- Gʀᴜᴍᴘʏ
—Hola, Ginny.—dijo Cho llegando.
—Hola, Cho.—saludó por cortesía sacando un libro.
—Me preguntaba si sabías dónde está Harry.—la siguió a otra estantería.
—No, no sé donde está.—trató de deshacerse de la asiática cruzando lugares.
Cho no la perdió de vista, —Sé que si, y no me lo quieres decir.
—¿Crees que te lo diré después de que libremente creíste que Harry y yo teníamos una relación cuando él y tú estaban en una cita en Hogsmade y Hermione y yo los invitamos a un lugar?—rió irónicamente, —Estás muy equivocada.
—Es que a ti te gusta Harry.—se quejó con voz chillona.
—Es que tú no me agradas.—dijo de igual forma volteándose a verla.
—Lo que no entiendo es por qué.—admitió sin cambiar su tono de voz.
—¿Por qué?—dijo con ironía, —¿En serio me preguntas el por qué? Merlín, no puedes ser tan tonta, dime que no eres tonta.
—No lo soy, y te pido que no me digas así.—protestó frunciendo el ceño, tratando de intimidarla.
La chica le sostuvo la mirada en todo momento, seria, ella era la que terminaba intimidando a la otra al final, —Mmm ¿Por dónde empiezo?—se hizo la que pensaba, —Ah, ya sé. Estabas intentando algo con Cedric, con mi mejor amigo, se veían felices, y solo pasan unos segundos después de su muerte y tú ya pareces haberlo superado ¡Y ahora andas en algo con Harry, con mi mejor amigo! Pero, oh no, la señorita indecisa no quiere nada con rayito porque supuestamente no supera a Cedric.—dramatizó escupiendo las palabras, —Así aburres, Cho, no puedes jugar con los sentimientos de los demás. Eso. Está. Mal. Y tienes que grabártelo, porque no siempre vas a poder usar esa máscara de niña buena e inocente, no siempre podrás estar protegida.—siguió hablando, —No, siempre, vas a tener a alguien que te defienda.—se paró, —En algún momento no tendrás a nadie, y vas a tener que aprender a valerte por ti misma. Con permiso.
Se fue dejando a una Cho Chang pálida y sin palabras, quienes habían visto la pequeña pelea solo se habían quedado callados, un par de palabras de la castaña-rojiza fueron suficientes para callar a la asiática y, destruirla si es que así se podía decir.
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Piensen, en un poderoso recuerdo, el más feliz que recuerden, dejen que los llene.—indicó Harry cuando estaban intentando hacer el encantamiento patronus, —Sigue intentando, Seamus.
—Se ve difícil.—admitió Hermione.
—¿Difícil? ¿A Hermione Jean Granger le parece difícil un encantamiento?—dramatizó Ginny, haciendo que su mejor amiga ruede los ojos con una sonrisa, —¿Qué es esto? ¿El fin del mundo?
—Oye, no te burles.—codeó su hombro.
—Vamos, puedes hacerlo, eres la mejor hechicera de nuestra edad.—alentó sonriendo mientras le guiñaba el ojo.
—Un patronus de cuerpo entero es el más difícil de invocar, pero su forma de escudo puede ser igualmente útil para varios oponentes.—explicaba Harry, llegó al lado de las dos mejores amigas. Un patronus de nutria se hizo presente, el patronus de Hermione.—¡Fantástico, Herms!
—¡Genial, Her!—chilló Ginny dando saltitos, luego abrió los brazos con su varita en mano derecha, —Me toca.
Trató de pensar en momentos felices, pero habían demasiados, no veía cual era más intenso.
El cambio de su infancia, la muerte de sus padres, la muerte de Cedric, la decepción amorosa ¿Dónde están, recuerdos felices?
—No lo olviden, sus patronus solo pueden protegerlos mientras estén concentrados, así que concéntrate, Luna.—explicaba y llegó al lado de la rubia.
—Vamos, Ginn, tú puedes hacerlo, eres la mejor bruja que he conocido.—alentó Hermione, Ginny asintió.
Su nueva familia, Hermione, Harry, Neville, Luna, libertad, diversión. Se centró en todo eso.
—¡Expecto patronum!—pronunció y un relincho se oyó, un patronus de pegaso se hizo presente.
Ginny sonrió y volteó a la izquierda, su pegaso había pasado por ahí, volteó a la derecha y lo volvió a ver, estaba jugando a su alrededor.
—¡Qué lindo!—exclamó Hermione chillando.
Vieron el patronus de Ron, un perro, hizo caer a Neville, lo que pocos sabían de se perro pero que Ginny conocía a la perfección, es que ese tipo de perros se caracterizaba por perseguir nutrias.
Una liebre se paseó por todo el lugar, era el patronus de Luna, esa liebre era igual que ella en cuanto a personalidad, extrovertida, curiosa y saltarina. Miles de patronus se veían volando, saltando o corriendo, todos tenían una sonrisa en sus ojos.
De repente el salón comenzó a temblar un poco, pero no por un temblor, todos se quedaron en silencio y los pocos patronus que aún habían se evaporaron, parecía provenir de los espejos, Harry con Nigel al lado se acercó para ver si podía encontrar algo. El espejo se rompió y todos alzaron sus varitas, un pequeño hueco en la pared se hizo presente, Harry intentó ver por el.
—Haré esto rápidamente.—se escuchó la voz de Umbridge, lo que sea que vaya a hacer debió alarmar a Harry para que aleje a Nigel de ahí.
—¡Cuidado!—gritó.
—Bombarda máxima.—se oyó a Umbridge, la pared explotó y mucho polvo con restos se elevaron golpeando a algunos.
Se vio a Umbridge, Flich, Crabbe, Goyle, y a dos chicas de Slytherin, Draco salió sonriendo burlonamente, jalando a Cho, quien parecía arrepentida.
—Atrápenlos.—pidió Umbridge.
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Ginny se enteró que no fue Cho quien los delató sino que fue Marietta, su amiga, pero eso no omitía el hecho de que Cho la haya defendido y apoyado.
Y otro decreto colgado en la pared, todo había empezado bien, y terminó mal. Decreto ciento diecinueve, Dolores Umbridge sustituye a Albus Dumbledore como director del colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Los niños y niñas no deben acercarse a más de veinte centímetros entre ellos. Quien quiera unirse a la brigada inquisitorial puede inscribirse en la oficina de la suma inquisidora. Los estudiantes se someterán a un interrogatorio por sospecha de actividades ilícitas, cualquier estudiante que no acate esto, será expulsado.
Todos los que habían estado en el ED menos Cho y Marietta se encontraban en un salón, escribiendo palabras con las plumas que usaban tu propia sangre de tinta, a todos les dolía ya la mano y sin embargo, Umbridge parecía disfrutar mucho la situación.
Cuando acabaron todos salieron, Ginny pudo ver a Cho afuera esperando, al pasar por su lado junto a Hermione la chica le quiso hablar pero la castaña-rojiza solo la golpeteó con el hombro, tal vez no era bueno guardarle rencor, pero eso sería lo máximo que se permitiría golpear a alguien en ese momento.
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—Hiciste lo que pudiste, nadie le puede ganar a esa bruja.—tranquilizó Ron.
—Ni si quiera Dumbledore lo pudo prever.—apoyó Hermione.
—Harry si de alguien es la culpa es nuestra.—dijo Ginny.
Ron, Ginny y Hermione caminaban tras el azabache, en el puente con mucha niebla.
—Si, nosotros te convencimos.—seguía el pelirrojo.
—Si, pero yo accedí.—protestó dándose la vuelta, —Traté con tantas ganas de ayudar y lo único que hice fue empeorarlo todo.—se volvió a dar la vuelta, —De todas formas no importa, porque no quiero volver a hacerlo, solo hace que me importe más las cosas y, cuanto más te importa, más sufres. Tal vez sea mejor que...
—¿Qué cosa?—habló Hermione.
Harry los miró, —Que yo siga solo...
—Psss.—se oyó, el cuarteto se giró al frente y vieron a la mitad de Hagrid detrás de una columna del final del puente.
—Hagrid.—dijo el azabache confundido.
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Hagrid los llevó por el bosque, casi hasta lo más profundo de este.
—¿Tienen idea de a dónde nos lleva?—preguntó Ron.
—Hagrid ¿Por qué no nos dices ya?—pidió Hermione.
Caminaron un poco más y luego se detuvieron, vieron centauros correr frente a ellos.
—Nunca había visto a los centauros tan inquietos. Son peligrosos aún calmados.—dijo Hagrid, —Si el Ministerio restringe y va a su territorio, van a tener un levantamiento en sus manos.
—Hagrid ¿Qué sucede?—insistió Ginny.
—Lamento ser tan misterioso con ustedes.—se disculpó, —No quisiera molestarlos con esto pero, sin Dumbledore...—jugó con sus manos, —...yo, seré despedido en cualquier momento, no podía irme sin contarle a alguien sobre él.
Se oyó un sonido y una criatura se elevó, un gigante se hizo presente.
—Grumpy.—dijo Hagrid medio sonriendo, Harry, Ron, Ginny y Hermione, en ese orden, empezaron a retroceder un poco, con cara asustada, —Aquí abajo, muchacho.
El gigante trató de atrapar una mosca y Ron tuvo que agacharse más para que no le aplaste a el la cabeza, los cuatro se levantaron sin quitar la vista de la criatura.
—Grumpy, vengo con amigos.—seguía hablando Hagrid, eso si hizo que el gigante les preste atención.
Empezó a caminar hacia el cuarteto, quienes retrocedieron casi corriendo, de la nada el gigante se detuvo, la soga que tenía amarrada en su cintura impidió su paso.
—No podía dejarlo porque, porque él es mi hermano. Mi medio hermano en realidad, es inofensivo como les dije.—trataba de tranquilizar, Ron murmuró un increíble, —Algo, impetuoso, eso es todo.
Ginny se tropezó con una roca y eso fue suficiente para que el gigante la agarrara y la alzara hacia el.
—Grumpy, eso no está bien, ya hablamos de eso.
—Hagrid has algo rápido.—dijo Ron.
—Hagrid que ya la baje.—pidió Hermione.
—Hagrid que la suelte.—exigió Harry.
Hagrid solo regañó, —Nunca levantes a la gente. Ella es tu nueva amiga, Ginny.
Ron alzó un palo y le golpeó la enorme pierna al gigante, causando que lo empuje un poco, Harry seguía quejándose y pidiendo que la bajen, y Hermione trataba de captar la atención del gigante con algo.
—Lindo cabello.—pronunció el gigante con voz gruesa y profunda, agarrando mechones del cabello de la castaña-rojiza.
—Grumpy.—llamó Ginny levantando su dedo índice y apuntándolo, —Eso no se hace.—regañó molesta, —No se levanta a la gente ¿Entiendes?—el gigante asintió un poco con una mueca, —Baja-me, ahora. Hazlo.
Y así fue como la dejó de nuevo en el suelo, sus mejores amigos la inspeccionaron un poco y le preguntaron cómo estaba.
—Estoy bien.—admitió, ahora quedó en medio de Harry y Ron, sobó sus manos y se cruzó de brazos, —Solo necesita mano firme.
—Creo que tienes un admirador.—dijo Hermione, el gigante ahora buscaba algo.
—¡Solo aléjate de ella!—le gritó Ron, —¿Entendiste?
—No. Te. Le. Acerques, Grumpy.—pronunció Harry.
El gigante se dio la vuelta con la parte del timón de una bicicleta, hizo sonar la campanita y luego se agachó, Ginny tomó el objeto que le ofrecía, Hagrid los miraba expectante, la castaña-rojiza hizo sonar la campana bajo la atenta mirada de todos. Grawp sonrió de boca cerrada al oír el sonido.
Harry y Ron se cruzaron de brazos con el ceño fruncido, Ginny y Hermione sonreían.
—Consigue su comida el solo.—dijo Hagrid, —Compañía es lo que le faltará cuando yo no esté, lo cuidarán ¿Verdad?—Ginny seguía haciendo sonar la campana sonriendo, ahora si le agradaría jugar con Grawp, —Soy el único familiar que tiene.
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—Un niño de segundo año estuvo llorando, aún le dolía mucho la mano.—Ginny empezó a guardar sus cosas.
—Lo sé, a mi también me duele.—apuntó Hermione sentada.
—Oye, Her, ¿Si sabes que los elfos encontraron tu intento de liberarlos con gorros y calcetines tejidos insultante?—le preguntó haciendo una mueca, Hermione se sorprendió y puso una cara rara, —Dejaron de limpiar la torre en absoluto. Dobby, quien ya es un elfo libre, fue el único que disfrutó de los regalos. Tomó todos los que habías hecho y limpia la torre solo, un hecho que no sabías hasta ahora.
—Pero...—trató de encontrar las palabras, —Yo solo quería ayudar.
Ginny vio que se iba a poner mal así que decidió interferir, —Y lo hiciste, créeme que si, pero no puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado. Jamás va a funcionar.
—Eso creo...—luego pensó en algo más, —Por cierto, tus monedas hechizadas fueron un éxito total, nadie nos había descubierto.
El hechizo brillante de Ginny lo que garantizó la seguridad del Ejército de Dumbledore. Ella creó monedas encantadas con el encantamiento proteico un hechizo avanzado, como un método de comunicación, y puso una maldición en la hoja de asistencia del club para darle a cualquiera que los traicionara una erupción terrible en la cara. Esto es exactamente lo que le sucedió a Marietta, cuando ella traicionó al ED con Umbridge. Cuando Harry se había enterado de que no podían encontrar una contra-maldición, se hinchó de orgullo ante la capacidad y la brillante mente de Ginny.
—Gracias.—sonrió, —No fue tan difícil, me gustó aún más el hecho de la maldición en el papel.—suspiró aún manteniendo su sonrisa, —Ay, que satisfacción fue ver la cara de Marietta.
—A veces me das miedo.—admitió Hermione haciendo reír a su mejor amiga.
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