01 . Una chica en apuros.
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La ardua luz del sol entraba por la ventana de aquella enorme habitación despertando al patriarca de ese castillo. Pero la luz no era la única que estaba esperando a que Adam se despertara, la señora Potts se encontraba esperando a su rey.
— mi lord, es un poco tarde para que el rey se encuentre dormido sin realizar sus actividades correspondientes.
— tu mejor que nadie sabe que no hago eso en meses. — dijo dándose la vuelta intentando cubrirse del sol. — mejor déjame dormir que tengo que salir en un rato. — la señora Potts bufó dejando algunas sabanas sobre la cama.
— creo que es momento de que hablemos. — dijo la mujer mientras tomaba asiento en una orilla de la cama. — llevo muchos años a tu lado y estoy en todo mi derecho de decirte lo que pienso...
— yo no quiero escucharte, con todo respeto no quiero hacerlo.
— pues no me importa, igual te las voy a decir. — pero el rey no dijo nada y solamente se cubrió la cabeza con su sabana. — llevas meses alejado de tu esposa y ella te necesita mucho, no lo dice porque es igual de orgullosa que tu. Pero los dos se necesitan y mucho. — Adam continuaba sin decir absolutamente nada. — no me digas nada si no quieres, pero cuidado con lo que haces en aquellos lugares de mala muerte a los que acudes últimamente. — dicho eso ultimo ella se fue.
Adam se quedo pensando mucho en aquello que acaba de decirle aquella mujer que prácticamente lo crio, estaba claro que Bella lo necesitaba pero tampoco podía forzarla a estar a su lado si no quería o si no estaba lista. Esa mañana el rey no pudo seguir durmiendo, estuvo un rato en su pieza antes de salir nuevamente a su lugar confianza, la caverna de Mildred.
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Mientras tanto cerca del pueblo una mujer caminaba algo apagada por el bosque, su único refugio fue una caverna de mala muerte que se encontraba cerca de las afueras de ese pequeño pueblo.
— estamos cerrados... — dijo la mujer que se encontraba detrás de una enorme mesa, pero los pequeños pasos continuaron hacia ella por lo que levanto la mirada. — te dije que estamos cerrados.
— lo lamento. — Mildred miro a la chica con algo de familiaridad sin entenderlo. — solo necesito algo de comer o algún lugar en donde dormir.
— cariño, mi local no es un restaurante. — la mujer de cabello de fuego dijo eso al ver el aspecto de la chica, alguien que en definitivo no iría a su caverna. — tampoco doy caridad, pero mi hermana tiene una cafetería pequeña cerca y puedes ir a comer con ella. — pero ella no decía nada. — si no tienes dinero puedes decirle que vas de mi parte, o si eres de esas que son orgullosas pues ponte a barrer su banqueta y que te de las sobras, pero vete de mi negocio.
— vengo por trabajo también. — soltó la chica de repente haciendo que la mujer dejara aquello que estaba haciendo para centrarse en ella. — quiero trabajar con usted.
— preciosa... — dijo riendo. — este lugar no es un restaurante, si servimos comida y bebidas pero mis chicas también hacen otras cosas.
— estoy consiente de eso.
— linda, conmigo vienen muchos hombres que buscan servicios y si te contrato te tienes que comprometer a servirlos sin importar lo que pidan. — la muchacha bajo la mirada un momento. — ¿has estado con algún hombre?
— con dos.
— al menos no eres nueva, pero dos siguen siendo pocos.
— de verdad necesito el trabajo, no tengo experiencia en nada y me dijeron que usted me iba a ayudar.
— ¿Quién te dijo eso?
— mi abuela, ella se fue dejándome sola y solo me dijo que la buscara a usted, que me iba a ayudar. — la mujer se extraño ante eso, una leve sospecha recorrió su cuerpo pero era imposible y por eso decidió regresar a la realidad.
— es que no te puedo ofrecer nada decente mi amor, si trabajas para mi tienes que cumplir.
— no me importa.
— esta bien, te voy a poner a prueba pero tienes que obedecerme y obedecer a todos aquellos que quieran estar contigo porque vas a ser la sensación al ser la nueva.
— entiendo...
— ¿Cómo te llamas?
— Colette, Colette Michelle.
— Colette, bienvenida a la familia de madame Mildred. — dicho eso la chica le regalo una enrome sonrisa que hizo que la madame se sintiera algo extraña de nuevo, la hizo sentir feliz.
La mujer paso a la chica directo a donde las demás se encontraban, dentro de esa habitación estaban cinco chicas muy bonitas y todas recibieron a la castaña de buena manera. Colette solo les dedicaba una pequeña sonrisa pues en realidad se sentía muy nerviosa.
— no tengas miedo, todas nosotras te vamos a ayudar a que te sientas super bien en este lugar.
— bueno, tengo que irme a comprar algunas cosas que me hacen falta para esta noche.
— no se preocupe madame.
— nosotros cuidaremos muy bien de nuestra nueva hermana.
— eso espero mis niñas. — dicho eso la mujer se alejo dejando a las chicas solas.
— no te quedes parada sola, ven con nosotros. — la castaña le hizo caso a la rubia quien se encontraba tomando un baño en una pequeña bañera de madera en medio del cuarto. — me llamo Stella y junto con Marnie... — señaló a una pelirroja de ojos verdes que se encontraba acomodando su cabello. — somos las más antiguas en este lugar.
— por antiguas se refiere al trabajo no a la edad. — dijo la pelirroja riendo un poco. — aunque ambas tenemos 32 años.
— empezamos con la madame desde que teníamos 20, es algo que nos gustaba.
— nuestras familias nos trataban muy mal y la madame nos recibió con los brazos abiertos.
— cuando entramos había otras tres mujeres pero eran mas grandes y se fueron con el tiempo, la madame nos dijo que cumpliendo 30 eramos libres de buscar otra cosa cuando quisiéramos y nosotros aun no encontramos algo mejor que este trabajo.
— las otras tres chicas del lugar son mas pequeñas.
— en realidad no tanto, tengo 29 casi 30. — dijo una morena de piel brillante y ojos penetrantes.
— ella es Sasha y llego dos años después de que nosotros entráramos.
— mi padre era un maldito e iba a venderme al mejor postor, escape de mi casa y durante días no supe a donde ir.
— eso es horrible. — dijo la castaña.
— en su momento era un trauma pero lo supere rápido, pase tres noches durmiendo en la calle con los vagabundos y ellos me dieron dinero para subir a un barco que me trajo hasta acá.
— a mi la madame me ayudo a salir de una casa muy fea, mis padres murieron en un accidente de guerra y mi tío me cuidaba pero abusaba de mi.
— ¿Cómo te ayudó la madame?
— se que suena raro pasar de un abuso a trabajar en una casa de placer pero créeme que en realidad no lo es.
— si lo es.
— para mi no, la madame me ofreció solo un lugar para dormir por algunos días y quise pagarle trabajando solo de mesera pero un hombre me pidió ayuda para lo que tu ya sabes, era lindo y no pude negarme. — la chica era castaña y con miles de pecas en su cara. — por cierto me llamo Scarlett, al final termino gustándome trabajar en este lugar.
— ¿Qué edad tienes?
— actualmente 25 y no creas que cumpliendo los 30 me largare.
— creo que yo soy la mas pequeña, o puede que seas tu. — dijo la ultima chica, su piel era completamente pálida y su cabello parecía color plata.
— tengo 23.
— yo 18, estoy desde hace seis meses trabajando con la madame y fue de las mejores decisiones de mi vida.
— Leah es la bebé de la casa.
— de acuerdo mis amores, la casa abre en cinco horas y no estamos listas. — dijo Stella saliendo de su bañera. — tenemos las otras dos bañeras y las regaderas, quienes estén mas estresadas vengan conmigo para ayudarles con su baño. — dicho eso Marnie, Sasha y Leah se fueron tras ella.
— no te preocupes Colette, te ayudare a arreglarte. — le dijo Scarlett quien se quedo con ella. — Stella llevaba como dos horas en su baño termal de la bañera central y el agua esta sucia llena de jabón, no tenemos tiempo de limpiarla pero conozco a mis hermanas y se que Marnie y Sasha siempre toman el mismo baño termal que Stella en las bañeras de la otra habitación. — la castaña la escuchaba detalladamente. — Leah es tradicional y prefiere la regadera, son dos y sin puerta divisoria pues nos conocemos.
— no entiendo.
— no tienes que entender, Leah no tarda mucho y cuando salga nos bañaremos juntas para decirte que cosas usar y como usarlas, espero no te moleste pues no tiene puertas divisorias.
— no hay problema. — la chica le dedico una enrome sonrisa a la castaña. — todas se han portado muy bien conmigo y de verdad les agradezco eso.
— eres una buena chica Colette.
— todas son buenas.
— hay cosas que tienes que saber sobre este lugar. — Scarlett se encamino hasta una de las camas del lugar en donde se sentó esperando a que Colette fuera con ella. La castaña lo hizo y lentamente se sentó junto a la chica. — vienen muchos hombres a este lugar, algunos demasiado importantes y tenemos que ser discretas.
— soy buena guardando secretos.
— que bueno, no creas que tenemos clientes pueblerinos, algunos vienen solo a beber y platicar con nosotros pero el trabajo extra es costoso y pocos pueden pagarlo.
— mi abuela me dijo que este lugar era muy famoso.
— es verdad.
— me da miedo defraudar a la madame.
— no harás eso, te lo juro. — la castaña nuevamente le dedico una sonrisa a la chica. — los hombres ricos son quienes pagan por nosotros, los generales o los caballeros de los reinos vecinos e incluso del reino general lo hacen, la gente del pueblo que gana bien y puede pagar también lo hace. — Colette tragó grueso. — hay clientes frecuentes pero no debes provocarlos pues eso no le parece bien a la madame, ella dice que ellos deben buscarte pues si los provocas te ven peor.
— ¿peor?
— pues no nos ven bien por ser unas prostitutas, es lo que somos. — la castaña bajo la mirada al pensar que realmente ahora ella era una de esas mujeres. — tenemos un cliente frecuente que no debes voltear a ver, el mismísimo rey viene a caverna.
— ¿el rey? — Scarlett iba a continuar hablando pero Stella las interrumpió.
— Scarlett ve a bañarte mientras le ayudo a Colette a elegir ropa.
— yo puedo ayudarle.
— tu tienes que estar lista. — dicho eso la pecosa se alejo para dirigirse al baño dejando a la rubia con la castaña. — el primer día siempre es complicado pero no pasa nada.
— de hecho si estoy algo nerviosa.
— en mi primera vez también me daban nervios y créeme que después crecen mas pero desaparecen en cuanto haces tu trabajo, es algo que comienza a gustar con el tiempo.
— me va a gustar estoy segura.
— por el momento solo debes caminar entre las mesas con una bandeja llena de tarros de cerveza, luciendo bonita y cuando un hombre te haga una seña debes ir con él.
— entiendo.
— los tratos se hacen directamente con la madame pero a algunos les gusta platicar con nosotras, no debes dejar que te toquen en plena caverna porque para eso tenemos habitaciones especiales y nadie te puede meter mano sin pagar.
— solo platicar y servir cervezas.
— ellos te dan dinero por cada tarro, los que llevas son simples y el cantinero hace el resto.
— creo que si entiendo como funciona todo.
— me alegra, supongo que no trajiste ropa ¿verdad?
— solo lo que tengo puesto.
— no te preocupes por eso, con lo que ganes puedes comprarte ropa nueva pero mientras usaras algunas de nuestras prendas viejas que no están en mal estado. — Stella sacaba algunas cosas de un ropero grande mientras Colette la miraba fascinada. — como tu eres nueva te voy a ayudar a darte un baño caliente en una de nuestras bañeras.
— prefiero usar la regadera.
— puedes usarla mañana, hoy tienes que estar perfecta.
— la madame me dijo que como era la nueva muchos hombres querrían estar conmigo.
— es verdad.
— ella me dijo que podía empezar solo como una mesera.
— Leah empezó así pero duro poco, los hombres la buscaban y la paga era mejor que solo atender y limpiar mesas.
— necesito mucho el dinero.
— todas lo necesitamos, de verdad esta noche todo va a estar excelente. — dicho eso la rubia le mostro la ropa que usaría esa noche, constaba de una falda color rosado acompañada de un corsé de color verde y una pequeña blusa de manga larga color blanca con los hombros descubiertos.
— eso se ve algo cubierto...
— tampoco nos vamos a vestir sin ropa cariño, se supone que somos meseras decentes aunque todos saben lo que hacemos. — dicho eso Stella llevo a Colette directo al baño en donde las otras se encontraban, Marnie acababa de prepararle un baño a la castaña y entre todas le ayudaron a relajarse para la larga noche que se avecinaba.
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El sonido de la fuerte música provocada por la banda local que Mildred contrataba era demasiado, el lugar estaba completamente lleno y aquella madame se encontraba completamente contenta.
— tenemos casa llena hoy.
— me alegra haber contratado a esa chica.
— por cierto no la veo, veo a Stella y a Scarlett cerca de las mesas de la entrada y Sasha pues se encuentra con un cliente...
— Leah se fue al baño y la nueva supongo que esta escondida. — dijo Marnie apenas se acerco a la barra donde Mildred y Frank el cantinero se encontraban. — esa chica no tiene planeado salir de su cama.
— ella sabe que es lo que tenia que hacer y de todas formas aceptó hacerlo.
— puedo ir a buscarla si quieres. — en ese momento la madame se dio cuenta de que Adam acaba de llegar al lugar y en lugar de buscar a Colette prefirió irse para atender al rey.
— no hace falta, esa niña tiene que salir tarde o temprano. — dijo la mujer mirando a la chica. — si no lo hace en la mañana queda fuera de mi negocio.
— creo que eso es lo que va a pasar.
— mejor cállate y prepara tu bandeja que el rey acaba de llegar. — dicho eso Mildred se fue.
— sale lo de siempre para nuestro querido rey. — dijo Frank soltando una risa que no contagio a Marnie. — tienes cara de pocos amigos.
— no me agrada esa chica nueva.
— tengo muchas ganas de conocerla la verdad.
— es una insípida, se nota que no tiene nada de experiencia ni con hombres y mucho menos como empleada de algo. — la pelirroja dejo caer la bandeja sobre la barra para luego cruzar los brazos. — se nota que es igual de idiota que Scarlett cuando recién llego.
— Scarlett sufrió demasiado, te consta que cuando llego con nosotros parecía un perrito recién abandonado.
— pues de perro paso a zorra.
— tu nunca cambias Marnie. — dicho eso el hombre le entrego cuatro cervezas normales, una de mantequilla y la bebida tradicional que Adam siempre ordenaba. — mejor ve a dejar las cosas.
Marnie rodó los ojos e hizo lo que Frank le indicó sin chistar.
— desde que llegó Colette me di cuenta de que a Marnie no le cayó bien, es una amargada.
— esta celosa.
— Colette es muy bonita.
— Marnie tiene miedo de que alguien que no sea ella se meta con el rey.
— eso no va a pasar, la madame nos dejo claro que el rey no viene a buscar compañía y todas lo entendimos.
— pelos quemados no lo entendió.
— eres un loco.
— mejor vete a atender mesas que si la madame nos ve conversando se nos va armar. — la pecosa soltó una pequeña risa y volvió a tomar su bandeja para irse a continuar con su trabajo.
Del otro lado del lugar se encontraba cierto rey en compañía de una mujer de cabellos de fuego tratando de hacer que mostrara una pequeña sonrisa.
— hoy usted esta muy serio majestad, pero no se preocupe que Marnie viene con su bebida de siempre.
— no tengo muchas ganas de beber hoy.
— no se preocupe usted que sabe que puede venir con nosotros a distraerse, y sabe que ninguna chica lo vendrá a molestar.
— muchas gracias Mildred, de verdad.
— voy a estar con Frank por si ocupa algo. — dicho eso la mujer se incorporo de su lugar y espero a que Marnie dejara la bebida para llevársela a atender otras mesas, mientras ambas caminaban de regreso cierta castaña decidió salir de su escondite y hacer acto de presencia en medio de todo el lugar.
— su nueva flor viene saliendo.
— esa niña me tiene que escuchar. — Marnie soltó una risa burlona mientras se alejaba de la madame para continuar atendiendo las mesas, mientras la mujer se acercaba lentamente hasta Colette quien se encontraba algo confundida. — se puede saber por que te tardaste tanto en bajar si abrimos hace dos horas, esto no se puede repetir.
— estaba muy nerviosa y usted me dijo que podía empezar solo como mesera.
— pues si preciosa pero ni siquiera como mesera bajaste a trabajar.
— de verdad lo siento y no va a volver a ocurrir.
— me temo que si vuelve a ocurrir no voy a pagarte lo suficiente como para que te vayas a buscar un buen lugar en donde vivir, porque si no trabajas te tengo que correr.
— eso no va a pasar lo juro.
— bueno preciosa, ponte a trabajar.
— ¿Qué hago si alguien me habla?
— esta noche solo eres una mesera cariño. — la castaña le dedico una sonrisa a la pelirroja mientras ella se alejaba. — aunque si quieres ganar mas dinero puedes empezar a trabajar desde hoy en lo que realmente tienes que hacer. — dicho eso ella se fue dejando sola a la castaña sin saber que hacer.
Colette alcanzo a ver a Frank desde la barra haciéndole una seña para que se acercara y poder darle una bandeja con cervezas.
— definitivamente tu eres la nueva. — dijo el chico tratando de hacerla reír.
— creo que se me nota mucho que soy nueva.
— tu no te preocupes por eso.
— me da algo de miedo.
— solo tienes que sostener fuerte la bandeja y tratar de que no se te vaya a caer. — la castaña le dedico una sonrisa al hombre quien se la devolvió al instante. — mucha suerte.
Colette tomo la bandeja en sus manos y se dio la vuelta para poder comenzar con su trabajo, caminaba entre las mesas recibiendo miradas, cumplidos y algunos piropos por parte de los clientes que se encontraban en el lugar y eso incomodaba un poco a la chica quien solo deseaba esconderse debajo de sus sabanas.
— disculpa me das una cerveza...
— claro.
— ¿eres nueva por este lugar? — la castaña no levantaba la mirada para nada. — tus vibras son diferentes a las de las chicas que veo todos los días, sin ofenderlas a ellas.
— pues si, soy nueva.
— un placer nueva.
— en realidad mi nombre es Colette.
— encantado Colette, mi nombre es Adam.
... ...
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