22- Una nueva historia

~7mo año~

Narrador omnisciente:

Sebastian Diggory no podía creer aun lo que uno de sus invitados le había contado aquella noche.

El patriarca de la familia tenía un remolino de emociones en su mente:
Ira, molestia, preocupación y sufrimiento.

Ciertamente no podía entender todo lo que Natalie sintió en aquel momento, pero deseaba intensamente poder hacerlo.

Aun sin ser su padre, intentaba darle todo lo que Dolores e Iván Russo haría por la rubia.

Así que, a la mañana siguiente, hizo el desayuno favorito de sus hijos, además de que evitó que Natalie mencionara el tema, aunque fue un intento inútil.

Esa misma mañana, Remus terminó de sincerarse con el mayor, contándole su mayor secreto: que él también era un hombre lobo.
Y aunque el castaño pensó por un momento que sería un grave error, lo cierto fue que, por primera vez en su vida, un adulto parecía no tenerle miedo.

Sebastian envió una carta a Dumbledore, pidiendo disculpas por el atrevimiento de los chicos al salir del castillo sin permiso, y que él tomaría el cargo de ser necesaria una sanción.

Y es que aquello no quedaría impune, sobre todo teniendo represalias con la profesora Mcgonnagal.

Esa misma noche Gryffindor perdió más de 100 puntos, y Slytherin un total de 40.
Poco tiempo después de que ambos licántropos huyeran, Snape volvió a insultar a ambos compañeros, haciendo que los Merodeadores se enojaran y empezaran a pelear con el Slytherin, frente al director.

Lily trató de mantenerse al margen todo, pero no pudo hacerlo, pues una nueva faceta de quien una vez fue su mejor amigo la tomó desprevenida.

Evans sabía de todos los problemas por los que pasaba Severus, y creyó que el muchacho sería más razonable de acuerdo al escaso bullying que sufría, pero sucedió todo lo contrario.

Pero a todo esto se sumaba el secreto de sus amigos, y lo difícil que sería ocultárselo a sus mejores amigas, quienes estaban sospechando de la rubia desde hacía ya un buen rato.

Una vez que Minerva se enteró de que ambos licántropos huyeron por su chimenea, Hufflepuff y Gryffindor perdieron 20 puntos más, respectivamente. Ocasionando así el desconcierto de todos los estudiantes al día siguiente.

Así que, cuando Remus y Natalie llegaron de vuelta a Hogwarts, no pudieron evitar sentirse mal consigo mismos.

Ellos lograban escuchar claramente todos los murmullos de los alumnos gracias al gran desarrollo de sus oídos, en los cuales se le atribuyeron la culpa a James, Sirius y Snape, aunque claro, James no desaprovechó la oportunidad de hacerse pasar por el héroe en una situación bastante diferente a lo que en realidad pasó.

El domingo transcurrió con normalidad, si es que se le puede llamar así, pues los estudiantes de quinto y séptimo caminaban con cansancio a través de la biblioteca.
La mayoría pasaban horas y horas sumergidos en el asombroso mundo mágico a través de los relatos hechos palabras, pero habían otros que preferían descansar y "preocuparse luego".

James y Sirius hablaron con sus amigos una vez que los vieron cerca de las cocinas, diciendo que todo estaría bien de ahora en adelante, pues el director le había prohibido hablar a Severus del secreto de ambos muchachos.

Esa fue la razón por la que ambos prefectos pudieron sentirse más relajados, aunque Natalie se sentía pésima cada vez que el Slytherin le daba miradas repletas de odio.

La relación entre el Slytherin y la Hufflepuff nunca fue buena.
Desde niños, ambos no se habían caído bien, aun con los vagos intentos de una pequeña niña rubia de 11 años al querer acercarse al pelinegro cuando lo vio llorando solo entre los pasillos.

—¿Crees que algún día se le pase? —Preguntó Natalie Russo, con un poco de decepción en su voz.

—Lo estúpido no se le quitará nunca —Intervino el joven Potter, sin despegar su vista de la poción sanadora que estaban preparando en la clase de Pociones—, ni porque le caiga un Erumpent encima.

Aquello ocasionó la risa de su amiga, haciendo que el profesor Slughorn los retara al cabo de un rato.

La relación entre los Merodeadores y la joven Russo era cada vez mejor.
Casi siempre estaban juntos, aun cuando se separaban por las diferentes clases, todos parecían enviarse cartas a escondidas para contar qué tan aburridos se encontraban en sus respectivas aulas.

—Y entonces Sirius casi se queda dormido en los T.I.M.O.S. de Adivinación y...

—Bien, hora de ver sus resultados.

Slughorn pasó por cada pareja para verificar que la poción estuviera en buen estado.

Felicitó a cada uno de sus alumnos, afirmando que, de seguir con ese entusiasmo, lograrían pasar sus exámenes con total éxito.

—Hasta ahora, la poción mejor elaborada ha sido la del señor Potter y la señorita Russo.

Ambos chocaron sus manos en el aire en señal de triunfo, mientras un nervioso Pettigrew no dejaba de mirar la pared.

El profesor dio un leve asentimiento a la poción elaborada por Sirius y Peter, pues todo habría salido mejor si hubieran revuelto el líquido en sentido anti horario, en vez de ambos lados.

—Parece que heredó el talento de su familia —Felicitó a James—, si sigue así, usted tendrá un gran futuro, tal cual como ellos.

—Sería todo un honor —Respondió al azabache, con orgullo.

James Potter era bueno en el Quidditch, el mejor si le preguntas a cualquier estudiante.
Pero también tenía un talento innato en pociones.

El linaje de los Potter había dado mucho de qué hablar a lo largo de la historia, desde su tatarabuelo Phineas, quien creó una poción mágica para el crecimiento rápido y sano de los animales, lo que significó una gran revolución en sus años, así como su abuelo, creador de la poción Crece Huesos.

Su padre, Fleamont Potter, también dio de qué hablar al crear una poción para la Peste Mackled, la cual consistió en una grave enfermedad en el mundo mágico causada por los Mackled Malaclaw , causando fiebre alta y una erupción verdosa de aspecto desagradable en el cuerpo de cada mago o bruja que lo padecía.

Parecía que pronto sería el turno de James para seguir con aquel linaje de estupendo pocionistas, y Slughorn no dudaba de ello, aunque el joven de lentes parecía no estar muy seguro de aquello.

Para él, el Quidditch lo era todo. Pero más aún, tenía un sueño: James quería ser el mejor Auror de su generación, y tuvo la suerte de que sus padres aceptaron gustosos su decisión.

Pero otra de las cosas que más le gustaba eran las bromas.
Amaba las bromas.

No dudaba ni un sólo segundo en hacerles algo a sus mejores amigos, y esta noche no fue la excepción, siendo Sirius Black la víctima en esta ocasión.

Lo tenía todo planeado.

Así que espero a que Sirius terminara de cenar y cambió los envases de su crema para el cabello mientras se distraía en una conversación con Remus y Natalie.

—¿Por qué usas esa crema?

—Debo mantener mi cabello en buen estado —Respondió Sirius, untando un poco de la crema azulada en su cabello—, es para que no se reseque.

—Veo que cuidas mucho de él.

—¡Por supuesto, Natt! —Giró su cara para verla—. Este hombre merece de los mejores cuidados.

Acto seguido, le guiñó el ojo a la rubia, provocando así que Remus sintiera celos.

Él lo sabía, todos en ese grupo jugaban a molestar al castaño licántropo cada vez que Natalie estaba con ellos, y eso provocaba que Remus arrugara inconsciente su nariz.

Aunque ésta vez, algo nuevo ocurriría.

Sirius giró nuevamente su rostro, pero Peter notó que su cabello... ¿Cambiaba de color?

—Em... Sirius...

—Silencio, Peter —Le dijo al rubio—. Allí viene Marlene...

Pettigrew tocó levemente el hombro de sus amigos y señaló el ahora rosado cabello de Canuto.

Natalie no pudo contenerse y soltó una risotada que contagió al resto.

Uno a uno, los pocos estudiantes presentes en el Gran Comedor giraron sus rostros hacia el grupo.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué se ríen?

Peter y Natalie se acurrucaron en sus estómagos por la risa, y eso le pareció muy cursi al licántropo.

—Sirius...

James se hizo la víctima, pasándole un espejo a su mejor amigo.

Su reacción fue la esperada.

La cara de Sirius se descompuso totalmente.
Se llevó lentamente su mano libre hacia su cabello, como si quisiera verificar que el espejo mentía, pero al jalar uno de sus cabellos rosados se dio cuenta que todo era real.

El Black mayor ahogó un grito de pánico, pues consideraba a su cabello como un tesoro, y verlo de ese modo le dio pánico.

—¡Remus y Natalie!

La rubia trató de seguir riendo, pero Sirius giró su cabeza tal cual un exorcista y la miró con enojo.

—Sirius... Yo...

—No fuimos nosotros —Intervino Remus.

—Oh, claro que sí —Exageró el pelinegro—. Ustedes... Ustedes preguntaron por la crema... —Sacó el contenido de su mochila, y por primera vez en días, examinó el contenido, pero no pudo reconocer de qué se trataba exactamente.

Remus miró con apuro a Natalie, quien hizo lo mismo y se bajó rápidamente del asiento.

Acto seguido, Sirius empezó a seguir a ambos licántropos.

—¡Me las van a pagar! —Gritaba Sirius, corriendo entre los pasillos.

De nada les serviría tomar uno de los tantos pasillos ocultos que Remus conocía, pues Sirius se daría cuenta rápidamente con el mapa, y lo primero que se le pasó por la mente fue la sala de Menesteres.

Esa sala nunca aparecía en el mapa de los merodeadores.

Así que señaló a la rubia al ya conocido lugar y ambos corrieron temiendo por su vida, pues cuando Sirius se enojaba...

—¡Tres veces! —Recordó Natalie con cansancio en su voz—. ¿En qué se supone que piense?

—Emmm... No lo sé, en algo que nos oculte de Sirius por un buen rato...

En su mente, ambos rogaban que el pelinegro no se diera cuenta de que pasaban por los mismos lugares tres veces.

—¡Algún día los alcanzaré, pequeños lunáticos!

Aunque a Sirius más le preocupaba saber el antídoto para su preciado y delicado cabello.

—¡Ya era hora...!

Ambos aprovecharon que Filch había pillado a Sirius y se adentraron a la sala con prisa.

Una vez dentro, ambos recuperaron el aliento y empezaron a reír.

La sala no tenía un aspecto exacto, pues todo parecía un remolino de cosas perdidas.

—¿En qué pensaste? —Remus le pregunta a Natalie.

—A decir verdad... En nada... ¿Y tú?

—Tampoco... ¿Pero qué te parece si echamos una ojeada al lugar?

—Prefiero eso, a que Sirius me lance un maleficio por algo que no hice.

Ambos caminaron juntos por el silencioso lugar, encontrando montones de libros viejos, chatarras y un desgastado armario.

—Wow...

Natalie vio entre unos escombros una caja de terciopelo negro, la cual deslumbraba entre los viejos pergaminos.

La chica abrió lentamente la caja, descubriendo en ella una hermosa diadema plateada, adornada con unas especies de esmeraldas azules y negras.

—¿Qué encontraste? —Le preguntó a Remus.

—Solo unas escobas, libros y materiales para pociones —Respondió, mientras observaba atentamente un armario—. ¿Y tú?

—Mira esto.

El castaño se acercó hacia la chica, quedando asombrado por el objeto.

—Debe ser muy costoso...

—Lo sé, lo mismo he pensado —Natalie miraba la joya—, tal vez se trate de una reliquia familiar.

—Será mejor dejarlo allí —Propuso el licántropo—, no sabemos lo que podría pasar, o a quien pertenece.

—Tienes razón —La chica vuelve a poner la diadema en la caja—, aunque yo le habría dado un mejor uso.

—Sin duda alguna te quedaría perfecta.

Remus se arrepintió casi al instante de haber dicho eso, pues unos brillantes ojos esmeraldas se posaron frente a sus comunes pero delicados ojos cafés.

—¿Coqueteas conmigo, Lupin? —Dijo Natalie a modo de broma, pero sintiendo un poco de nervios.

—Puede ser...

Las mejillas de ambos chicos se tiñeron de rosa, provocando que el silencio pulcro se apoderase de ellos.

—Creo que...

—Si... Busquemos más cosas...

Ninguno quería admitirlo.
Ambos sentían atracción por el otro. No una atracción de amistad, sino una completamente nueva para ellos.
Y eso les asustaba.

—¡Un tocadiscos!

Ambos casi estallaron de alegría al reconocer el objeto Muggle.

—¿Cuál es tu historia? —Preguntó Natalie con entusiasmo—. Me refiero a que si tienes un recuerdo de ello.

—Mi madre suele escuchar música casi todo el día.

Hope Howell, madre de Remus Lupin, amaba la música.
No había oportunidad de perderse un baile o celebración, pues ella disfrutaba danzar al ritmo de cada canción.

—Ella dice que fue así como conoció a mi padre.

—¿En un baile?

—Mi madre es una mujer Muggle, mi padre fue un joven mago apasionado por las apuestas que conoció a una castaña al colarse en una fiesta.

La rubia no pudo evitar reír, imaginando los hermosos recuerdos que guardarían la pareja.

—¿Y tu historia?

—No tengo una historia para contar —Lamentó—, mis padres se conocieron por un lío familiar, pero ambos amaban la música.

—Es imposible que no tengas una historia.

—De verdad, lo juro.

Una idea vagó por la mente del castaño en aquel momento.

Tal vez mañana se arrepentiría de ello.

—Pues... Crearemos una.

—¿A qué te refieres?

—Dices que no tienes una historia con un tocadiscos... —Remus se acercó al aparato, y buscó entre sus lados un disco que poner—, algo sumamente raro, ya que todos tienen una... —Ubicó un disco en el aparato, rogando que la música no fuera algo rara—, así que, crearé una para ti.

El chico se dio media vuelta mientras el tocadiscos empezó su trabajo.
Lentamente se acercó a la rubia y tendió su mano, tal cual su padre le había enseñado para invitar a una chica a bailar.

—¿Me concedes una pieza?

—Será todo un honor.

Natalie aceptó gustosa la mano de su acompañante, sintiendo nervios cuando depositó su mano libre sobre el hombro del castaño.

—¿Sabes bailar?

—Creo que puedo mejorar un poco con un buen instructor.

La melodía empezó a subir de volumen apenas ambos cuerpos hicieron contacto, provocando una especie de escalofríos en ambos adolescentes.

Sus pasos fueron lentos mientras se adaptaban a la melodía, pero ninguno se atrevió a despegar la vista del otro.

Verde y marrón fueron los colores característicos de ese baile.

Remus encontró aquel brillo especial con el que había soñado estos últimos días en la mirada de la chica frente a él.

Natalie encontró aquella paz interna que tanto había anhelado en los brazos del chico frente a ella.

Ask me why my heart's inside my throat
I've never been in love, I've been alone
Feel like I've been living life asleep
Love so strong, it makes me feel so weak

La canción fue perfecta para ambos.
No fue un ritmo rápido, como lo pensó Remus en un momento.
Y no fue un ritmo demasiado lento.
Fue algo especial de ellos.

Are you lonely?
Our fingers dancing where they meet
You seem so lonely
I'll be the only dream you seek
So if you're lonely, no need to show me
If you're lonely, come be lonely with me

El castaño invitó a la rubia a dar una vuelta en sí, provocando que al final ambos cuerpos quedaran frente a frente.

Entonces Natalie tuvo el impulso de ubicar ambos brazos sobre los hombros de Remus, pero lo dudó.

Fue Remus quien tomó la iniciativa y tomó ambas manos de la chica para ubicarlas encima de su cuerpo, así como lentamente ubicó las suyas en su cintura.

Lonely
Passion is crashing as we speak
You seem so lonely
You're the ground my feet won't reach
So if you're lonely, darling, you're glowing
If you're lonely, come be lonely with me.

Underneath the pale moonlight
Dreaming of a circus life
Carousels and ferris heights
I'll be yours if you'll be mine.

Remus terminó aquel verso frente a ella, y descubrió finalmente que estaba enamorado.

Recordó las largas pláticas de su padre, diciendo que pronto llegaría la persona indicada que lo apoyaría para siempre.

Y Remus la encontró esa noche.

Lo supo casi al instante, sintiendo nervios de aquella chica que tenía en sus brazos.

La canción iba terminando, pero ninguno se quería separar del otro.

Are you lonely?
Passion is crashing as we speak
You seem so lonely
You're the ground my feet won't reach
So if you're lonely, darling, you're glowing
If you're lonely, come be lonely with me.

Ese fue el último verso de aquella canción... Su canción... Su nueva historia.

Entonces Remus se armó de valor aquella noche.

Dejó a un lado sus nervios e inseguridades para tocar las mejillas de la rubia, provocando que Natalie sintiera lo mismo.

La joven Russo cerró sus ojos al sentir los labios de Remus sobre los suyos, sintiendo una nueva experiencia en ellos.

Ella correspondió al beso, cumpliendo así una de las tantas fantasías del joven Lupin, quien añoraba saborear los dulces labios con sabor a cerezas de la chica.

La única razón por la que se separaron fue por la falta de oxígeno en sus pulmones.

Frente con frente, nariz con nariz, ambos prefirieron quedarse juntos, sintiendo su respiración sobre el otro.

Entonces Remus ubicó una de sus manos en la barbilla de Natalie, haciendo que ella abriera los ojos y lo mirase.

Ninguno se arrepentía de nada, ambos lo sabían.

Natalie sonrío con un poco de vergüenza, mientras su nariz y mejillas se sonrojaron.

Entonces comprendió a lo que Amos se refería con "el beso indicado".

Aquel beso fue el inicio de una nueva historia...
De su historia.

La historia de dos licántropos que alguna prometieron no amar a nadie más para evitar lastimarlos, pero que, sinembargo, habían roto su promesa al mismo tiempo, y con la misma persona.


Por otra parte, uno de los Merodeadores recibía un castigo.

Al ser aprehendido por el conserje, Sirius Black fue obligado a ir a su sala común, descubriendo así que sus amigos eran inocentes, pues había encontrado un rastro de ese mismo gel sobre la mesa de James Potter, ocasionando así un plan de venganza.

Por su parte, Lily se sentía cansada.

Su mente no dejaba de reproducir las imágenes y secretos que había descubierto hace poco, provocando que estuviera "fuera de sí misma".

—Encontré esto en mi armario —Soltó Mary, con preocupación—. Papá me lo dio para que no tuviera nervios durante estas fechas de exámenes —Le tiene el frasco a su mejor amiga—, pero con un simple sorbo te tranquilizas.

—Te lo agradezco mucho, Mary.

La pelirroja tomó un sorbo de aquella poción, sintiendo un poco de sueño en aquel instante.

Así que tomó sus cosas y se recostó en su cama.

—Chicas... No me van a creer lo que he visto.

Marlene entró a la habitación con mucha risa, pues recordaba a Sirius con su cabello rosa.

—Podrás contarlo mañana... —Canturreó la morena de cabello rizado—, Lily está un poco atareada...

—Yo no estoy atareada... —Jadeó la pelirroja en sueño—... Solo que... Me es difícil cargar con estos secretos...

Ambas amigas se miraron con preocupación.

—¿Qué secreto?

—Umm...

—Mary... ¿Qué fue lo que le diste a Lily?

La rubia miró hacia la mesita de noche a su lado, viendo una botella con un líquido casi transparente.

—Le di una poción para los nervios...

Marlene tomó aquella botella entre sus manos, leyendo que las indicaciones fueran las correctas.

—¿Cuánto le dijiste que tomara?

—Un sorbo...

—¡Un sorbo! —Soltó con preocupación—. Por Merlín, Mary... Era solo una cucharadita...

—¿Una cucarachita? —Dijo Lily, pensando en como algo tan pequeño como una cucaracha podría provocar mucho mareo.

—No... Una cucharadita —Corrigió Mary, sin aguantar la risa.

—¡MARY MCDONALD! ¡ESTO NO ES UN CHISTE!

—¿Y qué haremos ahora?

—Dejar que duerma...

Pero ambas chicas querían saber a qué secretos se refería la joven Evans.

—Lily...

—Shhh, calla Mary.

—Oye Mar... ¿Acaso no quieres saber a qué se debe todo esto?

La rubia quería decir que no.
No le interesaba.

—Sí, pero...

—Lily —La morena se dirigió a la pelirroja—. ¿Qué ocurrió estos días?

La pelirroja soltó un leve quejido, para luego empezar a cerrar sus ojos sobre su almohada.

—Fue... Fue una semana muy larga...

Poco a poco, Lily Evans se estaba quedando dormida, sin saber que estaba cometiendo un grave error al mismo tiempo.

—¿Por qué?

—He descubierto algo... Pero no le digan a las chicas... —Hacía pausas entre cada línea.

Ambas amigas se volvieron a mirar entre sí.
¿Qué era aquello que Lily les ocultaba?

El grupo de amigas nunca se ocultaba nada, nunca.

—No le diremos nada a esas locas —Soltó Mary, con burla, refiriéndose a ellas mismas.

—Eso espero... Porque Mary se pondrá como loca al saber que tenía razón.

—¿Razón? —Preguntó Marlene—. ¿En qué tenía razón?

Lily suspiró antes de abrir la boca y contar aquel secreto que Dumbledore le había confiado.

—Natalie es un hombre lobo... O bueno, una mujer lobo.

La rubia abrió mucho los ojos, mientras la morena abrió la boca con asombro.

—Yo los vi... Lo de Severus... Todo es una farsa... ¡Maldito Potter y su arrogancia!

La mente de Mckinnon divagó en aquel relato contado por James, notando que había cosas que no cuadraban en sí.

Ella, siendo hija de Aurores, tenía la habilidad innata para saber y descubrir cosas que para otros estaban ocultas.

—¿A quiénes viste? —Insistió Mary.

—A Remus y a Natalie... Ambos lo son...

Aquello fue algo que a las presentes les costaron aceptar.
¿Remus y Natalie?
Imposible.

Ambos chicos eran muy carismáticos con todos los estudiantes, y ni hablar de sus perfectas calificaciones.

—¿Es... Estás segura de lo que dices...?

—El mismo Dumbledore me lo dijo... —Soltó otro suspiro—, pero shhhh, no le digan a las muchachas... Mary puede divulgar todo y meterse en problemas...

Si había algún chisme, Mary McDonald lo sabía.
Si tenías una duda sobre una historia que te contó alguien, Mary McDonald tenía la respuesta correcta.

Entonces... ¿Qué ocurrirá con esta información de primera mano?

—Buenas noches, chicas —Comentó Lily, perdiendo finalmente contra el sueño y cayendo dormida.

—Hasta mañana, Lily...

...

Esa misma noche, cuatro personas no pudieron dormir tranquilamente.

Aunque cada uno estaba en su propio mundo de fantasía.


N/A: AAAAAHHHHHH!!!!!
Esto se ha salido de control!!!!

¿Qué creen que ocurra luego?
Lxs leo ❤️

Amo el hecho de que Remus y Natalie se han dado su primer beso... ¡Por fin!
Y fue algo tan romántico... Tan de ellos, que simplemente no tengo palabras ❤️✨

Muchas gracias por continuar con la lectura, así como se dan el tiempo de dar su voto y comentario ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top