| 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 | Final alternativo
Querido y estúpido diario:
Los meses se me habían pasado volando y en un abrir y cerrar de ojos ya había terminado el primer semestre de la universidad, a Delian también le pasó lo mismo. Puede ser que gracias a nuestra reconciliación todo haya ido mejorando.
Estábamos completamente enamorados uno del otro. Ahora sí que podíamos amarnos sin problemas, sin sentirnos vigilados.
Era una sensación maravillosa que querría tenerla por el resto de mi vida.
Ahora hablando de ti. Sí, tú, mi diario, el que me ha acompañado en este pequeño trayecto de mi vida, el que ha sido mi mejor amigo incondicional... ¿Qué hubiese hecho yo sin ti, a quién le hubiese contado una de mis mejores y peores aventuras?
Espero que cuando sea un anciano y esté en mi lecho de muerte, pueda leerte una última vez y poder recordar los viejos tiempos. Y espero poder hacerlo junto con el amor de mi vida.
***
Fui un completo iluso. Me encerré en mi propia burbuja pensando en que todo iría bien, en que realmente estaríamos unidos hasta nuestro último aliento. Pero toda buena historia tiene un buen final, ¿no es así? Entonces, ¿por qué la mía no fue así? ¿Por qué mi historia tiene un final diferente al de los demás? ¿Por qué?
─Perdóname... Si hubiese estado en ese preciso momento, tú no estarías aquí.
Me sentía completamente miserable, como si hubiese fracasado en una misión de suma importancia.
Ahora es cuando me arrepiento de no haber estado aquel milisegundo contigo, sólo fui a comprarte un regalo, un pequeño detalle.
¿Qué fue lo pasó? Todo fue tan rápido, no me había dado tiempo a procesar la información, ni mi cerebro y ni mi cuerpo reaccionaban.
"¡Regresa, por favor te lo suplico! ¡Regresa a mis brazos!". Es lo poco que recuerdo haberte dicho mientras yacías en el suelo, no sé si seguías conmigo o te alejabas cada vez más de mí.
─Joder, ¿por qué tú?
─Ambos sabemos que no tienes la culpa de lo que ha pasado ─comenta mi padre en un intento de consuelo─. Puede que esto haya sido obra del destino.
─Padre, ¿he sido un mal novio por haberle dejado solo? ─pregunté desolado.
─¿Cómo se te ocurre decir tal barbaridad, hijo mío? ─espetó con incredulidad─. Hiciste lo que estaba en tus manos, ¡y la muerte hizo su trabajo!
─¡No está muerto, padre! ─odiaba cuando pronunciaba esa palabra.
Sí, estaba muerto, pero no lo quería aceptar. Aceptarlo sería dejarle ir para siempre y no quería eso, quería que se quedara conmigo para siempre. Quería volver a tenerlo entre mis brazos, volver a sentir esos cálidos labios sobre los míos, volver a vivir aventuras con él, quería recordar toda una vida con mi amor.
Sé que La Muerte no tiene la culpa, ella sólo hace su trabajo. Ella sólo acoge a los que La Vida decidió abandonar, porque ya no podía hacer mucho más.
Espero que La Muerte sepa cuidar de ti como es debido, en un profundo y eterno sueño. Le dejo tu cuidado a ella.
─Vámonos a casa, hijo, está empezando a hacer frío ─posó su mano sobre mi hombro─. Él nunca estará muerto, no para ti. Vivirá siempre aquí ─con su dedo índice señaló mi pecho─, en tu corazón.
─Padre... ─me levanté del suelo, sacudí mi ropa y abracé con fuerza el diario─. Haré justicia por ti.
Es cierto cuando nos dicen que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos pero, en mi caso, lo supe valorar al máximo y no me arrepiento de nada por haberlo hecho.
Hasta siempre, Alister, mi amor.
Fin de la pesadilla.
.
.
.
Cuatro años más tarde.
─¡Ah! ─me desperté de golpe y con la respiración agitada.
─¡Ah, ¿qué ocurre!? ─la persona que estaba a mi lado en la cama también se despertó por mi grito─. ¿Te encuentras bien...?
No aguanté ni un segundo más, me tuve que levantar para ir al baño y refrescarme la cara. Me quedé un buen rato apoyado en el lavamanos y mirando hacia la nada, en un punto fijo. Lo único que me pudo sacar de mis profundos pensamientos fue su dulce voz, estaba preocupado.
Giré mi cabeza y lo vi, lo vi de pie con mi camisa del pijama mientras yo llevaba los pantalones. Le quedaba tan bien esa camisa... Era una mezcla entre lo sensual y tierno.
─¿Va todo bien, otra vez volviste a soñar con lo mismo de siempre? ─se acercó a mí lentamente hasta que posó una de sus manos en mi mejilla.
─Sí, perdona por haberte despertado. Vuelve a la cama y duerme, aún es temprano. ─me acurruqué y cerré los ojos por un instante.
Besé su muñeca e hice un camino de besos hasta su cuello, pasando por su hombro y parte de su clavícula. Me quedé oliendo su aroma mientras lo abrazaba por la cintura y lo estrechaba entre mis brazos. No pude contener las lágrimas.
Tenía mucho miedo, lo seguía teniendo a fin de cuentas. Puede que fuese necesario retomar de nuevo las sesiones con el psicólogo, porque esto no podía seguir así. Necesitaba sanar heridas del pasado, y también por el bien de mi pareja. No quería causar más situaciones así de innecesarias.
Apagué la luz del baño para luego ser guiado de nuevo hacia la cama. Me llevaba de la mano, tan delicadamente como si fuese un frágil cristal. Él se giró y me abrazó por el cuello, juntó sus labios con los míos y nos fundimos en un apasionado beso. Lento, muy lento. El tiempo era nuestro, este era nuestro momento.
Acaricié su piel y él acarició la mía. Nos tocábamos zonas erógenas y que sólo nosotros llegamos a conocer uno del otro. Ninguna otra persona más tenía conocimiento de ellas, era nuestro pequeño secreto.
Rozamos nuestros cuerpos hasta quedar expuestos uno al otro. Y una vez más pudimos contemplar las maravillas que ocultábamos debajo de tanta ropa.
─Todo está bien, estamos juntos en esto. ─susurró en mi oído.
─Te quiero, te quiero mucho. ─susurré cerca de sus labios.
Sentía sus manos por toda mi espalda, pasando por mis hombros y por mi cuello. El sudor hacía que se resbalara un poco, así que le abracé por las caderas para no dejarle caer.
Escuchar sus eróticos gemidos era como escuchar mi canción favorita de mi artista favorito, una la cual podía reproducir una y otra vez. Nunca me cansaría.
La mejor parte de la canción es el estribillo, aumenta la pasión y hace que tu corazón bombee con más fuerza.
─Ah... Delian... ─pronunció como pudo mi nombre entre gemidos.
Se sujetó con fuerza, pues ambos sabíamos que la canción estaba a punto de terminar. Tan sólo quedaban segundos para llegar al clímax y la música iba en aumento, más y más. Los movimientos eran repetitivos, como el ritmo de una canción. Quise aumentar un poco más y él me recibió con placer, adoraba sus expresiones, su voz, su todo.
Faltaba poco, muy poco. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...
Llegamos a nuestro límite, abrazados y sudados de tanto baile. Estar unido a él era una de las mejores sensaciones que podía experimentar.
─¡Ah! ─gimió de placer.
─¡Mm! ─contesté de la misma manera.
Fui bajando el ritmo poco a poco, hasta que por fin terminamos satisfechos. Me desplomé casi encima suya, recibiendo por su parte una dulce risita. Ante esa reacción le miré a los ojos y le dediqué una de mis mejores sonrisas. Él, aparte de ser cantante, era pintor, pues era el único que me dibujaba sonrisas todos los días.
No recuerdo el momento exacto cuando nos volvimos a dormir, sólo lo dejé estar.
Luego de un par de horas nos levantamos y, evidentemente, lo primero que hicimos fue darnos una buena ducha.
─¿Qué te gustaría desayunar hoy? ─le pregunté mientras me secaba el pelo con una toalla.
─Pues dependiendo las ganas que tengamos de cocinar.
─Oh, ¿te apetece desayunar fuera?
─No es mala idea, pero no te conformes sólo con mi respuesta. ¿Tú también quieres? ─me miró con esa dulce mirada.
No pude evitar sonreír y despeinarle todo el pelo y más cuando se lo estaba peinando. De su parte recibí una queja, una muy adorable. Luego le dije que sí ante la propuesta que dije, así que nos fuimos a preparar.
Ambos nos pusimos algo cómodo, pero mientras nos preparábamos él me llamó para enseñarme una cosa que había estado guardando desde hacía ya tiempo. ¿Qué era? ¿Un diario?
─¿Este no era el diario de cuando empezaste la carrera? ─pregunté con cierta curiosidad.
─Así es, aún lo sigo conservando. En él guardo buenos y malos momentos. Y fíjate, qué casualidad, que tú estás entre los buenos. ─comentó entre risas.
La nostalgia me envolvió entre sus brazos, haciendo recordar aquel día cuando nos chocamos por la calle. Lo recuerdo a la perfección como la palma de mi mano. Ahí fue donde comenzó todo.
Le pedí permiso para leerlo juntos y viajar una vez más al pasado, pero esta vez con un final diferente. Era una sensación muy extraña. Un final diferente... Ni yo mismo me estaba comprendiendo en estos momentos.
─¿Delian? Ey, ¡Delian! ¿Qué te pasa? ─dejó el diario a un lado para sujetarme las mejillas con ambas manos.
─Yo... Es que... ─apenas podía gesticular.
─Está bien, tranquilo. Respira conmigo. Inspira, espira.
Mirándonos a los ojos y sujetándonos de las manos, respiramos con calma. Recuperé los cinco sentidos; fue bastante raro, no sabría describirlo con certeza. Es como si hubiese sido un milagro, ¿de eso se trataba? No, lo dudo.
Terminamos de vestirnos y de retocarnos en el espejo del baño. Cogimos las llaves, pero justo antes de salir por la puerta de casa él me paró y me confesó lo siguiente.
─Prométeme que estaremos juntos, ¡hasta el final! ─tenía el ceño fruncido, mordiéndose el labio inferior hasta tenerlo rojo.
─Mi vida, yo...
─Las promesas no siempre terminan bien, pero esta vez sí quiero hacer y cumplir esta promesa. Y quiero mantenerla contigo.
Se avalanzó sobre mí en un fuerte abrazo, estaba temblando. No sabía si era del miedo, de que algo le aterraba o por el contrario de la emoción que sentía por lo que había dicho antes.
Le devolví el abrazo y, en un susurro que sólo él y yo podíamos escuchar, se lo prometí.
Cerramos con llave y cogidos de la mano nos fuimos a por ese gran desayuno el cual nos estaba esperando. Era tan agradable la sensación que se me había quedado en el cuerpo... Y creo que por su parte también sentía lo mismo. Éramos como dos almas gemelas. ¿Y si realmente había sido obra de un verdadero milagro? Siendo un milagro o no, estábamos juntos. Dos corazones, dos cerebros, misma pasión y mismo deseo.
─Oye, Delian. ¿Sabías que te quiero mucho, como "la trucha al trucho"? ─comenta con un tono orgulloso.
─¿Ah, sí? Pues en todo caso yo te quiero como "el trucho al trucho".
─¿"El trucho al trucho"? Pero si siempre ha sido "la trucha al..." ─por fin se había dado cuenta─. ¡Ay, mira que eres tontito!
─Pues entonces soy el tontito que está enamorado de otro tontito, cuyo nombre es Alister. Mi angelical novio.
─¡Bla, bla, bla!
Decidió caminar más deprisa, estaba muerto de la vergüenza. Aunque en el fondo le había gustado, porque pude notar, por la comisura de sus labios, que se le había dibujado una bella sonrisa mientras sus mejillas se iban tiñendo de un rojo carmesí.
Por fin, ya era hora de nuestro final feliz como en los cuentos de hadas. Un final en donde no tendría que arrepentirme de nada. Un final en donde el amor había triunfado una vez más.
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¡Hola de nuevo, wattpaders! Soy yo 𝚈.𝙱.𝙷. (¥u, Moon, como me conozcan). Aquí les traigo un final alternativo a petición de unos poquitos lectores leales y también porque me apetecía darles un final feliz a mis personajes. Así que, muchísimas gracias por haberos quedado hasta el final y ya nos veremos en las próximas mini aventuras. ❤️
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