CAPÍTULO 3 - ¿Quien era?


Ambos gobernantes estaban caminando por el bosque del invierno, la lechuza de Milori se había ido dejándolos solos. El señor del invierno la tenía de la mano mientras le mostraba el lugar, la brisa estaba fresca y los copitos de nieve caían suavemente

–Clarión...- la llamo mientras se daba vuelta para mirarla, la reina lo miro algo curiosa. Milori tomo sus manos con delicadeza y beso sus labios con dulzura –quería devolvértelo- murmuro mientras se quitaba del cuello un colgante que por la ropa no se lograba distinguir una simple vista. Clarión no pudo evitar que los ojos se le iluminasen al ver el trébol aun verde y con todo su esplendor

-¿aún lo tienes?- pregunto sorprendida mientras rosaba uno de sus dedos por el suave y delicado oro del colgante

–No podía perderlo- murmuro dulcemente mientras dejaba el colgante en la mano de la soberana. Ella bajo la mirada a su mano donde yacía la alegría para luego suspirar y volver a ponerlo a él

–Quiero que te lo quedes- dijo con cariño mientras le rodeaba el cuello

–Pero es tuyo...- dijo algo confuso

–yo te lo regale, no puedes devolvérmelo ¿recuerdas?- dijo sin poder evitar sonreír. No podía quedárselo ella porque el colgante ya había elegido otro dueño, desde ahora Milori no era más un guardián del tesoro, si no su dueño... al igual que el otro hombre. El señor del invierno sonrió y volvió a besarla con dulzura

–Entonces me lo quedare- dice mientras le acariciaba el cabello.

Habían pasado dos semanas desde su encuentro con Milori, estaba en la sala mientras leía algunos informes de los ministros que se encontraron en tierra firme

–Me has engañado y me hiciste viajar y perder el tiempo...- escucho una voz conocida pero a la vez más madura, escupía las palabras como que si aparece veneno. Clarión se levantó de donde estaba sentado y se dio vuelta a ver al hombre

–Yo no te mentí- dijo decidida

–y sigues con tus juegos...- el hombre dejo escapar una carcajada antes de acercarse más a ella, Clarión fue alejándose de él mientras daba pasos para atrás –seguí a cada uno de tus dos hermanos... ¿para qué? Para que ni siquiera encontrar una pista... ninguno sabía dónde se encontraba ni lo tenía- dijo furioso mientras se seguía acercando

–Ellos no me dijeron que habían cambiado de cuidador- dijo mientras fruncía el ceño con fingida confusión

–Tú fuiste la que entrego el colgante a otra persona... ¡y ahora me dijo a quién!- grito enojado mientras sus ojos brillaban y arena negra empezaba a rodearlo. Clarión trato de contrarrestar esos ataques con el polvillo de hada pero con el tiempo él también se había vuelto más fuerte

-¡no lo sé!- exclama mientras transportaba de sortear las afiladas piedras negras que el hombre tiraba. Al final termina cayendo de rodillas al suelo ya sin poder defenderse, sintió un dolor en el pecho y la sangre corriendo desde una herida en su cuello

–Volveré a preguntar- dijo mientras se le acercaba amenazante.

Milori estaba sobrevolando el bosque del otoño, habían encontrado una forma para que las hadas de invierno pudieran cruzar la frontera sin sentirse mal. Sentía que algo estaba mal, una extraña sensación de angustia y miedo lo rodearon ¿Qué pasaba? Su lechuza también parecía sentirlo porque movía la cabeza nerviosamente... era muy seguro que algo malo pasaba ¿pero qué?

Y ¿Dónde? Frunció levemente el ceño pensando cuando una posibilidad hiso que palideciera más de lo que ya era ¡Clarión! ¿Podría estar mal? No perdía nada con seguridad así que cambió el rumbo hacia el árbol del polvillo.

Bajo de la lechuza bastante apurado pero luego se detuvo a respirar y pensar unos momentos, no estaba seguro de nada, así que debía tranquilizarse más. Miro el atardecer y entrecerró los ojos un momento. Entro bastante decidido al árbol, si algo estaba mal lo iba a averiguar.

Subió por unas escaleras hacia arriba, todo estaba en un profundo silencio... esto era raro. Negó con la cabeza y siguió caminando, al pasar cerca de la sala escucho la voz masculina de alguien

-¡dímelo!- decía con una voz furiosa y macabra

–yo... no... lo...se- se escuchó una voz femenina, se sintió casi ahogada. No tardo en entrar y la escena lo dejo en shock unos milisegundos. El hombre de ojos rojos que alguna vez fue parte de sus pesadillas la tenia atada y la estaba tratando de asfixiar con una extraña arena negra

–dímelo o...- el hombre desconocido no pudo terminar lo que dijo porque una ola de escarcha rompió sus lazos de arena haciendo que estos suelten a la reina. Clarión cayó al suelo de rodilla mientras tocia y la herida seguía sangrando

-¿Quién eres?- pregunto molesto el hombre extraño al ver al peliblanco entrando a la sala

-¡vete!- ordeno el señor del invierno mientras le tiraba pedazos de hielo puntiagudos. El desconocido logro esquivarlas antes de saltar por la ventana y salir de ahi.

Milori suavizo un poco su expresión dando se vuelta para mirarla

-¿estás bien?- murmuro mientras la ayudaba a levantarse

–No...- murmuro mientras se apoyaba en él para no caer. Él la tomo entre sus brazos para luego llevarla a su habitación. Milori la miro y luego le vendo la herida

-¿Quien era?- pregunto mientras se sentaba en la cama y acariciaba su cabello, estaba preocupado

-no lo sé- susurro Clarión mientras lo miraba. No podía decir quién era, por lo menos por ahora. Él frunció el ceño no muy convencido de lo que decía su amada

-¿segura?- dijo mirándola

–yo... yo tenía dos hermanos... ellos me dijeron que ese hombre quería algo que yo poseía, no sé qué, porque o para que- ella suspiro y negó con la cabeza –ambos aparecieron... no sé qué es lo que busca- dijo mientras se sentaba y bajaba la mirada

–Lamento lo de tus hermanos- dijo cariñosamente mientras tomaba una de sus manos

–Paso hace demasiado tiempo- trato de sonreír la reina. Milori quedo más convencido, pero algo en su interior decía que ella sabía algo más.

La noche estaba totalmente negra, sin luna o estrellas. Había un hada pelirroja y con los ojos negros que reía y veía como las hadas corrían de su poder asustadas... había un hombre al lado de ella, él tenía esos inigualables ojos rojos. De pronto apareció una luz, era la reina Anastasia.

Esta traspaso a la mujer haciéndola caer al piso. Luego todo se volvió negro. En la otra escena estaba el hombre de ojos rojos arrastrando a la joven princesa hacia una cueva, la castaña estaba inconsciente y su corona brillaba. Luego él la puso sobre una piedra con extraños grabados .

- ¿Dónde estoy?- murmuro la pequeña mientras se despertaba

–Tú me servirás para revivirla- dijo con una sonrisa malévola. La escena volvió a cambiar a una donde la niña lloraba y gritaba horrorizada, mientras veía como él la obligaba a poner sus manos en una roca que brillaba... y le quemaba. La obligo a tomar una poción que le quemo la garganta y de pronto empezó a sentirse muy mal y adolorida. Un grito de miedo y dolor se escapó de la pequeña. De pronto empezó a transformarse en la pelirroja. Otra vez la escena cambia, la pelirroja estaba matando todo a su paso

-¡No puedes matarla! ¡Dentro de ella esta Clarión!- dijo el joven de ojos azules como el mar, la reina asentía y miraba horrorizada lo que pasaba. De pronto el fondo empezó a cambiar al de una cueva, la chica estaba tirada en el suelo y delante de ella estaba el chico de ojos verdes teniendo en sus manos el colgante del trébol. La chica de a poco se fue transformando devuelta en la preciosa castaña mientras el trébol se volvía verde. En la otra escena estaba la castaña llorando entre los brazos de su hermano mayor, tendría que vivir con este monstruo dentro de ella... por lo menos no podía salir a excepción que el chico de ojos rojos lo tuviera en su poder.

Clarión se despertó de repente con la respiración agitada, movió la cabeza ¡hace tanto tiempo que no soñaba con lo que había pasado! Miro a su costado y pudo sonreír al ver al peliblanco dormido. Se acercó a él despacio y rozo con sus dedos el colgante que brillaba en su cuello, no pudo evitar dar una pequeña sonrisa... lo miro unos segundos antes de acariciar con dulzura su rostro, sin despertarlo... se vio tan sereno.

Se sentó en la cama y miro para los lados confundida, luego camino hacia el espejo. Su pelo castaño suelto estaba sobre sus hombros de una forma formal y uniforme. Miro unos segundos la corona que se encontraba en la mesa y al ver su reflejo se vuelta dio unos pasos asustada, ahí en el espejo estaba el reflejo de Cali

–Cuando despierte al primero que matare será a su amado- escucho su voz, en seguida el reflejo desapareció. Clarión retrocedió asustada para luego mirar a Milori... su corazón latía duro, cuando el hombre se enterara de que él tenía lo que buscaba lo mataría. Se sentó en la cama y lo miro angustiada mientras las lágrimas cristalizaron sus ojos, no quería perderlo, pero ya estaba involucrado y no había marchado atrás. Acerco su rostro al de él y acaricio su mejilla con delicadeza, se sintió culpable... se sentó al borde de la ventana y ahí lo vio. El hombre de ojos rojos que la miraba con una sonrisa macabra para luego lanzarle un beso e irse.

Eso la asusto más, que ironía... él era la pareja de Cali, y ese gesto solo significaba que ya sabía quién tenía el trébol o ya tenía una pista de como volverla su hermana otra vez. Respiro agitada y bajo la mirada. de arrepentirse sintio unos brazos que le rodearon la cintura

–No deberías estar despierto- murmuro con dulzura. Ella se dio vuelta y lo abrazo mientras dejaba caer algunas lágrimas

–Tuve una pesadilla...- murmuro asustada. Milori acaricio su cabello y beso su frente

–ven... vamos a dormir...- murmuro mientras seguía teniéndola entre sus brazos. Ambos se acostaron y se miraron... él se durmió mientras la tenía entre sus brazos. Clarión lo miro y acaricio de vuelta su mejilla, una lágrima de culpa se deslizo por su mejilla

–Lo siento...- murmuro mientras se acurrucaba entre sus brazos.

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