34- La boda
~1979~
Natalie Russo:
No sé cómo permití que Sirius fuera el organizador del evento.
Había cumplido su promesa de no divulgar el secreto, cosa que me sorprende, pero tenía miedo.
Sirius Black era un mago muy escándalo, y dudo mucho que la fiesta sea "sencilla".
Antes de finalizar el año, fui con Stella, Marlene y Lily en busca de mi vestido.
Para evitar que algún curioso nos viera, lo buscamos en el mundo Muggle, teniendo un millón de opciones.
Finalmente había optado por algo sencillo, no muy llamativo.
Pero, oh sorpresa, el vestido que elegí nunca llegó.
Se suponía que tenía que llegar antes del 31, por lo que fuimos a preguntar a la tienda sobre qué había pasado.
Su respuesta fue simple.
—"Oh, un joven muy apuesto vino a retirarlo, pero dijo que lo cambiaría por uno más llamativo".
—"¿Puede decirme cómo era?"
—"Lo recuerdo muy bien —La mujer suelta una risa coqueta—. Era alto, moreno, de cabello negro y ojos grises"
—"¿Quiere decir entonces que el vestido...?"
—"Aquí lo tiene".
La caja por sí era enorme, y las chicas me miraron con preocupación.
—"¿Cuánto debo por ello?"
—"Nada, el joven pagó por ello. Y también compró su propio traje"
Sirius Black, juro que voy a matarte.
En ningún momento me dijo lo que tenía planeado, y las veces que intenté persuadir a James y Peter fueron en vano, pues ellos tampoco sabían sobre los planes de Sirius.
O tal vez sí. Y le eran leales.
Remus tampoco sabía nada, y eso me causaba nervios.
—¿Qué tal sus primeros semestres?
Salté del susto cuando una persona había llegado a mi lado, sin percatarme.
—De maravilla. Muchas gracias por la oportunidad de permitirme estar aquí, señor Scamander.
Newt Scamander solía estar siempre en su academia. Y aunque casi nunca se lo veía dando clases, siempre estaba cuidando sus mascotas.
Era normal verlo por allí.
—Usted se lo ha ganado, no lo olvide —Me anima—. No olvidar... Eso me recuerda... Felicidades.
—Emmm, ¿a qué debo agradecer?
Sin embargo, una nueva persona llega al lugar.
—Padre, el tío Theseus te espera en la sala de reuniones.
Thomas Scamander también recibía clases aquí, aunque eso no le daba ventaja sobre el resto.
Su familia era muy reservada respecto a sus estudios, por lo que Thomas era tratado como uno más de sus estudiantes.
Durante las horas clases, claro.
—Ya voy.
Ambos se alejan por un momento, mientras verifico mi tiempo.
Ya había completado las 4 horas diarias de estudio, y las 2 horas de prácticas en el bosque, por lo que faltaba poco para la boda.
Sí, hoy iba a casarme.
Camino hacia el bosque en busca de soledad, aunque de por sí ya me encontraba sola.
Muchos de mis compañeros de clases solían evitarme, y supuse que el rumor de que era una mujer lobo se había corrido.
Aunque claro, solo eran "rumores", pues no había otros estudiantes de Hogwarts que pudieran revelarlo.
De pronto, siento un dolor en mi estómago, y una leve tos se hizo presente.
Pero por tercera vez en varios meses, una ligera muestra se sangre se detuvo en mi mano cuando la uso como escudo.
Le había hecho una visita a Celeste. Además de invitarla, le conté sobre esto último. Y aunque no pudo hacerme exámenes, siguió sugiriendo que debía asistir a un médico muggle.
Aunque claro, no lo hice.
—¡Natalie!
Sequé mi sangre con mi uniforme rápidamente cuando escuché la voz de mi amigo.
—Thomas, ¿ocurre algo?
—Nada importante a decir verdad. Solo pasaba por aquí para ver a los escarbatos.
Asiento, sintiendo un poco de dolor en mi pecho.
—¿Te pasa algo?
—Nada, todo está bien —Miento.
—Es que... Te he notado rara estos días.
—¿Por qué?
—No me malinterpretes... Solo digo, pareces estar nerviosa.
—Oh, eso...
Nadie en este lugar sabía de mi relación con Remus, mucho menos de la boda.
Pero Thomas era la excepción.
—Solo es algo por lo que estoy preocupada —Vuelvo a mentir.
—¿Está todo bien con Remus?
Y le dio justo en el blanco.
—De maravilla.
—¿Y qué es lo que te preocupa?
—Si te cuento un secreto... ¿Prometes guardarlo?
El rubio asiente, tomando a uno de los escarbatos en su mano.
—Me voy a casar.
Thomas giró su cabeza a mi dirección, y su rostro se encontraba bastante sorprendido.
—Oh... Vaya, eso es increíble —Me dedica una sonrisa—. Felicidades.
Noto que mis mejillas arden, y supongo entonces que mi nariz también.
—Es un secreto, nadie en particular lo sabe...
—Nadie va a saberlo —Sella sus labios con su mano libre, en señal de silencio—. Promesa de un Scamander, y un Scamander jamás traiciona.
Sonrío, aun cuando un escarbato trata de subirse a mi cabeza en busca de mi tiara brillante.
—¿Cuándo será?
—Esta noche, ¿te gustaría venir?
—Agradezco la invitación, pero esta noche debo asistir a una cena.
—Oh, bueno...
—Pero me encargaré de enviarte un detalle por parte de mi familia.
—No es necesario...
—Que va, solo es un regalo, no es para tanto.
Por un momento olvido todo.
Mi boda, mis angustias y mi sangre embarrada en el uniforme, sintiendo el espeso aire del bosque.
—Pensándolo bien... ¿No deberías ir ya?
—Apenas son las 12 —Respondo, amablemente.
—¿Tus amigas vienen por ti?
—Oh, no. He quedado en ir a verlas en mi casa una vez que saliera de la academia.
—¿Y qué esperas? Tus clases han terminado. Deberías ir a arreglarte, aunque de por sí, luces hermosa.
—Me halagas —Sonrío—. Pero creo que tienes razón... Marlene va a matarme si no llego a tiempo.
—¿Marlene Mckinnon?
—Sale con Sirius, y al ser uno de los mejores amigos de Remus está invitado.
—Quien lo diría —Baja cuidadosamente al escarbato—. Black y Mckinnon.
—Yo digo que estaban tardando en salir.
—¿Y qué pasó con la chica de Gryffindor? ¿Cómo era su nombre...?
—¿Liss?
—Sí, ella —Chasquea sus dedos al aire.
—Ni idea —Me encojo de hombros—. Es una chica muy linda, quizás solo se fue, y ya.
—¡Thomas! ¡Te necesito aquí!
La voz de la señora Goldstein hace que gire mi rostro a su dirección, y ella me dedica una sonrisa.
—Debo irme...
—No te hago retrasar —Me despido—. Y disfruta la cena.
—Felicidades por la boda —Dice, en un susurro—. Mereces ser feliz.
—Hasta pronto, Thomas.
Mi habitación era un desorden.
Si es que a esto se le puede llamar "habitación".
Marlene Mckinnon parecía ser la más nerviosa de todas.
De por sí ya me había hecho 3 tipos diferentes de peinados, y según ella "ninguno quedaba bien con el vestido".
Stella se encargaba de mi maquillaje, mientras Lily terminaba de buscar los detalles.
—Mar... Solo has un peinado...
—¿¡Solo un peinado!? —Exclama—. ¡Te vas a casar! No voy a dejar que vayas con "un simple peinado".
—Ok... Me rindo.
Levanto mis manos en señal de rendición, mientras ella ladea la cabeza, agitando su varita en el aire.
—¿Qué tal...?
De pronto, unas pequeñas flores color rosas pastel volaron a su alrededor y se ubicaron en fila.
—¡Lo tengo! —Gritó.
—Eso dijiste hace 3 peinados.
—¡Lily! —Exclamó, indignada—. Esta vez juro que lo tengo.
La rubia verificó que tuviéramos el suficiente tiempo como para poner en marcha su plan.
Sentí como varios mechones de mi cabello fueron elevados en el aire, y como si Marlene dirigiera un concierto, elevó su varita y danzó con ella.
Uno a uno, los mechones se fueron uniendo en lo que supuse era una especie de trenza, formando una diadema.
El cabello restante se separó y formaron ondas, las cuales estaban muy simétricas.
Las flores volaron hacia mi cabello, depositándose justo encima de la trenza formada, y varios clips las ataron a él.
Me miré al espejo, y el resultado me parecía perfecto.
—¿Y...? —Pregunta, insegura de su trabajo—. ¿Te gusta?
—¡Por Merlín, Marlene! ¡Te ha quedado divino!
Corrí literalmente hacia ella y la abracé, o al menos lo intenté, pues el vestido no me permitía hacerlo.
—¡Te pasaste! ¡Está precioso! —Stella cambia su maquillaje—. Tienes talento.
—Si te aburres de ser medimaga, puedes trabajar en una boutique.
—¿Boutique? ¿Qué es eso?
Lily y yo soltamos una carcajada, la cual fue interrumpida por la llegada de una carta.
—Es de Sirius —Marlene es quien la toma—. Dice que debemos irnos.
—¿A dónde? Es decir... Ni siquiera me ha dicho donde será el evento.
—La carta es un transportador —Afirma—. Es brillante, ¿no lo crees?
—Muy brillante para ser idea de Sirius —Admitimos todas.
—¿Lista para el mejor día de tu vida? —Stella toma mi mano.
—Estoy lista.
...
Mis nervios estaban de punta.
Y esta vez sí voy a acabar con Sirius.
El transportador nos llevó a Brighton. Sí, Brighton.
Me preguntaba por qué había tomado esta ciudad costera como la elegida, pero él no paraba de decir "Solo disfruta" o "Debes relajarte".
—¿Está todo bien, pequeña Russo?
Sebastian Diggory había llegado a mi lugar de descanso antes de salir.
—Sí.
Por quinta vez en la noche, mentí.
Quería casarse, obvio que quería.
Pero sentía decepción. ¿Por qué? Porque a pesar de dejarles la invitación, ninguno de mis familiares asistió.
—Tenía una mínima esperanza... —Dije, por primera vez en la noche—, creí que vendrían...
—Mi pequeña...
Sebastian tomó mi cuerpo y lo envolvió con el suyo, tratando de calmar mis angustias con un abrazo.
—Ellos se lo pierden.
—Pero...
—Pequeña Russo —Toma mi rostro—, dime una cosa, ¿eres feliz a su lado?
Ni siquiera lo dudé y asentí.
—Entonces no tiene por qué importarte el resto —Seca delicadamente una lágrima, evitando dañar mi maquillaje—. Allí afuera tienes a una increíble persona esperanto por ti, no arruines tu día pensando en cosas que no deberías.
—Gracias.
—No tienes nada por lo cual agradecer. Hiciste lo que pudiste para hablar con ellos, inclusive, los has invitado, pero han sido ellos quienes se han perdido la oportunidad de ver lo hermosa que luces hoy.
—Me gustaría saber si... —Balbuceé— Puedes llevarme al altar... —Dije, con timidez—, pero si no quieres, está bien...
—¡Pensé que jamás me lo pedirías! —Casi salta de alegría—. Es decir... Sería un honor.
Sonreí, nuevamente lo hice.
Sebastian me brindó su brazo para caminar juntos, a la vez que Stella y Sirius llegaron a nuestro lado.
—Sabía que te quedaría bien ese vestido —Sirius silva, elevando ambas manos en el aire—. Tengo buenos gustos, eh.
—Demonios, Black. Te quiero matar con mis propias manos.
—¿Por qué?
—Te pedí algo sencillo...
—Eso debes decirle a mi prima —Sonríe—. Desde que le mencioné la palabra "sencillo" empezó a decir que merecías mucho más que eso. Así que, yo quedo libre de todo.
—¿Y el vestido? Se ve costoso...
—Natt, por favor —Me interrumpe—. Mi mejor amigo va a casarse esta noche junto a la hermosa doncella que tengo frente a mí. Ambos son las mejores personas del mundo mágico. ¿No crees que se merecen lo mejor, al menos un día de sus complicadas vidas?
Le había dado en el blanco.
—Jamás tendré palabras para agradecerte esto —Me separo momentáneamente de Sebastian para darle un abrazo.
—Espero ser el padrino del primer lobito —Susurra a mi oído, haciendo que solo yo lo escuchara.
—¡Sirius! —Exclamé.
—¿Qué? Es solo una opinión.
Niego, divertida de las locuras de Sirius, antes de que nuestro otro amigo llegue.
—Es hora.
James Potter sonreía como en ningún otro día, y me daba mucha satisfacción que entre todos se estuvieran apoyando.
—¿Cómo está? —Le pregunto, a medida que Sirius se va en busca de Peter.
—Muy nervioso —Se burla—. Por cierto, te vez muy hermosa con ese vestido, puedo decir que envidio a mi amigo.
—¡Oh, James!
—No hagamos esperar más a Lupin —Sebastian vuelve a tomar mi brazo—. Y no hagamos esperar a mi estómago, quiero comer pastel.
Todos soltamos una risa, esperando el momento adecuado para avanzar.
Por decisión, James y Stella caminaron juntos hacia la tarima improvisada.
Mi mejor amiga llevaba un hermoso y delicado traje rojo, y varias flores salieron de su varita a medida que daba un paso, dejando marcas por las cuales yo iría caminando.
Me permito cerrar los ojos, sintiendo calma y emoción a la vez.
El pecho me brincaba, no por miedo, sino por los nervios.
¿Me veía bien?
¿Y si me caía?
¿Y si Remus dice que no?
¿Y si...?
—Nos toca.
Sebastian Diggory nuevamente interrumpió mis estúpidos pensamientos, y era algo que le agradecía.
La puerta del pasillo se abrió de par en par, a la vez que todos los invitados se levantaron.
Para mi sorpresa, no solo estaban los chicos.
Varias personas que conocimos en la orden, y amigos fundamentales estaban aquí.
Pandora y Regulus estaban sentados en la parte trasera de los invitados, y ellos soltaron una sonrisa cuando me vieron.
Por razones que no entendía, Regulus lucía diferente. Había cambiado gran parte de sí mismo, como si no quisiera ser reconocido.
Junto a ellos también estaba Lovegood.
Al otro lado, las dos mujeres que se encargaron de cuidarme los últimos dos años estaban de pie.
Celeste Bowen y Madame Pomfrey ya no portaba aquel aburrido traje de enfermeras, sino un hermoso vestido azul.
Mejor dicho, todas las invitaciones describían que todas las chicas debían vestir de azul.
Di el primer paso, sintiendo una ráfaga de viento cuando pasamos a través de la puerta.
De pronto, varios Snidget volaron sobre nosotros, y un espectáculo dio inicio.
Aquellos animales eran tan pequeños como una Snitch, así como también eran veloces y dorados.
Nadie tenía acceso a ello, pues su crianza era ilegal en los hogares, por lo que, la única razón por la que estaban aquí...
La siguiente fila estaba formada por la familia Scamander, y fue allí cuando entendí a qué se refería el señor Scamander esta mañana.
Él lo sabía.
Sonreí cuando vi a Thomas, quien me había mentido descaradamente esta mañana.
Todos hicieron una leve inclinación cuando pasé por su lado, y por un instante se me olvidaron los problemas.
Los siguientes invitados fueron los miembros de la orden.
Dos filas fueron tomadas por los profesores Dumbledore, Mcgonnagal, Sprout, Slughorn y Moddy, quien, para mí sorpresa, no me mostraba tan serio como otros días.
También estaba una gran familia en particular, a quienes conocimos hace poco, pero que se ganaron nuestro corazón en ese tiempo.
Arthur Weasley estaba junto a su esposa, Molly Weasley.
La pareja era sumamente encantadora, y ni hablar de los niños.
Charlie, Bill, Percy y los pequeños Fred y George lucían adorables con sus trajes formales, y eso me robó otra sonrisa.
En la primera fila estaban mis mejores amigos.
Sirius, Peter y Marlene esperaban con ansías este momento, al igual que yo lo hacía.
A su otro lado, los padres de Remus aguardaban mi llegada.
Lyall y la señora Hope tenían en sus rostros una sonrisa imborrable, y pude jurar que yo también la tenía.
En una de las esquinas estaba una mujer a la cual no conocía, pero que supuse era la prima de Sirius.
Ella llevaba un traje negro que la hacía lucir fabulosa.
Tal vez vistió así al ser la encargada de lugar, para no mezclarse con los invitados, o tal vez solo lo hizo.
Pero se veía muy bien.
Era una mujer castaña de ojos oscuros, y tenía la simetría que todos los Black tenían, pero a diferencia de la gran mayoría de los Black, ella sonreía.
Algo que claramente pocos de su familia hacen. A excepción de Sirius y Regulus, claro.
Al frente se encontraban los padrinos, Amos y Lily. Ambos estaban muy felices, y con sus varitas hicieron que los pétalos de flores que estaban en el suelo empezaran a moverse con el aire, sincronizándose con la melodía que sonaba. Toqué uno de los pétalos flotantes, y este explotó, causando varias chispas de colores.
Y entonces lo vi.
En medio pasillo vi al hombre perfecto.
Remus Lupin me esperaba nerviosamente en el altar, pero se calmó cuando cruzamos miradas.
Su traje negro era todo lo que estaba bien en este mundo, y su sonrisa...
—No olvides que, si quieres huir, tengo una casa en América.
Evito reír ante las palabras de Sebastian.
—Gracias —Dije, nuevamente—. Por todo, aun cuando no tuviste que hacerlo.
—Desde el primer momento en que te vi supe que eras especial —Deja un beso en mi frente—, y juré que haría todo lo posible por cuidarte.
Lentamente me dejó al lado de Remus, quien me ayudó a subir algunos peldaños mientras no dejaba de verme.
—Todos los días te vez increíble —Dice, por primera vez en todo el día—, pero hoy... Hoy luces encantadora.
—Tú no te quedas atrás, Remus.
En el lugar, como era debido, había un cura, el cuál dio la orden para que todos los invitados se sentaran.
—Estamos aquí, reunidos en consecuencia de la unión de dos personas que se aman, las cuales han venido a unirse en matrimonio.
Todos los invitados sueltan gritos y aplausos ante nuestra mención.
—Una pareja que, a pesar de las circunstancias, han venido a unirse hasta el final de los tiempos. Una pareja tan única y diferente al resto de nosotros.
A mí espalda, varios Puffskeins morados empezaron a entrar al lugar, robándose la atención de todos.
Ellos eran unos pequeños Pigmy Puff muy adorables, tenían apariencia redonda a causa de su pelaje, y caminaban dando saltitos.
Uno de ellos traía los anillos, el cual Remus tomó.
—Remus John Lupin Howell —Pronunció el encargado, al cabo de varios minutos—. ¿Prometes amar, cuidar y respetar a Natalie Calliope Russo White, en la salud y enfermedad, en la guerra y en la tempestad, hasta que la muerte los separe?
—No lo prometo —Me mira—. Lo juro con mi vida.
Mis ojos se cristalizaron, y mi corazón latió con más fuerza.
—Natalie Calliope Russo White —Dijo, nuevamente—. ¿Prometes amar, cuidar y respetar a Remus John Lupin, en la salud y enfermedad, en la guerra y en la tempestad, hasta que la muerte los separe?
—Lo prometo —Afirmo—. Y lucharemos por tener un lugar en este mundo, juntos.
—Los anillos.
Remus fue el primero en poner el anillo en mi mano, y una calidez invadió mi cuerpo cuando el frío metal se ubicó en mi piel.
Hice lo mismo con él, y sin dejar de mirarlo, sabía que había hecho lo correcto.
—Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora, o que calle para siempre.
Un pequeño "Puff" sonó a nuestras espaldas, haciendo que ambos giremos nuestros rostros.
Buscamos con la mirada el sonido, pero parecía que nadie se había percatado de ello.
Miré a Amos, quien parecía luchar en su silla.
Entonces lo entendí.
Sirius había hecho un encantamiento para que nadie se levantara e impidiera la boda.
Miré a Remus, quien también ató cabos rápidamente, viendo la mirada de victoria de Sirius.
—Bien, entonces... —Un nuevo "Puff" sonó, y nadie se dio cuenta de ello—, los declaro, marido y mujer.
Los aplausos no se hicieron esperar, y Amos casi cae de frente al levantarse con más fuerza de lo normal.
Remus estaba frente a mí. Remus... Mi esposo.
—Te amo.
Nuestros labios se unieron en un apasionado beso, mientras sus manos encontraron lugar en mis mejillas.
Me sentía tan feliz, que no quería que esta noche jamás acabara.
Aun con el brillo de las luces, las estrellas alumbraban el cielo, siendo un claro ejemplo de que, aun con brillo y oscuridad, las estrellas pueden brillar por luz propia.
Un sonido de exclamación hizo que nos separemos, y eso fue el plus del momento.
Varias mariposas con alas fosforescentes volaron sobre nuestras cabezas, pasando por todos los invitados, siendo los niños los más interesados en estas criaturas.
Dejé un fugaz beso en los labios de mi ahora esposo, para bajar juntos con los invitados.
Lo primero que hice fue abrazar a Amos y a Sebastian, quien estaba secando ligeras lágrimas.
—Natalie, lo hiciste —Me felicitan—. Mereces que todo lo bueno te encuentre.
—No puedo creerlo... Estoy muy feliz de que hayan formado parte de mi vida, y por no dejarme sola.
—Jamás lo haremos.
Me quedo saludando al resto de invitados, y cuando llego al puesto de los chicos, abrazo a Sirius con tanta fuerza, que casi caemos al suelo.
—¡Gracias, gracias, gracias!
—Felicidades, Natt.
—Te has pasado con esto...
—¿Vamos a empezar? Porque tengo que...
Lo callo con otro abrazo, sintiendo como envuelve su cuerpo contra el mío.
—¡Peter!
Mi amigo también me abraza cuando me ve, y no evita darme palabras de ánimo.
—Estás preciosa, no dejes que nadie te robe esa sonrisa.
Los padres de Remus llegaron a mi lado, felicitándonos por la boda, pero disculpándose por tener que irse temprano.
—La fiesta iniciará pronto —Les digo.
—Nos encantaría quedarnos —Respondieron—, pero debemos ir a casa. En la mañana vendrán las hermanas de Hope, y queremos tener ordenado todo.
—Estarán bien —Remus ubica su brazo en mi hombro.
—Bienvenida a la familia Lupin.
Lupin... Ahora era Lupin.
Sonaba imposible, pero era real.
—¡Natt!
—¿Me disculpas un momento? Iré a saludar a Pandora.
—Anda con tranquilidad.
Camino con cuidado de no tropezar, saludando a todos los invitados y agradeciendo que hayan llegado.
—¡Dora! ¡Reg!
Los tres me brindar un enorme abrazo.
—¡Te ves como una princesa! —Pandora exclama, mirando a detalle el vestido—. ¿Dónde lo has comprado?
—En una tienda Muggle. ¿Por qué?
—Oh, nada...
Regulus, quien parecía agente en cubierto, también estaba aquí.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué vistes así?
—Dudo mucho que mi hermano quiera verme —Admite—, pero no iba a perderme esto.
—Gracias por venir.
—No, gracias a ti por la invitación. Pensé que...
—Yo nunca olvido a las personas, nunca. Mucho menos a alguien que me apoyó en muchas ocasiones.
Me quedo con ellos un rato, y Pandora me presenta a su prometido.
Su boda sería en un mes, y estaba cordialmente invitada al evento, siendo la nueva madrina.
—Ve, disfruta con tu familia —Regulus se disculpa—. Yo iré a saludar a una vieja amiga, pero me iré temprano.
—¿Por qué?
—Porque nadie debe saber que he estado aquí.
—Está bien —Le doy un último abrazo—. Cuídate mucho.
—Igualmente.
A medida que el Slytherin camina, somos invitados a bailar.
—El primer baile de los novios.
Sonreí como una loca al oír aquello, mientras Remus me llevaba a la pista improvisada.
La chica del traje usó su varita para arreglar nuevamente el lugar.
Las mesas se dispersaron alrededor de las otras mesas, la alfombra roja se recogió y un círculo de flores se formó en el centro.
Line Without a Hook de Ricky Montgomery sonó por todo lo alto, mientras todas las luces se apagaron para dejarnos brillar a ambos.
—I don't really give a damn about the way you touch me
—When we're alone
You can hold my hand
Me sentía como en una especie de cuento de hadas, en el cual el apuesto príncipe danzaba junto a la princesa.
Remus cantaba, y sus manos en mi cintura me decían lo mucho que me amaba.
—If no one's home
—Do you like it when I'm away?
—If I went and hurt my body, baby
Would you love me the same?
—I can feel all my bones coming back
And I'm craving motion
—Mama never really learned how to live by herself
—It's a curse
—And it's growing
—You're a pond and I'm an ocean
—Oh, all my emotions
—Feel like explosions when you are around
—And I've found a way to kill the sound, oh
La primera vuelta causó aplausos en los invitados, pero nuestra atención estaba plenamente en el otro.
—Oh, baby, I am a wreck when I'm without you
I need you here to stay
Cada palabra era una dulce melodía, y sus ojos cafés brillaban a pesar de la oscuridad.
—I broke all my bones that day I found you
—Crying at the lake
—Was it something I said to make you feel like you're a burden?
—Oh, and if I could take it all back
I swear that I would pull you from the tide
Seguimos el baile, a medida que muchos de los invitados decidieron unirse.
—Watching over me, he's singing
She's a, she's a lady, and I am just a boy
—He's singing: She's a, she's a lady, and I am just a line without a hook
Nuevamente hizo girar mi cuerpo a medida que el baile finalizaba, y su respiración chocó con mi rostro antes de besarme.
Los aplausos de los invitados no tardó en llegar, y cuando la canción dio por finalizada, una nueva melodía inicio.
Why are you looking down all the wrong roads?
When mine is the heart and the salt of the soul
There may be lovers who hold out their hands
But they'll never love you like I can, can, can
They'll never love you like I can, can, can
They'll never love you like I can, can, can
Aquella sería una noche que jamás olvidaría, y que pensaba recordar por el resto de mi vida.
Fue al final de esa noche, cuando Remus y yo estábamos a punto de irnos, que los chicos hicieron estallar pintura sobre todos nosotros.
Sonreí, y supe que esta era mi verdadera familia.
Ellos y nadie más.
N/A: Un capítulo cargado de emociones, y que sin duda alguna amé escribir.
Remus y Natt merecen ser felices, y sé que disfrutarán de esto a más no poder.
Un millón de gracias por pasarse a esta humilde historia ❤️
Lxs amo.
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