-Lᴀ ᴍᴀɴᴏ ᴅᴇ Dᴜᴍʙʟᴇᴅᴏʀᴇ
La voz de Dumbledore dando inicio a su discurso los interrumpió, —La mejor de las noches a todos.
—¿Qué le pasó en la mano?—preguntó Ginny sintiendo un escalofrío recorrerle el cuerpo, Harry agarró su mano al notar eso, Dumbledore tenía la mano derecha ennegrecida y al parecer marchita.
—No tengo idea.—suspiró Hermione frunciendo el ceño.
Los susurros recorrieron la sala; Dumbledore, interpretándolos correctamente, se limitó a sonreír y se tapó la herida con la manga de su túnica morada y dorada.
—No es nada que deba preocuparlos—le restó importancia, —Y ahora...a los nuevos alumnos les digo ¡Bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito ¡Bienvenidos otra vez! Les espera un año más de educación mágica...
—Cuando lo vi en verano ya tenía la mano así.—le susurró Harry a Ginny y Hermione,—Pero creí que se la habría curado... o que se la habría curado la señora Pomfrey.
—La tiene como muerta.—comentó Hermione, —Hay heridas que no se pueden curar ¿Sabes? Maldiciones antiguas...y también hay venenos que no tienen antídoto.
—¿Crees que lo maldijeron? ¿A Dumbledore?—preguntó la chica susurrando.
—...Y el señor Filch, nuestro conserje, me ha pedido que les mm comunique que quedan prohibidos todos los artículos de broma procedentes de una tienda llamada Sortilegios Weasley. Los que aspiren a jugar en el equipo de quidditch de sus respectivas casas deberán notificárselo a los respectivos jefes de éstas, como suele hacerse. Asimismo, estamos buscando nuevos comentaristas de quidditch; rogamos a los interesados que se dirijan a los jefes de sus casas. Este año nos complace dar la bienvenida a un nuevo miembro del profesorado: Horace Slughorn.—éste se puso en pie; la calva le brillaba a la luz de las velas y su prominente barriga, cubierta por el chaleco, hizo sombra sobre la mesa, —Es un viejo colega mío que ha accedido a volver a ocupar su antiguo cargo de profesor de pociones.
—¿De pociones?—preguntaron los cuatro al unísono.
—El profesor Snape, por su parte.—prosiguió Dumbledore, elevando la voz para acallar los murmullos, —Ocupará el cargo de maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—¡No!—soltó Harry, haciendo que muchos se volteen a verlo.
—Bueno, al menos hay algo positivo.—se consoló Ginny, —Snape se marchará antes de que termine el curso.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Ron.
—Ese puesto está maldito. Nadie ha durado más de un año en él. Incluso Quirrell murió mientras lo desempeñaba. Así que voy a cruzar los dedos para ver si hay otra muerte...—terminó el azabache.
—¡Harry! —se escandalizó Hermione.
—Quizá Snape vuelva a enseñar Pociones a final de curso —especuló Ron, —A lo mejor ese tipo, Slughorn, no quiera quedarse en Hogwarts para siempre. Moody no se quedó.
Dumbledore carraspeó. Harry, Ron, Ginny y Hermione no eran los únicos que se habían puesto a cuchichear: el comedor en pleno era un hervidero de murmullos tras saberse que Snape había conseguido por fin su gran sueño. Como si no se hubiera percatado del impacto de la noticia que acababa de comunicar, Dumbledore no hizo más comentarios sobre los nuevos nombramientos y se limitó a esperar a que reinara de nuevo un silencio absoluto. Luego continuó.
—Bien. Como todos los presentes sabemos, lord Voldemort y sus seguidores vuelven a las andadas y están ganando poder.
Mientras hablaba, el silencio fue volviéndose más tenso y angustioso. Ginny le lanzó una ojeada a Malfoy, que no miraba a Dumbledore, sino que mantenía su tenedor suspendido en el aire con la varita, como si considerara que el discurso del anciano director no merecía su atención.
—No sé qué palabras emplear para enfatizar cuán peligrosa es la actual situación y las grandes precauciones que hemos de tomar en Hogwarts para mantenernos a salvo. Este verano hemos reforzado las fortificaciones mágicas del castillo y estamos protegidos mediante sistemas nuevos y más potentes, pero aun así debemos resguardarnos escrupulosamente contra posibles descuidos por parte de algún alumno o miembro del profesorado. Por tanto, pido que se atengan a cualquier restricción de seguridad que les impongan sus profesores, por muy fastidiosa que les resulte, y en particular a la norma de no levantarse de la cama después de la hora establecida. Les suplico que si advierten algo extraño o sospechoso dentro o fuera del castillo, informen inmediatamente de ello a un profesor. Confío en que se comportarán en todo momento pensando en su propia seguridad y en la de los demás.—Dumbledore recorrió la sala con la mirada y sonrió otra vez, —Pero ahora los esperan sus camas, cómodas y calentitas, y sé que en este momento su prioridad es estar bien descansados para las clases de mañana. Así pues, digámonos buenas noches ¡Pip, pip!
Hermione se paró de un salto, feliz de su próxima labor como prefecta, arrastró a Ron consigo, que parecía más adormilado que animado. Ginny y Harry se quedaron un poco atrás.
—¿Qué te ha pasado en la nariz? Dime la verdad—pidió cuando ya eran de los últimos que quedaban en el comedor y nadie podía oírlos.
Harry le contó lo ocurrido y Ginny no se rió, demostrando así lo sólida que era su amistad.
—He visto a Draco explicando con mímica algo relacionado con una nariz —comentó.
—Sí, ya. Bueno, eso no importa —replicó Harry, afligido, —Pero logré escuchar lo que decía antes de que descubriera que yo estaba allí...
Se había imaginado que Ginny se quedaría pasmada al enterarse de los alardes de Malfoy, pero no le parecieron nada del otro mundo. Harry lo interpretó como pura testarudez típica.
—James, Harry, sólo estaba fardando delante de Parkinson...¿Qué clase de misión le iba a asignar Quien-tú-sabes?
—¿Cómo sabes que Voldemort no necesita a alguien en Hogwarts? No sería la primera vez que...
—No me gusta que lo llames así.—le reprochó una voz a sus espaldas. Harry se dio la vuelta y vio a Hagrid meneando la cabeza con gesto de desaprobación.
—Pues Dumbledore lo llama así.—replicó Harry.
—Sí, lo sé, pero Dumbledore es Dumbledore ¿No?—rebatió Hagrid, —Oye, Harry ¿Cómo es que has llegado tarde? Estaba preocupado por ti.
—Me he entretenido en el tren. ¿Y tú? ¿Por qué has llegado tarde?
—Estaba con Grawp.—contestó sonriendo, —He perdido la noción del tiempo. Ahora vive en las montañas, en una bonita cueva que le buscó Dumbledore. Allí es mucho más feliz que en el Bosque Prohibido. Mantuvimos una conversación muy interesante.
—¿En serio? —repuso Harry.
—Sí, sí, ha progresado mucho.—afirmó Hagrid con orgullo, —Se sorprenderían. Estoy pensando en entrenarlo para que sea mi ayudante.
Ginny soltó una sonrisa al imaginarse eso, a ella si le caía bien Grawp. Ya habían llegado a las puertas de roble del castillo.
—En fin, nos veremos mañana. La primera clase es después de comer. Si vienen pronto podrán saludar a Buck...quiero decir a Witherwings.
Hagrid se despidió de ellos levantando un brazo y salió por las puertas al oscuro jardín. Los dos amigos se miraron. Harry comprendió que ambos estaban pensando lo mismo. La chica suspiró.
—Este año ninguno de los cuatro estudiará Cuidado de Criaturas Mágicas ¿Verdad?—preguntó viendo por dónde le semi-gigante desapareció.
Harry negó. Ninguno quería pensar qué diría Hagrid cuando se diera cuenta de que sus cuatro alumnos favoritos habían abandonado su asignatura.
—¿Quieres quedarte un rato en la sala común?—ofreció caminando.
—Uy, lo siento, Harry, pero ya quedé con Dean.—hizo una mueca, —Tal vez otro día.
—Sí, tal vez.
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AL día siguiente, Harry y Ginny se encontraron con Ron y Hermione en la sala comúnantes del desayuno. Con la esperanza de ganar apoyo para su teoría, más bien la teoría del azabache, Harry se apresuró a contarles lo que Malfoy había dicho en el expreso de Hogwarts.
—Es evidente que presumía delante de Pansy ¿No? —terció Ginny antes de que la castaña pudiera opinar.
—Bueno.—vaciló Hermione, —No sé...es muy propio de Malfoy aparentar más de lo que es. Pero eso es una mentira muy gorda...
—Exacto.—convino Harry, aunque no insistió porque había demasiada gente que intentaba escuchar su conversación o simplemente lo observaba y cuchicheaba con los demás.
—¿Nunca te han dicho que señalar con el dedo es de mala educación?—le espetó Ron a un alumno bajito de quinto cuando los tres amigos se pusieron en la cola para salir por el hueco del retrato.
El chico, que estaba murmurándole algo a un amigo, se ruborizó y, con el susto, tropezó y se cayó por el hueco. Ron rió por lo bajo.
—Me encanta ser alumno de sexto. Además, este año tendremos un montón detiempo libre, horas enteras sin clases que podremos pasar aquí sentados, descansando.
—Necesitaremos ese tiempo para estudiar, Ronald.—le recordó Hermione mientras echaban a andar por el pasillo.
—Ya, pero hoy no. Lo de hoy va a ser pan comido.
—¡Espera!—saltó Hermione, y le interceptó el paso a un alumno de cuarto quellevaba un disco verde lima en la mano, —Los discos voladores con colmillos están prohibidos, dámelo ahora mismo.—le ordenó con autoridad.
El chico puso mala cara pero le entregó el disco, que no paraba de gruñir. Luego se coló por debajo del brazo estirado de Hermione y echó a correr detrás de sus amigos. Una vez se hubo perdido de vista, Ginny le arrebató el disco a Hermione y dijo:
—¡Qué bien! Siempre quise tener uno de éstos.
Las protestas de ella quedaron ahogadas.
El techo del Gran Comedor mostraba un cielo sereno y azul surcado de algunas tenues y frágiles nubes, igual que los trozos de cielo que se veían por las altas ventanas con parte luces. Mientras comían gachas de avena, Harry y Ginny les contaron a Ron y Hermione la embarazosa conversación que habían mantenido con Hagrid la noche anterior.
—¡Pero cómo puede pensar Hagrid que seguiremos estudiando Cuidado de Criaturas Mágicas! —observó la castaña, consternada, —A ver ¿Cuándo ha expresado alguno de nosotros el menor entusiasmo?
—Pues él no lo ve así.—farfulló Ron, y acabó de tragarse un huevo frito entero, —Nosotros éramos los que más nos esforzábamos en sus clases porque nos cae bien. Pero él cree que nos gusta esa absurda asignatura. ¿Creen que alguien va a continuar estudiándola para obtener el ÉXTASIS?
No era necesario responder. Los cuatro sabían que nadie de su clase querría seguir cursando Cuidado de Criaturas Mágicas. Durante el desayuno evitaron mirar aHagrid, y cuando éste se levantó de la mesa, diez minutos más tarde, ellos le devolvieron con parquedad el alegre saludo que el guardabosques les dirigió con la mano.
Después de desayunar, se quedaron sentados en el banco esperando que laprofesora McGonagall abandonara la mesa de los profesores. Ese año la distribuciónde los horarios era más complicada de lo habitual, porque previamente la profesora tenía que confirmar que todo el mundo había obtenido las notas necesarias en los TIMOS para continuar con los ÉXTASIS elegidos.
Ginny y Hermione recibieron autorización para continuar estudiando Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones, Herbología, Aritmancia, Runas Antiguas y Pociones, y sin más preámbulos, la castaña salió disparada hacia su primera clase.
—Nos vemos luego.—se despidió Ginny de Harry con un beso en la mejilla, Ron ya hablaba con la profesora McGonagall sobre lo que iba a estudiar así que iba a estar ocupado.
El chico la siguió con la mirada, hasta que McGonagall irrumpió en sus pensamientos, haciendo que se sobresalte. La profesora no fue muy sutil al hablar. "Todos los Potter son iguales" Negó y siguió con Ron.
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Una hora más tarde, Harry y Ron salieron a regañadientes de la soleada sala común y se encaminaron hacia el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, situada cuatro pisos más abajo. Encontraron a Ginny y Hermione haciendo cola delante de la puerta, cargadas de pesados libros y con caras de víctimas.
—¡En Runas nos han puesto demasiados deberes!—se quejó la castaña, angustiada, cuando se le unieron sus amigos.
—Una redacción de cuarenta centímetros y dos traducciones.—suspiró la castaña-rojiza dejando que la ayuden con los libros.
—¡Y tenemos que leernos todos estos libros para el miércoles!
—¡Qué palo!—murmuró Ron.
—Pues espera y verás —replicó, —Snape también nos pondrá un montón de trabajo.
En ese momento se abrió la puerta del aula y Snape salió al pasillo. Como siempre, dos cortinas de grasiento cabello negro enmarcaban el amarillento rostro del profesor. De inmediato se produjo silencio en la cola.
—Adentro —ordenó.
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