-Es ʀᴇᴀʟ

Dumbledore tenía los ojos cerrados, y por la curiosa posición en que le habían quedado los brazos y las piernas podía parecer que estaba dormido. Harry alargó un brazo, le enderezó las gafas de media luna sobre la torcida nariz y le limpió con la manga de su propia túnica un hilo de sangre que se le escapaba por la boca. Entonces contempló aquel anciano y sabio rostro e intentó asimilar la monstruosa e incomprensible verdad: Dumbledore jamás volvería a hablarle, jamás podría ayudarlo.

Ginny se acercó y se desplomó al lado de Harry. Ambos oían los murmullos a sus espaldas y al cabo de un rato, que al azabache le pareció muy largo, se dio cuenta de que estaba arrodillado encima de algo duro y miró. El guardapelo que habían logrado robar unas horas atrás se había caído del bolsillo de Dumbledore y se había abierto, quizá debido a la fuerza con que había golpeado el suelo. Se lo pasó a su novia y escondió su cara en su cuello.

Y aunque Ginny no podía sentir más conmoción, más horror ni más tristeza de los que ya sentía, tuvo la impresión, tan pronto lo cogió, de que algo no encajaba...lo miró y remiró entre las manos. Ese guardapelo no era tan grande como debía ser uno, ni tenía marca alguna: no había ni rastro de la elaborada «S», la marca de Slytherin. Y en su interior sólo había un trozo de pergamino, doblado y fuertemente apretado, en el sitio donde tenía que haber un retrato, algo que leerían luego.

—Ven Harry...

—No.

—No puedes quedarte aquí, Harry...vamos, ven conmigo...

—No.

No quería marcharse del lado de Dumbledore, no quería irse a ningún sitio. La mano de Hagrid temblaba en el hombro del muchacho.

—Solo te hará caso a ti.—le dijo el semi-gigante a la chica. Entonces otra voz dijo:

—Vamos, Harry.

Una mano mucho más pequeña y suave le había cogido la suya y tiraba de él para que se levantara. El muchacho obedeció a ese contacto sin prestarle atención. Cuando ya había echado a andar a ciegas, abriéndose paso entre el corro de gente, percibió un perfume floral y se dio cuenta de que era Ginny quien lo guiaba hacia el castillo. Oía voces ininteligibles; sollozos, gritos y lamentos hendían la oscuridad, pero ellos siguieron su camino, subieron los escalones de piedra y entraron en el vestíbulo. Harry veía caras cuyos rasgos no distinguía; sus compañeros lo miraban con ojos escrutadores al tiempo que susurraban y se hacían preguntas, y los rubíes de Gryffindor brillaban en el suelo como gotas de sangre mientras ambos se dirigían hacia la escalinata de mármol.

—Vamos a la enfermería.—dijo Ginny.

—No estoy herido.—replicó Harry.

—Son órdenes de Minnie.—repuso ella, —Están todos allí: Ron, Hermione, Lupin...todos.

El miedo volvió a prender en el pecho de Harry: se había olvidado de los cuerpos inertes que había dejado atrás.

—¿A quién más han matado, pelirroja?

—No te preocupes, a ninguno de los nuestros.

—Pero la Marca Tenebrosa...Malfoy dijo que había pasado por encima de un cadáver.

—Pasó por encima de Bill, pero él está bien, sigue vivo.

Sin embargo, Harry advirtió en el tono de Ginny algo que no auguraba nada bueno.

—¿Estás segura?

—Claro que estoy segura. Está...un poco molido, pero nada más. Lo atacó Greyback. La señora Pomfrey dice que no...que no volverá a ser el de antes...—a Ginny le tembló un poco la voz, —En realidad no sabemos qué consecuencias tendrá. Verás, Greyback es un hombre lobo, pero no se había transformado cuando lo atacó...Yo solo...solo no quiero perder un hermano.

Y aunque Harry estaba muerto de dolor, dejó que ella se aferrara a él unos momentos, en los que le acarició el cabello y dejó algunos besos en su cabeza, tratando de que se tranquilizara.

Llegaron a la enfermería. Al entrar, vieron a Neville acostado en una cama cerca de la puerta. Ron, Hermione, Luna, Tonks y Lupin se apiñaban alrededor de una cama al fondo de la habitación. Todos se volvieron hacia la puerta. Hermione corrió hacia Harry y lo abrazó; Lupin también fue hacia él, con gesto de aprensión.

—¿Te encuentras bien, Harry?

—Sí, estoy bien. ¿Cómo está Bill?

Nadie contestó. Harry y Ginny miraron por encima del hombro de Hermione y vieron una cara irreconocible sobre la almohada; Bill tenía tantos cortes y magulladuras que costaba identificarlo. La señora Pomfrey le aplicaba en las heridas un ungüento verde de olor penetrante. Harry recordó la facilidad con que Snape le había cerrado las heridas causadas por el Sectumsempra a Malfoy, al pasar sobre ellas la varita.

—¿No puede curarlo con algún encantamiento?—le preguntó a la enfermera.

—Para esto no hay encantamientos. He probado todo lo que sé, pero las mordeduras de hombre lobo son incurables.

—Pero no lo han mordido con luna llena.—objetó Ron, que contemplaba el rostro de su hermano como si creyera poder arreglarlo con la fuerza de la mirada, —Greyback no se había transformado, así que Bill no se convertirá en un...en un...—miró vacilante a Lupin.

—No, no creo que Bill se convierta en un hombre lobo propiamente dicho.—observó Lupin, —Pero eso no significa que no exista cierto grado de contaminación. Esas heridas están malditas. Es poco probable que se curen por completo y...Bill podría desarrollar algunos rasgos lobunos a partir de ahora.

—Seguro que a Dumbledore se le ocurre alguna solución.—insistió Neville, —¿Dónde está? Bill peleó contra esos maníacos bajo las órdenes de Dumbledore, así que el director está en deuda con él, no puede dejarlo en la estacada...

—¿No leíste el galeon encantado?—le preguntó su hermana, —Dumbledore ha muerto. Cayó frente a mi.

—¡No!—Lupin, atónito, miró a Harry con la esperanza de que éste lo desmintiera, pero al ver que se quedaba callado, se desplomó en una silla, al lado de la cama de Bill, y se tapó la cara con ambas manos.

Era la primera vez que Harry lo veía derrumbarse; como tuvo la impresión de que interrumpía algo íntimo, se dio la vuelta y miró a Ron, con el que intercambió una silenciosa mirada que confirmaba las palabras de Ginny.

—¿Cómo ha muerto?—susurró Tonks, —¿Qué ha sucedido?

—Lo mató Snape.—declaró Harry, —Yo estaba delante, lo vi con mis propios ojos. Dumbledore y yo fuimos directamente a la torre de Astronomía porque ahí había aparecido la Marca. Él no se encontraba bien, estaba muy débil, pero creo que sospechó que nos habían tendido una trampa cuando oyó pasos que subían por la escalera. Entonces me inmovilizó; yo no podía hacer nada, y además llevaba puesta la capa invisible. Luego Malfoy abrió la puerta y lo desarmó.—Hermione se tapó la boca con la mano y Ron soltó un gemido. A Luna le temblaban los labios, —Llegaron más mortífagos, y entonces Snape...Snape...lo mató. Con la Avada Kedavra.—Harry no pudo continuar.

La señora Pomfrey rompió a llorar. Nadie le hizo caso excepto Ginny, que susurró:

—¡Chist! ¡Escuche!

La enfermera, con los ojos como platos, tragó saliva y se tapó la boca con la mano. Fuera, en la oscuridad, un fénix cantaba de un modo que Harry no había oído nunca: era un triste lamento de una belleza sobrecogedora. Y el muchacho sintió,como ya le había ocurrido anteriormente al oír cantar esa ave, que la música estaba dentro de él y no fuera: lo que resonaba por los jardines y entraba por las ventanas del castillo era su propio dolor convertido, mediante magia, en música.

Parecía haber transcurrido una eternidad cuando la puerta de la enfermería volvió a abrirse y entró la profesora McGonagall. Ella, como los demás, mostraba huellas de la reciente batalla: tenía varios arañazos en la cara y desgarrones en la túnica.

—Molly y Arthur están en camino.—anunció, y rompió el hechizo de la música: todos volvieron en sí de golpe, como si salieran de un trance, y, abandonando sus posiciones, miraron de nuevo a Bill, o se frotaron los ojos, o movieron la cabeza, —¿Qué ha pasado, Harry? Según Hagrid, estabas con el profesor Dumbledore cuando...cuando ha sucedido. Nos ha dicho que el profesor Snape ha participado en...

—Snape mató a Dumbledore.—dijo Harry. La profesora lo miró fijamente y se tambaleó como si fuera a desmayarse.

La señora Pomfrey, que ya se había serenado un poco, se adelantó e hizo aparecer una silla que colocó detrás de la profesora McGonagall.

—Snape.—repitió ésta con un hilo de voz, y se dejó caer en la silla, —Todos nos preguntábamos...pero él confiaba....en todo momento confió...¡Snape!...No puedo creerlo...

—Snape era un experto oclumántico.—intervino Lupin con una voz más áspera de lo habitual, —Eso ya lo sabíamos.

—¡Pero Dumbledore nos juró que estaba en nuestro bando!—susurró Tonks, —Siempre pensé que el director sabía algo sobre Snape que nosotros ignorábamos...

—Sí, siempre insinuó que tenía un motivo irrefutable para confiar en él.—musitó McGonagall mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo con ribete de tela escocesa, —Claro, con el historial que tenía Snape...es lógico que la gente se hiciera preguntas. Pero Dumbledore me aseguró de manera muy explícita que el arrepentimiento de Snape era absolutamente sincero...¡No quería oír ni una palabra contra él!

—Me encantaría saber qué le contó Snape para convencerlo.—terció Tonks.

—Yo lo sé.—dijo Harry mientras abrazaba a su novia por atrás, dejando sus manos en su cintura, y a lo que dijo, todos se quedaron mirándolo, —Snape le proporcionó a Voldemort la información que provocó que éste emprendiera la búsqueda de mis padres. Pero Snape le dijo a Dumbledore que no se había dado cuenta de lo que había hecho, que se arrepentía profundamente de haberlo dicho y que lamentaba que mis padres hubieran muerto.

—¿Y se lo creyó?—se extrañó Lupin, —¿Dumbledore se creyó que Snape lamentaba que James hubiera muerto? Pero si lo odiaba...

—Y tampoco creía que mi madre valiera un pimiento.—añadió Harry, —Porque ella era hija de muggles...la llamaba «sangre sucia».

Nadie le preguntó cómo lo sabía. Parecían horrorizados y conmocionados, como si trataran de asimilar la monstruosa verdad de lo ocurrido.

—Todo esto es culpa mía.—dijo de pronto la profesora McGonagall, retorciendo su húmedo pañuelo con ambas manos, muy turbada, —Yo tengo la culpa. ¡Envié a Filius a buscar a Snape, le pedí que fuera a buscarlo para que nos ayudara! Si no lo hubiera alertado de lo que estaba pasando, quizá no se hubiese unido a los mortífagos. No creo que supiera que habían entrado en el castillo hasta que se lo contó Filius, ni creo que estuviera enterado de que iban a venir.

—No es culpa tuya, Minnie.—dijo Ginny mirándola triste, Lupin la miró de repente al oír ese apodo.

—Exacto.—asintió Lupin, —Necesitábamos ayuda y nos tranquilizó saber que Snape estaba en camino...

—¿Y cuando llegó a donde se libraba la batalla, se unió al bando de los mortífagos?—preguntó Harry, que quería obtener hasta el más nimio detalle de la duplicidad y la infamia de Snape y recogía febrilmente más razones para odiarlo y jurar vengarse de él.

—No sé exactamente qué sucedió.—dijo la profesora McGonagall, abstraída, —Resulta todo tan confuso...Dumbledore nos había dicho que se ausentaría del colegio unas horas y que debíamos patrullar por los pasillos por si acaso. Remus, Bill y Nymphadora debían ayudarnos...así que nos pusimos a vigilar. Todo parecía tranquilo y los pasadizos secretos que daban al exterior del colegio estaban controlados. Sabíamos que nadie podía entrar volando, pues había poderosos sortilegios en todos los accesos al castillo. Todavía no me explico cómo pudieron colarse los mortífagos...

—Yo sí.—dijo Harry, y explicó brevemente lo de los dos armarios evanescentes y el pasillo secreto que formaban, —O sea que entraron por la Sala de los Menesteres.—casi sin proponérselo, miró a Ron, Ginny y Hermione, que estaban anonadados.

—Lo estropeé todo, Harry.—se lamentó Ron con gesto sombrío, —Hicimos lo que nos ordenaste: abrimos el mapa del merodeador y al no localizar a Malfoy pensamos que estaría en la Sala de los Menesteres, de modo que Hermione, Neville y yo fuimos a hacer guardia en el pasillo...pero Malfoy se nos escapó.

—Salió de la sala cuando llevábamos una hora vigilando la entrada.—explicó Hermione, —Iba solo y llevaba ese repugnante brazo reseco...

—Su Mano de la Gloria.—especificó el pelirrojo, —Esa que sólo ilumina al que la sostiene ¿Te acuerdas?

—Pues bien.—continuó la castaña, —Debió de asomarse a ver si había alguien antes de permitir que salieran los mortífagos, porque tan pronto nos vio lanzó algo al aire y todo se puso negrísimo...

—Polvo peruano de oscuridad instantánea.—explicó Ron con amargura.

—Cuando pille a Fred o George...—murmuró Ginny de mala gana, —No deberían vender sus productos a cualquiera.

—¿Y ustedes dos? ¿Qué se traen?—preguntó Tonks con una sonrisa al ver como la castaña-rojiza y el azabache estaban.

Y por un momento, Harry y Ginny sonrieron, cuando mencionaban su relación, los albergaba una felicidad absoluta.

—No...—empezó Dora con una sonrisa. Ellos dos asintieron, —No...—repitió sin poder creerlo, luego soltó un chillido de felicidad y se acercó a abrazarlos, —Estoy muy feliz por ustedes. Siempre supe que acabarían juntos.

—Si, si.—paró Ron, —Lo probamos todo: Lumos, Incendio...pero nada rompía la oscuridad; lo único que conseguimos fue salir a tientas del pasillo mientras oíamos pasar a la gente por nuestro lado. Malfoy sí podía ver porque llevaba esa mano que los guiaba, pero no nos atrevimos a echar ninguna maldición por si nos dábamos unos a otros, y cuando llegamos a un pasillo iluminado, ellos ya se habían marchado.

—Por suerte.—intervino Lupin con voz ronca, —Ron, Hermione y Neville tropezaron con nosotros casi de inmediato y nos contaron lo ocurrido. Encontramos a los mortífagos unos minutos más tarde; se dirigían hacia la torre de Astronomía. Es evidente que Malfoy no esperaba que hubiera tanta gente vigilando, pero al menos se había quedado sin polvo de oscuridad. Empezamos a pelear, ellos se dividieron y los perseguimos. Uno de ellos, Gibbon, se escabulló y subió por la escalera de la torre.

—¿Para poner la Marca?—preguntó Harry.

—Seguramente sí; debieron de acordarlo así antes de salir de la Sala de los Menesteres.—supuso Lupin, —Pero no creo que a Gibbon le agradara la idea de esperar a Dumbledore allí arriba, solo, porque volvió a bajar rápidamente por la escalera y siguió peleando hasta que lo alcanzó una maldición asesina que habían lanzado contra mí.

──── ❁ ────

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top