-Nᴀᴠɪᴅᴀᴅ

¡Expelliarmus!—pronunció Ginny, sonrió cuando la varita de Hermione salió volando.

—¡Bien!—exclamó su mejor amiga, ya había recogido su respectiva varita, —¡Expelliarmus!

—¡Excelente! ¡Vamos!—la castaña-rojiza agarró a su amiga y luego Ginny hizo levitar a una chica, Hermione y Luna estaban a cada lado suyo.

—No pierdas la concentración.—indicó Harry al pasar por su lado, la chica casi deja caer a su compañera por haberse desconcentrado mirando al azabache.

—Cuidado, Ginn.—Hermione agarró el antebrazo de su mejor amiga y lo enderezó.

—Si, am, perdón.—se disculpó concentrándose en no dejar caer a la de Hufflepuff.

Los días pasaron, y ya habían aprendido más hechizos. Todo iba de acuerdo al plan de los cuatro mejores amigos.

—El trabajo duro es importante.—hablaba Harry corrigiendo la postura de quien lo necesite, —Pero hay algo aún más importante, la confianza en ustedes. Piénsenlo de esta forma, todo gran mago en la historia empezó sin ser más de lo que somos ahora. Estudiantes.—se paró al medio de todo, —Si ellos lo hicieron ¿Por qué nosotros no?

—Buen sermón motivador.—medio halagó Ginny al llegar al lado de Harry.

El azabache sonrió un poco, —Se me dan bien, lo sé. ¿Por qué no estás practicando?

—Wow, lo lamento, su majestad. Debí practicar hechizos y no hablar con usted, tiene mucha raz...

—Em, princesa, ¿Me esperas un rato?—paró Harry, se había dado media vuelta.

Ginny vio la dirección a donde veía, Cho, —Claro...

Harry se fue y Ginny tuvo que tragarse las ganas de ponerse mal y seguir a los demás, estaban turnándose para lanzarle hechizos a la estatua de plata de la otra vez.

¡Expelliarmus!

¡Expelliarmus!

¡Expelliarmus!

¡Expelliarmus!

Todos decían el mismo encantamiento, hasta que Ginny pensó que era hora de hacer uno nuevo, —¡Reducto!

La estatua lanzó un humo negro con luz azul y luego se hizo cenizas. La chica sonrió orgullosa de si misma, sus hermanos, a su lado, se tocaron la nuca o jugaban con la varita, algo avergonzados.

—¡Expelliarmus!—oyó a Neville, la varita de Parvati salió volando, todas las chicas sonrieron y se acercaron al de Gryffindor para felicitarlo.

Siguieron practicando, cuando se acabó la reunión, Ron, Harry, Ginny y Hermione, es ese orden, estaban frente a todos, con Nigel a un lado de ellos.

—Compañeros, es todo por ahora.—habló Harry, —Nos volveremos a reunir después de las fiestas.—sonidos de tristeza se escucharon por parte de todos, —Sigan practicando lo mejor que puedan y...muy bien hecho, todos. Que-que gran trabajo.

Todos aplaudieron y empezaron a tomar sus cosas para ya irse. Ron, Ginny y Hermione se miraron, el pelirrojo y la castaña con una mirada cómplice, la castaña-rojiza con una mirada perdida.

—Nos vemos en la sala común.—se despidió Hermione.

—Si, nos vemos.—dijo Harry para luego avanzar.

Ginny volteó antes de irse y vio al azabache yendo junto a Cho, solo pudo irse junto a Ron y Hermione. No tenía nada que hacer ahí.

—Ay, Cedric.—suspiró lamentosamente, estaba hablando a la foto animada de su ahora difunto, mejor amigo, —¿Por qué el enamorarte de alguien y que no te corresponda es tan difícil?...la vida es difícil...—miró atentamente cada facción del rostro de su mejor amigo, —Te extraño, eras de los únicos que me entendían, no sabes cuánto desearía que estuviese aquí...conmigo.

—¡Ginn! Harry va a llegar en cualquier momento.—llamó Hermione entrando a la habitación.

—Ahí voy.—murmuró, la verdad es que no quería bajar a oír lo que sea que Harry haya hecho con Cho. No quería lastimarse aun más.

Cuando bajó, Harry recién estaba llegando, ella se sentó en medio de Hermione y Ron, Harry estaba frente a ellos.

—Cuéntanos, ¿Cómo fue?—preguntó Ron, ansioso.

—Húmedo.—recordó Harry, —Es que ella estaba llorando.

—¿Tan mal estuviste?—se burló el pelirrojo con una sonrisa.

—El beso de Harry debió ser más que satisfactorio.—defendió Hermione, Ron rió un poco y Harry asintió. Ginny quiso morir ahí mismo, —Cho se la pasa llorando todo el día.

Ron se volvió a reír, —Unos besos apasionados tendrían que alegrarla.

—¿No entiendes como se debe estar sintiendo?—volvió a hablar Hermione, todos la miraron, —Pues...obviamente triste por Cedric, y confundida por Harry y culpable por besarlo, conflictuada porque Umbridge quiere despedir a su mamá del Ministerio y asustada de reprobar en sus Timos porque le preocupa todo lo demás.

—Una persona no puede sentir todo eso, explotaría.—seguía el pelirrojo.

—Eso es porque tienes tanta sensibilidad como una roca.—dijo Ginny, uniéndose a la conversación por primera vez.

Hermione empezó a reír de la nada, contagiando a Harry, Ron, y por ende, aunque no quisiera, contagió a Ginny, haciendo que riera contra su voluntad.

Habían levantado a Ginny en plena madrugada, diciendo que su papá estaba herido. La profesora McGonagall fue por ella, Harry y Ron, y los llevó a la oficina de Dumbledore, donde ya estaban Fred y George.

—En el sueño, ¿Estabas parado junto a la víctima...o la veías desde arriba?—preguntó el director cuando Harry le contó lo que pasó.

—No, no, era como si...—dudó un momento, —Profesor, ¿Quiere decirme lo que está pasando?

Dumbledore llamó a una pintura, —Arthur estaba de guardia esta noche. Que lo encuentren las personas adecuadas.—pidió y el señor del cuadro fue a hacer lo pedido.

—Señor...

—¡Phineas!—volvió a hacer caso omiso al azabache, —Ve a tu retrato en Grimmauld Place, diles que Arthur Weasley está gravemente herido. Y que sus hijos llegarán ahí muy pronto por traslador.

—Lo encontraron. —habló un retrato, —Fue grave, creen que sobrevivirá. Lo bueno es que el señor tenebroso no obtuvo lo que buscaba.

—Ah, que suerte.—dijo Dumbledore, —Lo que tenemos que hacer ahora es...

Harry lo interrumpió, —¡Escúcheme!—su grito captó la atención del director, —...¿Qué es lo que me pasa?

—¿Quería verme, profesor?—habló una voz, vieron a Snape tras Harry.

—Severus, ya no podemos esperar. Ni siquiera a mañana.—comentó Dumbledore, —De otra forma, todos seremos vulnerables.

—Feliz navidad ¡Ho, ho, ho!—se escuchó el muñeco de santa mágico volar por la cocina.

—Aquí está.—sonrió Molly empujando una silla de ruedas, —Papi está con nosotros.

Todos aplaudieron, felices. Molly les dijo que ya podían sentarse y así lo hicieron.

—Eso es.—la madre de los Weasley fue a una mesita, —Ahora los regalos.

—Un gran regalo para Ron.—dijo Arthur y su esposa repitió lo dicho.

La señora Weasley movió dos regalos idénticos frente a los gemelos, —Y ahora, creo que...

—Solo dáselos.—alentó el señor Weasley.

—Ay, da igual. Ábranlos.—sonrió Molly, —Ya quiero ver sus caras.

—Qué increíble.—trató Ron de sonreír mirando un suéter con la R, Ginny codeó su hombro, queriendo que al menos disimule un poco.

—Es hermoso, mamá, gracias.—la castaña-rojiza sacó su propio suéter.

Los agradecimientos de los gemelos y de Hermione no se hicieron esperar más, todos decían lo hermoso que estaban sus regalos.

Harry llegó y la mamá de los pelirrojos y la casi pelirroja lo fue a recibir. Los demás ayudaban a poner la mesa para cenar.

—Un brindis.—pronunció Arthur levantando su copa, —Un brindis navideño. Por el señor Harry Potter...sin el cual, yo no estaría aquí...por Harry.

—Por Harry.—todos levantaron su copa.

—Por Harry.—repitió Sirius luego de unos segundos.

Ginny suspiró, bajando las escaleras al lado de su hermano, Harry y Hermione iban tras ellos, —No entiendo por qué no quieres usarlo, Ronald.

—Parezco un tonto, por eso.

—No más que de costumbre, Ron.—se burló Hermione llegando al lado de su amiga.

—No sé por qué no confías más en los gustos de mamá.—la castaña-rojiza hizo una mueca.

—Pelirroja.—Ron paró su andar, sus amigas se giraron a él, —¿Has visto esto? No me gusta para nada.

—Tienes que agradecer que te dan regalos.—regañó su hermana.

—Agh, sangre sucia y traidor a la sangre.—se escuchó como una voz ronca mascullaba, los tres se voltearon hacia la criatura, —No puedo creer como se puede juntar con ellos, señorita Croppor, —se dirigió ahora a Ginny, —Si mi pobre ama, que la apreciaba demasiado lo supiera...

—Kreacher.—advirtió la chica, —Ya es suficiente, retírate.

—Por su puesto, señorita Croppor.—cambió su voz y su postura a una más de respeto, —Kreacher solo vive para servir a noble casa de los Black y a sus seres cercanos.

—Lo lamento.—cuando el elfo se fue, Ginny se giró a sus mejores amigos, —Lo lamento, es un poco anticuado en cuanto a la pureza de la sangre. Nunca fue muy amable con nadie, creo que solo conmigo, yo, lo ayudaba.

—Si, no, no te preocupes.—suspiró Hermione.

La castaña-rojiza se dio la vuelta, buscando algo, —¿Y Harry? ¿No venía contigo, Her?

No esperó respuesta alguna y se fue a buscarlo, lo encontró con Sirius, en el cuarto del árbol genealógico de los Black. Tocó a la puerta y llamó la atención de ambos.

—Harry, tenemos que irnos.—avisó y ambos se acercaron a ella.

—Cuando todo termine, seremos una familia.—le dijo Sirius a Harry, —Ya verás.

Ambos se abrazaron y Ginny no pudo evitar una sonrisa, ellos dos iban a ser muy felices, serían al fin una familia unida.

—Adiós.—se despidió Sirius, separándose, —Y, Ginny.—llamó a la chica, —Te ves muy bien, si tuviera tu edad, estaría tratando de conquistarte, aunque le dejo ese trabajo a los otros chicos.—sonrió divertido al ver la cara sonrojada de la castaña-rojiza.

—Gracias, Sirius.—se fue, prácticamente jalando a Harry.

—¿Qué fue...?—trató de preguntar.

—No preguntes, solo camina.

Harry frunció el ceño, —¿Por qué ahora parecen mejores amigos?

—Sirius pudo haber sido mi padre.—suspiró dejando de caminar, al ver la cara confundida del azabache, retomó la palabra, —Bueno, no mío, mío, porque la Ginny hija de Sirius con mi mamá sería diferente a mi.—tardó unos segundos en reincorporarse, —...la cosa es que pudieron  acabar juntos, pero me gusta que no, si hubiesen estado juntos yo no existiría.

—Si, pues, me gusta esta Ginny, me gusta mucho.—sonrió Harry.

La castaña-rojiza frunció el ceño sonriendo, —Si, a mi también me gusta mucho esta Ginny.

Cuando volvieron a Hogwarts, Ron, Ginny y Hermione se enteraron que el semi-gigante había vuelto.

—¡Harry! ¡Harry!—llamaba la castaña-rojiza, lo encontraron riendo con Cho mientras entraban al castillo.

El azabache se dio cuenta de que su mejor amiga lo llamaba, —¿Si, princesa?

—Hagrid volvió.—terminó Hermione por ella.

Los cuatro salieron corriendo a la cabaña de su amigo. Cuando llegaron, escucharon la voz de Umbridge.

—Se lo repetiré por última vez.—espetaba la profesora, los cuatro se escabulleron para ver por la ventana, —¿Dónde estuvo?

—Ya se lo dije.—parecía que Hagrid había repetido eso miles de veces, —Estuve cuidando mi salud.

—¿Su salud?—preguntó la profesora, los mejores amigos se agacharon cuando ella trató de ver por la ventana, luego volvieron a levantarse.

Hagrid asintió, —Si, necesitaba aire fresco.

—Ah, si, como guardabosques debe ser difícil tener aire fresco.—ironizó con una falsa sonrisa, —Si yo fuera usted, no me acostumbraría a haber vuelto.—hizo una pausa, —Es más, tal vez ni si quiera desempacaría.

Y así se fue, cuando la puerta se cerró, puso un poco de su perfume por el aire y luego se fue, lo cual fue la señal para que el cuarteto entrara.

—Esto es máximo secreto.—dijo Hagrid cuando los cuatro habían entrado y se habían sentado en la mesa, —¿Entienden? Dumbledore me envió a hablar con los gigantes.

—¿Gigantes?—preguntó Hermione, emocionada.

—¡Shhh!—calló el semi-gigante.

—¿Los encontraste?—siguió la castaña.

—No son difíciles de encontrar, son muy grandes. Traté de convencerlos de unirse a nuestra causa, pero no fui el único que los quería reclutar.

—Mortífagos.—adivinó Ron.

—Si...—asintió Hagrid, —Trataron de convencerlos de unirse a quien, tu sabes.

—¿Y lo hicieron?—preguntó Harry.

—Les di el mensaje de Dumbledore. Supongo que algunos recordarán que fue su amigo, espero.

—¿Y ellos te golpearon?—preguntó Ginny al ver la cara de Hagrid.

—No exactamente.—volvió a ponerse la carne en el ojo, Fang empezó a ladrar, —Ya cómetelo, perro tonto. —le lanzó el trozo de carne. Una corriente pequeña de aire se hizo presente, los cinco se pararon y se acercaron a la ventana, —Está cambiando el clima, como aquella vez, se acerca una tormenta, Harry. Debemos estar listos para cuando llegue.

Tres mortífagos con gran seguridad en Azkaban, habían escapado, entre ellos Bellatrix Lestrange, y decían que Sirius los había ayudado, dado que el tenía "experiencia" en escapar de Azkaban.

—Dumbledore le advirtió a Fudge que pasaría.—dijo Hermione para volver a voltear su cabeza.

Ron, Harry, Ginny y Hermione caminaban por el gran comedor, en ese orden, cualquiera diría que desfilaban ¿Qué se podía decir? El cuarteto tenía estilo.

—Prefiere que nos maten a afrontar la verdad.—masculló la castaña-rojiza entre dientes.

—Harry...—se esculló un llamado, de Seamus, los cuatro se voltearon a él, —Eh, escucha...quiero disculparme, ahora hasta mamá dice que la versión del profeta no es cierta. Así que, lo que en realidad quiero decir es que, te creemos.

Harry solo sonrió a medias y de boca cerrada, Ginny y Hermione habían estado echándole miradas entre el pequeño discurso de Seamus para ver la reacción de su mejor amigo.

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