CAPÍTULO 11- Boda
FINAL DEL LIBRO 2
La noche ya estaba cerca, las hadas hacian los ultimos preparativos de ultima hora. Milori estaba en una habitación continua al patio
–creo que hay estar bien señor- dijo mientras arreglaba un poco el saco. Milori estaba vestido todo de negro, sus pantalones, sus botas, su camisa y el saco, incluso su capa era de ese color. En un costado derecho estaba enganchada una pequeña flor roja que terminaba siendo el detalle perfecto para él
–Gracias- sonrió realmente convencido mientras se miraba al espejo ¡estaba guapísimo!
Dewey entra mirándolo asombrado
–no creí que harían un cambio tan profundo ¡hasta el peinado te cambiaron!- exclamo el anciano mientras sonreía y ponía los pulgares en alto con las dos manos. El señor del invierno dio una sonrisa y levanto una ceja
-¿los invitados ya están?- pregunto.
En la sala principal todo estaba decorado con flores normales y flores de escarcha o hielo, había varias bancas como que si fuera una iglesia y para subir al altar había unas cuatro escaleras. El altar era uno común pero hecho de madera y adornado con finas flores pintadas expresamente para esta ocasión. Había un lugar donde se hallaba un libro y ese lugar donde estaría la pareja. Las hadas invernales habían practicado hacer nevaditas con copitos pequeños sin que haya ninguna nube ¡el cielo también cooperaba! Las estrellas brillaban diez veces más esta noche.En un costado estaba una larga mesa con comida y la gran torta de quince pisos con unos muñequitos en miniatura del señor del invierno y la reina, en cada piso también había flores de azúcar y una crema que fingía ser escarcha en algunas partes.
El mantel estaba finamente decorado con polvillo azul y dorado, además de los candelabros de plata. En el medio, por donde debería pasar la novia, había una hermosa alfombra roja hecha de pétalos de las más hermosas rosas, las hadas de la luz y las del jardín diseñaron aun las luces apagadas y las flores cerradas, esto hacia que el lugar sea un poco oscuro, pero de todos modos estaban las estrellas.
Sentados ya en las bancas estaban algunas hadas y entre ellas los reyes sureños
-¡¿Cuándo comienza?! ¿¡Llegamos tarde?!- decía histérica la reina mientras el rey se dejaba arrastrar hacia sus asientos
–mis señores, aún no ha comenzado, pero está apunto- explica calmadamente Viola señalándoles a donde puede aparecer igual que a las demás hadas.
Otras hadas se estaban encargando de cuando dejarían ir los fuegos artificiales, mientras hadas de invierno estaban elevados en el aire esperando el momento justo para dejar caer sus pequeños copos, las hadas de vuelo veloz despejaban las nubes, las del agua estaban haciendo pequeñas fuentes a los costados de las bancas, las hadas de los animales estaban ordenando a las luciérnagas, todas estaban haciendo algo.
De pronto llego una persona desconocida, tenia ojos azules y vino acompanado de uno de ojos grises
-¿Quiénes son?- pregunto Viola la mientras los miraban de abajo a arriba, le parecían conocidos, pero no sabían de dónde ¡ese cabello! Debe ser que le grababan a la reina
–Somos de otro país- hablo el de ojos grises
–mi nombre es Ángelo, él es mi amigo Denis, somos sureños- dice mostrando una tarjetita de oro que les había dado Clarión para que se pasaran por invitados, ahí estaba la firma de la soberana. La hada la revision tratando de encontrar algo que le dijera que es falsa, pero era totalmente autentica
–Pueden pasar- hablando haciendo una reverencia y dejando pasar a ambos. Cuando ella dejo de verlos, ambos se miraron y sonrieron mientras traspasaban algunas bancas hasta llegar a una donde se encontraron cómodos, escucharon un cuerpo caer. Al darse cuenta de vuelta se encontró a una hada invierno de pelo blanco con un peinado extraño, estaba vestida de celeste. Ambos se miraron asustados y luego la sentaron en una silla de ahí cerca, luego volvieron a sentarse sin prestarle atención a lo recientemente ocurrido
–La próxima los rodeamos- hablo Denis mirando de reojo al hada
–Es verdad- murmuro divertido el de ojos grises.
Clarión se miró al espejo una vez más absolutamente nerviosa ¿y si algo salía mal? ¿Qué pasaba si había alguna equivocación? Trago en seco, sería realmente horrible. Su largo velo de atrás seria sostenido por los cuatro niños que estaban más que nerviosos. Quitaron sus manos y esperaban la hora de salir.
Milori ya estaba ahí, Dewey murmuraba algunas cosas*, el hada más anciana estaba vestido totalmente azul, con un saco de manga larga y con sus lentes de contacto para leer todo absolutamente bien. Los ministros estaban al lado izquierdo mientras Snow estaba del lado derecho con los anillos en una hermosa cajita de cristal. La gente estaba mirándose unas a las otras tratando de no mostrar su nerviosismo, también trajeron de no hablar, todo estaba en un inmenso silencio.
La reina estaba del otro lado de la puerta, respiraba intranquila mientras miraba a las dos hadas que estaban a sus costados para ir tirando pétalos, ellas estaban vestidas de un hermoso color violeta. Los niños ya estaban en su posición, todo estaba listo. La música tocaba suavemente, Clarión respiro entrecortada. Sintió una mano que le tenía el brazo, al darse cuenta vuelta se encontró con los ojos azules de su hermano
–Aquí estoy- sonrió mientras le apoyaba el brazo para que se apoyara, Dante estaba vestido totalmente de crema claro, estaba peinado a un costado y sonreía con cariño. Ella lo miro y él sonrió le dio el apoyo que necesitaba
–Me alegra estar en este día tan importante- murmuro mientras sonreía. Los niños se miraron los unos a los otros
-¿Quién es usted señor?- hablo Menta, Dante sonrió y la miro
–Soy su hermano mayor, vengo a entregársela a él, luego volveré a donde vivo- dijo con ternura
-¿vive más lejos que el océano?- pregunto tímidamente Sum. El ojiverde volvió a mirar a los niños y luego a Clarión
–vivo más haya que el cielo inclusive- hablo dejando algo confundidos a los chicos.
Cuando las puertas se abrieron todas las hadas se dieron vuelta, quedaron sorprendidos de lo tan hermosa que se vieron la reina, un velo casi transparente le caía sobre la cara, su corona estaba adornada como que si sucesos copos de nieve, y su vestido era tan blanco como esta. Entre sus manos traía un hermoso ramo de jazmines puramente blancos. Empezó a caminar despacio guiado por su hermano, las hadas tiraban algunos pétalos de color rosa hacia la gente, mientras ella pasaba empezaban a prenderse las luces y abrirse las flores que adornaban el lugar, las hadas invernales dejaban caer una fina nevada atrás de ella sin que la tocara. Ella miro a un costado encontrándose con su segundo hermano que la saludaba con una mano en alto y el amigo de Milori que solo sonreía mirando al señor del invierno.
Los ministros cálidos quedaron con dos sorpresas verdaderamente pesadas: uno, lo hermosa que estaba Clarión y dos, el chico que vino al lado de ella era... era... ¡su difundo hermano! Los tres ministros quedaron en piedra ¡era imposible! Lo miraron y Dante les sonrió de manera amigable. Si no fuera porque querrían terminar de ver la boda se habrían desmayado ese mismo instante.
Ella sintió una mezcla de nervios y felicidad, sonreía levemente al ver a las hadas tan absortas en ella. Su corazón palpitaba con fuerza y sus manos utilizaron de no maltratar tanto al pobre ramo que no tenía la culpa de nada, simplemente todo era perfecto. Milori también la miró sorprendida y con una dulce sonrisa, se sintió nerviosa pero no lo dio a demostrar con ningún gesto. Clarión se sostenía del brazo de su hermano con más fuerza mientras se acercaban, si no tuviera el velo se podría notar que estaba ruborizada y levemente sonrojada ¡estaba nerviosa y feliz... y alegre!
Los reyes sureños la miraron con algo de nostalgia, ambos habían tenido que abandonar a su persona amada para cumplir las leyes de la corona, ella por ser la heredera al trono y él por ser hijo mayor del general. Ambos se habían casado solo firmando un papel, no tuvieron fiesta ni nada porque ambos no se amaban. Y aunque hayan pasado años ese peso no se les quitaba de encima, y como no se amaban y solo se vieron como amigos habían decidido no tener hijos. Porque los hijos deben ser una muestra de amor puro, y ellos no querrían darle dos padres que no se amaran. Sonrieron cuando notaron que ella desvió levemente su mirada a ellos, se veía hermosa. Ellos no querían que nadie sufriera lo que tienen que sufrir ellos y esa fue la mayor razón por los cuales los apoyaron en su pareja.
Snow miraba fascinada la escena, era su hermano menor y ahora ya no le pertenecería. Miro de reojo a Milori y le sonrió mientras acariciaba los anillos de boda. Ambos se iban a cuidar bien y de eso no había ninguna duda. Ella volvió su vista a la novia y la miro con cariño. Luego de esto podría llamarla "cuñada", aunque aún le daba un poco de gracia tener que usar ese término con la reina.
Dante sonreía y posiblemente la vista fija a delante. Sus ojos verdes se clavaban en los castaños que lo miraban con algo de asombro y felicidad. Miro a su hermano que se encontraba viendo la escena, grabándose hasta el mínimo detalle. Ambos jamás creyeron que llegaría el día de entregársela a alguien más y, aunque lo ocultaran, estaban realmente celosos. Ellos iban a ser siempre sus hermanos mayores y tener que compartir el amor de su hermana con otra persona los ponía así. Pero se sentían tranquilos, sabían que Milori haría un mejor trabajo que ellos.
Clarión y su hermano subieron las escaleras en las cuales la mirada celeste se cruzó con la castaña pero más cerca. Dante tomo delicadamente la mano de su no tan pequeña hermana y se la entrego con total dulzura al señor del invierno, que acepta su mano agarrándola con gran afecto. Ambos terminaron al lado del otro y Dante se puso al lado de la ministra invernal que lo vio de vez en cuando preguntándose quién era.
Dewey empezó con el largooooooo testamento (perdón, jamás he ido a una boda de verdad así que no lo es) Milori y Clarión a veces cruzaban miradas sonriéndose. Todas las hadas miraban atentas a la hermosa pareja. Como ya estaba previsto el anciano salto la parte donde alguien podia intervenir
–Snow, los anillos- le murmuro por lo bajo a la ministra que les sonrió y alcanzo a los anillos a los casi casados. Dewey primero le dio a Clarión el anillo de oro con grabados cálidos, los anillos brillaron como una estrella. Ella sonrió y ambos quedaron en frente del otro mientras ella empezaba a recitar los votos
- yo Clarión te acepto a ti Milori como mi esposo, prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad y todos los días de mi vida juro amarte y respetarte- dijo mientras le ponía el anillo. Milori le sonrió y tomo el anillo que Dewey le sugirió (el mismo con el cual le pidió matrimonio)
–yo Milori te acepto a ti Clarión como mi esposa, prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad y todos los días de mi vida juro amarte y respetarte- dijo mientras terminaba de ponerle el anillo. El anciano sonrio y hablo
-yo los declare marido y mujer hasta que la muerte los separe, puede besar a la novia- luego de eso el retiro delicadamente el velo del rostro de su amada y se fundieron en un tierno beso. Todos aplaudieron mientras atrás aparecían los fuegos artificiales ¡ya eran oficialmente pareja!
Luego de la fiesta las hadas estaban cenando en el comedor, mientras tanto Milori hablaba con Excite, la reina sureña
–no deberíamos confiarnos, pero si necesita ayuda solo es cuestión de llamarnos. Después de todo ya instalar a varios guardias encubiertos- le dijo bajito para que Clarión no escuchaba. El peliblanco asintió.
Luego de que todo terminara los tres espíritus se despedían de sus amigos
–Cuídala bien- sonrió con cariño Dante mientras le daba la mano de forma amistosa a Milori
–lo hare- promete mientras lo miraba
–Espero volver a verte- hablo Ángelo abrazándolo
–yo también- murmuro él. Denis abrazo a todos sin decir mucho
–volveremos otro día importante ¡por mientras cuídala bien!- dijeron mientras agitaban sus manos y desaparecían. Clarión los miro tristemente y se abrazó a su esposo ahora
–Tranquila mi amor, ellos volverán- murmuro mientras la besaba –después de todo no creo que no quieran conocer a su sobrino- dijo acariciando con cariño el abdomen de su esposa. Ella sonrió y entrelazó sus manos mientras volvían a besarse.
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