30- Sentimientos de un lobo
~7mo año~
Natalie Russo:
El fuerte olor a ungüento hizo que obligara a mis ojos a despertar.
Estaba en una cama, una cortina tapaba gran parte del lugar, razón por la que no podía ver en donde estaba.
—Veo que al fin has despertado.
—¿Madame Pomfrey?
Intenté levantarme, pero un fuerte dolor abdominal lo hizo imposible.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
—Como si un Erumpent hubiera pasado sobre mí —Dije, con sarcasmo, pero la enfermera no río—. Vale, dejaré las bromas a un lado.
La mujer quitó el trozo de tela de mi brazo, antes de darse la vuelta.
—Ya ha despertado... —La oí—. Sí, pueden ir con ella.
La cortina se abrió al cabo de varios segundos, dejando a mi vista a aquel grupo de amigos.
Solté un suspiro de alivio al verlos sanos y salvos, recordando lo que había ocurrido hace unas pocas horas.
~Flashback~
Había intentado alejarme de la escena.
Ver al ciervo, al perro y la rata que reconocí como mis mejores amigos en el suelo, cansados de luchar contra el Bicornio me hizo caer en la realidad.
Firenze también había sido atacado por la criatura, y al ver que Sirius cojeaba hacia Remus, tuve que levantarme.
El afilado cuerno de la criatura mágica había impactado en mi brazo mucho antes de que ellos llegaran, pero eso no fue impedimento para levantarme.
Mi lobo interior me impedía actuar racionalmente, y yo tenía mucho miedo, mucho.
Pero me arriesgué a correr hacia la criatura cuando volvió a tirar a Sirius contra un árbol, clavando su cuerno en una de las manos de Remus.
No supe muy bien lo que hacía, pues estaba enfrentando dos luchas a la vez: Contra el bicornio, y contra mí misma.
Pero al oír el quejido de dolor de mis amigos mi cerebro dejó de funcionar, dejando que mi lobo interior tomara el control de mi cuerpo.
Sentía lástima, pero la vida de mis amigos dependía de ello.
Podía ver todo como si se tratase de una obra de teatro.
Mis manos ensangrentadas con la sangre azul del animal rasgaron nuevamente su cuello, y mis dientes encontraron un espacio en su cuello.
Lo estaba matando.
Sabía que esto iba a atormentarme el resto de la vida, pero mis compañeros de vida no iban a sufrir más.
No dejaría que eso pasara.
Los ojos del bicornio se abrieron a la par a la vez que su corazón dejó de latir, y pequeñas lágrimas de oro cayeron sobre ellos.
No dejé de rasgar hasta que el último movimiento me pudiera indicar que estaba totalmente muerto. Y cuando lo hizo, sus ojos me mostraron el cielo, mientras la luna se reflejaba en ellos.
Solté su cuerpo con asco cuando me di cuenta que volvía a tener el control de mi cuerpo, y lo primero que hice fue constatar que ellos estuvieran bien.
La rata intentaba despertar al perro, quien estaba mareado por el golpe contra el enorme árbol.
El ciervo intentaba ayudar al centauro para que volviera a levantarse.
Y el otro lobo me miró, perplejo.
Solo allí pude respirar en paz, sabiendo que al menos esto no había pasado a mayores.
Firenze tomó su arco con cuidado, mientras yo me acerqué lentamente al lobo.
Estiré una de mis patas con mucho cuidado, pensando en que quizás él estaría molesto.
Pero al sentir su pata sobre la mía pude entender que no lo estaba.
Me agradecía por salvarlo.
A él, y al resto de la manada.
~ Fin del Flashback~
—¡Chicos!
De mis ojos brotaron espesas lágrimas de alegría, pero no pude evitar sentirme culpable.
—Estamos bien —James sonrió—. Gracias a ti estamos bien.
—Lamento que hayan tenido que pasar por esto.
—Lo importante es que estamos bien —Peter sonrió—. Poppy nos ha curado las heridas.
—¿Lo sabe? —Pregunté, con miedo.
—No —Dijeron, para mi alivio—. Hemos inventado una excusa mucho antes de que ustedes llegaran.
—¿Quiere decir que no nos trajeron?
—El castillo entero oyó los aullidos —Respondió Sirius—. Dumbledore llegó con mucha prisa y cuidado, razón que nos obligó a dejarlos solos.
—¿Cómo están? —Volví a preguntar—. ¿Tu brazo está mejor?
—Tuvimos la suerte de que alguien con experiencia en enfermería nos atendiera —Respondió Sirius refiriéndose a Marlene—. Aunque no le dimos el verdadero contexto.
—¿Y Remus?
—Está buscando comida —James sonríe—. Fue a las cocinas en busca de chocolate.
—¿Pero está bien?
Como si fuera arte de magia, el castaño entró a la habitación con algunos dulces, y pude ver que su rostro se relajó cuando me vio despierta.
—¡Natt! —Casi saltó de alegría—. Me alegra que estés bien.
—Canuto, acabo de recordar que debemos terminar el trabajo de Adivinación —Peter habló—. Y James debe terminar su árbol de descendientes.
—Pero no tenemos...
Sirius entendió muy tarde lo que Peter quería decir, así que solo asintió.
—Los veremos más tarde —Dijeron, antes de retirarse.
Me moví con cuidado para hacerle espacio a Remus, quien dudó unos instantes antes de tomar asiento a mi lado.
—¿Cómo está tu mano? —Le pregunto.
—Me la han curado —Responde—, aunque al tratarse de una herida de cuerno con propiedades mágicas no pueden usar solamente magia para repararla.
—Estamos igual —Bufo, moviendo mi brazo.
Dejamos que el silencio se apodere de nuestra propia burbuja, esperando a que alguno dijera algo.
—Así que... ¿Lo recuerdas?
—Más de lo que querría.
Remus abre el envoltorio de un chocolate, ofreciéndome una parte de éste.
—El chocolate es bueno para subir el ánimo. ¿Lo sabías?
—¿Por qué crees que siempre estoy comiendo chocolate?
Remus suelta una sonrisa, logrando ver aquellos hoyuelos en sus mejillas.
Le hago un gesto con la mano, invitándolo a que se recostase a mi lado.
—¿Crees que algún día... Llegue a atacar a alguien?
Su pregunta me deja sorprendida.
—No.
—¿Por qué estás tan segura?
Me permito girar el rostro para encararlo, mientras nuestros ojos hacen conexión.
—Porque eres una gran persona, Remus —Le digo—. Tienes un gran corazón, uno tan grande que incluso me es imposible odiarte.
—Pero el resto...
—El resto no debe importarnos —Le interrumpo, recordando las largas charlas de Regulus—. Ellos siempre van a tratarnos como basura, nos tendrán miedo por nuestra condición, y nosotros tendremos miedo por lo que podríamos hacerles a ellos.
Remus se queda callado, recorriendo con su mirada mi rostro.
—Nos sentimos tan mal con ellos, que sentimos miedo de nosotros mismos. Anoche tuviste la valentía de enfrentar a tu lobo interior con tal de salvarme, y yo también lo hice, desde el momento en que me buscaron en el lago.
Me atreví a tomar sus manos.
—Pero fuimos nosotros quienes dominamos a la bestia —Le sonrío—. Ninguno permitió que el Bicornio matara a cualquiera de nuestros amigos, ¿y aun así crees que podrás lastimar a alguien?
Su garganta estaba seca, y su corazón latió con más velocidad.
—Tú, eres Remus Lupin. Un hombre lobo que no le haría daño a nadie, y no quiero que nunca dudes de ello.
Sé que tienes miedo por tu futuro... Yo lo tengo —Admití—. La vida para los demás será muy sencilla, ellos podrán dedicarse a lo que más desean.
Pero nosotros estamos condenados a sufrir.
—No quiero que sufras.
—Y yo tampoco quiero que te sientas culpable por algo que sé que no eres capaz de hacer, o por algo de lo cual eres inocente —Le digo—. Tú, el chico de ojos avellana a quien sus amigos llaman Lunático, eres un ser maravilloso.
Sus ojos se cristalizaron casi al instante, y con mucho cuidado llevó sus manos sobre mi cuerpo para abrazarme.
—Te quiero —Dijo, en mi oído.
Nuestros cuerpos se separaron lentamente, y él llevó mis manos a su corazón.
—Te quiero mucho más de lo que debería. Y escuchar aquellas dulces palabras de tu boca me hacen sentir patético, porque la persona de palabras cursis debo ser yo.
Sus mejillas tomaron un color carmesí, y pude predecir que las mías lo hicieron por igual.
—Yo también te quiero —Admití—. Y mucho.
El chico tomó uno de los pañuelos sobre la mesa y empezó a curar mis cicatrices. Lo hacía con mucha delicadeza, como si yo fuera un objeto frágil, y aquello me causaba conmoción.
El sonido de los búhos entrando al gran comedor hizo que perdiéramos la noción del tiempo.
—¿Te gustaría enfrentar al mundo a mi lado?
Su pregunta sonó lo bastante claro.
—¿A... A qué te refieres?
—¿Te gustaría salir conmigo? —Preguntó, con vergüenza—. No solo como amigos, porque no sabes lo mucho que detesto no poder abrazarte cada vez que estamos juntos, no poder decir "te quiero" todos los días que estás a mi lado, no poder besarte cada vez que me apetezca.
—Remus...
—Odio no ser yo quien seque tus lágrimas —Me interrumpió, pasando uno de sus dedos sobre mi mejilla—. Odio no poder tomar tu mano libremente y caminar juntos.
Odio mucho no poder disfrutar de tus deliciosos labios con sabor a cerezas.
No pude evitar el impulso de tomarlo de las mejillas y besarlo.
El movimiento de nuestros labios era perfecto para mi gusto.
El roce de sus delicadas manos sobre mis mejillas me hacía sentir como si el mundo se estuviera acabando a nuestro alrededor.
Las mariposas de mi estómago estallaban por todo mi cuerpo cada vez que lo hacía, y el mundo dejaba de existir para mí.
Creo que a esto se refería Amos al decir que un beso de la persona correcta debía sentirse así.
Mágico.
Cuando el aire nos faltó, nos vimos obligados a separarnos, pero él unió nuestras frentes.
—¿Prometes que, pase lo que pase, seguiremos juntos? —Pregunté.
—Hasta que seamos unos viejos cascarrabias, cuando nuestros hijos tengan que enviarnos a un manicomio, cuando los Erumpets vuelen —Dijo, haciendo que riera—, cuando los escarbatos dejen de buscar oro. Ese día dejaré de quererte.
El mes de Julio estaba por dar fin.
Y eso solo podía significar una cosa...
—¡Lo he conseguido!
James Potter llegó con aires de victoria hacia el lago negro, revoloteando su cabello con mucha emoción.
—¿Qué cosa? —Pregunté.
—Lily ha aceptado salir conmigo.
No pude evitar sonreír ante la felicidad de mi mejor amigo.
Durante las últimas semanas, muchos dejaron de acercarse a nosotros desde que se corrió el rumor de que los dos hombres lobos de Hogwarts estaban saliendo.
Me vi en la obligación de hablar con las chicas nuevamente, y aunque Mary McDonald nunca volvió a hablarme de la misma forma, Marlene y Lily si lo hicieron.
Se puede decir que trataron de arreglar nuestra amistad con detalles que jamás olvidaré.
Lily Evans me buscó en mi sala común con mucho entusiasmo, y como disculpas me regaló un hermoso vestido.
Tuvimos la oportunidad de hablar sobre ese día, pero esta vez, me escucharon atentamente.
Sirius Black usó por varios días aquella chaqueta que Regulus había comprado para él, aunque él no su supiera.
Peter Pettigrew fue el que más arrasó con los dulces, y tuve la suerte de al menos comer algunas babosas de gelatina.
Pero mi último año en Hogwarts estaba llegando a su fin.
Cada vez que recorría los pasillos me era inevitable no sentir una gran nostalgia, pues este lugar fue mi hogar por muchísimos años, y jamás lo olvidaría.
—¿Tu que dices, Lunático? —James le preguntó al chico a mi lado.
—Pues te felicito —Sonrió, verdaderamente—. Creo que te habías tardado mucho en decirle.
—Debo admitir que fue bastante complicado —Se lleva sus manos al bolsillo—, Evans es un caso perdido...
—Pero es tu caso perdido —Le digo.
—Tal vez si nunca me hubiera atrevido a ignorarla no habría aceptado salir conmigo.
—Yo creo que es más que eso —Remus lo interrumpe—. Siempre estuviste con ella cada vez que algo malo ocurría, y aunque odie admitirlo, ella siempre estaba muy agradecida con tus gestos.
—¿Te lo ha dicho?
—Es pura intuición —Afirma—. Lily es muy tímida para aceptar aquello.
—Además, fuiste uno de los pocos que la apoyó cuando Snape le dijo... —Me uno a la conversación—. Ya sabes...
—Me sonrojo —James se burla de ambos—. ¿Les han dicho que se ven muy bien juntos?
—Siempre lo dices.
Remus depositó un beso sobre mis labios, y no pude evitar contener una sonrisa.
—Vale, yo me voy —Dijo, levantándose.
—¿A dónde?
—Iré a buscar a los chicos al campo de Quidditch, ¿vienen?
—Ya te alcanzamos.
—¡Vaya tórtolos!
Ambos soltamos una risa al ver que James empezó a correr hacia el otro lado.
Remus se levantó rápidamente y me ayudó con su mano a levantarme, para luego envolverla en mi hombro.
—¿Tienes planes para mañana?
—Algo así —Admito—. ¿Por qué?
—Mis padres vendrán mañana...
—La familia de todos lo hará —Le recuerdo.
—Les he contado de ti... De nosotros, y espero que eso no te moleste.
—¿Molestarme? Al contrario, me haces sentir importante.
—Eres importante.
—Todos somos importantes en la vida de alguien —Digo—. Y de verdad agradezco el gesto.
—¿Entonces...?
—Iba a presentarte formalmente como mi novio frente a los Diggory —Le comento—. ¿Cuál será la diferencia?
—¿De... De verdad?
—No estés nervioso, estoy segura de que les has caído bien —Deposito un beso en su mejilla—. Y gracias por tomarme en cuenta en tu vida.
—Lo haré por siempre.
Mientras seguíamos juntos, caminamos hacia el campo de Quidditch, y por primera vez en varios meses, no me importó que el resto murmurara a mis espaldas.
—¡Eh, chicos! —Peter gritó desde su escoba—. ¿Van a subir?
—No puedo —Le contesto—. Me recomendaron no tener emociones demasiado fuertes.
—Oh, claro. ¿Pero estarán en las gradas?
—Eso sí.
Una sonrisa se formó en el rostro del rubio, quien voló hacia los aros, listo para cubrir las Quaffles que los chicos iban a empezar a tirarle.
—Debo admitir que se siente un poco agradable esto —Remus comenta para mí sorpresa.
—¿Por qué?
—Todos nos han dejado gran parte de las gradas para nosotros solos.
Remus señala el gran espacio vacío a nuestro alrededor.
—Bueno, al menos esta vez no me molestaré con que alguien frente a mí no me deja ver el panorama.
—¿Para qué ver el panorama? Si me tienes a mí.
—¡Remus!
Mi novio sonríe, invitándome a tomar asiento, y yo saco mi walkman.
—¿Quieres escuchar? —Le propongo, señalando uno de los auriculares.
—Prefiero eso a tener que oír sus locos gritos.
Nuevamente suelto una sonrisa, ubico uno de los auriculares en su oído, cosa que aprovecha para robarme un beso.
—Te quiero.
Dejo que la canción inunde nuestros cuerpos con su asombrosa melodía, a medida que recuesto mi cabeza sobre sus hombros.
Sabíamos que era nuestro último día aquí, y no íbamos a desperdiciarlo.
N/A: por fin!!!!!!
Luego de mucha espera, por fin tenemos a nuestra pareja estrella!!!
La canción del inicio me pareció bastante adecuada para el capítulo de hoy, espero les haya gustado el detalle <3
Último día en Hogwarts... ¿Qué harían ustedes en su último día en este maravilloso colegio?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top