-Cʜᴏᴄᴏʀᴇᴅ ᴘɪᴇ
Después de que Ginny y Ron se separaran y pararan de reír Hermione dijo que tenían que irse pues la señora Weasley los debe estar esperando.
—¿¡Molly!?—exclamó Ginny entusiasmada pues Molly era como una segunda mamá para ella y Molly también la consideraba como una hija.
—Si, si quieres puedes venir Ginny, a mamá le encantaría volver a verte.—dijo Ron, a lo que Ginny asintió y se fueron donde estaba Molly, cuando estaban yendo vieron un cartel que decía.
GILDEROY LOCKHART firmará hoy ejemplares de su autobiografía EL ENCANTADOR de 12:30 a 16:30 horas.
—¡Podremos conocerlo en persona!—chillaron Hermione y Ginny, al ver las miradas de Harry y Ron, explicaron.
—Es el que ha escrito todos los libros de la lista.—se excusaron las dos mejores amigas ante los chicos.
En el interior, había una gran aglomeración, y empujaban a Ginny, que era más pequeña que los chicos. Harry tomó su mano, y un ejemplar de《Recreo con la Banshee》y se formaron en la fila.
—¡Que bueno que ya llegaron Harry, Ron, Hermione! ¡Y Ginny!—exclamó la señora Weasley, — ¡Que bueno verte, pequeña!—terminó Molly abrazando a Ginny, quien aceptó gustosa el abrazo y dijo que era bueno verla también, —Vengan, nos tocará enseguida.
Al avanzar, Ginny pudo verlo. Se le hizo muy atractivo aunque no tanto como Harry. Para ella Gilderoy a veces era una persona común y corriente. Un pequeño hombre pasaba tomando fotos.
—Fuera de aquí.—le gruñó a Ron, —Es para el Profeta.
—¡Vaya cosa!—exclamó el pelirrojo tomándose el pie. Lo había pisado. Lockhart al escucharlos, levantó la mirada y la posó en Harry.
—¿No será ése Harry Potter? —Todos empezaron a murmurar y la multitud se abrió paso. Harry estaba más sonrojado que nunca. A Ginny le divertía un poco, a pesar de que Harry estuviera tan avergonzado.
Lockhart lo tomó del brazo y lo llevó hacia el frente, separándolo de Ginny.
—Y ahora sonríe, Harry.—le pidió Lockhart con su sonrisa deslumbrante, —Tú y yo juntos nos merecemos la primera página.
—Señoras y caballeros.—dijo en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano, —¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto! Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle.
La multitud aplaudió de nuevo.
—Él no sabía.—continuó Lockhart, zarandeando a Harry de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz, —Que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador. Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia ¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia!
Todos comenzaron a aplaudir y Ginny gimió. Si logró aprender su primer año exitosamente con mucho esfuerzo,no se quería imaginar ahora que creía que tampoco aprendería nada muy útil ese año. Lockhart le entregó los libros a Harry.
—A que te gusta, ¿Eh, Potter?—Ginny se quejó pues ella sabía muy bien de quien era esa voz, Draco Malfoy.
A ella Draco antes le caía muy bien, pues ella al ser una "sangre pura" convivía con otros "sangre pura", sus papás y los de Draco antes eran muy buenos amigos cuando ella era pequeña.
Casi todos los veranos iba a la Mansión Malfoy a pasar vacaciones y jugaba con Draco todo el día, los papás de Draco, más que nada Lucius Malfoy trataba de convencer a los suyos de arreglar un matrimonio para que Ginny y Draco se casen cuando sean ya grandes, para conservar la "sangre pura" Obviamente sus padres rechazaron todas las veces que les daban esa oferta hasta que los Malfoy dejaron de insistir, Lucius cuando Ginny era pequeña e iba de vacaciones a su casa la trataba muy bien, como a una reina, aunque a Ginny no le gustaba mucho, no decía nada.
Los rumores de que iban a arreglar matrimonio entre Ginny y Draco corrieron por todo el mundo mágico, las dos familias más respetadas y más "poderosas" iban a juntar sangre, obviamente ese rumor tuvo que desmentirse y fue una total tristeza para la comunidad mágica que esperaba que fuera real.
Pero todo cambió desde que sus padres y los Weasley se hicieron mejores amigos, Lucius ya no era tan cercano a su familia y prefería estar a una distancia considerable y desde ese entonces los Croppor y los Malfoy dejaron de ser cercanos, haciendo que Ginny y Draco ya no se hablen, bueno, Narcisa, o Cissy, como le dijo a Ginny que la llame, siempre había sido muy buena con ella a pesar de todo y hasta ahora mantenían contacto, no mucho pero una vez al mes se escribían.
—El famoso Harry Potter. Ni siquiera puedes estar en una librería sin armar revuelo.—mascullaba Malfoy.
—No lo molestes.—le espetó Ginny viéndolo desafiante.
—Vaya, Potter, ¡Te conseguiste una novia y es nada más y nada menos que ¡Ginevra Croppor! O como le dicen todos "Ginny"—dijo arrastrando las palabras, —O como yo le digo Chocored pie—Ginny se sorprendió un poco, ese apodo se lo puso Draco cuando sus familias aún eran cercanas, se lo puso porque su cabello era de un castaño tirando a pelirrojo y porque le encantaba el pie. En eso llegaron Ron y Hermione.
—¡Ah, eres tú!—exclamó Ron, mirándolo con asco.
—Me sorprende verte a tí, Weasley. Tus padres tendrán que morir de hambre un mes para comprar todos los libros.—dijo despectivamente. Ron se abalanzó contra Malfoy, pero los tres lo agarraron de la túnica.
—¡Ron!—dijo el señor Weasley, abriéndose camino a duras penas con Fred y George, —¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.
—Vaya, vaya... ¡Si es el mismísimo Arthur Weasley!—era el padre de Draco.
El señor Malfoy había tomado a su hijo por el hombro y miraba con la misma expresión de desprecio que él. Ginny se entretuvo hojeando un libro que tenía cerca. No supo en qué momento su caldero salió volando y Harry la atrajo hacia él, alejándola.
Docenas de pesados libros de conjuros les cayeron sobre la cabeza. Fred y George gritaban: «¡Dale, papá!», y la señora Weasley exclamaba: «¡No, Arthur, no!» La multitud retrocedió en desbandada, derribando a su vez otros estantes.
—¡Caballeros, por favor, por favor!—gritó un empleado. Y luego, más alto que las otras voces, se oyó, —¡Basta ya, caballeros, basta ya!—era Hagrid quien se abría paso hasta llegar a ellos y los separó.
—Toma, Ginevra, ten tu libro, que tus padres no tienen nada mejor que hacer que dejarte sola.—librándose de Hagrid, que lo agarraba del brazo, hizo una seña a Draco y salieron de la librería.
—No debería hacerle caso, Arthur.—dijo Hagrid, ayudándolo a levantarse del suelo y a ponerse bien la túnica, —En esa familia están podridos hasta las entrañas, lo sabe todo el mundo. Son una mala raza. Vamos, salgamos de aquí.
Los padres de Hermione temblaban del susto.
Ginny se iba a ir a la madriguera con los Weasley, Harry y Hermione hasta el final de las vacaciones.
—¡Qué buen ejemplo para tus hijos..., peleando en público! ¿Que habrá pensado Gilderoy Lockhart?—exclamó Molly Weasley, molesta.
—Estaba encantado.—repuso Fred, —¿No le oyeron cuando salíamos de la librería? Le preguntaba al hombre ese de El Profeta si podría incluir la pelea en el reportaje. Decía que todo era publicidad.
—Fred, no.—negó Ginny haciéndole entender a uno de los gemelos que no debía hablar para no enfadar mas a Molly.
Ginny había amado las vacaciones en la Madriguera. Se divertía muchísimo y la señora Weasley cocinaba riquísimo. Claro que extrañaba a sus padres. En la última noche, Molly hizo aparecer un gran festín, con un pastel de fresas que Ginny devoró, logrando las risas de los gemelos. La mañana siguiente fue algo ajetreada.
Todos alistaban sus pertenencias a última hora. Incluida Ginny. Todos iban de aquí para alla, comiendo el desayuno o buscando sus cosas. Ginny no lograba entender cómo tanta gente iba a caber en el auto de los Weasley, pero no había contado con que Arthur le colocara un hechizo.
Estaban todos sentados cómodamente en el asiento de atrás, estaba Ron, Ginny, Harry, Fred, George y Percy. Regresaron alrededor de tres veces, y era tardísimo. El señor Weasley miró primero su reloj y luego a su mujer.
—Molly, querida...
—No, Arthur.—dijo Molly.
—Nadie nos vería. Este botón de aquí es un accionador de invisibilidad que he instalado. Ascenderíamos en el aire, luego volaríamos por encima de las nubes y llegaríamos en diez minutos. Nadie se daría cuenta...
—He dicho que no, Arthur, no a plena luz del día.—terminó la señora Weasley.
Al llegar, bajaron apresuradamente y fueron corriendo a la estación, con cinco minutos antes de las 11.
—Bien, Percy. Tú primero.—dijo la Molly, —Ginny, querida.—Ginny inspiró hondo y corrió hacia la barrera.
Al pasar encontró el expreso de Hogwarts, se apresuró en subir su equipaje. Buscó un compartimento y se quedó sentada, esperando a los chicos. El tren comenzó a avanzar y Ginny se preocupó al no haber visto a los chicos pasar. Minutos después, Hermione la encontró.
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