Capítulo I: Si no me importara

¡Hey, he vuelto! ¡Primer capítulo ya! Me emocioné mucho con subir el fic y decidí adelantar todo lo que pude mientras tuviese inspiración.

No tengo mucho que decir, salvo que estoy conforme... Aunque no tanto, y que no esperen tanto drama ahora, pues es apenas el comienzo de todo.

Aclaro algo; Revlis/Silhouette no está confirmada como la hija de Kcalb y Etihw, pero su apariencia la hace parecer tal cosa y el fandom ya la ha tomado como tal. Así que en este fic ella es su hija. Es mitad diosa y mitad diablo, por lo que en varias ocasiones me referiré a ella como Semi Diosa o Semi Diablo, preferentemente la primera, pues su apariencia tira más.

Tiene unos 4 años menos que Licorice, pero este ya alcanzó la edad en donde ya no puede crecer más (Recuerden que es inmortal) y Revlis la de la adultez, así que no hay problema en que estén juntos.

¡Cómo siempre! ¡Dedicado a mi hermosa senpai Misa!

Me disculpo de antemano por repetir palabras y errores gramaticales u ortográficos. Me falta mucha práctica y leer más el diccionario :')

En los capítulos:

Negrita: Resalta algo.
Cursiva: Flashbacks, pensamientos (Esto depende de qué punto de vista estemos viendo).
Cursiva negrita: Citas, fragmento de canciones.
(...): Cambio de escena o salto temporal. Tendremos muchos de esos en este capítulo :v
_..._ :Indica que empieza un flashback y luego le da fin.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Ellos se ven tan hermosos juntos...

Fue el pensamiento más concreto en su mente cuando los observó con melancolía y aflicción.

Ella... Tan delicada, tan hermosa, con esa tierna sonrisa en su rostro. Era una jovencita tan pura y adorable. Era lo que él nunca podría llegar a ser... Revlis era prácticamente la viva y clara imagen de sus dos padres. Tenía esos orbes grises, que a pesar de su aburrido color... En ella lucían un brillo vivo y agradable a plena vista. En su piel pálida de porcelana un ligero rubor rosado se asomaba cuando reía y soltaba su melodiosa voz. Sus rizos caían suavemente en sus hombros dándole el aspecto prolijo y elegante de una muñeca.

Su imagen impecable, su personalidad inocente y educada, su estatura, su porte femenino y agraciado. Y su imagen no era solo un espejismo de su personalidad ¡No! ¡Para nada! Quien la conociera quedaba encantado tanto por su belleza exterior como interior.

Tan risueña... Tan amable y gentil. Ella contagiaba sonrisas a todo aquel que se le cruzara.

Es perfecta... Casi tanto que podría odiarla.

Él... Caballeroso, educado, con una usual expresión tranquila y apacible. De carácter maduro, a veces fácil de hacer enojar dependiendo de la circunstancia.

Era respetable y noble ¿Cómo no lo sería? Si ya de por sí su imagen ayudaba, su personalidad era la que terminaba de imponer el respeto. Curiosamente, no daba miedo, era agradable y quien sea podría describir lo amigable y decente que era.

El diablo más joven existente, con preciosos ojos dorados... Y esa mirada que lo hacía derretirse al instante, enseñando ese destello infantil que no lo abandonaba, esa sonrisa sincera y cálida que siempre había sido dedicada solo a él.

Sí... Alguna vez él sonreía así solo por mí.

Nadie dudó un instante cuando ellos dos se conocieron. Nadie por un segundo se detuvo a pensar "Quizás no...".

No.

Con solo verlos jugar juntos entre las flores y bajo el cielo azul supieron que estaban destinados a estar juntos ¿Cierto? Porque ambos eran perfectos, entrelazarían sus vidas, harían nacer con ese joven amor un futuro brillante.

¿Quién cuestionaría ese amor joven, inocente y puro? ¿Quién no era capaz de pensar "Ojalá dure por siempre" al verlos tomados de la mano o verlos al lado del otro?

Oh, cierto... Había alguien que sí lo pensaba.

Soy un idiota...

¿Y él que era? ¿Masoquista? ¿Por qué seguía mirando a la pareja feliz hablando amenamente en sus narices? Apretó la manija de su taza visualizando a Licorice besar la mejilla de la semi diosa con cariño, causando en ella una risilla encantadora y un rubor tenue. Maldición, esa simple imagen ante sus ojos hacía que en lo más profundo de su pecho su corazón sintiera una dolorosa punzada.

Enfermizamente adorable...

¿Por qué? ¿Por qué no podía aceptar que su hijo era feliz? Había encontrado el amor finalmente, estaba con alguien ideal, una chica de ensueño, una que cualquier padre aprobaría hasta en un insano juicio ¿Tan difícil era sentir la más mínima sensación de alegría por verlo así?

Duele... Duele demasiado.

Casi parecía que se estaba volviendo adicto a este tipo de dolor, tal vez buscaba recordarse con ello para toda la vida lo estúpido que fue... Sí, quizás era eso, un auto castigo ¿Castigo por qué...? Bah, daba igual, ni él podía encontrar la respuesta a esa interrogante.

Ni Siralos o Satanick... Nadie... Nadie había provocado antes tanto sufrimiento en su vida como él. Nadie con inocencia y sin oscuras intenciones decidió ser feliz solo para hacerle daño.

Ningún insulto, humillación o tortura física se comparaba a esto.

Dificultosamente, Ivlis tragó el café frío de su taza, la cual por cierto no había tocado desde que la preparó. Se había distraído tanto que la había olvidado por completo. Si era honesto, con todo ese amor a su alrededor no se sentía con apetito, y mucho menos capacitado para tragar algo con ese nudo en la garganta... Pero de igual modo se forzó para beber y así disimular un poco.

-Ivlis... ¿Seguro de que está todo bien? -Indagó la diablesa peli blanca. Ella siempre le solía acompañar en este tipo de situaciones cuando llegaba de visita, por eso mismo era tan incómodo ensimismarse en su sufrimiento solo para después despertar de su trance y percatarse de que justo a su lado tenía a Reficul preocupada por él.

Ivlis le hizo un gesto rápido e indescifrable que para él era un "Todo bien".

Ella lo sabía... No estaba bien, pero su sutileza no le permitía insistir y se limitó a guardar silencio como sabía hacer mejor en este tipo de situaciones mientras se fijaba en que la mirada de Ivlis cambiaba drásticamente a una inquieta.

Al mirar a la misma dirección supo el por qué.

Su hijo se estaba acercando.

-¿Madre? -El joven diablo llamó tímidamente, notando que quizás Ivlis se encontraba algo ido, siendo ignorante de que era innecesario llamar la atención que ya había ganado desde hacía ya largo rato. -¿Podemos hablar un segundo tú y yo? Uhn... Sólo si ustedes dos no están ocupados. -Bajó la voz con pena pues no quería interrumpir nada entre su madre y su tía.

Ivlis enarcó una ceja, mirando de reojo los gestos nerviosos de Licorice al jugar con sus manos y mirar de soslayo unos cortos instantes hacia la sala donde la linda semi diosa tarareaba sentada en un sofá. Reficul no puso queja y asintió indicándoles un sitio más alejado. Ivlis se levantó dando a entender que aceptaba y formuló un seco murmullo en el cual trató de decir "Sí, como quieras."

La albina dio un respiro y negó con la cabeza a modo de resignación. Ya no había remedio.

El de mechas rojas no sabía bien de qué se trataba todo esto, pero a pesar de todo lo que le estaba ocurriendo últimamente seguía siendo el mismo diablo que con tanto amor crío al niño que ahora era un adulto ¿Sería normal en él rechazar aquello? Aunque, más que por mantenerse a raya de lo que era común de su parte; tenía genuina curiosidad y se dedicaría siempre a escuchar lo que Licorice le quisiese decir.

-¿Qué ocurre, cariño? -Sonrió falsa pero cálidamente, mermando de a poco la euforia que notaba en él.

Licorice suspiró como quien se liberara de una pesada carga, y sin apartar la mirada de Ivlis continuó. -Verás... No quería hablar de esto con nadie aún porque es muy importante y quería decírtelo primero para saber qué es lo que piensas. -El de mechas rojas asintió para demostrar su interés sincero. -Estuve pensándolo mucho tiempo y... Quiero pedirle a Revlis que se case conmigo.

¿Q-qué...?

Esas palabras bastaron para azotar con toda la brutalidad del mundo su alma. Sus piernas temblaron un segundo pero supo controlarlo, su mirada sorprendida en ese semblante feliz no daban paz a la situación.

¿Pero y qué? Ya sabía qué cosas tenía que decir, las tenía tan claras...

-Ya sabes, soy... Soy un adulto. Y ella y yo llevamos años juntos, creo que ya es hora... -Decía aquello con un tono tan nervioso y persuasivo que Ivlis no podía evitar creer que él esperaba una aprobación de su parte. Su respuesta de corazón era más que obvia para sí. -Pensaba hacerlo hoy... ¿T-tú que crees? ¿Es muy apresurado?

NO, MALDICIÓN, NO.

-No te excuses, cariño... ¡Es maravilloso! E-Estoy feliz por ti. -Dudó de lo que dijo apretando su brazo. No, no dudó, supo desde que comenzó a formular las oraciones que mentía descaradamente, montándose la farsa más grande de una madre que apoyaba a su hijo. -Ve y díselo. Estás muy emocionado, puedo verlo. Aprovecha eso y dile todo lo que sientes... D-dile que quieres pasar el resto de tu vida con ella.

Dile que ella es la única.

Ni él se creía la cantidad de mentiras que escupía con tanto atrevimiento.

Pues, cómo... ¿Cómo ser tan hirientemente sincero si el aura de alegría de Licorice se sentía intocable a sus ojos?

Dile que la amas solo a ella.

Ese abrazo que recibió cuando dio su respuesta final fue como una derrota agridulce, había dolido tanto... Que de dulce no tenía nada. Solo amargura y tensión en un burdo intento de consuelo para sí mismo.

Dile... Dile que te irás con ella.

Licorice era tan dulcemente fiel a él, no debería extrañarle que acudiera a su "adorada madre" para pedir una aprobación antes de dar un paso tan importante como aquel. No podía levantar sospechas con una mala reacción. No, sería fuerte.

Él se ve tan feliz...

-¡Muchas gracias, madre! -Con ilusión en su mirar y la alegría en sus venas, el más joven se alejó a paso apresurado, dejándolo sonriendo falsamente en el lugar hasta que la escena que se fue desarrollando cuadro por cuadro acabó por deformarla a una mueca triste.

No pudo siquiera darse cuenta que aquella falta de emoción que creyó ver en su madre no se debía al cansancio o al hecho de que él ya estaba grande y el compromiso era quizás algo que ya se veía venir.

¿Por qué...?

No tuvo las agallas de huir cuando pudo de esa horrible situación ¿Por qué sus pies no se movían? ¿Acaso es que él no quería...? Tal vez era eso y sí estaba petrificado y condenado a observar con detalle cada reacción o actuar de ambos jóvenes enamorados.

Lo había visto paso por paso...

Licorice se arrodilló frente a ella, quien aun se mantenía educadamente sentada con las piernas cruzadas mirando con curiosidad a su amado sin entender al principio el porqué de esa posición, quien por cada palabra que pronunciaba hacía que sus ojos se aguaran y una sonrisa se expandiera en su rostro.

Revlis saltó llena de dicha a los brazos del diablo exclamando "¡Sí, sí, sí!" y lo besó con todo su amor efusivamente, eso decretó lo obvio junto a la mirada tan cariñosa y esperanzada que él le dedicó cuando se retiró a paso rápido entre risas y chillidos emocionados, probablemente para ir a dar las noticias a los padres de la semi diosa como toda buena pareja haría.

Parecía estar en trance, solo agitando su mano lentamente como despedida hacia un pasillo ya vacío donde lo único que quedaba era una imagen grabada solo en su cabeza.

Supongo que... Ya es el fin ¿No?

-Ivlis... -Una mano tocó su hombro con suavidad. Reficul, testigo de todo, dirigió sus orbes rubí al rostro gacho de su compañero, esperando que mínimo la levantara o se dignara en decir algo que explicara su raro comportamiento.

¿Por qué...? ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUÉ?!

-¿Ivlis...? ¡¿Ivlis?! -Repentinamente, cayó de rodillas frente a sus ojos estallando en un descomunal y lastimero llanto que jamás... Jamás había visto proveniente de él. Retrocedió ante esa visión debido al miedo que le propinó esa inesperada reacción, sin embargo no pasaron tantos segundos para que actuara y se agachara rápidamente a su altura, posando sus manos en sus hombros con esperanza de que eso calmara su llanto, dando un mensaje de "Sigo aquí. Puedes hablar..."

No fueron respuestas lo que obtuvo, sino un fuerte abrazo desesperado que correspondió con suavidad segundos después de procesar aquello, dando palmadas a su espalda.

Tal vez ella lo sabía, quizás dudaba... Daba igual. Reficul tenía entendido algo, y era que no podría sacarle nada con facilidad. No importaba que tan observadora o buena interrogadora fuese... No necesitaba más que su sentido común para saber que en este problema desconocido ella no podía intervenir a resolverlo.

Lo mejor era dejarlo llorar.

Sí, eso mismo quería.

Llorar... Llorar hasta secar sus ojos, hasta secar su corazón y así tal vez tener la fortuna de no sentir para llevar lejos ese dolor asfixiante que oprimía su pecho hasta sacarle alaridos de tristeza.

Oh, pobre iluso.

Desgraciadamente para él, con vaciarse de agua esta no se lleva consigo sentimientos tan fuertes. Las lágrimas no eran como la lluvia o un río caudaloso que arrastra consigo hasta a la criatura más habilidosa en el nado.

Así de estancado estaba su pesar.

-H-Haha... S-Soy l-la peor madre d-de todas... -Alcanzó a murmurar entrecortadamente.

Piedad... ¿Era tan difícil que la vida le tuviese la más mínima demostración de maldita piedad? No pedía mucho, tan solo que su corazón cayera en las manos correctas.

No... ¿Qué estaba pensando? Claro que eran las correctas ¿Cómo no serlo?

El único problema era que para él... Fue un error.

No era justo, para nada ¿Por qué él? Después de tantos años su corazón se había visto flechado de la manera más bella y pura en alguien que sí lo apreciaba.

Él... Que siempre había estado a su lado sin importar nada, él... Que a pesar de lo patético y despreciable que era se quedó a mermar su miseria, él... Que con su inocencia, cuidado y devoto amor iluminó su mundo... Él...

Licorice...

Su hijo.

(...)

-No puedo esperar a ver sus reacciones... Oh, estoy tan feliz, cariño.

Licorice simplemente se limitó a sonreírle dulcemente a la albina, cual apoyaba cariñosamente su cabeza en su brazo y recibía mimos a la vez.

Aun no creía que de verdad ella hubiese aceptado. La conocía lo suficiente para saber lo cursi que era. Casi podría calificarla como una típica princesa de los cuentos de hadas y ella se lo tomaría como un halago... Sin embargo, de todos modos estuvo en dudas, o sea... Su casa no era exactamente el ambiente más romántico e ideal para proponerle matrimonio a una dama tan distinguida social y biológicamente como ella, no obstante ella de todos modos aceptó encantada y se lanzó a sus brazos en pleno llanto de alegría.

Incluso ahora no dejaba de verse tan alegre y ensoñadora o de decirle cuanto la amaba.

Ay, ternurita...

Era extraño, estaba feliz pero no podía decir que se sentía tan emocionado como ella ¿Sería porque él ya lo estaba planeando desde el principio y ella actuaba por la sorpresa? Tal vez sea eso.

-Yo también lo estoy... Solo espero que no me pidan algún tipo de desafío o prueba de valor para eso. -Rio divertido y nervioso, dudando seriamente si su suegra sería capaz de imponerle algo así. Revlis era prácticamente algo así como una princesa en el Jardín Gris, no sería sorpresivo que Etihw lo obligara a algo por el estilo.

No lo parecía... Pero ella era algo entrometida con su relación y llegaba a asustarlo.

Ahora entendía por qué su madre se rindió tan fácil hace años con solo verla. Cuando se lo proponía era aterradora.

-Oh, lo dudo. Las etiquetas por especie no tienen importancia aquí ¿Qué más da? ¡Además, no es como si fueses una raza inferior! -Agregó risueña.

Hey, si un diablo y un dios pueden estar juntos, y un ángel y un demonio pueden casarse... Una semi diosa y semi diablesa puede casarse con un diablo híbrido ¿No?

Al llegar a las entradas del castillo, la pareja fue devolviendo saludos a cada ángel o demonio que les daba la bienvenida o simplemente saludaba por pura cortesía.

Licorice ya era bastante conocido por allá por la frecuencia en la que visitaba ese mundo, su agradable personalidad, la identidad de sus padres y por su relación con Revlis, así que no había quien no supiese quien era.

Y Revlis... ¡Vamos! ¿Quién no conocería a la adorable hija de Etihw y Kcalb? Todos la adoraban tanto como a sus otros dos gobernantes. Era imposible que alguien no se viese prendado de la gentileza y ternura de la albina.

-Licorice... Sobrina. -Saludó cortésmente, Wodahs, haciendo una leve inclinación apenas los vio llegar a la puerta. Licorice hizo el mismo gesto y Revlis se lanzó a los brazos de su tío el cual rio devolviendo el abrazo. -Te noto feliz, Revlis ¿Se debe a algo en especial? -Indagó con un tono calmo y juguetón en lo que entraba con ellos y les seguía el paso.

-¡Sí! ¡Tengo buenas nuevas! Quiero decírselo a mamá, papá, tía Grora y tú al mismo tiempo. -Anunció a lo que el ángel jefe asintió sin más.

-Espero que no sea repentino. -Añadió el más alto con algo de pena. Si era honesto, así todos aprobaran su relación... Temía por reacciones escandalosas.

-No te preocupes. Mi hermano, Dios y Alela están en el salón privado en este momento. No hace falta buscar a nadie, así que llegan en un momento adecuado.

En cuestión de segundos, los tres estaban frente a la puerta del salón. Etihw jugaba Othello con Kcalb, este no parecía estarle ganando pero no le importaba mucho porque tenía un pastel en las manos, y Grora le hacía de juez por si hacían trapa mientras lustraba su arco.

-Hermano, Dios... Cariño. Revlis y Licorice quieren decirles algo. -Declaró dejando el asunto en las manos de los jóvenes para poder ir al encuentro de su baja novia, quien bajó de un salto de su asiento para caer en sus brazos y saludarlo.

Ambos superiores dejaron el juego y pusieron miradas sobre la pareja.

Etihw fue la primera en hablar. Incluso con la vista fijada en ellos fue capaz de evitar que Kcalb moviera una pieza abofeteándole la mano. -¿Sí? ¿Qué ocurre?

-¡Eti! ¡Eso dolió! -Se quejó sobando su mano. No era justo... ¡¿Cómo es que se dio cuenta?!

-Soy Dios, Kcalb. Yo lo sé todo. -Respondió a sus pensamientos con una sonrisa burlona que el diablo decidió ignorar mascullando cosas. De nuevo toda la atención fue hacia Revlis y Licorice una vez que ambos padres se acomodaron en sus asientos de manera que pudieran verlos. -Lamento eso. Adelante, pueden decirnos lo que quieran.

-Bueno... Mamá, papá... -La joven miró abajo con nervios. Cielos, era más sencillo haberse visualizado dando el anuncio con chillidos felices que hacerlo de verdad. Afortunadamente, su novio apretó cariñosamente su mano para indicarle que no se preocupara, que él hablaría. Ella lo miró como agradeciendo, y con un asentimiento suyo carraspeó la garganta para hablar.

-Tío Kcalb... Tía Etihw... Le pedí matrimonio a su hija, y deseaba darles la noticia y mínimo saber si aprueban esto... Ya saben, que me case con ella.

No necesitó más. La habitación se llenó de silencio, únicamente roto por el sonido de Kcalb tirando su pastel accidentalmente al piso y los chillidos contenidos de Etihw, la cual sonreía ampliamente mordiéndose el labio inferior, con sus ojos brillando de ilusión y sus brazos temblando cerca de su pecho.

...Creo que eso es un sí.

-...Oh, creo que te traeré otro en un rato, hermano. -Dijo el peli gris al notar el pobre pastel en el suelo.

Ah, chocolate desperdiciado... Locamente, a Kcalb le valió verga.

-¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ Y UN MILLÓN DE VECES "SÍ"! -Exclamó la diosa eufóricamente al bajarse de su asiento y correr hacia ambos para abrazarlos de forma asfixiante a lo cual solo Revlis respondió encantada y risueña, porque Licorice se estaba aplastando.

Carajo... ¿Cómo es que su novia soportaba la fuerza de su madre?... Cierto, era abrazadora compulsiva, estaba entrenada para ello.

Por suerte, fueron soltados segundos después... Por desgracia, sus oídos pagaron el precio con sus gritos desaforados.

-¡¿Lo escuchaste, Kcalb?! ¡Van a casarse! ¡CASARSE! ¡No lo puedo creer! ¡Por fin! -Era tal su emoción que no se percataba de que su esposo seguía en shock como para siquiera notar que se le había caído su postre. Y miren que eso es grave, eh.

-¡Esto es maravilloso! ¡Felicidades, Revlis! -Grora se unió a la celebración abrazándola también. Parecía pacífica y feliz, pero apenas levantó una sombría mirada mientras seguía abrazándola, Licorice sudó en frío y consideró mantenerse alejado. -Si la hieres te dejaré con una corona de flechas permanentes en la cabeza ¿Entiendes? -Masculló terroríficamente con una voz de ultratumba que puso la piel de gallina al novio, pero que sobrenaturalmente Revlis no llegó a escuchar por estar perdida en su propia euforia.

-A-Ay, Vicers, ten piedad...

Bien, Etihw daba miedo de por sí, no necesitaba ahora que Grora se uniera a la causa de asustarlo.

-Estoy muy feliz por ustedes. Sé que serán felices. -Entre todos, Wodahs era quien reaccionó más calmadamente sin perder el aire de sosiego y la sonrisa en su rostro. Mientras su sobrina fuese feliz, él lo aprobaría. Además, Licorice le inspiraba confianza... No había razones para actuar como su novia.

-¡Muchas gracias! Nos alegra que lo estén tomando bien ¿Verdad, amor? -Preguntó la oji gris a su futuro esposo.

-Me alivia y me hace feliz...

-¿Aliviarte? ¿Qué creías? ¿Qué te iba a obligar a hacer demostraciones de valía para ganarte la mano de mi hija? Ni que fuera tan medieval. Soy una madre moderna, querido.

Ok... No entendía cómo es que su suegra adivinó, pero lo relacionó a su sexto sentido femenino y el hecho de que era una diosa.

En cierto modo sus palabras lo aliviaron pero le despertaron un sentimiento de incertidumbre. Ni idea de por qué.

-Además... ¡Eres un primor! No te pareces en nada a tu padre como para que deba probarte o algo así ¿Verdad, Kcalb? ¿No es Licorice un caballero?... ¿Kcalb? -Al no obtener respuesta volteó a verlo aun congelado y tratando de decir algo que no fuesen balbuceos. -Bah, déjenlo... A la larga reaccionará y le dará sus felicitaciones.

El joven diablo sintió pena por él. Él siempre había sido muy neutral con todo, tranquilo y hasta buen consejero. Podía confiar en él sin problema. Se sentía mal por hacerle pasar semejante "trauma", pero en su defensa no esperaba que se molestara o que la noticia le afectara tanto. -Si tú lo dices... -Se alzó de hombros dando la razón a Etihw. Ella era su esposa, seguro lo conocía lo suficiente como para tener la razón ¿No?

-Siempre supe que este día llegaría... -Suspiraba soñadora como si la novia fuese ella. -Ustedes siempre estuvieron destinados a estar juntos. No cabe duda de que el hilo rojo está atado en los dedos de ambos ¡Por algo se han conocido! -Seguía musitando ensimismada en el vigoroso éxtasis de alegría y orgullo, provocando con sus palabras que Revlis mirase de reojo a su novio con profundo cariño, el cual no comprendía... ¿Por qué se sentía incómodo?

¿Por qué dudaba...?

El hijo rojo, uh...

-Oh... Pero... ¡Esperen! ¡No tenemos nada organizado aun! -Dijo de pronto, cortando con el ambiente sosegado. -¡No se preocupen, yo me encargaré de todo para que esta boda sea lo más pronto posible!

¡Un minuto! ¡¿Qué?!

-E-Espera... Tía Etihw... -Licorice hizo el intento de detenerla, pero fue tarde.

-¡Tenemos tanto por organizar! ¡El salón, la comida, el pastel, el traje, el vestido, la luna de miel! -Enumeraba y enumeraba más cosas sin prestar atención a como la pareja se miró panicada, conscientes de que estaban más que jodidos porque ella no los iba a escuchar o dar el brazo a torcer. -¡Wodahs! Tú te encargarás de la comida, Alela y yo vamos a decorar el salón... En lo posible pediremos ayuda a Rieta, Kcalb hablará con Justim y Vicers para que vengan a bendecir la boda, yo personalmente me ocupo de las invitaciones, las despedidas de solteros y por supuesto ayudar a mi querida con su vestido. Supongo que... A Licorice lo ayudará su familia ¡Ay, no puedo esperar!

-M-Mamá, creo que vas muy de prisa...

Y de nuevo, fue como hablarle a una pared. -¡Y el vals! ¡Oh, el vals! ¡No podemos hacer una boda sin un vals! Imagino que Licorice no sabe bailar, Revlis apenas sabe algunos pasos... ¡Podemos hacer una reunión donde bailemos y practiquemos! ¡Oh, será maravilloso! ¡Estoy segura de que en tres días como mínimo podremos verlos casados! -Ella estaba tan contenta, era imposible frenarla. Se comportaba como una chiquilla de 6 años que había ingerido toneladas de azúcar.

Los dos ángeles sentían algo de lástima por los novios, pero entre la desaprobación de Etihw y la explosión de alegría que era ahora... La segunda seguía siendo la mejor opción. A la larga se acostumbrarían.

-Daré lo mejor de mí para esta boda. -Sentenció el peli gris, dirigiendo al diablo y a su sobrina una mirada que decía "Perdónenla." No desobedecía las órdenes de su diosa así fueran las más locas e inimaginables. Se la notaba con deseos arraigados en planificar ella sola todo, lo cual, si era honesto, era quitarle el peso de encima a los novios. Bien sabido tenía cuan agotador y estresante era decidir una boda.

Que si el vestido, que si las flores, que si el lugar, que si los invitados... Era tan jodido.

Etihw se encargaría de todo con sumo placer y eso les ahorraba dolores de cabeza.

-Pts... Licorice... -Kcalb por fin dijo palabra, haciendo señas al joven diablo para que se acercara, aprovechando la distracción de los demás. -Te apruebo, lo sabes, pero... ¿No vas a decirle nada a Etihw? -Lo vio parpadear confundido. -Ya sabes... Está adelantando todo.

-Oh... -Licorice se fijó en ella de reojo, pero no pudo hacer más que suspirar con desgano como si no hubiera remedio para la situación. -Aun si lo hiciera ella no cedería. Tú la conoces mejor que yo, tío. Deberías saberlo.

-Sí, supongo que sí... Estaré feliz de que seas mi yerno oficial. -Una sonrisa leve y cálida adornó lo que antes era una expresión seria, contagiando apenas con ella.

Kcalb no era ningún tonto...

En los ojos de Licorice se notaba que no estaba contento o conforme. No sabía por qué, no deseaba preguntarle y meterse en asuntos muy personales. Su sobrino era un adulto y sabría qué decisiones tomar y cómo manejarse ¿Verdad?

Esperaba que así fuese... Y que mínimo tomara las correctas, no como su madre.

-Gracias... -Y desde ese momento en que ambos callaron, todo se resumió en un solo tema: La bendita boda.

(...)

-¡Oh, Kcalb! ¡Estoy tan emocionada! -En cierta parte del castillo, la sala para ser más específicos, Etihw bailaba rebosando en alegría y contagiando con ella a Grora.

Su esposo la miraba desde su asiento con algo de fastidio. Hace apenas un rato habían sido notificados que su hija se casaría con su pareja y desde entonces que la diosa no dejaba de chillar ensoñadora como si se tratara de su propia boda.

Entendía que estuviese tan feliz, él lo estaría si su hija lo estaba, pero... Vamos, no era para pasársela gritando así.

-Etihw, por favor... Si sigues girando así vas a marearte, o peor... Vas a romper algo. -A estas alturas de su vida sabía que su amada esposa no atendería sus sugerencias o reclamos por ningún motivo, así que no se esforzó en sonar autoritario y concentró su atención en su taza de té y su pastel.

Mientras ella no se lo quitara de las manos con tantos giros y saltos nadie moriría.

-¡Eres tan aguafiestas, Kcalb! ¿No te sientes ni un poco feliz por nuestra hija? -Rezongó sin perder la efusividad en su voz o sus movimientos ¿Cuál era el problema en demostrar su felicidad? -¡No has dicho casi nada desde hoy!

-Eh, no me malentiendas. -Carraspeó la garganta dejando su taza en la mesa. Ya no sabía qué tan claro tenía que ser para que la azabache lo comprendiera. -Ya te dije que me alegro por Revlis. Licorice es un buen hombre. Es respetuoso, caballeroso y la hace muy feliz pero... ¿No sientes un poco forzado esto?

-¿Forzado? ¿A qué te refieres?

-No lo sé. Mejor olvida lo que dije, tal vez solo estoy pensando de más. -Suspiró. Este tema le iba a sacar canas verdes. -El punto es... Que no es necesario que exageres así. Tanto tú como yo o ellos debemos sentirnos bien con su decisión, pero no es motivo para hacer lo que hiciste. -Frunció el ceño y ella alzó una ceja con aires ingenuos. No había remedio. -Etihw...

Cantarinamente, ella musitó. -¿Sí, Kcalb?

-No puedes decidir por ellos. -Sentenció seco y directo, dejando estupefacta y algo apenada a su esposa.

-¿Yo? ¡No sé de qué hablas, Kcalb!

-Por poco pude llamarte "Planificadora de bodas."

-Oh, estás exagerando. -Alegó moviendo su mano en el aire para restar importancia. Eso sin embargo solo molestó más al diablo.

-¿Exagerando? ¡Empezaste a hablarles del pastel, el vestido, el salón, los adornos, la luna de miel, los hijos...! ¡HASTA PUSISTE LA FECHA! ¡LA FECHA, ETIHW!

-¿Ahhh? ¿Y cuál es el problema? -Cuestionó medianamente ofendida, aunque interesada en las palabras del albino. -Quiero ayudar, que se casen lo antes posible y puedan vivir en su nido de amor, felices por siempre y para siempre.

-No, los estás presionando. -Tan simple como lo pronunció, Etihw se quedó callada y puso fin a su celebración. -Tus intenciones son buenas, pero debes entender que ellos no son una pareja que adelante las cosas. Se toman todo con calma, son pacientes y les gusta discutir todo con cuidado y buena planificación. No sé si lo recuerdas, pero el primer beso que se dieron fue un año después de ser novios. -Sí, hasta él que parecía el menos metiche de todos era más observador que cualquiera. -Los incomodaste.

La diosa se quedó pensativa unos instantes.

Bueno, ahora que Kcalb lo mencionaba... Al recibir la noticia había llenado a su hija y yerno de felicitaciones y quizás se emocionó en exceso como para gritarles a Wodahs y Grora que empezaran a conseguir todo lo necesario para la celebración. Estuvo tan distraída con eso que no se pudo percatar del tono nervioso que la pareja adoptó al hablar y sus dudas al responder cada pregunta o exclamación.

-Vamos, Kcalb. -Insistió. -Admito que se me fue la mano, pero hacer la boda un mes después o una semana no cambiará las cosas. Ellos se aman, estarán juntos toda la eternidad y en algún momento van a casarse ¿Qué importa si será en tres días? Es el tiempo suficiente para la práctica del vals, las decoraciones y el salón, la ropa y todos los detallitos.

-¿Siquiera escuchaste algo de lo que dije?

-¡Oh, deja de ser tan gruñón! Mejor come más de tu pastel, la falta de chocolate te pone muy amargado ¿Sabes? -Sin más, se retiró risueña como una niña. Por fin ambos estaban de acuerdo en algo; Necesitaba su chocolate diario. -¡Estaré con Grora y Wodahs consiguiendo todo para el salón! ¡No tardo!

Finalmente la sala quedó en profundo silencio, apenas perturbado por un resoplido que emitió el resignado diablo.

Observó por la ventana y allí mismo pudo ver a Licorice y Revlis hablando muy animados, bastante tranquilos a comparación de hace un rato.

No lo entendía... Juraba por su salud mental que al ver a Licorice, el brillo que se mostraba en sus ojos cuando se emocionaba no estuvo ni por un segundo.

Tal vez... ¿Pienso mucho?

Se alzó de hombros acercando un bocado de pastel a su boca.

Cielos, darle muchas vueltas a un mismo asunto de esa manera no era su estilo habitual, pero no dejaba de preguntarse algo.

¿Por qué siento que las cosas saldrán mal...?

(...)

-Creo que mamá está feliz ¿No crees? -Bromeó picando su brazo con su codo de manera suave. Notaba a Licorice muy abatido desde hace un rato y no dejaba de sentirse responsable de ello por su eufórica madre. Ella tampoco se la había pasado de lo mejor teniendo que aguantar tanta celebración, pero mínimo le alegraba que sus padres estuviesen de acuerdo.

-Uhn... Sí, sí... -Asintió con la mirada algo perdida ¿Siquiera había dado su opinión hoy? No mucho. Etihw robaba palabras e interrumpía sin cesar, dejándolo sin la oportunidad de siquiera oponerse a la fecha.

-Licorice... ¿Te pasa algo? -Su voz preocupada lo despabiló instantáneamente para que recuperara su sonrisa suave y aire atento.

-No, descuida. Solo me siento un poco abrumado. -No sabía si usar esa palabra, era inefable, no había término alguno para describir lo casi exhausto que estaba. -No esperaba que ella reaccionara de esa manera.

-Yo tampoco. Mamá suele ser muy... Uhm... -Se detuvo buscando las palabras indicadas.

-¿Gritona? -Completó burlonamente como él sabía. Tan directo y aun así suave, capaz de sacar de la joven unas risitas.

-Iba a decir "Fácil de hacer estallar", pero te doy la razón.

Sonrieron y prosiguieron a tomarse de la mano mientras empezaban a caminar a paso lento lejos del castillo, directo al pueblo Gris. Varios habitantes que los veían pasar se acercaban a felicitarlos y darles palabras de aliento. Mientras más eran, más se arrepentía el oji dorado de haber avisado antes a su suegra.

Jolín... O Etihw mandó a Wodahs y a Grora a pegar carteles con el anuncio de la boda o sus gritos se escucharon hasta aquí.

-¡Eh, Licorice! -Una chillona y familiar voz le llamó desde lejos. Con tan solo oírla supo que se trataba de la demonio peliverde que agitaba su mano desde la puerta de su casa y sonreía ampliamente. -¡Me enteré! ¡Felicidades! ¡Estoy muy feliz por ustedes! ¡Esto es tan romántico! -Exclamaba sin cuidado.

¿Ella igual...? Oh, Vicers. Esto es agotador.

-Gracias, Yosaf...

No terminó siquiera de hablar y ella ya la estaba interrumpiendo. -¡Ya mismo me dicen cómo fue! ¿Cómo se lo propusiste, Licor frío? ¿Navegaron en aguas calmas y azules bajo las estrellas? ¿Bajo la lluvia? ¿En un restaurante? ¿Un prado de flores? ¡Vamos, díganmelo! ¡Me muero por los detalles, par de tórtolos!

Revlis sudó en frío y rio nerviosamente. Yosafire era tan rápida que no terminaba de responderle cuando ya pasaba a otro tema. -Me lo propuso en su casa. -Se ruborizó al recordarlo y apretó su mano afectuosamente, aunque por el semblante de la peli verde supo que eso no era lo que quería oír.

-¿En serio? Me esperaba algo más elaborado y romántico. Licorice siempre tuvo pinta de ser un Don Juan con una mezcla de Romeo.

-Tsk... -Habla todo lo que quieras. Fue más romántico de lo que crees, niña. -Masculló con el fastidio hasta los cuernos.

¡Por Vicers! ¡Ni que su vida privada fuese de la incumbencia de otros! Ya estaba muy cansado por haber lidiado con Etihw. No le apetecía hacerlo con sus locas amigas.

-En fin, quería saber si no quieren comer con nosotras en casa de Dialo. Preparó tarta de manzana y apenas se enteró de la boda me mandó a buscarte. Quiere que celebremos como se debe ¡Con el estómago lleno! -Cómo siempre, al habar de comida sus ojos se iluminaban con entusiasmo. -¡Dialo prepara los mejores postres cuando está feliz!

Bien... Al menos la tarta sí que le apetecía. Tal vez algo dulce para bajar su ansiedad y darse el gusto le vendría bien. Su novia era tan aficionada a los pasteles como su padre, así que... ¿Por qué no? Su emoción era tan obvia como la de la peli verde. Además en su casa nadie lo esperaba y solo faltaba que Emalf y Poemi recibieran la noticia.

Los demás... Meh, seguro que su suegra se encargaría de expandir más el chisme en cada mundo conocido con tal de presumir que su hija ya estaba en camino a ser oficialmente casada.

Revlis juntó sus manos en un gesto alegre. -¡Nos encantaría! -Respondió sin dudarlo ni un segundo, entrelazando su brazo con el de su novio mientras seguían el paso de la enérgica y cantarina demonio.

-¡Ya lo verán! ¡La pasaremos muy bien! ¡Nuestro pequeño Licorice ya es un hombre! ¡Nuestra querida Revlis es toda una mujer! ¡Ah, la alegría! -Gritaba ensoñadora, siendo ignorante de las risas que desprendieron el par de acompañantes.

Excluyendo a Rawberry y Yosafire, le aliviaba que el resto de sus amigas reaccionaría más tranquilamente al verlo.

Le urgía algo de silencio con tanto griterío.

(...)

-¡Emalfsh! ¡Están tocando la puerta, ve tú!

En el enorme espacio de los pasillos resonó con eco la femenina voz de cierta demonio castaña que se asomó por la puerta del baño, con una toalla alrededor de su cintura.

Nadie más ni nadie menos que la mismísima Poemi, ya adulta y evidentemente fastidiada de que alguien viniese a apurar su relajante baño para tener que atenderlo como su deber.

-¡Sí, corazón! -Su novio de gafas asintió sin quejarse ante la tierna visión de su novia en toalla, secando su cabello mientras inflaba sus mejillas a modo de puchero. No podía con eso. -Lucy ¿Sabes quién es?

La subordina que estaba encargada hoy de servirlos negó con la cabeza, hasta que se asomó por la ventana y se sobresaltó de alegría, perdiendo por completo su postura seria. -¡Es Licorice!

-¡Qué bien! ¡Cariño, es Licorice!

-¡¿Y qué me importa?! ¡Ve a atenderlo, basura inútil! ¡Yo todavía no me cambié! -Chilló a punto de salir de su cuarto para lanzarle el cajón de la ropa.

Licorice por otro lado, saludó a los demonios en la entrada y avanzó hasta la puerta.

Ivlis hace muchos años, tras haber aceptado vivir en Pitch Black World junto a su familia, había cedido el castillo en el mundo flama para su hija cuando esta alcanzó la edad límite de crecimiento. Emalf, como su pareja y obediente "esclavo de amor" se fue con ella tras recibir las advertencias del de mechas rojas sobre cuidar bien de su única hija.

Más conveniente sería haber advertido a Poemi sobre no pasarse con Emalf, pero... Bueno.

Hace muchos años que nadie controlaba Flame World ni se hacía cargo de dar noticias con respecto al diablo, por lo que dejar a la hija mayor después de Adauchi (Quien seguía ausente) y uno de sus leales subordinados como nuevos líderes no resultaba una mala idea. Hacían un buen trabajo y seguían adorándolos, no es como si hubiera tantos problemas que resolver después de todo.

-¡Licorice, amigo! -Tan rápido como se vieron se abrazaron cortamente y caminaron hasta la sala entre risas. No había pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron, sin embargo para amigos tan unidos y confidentes como ellos cada segundo contaba.

-Emalf... Es bueno verte.

-Siempre es bueno verme. Yo lo hago todos los días en el espejo y quedo encantado. -El diablo rió por lo bajo siguiéndole el paso hasta sentarse en uno de los sofá. Miró curiosamente alrededor y luego prosiguió a hablar. -¿Y Poemi?

-¡Aquí estoy, par de tontos! -Exclamó la demonio acercándose ya vestida.

Licorice sonrió al verla e hizo el gesto de levantar la mano y agitarla suavemente para decirle "Hola".

Su hermana al pasar de los años se había hecho más madura, pero sin cambiar su actitud que la hacía ser ella. Había crecido hasta llegarle a Emalf a los hombros, y cambió sus infantiles coletas y pomposos vestidos por un peinado más adulto y suelto hasta la espalda, y ropa menos aniñada. El solo verla te hacía notar que no era más una niña, y su mirada juguetona y altanera daba la impresión de no ser así.

Emalf era el único que seguía igual que siempre, siempre con su ropa informal y gafas infaltables.

Ella devolvió el gesto a su hermano y se sentó junto a ellos, apoyándose con su novio como era costumbre.

-Es raro que no vengas tan seguido. Pensé que te había devorado un dragón. Emalf ya estaba desesperado al creer que lo olvidarías por tu novia. -Ignorando el chillido de este, sonrió jovial y burlona sin perder de vista a Licorice. -No me digas, vienes a darnos una noticia.

-¿Cómo te diste cuenta de eso...?

-Viniste sin avisar. Normalmente nos llamas antes de hacerlo. -Se encogió de hombros como si fuese algo imposible de dejar pasar de largo. -Ahora mismo nos lo dices.

-Poemi, no lo presiones. -El gruñido a su lado lo hizo entender "Cierra la boca o sufre las consecuencias." -P-Pero si tú quieres saberlo...

El joven no pudo contenerse a sonreír de lado. Ese par de tórtolos no perdía su chispa. -Verán... Estuve pensándolo mucho tiempo y... Le pedí matrimonio a Revlis. Nos vamos a casar en tres días.

-¡¿Eh?! ¡No bromees! ¡¿En serio?!

-¡Licorish, eso es maravilloso! -Sonrió ampliamente, lanzándose para darle un fuerte abrazo. -¡Mi hermanito se casará! ¡No lo puedo creer!

-N-Ni yo tampoco, créeme... -Murmuró Emalf desde su lugar. La sorpresa casi causaba que se le cayeran los lentes, por lo que tuvo que acomodarlos. -Felicidades, viejo ¡Sabía que algún día darías ese paso! ¡El macho en tu interior vive!

-¡El macho nunca estuvo tan vivo!

-S-Sigo sin saber quién es ese "macho"... -Dijo para sí mismo, incapaz de reventar la burbuja de la pareja con sus preguntas al respecto. Ese término aún no terminaba de comprenderlo, no lo hizo de niño y no lo haría nunca.

-Aunque... ¿Por qué en tres días? ¿Eso no es muy poco tiempo?

-Oh, verás... Etihw se quiere encargar de todo lo relacionado a la boda... Sospecho que si no se hace cuanto antes va a explotar de impaciencia o algo así. Debieron verla hoy, casi parecía que la novia era ella.

-Etihw siempre ha sido así, debiste haberlo esperado. -Acotó el de gafas.

-Uhn... ¿Kcalb qué dijo? Quiero decir, él es el papi de Revlish ¿No?

-El tío Kcalb estaba algo... Dudoso.

-¿Dudoso?

-No lo sé. Creo que es idea mía, pero no sonaba tan convencido. Tal vez son sus celos paternos.

-Es probable... ¡Y papi! ¡¿Le has dicho a papi?!

-Cierto, el señor Ivlis debería ser el primero en saberlo... ¡Ya puedo verlo gritar! ¡Gritó! ¡¿No?!

Lo vieron bajar la mirada con un semblante entre decepción e incertidumbre. Como si en su recuerdo algo no cuadrara del todo.

-Madre... No se emocionó tanto como esperé. Sí reaccionó bien, dijo que estaba feliz por mí y eso, pero... Siempre me doy cuenta cuando está poco convencido de algo ¿Tú crees que le agrade esto? -Su madre nunca le mentía sin importar la circunstancia o que tan mala fuese la verdad. Y aunque hoy se había alegrado de tomar bien la noticia, no terminaba de comprender por qué estaba tan titubeante.

-Tal vez solo esté shokeado. Él siempre te vio cómo su bebé consentido. Dale tiempo.

-Sí... Quizás...

-¡No se pongan tan azules! ¡Tenemos que celebrar! ¡Voy a buscar algo que beber, no me tardo! -Sin más, saltó del sofá corriendo a la cocina. Una vez solos, Emalf suspiró poniendo una mirada preocupada tras sus gafas, que Licorice no podía ver, pero sí notar gracias al silencio incómodo.

-Erh... Licorice ¿Puedo preguntarte algo?

Su tono era aquel que siempre usaba cuando buscaba sacarle alguna confesión que valiera la pena, algún secreto que le confirmara que las cosas no iban bien. Ese timbre de voz que adoptaba cuando dejaba de ser el despreocupado Emalf y pasaba a ser su amigo confiable, aquel que mermaba preocupaciones, daba buenos consejos y le permitía desahogarse sin pena.

¿Por qué ahora...?

-Seguro.

-Tú... ¿En serio te quieres casar con ella?

Tal pregunta lo dejó tan helado que le costó respirar ¿Y esa duda? ¿Por qué de pronto se sentía tan nervioso como cuando era atrapado en una travesura? No, era diferente. Era igual que la vez que le confesó lo ocurrido con Envi. Atrapado, sabiendo que debía decir una verdad que solo él conocía.

¿Y qué verdad escondía ahora? Ni él lo sabía, y eso lo dejaba intranquilo.

-¿Eh? Claro que quiero. Es mi novia ¿No? La amo... Quiero que sea mi esposa.

...¿Por qué siento que estoy mintiendo?

-Si tú lo dices... En ese caso ¡No puedo esperar para verte vestido de novio, viejo! -Con esa exclamación y la llegada de Poemi se dio por cerrado todo.

Al menos para Emalf.

Porque en la mente de Licorice sus palabras se repetían una y otra vez, llenándolo de ansiedad y suspicacia.

"¿En serio quieres casarte con ella?... ¿La amas...?

¿A él lo has olvidado?"

Esperaba que el vino lo ayudara a no pensar más. Lo necesitaba.

(...)

-Señor Ivlis... Satanick salió hoy, no volverá hasta las once y media ¿No quiere salir a pasear?

Su perdida mirada se encontró con su fiel servidora, quien a través de su simulación feliz revelaba toda su angustia en su voz y sus ojos rubí. Pobre Rieta, ella no comprendía por qué su amo se comportaba tan decaído desde la tarde.

Creyó que con un baño caliente él se sentiría mejor, pero solo provocó que ahora anduviera con el cabello suelto y desalineado, la ropa desacomodada y la humedad marcada bajo sus ojos.

La genio sabía que eso no era debido al baño.

-No... Solo necesito aire fresco.

La misma excusa que dio a cada persona que se acercó a preguntar cómo se encontraba desde que salió a los jardines del castillo para sentarse en completo silencio en una de las bancas.

Su mano rozó el espacio vació a su lado.

Deseaba que él estuviese sentado ahí.

-B-Bien... No se quede tanto tiempo ahí. Ya está anocheciendo y hace frío. -Fue lo único que se atrevió a decir con un nudo en la garganta, retirándose hacia el interior del hogar.

A veces hasta las almas gemelas no pueden saberlo todo sobre su otra mitad.

Qué tonto... Todos sabían que este día llegaría, hasta yo... ¿Por qué sigue doliendo?

Llevó sus manos hasta su rostro y se inclinó apoyando sus codos sobre sus rodillas.

No tenía palabras para describir cuan estúpido se sentía por lamentarse así sobre algo que de antemano vio venir y ya había sufrido antes.

Si tan solo yo...

¿Y si hubiese sido honesto desde el principio qué habría pasado? ¿Sería feliz? ¿Todo sería diferente...? ¿O solo hubiese sido un retraso a algo inevitable?

Si tan solo lo hubieses sabido... ¿Qué ocurriría con nosotros?

_..._

-Señor Ivlis... -Rieta suspiró con pesar empañando en la ventana el cristal que permitía visualizar a su amo en los jardines del castillo.

Era madrugada y hacía frío, pero eso no impidió a Ivlis escapar de sus aposentos y de la compañía de su dormido hijo. Necesitaba huir de su pesadilla nocturna.

Ella había tratado de hablar con él, y aunque no quiso supo al instante de qué trataba todo esto.

-¿Rieta...? -La somnolienta voz del joven diablo la sorprendió. -¿Mamá está bien? -Había notado rato después de su ausencia que no estaba en la cama junto a él, y eso lo alarmó tanto que tomó su forma adulta y preparó una lanza para algún rescate. Sin embargo al verla a ella despierta, mirando esa silueta rojiza y gris en el exterior lo hizo entender que no había peligro.

-No. -No había caso en mentirle al niño. No era tan ignorante como aparentaba y menos cuando era sobre su madre. -Creo que tuvo una pesadilla.

Un sabor desagradable lo obligó a chasquear la lengua. -Ese viejo travesti otra vez ¿Cierto?

-No hay otro motivo. -Admitió con una risa amarga al alejarse del ventanal. -No volverás a dormir aunque te lo pida ¿Cierto?

-Tengo prioridades más importantes que mis horas de sueño.

-Por supuesto, jamás lo dudé. -Finalizó retirándose. Él podría arreglar esto... O eso esperaba.

Perdido en su pensar, Ivlis no se percató del sonido de los pasos cada vez más cercanos detrás de él y la mirada preocupada que recibía. En medio de su distracción sintió una mano tocar su hombro y voltearlo con suavidad, haciendo que en reflejo limpiara torpemente las lágrimas en sus mejillas.

-Licorice... ¿Q-Qué haces despierto? Es muy tarde. -Titubeó tratando de desviar burdamente la atención de sus acuosos ojos. Ni se molestó en preguntar el porqué de su forma adulta porque lo deducía.

-Yo debería ser quien lo pregunte. -Fue así como dejó al adulto en jaque, sin alternativa más que sonreír falsamente aceptando la derrota y que se sentara a su lado agachando la cabeza de forma que no lo viera a los ojos. -Madre... No intentes mentirme o evitarme. Sé qué pasa.

-No iba a intentarlo de todos modos. -Buscar pretextos vagos jamás funcionaba, tarde o temprano Licorice percibiría la raíz del problema con un simple análisis sobre él. Tan observador... Era imposible negarle la realidad. No había manera de impedir que retirara la máscara de su rostro, la cual a veces creía que él mismo desataba.

Una pausa silenciosa le dio la oportunidad al diablo de flamas de argumentar, dar una explicación, pedirle que no se preocupara... Lo que sea.

Pero no lo hizo.

-Madre... ¿Por qué?

-No me preguntes cosas sobre las cuales conoces la respuesta, por favor. Responder no lo cambiará, y de todos modos no entiendo qué haces aquí tratando de animarme cuando ya sabemos que esto se repetirá.

Era la primera vez que era atrapado en una de sus salidas, no había por qué negar que no era una de muchas. Igualmente... Si esta disputa no llegaba a una resolución habría otra vez... Y otra.

-Estoy aquí porque me importas... Me preocupas... Lo eres todo para mí.

-Me haces sentir de lo peor cuando dices eso... -Masculló entre una sonrisa temblorosa.

-¿Por qué...? Yo... No entiendo. -No quería alterarse, conocía lo suficiente a su madre y había experimentado muchas conversaciones como para comprender que debía ser sereno y calmo al hablar. No se tenía que dejar llevar por su tono fastidiado o malhumorado, al fin y al cabo este perdía severidad cuando era a él a quien se dirigía.

Debía esforzarse en no dejar salir su actuar más infantil, pero Ivlis era tan confuso con sus palabras que lo impacientaba.

Silencio.

Eso es lo único que necesitó.

-...Es increíble que aun sigas pensando en eso. -Frunció el ceño de la frustración conteniéndose para no levantar su rostro por su cuenta.

-¿Puedes culparme por ello?

-No, te culpo por no quitarte la venda de los ojos. Nunca quise decírtelo, madre, pero estás ciego.

Ivlis se quedó impresionado, mas no se inmutó de su lugar. La curiosidad se despertó nomás escuchar su voz tornándose seria ante tal declaración.

-Yo... No creo comprenderlo.

-¿Por qué sufres por alguien que no vale la pena? Quiero saber cómo se puede amar a alguien que te desprecia tanto. -No buscaba sonar tan molesto, solo que le era difícil no expresarse con tanto desprecio hacia el dios del sol que por años no pudo reconocer como algo más que una escoria.

-Tú... No lo entenderías. Eres un niño aun y no conociste a Siralos como yo lo hice.

-Este "niño" puede ver más cosas de las que crees, como a todos los que te aman y se preocupan por ti... Y no creas que porque siempre estoy callado y no digo nada del asunto no tengo una opinión bastante concreta al respecto. De verdad intenté hacerme el tonto y tratar de mejorar las cosas a mi manera, pero... Eso no sirve.

Era chocante pensar que un niño podía decir eso... Tal vez lo había subestimado.

-Yo sé cómo te sientes... Sé lo que piensas. No solo sobre Siralos, sino sobre ti mismo. Al principio creí que todo esto se relacionaba con la basura, pero... Es algo más antiguo ¿No? -Él le asintió, ineficazmente conteniendo lágrimas que finalmente aguaron sus ojos. -¿Por qué...? ¿Por qué no puedes ver lo maravilloso que eres? ¿Por qué no ves que eres digno de amar? ¿Por qué tú... Te odias tanto?

-Licorice, no entiendes...

-No, "Licorice, no entiendes..." nada. Tú crees que no entiendo, y lo que sí entiendo es que te equivocas. -Ya estaba harto de fingir ineptitud y conformarse en usar sus infantiles detalles y palabras para animar a su madre.

Ya no quería seguir con esto... Ya no podía permitirse no rescatarlo de su dolor cuando él lo había ayudado.

-T-Tú... ¡Es claro que te equivocas! "Inútil, indeseable, criatura que no debió nacer, fracaso..." ¡Mentiras! -Antes de que Ivlis pudiera reaccionar, se vio obligado a levantar la mirada y enmudecer cuando esta se topó con la de su hijo. Volver a la antigua posición de antes no fue posible, él lo sujetaba de los hombros. En su expresión veía tanta frustración y dolor al morderse los labios y llenar de lágrimas sus ojos que se sentía culpable.

-No puedes asegurar que no sea cierto...

-Sí puedo, yo y muchas otras personas pueden. Es más, lo puedo hacer ahora. Tú dices que no vales la pena ¿Cierto? Y crees que no haces feliz a nadie. En ese caso, justifícame a mí.

No salió ni media palabra de los labios del de mechas rojas, así se esforzara por formular una mísera pregunta.

-Yo... Soy feliz cada vez que estoy contigo, en todo segundo. Me importas más que nadie, me preocupa tu bienestar... Quiero que sonrías, pero que lo hagas de verdad, porque lo mereces aunque no lo creas. No eres ninguna cucaracha, no estás sin arreglo, solo estás roto y necesitas a alguien que te repare, nosotros podríamos hacerlo si no te fragmentaras tú mismo por creer que nadie te ama. -Una de sus manos subió a sus mejillas al tiempo que una sonrisa melancólica se le dibujaba. -Yo sí te amo, madre... Te amo más que a nada ni nadie ¿Lo recuerdas? Yo siempre dije que te protegería y estaría ahí para ti... Sin importar el peligro o a quien deba enfrentar... Si salgo lastimado por eso no me importa siempre y cuando estés bien.

Se habían acabado las contradicciones de Ivlis y la firmeza en su posición. La había perdido por cada latido que golpeó su pecho y caricia devota en su mejilla.

¿Por qué estaba llorando ahora? ¿Por qué no dolía?

-Todo lo que prometí e hice por ti es porque te amo. Sé que vales más de lo que crees, y si no eres capaz de ver tus virtudes deja de usar el espejo y pregúntamelo. Prometo ser honesto, no diré más que lo que sea visible.

"Es verdad... ¡Es verdad!"

Cada momento feliz junto a Siralos... ¿Realmente tenía valor ahora? Él fue quien comenzó sus problemas. Él... Que había dicho que lo amaba... Lo había despreciado y desterrado para mantener su indudable e incuestionable poder sobre los demás.

Era claro que Siralos jamás lo amó. Le había dicho que ya no le servía... ¿Entonces para él no era más que una herramienta? No un hijo o un servidor, una cosa que podía desechar.

A pesar de todo lo que había hecho para volver a su lado, seguía riéndose de su dolor. No hizo nada por él, no lo ayudó, no le dio apoyo, no se dignó en bajar la mirada con compasión sino con burla, mofándose de su sufrimiento.

-Y-Yo...

Él había creído... Que nadie lo amaba... Cuando tenía a su lado a las personas que siempre lo hicieron sonreír y se quedaron a su lado sin importar qué, esas personas que se preocupaban por él... Personas que lo amaban.

-G-Gh... -Ivlis tembló aun sujetado, las lágrimas caían a borbotones de sus mejillas y apretaba los dientes de la frustración. Se sentía inexplicablemente eufórico y miserable a la vez. Se había lamentado tanto, había arriesgado su propia vida, dignidad y auto respeto por alguien que nunca voltearía la vista a verlo más que para disfrutar verlo caer, mientras que aquellos que él no veía ofrecían su mano para levantarlo.

Rieta, Emalf, Poemi... Todos ellos y su hijo.

Licorice se alarmó al verlo así, no era su intención hacerlo llorar, solo decirle la verdad ¿Había sido muy duro? Tal vez su madre ahora estaba molesta.

Pero no... Lo supo cuando se lanzó contra él y lo abrazó llorando libremente en su pecho.

La maldición del sol... Estaba rota.

Ivlis era libre.

-¡L-Lo siento tanto... yo...! ¡S-Siempre me han dicho cosas como esa pero...! -Hipaba ahogando sus palabras entre un incontrolable llanto, dejando salir su dolor, su decepción... Deshaciéndose de todo sentimiento que lo había atormentado por años. -¡¿P-Por qué justo ahora...?!

-...Está bien. -Con profunda alegría, Licorice correspondió el abrazo con suavidad. Por sus ojos también caían algunas lágrimas finas, pero no eran de tristeza. Comprendía cuan shokeante o doloroso era para su madre abrir los ojos a la verdad, y estaba dispuesto a ir mermándolo poco a poco. -Estarás bien... Lo importante es que lo entiendes ahora.

Y así se quedaron en silencio un rato, hasta que el llanto de Ivlis se calmó y suspiró acurrucándose en el abrazo.

Un niño lo había hecho ver la realidad que ni él siendo adulto pudo aceptar.

Y estaba feliz por ello.

-¿Q-Qué hice para merecerte...? -El más joven se sorprendió por lo dicho, tanto que no le interrumpió, curioso de lo que quisiera decir. -No me alcanza la vida para agradecerte todo lo que has hecho por mí...

-No quiero que me agradezcas. -Sentenció separándose para permitirse verlo. -Te amo y quiero que seas feliz. Con eso será suficiente y hasta sobra.

El diablo de flamas no pudo evitar perderse en la profunda mirada del más joven. Sus hermosos orbes dorados destellaban de la emoción, sus palabras cargaban honestidad, sinceridad y una dulzura inigualable con la cual junto a la ternura también retiraba sus lágrimas entre suaves y delicados roces en sus mejillas.

¿Alguna vez había notado cuan fuerte era el amor que su hijo le profesaba? ¿Se había detenido a observar sus ojos de esta manera?

...¿Su corazón había palpitado tan rápido en otras ocasiones?

-Licorice... ¿Crees que podrías perdonarme? Tú y los demás...

-No hay nada que perdonar, madre... Ellos estarán tan felices como yo al verte así.

-Sí... -El adulto finalmente cambió su gesto a uno más alegre. Una sonrisa tenue y para nada falsa se asomó unos segundos, porque luego se deshizo con el sonido de un suspiro y la ampliación de la sonrisa contraria.

-¿Ves? ¡Esa es la sonrisa que me gusta ver! Me gusta el brillo de los ojos de madre cuando está feliz. Es único, incomparable y me hace sentir igual... -Musitó retirando los mechones de su rostro. -Una sonrisa tan hermosa y radiante como su dueño.

Esas palabras bastaron para colorear de un intenso rojo el rostro de Ivlis. Acostumbraba a este tipo de cumplidos de su hijo, pero... Este se sentía diferente, como si la inocencia se hubiera esfumado de él y otro tipo de afecto se expresara.

Tal vez... Solo estaba apenado.

-Hace frío... ¿Quieres que volvamos?

-Seguro... ¿No te importaría... Llevarme?

¡¿Qué acababa de pedir?! No supo de dónde le salió hacer esa petición, pero Licorice no parecía negarse y hasta asintió sonriente tomándolo entre sus brazos tal cual siempre hacía al rescatarlo de Satanick.

-L-Lamento si soy pesado.

-Descuida, me gusta llevarte. No podría enojarme contigo por eso, madre.

En el camino el diablo de flamas se aferró a su hijo disfrutando como nunca antes la cercanía.

Se sentía seguro... A pesar de que no había peligro. Y a la vez, estaba indefenso ante las emociones que desbarataban su mente.

Ese fue el inicio de lo peor y no supo verlo gracias a la felicidad que intoxicaba ese momento.

_..._

No olvidaría jamás esa noche. Fue el fin de un antiguo sufrimiento y el principio de uno aun peor... La noche en que tras haber abierto los ojos también lo hizo con su corazón.

Ese día en que despertaron sus sentimientos... Malditos, enfermos, imperdonables. No podía librarse de ellos como ocurrió con Siralos.

Licorice no era como él... Era dulce, amable, siempre estaba para ayudarlo, había mejorado su vida, dio muchas cosas por él aunque jamás se lo devolvió, le había mostrado la realidad y lo había sacado de su miseria ¿Era culpable por haber distorsionado su amor materno a este enfermizo sentimiento? ¿Tan malo era haberse enamorado de quien tras mucho tiempo logró hacerlo feliz?

Es cierto que lo estaba hundiendo en el pesar, pero no era intencional y no hacía aplastando sus emociones.

Al contrario, las hacía florecer hermosamente... Solo aumentaban más tal cual la creciente presión en su pecho al recordarse a sí mismo que aquel a quien tanto amaba ya tenía un "número uno" en su corazón.

Y no era él.

Licorice alguna vez lo había amado tanto como él. Estaba al tanto, lo supo desde hace mucho y por cobarde no había hecho nada al respecto. Debía superarlo, debía seguir adelante cómo él hizo al encontrar a Revlis.

Sin embargo, simplemente... No podía hacerlo. No quería darle su corazón a nadie más.

Ojalá no me importara... Pero... Me duele, me duele...

¿El amor algún día dejaría de elevarlo y volverlo a hacer caer? ¿Dejaría de cometer error tras error?

Porque... Siento tantas cosas por ti.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
...Vale, supuestamente actualizo cada muerte del obispo, pero tuve un ataque de inspiración escuchando I don't fucking care y salió esta wea.

No sé si quedó tan bien como lo imaginaba, pero espero que al menos les entretenga :'D

Antes que nada, Ivlis no se enamoró así nomás, lo pensó y lo re pensó hasta que lo hizo :v Lamento si di una impresión diferente :'''v Aun debo mejorar.

Well... Ya estamos en la punta del Iceberg ¡Espero que se preparen para el verdadero drama! :D

Dulce se despide, los amo Bv Bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top