37- Merodeadores vs Mortífagos

~1979~

Natalie Russo:

No sé exactamente lo que ha pasado.

Hace cinco días Remus ha llegado con moretones en el rostro, y sus nudillos estaban rodeados con sangre coagulada.

—¿Dónde has estado?

Por más que le haya preguntado a los chicos sobre la situación, parecía que ninguno sabía la verdad de lo ocurrido.

—Por allí —Fue lo único que dijo Remus, en el primer momento que le pregunté.

Sabía que mentía, pero una parte de mí sentía temor por saber la verdad.

—Por cierto, Lily te envía saludos —James toma la barra de chocolate que descansaba sobre la mesa—, al igual que Marlene.

Por razones obvias, ninguna podría estar aquí.

De por sí ya era raro que los chicos estuvieran aquí, y las veces en que los Diggory venían también podrían levantar sospechas.

—¿Qué harán luego? —Les pregunto.

—Nada —Respondieron al unísono—. Estaremos vigilando la habitación.

—Deberían descansar, se ven muy agotados.

—En tiempos de guerra no hay descanso.

Guerra...

Las noticias en el mundo mágico eran muy malas.
Había muertes por doquier, y los ataques a personas impuras se estaban haciendo más frecuentes.

Los chicos tenían misiones cada cierto tiempo, pero solo uno iba a la vez.

Tomé el diario El Profeta para leer sobre las nuevas noticias, y la primera plana mostró el derrumbe de un monumento en Rusia. ¿La causa? Se decía que habían sido los gigantes.

—¡Qué horror...!

De pronto, el pomo de la puerta hizo un sonido, obligándonos a ocultar las cosas con rapidez.

Pero solo era mi "familia".

—Vuelvan a hacer lo que estaban haciendo.

Negué divertida ante la mención de Peter, y cada uno volvió a su propio mundo.

Mi abuelo entró a la habitación con su esposa y mi hermana, la cual traía lo que reconocí como un televisor.

Sin embargo, tuve que dejar de lado el periódico para saludarlos.

Aun no recuperaban mi confianza, pero mis padres me habían criado con modales, por lo que los saludé.

—¿Qué los trae por aquí?

—Queríamos verte —Mi hermana fue quien habló.

El rostro de Kate Russo se frunció cuando vio cómo la imagen del periódico tenía movimiento.

—Impresionante...

Mi abuelo toma el diario en sus manos, tocando la imagen como si ésta fuera lo más impresionante del mundo.

—Natt no necesita aquella caja mágica.

Sirius fue el primero en hablar, a medida que mi hermana encendía la TV.

—No es una caja mágica, es un televisor —Respondió mi hermana.

Domenica empezó a cambiar algunos canales, causando el asombro de mis amigos.

Al menos el de James y Sirius, pues Remus y Peter estaban más relacionados al aparato por tener a un familiar muggle directo.

Los chicos se quedan embobados, mirando como unas figuras humanas aparecen en la pantalla.

—¿Por qué no tiene color?

—Aun no logran hacerlo funcionar del todo.

—Solo usen magia, y ya.

—No solo es "usar magia" —Mi abuela se desespera—, es tecnología...

—Pues me parece algo ridículo.

—James... —Dije, pidiéndole que se comportara.

—Ya, me callo.

—A Natt no le gusta mirar la tv —Peter interrumpe—. Lo sabrías si la conocieras —Se dirigió a mi hermana.

—Peter...

—Vale, también me callo.

Mi hermana se siente mal consigo misma, gesto que logro reconocer por el cambio del ritmo cardíaco, y aquello me hace sentir culpable durante unos segundos.

—A Natt le gusta oír música —Sirius hace aparecer mi walkman—. Tal vez si...

—Sirius...

—Está bien, señora mandona —Me desafía—, no diremos nada más.

Suelto una risa con burla.

—¿Y ustedes? —Interviene mi abuelo—. ¿Por qué sus periódicos no tienen color si tienen magia?

—Es porque sale más barato a blanco y negro —Dijeron a la vez.

Como mis familiares estaban al tanto de la magia, a los chicos no les importaba usar la suya.

James se acercó a mi abuelo, y sin despegar su vista del libro que tenía en manos, usó su varita para darle color al diario.

—Vaya...

Mi hermana levantó la vista hacia mi abuelo, notando el color vivaz del papel.

—¿Qué haces con ese libro, Cornamenta?

Remus también se percató de la inusual acción de James, y le preguntó por ello.

—Leer.

—James... Tú nunca lees —Me burlo.

—El hecho de que no pasara el tiempo leyendo en Hogwarts no quiere decir que no tenga cultura —Se hace el ofendido—. Además, solo es un libro de hechizos que me recomendó Alastor.

—¿Usan hechizos específicos para cada cosa?

La mirada de todos se posó hacia la mujer mayor.

—¿Y cómo cree usted que hacemos magia? —Le pregunta Peter, sin contener una risa.

—No lo sé... Quizás solo piensan lo que quieren y ya.

Todos soltamos una carcajada, riendo por tal disparate.

—No por nada hay colegios de magia. Para usar una varita no solo se debe tener magia, también talento.

—Pero claro, son cosas que los muggles no podrán entender nunca.

Todos arrugaron la frente al oír aquel término, pero se quedaron con la duda por no preguntar.

—¿No tienes que practicar para tu discurso? —Le recuerdo a mi abuelo, con la intención de disipar el momento.

—Sí, pero me parece que me merezco un descanso.

El hombre se quita sus anteojos para limpiarlos, a la vez que dos de sus empleados tocan la puerta.

Por consecuencia, los chicos eliminaron todo rastro de magia a su paso.

—¿Qué ocurre?

—Señor, el senador lo espera en su oficina.

—El senador... ¡Lo había olvidado!

Patrick Russo rascó su cabeza con pesar, mucho antes de avanzar a la puerta.

—Cuídate, por favor —Se dirige a mí.

—Estaré bien —Respondo—. Solo... Vete con calma.

Si mi abuelo se iba, ellas también lo harían, por lo que tomaron nuevamente sus cosas.

—Te dejo la tv para que no mueras de aburrimiento —Domenica pasa por mi lado—. Aunque con tu magia dudo mucho que eso ocurra.

Yo solo asiento, gesto que ella interpretó como despedida.

Mi abuela solo asintió con la cabeza cuando cruzamos miradas, y después salieron de la habitación.

Inconscientemente solté el aire que mis pulmones estuvieron reteniendo por varios segundos, hasta que un nuevo golpe sonó en la puerta.

—¿Quién?

—Señorita, disculpe... ¿Sabe usted dónde está su abuelo? Tenía entendido que estaba aquí.

—¿A qué se refiere? —Le pregunto—. Usted... Usted acaba de llevárselo.

—No... Yo estaba en el baño.

Los chicos y yo nos miramos con preocupación, sabiendo que algo estaba mal.

—Remus...

—Quédate aquí —Me advierte, rápidamente—. Nosotros iremos a ver qué ocurre.

—Y Natt —James interviene—. Por nada del mundo intentes salir de esta habitación. ¿Me entiendes?

Asiento, aunque todos sabían que no iba a cumplir del todo con mi palabra.

Los cuatro merodeadores salieron corriendo a gran velocidad, temiendo que la teoría que nuestras mentes habían maquinado fuera real.

—Necesito que busques a mi abuelo —Le ordeno al guardia—. Y no vuelvas hasta que esté a tu lado.

El hombre también salió de la habitación, y un estruendo en la habitación me hace alertar.

Sobre las flores regaladas por mi esposo la noche anterior apareció una nota que dudé en tomar.

—"Natt, tu abuelo está en peligro. Hay un traidor entre ustedes".

Pude reconocer la letra al instante, era Regulus.

—"Ten cuidado con lo que hagas, pues no sé a qué se referían mis padres, pero acabo de oír de que saben dónde estás".

¡Por un demonio, lo que me faltaba!

Tomé mi varita, la cual estaba oculta bajo mi almohada, e hice desaparecer la nota.

Si los padres de Regulus sabían que estaba aquí, él también lo sabía.

Voldemort sabía que estábamos aquí.

De pronto, un enorme estruendo sonó en el siguiente piso, haciendo que me levantara de golpe.

—Los chicos.

Usé mi varita para conjurar una bata cualquiera y até mi cabello, lista para atacar de ser necesario, dejando de lado el dolor en mi pecho.

Las voces de los demás familiares y pacientes estallaron en gritos, y todos corrían hacia otro lado.

Y yo corrí hacia ellos.

¡Incendio!

Una voz gruesa sonó bajo las escaleras, y luego un olor a quemado invadió el lugar.

Mortífagos.

Corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron, bajando cada escalón con miedo a resbalar, o peor aún, de recibir una maldición.

5 encapuchados usaban sus varitas para atacar a mis amigos, y con la mirada trato de buscar a mi familia.

Los tres Russo se encontraban atrapados en una esquina, usando una mesa como escudo.

El cuerpo de uno de los guardias yacía en el suelo, mientras el otro atacaba.

De pronto, uno de los encapuchados deja de ayudar a atacar a James para atacar a los Russo.

Confundus.

Realizo el correcto movimiento de varita mientras le lanzo el hechizo, evitando así que ellos salieran lastimados.

Pero el sujeto también fue ágil y esquivó el hechizo.

—¡Natt! —Remus gritó—. ¡Sal de aquí, ahora!

Sin embargo, lo ignoré.

Bajo la máscara del sujeto, solo la boca estaba libre, y éste esbozó una macabra sonrisa.

Confundus.

Protego.

Ambos nombramos hechizos a la vez, y el chorro de luz azul rebotó en mi improvisada barrera plateada.

Y me uní al duelo.

Bombarda máxima.

El sujeto hizo explotar una pared, haciendo que reaccionara con rapidez.

Protego máxima.

Logro crear una burbuja sobre los cuerpos de mis familiares, quienes cerraron los ojos por acto de reflejo.

Gracias a mis sentidos súper desarrollados puedo esquivar un hechizo de otro de los Mortífagos, y choco mirada con Sirius.

Asiento, diciéndole que todo estaba bien, y que debíamos continuar con la lucha.

—Abuela... Tienes que ver esto.

La voz de Domenica era de asombro, y por el rabillo del ojo puedo ver como los tres tocan la burbuja, sin creer aun lo que estaban viendo.

Una idea sumamente rara pasa por mi mente, y hago lo posible para ejecutarla.

Engorgio.

Una araña transitaba sobre el techo, por lo que hice que aumentara su tamaño al de un elefante, provocando que cayera sobre el mortífago.

No tuve tiempo ni siquiera para mirar mi obra cuando otro hechizo cruza por mi espalda.

Peter se enfrentaba con determinación al otro sujeto, y le ayudo cuando veo que cae al suelo.

Aresto momentum.

Paralizo momentáneamente al otro sujeto, a medida que me acerco a Peter.

Desmaius.

Peter aprovecha la situación y ataca al mortífago, aturdiendo al otro mago.

—¿Estás bien?

—Me duele... ¡Ahhh!

Tomo con delicadeza su brazo, notando que se lo ha fracturado.

—Esto va a dolerme, ¿cierto?

Asiento, tratando de decirle que no debía gritar.

Episkey.

El grito de mi amigo hizo que todos en la habitación voltearan hacia nosotros, incluyendo al mago con la araña encima.

—Ha sido inteligente...

—Solo nos estoy dando tiempo.

Y como predije, el mago lanzó una maldición asesina a la araña, logrando sacársela de encima con un poco de dificultad mientras la luz verde iluminaba el lugar.

—Yo me haré cargo de ese, debes llevar a tu familia a salvo.

No  lo pienso dos veces y me levanto tan rápido como puedo, ubicando mis manos sobre la cabeza, mientras Peter conjura un hechizo para encerrarlo en una jaula.

Aqua eructo.

La voz de James estaba anormal, pues se encontraba agotado.

El gran chorro de agua que salió de su varita apagó el incendio provocado a mi alrededor, permitiendo así que mi camino fuera más seguro.

—Deben salir de aquí.

Mi abuela estaba asustada, por primera vez en la vida la veía de esa forma.

—La capa.

El grito de Remus hizo que lo mirase, y aunque por el ruido de las batallas nadie más pudo oírlo, estaba seguro de que yo lo había hecho.

—Capa... Capa...

—¡James! ¡La capa!

—No la tengo —Lo oí murmurar—. Le he dado la capa invisible a Dumbledore.

Mis esperanzas se fueron a la basura en ese momento, pero el mago al que Peter había aturdido se estaba poniendo de pie.

Y yo estaba lista para atacar.

Sectum.

Estaba tan cansada, que olvidé la primera regla impartida por Alastor.

"Alerta permanente". Nunca subestimar al enemigo.

Solté un grito desgarrador cuando sentí un corte a la altura de mi brazo, y un ligero chorro de sangre salió de ella.

—¡Natalie! —Oí a mi abuelo.

—¡No te atrevas a tocar a mi esposa!

Remus Lupin finalmente se había enojado.

Él mismo se enfrentó a dos magos al mismo tiempo, mientras yo trataba de recordar un hechizo para curar mi herida.

La agilidad de Remus era impresionante, pero su temor también era enorme.

Su varita y sus labios se volvieron uno solo, y los hechizos rebotaban por toda la habitación, menos a mi lado.

—Déjame ayudarte.

No me quedó de otra más que aceptar la ayuda de mi hermana, quién usó su bufanda para hacer presión en la herida.

—Haz un nudo —Pedí.

—No puedes estar así —Oí a mi abuela—. Puedes morir...

—Moriré en unos meses, de todas formas.

En vista de que ninguna iba a apretar la prenda, mi abuelo lo hizo, haciendo que arrugue la frente.

—Eres igual a mi hijo. Valiente y guerrera.

Una sonrisa se formó en sus labios, pero detrás de él pude ver un destello de luz.

Protego totalum.

No sé cómo fui capaz de reaccionar a tiempo, y una nueva burbuja cubrió nuestros cuerpos.

Los cuatros chicos estaban demasiado ocupados para percatarse de la llegada de un nuevo Mortífago, y solo yo podía detenerlo.

Expelliarmus.

Traté de desarmar al sujeto, teniendo un mal resultado.

Imperius.

Logro esquivar a tiempo el haz de luz roja, sorprendiéndome por el hechizo formulado.

Levicorpus.

Elevé al sujeto al aire por los tobillos, buscando con la mirada alguna salida segura para mi familia.

Liberacorpus.

Maldecí cuando pronunció el contra hechizo, mientras bajó y literalmente voló frente a mí en una especie de humo, oscuro quedando nuestros rostros lo más cercano posible.

—Nada mal para alguien que se está muriendo.

Su voz me generó escalofríos, sabiendo de quién se trataba.

Aunque no me sorprendió en lo absoluto.

—Nada mal para un idiota sin cerebro, Shelby.

El antiguo profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras volvió a separarse de mí, y eso me dio tiempo para atacar.

Desmaius —Apunté.

Inmobilus —Pronunció a la vez.

Nuestras varitas se unieron a través de una ráfaga de luz.

Una línea azul, proveniente de mi varita, colisionó con la luz amarilla de su varita, provocando una pequeña explosión que nos mandó a volar a ambos.

Mi cuerpo chocó contra una pared, y el grito de preocupación de mi abuelo alertó a los chicos.

Bombarda... Máxima...

Con mucho dolor en mi espalda, conjuré un hechizo hacia los dos Mortífagos que atacaban a mi esposo, liberándolo finalmente mientras la pared a su lado colisionó sobre los dos sujetos.

Remus corrió hacia mí y tomó mi cuerpo contra el suyo.

—Te dije que debías salir de aquí —Pronunció, con miedo.

—Y yo recuerdo que en nuestros votos matrimoniales prometimos estar el uno para el otro —Le recuerdo—. Y me necesitabas, no iba a dejarte solo.

Remus me cargó entre sus brazos, y con mucho cuidado, usó su varita para evitar que alguna maldición nos cayera encima.

—¡Rápido! ¡Por aquí!

Mi esposo me llevó hacia mi familia, dándoles órdenes mientras nos sacaba a otra habitación.

—Hay que alertar a la orden —Le dije—. Esto es demasiado para nosotros.

Remus miró por su espalda, viendo la fatal escena.

Sirius, James y Peter se habían unido para atacar a todos los encapuchados por igual, y en todos había rastros de sangre y sufrimiento.

Miró mi cuerpo, la bufanda que cubría mi herida y el moretón en mis piernas.

—¿Puedes...?

—Ve a ayudar a los chicos —Le di un beso fugaz—. Yo daré el aviso.

—No vuelvas a salir a menos que te lo pida.

—En estas condiciones no puedo hacerlo.

Remus se levanta y corre hacia sus mejores amigos, lanzando hechizos a diestra y siniestra, intentando liberarlos.

—¿Cómo vas a pedir ayuda? —Oí a mi abuela.

—No hay celulares —Habló mi hermana.

—¿Quién ha dicho que voy a llamar a través de un celular?

Cerré mis ojos momentáneamente, sintiendo la respiración agitada de los chicos, el miedo en el cuerpo de mi familia, y la felicidad en los encapuchados.

—Un recuerdo feliz...

Llevé mi varita a unos centímetros frente a mi cara, haciendo que mi respiración choque contra ella.

Tenía muchos recuerdos felices, pero dudaba si alguno era lo suficientemente fuerte como para invocar un Patronus.

Recordé el cumpleaños de mamá, las fiestas de Navidad en Hogwarts, las cenas con los chicos, mis bailes y besos con Remus, las burlas de los chicos, la estancia en la casa de los Diggory... Pero el recuerdo más feliz de mi vida era con mi padre.

Él y yo, juntos, en un parque.
Él tiraba del columpio, y yo reía pidiendo que me elevara más alto.

Expecto Patronus.

Abrí mis ojos en cuanto una ráfaga de luz plateada invadió el lugar, y un hermoso lobo se ubicó a mi lado.

Todos los presentes soltaron un grito de asombro, y lentamente despegue mis labios.

Era mi primer Patronus.

Tenemos problemas —Anuncié, como si mi varita fuera un micrófono—, un grupo de Mortífagos están invadiendo el hospital donde me encuentro, solicito refuerzos. Repito, solicito refuerzos a la Orden del Fénix.

El lobo brillante hace una reverencia antes de volar hacia una ventana y dirigirse a cualquier miembro cercano.

—¿La Orden del Fénix? —Pregunta mi abuelo.

—Es una organización secreta —Le informo—, los mejores magos y brujas están en ella.

Un grito desgarrador me hace asustar, y evito correr hacia los chicos cuando reconozco de quién se trata.

—¡Peter! —Oí la voz de James—. Te tengo, te tengo...

Mis ojos se humedecieron, a la vez que todos los encapuchados tenían acorralados a mis amigos.

—Rápido... Vengan rápido...

Cerré mis ojos, al igual que ellos.

Ninguno estaba preparado para morir en esta ocasión.

En algún momento, todos habíamos imaginado nuestra muerte. Unas más trágicas que otras, pero sin saber que estábamos más cerca de ella.

De pronto, varios sonidos de pisadas se hicieron presentes, a la vez que algunas figuras aparecieron entre un espeso humo blanco.

Moddy, Kingsley, McDonald y Mckinnon llegaron a la escena, listos para dar una pelea justa.

La habilidad de los mayores era increíble, y la rapidez con la que atacaban sin siquiera abrir la boca y pronunciar los hechizos era de locos.

—Natt...

Remus señaló la habitación en donde me encontraba, y Mary fue la primera en acercarse, mientras Marlene se encargaba de Peter.
James y Sirius, por su parte, se unieron a los mayores.

—Estás herida —La morena toca mi brazo con total delicadeza, pero me roba un grito—. Necesito que cierres los ojos.

Asiento, sintiendo miedo.

La bruja pronuncia un hechizo que hace curar mi herida, a la vez que esquiva una maldición.

—¿Cómo está Peter? —Le pregunto.

—Mar se está encargando.

McDonald se acerca a mi familia, verificando que no tuvieran otra herida grave, pero solo se trataban de raspones.

—Debo sacarte de aquí.

—No te olvides de ellos.

La bruja asiente.

—Todos, tómense de las manos —Ordena—. Y no se suelten, por nada del mundo lo haga.

Los tres Russo se tomaron las manos entre sí, a la vez que Remus se nos une.

—Te veré allá.

Sin embargo, él no tomó mi mano.

El ambiente dio múltiples vueltas, y supe que nos estábamos apareciendo en otro lado.

—¡Remus!

Grité asustada cuando no lo vi a mi lado, pero Mary tomó mi brazo sano, impidiendo que me moviera.

—No puedes volver.

—Debo ayudarlo...

—Tu esposo estará bien —Trata de tranquilizarme—. Solo hay que esperar.

Logro ver el momento exacto cuando Kate Russo suelta una oleada de vómito, causando que me riera por unos pocos minutos.

—Déjame adivinar, ¿muggles?

—Efectivamente.

No sabía en donde me encontraba, y un nuevo "Plop" nos puso en alerta.

Para mi suerte, se trataban de los chicos.

—Han huido como cobardes.

Corrí hacia mi esposo y lo abracé con fuerza, a medida que mis miedos abandonaron mi cuerpo.

Pasé mi mano sobre su mejilla, haciendo contacto con su nueva cicatriz.

—Te dije que íbamos a estar bien.

Le doy un beso, como si eso me permitiera verificar que todo esto era real, y no un mal sueño.

—Has sido valiente.

Abracé a los chicos, uno a uno, mientras las lágrimas corrían sobre mis mejillas.

El cansancio invadió mi cuerpo, y por primera vez en mi vida supe que estaba a punto de morir.

Alastor y Kingsley hicieron presencia al cabo de varios minutos, y ahogue un grito cuando vi que la nariz del primero estaba chueca, y había un corte sobre sus pobladas cejas.

—Yo lo arreglaré...

—¿Arreglar? ¡Tonterías! —Exclama, soltando una carcajada—. Si voy a cargar una herida el resto de mi vida, quiero que todo el mundo sepa por qué, y que he sido yo quién le ha cortado la mano a ese desgraciado.

Mis ojos se abrieron al instante, al igual que los de mi familia.

—Deberías ver al otro sujeto —Sirius soltó una carcajada—. Sin mano, y sin cejas.

Marlene le dio un codazo a la altura de su pecho, mientras Peter tomaba asiento.

—Este ha sido el peor día de mi vida.

—En efecto, muchacho —Kingsley se dirige a un asiento—. Pero éste está muy lejos de ser el peor.

—¿A qué se refiere? —Pregunta mi abuelo.

—Los Mortífagos saben de nuestra existencia, y no van a terminar hasta que todos estemos muertos.

—Pero...

—A partir de ahora tendrá en su bufete a un mago capacitado que cuidará de usted y su familia las 24 horas del día.

—¿Un mago?

—Usted es el alcalde, y su sobrina una mujer lobo, es obvio que irán contra ustedes hasta dar con su paradero.

—¿Es por eso que te cambiaban de habitación todos los días? —Pregunta mi hermana.

—Esto es más peligroso de lo que ustedes creen —Le aviso—. Ningún lugar es seguro para nosotros.

—¿A dónde irás?

—De viaje con mi esposo. No debemos permanecer en el mismo lugar mucho tiempo.

—¿Quieres decir que...?

—Es un adiós.

Los ojos de mi familia se humedecieron, y los tres corrieron y me dieron un abrazo.

—Lo lamento tanto...

—Kate —Me dirijo a ella, con un poco de incomodidad—, voy a morir de todas formas, si no lo hacen ellos, lo hará el cáncer.

—¿No tomarás un tratamiento?

La pregunta la había hecho Mary, y su voz sonó con mucha preocupación.

—No lo haré.

No tuve que mirarla para saber que vio a mis amigos, y que ellos bajaron sus rostros ante mis palabras.

—Hay que cambiar todo —Anunció Alastor—. Lugares, registros, todo.

—¿Por dónde vamos a empezar? —Pregunta James.

—Vamos a iniciar desde hoy, ahora para ser exactos. Busquen lugares seguros, creen vínculos entre ustedes, y disfruten lo poco que nos queda.

—¿Y las lunas? —Sirius pregunta—, ya sabe...

—Vamos a tener que hacer lo mismo que en Hogwarts.

Las palabras de Remus confundieron a todos, pero solo nosotros sabíamos de qué se trataba.

—¿De qué hablan?

—Ustedes tienen secretos —Remus se dirige a Kingsley—, nosotros también.

—Entonces guarden ese secreto con seguro —Ordena Alastor—. Entre menos lo sepan, mejor.

Todos asentimos, recibiendo indicaciones antes de volver a otro lugar.

—¿Qué pasará con el hospital? —Pregunta mi abuelo.

—El ministerio ya debió llegar —Le dice—. Tenemos gente que se encarga de ello.

—¿Los van a matar? ¿A todos lo que descubrieron esto? —Pregunta mi abuela, con miedo.

—No somos tan malos como usted cree —Mary se une a la conversación—. Tenemos gente que borra la memoria, recuerdos de esta ocasión.

—Lo que me hace recordar...

—Lo sé —Mary interrumpe a Kingsley—, debo volver a la escena, y verificar desde mi puesto de desmemorizante que nada dé con nuestro paradero.

Ella fue la primera en desaparecer de la escena, mientras Kingsley se encarga de escoltar a mi familia.

—Hasta pronto —Fue lo único que dije.

Este día se convertiría en el último que los vería, pues no tenía órdenes para acercarme a ellos.

Vi como sus figuras desaparecieron en el aire junto a Kingsley, y solté un quejido.

—Han hecho un buen trabajo —Alastor nos felicita—, han logrado sobrevivir, y esto me hace ver que están listos para las verdaderas misiones de la orden.

Sirius y James soltaron una enorme sonrisa de triunfo, gesto contrario al mío y el de Remus.

—Ustedes dos deben alejarse de esto —Nos advierte.

—Lo sabemos —Respondimos a la vez.

—Esto ya no es Hogwarts, no es una persecución... Es una batalla.

—Es una guerra.

N/A: Pero qué forma de acabar la semana, ¿eh?

Creo que este capítulo se convertirá en el favorito de muchos, más que todo por la escena de acción jsjsjsjsj

Intenté recrear un escenario diferente a los anteriores, dentro de los cuales solo veíamos poco de hechizos... Creo que no me fue tan mal al momento de narrar la pelea jajajajja
¿Ustedes que opinan? ¿Les gustó?

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