y más!

Su madre tan solo quería soltar todo lo que estaba pensando, pero cada cuestionamiento suyo le hacía ver que quizá lo que decía debía pensarlo dos veces ¿Por qué no pudo callarse la maldita boca? ¿Por qué justo ahora se le daba por decirlo? Que no soportaba verlo al lado de la hija del dios y el diablo, cuan profundamente sus ausencias le herían lenta y silenciosamente cada vez más desde el momento en que empezó a crecer.

Odiaba saber que ya no tenía el primer lugar en el corazón del oji dorado. Pero ¿De qué servía quejarse ahora? Lo hecho; hecho estaba, había sido removido y por alguien mil veces mejor.

Eso quería decir... Pero nada salía de su boca por más que eso quisiera. Finalmente, lo que lo sobresaltó más fue ver que Licorice dejó caer su taza, importándole nada verla quebrarse.

Casi podía identificarse con ella... Quebrada e indeseada, reducida a basura que nadie querría.

-¡Y descuida! Si tanto te molesta y no te interesa el tema ¡Pues bien! ¡Ya no vendré a verte! Ni por la boda ni por nada, total "no es de mi incumbencia" lo que te pase ¡¿Cierto?! ¡Serás libre de tu patético e inútil hijo al fin!

-¡P-pero...! -Quiso oponerse a la idea de no volverlo a ver y de nuevo no pudo ¡¿Por qué tuvo que causar todo esto?! Sentía su corazón siendo apuñalado una y otra vez. Quizás esto sería realmente lo que merecía, pero así fuera o no... No podía dejar que ocurriera ¿Pero cómo impedirlo? Si se sentía tan vulnerable ante sus palabras y su fría mirada. Ni siquiera pudo impedir que se empezara a alejar en dirección a la puerta de entrada.

-¡Y si me disculpas, iré a buscar a quien "sí es de mi incumbencia" y quien sí sea "el indicado" para lo que sea que necesite! Quién sabe... ¡Quizás aún exista alguien que esté feliz de verme y no me crea tan despreciable!

Su mano tocó el picaporte, pero no se atrevió a abrir la puerta todavía. Un sollozo lo hizo temblar y el dolor en su pecho lograba que pronunciar cada grito se sintiera como el mismísimo infierno.

¿Por qué está pasando esto?

-Yo... Yo estaba tan feliz con solo verte madre... Pero creo que a ti eso ya no te importa.

Y sin más, la puerta se abrió y seguidamente azotó al cerrarse, aunque ni eso despertó a Ivlis del trance en el que se encontraba al extender su mano hacia esta.

Ya era tarde para detenerlo.

Licorice ya se había alejado lo más rápido de allí y le daba igual con quien se encontrara de camino o no. Solo quería irse lejos para maldecir su propia suerte y corazón. Estaba tan ensimismado que ni se percató de cierto diablo que lo vio partir tan alterado. No le hubiera importado... Ya nada importaba.

Ivlis por fin había reaccionado, cuando las piernas le empezaron a fallar y la vista se le nubló de lágrimas se sostuvo de la mesa. Se sentía frustrado, herido, tan muerto... Quería gritar, golpear algo, simplemente correr tras de él... -¡Licorice yo no...!

No quiero que me dejes...

¡No había buscado esto! Tan solo ser sincero después de tanto tiempo ¿Así de mal terminó todo por eso? Su hijo literalmente lo había mandado al diablo y no lo detuvo por su maldita cobardía ¿Qué tan difícil era pronunciar una simple oración? ¿Qué tan complejo era un "Estoy enamorado de ti"?

¿Por qué lo tuvo que arruinar? ¿Por qué tuvo que hablar de más?

Por favor...

_..._

-¡Cucaracha! ¿Dónde estás?~

-Tienes que estar bromeando, hombre... -El diablo de flamas observó por el pasillo cómo Satanick se acercaba. Extrañamente no estaba corriendo ni se lo veía muy ansioso, pero de todos modos faltas para escapar no le faltaban. Aunque... No hizo falta, Licorice lo estaba acompañando hoy y no dudó en tomar su forma adulta para atravesar a Satanick con una de sus lanzas sin dejarlo dar explicación.

-Tú nunca aprendes ¿O no, basura? -Masculló con desprecio solo para fijarse en las flores que el diablo de Pitch Black llevaba en la mano y agitaba en el aire con suavidad mientras se reía lastimeramente.

-H-Hahaha... Y-Yo solo venía... A darle esto a la cucaracha... Ugh...

-¿Eh? -Ivlis parpadeó un par de veces procesando lo dicho. No entendía y prefería pensar que era una trampa. -Me estás jodiendo...

-Madre no es tan tonta como para caer en tus juegos. -Agregó al más joven cruzándose de brazos. No le creía ni media palabra ni tenía intenciones de dejarlo ir.

-¡N-No son juegos...! A-Ay mi cabeza...

-Explícate. -No es que a Ivlis le importara qué planeaba hacer con ellas, simplemente le picaba la curiosidad.

-S-Son un regalo... -En este punto Satanick ya estaba recuperando algo de su estabilidad, así que alcanzó a extender su brazo cerca de Ivlis dejando las flores en el suelo. Si, tal vez debió hacer esto en otro momento que Licorice no estuviese presente.

El diablo de flamas y su hijo se miraron de soslayo como si alguno de los dos tuviese una respuesta razonable.

-¿Y por qué tú querrías darme un regalo?

-¡A-Ay, cucaracha! ¡¿Tengo que pegarme un cartel en la frente para que lo entiendas?! -Chilló lloriqueando. Hoy no se sentía de lo mejor y la lanza atravesando su espalda no ayudaba mucho. -¡Porque te amo!

-¿Otra vez me vas a salir con eso? -Puso los ojos en blanco, alejando el dichoso regalo con uno de sus pies. Esta no era la primera vez que Satanick dejaba en claro sus "dudosos sentimientos" hacia él, no importaba cuantas veces lo dijera... Nunca era creíble. Es más, aun si fuese verdad la respuesta no cambiaría. -Satanick, creo que ya fui bastante claro al respecto con ese tema ¿No te parece?

-¡P-Pero...! ¡Te traje flores y todo! -No sabía si tomar en serio lo que el azabache decía, pero no por eso se contendría en volver a repetir lo mismo de siempre.

-Satanick... Comprende. No te escogería ni aunque fueses la última persona en el mundo. Cualquiera que se tenga aprecio a sí mismo no aceptaría estar con un sádico maniático como tú. Repito: Nunca de los jamases consideraría enamorarme de alguien que me hizo daño.

Licorice no hacía mucho más que mirar fijamente a su madre y de vez en cuando a su padre. No había qué preocuparse, sabía que el adulto dejaría a ese loco en su lugar. Aunque eso no significaba que no le irritara cada palabra insistente del oji violeta.

-¡Es por Siralos! ¡¿Verdad?! ¡Iiiiivliiiis! ¡Por favor!

El de mechas rojas chasqueó la lengua. Sus balbuceos ya lo estaban agotando y no le gustaba tener que recordar lo estúpido que había sido hasta la noche anterior.

-Aun sin él en el medio no te amaría. Por favor deja de hacerme perder el tiempo. Licorice se va en un rato y no quiero desperdiciar ni un segundo antes de eso ¿Verdad, tesoro? -El más joven asintió siguiéndolo. Reficul lo vendría a buscar en un rato para llevarlo a una visita a su mundo, quería pasar tiempo con su madre antes de eso.

-¡Pero...! ¡Ivlis! ¡M-Mínimo no me dejen así! -El susodicho no parecía escucharlo, al contrario de su hijo, quien no dejaba de fruncir el ceño por volver a oír su voz. -¡Te estoy demostrando que te amo! ¡¿Q-Qué otra cosa debo hacer?

-...Que lo amas, dices.

Ambos adultos enmudecieron, sorprendidos de que Licorice decidiera intervenir. Ni siquiera habían esperado que se acercara rápidamente al diablo azabache para desenterrarle la lanza del cuerpo con brusquedad y hacerla desaparecer.

Satanick sudó en frío, por su mirada fulminante suponía que lo volverían a hacer ceviche, pero eso no era lo que en realidad iba a ocurrir.

-Tú siempre dices "Te amo, Ivlis", "Te adoro, Ivlis", "Estoy enamorado de ti, Ivlis"... Y ¿Sabes? Es tan... Es tan gracioso. -Decía poniendo una sonrisa sarcástica que terminó por deshacer. -Pero yo sé que eso no es verdad. Tú no lo amas, jamás lo hiciste.

-¡Claro que lo hago!

-En ese caso ¿Quieres explicarme por qué tengo que seguir interviniendo entre ustedes cada vez que se te da por hacerle daño? -Alzó una ceja con la mirada aun posada sobre sí. Negó con la cabeza y se alejó de él, volviendo al lado de su madre para apoyar una de sus manos en su hombro y acercarlo. -Seré un niño, pero no soy idiota. Sé que lo tuyo no es amor.

-E-Erh... Cielo, está bien. -No deseaba prolongar más esto, y aunque se sentía halagado con sus palabras empezaba a sentirse extraño e inexplicablemente incómodo. -Él de todos modos no entenderá.

Sin embargo en su mirar se denotaba que no tenía intenciones de callar.

Ya había sacado a su madre del pesar en el que Siralos lo había hundido ¿No? ¿Por qué no hacer lo mismo con los acosos de Satanick? No sabía si era eso o era un intento desesperado e innecesario para recordar a su madre qué tipo de personas no merecían su amor.

-Amor... Bah, claro que madre lo merece, y tus tratos hacia él lo que no. Madre... Es maravillosa, es gentil, considerada, amorosa, se preocupa por los demás... No tiene por qué seguir soportando cómo lo acosas y tratas de lastimarlo en nombre de tu "amor". Es más ¿Sabes una cosa, "padre"? ¿Tienes idea de hasta dónde puedo llegar para cuidarle? ¿Lo sabes? -Hizo una pausa solo para demostrar su punto cargando a Ivlis, el cual apenas pudo ahogar un grito de sorpresa ante tal acción. -Te lo dije una vez, te lo volveré a decir... Es por la forma en la que lo heriste que te odio... Te detesto.

-A-Ah... C-Creo que eso ya lo dijiste muchas veces... -Mentiría si dijera que no le dolía, pero no es como si Licorice no lo hubiese declarado antes.

-Y aun así no lo entiendes... Al igual que no entiendes que amo a madre y quiero que esté a salvo... Que sonría, que se sienta seguro de sí mismo, que sea feliz. Pero, bueno... No me interesa qué hagas a partir de ahora, sigo dispuesto a detenerte en todo momento y continuar recordándole a madre lo mucho que vale.

Sin más, se retiraron dejando al diablo de Pitch Black, si bien algo shokeado con todo lo dicho, gritando a Medouco que lo ayudara porque la cabeza le dolía a horrores. Afuera ya estaba empezando a llover y eso no sorprendía a nadie.

-Q-Qué... ¿Q-Qué fue todo eso? -Licorice se sobresaltó, con todo el calor del momento había olvidado que su madre estaba escuchándolo. No tuvo el valor de mirarlo a los ojos ¡Tonto! ¡Debió haber dejado al estúpido desangrarse en el suelo en vez de tener que hacer todo ese treatrito tan patético!

Lloró en el interior. A veces era un lanzado.

-L-Lo siento... No quería avergonzarte o algo así. -Murmuró mientras lo dejaba bajar de sus brazos, dejándolo en el sofá y buscando la manera de excusarse sin entrar en pánico en el proceso.

Ivlis por otro lado no comprendía por qué a pesar de ya haber terminado el "ataque" su corazón no dejaba de retumbar y sus manos temblaban de nervios. La incomodidad de hace un rato seguía presente y revolvía su estómago. Ahora que lo pensaba... Sí se sentía avergonzado pero... De una forma muy extraña.

-Es solo que... Agh... -Se masajeó las sienes tratando de no alterarse, pero cuando tocaba el asunto del "amor" de su padre era imposible. -¡¿Todo le entra por un oído y le sale por el otro?! ¿Qué tengo que hacer para que deje de ser tan molesto? Lamento si solo lo empeoré y se pone más insistente, madre... Creo que las palabras no son lo mío, es más fácil hacerlo brocheta.

-De hecho... Eso fue muy tierno... -Sonrió tenuemente al llevar su mano a su hombro para hacerlo voltear a verlo. -Repentino y no en el mejor de los momentos, pero tierno... Tú... ¿Realmente crees esas cosas?

-¿Uh? ¡Claro que lo hago! No fue solo para molestar a la basura... -Le encantaba molestarlo, sin embargo ese no era el motivo principal por el cual decidió soltar todo lo que pensaba.

Adoraba a Ivlis y le indignaba escuchar tales palabras estúpidas sobre lo que supuestamente era el amor. Él sí lo sabía, lo vivía cada día que estaba junto al diablo de flamas, no permitiría que alguien más le alegara sentimientos tan hermosos de una forma tan burda e incorrecta.

Ivlis merecía mucho más que lo que su padre trataba de darle.

-¡Dame un descanso de tu sinceridad! -Exclamó entre risas, contagiando con ellas a su acompañante. -Apenas me recupero de ayer...

-Me pides demasiado. -Suspiró al calmar su risa. -Te dije que me gusta recordarte cuan valioso eres ¿No? -Ivlis respondió con una media sonrisa, dejándose abrazar cálidamente.

-Me vas a mal acostumbrar ¿Y qué haré cuando te vayas de casa y no tenga a quién me lo recuerde?

-Para ese entonces lo habré hecho tantas veces que hasta tú vas a creértelo. De todos modos... Eso no pasará. -Aseguró jugando mimosamente con el cabello rojizo del contrario entre sus dedos. -Nunca podría abandonarte, madre... Siempre serás lo más importante para mí.

Él no dijo nada, prefirió acurrucarse en su hijo y dejar que la alegría intoxicara su alma hasta hacerlo sonreír ampliamente entre sus brazos.

Empezaba a hacerse una idea de quién era aquel que merecía su amor.

_..._

Tú dijiste que...

La impotencia y el dolor que sentían eran tales que sin percatarse, en sus manos ya se había materializado una lanza y con ella hizo caer la mesa de un solo golpe, descargando de esa manera las emociones que lo estaban torturando sin descanso.

El dolor, la impotencia, el arrepentimiento... No podía con todo eso. Deslizándose hasta el suelo y cayendo de rodillas sin soltar el mango del arma, sollozó desgarradoramente.

No importaba el mueble roto... Su corazón estaba igual.

-¡POR FAVOR NO ME ABANDONES! N-No... N-No me abandones... Licorice...

Amor... Había tenido un concepto tan amargo de él a lo largo de su vida... Y justo cuando empezó a creer que lo viviría de una manera más dulce... Todo volvía a ser igual que antes.

Dijiste que no me abandonarías...

Mira lo que causaste, Ivlis...

¿Ya estás satisfecho ahora?

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_

¡ALELUYA, TERMINÉ! No quedó como yo lo imaginaba, pero... Tampoco lo odio.

¿Les gustó? :D

Lectores: ...-Le tiran tomates. -¡YA NOS TIENES HASTA LA PUTA MADRE CON TU PINCHE DRAMA DE LA ROSA DE GUADALUPE!

>:'u ¡Ay! ¡Yo dije que este fic tendría muchos malentendidos y drama!

Me alimento de las lágrimas de los personajes. (?)

Ahora... Los próximos dos capítulos serán en el mismo tiempo, pero en diferentes puntos de vista y escenas.

¿A quién quieren ver sufrir primero, corazones?:

>Ivlis.

>Licorice.

COFCOFElijanALicoriceCOFCOF (???)

Sin más que decir, hermosos... Me despido ¡Bye-Bye!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top