-Lᴀ ᴄᴀʀᴛᴀ
Harry, Ron, Ginny y Hermione no habían tenido tiempo de ir a visitar a Hagrid, quien ya no comía en la mesa de los profesores, lo cual era muy mala señal; curiosamente, en las pocas ocasiones en que se habían cruzado por los pasillos o el jardín, él no los había visto ni oído sus saludos.
—Debemos ir y explicárselo.—propuso Hermione el sábado siguiente, a la horadel desayuno, mientras miraba la enorme silla que, una vez más, Hagrid había dejado vacía en la mesa de los profesores.
—¡Esta mañana se celebran las pruebas de selección de quidditch!—objetó Ron, —¡Y tenemos que practicar ese encantamiento aguamenti para el profesor Flitwick! Además, ¿Qué quieres explicarle? ¿Cómo vamos a decirle que odiábamos su absurda asignatura?
—¡No la odiábamos!—regañó Ginny.
—Eso lo dirán ustedes; yo todavía me acuerdo de los escregutos.—dijo Ron sin entraren detalles, —Y créanme, nos hemos salvado por los pelos. Ninguno de nosotros dos le oímos hablar del idiota de su hermano; si nos hubiéramos matriculado en Cuidado de Criaturas Mágicas, ahora estaríamos enseñando a Grawp a atarse los cordones de los zapatos.
—Es insoportable no poder hablar con Hagrid.—resopló Ginny con cara de disgusto.
—Iremos después del quidditch.—propuso Harry para tranquilizarlas. Él también echaba de menos a Hagrid, aunque, como Ron, se alegraba de haberse librado de Grawp, —Pero es posible que las pruebas duren toda la mañana; se ha apuntado mucha gente.—estaba un poco nervioso ante la perspectiva de su primera actuación como capitán, —No entiendo por qué de repente el equipo despierta tanto interés.
—¡Vamos, Harry! —dijo Hermione con un deje de impaciencia, —¡Lo que despierta interés no es el quidditch, sino tú! Nunca habías provocado tanta fascinación, pero, francamente, no me extraña, porque nunca habías estado tan atractivo.
Ginny frunció los labios, Hermione no se equivocaba, aquello era muy cierto. Harry se había vuelto mucho más atractivo ese verano, y al parecer las chicas de Hogwarts también lo habían notado.
Ron se atragantó con un trozo de arenque ahumado. Hermione le lanzó una fugaz mirada de desdén y Ginny continuó.
—Ahora todo el mundo sabe que decías laverdad ¿No? La comunidad mágica ha tenido que admitir que estabas en lo ciertocuando asegurabas que Voldemort había regresado, y que es verdad que luchaste contra él dos veces en los dos últimos años y que en ambas ocasiones lograste escaparde sus garras. Ahora te llaman «El Elegido» Vamos, James ¿Todavía no entiendes por qué la gente está fascinada contigo?
De repente Harry notó mucho calor en el Gran Comedor, pese a que el cielo todavía se veía frío y lluvioso.
Hermione retomó la palabra, —Además, fuiste víctima de la persecución del ministerio, que intentó demostrar por todos los medios que eras un desequilibrado y un mentiroso, y aún conservas enla mano las señales que te hiciste escribiendo con tu propia sangre durante loscastigos que te imponía aquella horrible mujer. Pero, pese a todo, te mantuviste firmeen tu versión...
—Yo todavía tengo las marcas que me hicieron aquellos cerebros en el ministerio cuando me agarraron, mira.—terció Ron arremangándose la túnica.
—Y por si fuera poco, este verano has crecido más de un palmo.—concluyó Hermione haciendo caso omiso de Ron.
—Yo también soy alto.—adujo Ron a la desesperada.
En ese momento llegaron las lechuzas del correo, y al entrar por las ventanas salpicaron gotas de lluvia por todas partes. La mayoría de los alumnos recibía más correo de lo habitual porque los padres, preocupados, querían saber cómo les iba a sus hijos y, asimismo, tranquilizarlos respecto a que en casa todos seguían bien. Harry sellevó una sorpresa al ver a Hedwig, su lechuza blanca, describir círculos entre una nube de lechuzas marrones y grises; el ave aterrizó delante de él portando un gran paquete cuadrado. Al mismo tiempo apareció Zahra, Ginny se estremeció al reconocer el fino pergamino. Poco después, otro paquete idéntico aterrizó delante de Ron, traído por su pequeña y agotada lechuza, Pigwidgeon.
—¡Ajá! —exclamó Harry al desenvolver el suyo y encontrar un ejemplar de Elaboración de pociones avanzadas nuevecito, recién llegado de Flourish y Blotts.
—Mira qué bien.—comentó Hermione, encantada, —Ahora podrás devolver ese libro garabateado.
—Ni hablar.—repuso Harry, —Me lo quedaré. Ya verás, lo he estado pensando y...
Sacó el viejo ejemplar del Príncipe Mestizo de su mochila y tocó la cubierta conla varita al tiempo que murmuraba: «¡Diffindo!» La cubierta se separó del libro. Acto seguido repitió la operación con el libro nuevo ante la escandalizada mirada de Hermione. Luego intercambió las cubiertas, les dio unos toques y dijo: «¡Reparo!» Ante ellos tenían el ejemplar del príncipe, disfrazado de libro nuevo, y el que acababa de llegar de Flourish y Blotts, convertido en un libro de segunda mano.
—A Slughorn le devolveré el nuevo con la cubierta vieja. No puede quejarse, me ha costado nueve galeones.
Hermione apretó los labios y se enfurruñó, pero la distrajo una tercera lechuza que aterrizó delante de ella con El Profeta de ese día. Lo extendió rápidamente y leyó la primera plana.
—¿Ha muerto alguien que conozcamos?—preguntó Ron con ligereza. Formulabala misma pregunta con el mismo tono cada vez que Hermione abría el periódico.
—No, pero ha habido más ataques de dementores. Y una detención.
—Me alegro. ¿A quién han detenido?—preguntó Harry, pensando en Bellatrix Lestrange.
—A Stan Shunpike.—contestó Hermione.
—¿Qué? —se extrañó el muchacho.
—«Stanley Shunpike, el cobrador del autobús noctámbulo (el popular vehículo), ha sido detenido como sospechoso de ser mortífago. El señor Shunpike, de veintiún años, fue detenido a última hora de anoche tras una redada en su casa de Clapham...»
—¿Que Stan Shunpike es un mortífago?—se asombró Harry, recordando al joven lleno de acné que había conocido tres años atrás, —¡No puede ser!
—Quizá esté bajo una maldición imperius.—sugirió Ron, —Nunca se sabe.
Pero la castaña-rojiza ya no los escuchaba, se quedó mirando la delicada y perfecta caligrafía de Narcissa Malfoy en el fino y nuevo pergamino.
Hace unos días que la chica le había escrito, preguntando el cómo van las cosas, contándole de su vida y muchas cosas más, metiéndole excusas para luego preguntarle la verdad. Preguntarle si habían hecho de Draco un mortífago.
Mi hermosa Ginny,
¿Qué tal, amor? Me alegra saber de ti por medio de una carta, las cosas aquí están como siempre, ya sabes cómo es la situación.
Respondiendo a la pregunta que tardaste en hacerme, no puedo decirte si sí o no, hace años me hicieron prometerlo, no podía decir nunca si es que Draco se volvía un mortífago.
Lo único que puedo decirte, es que él no desea ser uno de nosotros, siempre tuvo en claro eso, y a mi tampoco me gustaría que lo fuera, yo me uní por la lealtad a mi familia, no por lealtad al Señor Tenebroso, y eso lo sabes desde siempre. Yo no tuve opción, fui obligada a hacerlo.
Espero pronto saber más de ti, cariño, te quiero mucho y sabes que cuentas conmigo para lo que sea.
Narcissa M.
—¿Princesa? ¿Pelirroja?—llamó Harry sacando a la chica de sus pensamientos.
—¿Qué pasa?—preguntó Ron.
Pero la chica no respondió, solo miró a Hermione algo alterada, —¿Podemos hablar?
—Vamos al cuarto.—pareció comprender la castaña, —Nos vemos en el campo de Quidditch.
ꕥ
—¿Qué sucede?—preguntó con cautela luego de poner el hechizo muffliato.
—Draco es un mortífago.—soltó con la mirada perdida.
—¿Qué?—se asombró ella, —¿Cómo lo sabes? ¿Te lo dijo?
—No.—la miró, —Solo lo sé.
—Ginn, creí que hasta tú le dijiste a Harry que no debía apresurarse así solo por creerlo.
—Es que no es eso. Hermione, el podrá ser ahora todo lo "malo" pero aún conserva actitudes de niño.—explicó, —Por ejemplo, cuando me fui del vagón luego de que Harry insinuara que era mortífaga, fui a hablar con él. A la hora de preguntarle se puso a la defensiva, pero al contestarme que no lo era, se rascaba la ceja.—imitó el gesto, —Y no dejaba de subir y bajar su pie. Siempre que mentía de niño hacía eso.
La chica la miró casi sin entender del todo, por un momento la miró como si estuviera loca.
—Además, le pregunté a Cissy.—alzó la carta, —Léelo.
Suspirando, la castaña agarró la carta y comenzó a leerla, su cara cambió de creer a alguien loca a una comprensiva y confundida.
—No vamos a decírselo a Harry.—decidió doblando de nuevo la carta, —Si Draco Malfoy es un mortifago, el lo va a averiguar por su cuenta, si se lo decimos ahora solo apresuraría la situación y puede que nos equivoquemos.
—¿Tú crees?—le preguntó con una mueca.
—No lo creo. Lo sé.—agarró la carta y le puso el mismo hechizo que Ginny le había puesto al pergamino de firmas del ED. Solo ellas dos podrían tocarlo y ver el interior, si otra persona lo intentaba, iba a ser maldecida.
Cinco minutos más tarde, cuando se dirigían al campo de quidditch junto a Harry y Ron, quienes las habían esperado e la sala común.
Se cruzaron con Lavender Brown y Parvati Patil. Sabiendo que los padres de las gemelas Patil querían llevárselas de Hogwarts, a Ginny no le extrañó que las dos íntimas amigas estuvieran diciéndose cosas al oído con cara de aflicción. Lo que sí le sorprendió fue que cuando las chicas vieron a Ron, Parvati le dio un codazo a Lavender, que volvió la cabeza y le dedicó al chico una sonrisa radiante. Ron parpadeó y luego, titubeante, le devolvió la sonrisa.
De inmediato los andares del chico se volvieron presuntuosos. Ginny resistió la tentación de reírse, Harry estaba de igual forma; Hermione, en cambio, se mostró indiferente y distante hasta que llegaron al estadio después de caminar bajo la fría y neblinosa llovizna. Una vez allí, fue a buscar un asiento en las gradas sin desearle buena suerte a Ron.
Como Ginny y Harry preveían, las pruebas duraron toda la mañana. Se había presentado lamitad de la casa de Gryffindor: desde nerviosos alumnos de primer año aferrados aescobas viejas del colegio, hasta alumnos de séptimo mucho más altos que el resto y que mostraban una actitud intimidante.
Todos estaban jugando entre ellos, riendo y sin prestar atención. Ron era el único pálido, nervioso y que no hacía nada más que estar parado.
—Bien. Oigan.—llamó Harry al lado de Ginny, frente a todos que no le hacían caso, —Esta mañana les haré algunas pruebas para evaluar sus habilidades.—solo era escuchado por Ginny, porque Ron parecía en un debate consigo mismo, —¡Silencio, por favor!
La chica cansada de que nadie le hiciera caso a su mejor amigo dio un paso al frente, —¡Cállense, idiotas!
Todos se quedaron callados al escucharla gritar, hasta los de séptimo año, ninguno se movía por el miedo que tenían de que la chica les hiciera algo. Se había corrido el rumor del famoso y espectacular hechizo mocomurciélago que realizó la chica en el tren solo porque un chico le había colmado la paciencia.
Puede que a casi todo Hogwarts le guste Ginny por su personalidad y para que omitirlo, el físico, pero le tenían mucho respeto porque no querían hacerla enojar o fastidiar.
Harry vaciló un poco al ver que solo le hicieron caso por la chica, —Gracias. A ver, am, no lo olviden, haber estado en el equipo el año pasado no les garantiza un puesto este año ¿Está claro?—ninguno le respondió, —Excelente.
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