-Rᴏɴ ғᴜᴇ ᴇɴᴠᴇɴᴇɴᴀᴅᴏ

—Osea que, entre una cosa y otra, no ha sido el mejor cumpleaños de Ron ¿Verdad? —dijo Fred.

Era de noche. La enfermería se hallaba en silencio; habían corrido las cortinas delas ventanas y encendido las lámparas. La cama de Ron era la única ocupada. Harry, Ginny y Hermione, sentados alrededor de él, habían pasado todo el día tras la puerta de doble hoja intentando asomarse al interior cada vez que alguien entraba o salía. La señora Pomfrey no les permitió entrar hasta las ocho en punto. Fred y George habían llegado a las ocho y diez.

—No era así como imaginábamos darle nuestro obsequio.—dijo George con gesto compungido. Dejó un gran paquete envuelto para regalo en la mesilla de nochede su hermano y se sentó al lado de Ginny.

—Sí, él debía estar consciente.—añadió Fred.

—Fuimos a Hogsmeade y lo esperábamos para darle la sorpresa...—continuóGeorge.

—¿Estaban en Hogsmeade?—preguntó Ginny.

—Nos planteábamos comprar Zonko.—explicó Fred, —Queríamos convertirla en nuestra sucursal en Hogsmeade, pero ¿De qué nos serviría si ya no los dejan salir los fines de semana para adquirir nuestros productos? En fin, ahora eso no importa.

Acercó una silla a la de Harry y contempló el pálido rostro de Ron.

—¿Cómo pasó exactamente, Harry?

Éste volvió a relatar lo que ya había contado un montón de veces a Dumbledore, la profesora McGonagall, la señora Pomfrey, Ginny y Hermione.

—...y entonces le metí el bezoar por el gaznate y él empezó a respirar un poco mejor. Slughorn fue a pedir ayuda y acudieron la profesora McGonagall y la señora Pomfrey, encontramos a Ginny y Hermione en el camino y lo subimos aquí. Dicen que se pondrá bien. La enfermera cree que tendrá que quedarse en la enfermería una semana, tomando esencia de ruda...

—Jo, vaya suerte que se te ocurriera lo del bezoar.—comentó George.

—La suerte fue que hubiera uno en la habitación.—puntualizó Harry. Se le helaba la sangre cada vez que pensaba en lo que habría sucedido si no hubiera dado con aquella piedra.

Hermione emitió un sollozo casi inaudible. Llevaba todo el día más callada de lohabitual. Al llegar con Ginny al pasillo, estaba pálida como la cera, pero después apenas había participado en la interminable discusión entre Harry y Ginny acerca de cómo habían envenenado a Ron. Se limitó a quedarse de pie junto a ellos en el pasillo, con las mandíbulas apretadas y cara de susto, hasta que por fin les permitieron entrar a verlo.

—¿Lo saben ya papá y mamá?—le preguntó Fred a Ginny.

—Sí, ya lo han visto. Llegaron hace una hora. Ahora están en el despacho de Dumbledore, pero no tardarán en volver...

Se quedaron en silencio y observaron a Ron, que decía algo en sueños.

—Entonces ¿El veneno estaba en la bebida?—preguntó Fred con voz queda.

—Sí.—contestó Harry, que no dejaba de pensarlo y se alegró de esa oportunidad para hablar del asunto otra vez, —Slughorn nos lo sirvió...

—¿Pudo ponerle algo en la copa a Ron sin que tú lo vieras?

—Supongo que sí, pero ¿Por qué iba a querer envenenarlo?

—Ni idea.—admitió Fred frunciendo la frente, —¿Y si se equivocó de copa? ¿Y si quería darte a ti la que tenía veneno?

—¿Y por qué iba a querer envenenar a Harry?—terció Ginny.

—No lo sé, pero probablemente hay un montón de gente a la que le gustaría envenenarlo ¿No? Por lo del «Elegido» y todo eso.

—¿Crees que Slughorn es un mortífago?—preguntó Ginny, con un poco de ironía

—Todo es posible, zorro rojo.—repuso Fred sin concretar.

—El profesor podría estar bajo una maldición imperius.—apuntó George.

Y también podría ser inocente.—repuso Ginny, —El veneno podía estar en la botella, y en ese caso quizá querían envenenar al propio Slughorn.

—¿Quién iba a querer hacer eso?

—Dumbledore dice que Voldemort pretendía que Slughorn se pasara a su bando.—explicó Harry, —Por eso el profesor estuvo un año escondido antes de venir a Hogwarts. Y...—pensó en el recuerdo que Dumbledore todavía no había logrado sonsacarle a Slughorn, —Quizá Voldemort quiera quitarlo de en medio, o quizá crea que podría resultarle valioso a Dumbledore.

—Bueno, antes de que empiece la segunda guerra mágica...—dijo Fred mirando a Harry y Ginny, quienes parecían querer empezar un debate.

—Nosotros vamos a ver a mamá y papá.—terminó George, le dieron un beso en la cabeza a su hermana y se despidieron para salir.

Hermione aprovechó para agarrar una silla y ponerla al lado izquierdo de Ron, mientras que Ginny estaba en el derecho agarrando la mano del pelirrojo y sobándola, preocupada por lo que pueda pasarle.

La profesora McGonagall, el profesor Dumbledore, Snape y el profesor Slughorn llegaron a la enfermería.

—Bien pensado, Harry. Usar bezoar.—halagó el director, —¿Estás orgulloso de tu alumno, Horace?

—Ah, si. Muy orgulloso.—dijo absorto en su propio mundo.

—Estamos de acuerdo en que las acciones de Potter fueron heroicas, la pregunta es ¿Por qué tuvo que recurrir a ellas?

—Si ¿Por qué?—asintió Dumbledore viendo a Slughorn, quién levantó el frasco de hidromiel, —Eso parece un obsequio, Horace ¿Recuerdas quién te dio esta botella?—la olfateó, —Que por cierto posee un sutil aroma de regaliz y cerezas, cuando no la contaminan con veneno.—se la pasó a Snape.

—De hecho, tenía la intención de obsequiarla.— dijo Slughorn.

—¿Puedo saber a quién?

—...a ti, Albus.—admitió avergonzado.

—¿Dónde está?—se oyó una voz chillona, Lavender entró a la enfermería, —¿Dónde está mi Ron-Ron? ¿Ha preguntado por mi?—luego miró a ambas figuras femeninas al lado de su novio, —¿Qué hacen ellas aquí?—masculló.

La castaña-rojiza la miró incrédula ¿Que qué hacía ella ahí? Ella era la hermana.

—Bueno, Ginny es la hermana.—se corrigió, —¿Pero que está haciendo ella aquí?—se refirió a la castaña.

—Yo te podría preguntar eso.—se levantó Hermione.

—¿Se te olvida que soy su novia?—dio unos pasos al frente.

—¿Se te olvida que soy su...amiga?

Las miradas de los presentes pasaban de Lavender a Hermione y de Hermione a Lavender.

—No me hagas reír, no se han hablado en semanas...supongo que quieres reconciliarte ¡Ahora que se ha vuelto interesante!—le espetó.

—Fue envenenado, tonta niña cursi.—se defendió, —Y siempre me pareció interesante.

Ginny levantó una ceja dándole la razón, recordando las largas charlas que la chica le había dado sobre lo interesante que era Ronald. El pelirrojo empezó a moverse un poco, balbuceando.

—Já ¿ves?—se acercó a los pies de la camilla, —Siente mi presencia.—lo miró, —Tranquilo, mi Ron-Ron, ya estoy aquí. Ya llegué.

—Ny...ii...ny.—susurró de pronto Ron con voz ronca, —Gii...ny...Ginny...Ginny.

Todos habían prestado atención a lo que el pelirrojo trataba de decir. La castaña-rojiza, que estaba antes con los ojos cerrados tratando de adivinar lo que su hermano decía, abrió los ojos de golpe y lo miró, enternecida y agarró de nuevo su mano.

Lavender, se removió en su lugar, algo molesta porque Ron no dijo su nombre, pero luego ladeó un poco la cabeza borrando ese pensamiento de su mente, la chica era su hermana. Era completamente normal.

—Err... ii... oon...ee—susurró de nuevo el pelirrojo, —Hermio...ne....Hermione, Hermione.

Eso si molestó y destruyó un poco a Lavender, que salió corriendo de la enfermería casi llorando. Por otro lado, Hermione, lo miró casi emocionada, se sentó a un lado de la camilla y también le agarró la mano, sonriendo.

—Ah, ser joven, y sentir el amor.—dijo Dumbledore después de que la chica salga, —Bueno...vámonos todos, el señor Weasley está en buenas manos.

Todos empezaron a irse, menos Harry y Ginny, quienes ahora estaban lado a lado.

—Ya era hora ¿No crees?—dijo admirando la escena de Ron y Hermione.

—Si.—asintió mirándola.

—Gracias.—dijeron ambos a la señora Pomfrey y luego volvieron a ver a sus mejores amigos

—No digan nada.—Hermione los volteó a ver, ambos sonreían, sabían lo de el pelirrojo y la castaña.

Y así, Harry y Ginny se fueron, cuchicheando entre sí sobre sus mejores amigos.

Harry y Ginny se cruzaron con Peeves cerca del pasillo que conducía a la torre deGryffindor, pero el poltergeist pasó como una centella en dirección a los gritos,riendo y cantando:

Cuando haya un conflicto o un problemón,

¡Llamen a Peevsie y él empeorará la situación!

La Señora Gorda estaba dormitando y no le hizo ninguna gracia que ladespertaran, pero se apartó a regañadientes para dejarlos entrar en la sala común, queafortunadamente estaba tranquila y vacía. Los estudiantes no parecían saber lo que lehabía sucedido a Ron, y eso alivió a Ginny, pues no quería contarle nada a nadie.

—Bueno, supongo que...—Harry carraspeó, —...aquí nos despedimos ¿No?

—Si...—dijo en tono divertido, vacilando sin dejar de mirarlo, —A menos que quieras acompañarme a un lugar.

El la miró desconcertado ¿No iba a ir a descansar después del largo y pesado día que habían tenido?

La chica rió un poco y agarró su mano, —Tú acompáñame.

Y así, ambos salieron de la Sala Común a hurtadillas, sin separar sus manos, obviamente no se dieron cuenta de ese acto, ambos eran muy lentos para captar las indirectas y acciones del otro.

—¿Me trajiste a...un salón?—se confundió el chico cuando la castaña-rojiza, sonriendo, paró frente a un aula.

—¿Qué? ¡No!—bufó y abrió la puerta, —Te traje a mi lugar favorito en todo el colegio.

Y cuando el azabache lo vio, supo el por qué era el favorito de su mejor amiga, estaba decorado con luces muggles blancas, sábanas colgadas, una tira de fotos de todos, un televisor muggle, tablas de surf muggles, plantas, lo necesario para pintar, un piano, bancos, colchones de aire muggles, y mucha comida.

—¿Cómo lo conseguiste?—se asombró, pasando y mirando todo.

Ginny hizo un gesto de restar importancia, —Hice una apuesta con Minnie.—Harry la miró, —Bien, hice una apuesta con Dumbledore.

—¿En serio?

—Sí. Era muy simple, gané y el me entregó el aula como premio, obviamente no era muy bonita antes.—explicó agarrando un vaso, —Pero me dejó ponerle mi toque. Todos tienen la entrada prohibida aquí. Claro, menos yo, Dumbledore, y a los que quiera traer, pero nadie puede entrar sin mi o él.

—Esto es...—quiso formular algo.

—Genial. Lo sé.—se sentó comiendo gomitas muggle, —¿Películas?

—¿Cómo trajiste todas las cosas muggle aquí?—se ubicó a su lado, comiendo del plato de la chica.

—Dumbledore.

—¿No es maravilloso? Ahora Ron y Hermione estarán juntos, luego de tanta espera, ya van a estar juntos.—decía Ginny cuando Harry estaba frente a ella, jugando con una pulsera suya.

—Sí, es genial.—asintió dándole la razón.

—¡Exacto! Her ya me tenía un poco bastante cansada con sus largos monólogos de lo lindo que era mi hermano. Ya era hora de que sean algo más que amigos.—seguía hablando.

Harry solo la observaba con una sonrisa, le encantaba verla feliz. Y es que Harry estaba enamorado de Ginny, aunque le haya tomado cinco años comprenderlo, siempre se había sentido completo y seguro con ella, y nunca lo había visto como un enamoramiento. Cuan ciego había estado todo este tiempo.

—¿Qué?—preguntó la chica al verlo mirarla con una sonrisa, y sin hacer nada más.

El tosió un poco, —No. Nada ¿Qué me decías?

—¿No me prestaste atención?—frunció el ceño.

—Sí, pero me quedé pensando en un recuerdo de Dumbledore.—le mentió.

Obviamente, Harry no le iba a decir que estaba pensando en ella, según el, quedaría como un tonto al admitirlo.

—Mhm.—y obviamente, Ginny no le creyó una sola plabra, —Bueno, ya hay que irnos, sino mañana no llegamos.

La Señora Gorda, se molestó al verlos frebte a ella tan tarde, y la castaña-rojiza le suplicó que los dejaran entrar, con la excusa de que sería la última vez que los veía a esa hora.

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