27- La cena del lago
~7mo año~
Natalie Russo:
Exámenes.
Los nervios de todas las personas eran por esos exámenes.
Los E.X.T.A.S.I.S., tendrán su inicio hoy, luego de dos meses de espera.
Mayo era el mes más pesado del año escolar para los estudiantes, ya que no solo constaban de esos exámenes para aquellos de 5to y 7mo, también habían juegos de Quidditch que todos querían ganar.
Madame Hooch me había buscado el día siguiente de mi llegada, queriendo decir que el puesto seguía en pie para mí, pero yo me negué.
No volvería a pisar aquel campo de Quidditch, no podría soportarlo.
Eso implicaría la mirada de miedo y asco de todos los presentes, y su presencia.
Además, mis sentidos no actuaban de manera normal, pues parecía haber una mejora en ellos, aunque debo admitir que es una gran ventaja.
Mi rutina estos últimos meses consistió en: Salir de mi habitación hacia las aulas de clases, de allí me dirigía a las cocinas, volvía a clases, me redirigía a las cocinas y finalmente iba a dormir.
No asistía al gran comedor porque sabía que ellos estarían allí, y lo último que quería hacer era verlos.
Las chicas también intentaron hablar conmigo, pero yo no pude.
No después de enterarme que había sido Lily Evans la que había revelado mí secreto.
Sabía que no había sido su intención, pero por culpa de ese error todo el mundo sabía de mi condición.
—Suerte en su examen —Me dijo Madame.
—Gracias —Agradecí a la bibliotecaria.
Había venido para regresar la gran parte de libros tomados para mi primer examen, y me sentía lista para ello.
De pronto una campana sonó, marcando exactamente las 12 del mediodía.
—Runas Mágicas... Allí te voy.
Suspiré por última vez dentro de la biblioteca y salí hacia el gran comedor.
Durante el camino me encontré con el profesor Slughorn, quién me dio más ánimos para seguir.
...
Por fin había llegado al Gran Comedor, y Pandora Sailstream estaba en la mesa de al frente.
—Estudiantes —Habló la encargada—, quiero un examen pulcro, sin acciones que los lleven a una sanción o expulsión.
Acaricié la luna de mi pulsera, dándome más ánimos.
—Pueden empezar.
Cada uno giró su hoja y empezó a leer, mientras la señora caminaba de un lado a otro, supervisando que todo marchara bien.
—¿Qué ocurre si un mago o bruja dibuja algunas runas en un lugar en específico?
Sonreí internamente al saber la respuesta de la primera pregunta.
—Solo el mago o bruja que haya realizado las respectivas runas podrá usar su magia...
Había terminado mi examen teórico y práctico de Runas. Este último consistió en el dibujar correctamente las Runas indicadas por los examinadores en un área específica.
—¿Crees que te fue bien? —Le pregunto a Pandora.
—Por Rowena Ravenclaw espero que sí —Suspiró—. ¿Qué pusiste en la última del examen teórico?
—Para mí era un Valknut —Respondo, muy segura—, el que simboliza los tres niveles de la creación, divididos en triadas de tres mundos cada una, un mundo por cada vértice del triángulo...
—¿De verdad? —Baja la mirada—. Yo puse esa misma... Pero olvidé ponerle la definición.
—No era necesario hacerlo.
—Lo sabré en tres meses.
—Tres largos meses...
Seguimos caminando hacia un aula vacía, hasta que escuchamos sus risas.
James Potter reía junto a sus tres mejores amigos en el pasillo, pero cuando me vieron se quedaron en silencio.
Evité a toda costa mirarlos, de verdad que lo intenté.
—Mejor vayamos a la torre oeste —Le propuse a mi amiga.
Tomé su brazo con un poco de apuro y la guíe hacia el otro lado del castillo, tratando de huir de aquellos chicos.
—¡Natt! Espera.
Mi intento de huir falló cuando la mano de uno de ellos tocó mi hombro, y aquel conocido sentimiento recorrió nuevamente mi cuerpo.
—Ahora no puedo, Remus.
El castaño pasó de mi espalda hacia mi frente, haciendo que mis ojos lo detallaran.
—Yo... Necesito hablar contigo.
No.
Ese era el único monosílabo que debía decir, pero que jamás salió de mis labios.
Miré a Pandora, quien hizo un gesto con sus manos para que acompañara a Lupin.
—Estaré en mi sala común —Dijo, inocentemente—. Debo ayudar a Lovegood con su examen de Pociones.
La rubia de fue dando ligeros saltos durante su camino, acción que intenté analizar para no soltar a llorar.
—¿Puedes...?
—Dime, ¿qué es lo que quieres decir?
Estaba siendo dura con él, lo sabía.
Pero yo también había salido lastimada emocionalmente aquel día.
—Yo...
Sus palabras quedaron en la atmósfera del lugar por varios segundos, intentando buscar las palabras adecuadas.
—Nosotros lo sentimos —Se disculpa, con un tono de voz bajo—, lamentamos no creerte aquel día, lamentamos no hablar contigo antes de creer...
—Eso es lo que más me duele, Remus —Lo encaro—. Pudieron preguntarme, y tal vez les había contado, pero decidieron creer una mentira.
El chico seguía sin despegar la vista del suelo.
—Mi problema no son ustedes, es la forma en la que actuaron.
—Lo sabemos.
—Y quiero que sepan que nunca voy a olvidarlo.
Remus elevó el mentón en busca de mis ojos, encontrándolos cristalizados.
—Esa tarde, las personas en las que más confiaba me dieron mucho para pensar —Dije—, y aun lo sigo haciendo.
—Natt...
—Pero me es imposible odiarlos —Admito—. Por más que lo intente, no puedo lograr hacerlo.
Remus ladeó su cabeza al oír aquello, y aprovechó para tomar mis manos.
—No puedo odiarte, Remus Lupin. No puedo.
Finalmente opté por romperme y llorar.
Llorar y llorar hasta que mi cuerpo no pudiera más. Pero en esta ocasión, mi almohada no era la participe de esto, sino los brazos de Remus.
Podía oír su corazón, lo arrepentido y culpable que se sentía.
Su mano acarició mi cabello, y las mías envolvieron su cintura, sintiendo aquel sentimiento de tranquilidad que tanto había extrañado.
—No vuelvas a alejarte —Dijo, tras mi oreja—, por favor, no lo hagas.
Nuestros cuerpos se separaron lentamente, y quité las lágrimas de mis mejillas con la manga de mi túnica.
—Dame una razón para no hacerlo —Pedí.
—Porque...
Nuestros corazones latieron con velocidad. El miedo, la adrenalina y la preocupación se convirtieron en un sólo aliado.
—Porque te quiero.
De pronto, mis mejillas se sintieron calientes, al igual que un movimiento de mariposas surgió en mi pecho.
¿Realmente había dicho que me quería?
—Te quiero, Natt. Pero me siento asustado con tan solo pensarlo.
Nuestros ojos hicieron conexión por varios segundos, o quizás minutos, no lo sé.
De lo único que estaba segura es que yo también lo quería.
Había optado por odiarlo, por sentir rencor cada vez que lo veía.
Pero cada vez que lo intentaba, mi corazón me lo impedía.
Y hoy, justamente hoy, entendí la verdadera razón.
Yo también lo quería.
—Sé que es demasiado pronto, y que debes pensarlo —Continuó—. Pero estaba pensando... En una cena en el jardín...
—¿Cómo una ofrenda de paz?
—Como ofrenda de paz —Sonrío—. Claro, si es que aceptas la invitación.
Lo medité algunos segundos, recordando las palabras de Regulus.
"No podrás huir toda tu vida de ellos. Al fin y al cabo, son tu familia. Y la familia nunca podrá estar separada del todo"
"Tú los quieres, y ellos a ti"
"¿No crees que ya has esperado lo suficiente?"
—Claro —Acepto.
—¡Bien! —Sonrió, con mucho ánimo—. ¿Puedes el miércoles?
—Puede ser —Pienso—. ¿Cuál es tu último examen ese día?
—Adivinación —Bufa—. Pero puedo pasar por ti a tu sala común luego que termine.
—Bien.
—Entonces...
—Si Remus —Le dedico una sonrisa—, puedes ir en paz.
—¿Amigos nuevamente? —Me tiende su mano.
—Y libre de rencores —Correspondo—. Tú y el resto del grupo podemos estar en paz.
—Eso quiere decir que vendrás a cenar con nosotros.
—Hoy no puedo... He quedado en las cocinas con Reg y Dora, pero mañana me lo pensaré.
—De acuerdo.
—Suerte en tu examen —Me despido, con un gesto de mi cabeza, para luego seguir mi camino hacia mi habitación.
Y por primera vez en meses, me sentía tranquila.
Me sentía feliz.
¿Pero estaba haciendo lo correcto?
Los días siguientes siguieron su curso, al igual que los benditos exámenes.
Amos Diggory me enviaba cartas cada vez que terminaba un examen, y me era inevitable no sonreír como una tonta cuando aquellas cartas traían algún dulce.
Stella creyó firmemente en que, si me contaba algunas de sus anécdotas dentro de su curso de enfermería mágica, podría ayudarme a aliviar mi mente.
Y sí que lo hizo.
Al menos hasta que salí de mi último examen.
—Excelente esencia de Murtlap —Me felicita un examinador—, puede retirarse.
—Que tenga un buen día —Sonreí.
En uno de los costados se encontraba mi jefa de casa, quien levantó sus pulgares con mucho orgullo.
Por su parte, no pude evitar una sonrisa al ver el rostro casi preocupado de la jefa de Gryffindor.
Y es que, aunque Peter Pettigrew estaba realizando un gran trabajo con su poción, se podía notar que estaba muy nervioso.
El rubio levantó su mirada como si se hubiera percatado de la mía, a la cual correspondí con una sonrisa de apoyo antes de salir del lugar.
—Bien... Creo que iré a descansar un rato.
Estiré los músculos de mis extremidades superiores, en busca de relajar toda la tensión de mi cuerpo, hasta que una carta llegó hacia mí.
—"Hermanita, al fin has acabo con tu martirio —Sonrío al leer la letra de Amos—. Papá está muy orgulloso de ti, y estoy segura de que Iván y Dolores también lo están.
Ánimo pequeña, ya te queda poco para salir de esto —Sonrío—, solo te quedarán tres meses para saber tus resultados, tres meses en los cuales nos la pasaremos de maravilla.
Pero, mientras tanto, ponte guapa, y no te atrevas a llegar tarde a tu cita, o yo mismo tendré que sacarte de tu habitación.
Sabes que si Lupin llega a hacerte algo, yo mismo me encargaré de aquello (Aunque entre nos, a papá le ha caído de maravilla) así que tiene una gran ventaja del resto.
—No puedo evitar sentirme nerviosa, pero termino de leer—. Y como recompensa de tus logros, mañana te enviaremos un pequeño detalle.
Con amor: Amos Diggory"
—Eres todo un loco, Amos —Guardo la carta en mi bolsillo.
Al llegar a mi habitación me recuesto en mi cama, pensando en qué hacer o qué decir.
La ropa era lo de menos, pues Remus se las había arreglado para que nos tocara juntos la ronda, y así nadie sospecharía si nos vieran juntos.
Lo único que me preocupaba eran los fantasmas, sin dejar de lado a Peeves.
De pronto, un avión de papel llega a mi ventana, acción que me obliga a levantarme y asomarme a través de ella.
—¿Aún sigue en pie nuestra cita? —Leí.
Levanto brevemente la mirada, encontrándome con aquel Gryffindor, quién esperaba mi respuesta en el jardín.
Busqué tinta y pluma para responder.
—Por supuesto.
La figura volvió a armarse casi automáticamente y voló de nuevo hacia su remitente, quien al cabo de varios segundos respondió.
—Pasaré por ti a las 7.
A través de la ventana asentí, levanté mis pulgares y formulé un "Suerte en Adivinación".
Solo tendría que esperar.
Conforme avanzaron las horas, mis nervios fueron aumentando sin razón alguna.
Nervios que fueron calmados con su presencia, algo irónico. ¿No lo creen?
—¿Y cómo dices que te fue en Adivinación?
Caminábamos en nuestra ronda, mientras los estudiantes eran enviados a sus respectivas salas comunes.
Nunca faltaba aquel o aquellos que se las daban de "malos" e intentaban burlarse o hacernos algo.
Pero nosotros también éramos magos, y por algo éramos los mejores de nuestro año.
—Según yo, todo bien.
—¿Por qué lo dices?
—Oh, bueno... —Suspira—. Nuestra suerte se basa en "adivinar" situaciones a través de hojas de té y bolas de cristal, así que ya te imaginarás por donde va la cosa.
No pude evitar soltar una carcajada.
—¿Y cómo es que se lo llevan los chicos? Es decir...
—Bueno, James y Sirius se la pasan inventando cada cosa, y no me sorprendería si llegan a pasar el examen con una nota alta.
—Es pura suerte —Digo—, pero no les digas que lo he dicho.
—No diré nada —Se pasa los dedos por la boca en señal de silencio—. Lo prometo.
Me obligo a mirar hacia los solitarios pasillos, donde las únicas señales de ruido provenían del cotilleo de los retratos y los fantasmas.
—Bien... —Hago una pausa y suspiro—. Hora de dormir.
Muevo mi varita formando círculos en el aire para ir apagando todas las luces, tanto de las velas como los faroles.
Lo mismo hice con el resto del castillo, dejando solo una pequeña iluminación para quien tuviera la osadía de pasar por allí.
—Espero te guste lo que he hecho —Empezó a hablar—. No es mucho, pero me esmeré en buscar...
—Ey, Remus —Le interrumpo amablemente—. No te presiones, porque sé que lo que has preparado va a ser una bomba.
—No quiero que sea una bomba, si explota...
Tomé su mano, la cual estaba fría y temblaba de nervios.
Aquello me pareció bastante tierno, y él enganchó nuestras manos en señal de confort.
Dejé que él me guiara a través del castillo, reconociendo el fuerte aroma del bosque y el lago.
—He aquí mi ofrenda de paz.
Aun con nuestras manos unidas, levantó y señaló un pequeño espacio cerca del Lago Negro, donde se encontraba una pequeña mesa y varias velas.
—Vaya...
Me acerqué lentamente, viendo como el agua del lago parecía estar decorado con las luces de las estrellas, y junto a ellas se encontraban varios pétalos de algunas flores.
La pequeña mesa era de madera, pero el mantel color marfil cubría los rastros de grietas.
Las sillas también estaban decoradas con cadenas de flores, y en la mesa aguardaban dos platos vacíos y dos copas.
—¿Y...? ¿Te gusta?
—¡Me encanta! —Casi salto de alegría—. Es decir... Es el mejor detalle que he visto en mi vida, y las flores...
—Son para ti.
Remus hizo un movimiento, alternando su mano y su varita, para que de ella salieran todas las flores de la mesa hacia mi frente, luego, cada una se fue uniendo en una especie de tiara.
Aquel espectáculo era asombroso, y me había dejado sin palabras.
Una vez que las flores se unieron, Remus tomó la especie de cinta hecha por flores y las depositó en mi cabello, haciendo que nuestros ojos hicieran conexión por milésima vez en una noche.
La luna a nuestra espalda estaba reflejada en sus ojos, y aquel iris brilló más que cualquier otro día.
—Debes quitarte los zapatos.
Miré extrañada a mi acompañante, quien se estaba quitando el zapato.
—No te vas a arrepentir.
—¿Estás seguro?
—¿Confías en mí?
Me limito a asentir de manera breve, para luego quitarme la prenda.
Y era cierto, la sensación del pasto bajo mis pies esa maravillosa.
La mezcla entre las hojas funcionaba como un colchón, y el agua del lago apenas rozó mi pie.
—Ven.
Remus me guió hacia la mesa y nos sentamos el uno frente al otro.
—Mi informante me dijo que eres alérgica a unos pocos condimentos, así que evité cualquier tipo de interacción con estos, por si acaso.
—Ese informante es astuto —Admití—. ¿Puedo saber de quién se trata?
—No, porque así descubrirás mi secreto.
—Como digas... Señor misterioso.
Solté una carcajada, a la vez que la comida apareció sobre los platos.
—¿De dónde has sacado esto?
—Odio admitirlo, pero de las cocinas... Eso de cocinar nunca se me ha dado bien.
—Buen provecho —Agradecí, con sinceridad.
...
El tiempo que pasó mientras cenamos se basó en chistes e historias sumamente ridículas, pero nunca se dejó de lado la verdadera razón por la que estábamos aquí.
—Entonces... ¿Irás a la academia Scamander?
—No puedo dejar pasar esta oportunidad —Afirmo, luego de tomar un poco de jugo—. Y es mi sueño.
A pesar de la luz tenue del lugar podía asegurar que él había sonreído.
—¿Y tú? —Me atreví a preguntar—. ¿Ya lo has decidido?
—Puede que tenga algo en mente.
—¿De qué se trata?
—No es nada...
—Oh, vamos Remus. De seguro que sí.
—Bueno... He pensado en buscar trabajo dentro del mundo Muggle —Responde para mi sorpresa—, aunque no descarto la idea de conseguir algo aquí.
—Ya tendrás la oportunidad perfecta, lo sé.
—Eso me hace recordar...
Detallo cada uno de los movimientos de mi acompañante, quién, para mí sorpresa, se levanta de su asiento y se acerca a mí.
—¿Me sigues? —Preguntó.
—Creo que no tengo más opción.
Él soltó una sonrisa amistosa, esperó a que me pusiera los zapatos e imité el gesto cuando tomé su mano.
Reconocí el camino, y supe por un instante a donde me llevaría.
—¿Qué hacemos aquí?
—¿Recuerdas esto?
Remus esperó a que la puerta de la sala de Menesteres cerrara para caminar un poco, hasta encontrar aquel objeto.
—El tocadiscos...
—Creo que todo inició con aquel baile —Dijo, con las mejillas sonrojadas—, y me gustaría que... Que fuera este el que diera inicio a una nueva faceta. Si estás dispuesta a aceptarla.
El castaño elevó su mano hacia mí, invitándome a su frente.
—Estoy dispuesta a asumir el riesgo —Respondí.
Dejé que sus manos envolvieran mi cuerpo, mientras ubicaba las mías sobre su hombro y el tocadiscos empezó a sonar.
—When life leaves you high and dry
I'll be at your door tonight
If you need help, if you need help
No sabía si eran los nervios quienes me hacían temblar, o era lo cerca que tenía el rostro de aquel chico, pero era algo nuevo que experimentaba mi cuerpo.
Aquella chispa recorrió mi cuerpo en su totalidad, y sabía que a él le ocurría lo mismo.
—I'll shut down the city lights
I'll lie, cheat, I'll beg and bribe
To make you well,
—To make you well —Recitó para mí.
—When enemies are at your door
I'll carry you away from war.
Este momento no podía ser más perfecto.
La serenidad y delicadeza era muy reconfortante, y que aquellas letras salieran de sus labios significaban mucho para mí.
—If you need help, if you need help
—Your hope dangling by a string
I'll share in your suffering —Continué la letra, sin dejar de bailar.
To make you well, to make you well
Sus manos en mi cintura no me hacían sentir incómoda, ni mucho menos paranoica, al contrario, me hacían sentir normal... Me sentía especial.
—Give me reasons to believe
That you would do the same for me
—And I would do it for you...
—For you
—Baby I'm not moving on
I'll love you long after you're gone
—For you, for you.
—You will never sleep alone
I'll love you long after you're gone
And long after you're gone, gone, gone.
Sus ojos nunca abandonaron los míos, y una sonrisa se formó en ambos cuando recitamos el coro a la vez.
—When you fall like a statue
I'm gon' be there to catch you
Put you on your feet
You on your feet.
—And if your well is empty
Not a thing will prevent me
Tell me what you need
What do you need.
—Dime aquello que necesitas, y yo buscaré la manera de buscarlo para tí.
—I'll surrender honestly
You've always done the same for me.
—So I would do it for you, for you.
—Lo haría todo por ti.
—Baby I'm not moving on
I'll love you long after you're gone...
—Esta vez... Decido quedarme —Respondí—. Esta vez, voy a arriesgarme.
Una sonrisa de triunfo se formó en sus labios, y tímidamente movió sus manos.
Nuestros labios se unieron en cuestión de segundos, la melodía seguía sonando, y sus manos encontraron lugar en mi rostro.
Aquel choque de electricidad volvió a mi cuerpo, pero eso no fue impedimento para separarnos.
Correspondí al beso en su totalidad, el cual perduró hasta que el aire faltó en nuestros pulmones.
Mis mejillas estaban sonrojadas, pero no pude contener una risa cuando Remus usó una de sus manos para apretar mi nariz.
—¡Oye!
—Me gusta cuando te sonrojas —Admite—. ¿Has notado que, cuando lo haces, tu nariz también se pone colorada?
—Siempre es lo mismo —Sacudo mis hombros, avergonzada.
—Es muy tierno —Sonríe.
—¿Te estás burlando?
—Es un halago —Vuelve a apretar mi nariz—. ¿Pero realmente te gustaría oír un halago?
—Sorpréndeme, Lupin.
N/A: Muero... ME MUERO!!!!!
Estos dos van a acabar conmigo 😭❤️ son muy lindos.
Nos vemos en unas horas con el último capítulo del día <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top