Parte III||CAPÍTULO 1: Visita

ZafiroKristalino

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PRESENTA

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Libro III
La visita Occidental

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Resumen: Luego de una semana de la boda de ambos gobernantes los reyes occidentales les hacen una pequeña visita, pero traen con ellos algunos problemas para los recién casados ​​¿solo la luna de miel la pasó en paz? ¿De cuánto son capaces esos reyes?

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El mismo día de la boda...

Los ojos azules violetacios de la reina occidental se notaban furiosos, estaba sentada como la reina que era sobre el marco de la hermosa ventana, miraba el cielo con furia e ira

-¡Esto es el colmo!- grito enojada. Rompió en mil pedazos el papel que tenía entre sus manos y las flores de alrededor del árbol se marchitaron, las otras se cerraron, el polvillo empezó a andar con más dificultad, los animales se escondieron en sus guaridas, las hadas volvieron a sus casas. La reina estaba enojada y era capaz de cobrárselas a cualquiera. Cuando esos ojos clamados y malignos se tornaban llenos de ira había que apartarse o podría terminar con tu vida.

La reina daba leves tiembles de impotencia y dejaba salir el aire con gran maldad, apretaba sus manos con furor, sus dientes estaban apretados atrás de esos labios rojos como la sangre. Su pelo rubio parecía maligno. Ver a la reina enojada era algo que nadie quería ver, podría parecer gentil y hermosa, pero en su personalidad era un monstruo total, dispuesto a asesinar y engañar para lograr lo que quería. El rey la miró desde una esquina pensando, quizás cobrárselos de algún modo. Sus ojos castaños rojizos ardían de ira sobresaltando el color rojo, su pelo de este color de sangre lo hacía ver diabólico, su respiración era intensa. Estaba mucho más que furioso. Sus ojos dejaron de clavarse en su esposa y se posaron en el cielo azul, pensando una forma, algo.Nadie los subestimaba y menos una reina caprichosa y un estúpido señor del invierno.

El rey apretó sus manos y luego miro un cuchillo que estaba en la mesa. Negó, sería demasiado rápido y quería que sufrieran cada segundo. Miro a su esposa y luego a la mesa. En ella habia un hermoso frasquito de oro que adentro tenia un liquido parecido a edulcorante. Se levantó sonriendo, mostrando sus dientes afilados, esos dientes blancos que cuando se mostraban decían que algo malo iba a pasar

–Tenemos que hacerles una visita- dijo haciendo una mueca malvada y escondiendo el frasco entre sus ropas. La rubia lo miro y luego miro a la mesa, al notar la falta del frasco supo lo que su marido hacer quería

-¿seremos muy obvios?- pregunto sonriendo mientras sus ojos lo miraban con malicia

–Tal vez- y luego se unieron en una leve risa demoniaca que hiso que todo ser viviente del lugar se escondiera más de lo previsto. Sus reyes entraban en acción y cuando esto sucedía nadie podía entrarmerseles sin pagar las consecuencias. El miedo rondaba en toda la isla.

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Una semana despues...

Milori estaba ordenando algunos papeles en el castillo de hielo

-¡vaya! Te vas unos días y al volver vuelves a trabajar- sonrió su hermana mientras entraba y abrazaba a su hermano. Él le correspondió

–sabes... ¿Qué tal si Wintry te ayuda? Ella está aprendiendo y quiero que confié más en ti... porque después de todo cuando yo me vaya y...- la ministra no pudo evitar llevar sus ojos azules al suelo, estaba triste. Milori la miro y puso una mano en su hombro

–Snow, todo estará bien- dijo tratando de ser normal, pero realmente esa idea lo estaba destrozando. La quería como siempre, era su hermana, su amiga de toda la vida... y que se tenía que ir era... devastadora. Los ojos castaños se cruzaron con los azules

–espero que sea un buen remplazo- murmuro algo dolida. Milori dio una media sonrisa

–siempre serás la ministra ideal hermana... siempre- dijo mientras la miraba con cariño.

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Clarión estaba revisando la correspondencia, nada fuera de lo común. Solo las decenas de cartas de los sureños y de algún otro ministro de ese lugar

–señora...- la voz de Viola la hiso darse vuelta a mirarla. Los ojos de la joven notaban que lo que venía a decir no era nada bueno, para nada bueno

-¿Qué?- murmuro mirándola, exigiendo explicaciones

–es que... los reyes occidentales llegan en una hora, concluyendo a visitarlos-

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Winter resulto ser una muy buena secretaria, le hacia menos pesado el trabajo y hasta se tornaba divertido. Realmente le gustaría tener una niña, pero aunque no lo fuera lo amaría igual. Su mayordomo entro apurado

– ¿Pasa algo?- dijo la inocente niña mientras ordenaba algunas cosas que le había pedido el peliblanco

–La reina Clarión dice que quiere verlo ahora, es algo importante- por el tono alarmante de la voz se notó lo nervioso que estaba

–Cuida a la niña- le ordeno mientras salía a la intemperie y llamaba a su lechuza. El hombre asintió y miro a la joven niña que lo miró divertido.

Milori sobrevoló la zona bastante rápido, su lechuza cruzo al otro lado aterrizando en el árbol del polvillo. Bajo antes de que la ave tocara el suelo y se dirija directamente a la habitación de la castaña. Abrió la puerta. Ella estaba sentada en la cama mirando al suelo y con las manos hechas con los puños. Al notar la presencia de su marido levanto la mirada, sus ojos estaban cristalizados por las lágrimas y demostraban que estaba asustada

-¿Clarión?- susurro acercándose despacio para luego sentarse a su lado. Ella volvió a bajar la mirada asustada, mientras se abrazaba a si misma –amor- volvió a llamarla el señor del invierno mientras la rodeaba con sus brazos. Ella se acurruco en su pecho tratando de calmarse. Estaba mareada y le dolía la cabeza bastante, los brazos de su pareja le proporcionaban confianza y valentía que necesitaba

-Milori...- por fin logro decir algo mientras se apoyaba en él. Su cabello castaño estaba suelto, estaba algo desarreglado, pero presentable. El peliblanco acaricio su rostro con cariño

–Nada pasa- trato de tranquilizarla. La castaña sonrió como diciendo "eso me gustaría" y luego lo miro a los ojos

–Los reyes occidentales viene a visitarnos- explica. Milori la miro sorprendido, esas ratas que habían mandado amenazas... ¿ahora venían en persona?

-¡no podrían dejar de jodernos?!- dijo extremadamente molesto mientras acariciaba el anillo de la reina

–parece que no- suspiro ella angustiada. Él resoplo con furia, ahora los vería en persona, vería a la cara a esos dos tipos más odiosos, los vería en persona a esos perversos, malignos y siniestros reyes. Volvió a mirar a su mujer abrazándola efusivamente

–No lograran separarnos- le prometió. Ella lo miro y acaricio su rostro

–Eso no me preocupa, lo que me preocupa lo asesinos que pueden ser- dijo apoyando su mano en el pecho del chico

–nada pasara cariño, solamente yo hablare con ella- dijo mientras besaba cariñosamente su frente

–No, ambos... cuando no los soporte puedes pedirme que me retire, pero quiero estar ahí- murmuro mientras se dejaba acariciar. Sabía que ella estaba bastante sensible y cualquier cosa la alarmaba de esa manera y cualquier cosa la lastimaría mucho

–No, puedo solo- trato de convencerla mientras ella negaba con la cabeza

–Prometí estar contigo en las buenas y en las malas- dijo ella mientras lo abrazaba. Milori el beso con cariño

–pero apenas sientas que no puedes soportar la situación los encarare yo, no solo por ti, si no por el pequeño- dijo mientras ponía una mano sobre el abdomen de la reina. Ella asintió y cerró el trato con un cariñoso beso.

Estaban en la sala, algo de tensión se sentía en el ambiente. Estaban ya esperando a los reyes. Ambos se miraban pensando de darse ánimos. De pronto entraron, la rubia cascarrabias y el pelirrojo asesino. Milori sintió una furia dentro de él y ganas de golpearlos ese mismo instante, era su deber proteger a la familia. Pero aun así se contuvo, los miro seriamente mientras ellos los miraban hasta con repulsión

–Buenos días- dijo la reina con desdén y asco mientras se sentaba al igual que su cruel esposo.

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