-Eʟ ᴀʀᴍᴀ sᴇᴄʀᴇᴛᴀ ᴅᴇ Dᴜᴍʙʟᴇᴅᴏʀᴇ
Silencio, T.I.M.O.S en progreso, examen de teoría de encantamientos, comienza a las dieciséis horas, termina a las dieciocho. Es lo que decía el enorme cartel.
Los de quinto año estaban dando su TIMO, a las mejores amigas se les hizo bastante fácil, Harry la tenía medio complicada y Ron estaba sufriendo ahí mismo.
Ruidos algo fuertes fueron el distractor suficiente para que todos voltearan a la enorme puerta, Umbridge se encaminó hacia el proveniente. Dolores abrió la puerta y una chispa se puso frente a su cara, Ginny negó sonriendo al reconocer el sello personal de los gemelos en la chispa.
Esa chispa hizo que unos cuantos fuegos artificiales se hagan dentro del aula, luego de unos segundos muy largos los gemelos entraron con sus escobas tirando más fuegos artificiales.
—¡Ehhh!—gritó Fred.
—Muy bien, profesora.—dijo George.
Hicieron volar los exámenes y los gritos y vitoreos no se hicieron de esperar. El salón se lleno de fuegos artificiales y risas, Flich llegó molesto, Fred y George lanzaron otro fuego artificial, uno en forma de dragón se hizo presente, persiguió a Umbridge, quien salió corriendo, el dragón se la "comió" y luego rompió todos los decretos.
Todos los alumnos de todos los años salieron corriendo hacia afuera, los gemelos lanzaron un último fuego artificial, se vio una W de Weasley de color naranja. Los aplausos y gritos seguían, todos sonreían.
Ginny y Hermione chillaban un poco, la castaña-rojiza volteó y vio al azabache caerse despacio, paró de sonreír y se agachó a la altura de su mejor amigo, el tenía la mirada perdida, miró a Ginny cuando ella le puso una mano en la mejilla, preguntando qué pasaba.
—Es Sirius.—respondió aún en el suelo.
—¡Ron, Hermione!—gritó Ginny avisando a sus mejores
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—Harry ¿Estás seguro?—preguntó Hermione subiendo las escaleras que se mueven.
—Yo la vi, igual que con el señor Weasley.—contestó, —Es la misma puerta que he soñado por meses, solo que no recordaba dónde la había visto. Sirius dijo que Voldemort algo, algo que no tuvo la última vez, y está en el departamento de misterios.
—Por favor, James, escúchame.—pidió Ginny, —¿Qué tal si Voldemort quería que vieras eso? Sabe que Sirius es una de tus debilidades, puede haberlo hecho para atraerte a el, a una trampa.—vio a Harry suspirar, —No, escúchame.—dijo para que la mire, —No estamos seguros de si tiene a Sirius, sería arriesgado.
—¿O si es que solo tortura a Sirius por que quiere llegar a ti?—sugirió Hermione.
—Con lo último no hay diferencia.—dijo Harry.
—Já, y con lo primero si.—se molestó un poco.
—¿Debo dejar que muera?—le preguntó, —Princesa, es la única familia que me queda.
—¿Y ahora qué?—habló Ron por primera vez
—Tendremos que usar la red flu.—siguieron subiendo las escaleras.
—Umbridge tiene las chimeneas vigiladas.—recordó Hermione.
—La suya no.
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—Alohomora.—pronunció Harry y la puerta del despacho de Umbridge se abrió, entraron y los maullidos los recibieron.
La chimenea se prendió en humo verde, estaba lista para usarse.
—Alerten a los de la orden.—pidió el azabache.
—¿Estás loco? Iremos contigo.
—Es muy peligroso.
Ginny rodó los ojos, —¿Cuándo lo vas a poder entender?—preguntó cansada agachándose a la altura de su mejor amigo, —Estamos juntos en esto.
—Eso. Es. Cierto.—se oyó a Umbridge.
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—Vi a este ayudando a la lunática.—entró Draco agarrando a Neville, —Ven acá.—masculló.
—Querías ir con Dumbledore ¿Verdad?—le preguntó Umbridge a Harry quien estaba en una silla.
—No.—respondió el.
—¡Mientes!—le tiró una cachetada.
—¿Me mandó a llamar, directora?—llegó Severus.
—Snape, si.—respondió, —Llegó la hora de las respuestas quieran dármelas o no ¿Ha traído el veritaserum?
—Temo que usted agotó mis reservas interrogando alumnos.—dijo con su típica voz, —Usó el último en la señorita Chang.
A lo dicho por Snape, Ginny cerró los ojos sintiéndose algo bastante culpable, sintió la mirada confusa de Harry en ella.
—A menos que quiere envenenarlo, y le aseguro que la comprendería si quiere hacerlo.—siguió, —No puedo ayudarla.
Harry habló antes de que Snape se fuese, —Tiene a canuto, ambos están en el lugar que usted sabe.
—¿Canuto? ¿Quién es canuto?—se metió Umbridge, — ¿Qué significa? ¿De qué está hablando, Snape?
El profesor de pociones se dio la vuelta alzando las dos cejas, —Ni idea.
—Ya suéltame.—se quejó Ginny cuando Goyle la agarró más fuerte.
—Déjala. Tú cuida a Longbottom, yo me encargo de ella.—dijo Draco llegando, Goyle no tuvo más opción que hacerle caso al rubio.
—Si esta era la solución hubiese preferido que me siga agarrando más fuerte.—ironizó.
Draco no la estaba agarrando para que no se moviera, ni la apuntaba con su varita, solo estaba tras ella con una mano en su hombro.
—Oh, vamos ¿En serio?—se quejó, —Vuelve, volvamos a ser lo que alguna vez fuimos, amigos, Chocoredpie.
Ginny soltó una risa amarga, giró la cabeza y se acercó a la cara de Draco, —Nunca.—le masculló.
—Muy bien.—suspiró Umbridge cuando al parecer pensó en algo, —No me dejas opción, Potter, ya que esto pone al Ministerio en peligro, no tengo...otra alternativa. La maldición cruciatus te aflojará la lengua.
—Es ilegal.—recordó la castaña.
—Cornelius, ojos que no ven, corazón que no siente.—Umbridge bajó la foto del Ministro, se puso frente a Harry a punto de lanzarle la maldición.
—¡Díselo, Harry!—gritó Ginny evitando que dañen al azabache.
—¿Decirme qué?—le pregunto Umbridge.
Hermione reunió fuerzas para hablar, —Si tú no le dices dónde está...nosotras lo haremos.
—¿Dónde está qué?—repitió Umbridge cansándose de la actitud de los jóvenes.
—El arma secreta de Dumbledore.—contestó Ginny.
—¿Qué haces?—le preguntó Draco en el oído, sin saber lo que la chica hacía.
—Podemos mostrarle el camino.—siguió la castña-rojiza.
—Solo una.—Dolores las apuntó a ambas con la varita.
Las mejores amigas se miraron y Hermione le asintió, dejando que ella vaya a cualquier lugar que se le ocurra.
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El bosque prohibido, gran elección de la chica, un lugar hermoso para esconder una arma imaginaria.
—¿Cuánto falta?—preguntó Umbridge.
—No mucho, estamos cerca.—aseguró Ginny, —Debía estar donde los estudiantes no la encontraran por casualidad.
Siguieron avanzando, Harry se acercó al oído de su amiga, —¿Qué estás haciendo?
—Improvisando, pensé que sabías perfectamente de eso.
Llegaron dónde debía estar Grwap, pero no lo hallaron, solo estaba su cuerda rota, se había salido. Y el plan de Ginny se fue el vacío, dejó de caminar al igual que Harry.
—¿Y? ¿Dónde está el arma?—les preguntó Umbridge apuntándolos con la varita, al verlos dudar entendió, —No existe ¿Verdad? Querían engañarme.—no dejó de apuntarlos, Harry y Ginny se quedaron sin decir nada el uno al lado del otro, —Oigan, yo de verdad detesto a los niños.—masculló y luego soltó un sonido girándose, retrocedió hasta quedar al centro y detrás de ambos adolescentes.
Una docena o más de centauros se hicieron presentes, con arcos y flechas, lanzas y demás armas, pero no se acercaban, mantenían su distancia en el pequeño monte del bosque prohibido.
—No tienen nada que hacer aquí, centauros.—dijo Dolores con dificultad mientras los apuntaba, —Es asunto del Ministerio.—los centauros la apuntaron, —¡Bajen sus armas! Les advierto —¡Respeten la ley! ¡Son criaturas de intelecto semi-humano!—pero la flecha fue lanzada, aunque Umbridge la bloqueó con un hechizo— ¡Qué insolente! Maldito semi-humano ¡Incarcerous!—y una soga gruesa se hizo presente en el cuello y torso de un centauro.
Ginny no soportó ver retorcerse al pobre centauro, se acercó y trató de ayudar, intentando sacar esa cuerda, pero era inútil, con cada esfuerzo se apretaba aún más. La chica empezaba a sufrir, tenía una conexión con los animales, no una mágica, solo no quería que ningún ser vivo sufriera, respetaba la vida hasta de una araña o insecto, el respeto, la empatía y el cariño que les demostraba a las criaturas era lo que le permitía poder acercarse a ellas sin miedo a ser dañada, lo que le permitía poder convivir y entenderlas.
—¡Ya basta!—gritó a la directora, —¡Basta, por favor! ¡No tiene la culpa! ¡Es una horrible persona!—empezó a querer llorar, Harry había llegado a donde estaban ella y el centauro, —¡Basta!
—¡Ya es suficiente!—la paró Umbridge, —¡Harán lo que yo ordene!
Pero Grawp llegó en ese momento, tomó a Dolores por el saco y eso hizo que la directora empiece a patalear como niña, los centauros empezaron a ir con el gigante y Ginny ayudó al centauro a quitarse la cuerda de encima, ya que no lo apuntaban.
—¡Eres un sucio animal! ¿¡No tienes idea de quién soy yo!?—le gritó a Grumpy.
—¡Déjenlo en paz! ¡No es su culpa!—volvió a gritar la chica, mientras era prácticamente jalada del brazo por Harry, quien intentaba ya irse de ese lugar, —¡No sabe lo que hace! ¡Por favor! ¡No le hagan daño! ¡Él no entiende!—le lanzaron una flecha al brazo del gigante, —¡Merlín!
Grawp soltó a Umbridge al ver que iban a atacarlo, los centauros empezaron a querer agarrar a la directora.
—Potter, haz algo.—pidió Umbridge, —¡Diles que soy inofensiva!
—Lo lamento, profesora. No debo decir mentiras.—Harry usó las palabras de Dolores contra ella.
—¿¡Qué están haciendo!?—gritó a los centauros que la agarraban por los brazos y la jalaron haciendo que esté prácticamente volando mientras se la llevaban, —¡Soy la secretaria del Ministro, Dolores James Umbridge!
Y así se la llevaron los centauros, se internaron en el bosque prohibido hasta desaparecer del campo de visión de los dos quinceañeros.
—Gracias, Grawp.—sonrió Ginny mirando al gigante, —Fuiste muy valiente, lamento lo de las flechas.
—Pelirroja, Ginny, Sirius.—recordó Harry tratando de agarrar la mano de la chica para empezar a correr.
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