24- El consejo de Regulus

~7mo año~

Natalie Russo:

Como era de esperarse, aquel secreto recorrió la boca de todos los alumnos del castillo.

Los profesores debían mantenerse al margen de la situación, aunque el único que no aparentaba amabilidad era el profesor Shelby.

Él y su ridícula barba hippie.

Mis intentos de alejarme de los chicos no valían la pena, pues fuera el lugar donde yo estuviera, ellos también estaban.

Aunque en el fondo era algo que me daba tranquilidad.

Hoy había quedado con Pandora en vernos en el bosque durante nuestra hora libre, aunque se estaba tardando.

—¿Dora? ¿Eres tú?

Sin embargo, no obtuve respuesta alguna.

Ay no.

—Debo salir de aquí.

Unos pasos empezaron a sonar entre los arbustos, razón que provocó que me levantara e intentará huir.

—¿Natalie?

Tuve que girar mi cuerpo lentamente, encarando al chico que tenía a mis espaldas.

—Regulus...

El Slytherin me miró detalladamente, y cuando creí que empezaría a decir algo, simplemente sonrío.

—Así que tú eres la invitada de Pandora.

—¿Ella... Ella te ha contado de mí?

—Solo me dijo que quizás encontraría a alguien más por aquí, pero nunca dijo que serias tú

El pelinegro soltó su mochila y tomó asiento a un lado del árbol.

—¿Te vas a sentar o quieres que vaya por ti?

Mi reacción fue de sorpresa.

—¿No me vas a insultar?

—¿Por qué...? Oh, claro...

Formé una sonrisa falsa mientras lo miraba.

—Te van a crecer raíces si sigues de pie.

Regulus hizo a un lado su mochila, y yo dudé por un momento en ir.

—Así que... ¿Cuál es tu motivo para alejarte del resto? —Pregunto, con timidez, mientras me siento a su lado.

—Presión familiar —Suelta un suspiro—, y para colmo, la sala de Slytherin no es muy acogedora el día de hoy.

—¿Por qué?

—Nuestra sala está en las mazmorras, y como podrás imaginar, no hay ventanas.

—Oh, entiendo.

Empiezo a jugar con mis dedos, notando que Regulus es bastante diferente a su hermano.

—¿Cómo está mi hermano?

—¿Mmm?

Levanto la mirada para prestarle más atención.

—Te preguntaba cómo está Sirius...

—¿Siguen sin hablar?

—Es complicado.

Ahora él empezó a jugar con sus dedos, tomando un poco de pasto en sus manos.

—Todo cambió desde que se fue de casa...

Quería preguntar... Quería saber qué había ocurrido ese día.

Sirius era el tipo de personas que evitaba hablar de sus problemas familiares a toda costa, y era algo que yo estaba empezando a copiar.

—No te alejes de ellos.

—¿Cómo dices?

Regulus levanta su mirada, y esta vez, nuestros ojos se conectan por un instante.

—Creo que hoy estás muy distraída.

—¿Te parece? —Exclamo, divertida.

—Realmente.

Él sonrió en ese instante, y me atrevo a golpear ligeramente su brazo con mi codo.

—Ellos son geniales, y he notado que se preocupan por ti.

—¿De verdad crees eso?

—Puedo hablar por Sirius, él es muy reservado sentimentalmente con el resto, menos con sus mejores amigos —Suspira—, contigo es igual, y puedo asegurar que el resto de los chicos también.

—Los he estado evitando —Comento, en voz baja.

—Por eso te lo digo... No desperdicies esas amistades por lo que diga el resto.

—Tienes razón...

—Siempre la tengo.

Vuelvo a golpearlo ligeramente, y él vuelve a sonreír.

—Yo quisiera tenerlos como amigos —Suelta, con un deje de decepción, al cabo de unos minutos.

—¿Y qué te lo impide? ¿Sirius?

—Mi madre.

Bajo la mirada, tratando de concentrarme en sus latidos, y logro sentir que tiene miedo.

—Pero creo que será un tema para debatir luego —Se levanta.

—¿Ya te vas?

—¿No tienes clases?

Regulus me muestra su reloj de mano, el cual indicaba que quedaba poco para la siguiente clase.

—Que rápido pasa el tiempo —Exclamo.

—El tiempo es relativo —Me tiende su otra mano para ayudarme a levantar.

—¿Palabras de un Muggle? De verdad me sorprendes, Regulus.

—No le digas a nadie, o creerán que estoy loco.

—Todos estamos locos, Regulus —Me atrevo a decir—, la locura es algo normal, pero aquellos que creen actuar cuerdos solo se engañan a sí mismos.

—Inspirador.

—Oh, silencio.

—Bueno, señorita Russo, me debo retirar —Hace una reverencia, en tono de burla.

—Oh, claro —Lo imito—, su agenda debe estar repleta, señorito Black.

—Espero verte pronto, Natalie.

—Lo mismo digo.

Cada uno giró su cuerpo y se dirigió por su lado.

—Y por favor... No olvides lo que te dije —Gritó, desde el otro lado.

—No lo haré —Grité—, gracias por el consejo.

Y fue verdad.

Lo primero que hice al dejar el bosque fue correr hacia la sala común de Gryffindor, intentando ver al grupo que buscaba, pero luego recordé que hoy les tocaba entrenamiento a los chicos y volví a recorrer todo el castillo con tal de verlos.

Para mi suerte, todos caminaban hacia mi dirección.

—¿Natt? ¿Qué...?

No lo dudé y corrí hacia ellos, envolviendo a todos en un abrazo.

Todos se miraban confundidos entre sí.

—¿Estás bien? —Me pregunta James.

—Tal vez le enviaron esos dulces del día de san valentín... Ya saben...

—Lo dudo —Razona Sirius—, ya sabes por qué...

—¡Quieren callarse por un momento y dejarme hablar?

Los cuatro amigos cerraron la boca y me miraron, mientras Remus evitó soltar una carcajada.

—Lamento haberlos ignorado estos días... —Juego con mi pie, de firma nerviosa—. De verdad lo siento...

—Natt...

—Me he comportado mal con ustedes... Mientras...

—No tienes por qué disculparte —Me interrumpe Peter—. Nos pediste espacio, pero nosotros no te hicimos caso.

—Y los quiero por eso. Gracias por no dejarme sola en ningún momento.

—¿Abrazo grupal? —Propone Remus.

Los chicos ni siquiera lo dudaron y se abalanzaron sobre mí, haciendo que cayéramos al suelo.

—¡Sirius! Quita tu mano de mi trasero —James gritó.

—Tampoco es muy bueno que digamos —Respondió éste.

Todos soltamos unas carcajadas, mientras algunos estudiantes nos veían extrañados.

Entonces sonó una melodía, indicando que la siguiente clase daría inicio pronto.

—Mejor vayamos a clases —Remus es el primero en levantarse, y tiende su mano para ayudarme a ponerme de pie.

—Pociones... —Suelta Peter ,con desánimo.

Me limito a tomar la mano de Remus, y cuando menos me doy cuenta, quedamos de pie, frente a frente.

Nuestros ojos se conectaron por varios segundos, a la vez que mi estómago generó un extraño movimiento.

—Esto es incómodo.

Sentí que mis mejillas se sonrojaron, y escuché que James le golpeó en la cabeza a Sirius por el comentario.

—Mejor vayamos a clases —Desvié la mirada hacia otro lado, menos a los chicos.

Todos me siguieron, y puedo jurar que estuvieron molestando a mi amigo durante el trayecto, pero evité oírlos.

A lo lejos visualicé a Regulus, quién me dedicó una sonrisa al verme junto a los chicos.

Hoy había hecho una nueva amistad, pero también recuperé a mis mejores amigos.

Mi amistad con Regulus mejoró con el pasar del tiempo.

A excepción que con el resto de los estudiantes, claro.

Regulus Black era un chico encantador. Y aunque a simple vista pareciera arrogante, la realidad era otra.
Tenía una personalidad bastante serena, y debo admitir que daba bueno consejos.

Sirius, en cambio... Era Sirius.

—Traje pastel.

Estaba junto a Regulus y Pandora en el mismo lugar de siempre, el cual habíamos llamado "El lugar de descanso" por el simple hecho de estar lejos del resto.

Los chicos estaban en clases, y nosotros teníamos libre.

Era la excusa perfecta para estar solos.

Pandora nos había obsequiado unos dijes, los cuales tenían forma de estrellas.

—Me siento pésimo —Comenta Regulus—. Todas trajeron algo, y yo no.

—Luego será tu turno —Pandora le ubica el dije en una mano, y puedo notar que también le ha dado una pulsera con una luna como amuleto.

—Además —Trago el trozo de pastel—, nadie planeó esto, yo solo pasé por las cocinas y traje este delicioso pastel.

—Gracias, en serio.

Los tres comimos gran parte del pastel, hasta que una lechuza llegó a nuestro sitio.

—Chicos, lamento dejarlos, pero debo contestar esta carta.

—¿Todo bien, Dora? —Me atrevo a preguntar.

—Eso creo.

Acto seguido, la rubia se levantó del suelo, tomó su mochila y salió literalmente corriendo hacia el castillo.

—¿Qué le ocurre?

—Es algo... Espero que bueno.

—¿Por qué lo dices?

—Pandora no suele contar mucho sobre su vida —Dice—. Pero su familia está pasando por algo.

—¿Es grave?

—Su abuela está en San Mungo —Comenta—, nadie sabe lo que tiene, pero está bastante mal.

—Por Merlín...

—Está allí desde hace ya varios años, pero aun así no encuentran una cura, ni un diagnóstico.

Me quedo en silencio, sabiendo todo lo que mi amiga sentía.

—No le digas que te contado.

—No te preocupes —Hago una señal de silencio—, nadie lo sabrá.

—No me gustaría verla llorar nuevamente.

Regulus suspira, y yo lo imito.

—Sé por lo que está pasando —Me atrevo a decir—. Yo pasé por lo mismo.

—¿De verdad?

Yo asiento.

—Fue con la muerte de mis padres.

Bajo mi rostro, tratando de jugar con los dijes de mi pulsera, pero me es inevitable recordar aquel fatal día.

~ Flashback ~

Mamá y papá estaban emocionados, al igual que nosotras.

—Se quedarán con el abuelo —Nos dijo Iván, provocando que yo bufara.

—¿Con el abuelo?

Mi madre asiente.

—¿Y por qué no podemos ir con ustedes? —Preguntó mi hermana Domenica.

—¡Porque tengo muchos regalos para ambas!

Al vestíbulo de la mansión llegó Patrick Russo, portando un lujoso bastón y un traje elegante.

—¡Abuelo!

Mi hermana corrió hacia el mayor, dándole un gran abrazo.

Por mi parte, solo hice una reverencia.

—Sigue siendo la misma rara de la familia —Dijo otra voz.

Kate Russo, de soltera Rogers, entró a la habitación seguida de varias empleadas.

—Madre —Iván saluda a mi abuela—. Te agradecería que dejes de decir esas cosas frente a mi hija.

—¿Acaso he dicho algo malo? —Habló inocentemente, para luego abrazar a mi hermana con mucho cariño.

Mi madre revisa la hora en su reloj de mano, y se acerca a mí.

—Todo estará bien, querida —Deposita un beso en mi frente—. Vendremos en unas horas.

—Dolores —Intervino mi abuela—, Natalia estará bien.

—Natalie —Corregí.

—Las veremos luego —Se despide mi padre.

Pero ellos nunca volvieron.

Las horas pasaron, y el reloj marcó las 6 pm.

Domenica estaba encantada con el lugar.
A ella siempre le gustó este tipo de ambiente.

En cambio a mí, me incomodaba.

—¿Cuándo vendrán?

—Pequeña Russo —Mi abuelo acaricia mi cabello—. Me recuerdas mucho a tu padre. Eres igual de inquieta —Suelta una risa.

Por modales, imito el gesto, hasta que una llamada entra en la mansión.

—Mansión Russo —Contesta mi abuela—. ¿En qué podemos ayudarle?

Y desde ese momento mi vida fue un infierno.

La risa de mi hermana fue interrumpida por mi abuela, a quien se le cayó el celular al suelo.

Patrick se levantó con rapidez al ver a su mujer pálida.

—¿Qué ocurre?

Kate Russo nos da una mirada rápida a ambas, y luego habló.

—Están en el hospital.

Mi abuelo deja su sonrisa de lado para cambiar su aspecto.

—¡Mi hijo está en el hospital!

La mujer abrazó a su esposo, y lloró en sus brazos.

—¿Quién está en el hospital? —Pregunta mi hermana, con miedo, aunque claramente había oído todo.

—Suban al auto —Nos ordena el abuelo—. Ahora.

Varios empleados llegan a nosotros con nuestros abrigos y nos llevaron al auto, en el cual nos sentamos con muchos nervios.

—¿Crees que sean papá y mamá?

—Espero que no.

—¿Pero qué ocurrió?

—No lo sé, Natalie... Pero también tengo miedo.

Acto seguido, Domenica estira sus brazos y me rodea con ellos, permitiendo así que me sintiera tranquila.

Al cabo de varios minutos llegaron mis abuelo, y el auto arrancó.

Al llegar al hospital, mis sospechas fueron reales.

Mis padres descansaban en diferentes camas, pero en la misma habitación.

Había tantos cables que me era imposible diferenciar a quien partencia cada cable

—Mami...

El abuelo Patrick tuvo que hablar con los guardias para que nos dejaran pasar, pues no permitían menores en el hospital.

—Natt... Dome...

El quejido de mi padre alertó a mi hermana, quien corrió a su lado.

—Papi, no te vayas —Repetía, pues se veía bastante agotado.

—Mis pequeñas...

La voz de mi madre era débil, demasiado.
No sabía si era a causa de los tranquilizantes, o de la venda que cubría su pecho.

Y de pronto las máquinas empezaron a sonar.

—¿Mamá...?

La mano de mi madre encontró la mía, y ella se cerró.

Y al mismo tiempo, la máquina conectada a mi padre hizo lo mismo.

—¡Un doctor! —Gritaba mi hermana—. ¡Un doctor!

Pero parecía que nadie iba a llegar a tiempo.

—¡Mamá! ¡No me dejes! —Empecé a gritar—. ¡Papá! ¡No nos dejen!

La desesperación me invadió por completo, y la mano de mi padre encontró la mano libre de mi madre.

Mi hermana salió de la habitación en busca de ayuda, mientras yo empezaba a llorar.

—No... Por favor... No me dejen sola...

El ruido de las máquinas era cada vez más fuerte.

—No olvides que te amamos... —Fue lo último que dijeron.

—¡Mamá...! He aprendido un hechizo nuevo... —Decía, con la esperanza de que respirara nuevamente—. Pomona Sprout me enseñó un hechizo para evitar que tus petunias mueran rápido... —Recordaba lo mucho que mi madre amaba cuidar sus flores—. Aún debo enseñarte aquel hechizo... No me dejes...

—¡Por aquí! —Escuché la voz aterrada de mi hermana.

—¿Mamá...?

Y pude sentir que su mano dejó de apretar la mía.

Corrí al otro lado, y la mano de mi padre cayó bajo el corto espacio que quedaba en ambos.

—¡Papi! ¡No me dejes! ¡Tampoco quiero que te vayas!

Pero cuando llegaron los médicos, mis padres ya habían fallecido.

~ Fin del Flashback ~


—Desde ese día me odian —Termino de contarle mi historia a Regulus.

—Pero... Tú no tenías la culpa de nada.

—Ellos creen que sí... Y yo también.

—¿Por...?

—Para empezar, si no hubiera sido bruja, ellos no hubieran decidido mudarse. Estuvieran vivos... A mi lado... Y no es una tumba.

—Pero nunca nos hubiéramos conocido.

—Ellos estarían vivos.

Regulus se atrevió a darme un abrazo corto, el cual recibí como señal de apoyo.

—Mi abuela me hizo la vida imposible.

—¿Por eso escapaste de casa?

—Por eso Greyback me encontró moribunda, y fui una presa fácil.

Sequé mis lágrimas con la manga de mi capa, y traté de respirar profundamente.

—Debes aceptar que no fue tu culpa.

—Eso intento —Aseguro—. Pero mi yo de 12 años se niega a aceptarlo.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, pero agradecí el hecho de que no hubiera preguntado algo más.

—¿Te acompaño a tu sala común?

—No es necesario —Me levanto—. Ya tienes suficientes problemas como para lidiar conmigo.

—No me vendría mal algo más de comida —Dice, refiriéndose a la cercanía de las cocinas—. Y creo que a ti te hace falta un poco de té.

—No es buena idea que me vean contigo —Añado, luego de caminar varios metros hacia el castillo.

—¿Te avergüenza?

—Me da miedo que llegue a pasarte algo —Admito, pero al poner cara de confusión continúo—. Soy hija de muggles, una mujer lobo... Y tú, tu eres un Black.

—¿Y?

—Y... Y tienes una reputación que mantener.

—Sirius hace lo mismo.

—Pero tú y yo sabemos cómo es Sirius —Continúo.

—Eso es cierto, no hay idea que se le salga de la cabeza.

—A menos que sean sus ridículos intentos de ligue.

Ambos reímos, sabiendo que decíamos la verdad.

—A veces me pregunto si en verdad somos hermanos.

—Son muy diferentes en varios aspectos —Me atrevo a decir—, pero siempre habrá algo que los unirá.

Al llegar al castillo, Regulus se ofrece a acompañarme, pero me niego.

—Que descanses, Reg.

—Igualmente, Natt.

Cada uno tomó su propio rumbo, y varias miradas se posaron en mí.

No pude evitar sentirme mal cuando Mary y Marlene me miraron con miedo, en cambio Lily parecía querer llorar.

Pero... ¿Por qué lo haría? Si la única víctima aquí era yo.

N/A: Este capitulo es un poco triste, sobre todo al ver cómo sufrió nuestra pequeña Natalie en su momento. 

Como pudieron leer en mi perfil (los que me siguen), prometí un maratón de 5 capítulos por un nuevo logro alcanzado con otra de mis obras, así que busquen sus palomitas, pues este maratón de capítulos está por iniciar.

No olviden que lxs quiero un mundo 

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