-¿Mᴏʀᴛɪғᴀɢᴀ?

—Si es lindo.—sonrió Ginny mirando el micropuff rosado que Dean le había regalado, —Espero que Brookshanks no se lo coma, aunque no lo hizo con Arnold.

—No lo creo, al menos eso espero.—el moreno rió un poco.

Un Micropuff en miniatura se vende en Sorilegios Weasley, como parte de la gama Wonderbruja. Es uno de los productos más populares, George dijo que estaban teniendo problemas para criarlos lo suficientemente rápido para cubrir la demanda. Fred le regaló un micropuff morado a Ginny. Parecen pequeñas bolas esponjosas que ruedan alrededor y gritan. Vienen en tonos de rosa y morado. Sin embargo, ya que no son más que en miniatura, esto no cuenta como un delito. También Fred y George pudieron haber conseguido una licencia especial para criarlos. Arnold es el micropuff púrpura de la castaña-rojiza.

Ginny estaba contra una de las paredes del tren, Dean tenía su brazo arriba de la cabeza de la chica, apoyándose ahí, mientras le tenía acorralada.

—Quisquilloso.—oyeron a Luna viniendo y ofreciendo sus revistas, en ese momento Dean se puso al lado de Ginny para dejar pasar a la rubia.

El Quisquilloso es una revista de magos dirigida por Xenophilius Lovegood, el padre de Luna. Su eslógan es "La voz alternativa para el Mundo de la Magia" Es una publicación poco convencional, normalmente llena de artículos sobre criaturas mágicas cuya existencia no se ha demostrado (Blibbers maravillosos o Snorkack de cuernos arrugados), y de caricaturas de personajes famosos. Por este motivo, la mayoría de la comunidad mágica no toma en serio esta revista. Normalmente, su tirada es bastante reducida.

—Que bonito.—suspiró mirando a la criatura en el hombro izquierdo de la chica, —Dicen que cantan en el día navideño de caridad.

La castaña-rojiza se sorprendió un poco y parecía que por un momento no supo que decir, —¿Verdad? Es precioso, y, am, no lo sé, Luna, si llega a cantar te lo enseñaré.

—Gracias ¿Quisquilloso?—ofreció.

—Oh, por favor.—aceptó la revista y la abrió echando un vistazo, el micropuff bajó un poco hasta el brazo de la chica y luego volvió a su hombro al ver que podía caerse, —¿Qué es un torposoplo?

—Son criaturas invisibles.—explicó amablemente, —Flotan hasta tus oídos y confunden tu cerebro.

—Wow, jamás oí de ellos.—hizo una mueca.

—Es porque nadie cree que sean reales, pero yo sé que lo son.—se acercó un poco a la pareja, —Me gusta que creas en ellos, eres muy linda. Adiós, Ginny, adiós, Dean.

Y se fue dando pequeños saltitos ofreciendo más de su revista. Dean alzó las cejas y resopló, la chica soltó una pequeña risa.

—Oye, en serio me encantaría quedarme, pero debo volver con mis amigos.—se excusó bajando a la criatura hasta sus manos.

—Oh, claro.—se reincorporó, —¿Te veo en la sala común?

—Genial.—sonrió y besó su mejilla, —Bye.

Escuchó la despedida del moreno y medio corrió con la bola de pelos en la mano hasta llegar al vagón. Al llegar, abrió la puerta y recibió los saludos de sus mejores amigos, se sentó al lado derecho de Harry y él volvió a hablar.

—¿Qué estaba haciendo Draco con ese armario tan extraño? ¿Y quién era esa gente? Lo vieron, era una ceremonia, una iniciación.

Ginny rodó los ojos ante tal acusación, Hermione también pareció cansarse de volver a escuchar lo mismo.

—Ya basta, Harry, sé lo que estás insinuando.—le dijo la castaña bajando la revista que tenía en mano.

—Es verdad, es uno de ellos.—insistió el azabache.

—¿De quienes?—se confundió Ron.

—Harry tiene la impresión de que Draco Malfoy es un mortífago.—contestó la castaña-rojiza cansada del tema.

Ron suspiró, —No inventes ¿Para qué querría ya-sabes-quién a Malfoy?

—¿Entonces qué hacía en Borgin y Burke, comprando muebles?

—Es solo un mal chico, en un horripilante lugar.

—Ron, su padre es un mortífago, es lo más lógico.—seguía, y en vista de que sus amigos no decían nada, añadió, —El padre de Malfoy está en Azkaban ¿No creen que a Draco le gustaría vengarse?

Ron frunció el ceño de nuevo, sin entender muy bien a su mejor amigo.

—¿Vengarse, Malfoy? ¿Y cómo va a vengarse?

—¡Es qué no lo sé! Pero deberíamos tomarnos esto en serio.—se quedó en silencio unos segundos, —Ha revelado a su padre como mortífago.

El pelirrojo soltó una carcajada, —¿Malfoy? ¡Pero si sólo tiene dieciséis años! ¿Cómo crees que ya-sabes-quién le permita unirse a los mortífagos?

Ginny intervino en esa plática de chicos.

—Pues bueno, aquí todo es posible.—obvió, —Además, Voldemort solo quiere alcanzar el poder absoluto, y usará a quién sea para conseguirlo, no importa la edad que tengan.—se recargó en el asiento, —Si tengo la misma edad que Draco y aún así quieren reclutarme.

—¿Qué?—paró Harry de golpe, —¿Quieren reclutarte?

—Si, bueno, dicen que si me uno a ellos borraré la "pésima" decisión de mis padres al no querer hacerlo.—suspiró negando.

—Pero dijiste que no.—la miró.

—¿Lo dudas?

—No quieres ser mortífaga ¿Cierto?

—De hecho, si, Harry, no sabes que emocionante es ser una mortífaga y ser espía, e informante de todo lo que hace la orden del fénix.—usó el sarcasmo mirándolo.

El azabache le frunció el ceño, —Muéstrame tu brazo.

—¿Qué?

—Muéstrame tu brazo, si no eres una mortífaga no tienes nada que ocultar, y no debes tener la marca tenebrosa, muéstrame.—insistió de nuevo.

Ron y Hermione no dijeron palabra, pero ambos creían que el chico exageraba, teniendo en cuenta el humor de la castaña-rojiza, sus principios y cuánto la conocían.

La chica soltó un sonido de indignación, —No puedo creer, que después de tantos años de amistad, puedas insinuar que soy una traidora.—se levantó y levantó su manga, sin ninguna marca tenebrosa, se acercó a el, —Eres un idiota, Harry Potter.

—Miren quién llegó.—se burló Pansy cuando Ginny llegó a la parte de vagones dónde no habían compartimientos, solo mesas y asientos repartidas por ahí, donde la mayoría de los Slytherin se quedaban, —La hija pródiga.

La chica solo la miró de arriba a abajo con el ceño fruncido y la ignoró, luego se giró a Draco.

—¿Podemos hablar?—lo apuntó con la cabeza.

—No no pueden.—negó Parkinson metiéndose.

—No te pregunté a ti, gracias.—fue lo único que le dijo, luego volvió a ver al platinado, —Ahora, Malfoy.

El chico la miró un momento y luego se levantó, siguió a la chica con expresión de aburrimiento hasta un lugar dónde no había nadie.

—¿Qué necesitas hablar conmigo? Ya sé que soy guapo y sabía que no te resistirías a mi, Chocored pie, no era necesario que me lo confirmaras.—se halagó a el mismo pasándose una mano por el cabello con una sonrisa arrogante.

—Si, no sabes las ganas que tengo por estar contigo.—ironizó.

—Oye, yo puedo tener a todas.

—Curioso.—se hizo la pensativa, —¿Tú puedes tener a todas o todas pueden tenerte?

El chico tensó su mandíbula, Draco era guapo, eso nadie lo iba a negar porque era la verdad, el rubio era muy atractivo, pero su actitud le contrarrestaba los puntos que tenía a favor.

—Bueno, ya, habla ¿Qué es lo que quieres?

—¿Eres un mortífago?—preguntó sin titubear.

—¿Qué? ¡Me estás jodiendo!—explotó, agarrando los brazos de la chica y presionándola contra la pared, —¿¡Quién te mandó a preguntármelo!?

—Draco, suéltame, me lastimas.—pidió no queriendo defenderse por sí sola para no perder la poca confianza que había generado en ese momento.

—¡Dímelo! Fue Potter ¿Cierto?—acercó su rostro al de ella.

La chica levantó los codos y se zafó del agarre, ahora dejando a Draco en la posición en la que ella estaba antes.

—Nadie me mandó a preguntártelo.—susurró, —Solo quiero saberlo, tú sabes que a mi también quieren reclutarme, y eso que mis padres no eran mortífagos, imagino que tú teniendo a tus dos padres siendo unos, te iban a unir a ellos.

—Tú no lo sabes.—dijo sin forzar, tratando de alzar una de sus manos para rascarse la ceja, y empezó a subir y bajar su pie sin darse cuenta, —Lo que si sabes es que siempre me desagradó la idea de los mortífagos y que jamás tuve la intención de unirme a ellos.

—Draco.—llamó dejando de tomar sus brazos, agarró en antebrazo izquierdo del rubio, quien quiso protestar pero se quedó en silencio, —No tienes que, puedes rechazarlo.

—No soy un mortífago.—le aseguró aún con sus movimientos, sin preocuparse por el hecho de estar acorralado.

—Está bien.—asintió, —Solo digo que si te lo ofrecieran, no vayas por ese camino, y si ya lo hiciste.—vio que iba a hablar, así que, añadió, —Cosa que me dices que no, pero si sí, puedes dejarlo, aún pueden ayudarte, no estás solo en esto, y no tienes que preocuparte por tu padre...—al ver que no hablaba le dio un abrazo que luego de unos momentos fue correspondido con algo de fuerza, cuando se separaron ella le sonrió, —Nos vemos, Blond cookie.

—¿Y Harry?—preguntó Ginny cuando vio solo a Ron y Hermione bajando del vagón.

—Ya debió haber bajado.—respondió Ron.

—Pues apurémonos, tengo que dejar a Cookie en la sala común y ustedes deben recibir a los de primer año.—apuró dejando que el micropuff se ponga en su hombro, —Recuerden que son prefectos.

—Agh, ni me lo recuerdes.—el pelirrojo hizo una mueca.

—No sé por qué aceptaste, Ron.—negó Hermione, —Ni si quiera te gusta.

—Debiste dejar que alguien más lo sea.—apoyó la castaña-rojiza, —Alguien que si quisiera serlo. Te juro que si pudiesen haber dos prefectas mujeres, me anotaría con gusto.

—Pero si quieres hablamos con McGonagall, sé tú la prefecta si lo deseas.—propuso la castaña, por milésima vez.

—No, Her, no le voy a pedir a Minnie algo así, además, tú soñaste con ser prefecta desde que te adentraste a este mundo.—le sonrió, —No quiero arruinarte eso.

—Ay, por eso te amo.—chilló abrazándola.

Y aunque Ginny también había querido ser prefecta desde que los Weasley prefectos le dijeron que ellos habían sido, puso la felicidad de su mejor amiga por encima de la suya, porque quería verla feliz y porque el ser prefecta pasaba solo una vez en la vida, y la ilusión que tenía Hermione de serlo, hizo que rechazara la oferta de la jefa de Gryffindor cuando se lo propuso primero.

—Bien, nombres.—pidió el profesor de encantamientos cuando llegaron.

—Profesor Flitwick, nos conoce desde hace cinco años.—protestó Ron.

—Sin excepciones, Weasley, ahora, Weasley, Weasley y Granger, nombres.—volvió a pedir luego de reñir a Ron.

Los tres chicos se miraron entre sí y la castaña-rojiza fue quien habló, —Weasley, Weasley, Granger.—apuntó a los dueños de los apellidos.

—Tranquilas, no debe tardar.—dijo Ron comiendo gelatina, Hermione parecía ya haberse cansado de la situación.

—¿Quieres. Dejar. De. Comer?—preguntó pausando para golpetearlo con el libro ligeramente.

—Tu mejor amigo está perdido.—recordó Ginny frente a ellos, quitándole el plato a su hermano.

—Oigan.—paró, —Cálmense, miren quién viene ahí.

Se voltearon y vieron a Luna caminar junto a Harry, quien venía sosteniendo un pañuelo ensangrentado en su naríz.

—Otra vez tiene sangre, —suspiró la castaña-rojiza, —¿Por qué siempre está sangrando?

Aunque la haya ofendido mucho, Ginny tenía en claro que si alguno de sus mejores amigos estaba lastimado o le había pasado algo, iba a estar con ellos pese a todo.

—No sé.—dijo Ron mirándolo venir, —Nunca entendí eso.

—¿Dónde estabas?—le preguntó Hermione riñéndolo cuando el azabache se sentó al lado de su mejor amiga casi pelirroja, —¿Qué te pasó en la cara?

—¿Qué me perdí?—fue lo único que preguntó.

—El sombrero nos exhortó a ser valientes en estos tiempos difíciles.—contestó el pelirrojo, —Es fácil decirlo, es un sombrero.

Harry ladeó la cabeza dándole la razón, Ginny agarró el pañuelo lleno de sangre suspirando y empezó a cubrir y limpiar la herida del chico correctamente, bajo la atenta mirada de los tres restantes. Cuando terminó y le dio su pañuelo, se volteó.

—Oye.—llamó Harry tocando su hombro, —Hey, pelirroja.—la hizo darle vuelta, la chica no mostró indicios de querer sonreírle, —Lo siento, yo no quería, no tenía intención de acusarte y ofenderte de esa manera.

—Antes de traicionar a mi familia, amigos, y a Dumbledore.—mencionó sentenciando, —Prefiero que me torturen hasta morir.

—No digas eso.—agarró su mano, —Princesa, en serio lo siento mucho, sabes que nunca haría algo para molestarte, en ese momento estaba alterado.

—No tenías porque insinuar tal cosa, no tienes por qué descargar tus emociones en mi.—acusó.

—Y lo sé, pero en ese momento no lo pensé, solo hice el primer impulso.

—¿Y tu primer impulso fue pensar que soy una mortífaga?—ironizó, —Oh, eso si que lo arregla todo, en serio.

—Sabes a lo que me refiero.—trató de agarrar su mejilla, —No soporto hacerte daño, y tú lo sabes, eres de las personas más cercanas a mi. Por favor, perdóname.

La chica dudó un momento, pero no podía estar enojada con él, su enamoramiento y el amor que le tenía no se lo permitía, aunque quisiera odiarlo en ese preciso instante, y es que las palabras tan sinceras de Harry no ayudaban. El quería que no se enojara, no quería perderla y le afectaba haberle hecho lo que no quería que le hicieran, daño.

—Ay, de acuerdo, me haces muy difícil el estar enojada contigo.—se rindió sonriendo, Harry también sonrió y la abrazó llenando su cara de besos mientras le repetía lo agradecido que estaba de que lo haya perdonado.

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