14- Inauguración
Natalie Russo:
—¡El almuerzo está listo!
Sebastian Diggory era lo que muchos consideraban "Un padre ejemplar".
Además de trabajar en el ministerio, tenía un gran talento en la cocina.
Inhalé aquel delicioso aroma de la comida, permitiéndome atraer algunos recuerdos en mi cabeza.
~Flashback~
Recuerdo tener casi 12 años aquel día.
Mi madre, padre y hermana habían llegado a recogerme a la estación King Cross para las vacaciones.
—¡Mi pequeña Natty! —Gritó mi madre, cuando envolví mis brazos sobre su cintura.
—¡Mami! ¡No vas a creerlo!
Papá depositó un beso en la coronilla de mi cabeza, para luego tomar el baúl entre sus manos.
—No puedo creer aun que todo esto sea real —Sonrío, admirando a varios magos y brujas con sus atuendos y varitas.
—¡Ni yo! —Mi hermana soltó una enorme sonrisa—. Hemos visto a una señora usando magia... ¡Convirtió un simple papel en una bufanda!
Yo asiento ante sus palabras, mientras esperamos a que la mayoría partiera a su lugar de residencia.
Papá prefería esperar, a tener que chocar con alguien.
Luego de varios minutos avanzamos corriendo entre la plataforma 9/3-4, y sin querer chocamos el carrito con otra persona.
—Lo siento, señor —Me disculpaba con mucha vergüenza—. De verdad, lo lamento mucho...
—Veníamos sin prestar atención al camino —Mi madre habló—, en serio le pido disculpas...
—¿Natalie?
—¿Amos?
Después de aquella "broma" durante las clases, fuimos armando una bonita amistad.
—¿Conoces a la niña, Amos?
—Va un año menor que yo, está en Hogwarts.
De pronto, el señor soltó una enorme carcajada.
—¡Genial! Por fin alguien con quién pueda hablar del... —Miró a su alrededor, notando cómo varios nos miraban de forma extraña—. Del...
—Del mundial de fútbol —Corrigió mi padre, a tiempo.
El resto de personas dejó de mirarnos, y siguió avanzando.
—Creo que estamos a mano... —Se burló—. Fue muy inteligente de su parte señor...
—Iván Russo —Mi padre extiende su mano, gesto que el señor de anteojos imita.
—Un gusto, Iván —Se saludan de manos—. Mi nombre es Sebastian Diggory, y él es mi hijo Amos.
—Dolores White —Se presenta mi madre—. Y ellas son mis hijas, Domenica Russo y Natalie Russo.
—Un placer conocerlo —Decimos, a la vez.
—Que niñas tan educadas, deberías aprender algo de ellas —Dijo, refiriéndose ahora a su hijo.
—¡Papá! —Exclamó Amos, con vergüenza.
—Veo que es muy bromista —Sonríe mi padre.
Sabía exactamente lo que pensaba en ese momento.
Mi abuelo, Patrick Russo, había sido muy duro con él durante toda su vida.
—Me gusta hacer reír a la gente.
Ambos recogen las cosas caídas por el impacto, y cuando estamos por despedirnos, el señor Diggory habló.
—¿Tienen la agenda llena?
—Ahora no —Respondió mi madre—. Iremos a comer en nuestro lugar favorito.
—¿Qué les parece si les invito a tomar el almuerzo en nuestra casa?
—Nos encantaría, pero...
—No me diga que va a declinar, por favor, insisto. Además, hoy haré una de mis especialidades.
—¡LASAÑA! —Gritó un emocionado Amos.
—¿Cariño, qué te parece? —Le pregunta Iván a mi madre.
—Me parece bien, y creo que a las niñas también.
Ambas asentimos.
—¡Genial! Síganme, a Mayra les encantará conocerlos.
Seguimos los pasos del hombre, los cuales nos dirigieron hacia una calle desolada.
—¿Natalie, cierto? —El señor se dirigió a mí.
Yo asentí.
—Veamos si prestas atención a las clases... ¿Sabes qué es un traslador?
Repasé en mi memoria aquella clase de Encantamientos.
—Son objetos que nos permiten aparecer en cualquier parte del mundo en cuestión de segundos.
—Correcto. Ahora, frente a ti yace uno de ellos, ¿Qué opción elegirás de entre todos esos objetos?
El pasillo donde ahora estábamos era oscuro, y mi padre miraba a todos lados.
—La bota —Respondí.
—Pero cariño... Se ve una bota muy vieja...
—Ese es el punto —Contestó Sebastian—. Eso no llamaría a atención de un Muggle.
Mi familia hizo un gesto de confusión.
—Muggles madre, es una persona sin magia.
—Ah, eso es.
—Interesante término.
—Todos formen un círculo y tómense de las manos, y por favor, procuren no vomitar.
—¿Por qué...?
Sin embargo, las palabras de mi padre fueron interrumpidas cuando empezamos a girar.
Dimos incontables vueltas, y yo reía junto a al señor Diggory y su hijo.
—¡Bienvenidos a mi hogar! —Dijo Sebastian, al llegar finalmente.
A mis padres les tomó un buen rato recomponerse, y Domenica se unió a nuestras risas.
—¡Esto es increíble!
Admiramos la sala, la cual estaba decorada con unos muebles de cuero negro, cuadros con paisajes, floreros con plantas que mi madre no reconocía, y fotos con movimiento.
—¿Sebas, Amos, son ustedes?
Una voz femenina se escuchó desde el otro lado de la sala.
—Si cariño —Exclamó el señor—. He traído visitas.
Los tacones de la otra persona retumbaron por el suelo de mármol, dejando a su vista a una mujer esbelta, rubia y de ojos azules.
—Los he invitado a almorzar —Se acerca a su esposa, y deposita un beso en su mejilla—. Son la familia Russo.
—Encantada —Saludó—. Mayra Diggory.
Toda nuestra familia fue más que bienvenida en ese lugar a partir de entonces, iniciando una gran amistad que perduraría por los próximos años.
~Fin del Flashback~
—No ha perdido el toque, señor Diggory —Admito, probando la Lasaña—. Está riquísimo.
—Muchas gracias, hija —Sonrió—, pero creo haberte dicho que me gustaría que me tutearas, me haces sentir más viejo de lo que soy en realidad.
—Está bien, Sebastian —Continué, y el asintió.
—¿Ya tienen planes para hoy?
—Iremos a comprar algunas cosas —Comentó Amos—. Acompañaré a Natt a comprar el vestuario que usará para asistir a la inauguración de la Escuela de Magizoología del señor Scamander.
—Espero no sea nada llamativo...
—¡Sebastian! —Exclamé, entre risas—. Sabes que no me gusta mucho llamar la atención.
—Pero este año no pasó así.
El señor Diggory dejó de mirar su comida para posar su vista en mí, y luego en su hijo.
Elevó una ceja en señal de confusión, para luego tener una mirada de preocupación.
—¿De qué hablas? ¿Lo... Lo saben?
—Gracias a Merlín nadie lo sabe —Dije, con un tono bajo de voz.
—Papá, Natt este año se metió en un ligero problema con unos Gryffindors.
—Vaya, vaya, la pequeña Natalie ha sacado sus garras.
—Claro que no —Empecé a reír—. Solo fue una confusión, eso es todo.
—¿Y qué hacías en la sala común de Gryffindor, y más aún, con el uniforme de Gryffindor?
En ese momento, el señor Diggory descolgó la mandíbula con exageración.
—Me quedé dormida en la torre de Astronomía... Y los chicos me llevaron...
—¡Dices que unos chicos te llevaron! —Se lleva una mano a la frente—. No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo...
—No pasó nada malo, lo juro.
—Yo creo en ti, pequeña Russo —Me brindó una de sus cálidas sonrisas—. Solo que, a vista de como suenan las palabras de mi hijo, se pueden mal interpretar muchas cosas.
Yo asiento, llevando a mi boca un trozo de lasaña.
—Dime una cosa, ¿Acaso eran los chicos con quienes pasaste al final de la reunión de la Graduación?
—Ellos mismos —Amos contesta por mí—, y no son muy tranquilos que digamos.
—Lo pude notar, sobre todo por el chico que te quitó de mis brazos.
—Ellos fueron los que me llevaron a San Mungo cuando... Cuando Greyback me mordió.
Mi voz sonó como un ligero susurro, y me esforcé por mirar mi plato casi vacío de comida.
—Entonces... Creo que les debo mucho —Dijo, muy pensativo—. Pero no ahondaremos en ese tema porque no voy a incomodarte, así que... Mejor almuercen.
—Gracias por entender —Me dediqué a brindarle una sonrisa de agradecimiento.
—Es lo que mi gran amigo Iván hubiera hecho.
—¿Que dices, el rojo o el verde?
—Natt, te ves bien con ambos vestidos —Respondió un cansado Amos.
—Pero debe haber uno que me quede mejor...
—Mmm —Parece meditar su elección, y aquello me causa risa—. Creo que el vestido café me gusta más.
—¿Tú crees?
—Puedes combinarlo con una blusa blanca... Además, combinaría con tus ojos esmeraldas y tu cabello rubio.
—De acuerdo —Sonrío.
Llevamos gran parte de la tarde en aquella tienda, y pude ver su cara de alivio cuando fui a la caja para pagar por la prenda.
—Deberías dejar de ser tan exagerado.
—Si tú lo dices...
Una vez cancelado, salimos rápidamente al callejón Diagon para tomar la red flu.
—Casa Diggory, Carnaby Street.
Mi cuerpo dio varias vueltas durante el camino, tantas que, al llegar, me sentí aliviada de sentir el suelo firme.
—Son las 6 pm...
—¡Las 6! —Grité, con apuro—. Te veo en una hora, la inauguración es a las 7:30.
Dicho esto, ambos corrimos a las habitaciones.
Tomé un baño, busqué algunas pulseras y zapatos y empecé a vestirme.
Usaría algo sencillo, pues no era un evento lo bastante formal, pero que debía mostrar elegancia.
Busco mi maquillaje, y me aplico algo básico.
Aquí es donde agradezco que Marlene me haya enseñado varios trucos y hechizos.
Decido llevar el cabello suelto, y busco el reloj de pared.
—¡7:15!
—Natalie, estoy en la cocina —Gritó mi mejor amigo, con la boca llena de comida.
Tomo mi bolso y camino hacia él con apuro.
—Lamento comerme toda la lasaña, pero...
Amos gira su cuerpo.
—¿Qué? ¿Me veo mal? —Pregunto, con temor, pues no dice nada—. Amos, no tengo mucho tiempo... Debo cambiarme...
—¡No! Es solo que...
—¿Qué?
—De vez en cuando deberías arreglarte.
—¡Oye!
—Mentira, Natt —Se burla—. Sólo que, parece que fue ayer cuando te vi entrando a la oficina de Mcgonagall con cara de horror.
—¡Te recuerdo que solo eres mayor que yo por un año!
—Un año... Un año...
—Bien —Le saco la lengua—. ¿Ya nos vamos?
—Papá dejó una carta, avisando que no podría asistir por un problema en el ministerio, así que, solo iremos los dos.
—¿Algo grave?
—No lo sé... Solo menciona algo de un grupo de magos que están dando problemas.
Me limito a asentir.
—Tampoco te ves mal —Me atrevo a decir.
—Yo nunca me veo mal —Sacude sus manos en el aire.
—Y dicen que yo soy la del ego.
...
En esta ocasión optamos por aparecernos en el lugar indicado.
La carta de invitación mostraba una fotografía del lugar, permitiendo así la aparición segura y libre de riesgos.
Llegamos a una especie de bosque, y había un camino señalado con varias marcas de patas.
—¡Esto es increíble!
Habían marcas de patas de increíble criaturas: Abarimon, Abraxan, Bicornio, Gato Wampus...
—Menos mal no puedo leer tu mente —Habló—. Puedo jurar que estas repasando el nombre de cada huella.
—¿Cómo lo sabes?
—Cuando estás concentrada, tiendes a arrugar la nariz.
—No es cierto.
—Como digas —Se encoje de hombros.
Escuchamos nuevos pasos, a la vez que una nueva familia llega al lugar.
Ambos optamos por seguir el recorrido, admirando el asombroso bosque de nuestro alrededor, y me es imposible no gritar de emoción al reconocer a las criaturas que habitan en este lugar.
—¡Amos, mira! —Señalo una rama—. Es un Fwooper .
—¿Un qué?
—Un fwooper, es un pájaro africano de colores vibrantes y llamativos. Son conocidos por su canción, la cual induce a la locura.
—El loco seré yo si nos perdemos del camino...
Ambos soltamos una carcajada, y seguimos el camino, hasta visualizar una enorme edificación.
Las paredes eran blancas, con algunos detalles de animales en color plateado.
La entrada al vestíbulo estaba decorada con un hermoso candelabro plateado, y una mini fuente donde algunos pájaros bebían agua.
A simple vista el lugar era enorme, y no podría siquiera imaginarme el interior.
—Cierra la boca Diggory, que te puede entrar una Doxy.
—Es enorme...
—Debo decir que es incluso el doble de la Mansión Russo.
Nos adentramos al lugar, y algunos elfos pidieron nuestros abrigos.
Varias celebridades estaban presentes, sin contar el gran número de invitados.
—Vallamos por los bocadillos.
—¿Nunca tienes remedio?
—Ni que estuviera enfermo.
No pude evitar soltar una carcajada, siguiéndole el paso a mi mejor amigo.
Las paredes estaban decoradas con asombrosos cuadros y fotos con movimiento.
No era Hogwarts, pero todo era increíble.
—Natalie Russo.
Giré mi cuerpo en dirección a la voz masculina.
—Thomas Scamander —Lo imito—. Un gusto volver a verte.
El chico vestía un elegante traje negro.
—Pensé que no vendrías.
—Pero aquí estoy —Sonrío.
—Debo recalcar que te ves hermosa.
Sentí que mis mejillas se sonrojaron, al igual que las suyas.
—Papá preguntó por ti hace un rato, ¿Te gustaría venir?
—Le diré a Amos que...
¿A dónde se fue Amos?
—A vista que mi casi hermano no está...
Sigo el camino que me muestra Thomas, reconociendo a pocas personas durante el trayecto.
—Natalie, ella es mi madre Porpentina, mi tía Queenie, mi tío Jacob y mi tío Theseus.
—Un honor conocerlos —Me presento.
—Así que eres la chica de la cual mi sobrino nos había mencionado —El hermano de Newt Scamander me da un apretón de manos.
—Espero hayan sido buenos comentarios —Me atrevo a reír.
—Definitivamente —La mujer rubia me saluda.
Paso un buen rato con ellos, notando que Thomas es igual de tímido que su padre.
—Ya es hora... —Theseus mira su reloj—. Iré a ver a mi hermano.
Todos asentimos, hasta que llega Amos.
—A que no sabes quiénes están aquí...
Mi amigo se calla al ver quiénes estaban presentes.
—Lo siento...
—¿Amos Diggory, cierto? —Pregunta la señora Scamander.
—El mismo que viste y calza.
Jacob soltó una risa, la cual me contagió en un santiamén.
—¿Dime, eres familiar de un muggle?
—Soy sangre pura, señor. Pero he vivido bastante tiempo con Natt, así que, sus frases se me pegan con facilidad.
Todos soltaron una carcajada.
—Eso explica muchas cosas.
Nos dieron algunas copas, mientras una nueva familia se hizo presente.
—Euphemia —Saludó Porpentina.
—Tina, que gusto volver a verte.
Ambas mujeres de saludaron con un abrazo.
—¿Y qué me ibas a decir? —Le susurré a Amos.
—Dos cosas. Uno, acabo de ver que Thomas no dejaba de mirarte hace un momento.
—¡Pero qué dices...!
—Luego hablaremos de eso. La segunda es...
—Fleamont Potter, que gusto ver a toda la familia reunida.
¿Acaso dijo Potter?
—Lo mismo digo, Tina.
Acto seguido, se escuchó un grito.
—¡Natt!
Trágame tierra.
—¿James?
—Y no he venido solo.
Oh, no...
—¡Pero si es la guerrera Hufflepuff!
Los presentes nos miraron con total asombro.
—James, Sirius, cuiden sus modales.
—Sí, madre —Soltó el azabache.
—¿Qué hacen aquí? —Pregunto.
—Tenemos el mismo derecho que tú al estar aquí —Habló Sirius.
—¿Has venido con tu familia?
—¿Mi familia? —Soltó con burla—. Hace mucho que no vivo con ellos.
—¿De verdad? —Preguntó Amos.
—Soy un Potter ahora —Sacude su traje, con orgullo.
—Oh, cállate —Exclamó James, con burla.
—Podría decir que me están siguiendo el paso.
—¿Nosotros? ¡No, cómo crees!
Niego con burla, rendida, pues si antes estaba tranquila, ahora no podría estarlo.
—¡Thomas! —James lo llamó.
Pero Thomas estaba "sumergido" en la conversación de adultos.
Fue Queenie quién le dijo que viniera con nosotros, sobre todo al notar su cara de aburrimiento.
—Espero no realicen alguna broma...
—Lastimosamente están mis padres —James se excusa—, pero si fuera por nosotros...
—Vamos, Thomas, ¿Seguro no quieres hacer una broma?
Pero el rostro del rubio se ensanchó en una sonrisa.
—No me vendría mal una broma.
—¿Ustedes vendrán?
—Debo mantener una beca... —Traté de decir.
—Oh, vamos Natt —Sirius me interrumpe—. Nadie se enterará de que fuimos nosotros.
—No lo sé...
—Aburrida.
—¿Amos, realmente eres tú? —Me burlé.
—No estamos en Hogwarts, hermanita —Levanta su copa—, además, de que mereces un descanso, tanto estrés me agobia.
Solté una carcajada.
—Bien —Solté—. Pero que nadie se entere de esto.
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