-Lᴀ ᴄᴀsᴀ Bʟᴀᴄᴋ

A la mañana siguiente, Harry despertó temprano. Entre las gruesas cortinas se atisbaba un trocito de cielo —tenía ese azul frío y desvaído de la tinta diluida, ese azul de cuando ya no es de noche y aún no es de día— y sólo se oía la lenta y profunda respiración de Ron, Ginny y Hermione. Echó un vistazo a los oscuros bultos que reposaban. Ron, en un alarde de gentileza, se había empeñado en que Hermione durmiera sobre los cojines del sofá, de modo que la silueta de ella estaba un poco más elevada que la de él; apoyaba un brazo en el suelo y sus dedos casi tocaban los de Ron. Harry se preguntó si se habrían quedado dormidos con las manos entrelazadas.

Luego se giró y vio a Ginny recostada en la cama donde ambos habían dormido, se dedicó a observarla y sonreír, se veía tan pacífica durmiendo, con su larga cabellera castaña-rojiza desordenada y sus pequeños quejidos productos del sueño. El azabache sabía que ella era su compañera de vida eterna, e iba a hacer todo lo que esté a su alcance para tenerla a salvo, para protegerla y pasar el resto de sus días con su chica de sonrisa brillante y ojos luminosos.

Dirigió la mirada hacia el oscuro techo, de donde colgaba una lámpara cubierta de telarañas. Hacía menos de veinticuatro horas se hallaba en la entrada de la carpa, al sol, esperando a los invitados de la boda. Parecía que hubiera pasado una eternidad. ¿Qué más iba a suceder? Siguió sentado en la cama, pensando en los Horrocruxes, en la difícil y complicada misión que Dumbledore le había encomendado. Dumbledore...

Harry se fue y desapareció por la casa, unos minutos después, una castaña-rojiza abrió los ojos, bostezó un poco, cerró sus ojos y se volteó extendiendo sus brazos, al sentir la cama vacía, abrió sus ojos asustada, vio a todos, menos a Harry.

—James...—suspiró, salió rápido de la cama y se fue a buscarlo, regresó para levantar un poco a Hermione, le dijo que iría a explorar la casa, la chica hizo una queja de que entendió, y Ginny salió.

No le sorprendió verlo en el cuarto de Sirius, leyendo una carta, reconoció la letra.

—Era de Lily, ¿Verdad?—dijo entrando a la habitación.

El chico se giró asistiendo, parecía haber estado llorando.

—Sirius era un pariente lejano mío, me visitaba de pequeña, y por él conocí a tus padres, Harry, obviamente no los recuerdo casi nada, tengo pequeños flashbacks de sus rostros, y ya. Pero los conocí un mes antes de que murieran, y mis padres decían que todos ellos decían que era una réplica de tu madre, que era muy parecida.—sonrió un poco, —No lo sabía, pero antes de que Sirius muriera, él me dijo que nuestros padres añoraban que nos conociéramos y terminemos juntos siendo una familia.

—Y lo seremos, ¿Cierto?—se acercó a ella.

—Cierto.—asintió para luego besarlo.

Agarró la foto de un Harry bebé montado en una escoba de juguete y sonrió al ver esos ojos esmeralda que tanto amaba.

—Eras un encanto de bebé, muy guapo.—lo miró y volvió a sonreír, —Hasta ahora...mi guapo.

—¿Harry, dónde estás? ¡Harry! ¡Harry!

—¡Estoy aquí! ¿Qué ocurre?

Se oyeron pasos fuera, y Hermione irrumpió en la habitación.

—¡Nos hemos despertado y no sabíamos dónde estabas! —jadeó la chica. Volvió la cabeza y gritó—:¡Ya lo he encontrado, Ron!

La irritada voz de Ron resonó varios pisos más abajo

—¡Me alegro! ¡Dile de mi parte que es un imbécil!

—Harry, haz el favor de no desaparecer así. ¡Nos has asustado! Pero ¿por qué has subido aquí? —Paseó la mirada por la desordenada habitación—. ¿Qué estás haciendo?

—Mira qué he encontrado. —Le mostró la carta de su madre.

Hermione la cogió y la leyó mientras él la observaba. Cuando llegó al final, lo miró y dijo:—Vaya, Harry...

—Y también he encontrado esto. —Le enseñó la fotografía arrugada. Ella sonrió al ver al bebé que entraba y salía montado en la escoba de juguete.—He estado buscando el resto de la carta, pero no está aquí.

—¿Todo esto lo has desordenado tú, o ya estaba así? —preguntó Hermione echando una ojeada alrededor.

—No, alguien ha registrado este dormitorio antes que yo.

—Ya lo imaginaba. Todas las habitaciones a las que me he asomado están patas arriba. ¿Qué crees que buscaban?

—Si ha sido Snape, información sobre la Orden.

—Pero si él ya debía de tener toda la información que necesitaba. Formaba parte de la Orden, ¿no?

—Bueno —dijo Harry, no muy convencido—, pues entonces información sobre Dumbledore, o la segunda página de esta carta, por ejemplo. ¿Sabes quién es esa Bathilda a la que mencionaba mi madre?

—¿Quién?

—Bathilda Bagshot, la autora de...

—Historia de la magia —completó Hermione, y su interés pareció reavivarse—. ¿Tus padres la conocían? Era una excelente historiadora de la magia.

—Pues todavía vive. Y precisamente en el Valle de Godric. Lo sé porque Muriel, la tía abuela de Ron, nos habló de ella en la boda. Al parecer conocía a la familia de Dumbledore. ¿No crees que sería interesante hablar con ella?

Hermione esbozó una sonrisa, y Ginny supo que su amiga conocía perfectamente los verdaderos motivos. Cogió la carta y la fotografía y se las guardó en el monedero que le colgaba del cuello, para no tener que mirarla y acabar de delatarse.

—Sé que te encantaría hablar con ella de tus padres, y también de Dumbledore —dijo Hermione—.Pero eso no nos ayudaría mucho a encontrar los Horrocruxes, ¿verdad? —Como Harry no dijo nada, prosiguió—: Entiendo que quieras visitar Godric's Hollow, pero me da miedo...me da miedo la facilidad con que ayer nos encontraron esos mortífagos. Ahora todavía tengo más claro que debemos evitar el sitio donde están enterrados tus padres; estoy convencida de que los mortífagos sospechan que irás ahí.

—No se trata sólo de eso —replicó Harry, que seguía evitando mirarla—. Verás, Muriel dijo ciertas cosas sobre Dumbledore en la boda, y quiero saber la verdad...—Y les explicó todo lo que le había contado tía Muriel. Cuando hubo terminado, Ginny comentó:

—Claro, ya entiendo por qué eso te ha disgustado...

—No estoy disgustado —mintió él—. Es sólo que me gustaría enterarme de si es cierto o...

—Pero Harry, ¿crees que una anciana maliciosa como tía Muriel, o Rita Skeeter, te dirán la verdad? ¿Cómo puedes hacer caso de lo que ellas aseguran? ¡Tú conocías a Dumbledore!

—Creía conocerlo.

—¡Ya sabes la de mentiras que escribió Rita sobre ti!—gritó Hermione, —Doge tiene razón: ¿cómo vas a permitir que personas como ésas empañen tus recuerdos de Dumbledore?

Harry desvió la mirada y trató de que no se notara lo resentido que estaba. Otra vez lo mismo: decide lo que quieres creer. Él deseaba saber la verdad. ¿Por qué, pues, se habían propuesto todos que no lo lograra?

—¿Quieres que bajemos a la cocina? —sugirió Hermione tras una breve pausa—. Podríamos buscar algo para desayunar. Harry cedió a regañadientes, y siguió a sus amigas hasta el rellano pasando por delante de la segunda puerta de ese piso, en la que se apreciaban unos profundos arañazos debajo de un letrerito en el que no había reparado; se detuvo para leerlo. Era una nota pomposa, escrita con letra muy pulcra; la clase de aviso que Percy Weasley habría colgado en la puerta de su dormitorio

Prohibido pasar

sin el permiso expreso de

Regulus Arcturus Black

Harry sintió un cosquilleo de emoción, pero al principio no se dio cuenta del motivo. Entonces volvió a leer el letrero. Su amiga ya bajaba por la escalera.

—Hermione —la llamó, y le sorprendió la serenidad de su propia voz—. Sube un momento.

—¿Qué ocurre?

—«R.A.B.» ¿Recuerdas? Creo que lo he encontrado. Hermione sofocó un grito y subió a toda prisa

—¿Están esas iniciales en la carta de tu madre? Pero si yo no las he vis...Harry negó con la cabeza y señaló el letrero de Regulus. Hermione leyó y le estrujó el brazo a su amigo, que hizo una mueca de dolor.

—Es el hermano de Sirius, ¿verdad? —susurró.

—Sí, y era mortífago —confirmó Harry—. Sirius me habló de él. Por lo visto se unió a los seguidores de Voldemort cuando todavía era muy joven; luego tuvo miedo e intentó echarse atrás, y lo mataron.

—¡Eso encaja! —exclamó Hermione, impresionada—. ¡Si Regulus era mortífago, debía de conocer algunos secretos de Voldemort, pero si éste lo decepcionó, es lógico que quisiera destruirlo! —Y le soltó el brazo, se inclinó sobre la barandilla y llamó—: ¡Ron! ¡Ron! ¡Corre, ven aquí!

El muchacho apareció resoplando un minuto después, empuñando su varita mágica.

—¿Qué sucede? Si se trata otra vez de esas arañas gigantes, quiero desayunar antes de...—Arrugó la frente al ver el letrero de la puerta que Hermione le señalaba—. ¿Quién...? Ése era el hermano de Sirius, ¿no? Regulus Arcturus... Regulus...¡R.A.B.! ¡El guardapelo! ¿Creen que...?

—Vamos a averiguarlo —decidió Harry, luego se giró hacia su otra mejor amiga, —Pelirroja, no te ves muy asombrada.

Ella levantó la cabeza sin poder decir algo, —Yo...

—Ya lo sabías.—comprendió Hermione, —Lo sabías y no nos lo dijiste.

—Yo no estaba segura.—explicó, — ¡Hay muchos Black! Muchos Arcturus, muchos Regulus, yo solo no sabía que hacer, ¿Y qué pasaba si me equivocaba de nombre y nos daba falsas esperanzas?

Hermione pareció enojarse, —¡Igual nos hubieras dicho! Es mejor que quedarte callada una valiosa información, debist...

—Oh, no te atrevas a hablarme, Hermione.—le espetó acercándose, la castaña no se intimidó, levantó la mandíbula, —Si hubiera equivocado el nombre, Tú, hubieras sido la primera en decirme que no hubiese abierto la boca para darnos información falsa, te hubieras puesto a hablar sobre lo equivocada que estaba. Y de cierta forma te alegraría, porque tú misma me confesaste en segundo año, cuando hacíamos la poción multijugos.—Ginny soltaba las palabras sin darse cuenta que su mejor amiga ya empezaba a encogerse, —Que te haría muy feliz si por primera vez en la vida, yo me equivocara, que me lo sacarías en cara. Así que no vengas a hablarme de esa forma cuando sabes que puedes llegar a sonar hipócrita cuando lo hagas.

En ese momento, la castaña salió corriendo, las lágrimas salían de sus ojos, Ron miró a Ginny, le toco el hombro en comprensión y fue tras ella.

—Hermione...—la chica se arrepintió de todo lo dicho.

—Está bien, está bien.—Harry apuntó la manija con la varita y dijo: «¡Alohomora!»

Se oyó un chasquido y la puerta se abrió. Cruzaron el umbral, mirando a diestro y siniestro. El dormitorio de Regulus era más pequeño que el de Sirius, aunque en él reinaba la misma atmósfera de antiguo esplendor. Y si bien Sirius había querido subrayar que él era diferente del resto de la familia, su hermano se había esforzado en demostrar todo lo contrario. Los colores esmeralda y plateado de Slytherin se veían por todas partes, tanto en el cubrecama y las cortinas de las ventanas como en la tela que forraba las paredes; el emblema de la familia Black estaba esmeradamente pintado encima de la cama, junto con su lema «Toujours pur», y debajo había una serie de recortes de periódico amarillentos que componían un irregular collage.

Ambos se sentaron en la cama.

—Yo, yo no debí decirle todo eso. La herí.—lo miró preocupada.

—Si todo lo que dijiste era cierto, de cierto modo se lo merecía.—la tranquilizaba Harry agarrando sus manos, —Lo superará, tranquila.

—La dejé tomando algo en la cocina. Está bien, sabe que lo merecía, solo le lastimó la forma en la que se lo dijiste.—Entró Ron, vio los recortes y los examinó, —Todos hablan sobre Voldemort —dijo—. Por lo visto, Regulus ya era admirador suyo unos años antes de unirse a los mortífagos.

—Era buscador.—comentó Harry.

—¿Qué dices? —preguntó Ginny.

—Está sentado en medio de la fila delantera; ahí es donde se coloca el...nada, da lo mismo —dijo Harry al percatarse de que nadie lo escuchaba.

Echó un vistazo a la habitación en busca de escondrijos y se acercó a la mesa. Una vez más, comprobó que alguien la había registrado antes que él. Habían revuelto los cajones recientemente, porque el polvo no estaba repartido de manera uniforme. Tampoco encontró nada de valor en ellos, pues sólo quedaban plumas viejas, antiguos libros de texto maltratados y un tintero roto hacía poco tiempo, cuyo pegajoso residuo manchaba el contenido del cajón.

—Hay otra manera más fácil de buscarlo...—sugirió Hermione entrando a la habitación mientras Harry se limpiaba los dedos pringosos de tinta en los vaqueros, le sonrió a su mejor amiga, —Está bien, Ginn.—Levantó la varita y exclamó—: ¡Accio guardapelo!

Pero no pasó nada. Ron, pareció decepcionado.

—Bueno, entonces, ¿está aquí o no está?

—Podría estar, pero bajo contra sortilegios —repuso Hermione—, o sea, encantamientos para impedir que se lo convoque mediante magia.

—Como los que Voldemort puso en la vasija de piedra de la cueva —observó Harry al recordar que no había logrado convocar el guardapelo falso.

—Entonces, ¿Cómo vamos a encontrarlo? —preguntó Ron.

—Tendremos que buscar a mano —respondió Hermione.

—Buena idea —dijo Ron poniendo los ojos en blanco, y siguió examinando los recortes.

Rastrearon cada centímetro de la habitación más de una hora, pero al final se vieron obligados admitir que el guardapelo no estaba allí. Ya había salido un sol que deslumbraba incluso a través de las sucias ventanas del rellano.

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