49
Yoongi vuelve a cargar el arma y la coloca en su cinturón de seguridad. Mira a su alrededor cómo el resto del grupo se equipa con armas, chalecos y más armas. Puede sentir como si todo fuera un déjà vu, pero a diferencia de antes, no van detrás de Hyun, un simple cobarde con un alto ego. Hay algo dentro de la muchedumbre que se carga con balas, y es el hecho de que en una esquina, se encuentra Yeonsoo luchando con su chaleco; Yoongi intenta acercarse, pero la anatomía del pelinegro se le adelanta, y es entonces que decide observar de lejos.
No siente celos, mucho menos ganas de querer golpearlo, sino, se siente más ajeno a ella que nunca. La pelinegra sin mirarlo le deja ayudarle, y como si se tratara de telepatía; comienzan a cargar sus arma a la par, ayudándose. Sin embargo, no parecen hacerlo de forma consciente, sino más bien, automático. Es en ese preciso momento, en que no puede obviar el hecho de sentirse extraño. La chica que se prepara para la pelea, no se parece ni de cerca a la chica que encontró hace unas horas atrás, en su departamento hecha un nudo de nervios.
La mujer que se alista al lado de Jungkook, es alguien que no puede reconocer. Ni en mil años se hubiese imaginado a Yeonsoo tan cómoda dentro de un cuarto de policía, alistándose para una posible guerra. Mucho menos, el como le pasa cartuchos a Jungkook para que esté los coloque en sus bolsillos de repuesto.
Yoongi quita la mirada espabilado sus pensamientos. No puede detenerse, puesto que ahora que sabe quién es el sujeto que amenazó la vida de su novia, no parará hasta que lo tenga bajo sus pies, como tanto quería.
—Ustedes no pueden cargar con ese equipo —dice el teniente entrando a la habitación.
Taehyung, Seokjin y Hoseok hacen caso omiso, mientras que Jungkook le mira de reojo, pero quien en realidad se detiene para encarar al hombre es Yeonsoo.
—No iré sin ellos.
—Entonces, no vayas. —Se encoge de hombros.
—Nadie irá en mi lugar, ni siquiera los incompetentes de su equipo —contesta con la voz enronquecida.
—No entiendo por qué el equipo SWAT no quiere participar de este operativo, y creo que tendremos una larga charla. —La mira entrecerrando los ojos—. Pero ellos siguen siendo civiles.
—Estoy de acuerdo con el teniente —interviene Jungkook—. Creo que lo mejor sería que se quedaran.
—Dime que bromeas. —Namjoon se cruza de brazos frente a su pecho—. Yoongi no dejará a Yeonsoo sola, y para ser sinceros, yo tampoco.
—Lo lamento, Yeonsoo, ellos están fuera —sentencia, el teniente se rehúsa a dejarles ir.
—Lo siento, jefe —dice Jae, carraspeando—. Estoy de acuerdo con Yeonsoo, creo que lo mejor será mantener este operativo en secreto. Y a ellos dentro.
—¿Bromas, Jae? —suelta sorprendido—. De todos los presentes, creí que tú serías el último.
—No podemos interferir —menciona Seokjin listo para salir—. Nuestro superior ni siquiera está enterado de que estamos aquí, probablemente tengamos una suspensión de un jodido año. Así que lo que decida está bien.
—No quiero más personas heridas —sigue Hoseok—. Si todos estos jodidos imbéciles quieren arriesgar su trasero, me parece bien, pero estoy hasta la médula de que ese bastardo me joda la vida. Mi hermana está en un hospital por su culpa, así que no me pida ser coherente ahora.
—Estoy de acuerdo con mi equipo. —Taehyung se carga una última arma y la guarda en la funda de su cinturón—. Creo que haremos cosas ilegales ahora, y como lo veo tiene dos opciones: arrestarnos o fingir que no vio nada, y dejarnos ir por ese jodido imbécil que dejó a Hunter en una silla de ruedas.
Yeonsoo se estremece ante lo que dice, puesto que aún nadie puede asimilar lo que sucedió con Hunter. Cuando Namjoon lo dijo, sin filtro, la pelinegra enloqueció, quería correr lejos del departamento y matar a golpes a Kwan, sin embargo no podía, porque sabían que, a esas alturas, debía estar preparándose para la guerra que se avecina. No quita el hecho de que, por una hora entera, Yeonsoo se culpó e incluso lloró en silencio sin dejar que alguien le consuele.
Finalmente, fue el mismo Jae quien les dio la ubicación de Kwan y antes de enfrentarlo, debían prepararse para lo que sea. Puesto que no es idiota y están seguro que en donde se encuentre, tendrá tantas trampas como para nunca encontrarlo.
—¿Qué se supone que debo decir a mis superiores? —cuestiona y masajea su sien.
—Tal vez que atrapó a uno de los asesinos seriales más buscado de Corea del Sur. —Yeonsoo dice haciendo sonar su cartucho—. Sabes que el nombre de Ghots, viajo hasta otros países. Ninguno de nosotros quiere reconocimiento, solo verlo muerto o tras las rejas.
—Eres un jodido grano en el trasero, Yeonsoo. —Ríe el hombre de edad mayor—. Mátalo, y no dejes rastros —sentencia y vuelve a salir.
Yeonsoo gira para encarar a Yoongi, pero este se encuentra colocando el arma en el cinturón como si en realidad no hubiese prestado atención a la conversación anterior. No quiere que la pelinegra sienta presión, y tampoco puede obviar el hecho de que le gustaría que ella se mantuviera a salvo, al menos una vez en su vida. El poder hacer la parte difícil. Sabe que no le convencerá, sabe que ella no lo dejará solo y eso le aterroriza aún más.
Ella intenta acercarse, sin embargo Yoongi retrocede al mismo tiempo que toma una segunda arma y la guarda en a la parte trasera de su pantalón, sin antes verificar que tuviera balas.
—¿Sucede algo? —susurra la Yeonsoo a su lado.
—Olvídalo.
—Yoongi...
—No entiendo por qué debes ir —la encara con el rostro sereno.
—No voy a dejarte, lo sabes. —Su rostro cambia, la dulzura con que habló antes desaparece por completo.
—¿Acaso no estas cansada de arriesgarte todo el tiempo? —La toma por los hombros, con sumo cuidado. Ella parece dudarlo y es entonces que Yoongi se permite retroceder.
Yeonsoo se ha querido rendir más veces de las que puede admitir y nunca se dio cuenta. Su corazón da un salto. Se siente idiota e inútil, ella quiso detenerse y él no le cedió el lugar, siempre dejó por sentado que lo hacía porque quería, y con su estúpida moral de no obligarle a nada, no pudo ver cuanto ella quería renunciar.
Yoongi le toma del rostro y la besa. Sus labios se mueven lento, dejando pequeñas mordidas en cada respiro.
—No vayas —le suplica, uniendo sus frentes.
—Esta será la última vez, lo prometo. —Ella se aferra a su cuerpo con necesidad, como si estuviera acostumbrada a despedirse de él a cada segundo.
El pelinegro asiente incapaz de convencerle, sin embargo, no está dispuesto a arriesgarle.
—Si en algún momento las cosas se complican, prométeme que te irás.
—Yoongi... —Ella frunce el ceño, y es entonces que el pelinegro, deja que Isilo salga a la luz.
Yoongi la toma de los hombros, una vez más y la acorrala contra la pared. Puede ver de reojo cómo Jungkook se tensa de inmediato y clava la vista en ellos.
—No voy a permitir que te sacrifiques por mí una vez más —le susurra sereno, causando estragos en Yeonsoo—. No te perderé de nuevo. Necesito que me prometas que si algo sucede te irás.
La pelinegra agacha su mirada presa del miedo. Teme por Yoongi pero, sobre todo, porque desea con todas sus fuerzas correr lejos del peligro y no volver. Por eso asiente, incapaz de verle al rostro.
—Dilo —susurra cerca de su oreja.
—Lo prometo. —Sorbe su nariz.
—Joder, juro que si no te largas en cuanto lo diga. —Yoongi le mira directo a los ojos—. No me volverás a ver, me iré tan lejos como pueda.
—No uses eso en mi contra. —Frunce el ceño.
—Pues no te uses para lastimarme.
—Solo intento mantenerte a salvo.
—Si tu estas a salvo, entonces estaré bien —dice alejándose. Suspira profundo y mira a su equipo que espera a la pareja. Jungkook le mira con el ceño fruncido y aunque entre todos es a quien menos quiere en estos momentos, sabe que sería el único que haría todo por mantenerle a salvo—. Necesito que todos me prometan que, si algo llega a fallar, se llevarán a Yeonsoo lejos.
—¿Qué haces? —El pánico crece en el interior de la pelinegra, puesto que sabe que ahora no podrá mentirle, pues aquellos chicos no le dejarán.
—Joder, prométanme que la mantendrán a salvo. —Yoongi mira con la mandíbula apretada a todos a su alrededor.
—Sí —dicen al unísono.
Yeonsoo deja salir un par de lágrimas y es lo único que Yoongi necesita para tomarla de la mano y salir de la habitación.
—Iré en mi auto, junto con Jungkook —anuncia Hoseok.
—Namjoon está conmigo. —Jae señala su auto en una esquina.
—Solo quedan tres motocicletas. —Frunce el ceño Jungkook.
—Yoongi irá conmigo —menciona la pelinegra, recomponiéndose.
Los demás asientes y suben a los autos. Taehyung se monta en una motocicleta, mientras que Seokjin le imita con la de al lado. Mientras que Yoongi se monta detrás de Yeonsoo, pero esta comienza a sentir como aquella droga cada vez más se desvanece de su sistema, por lo que sin discutirlo demasiado Yoongi se coloca en la delantera para poder conducir.
Así y como si se tratara de un muy mal chiste, conducen hasta donde una vez fue la fábrica de Hyun. Según los contactos de Jae es ahí donde captaron a Kwan hace menos de tres horas, y no ha vuelto a salir. Sin embargo saben que no puede ser tan fácil como se ve, y claro que aquella maleta con la que se le vio es la prueba. A estas alturas, aquél lugar debe ser un campo minado para cualquiera.
Es por eso que Yoongi teme tanto por Yeonsoo. Kwan está dispuesto a ir a la guerra contra ellos, sin importar si al final del día respira o no, pues su principal misión es terminar con la vida de ellos dos sin importar las consecuencias.
Al llegar al edificio abandonado, deciden unirse a unos cuantos metros lejos del lugar.
—Creo que lo mejor será separarnos, así no logra escapar —anuncia Jae.
—No creo que su intención sea escapar, idiota. —Yeonsoo rueda los ojos y toma una de sus coletas para amarrarse el cabello. Yoongi, por otro lado, le imita amarrando también su cabello en una coleta, dejando lo único que tiene rapado al aire.
—Pues no podemos entrar todos por la puerta principal y saludar. —Ríe seco Jungkook.
—Yo digo que pongamos una bomba y que todo explote, con o sin Kwan dentro. —Jin se encoge de hombros.
—¡Jin! —chilla la pelinegra—. No podemos hacer estallar todo, recuerda que esto es una operación en cubierto.
—Pues si no lo hacemos nosotros, estoy seguro que lo hará él —dice Taehyung apoyando a su amigo.
—No sabemos si tiene algún rehén. Kwan no se arriesgaría así —niega Hoseok.
—Aún no puedo creer que sea él, quiero decir, comió con nosotros todos los días, lo intentamos proteger. —Ríe seco Namjoon.
—No es momento para volverse sentimental, Kim. —Seokjin niega divertido—. Entremos de una buena vez.
Yoongi saca un plano viejo que consiguieron en el departamento de policía. Toma una pluma y marca las entradas, ventanas viejas y nuevas por las que podrían ingresar.
—Hay dos entradas... —comienza Yoongi, recordando a detalle aquél lugar.
—De hecho, no. —Suspira Yeonsoo, Jungkook le mira nostálgico antes de que los recuerdos de aquella época—. Hay una tercera entrada, por la que me escapaba a diario. —Yoongi frunce el ceño aturdido por los recuerdos.
En cuanto Kwan desnudó aquella época donde era un fiel ciervo a Hyun, los recuerdos de noches largas y llenas de alcohol lo pisotearon pero, sobre todo, las pocas veces en las que lo escuchó como abusaba y golpeaba de Yeonsoo en aquella habitación de la que él custodiaba. No puede perdonarse, y tal vez, a pesar que toda la tormenta termine, no podrá hacerlo. Pudo detenerlo, pudo ayudarla y en vez de ello prefirió mantenerse en silencio, porque alguna parte de él, creyó que aquella chica lo estaba disfrutando. Había caído en las mentiras de Hyun cuando le decía que ella disfrutaba de que él fuera rudo. Ahora, después de años, entendió que no era placer, aquellos gritos estaban lejos de ser agradables para la menuda.
Sacude su cabeza, espabilando aquellos tortuosos recuerdos.
—Hay un pasadizo por entre las bodegas, lleva directo a donde era la habitación de Hyun. —Ella carraspea—. Pero el agujero no es tan grande, solo puedo entrar yo.
—No irás sola —sentencia Yoongi, y antes de que ella logre protestar, vuelve a hablar—. Jungkook, ven conmigo y Yeonsoo, Taehyung y Jin pueden ir por la entrada principal y Jae junto a Nam y Hoseok entrar por donde salía la carga.
—¿Quién te nombró líder? —se queja Jae.
—¿Tienes un mejor plan? —Se vuelve cruza de brazos sobre su pecho. Este niega con la cabeza y rueda los ojos al cielo.
—Estaremos en contactos por los comunicadores —dice el pelinegro señalando su oído—. No lo duden, en cuanto vean a Kwan disparen a matar. No estamos aquí para leerle los derechos.
La tensión entre ellos se puede palmar con una mano, entonces todo empieza. Yeonsoo camina entre el Yoongi y Jungkook, sintiéndose sofocada ante tanta testosterona; desearía que sus dos mejores amigas estuvieran con ella para hacerle sentir segura de sí misma, puesto que estos hombres, aún creen que ella no puede defenderse sola o solo esperan que se rinda para actuar como los caballeros que creen que son. De cualquier forma, le molesta no poder tomar la delantera, después de todo, es ella quien sabe dónde está la entrada por la que solo podrá entrar su menudo cuerpo. Es imposible que Jungkook y Yoongi quepan por ese agujero, aun sacándose todo el armamento.
Puede escuchar como Taehyung y Jin abren la puerta de chapa oxidada, caminando con sumo cuidado. El lugar es un completo laberinto, a comparación de los otros lugares donde se vieron en aprietos, este está lleno de habitaciones y pasillos vacíos que al final, solo los confunde. A excepción de Yeonsoo y Yoongi, quienes conocen el lugar a la perfección.
—Joder, hay un horrible olor —anuncia Namjoon por el comunicador.
—Tranquilos, puede ser una trampa —responde Taehyung.
Jungkook vigila a su alrededor mientras Yeonsoo intenta sacar su chaleco para ingresar al agujero. Finalmente, entra al lugar sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo, aquellas noches interminables, en aquella sucia cama que aún se encuentra en el lugar. Cada rincón del lugar contiene algún desgarrador recuerdo de sus cicatricen que yacen en su cuerpo y alma. Sin embargo no se permite pensarlo demasiado, debe ayudar a Yoongi a ingresar a la habitación, por lo que se acerca a la ventana que, en aquella época, Hyun se había encargado de sellar, por si ella quería escapar. Jungkook le pasa el chaleco y el arma para que se equipe.
—Debo romper la ventana —le dice la pelinegra.
—No, se supone que entramos por aquí para sorprenderlo —niega Jungkook.
Un sonido proveniente de la siguiente habitación le hace girar. Yeonsoo sabe que está cerca pero, sobre todo, que tiene la oportunidad de correr tras él y atraparlo, sin embargo, lo hará sola.
—Ni lo pienses —dice Yoongi—. Prometiste estar a salvo.
—Es mi oportunidad, Yoongi. —Ella cierra los ojos con fuerza.
—Joder, Yeonsoo. Si te atreves a...
—Volveré —susurra, entonces sale de la habitación.
Yoongi toma su arma, dispuesto a romper la ventana. No puede dejarle sola y en definitiva no debió confiar en ella al creer que se pondría primero. Jungkook le detiene antes de apretar el gatillo.
—Si haces ruido, Kwan sabrá donde estamos y pondrás en peligro a Yeonsoo. Debemos entrar por otro lado.
El pelinegro cierra los puños con fuerza y asiente. Jungkook baja las escaleras oxidadas con agilidad seguido de Yoongi, mientras se cubren espalda con espalda. Saben que aquél sujeto puede ser como un fantasma, y ni siquiera notarían su presencia. Es por eso que, al bajar, corren hasta la parte trasera por donde antes entró Namjoon y su equipo.
Un putrefacto olor los golpea con fuerza provocando que retrocedan, sin embargo se obligan a seguir. El lugar está sumergido en oscuridad tanto que parece una película de terror, así que prenden sus linternas y caminan con sigilo. El almacén es tan grande que ni siquiera podrían escuchar a Yeonsoo gritar; las habitaciones solían tener un aislante de sonido, pero eso fue antes de que se comenzara a caer en pedazos, es por eso que se apresuran.
—¡Lo vi! —susurra Taehyung por el intercomunicador.
—¿Dónde? —Yoongi se apresura a susurrar, directo a las escaleras para subir al primer piso.
—No sé dónde mierda estoy, es una habitación con un cartel extraño —masculla el castaño—. Perdí a los demás.
—Joder, Taehyung. Iba detrás de ti y solo desapareciste —se queja el mayor.
—Estamos en la habitación donde se supone que debían estar, Yoongi —farfulla Hoseok—. ¿Dónde demonios están?
—Yeonsoo decidió continuar sola, debimos entrar por otro lugar —refunfuña Jungkook.
—Harán que la maten —susurra Jin, de nuevo.
Yoongi decide ir habitación por habitación, sin perder de vista al pelinegro que le acompaña. Se ha dado cuenta que es bueno en lo que hace, tanto que no puede sentirse más seguro a su lado, al menos por ahora. Algo dentro de él siempre debe estar atento. No olvida que usó a Yeonsoo para lastimarle, y que le amenazó con inculparlo con tal de que se aleje de ella.
Un disparo proveniente del piso inferior provoca que los corazones de los dos chicos que tienen en mente a la pelinegra, den un salto. Ambos miran en dirección a las escaleras y se mantienen en silencio y atentos a que algo les advierta si deben correr en dirección al sonido, o en contra.
—Lo vi, joder —se queja Jae con dolor—. Me disparó en una pierna.
—Yo te ayudaré —responde Yeonsoo, como si no hubiese escuchado todo lo que dijeron antes.
Yoongi deja salir todo el aire acumulado y no puede evitar sonreír. Mira de reojo como Jungkook relaja su tenso cuerpo y le mira de vuelta. No tiene dudas de que también la ama, y eso le duele un poco más.
—¿Por qué Jae estaba solo? —cuestiona Jungkook y frunce el entrecejo.
—En realidad nos separamos todos, esto es un jodido desastre —masculla Hoseok.
—Quédate donde estás, Yeonsoo —ordena Yoongi.
—Estamos en la planta baja, cerca de la puerta de cargas —menciona Jae.
Yoongi asiente como si ellos fueran capaz de verles y regresan sobre sus pasos. Jungkook esta vez por delante, atento a cualquier trampa que les haya puesto Kwan.
Entonces sucede, un explosión en la planta baja hace que sus pies tiemblen. El lugar se viene abajo, esa era la idea principal y ellos cayeron en su juego. Jungkook corre escaleras abajo seguido de Yoongi.
Pueden ver cómo Yeonsoo con su menudo cuerpo intenta formar un escudo en el herido Jae que se cubre la cabeza. Ambos chicos corren a toda velocidad intentando llegar a ellos, sin embargo, solo Jungkook logra pasar ya que un gran bloque de cemento cae en medio, evitando que Yoongi llegue a ellos con facilidad. Maldice al aire y busca otra salida.
Jungkook llega hasta Yeonsoo y la abraza por encima, para protegerla de cualquier escombro que caiga. El temblor se detiene y el polvo comienza a difuminarse lentamente. Yeonsoo levanta la cabeza para encontrarse con los penetrantes y cálidos ojos de Jungkook.
—¿Estás demente? Me prometiste estar a salvo y lo primero que haces es correr por tu cuenta —le regaña, consciente de que todos están escuchándole.
—Lo siento, era mi oportunidad para...
—Me importa una mierda. Lo prometiste —escupe con enojo. Jae logra incorporarse y le da pase libre para que Jungkook pueda hacer un torniquete en su pierna, y así tenga movilidad hasta llegar al hospital.
—No me grites —se defiende.
—No lo entiendes, Yeonsoo —dice mientras le venda la pierna a Jae con un pedazo de tela—. Tu vida me mantiene con vida, y si quieres asesinarme, entonces adelante. Pero deja de torturarme.
Yeonsoo retrocede incapaz de responder a lo que murmura Jungkook con tanta naturaleza. Su corazón late con familiaridad ante sus palabras y de pronto se encuentra en cualquier misión donde él cubre su espalda.
Le gustaría poder decirle algo que consuele su corazón, sin embargo no logra articular palabra alguna cuando el sonido de un arma siendo disparada la paraliza por un momento. Jungkook cae de rodillas al suelo con el entrecejo arrugado.
Yeonsoo ve cómo una mancha de sangre comienza a formarse en su espalda producto de una bala en su cuerpo. No logra procesarlo de inmediato, y no es hasta que escucha esa voz que se da cuenta de todo lo que pasa a su alrededor.
—Ustedes son una patética representación de Romeo y Julieta, ¿lo sabían? —canturrea Kwan, apuntando su arma en alto.
Jungkook logra colocarse de pie, aun con todo el cuerpo debilitándose por la perdida de sangre, aún cuando sus extremidades tiemblan. Yeonsoo intenta tomar su arma pero Kwan dispara al techo impidiendo que lo haga. Aprovechando que él tiene toda a la atención puesta en la pelinegra, Jungkook levanta su arma y con todas sus fuerzas le dispara en el hombro, provocando que retroceda y se oculte en a oscuridad del almacén.
Jae de inmediato se tira al suelo tomando su arma y linterna, con la que busca el paradero del más joven, sin embargo no logra encontrar nada.
Yeonsoo llega hasta Jungkook que se deja caer de rodillas una vez más. La bala no salió, lo que significa que se encuentra haciendo desastres en el organismo del pelinegro. Los ojos de la menuda mujer se cristalizan en cuanto ve como un hilo de sangre se escurre por la comisura de los labios entreabiertos de Jungkook.
—Vas a estar bien, vas a estar bien —recita intentando mantener la calma.
—¡¿Qué sucede?! —chilla Yoongi desde el otro lado del intercomunicador.
—L-le dispararon a Jungkook —tartamudea Jae, incapaz de creer lo que pasa frente a él.
—Está bien, Jade —susurra Jungkook y la toma de las manitos que intentan detener la hemorragia de la herida—. Debes irte, no estas segura aquí.
—Te llevaré conmigo —se apresura a decir—. Buscaremos ayuda.
—No, solo vete.
—No voy a dejarte, no puedo dejarte, Jungkook —solloza presa del miedo. Intenta levantarle para que salgan del lugar. La salida más cercana no está tan lejos y si se esfuerza un poco podrán llegar a tiempo al hospital.
Una segunda explosión hace que todo el piso tiemblen y los escombros inestables caigan con fuerza. Yeonsoo cae de espalda al mismo tiempo que sus manos se desprenden del cuerpo de Jungkook. Se apresura a levantarse, visualiza al pelinegro en el suelo y cuando se acerca a él, la imagen frente a ella la descompone.
Un gran bloque de cemento yace en sus piernas, inmovilizando por completo su cuerpo, evitando que deje el lugar. Las lágrimas no piden permiso cuando comienzan a bajar por sus sucias mejillas.
Mira a su alrededor, presa de la desesperación, aún con el piso temblando levemente. Camina hasta el bloque e intenta levantarlo para liberar sus piernas, pero el pedazo de cemento no logra moverse ni un poco.
—¡Joder, Jae! ¡Ayúdame! —le chilla a un paralizado hombre que mira la escena con palidez en su rostro.
El castaño sacude la cabeza espabilando sus pensamientos y llega hasta ella. Ambos se colocan en un extremo del bloque y hacen acopio de todas sus fuerzas para levantarlo, sin embargo, no logran moverlo ni un solo centímetro.
—Basta, Jade. Es suficiente —interviene Jungkook—. El lugar se cae a pedazos. Debes irte.
—No te dejaré —insiste.
—Te amo, Yeonsoo —murmura en el silencio del lugar, como si todo se detuviera solo por ellos. Yeonsoo se deja caer de rodillas sollozando con fuerza. Jungkook estira su mano para alcanzar la suya—. Te amo como nunca amé a nadie y como nunca volveré a amar —susurra. Tose y escupe sangre—. Por favor, vete.
—No hables, no seas imbécil.
—Hazme un favor, ¿sí? —Yeonsoo se acerca a él, incapaz de soltarle. Toma su cabeza y deja que descanse en su regazo, sintiendo como el piso a sus pies tiembla con fuerza. Es claro que pronto se derrumbará por completo y no tiene intención de salir si no es con Jungkook a su lado.
—No me pidas que me vaya —advierte, él niega con media sonrisa.
—Cuando adoptes un gato invisible, asegúrate de llamarlo helado, ¿bien? Así nunca lo dejarás de amar.
Aquello solo logra romperle un poco más. Jungkook se está despidiendo de ella y no es capaz de soltarlo. No puede creer que esté perdiendo a alguien más en su vida.
—La familia no te abandona, Jungkook. No puedes dejarme —insiste, con la voz rota y el corazón en la mano.
Yoongi aparece junto a Taehyung y Hoseok al mismo tiempo que otra réplica del derrumbe les hace tambalear. Jungkook gruñe ante la fuerza que ejerce el bloque en su cuerpo.
—Te amo, Jungkook. Siempre lo hice —solloza, sin soltarlo.
—Deben dispararme para que me lo digas —bromea en un susurro—. Te amo, mi preciosa Jade.
—Aguanta, Jungkook. Por favor, aguanta.
—Sácala de aquí, Jae —le ordena al castaño.
Yeonsoo siente como toda la situación es un deja vu, donde ella le pedía a Jae que sacase a Yoongi para salvarlo; ahora es Jungkook quien le pide eso, para salvarla a ella. Yeonsoo se aferra con fuerza al cuerpo de Jungkook quien llora en silencio.
—¡SÁCALA DE AQUÍ! —grita a todo pulmón.
La caída de otro bloque de concreto a lo lejos le hace espabilar. El castaño la toma por la cintura y con todas sus fuerzas logra despegarla del cuerpo de Jungkook, quien le sonríe triste.
—¡No! ¡Jungkook no hagas esto! —grita con fuerza, intentando escapar de los brazos de Jae.
El cuerpo de Jungkook se aleja, y es consciente entonces de las tres anatomías que miraban la escena. Ve cómo Yoongi llega hasta el concreto con ayuda de de Taehyung y luego la luz del día le ciega por completo.
Yeonsoo cae de rodillas al darse cuenta que probablemente, no solo pierda a Jungkook, sino también a Yoongi. Los segundos pasan y nadie más sale de la polvorera del almacén. Quiere correr dentro, sin embargo, Jae no es capaz de soltarle.
A lo lejos, ve a Yoongi salir con el rostro sucio, a Hoseok limpiándose las lagrimas y a Taehyung cargando el cuerpo de Jungkook. Yeonsoo corre de inmediato hasta él y ve el rostro sin vida de quien fue su alma gemela en algún momento.
Taehyung lo deja caer con cuidado al suelo y le da espacio a Yeonsoo para que grite y se aferre a él con todas sus fuerzas.
—Eres un imbécil, Jungkook —solloza con fuerza—. NO debes hacerme esto, despierta. ¡DESPIERA HIJO DE PUTA!
—Yeonsoo... —susurra Jae, pero esta lo golpea y se aferra a él con tu corazón roto. No es capaz de soltar a Jungkook, no cree que sea capaz de hacerlo nunca.
—Llévatela —le ordena Yoongi, con la voz quebrada—. Llévate a ambos.
Jae asiente incapaz de contradecir cualquier cosa que diga. Yoongi se acerca hasta el cuerpo sin vida de Jungkook y lo carga con cuidado. No es capaz de ver los ojos destruidos de Yeonsoo, y ella no es capaz de enfrentarlo a él aún.
Lo recuesta en la parte trasera del auto de Jae. Yeonsoo se monta por el otro lado sosteniendo su cabeza, sollozando y hablándole como si él fuera capaz a despertar.
Acaba de perder a una de las personas más importante de su vida, y no podrá recuperarse nunca de ello.
El auto arranca y es lo último que Yoongi ve de Yeonsoo y Jungkook. Subestimó por completo el amor que ella le tiene a Jungkook, y acaba de tragarse todo lo que pensó en algún momento. Ella sabía todo lo que él era capaz, y aún así no pudo dejar de amarle; no pudo soltarlo.
Otro estallido le hace espabilar del dolor que siente. Mira a su lado buscando el paradero de Namjoon y Jin. Este corre rodeando el gran edificio hasta la puerta trasera del lugar, justo donde se supone que debían salir, sin embargo, lo único que se pude ver es cómo Jin camina levantando las manos, sin su chaleco puesto y la mandíbula apretada. Yoongi levanta en lo alto el arma, apuntando lo que viene detrás. El resto del equipo no tarda en aparecer detrás de él sin embargo al ver a Jin arrodillarse, y al menudo Kwan detrás, apuntando directo a la cabeza de Nam, se obligan a mantener sus cinco sentidos activos. El sujeto está loco. Acaba de matar al pequeño Jungkook. En un cerrar y abrir de ojos, podría acabar con la vida del castaño y el pelinegro de rodillas.
—Estás rodeado, Kwan. —Yoongi habla sereno y fuerte, tragando el nudo que se formó antes en su garganta—. Es suficiente.
—No soy Hyun, Isilo. —Ríe de lado, provocando que un escalofrío le recorra toda la espina dorsal entonces lo hace. Dispara justo sobre la espalda de Jin, provocando que caiga en un golpe seco al suelo—. Bajen sus putas armas, o el siguiente es Namjoon.
Hoseok siente como su corazón se destroza poco a poco. Su compañero se encuentra boca abajo, con un hueco en su espalda probablemente al filo de la muerte. Es por eso que asiente y baja el arma, colocándose de rodillas. Taehyung lo imitan pero Yoongi no pude hacerlo, no puede dejarle ganar tan fácilmente.
—¿Eres sordo? —farfulla Kwan, entonces dispara justo sobre el pecho de Hoseok. Este cae de espaldas sin respiración.
—De acuerdo. —Yoongi tira el arma lejos y se saca el chaleco—. Sé que me quieres en su lugar, así que es suficiente de muertes, solo llévame.
—Por supuesto. —Sonríe—. Vamos.
Empuja a Namjoon quien cae de rodillas mirando el cuerpo inerte de su compañero. Yoongi llega hasta él y este lo toma del cabello con fuerza, obligándolo a mirarle al rostro. Kwan se acerca con cuidado, oliendo el sudor del pelinegro, como si aquello lo excitara de sobremanera.
—No sabía cuánto te deseaba hasta ahora. —Le sonríe de lado.
Yoongi no hace ninguna mueca, se mantiene sereno y con el semblante serio. Kwan sonríe cómplice de aquella actitud; no esperaba que reaccionara, al menos eso no lo haría Isilo el que él conoce.
—¿Listo? —Kwan ríe, entonces tira una pequeña bomba de humo entre los chicos fuera de la fábrica confundiéndolos. Al mismo tiempo que toma a Yoongi del cabello y lo ingresa de nuevo al almacén. Camina hasta llegar a la puerta principal, donde antes cayó un gran pedazo de concreto, pasa por una puerta que se le había olvidado por completo y sube al primer piso, donde sin pensarlo dos veces, ingresa a la que alguna vez fue la habitación que él mismo usaba en ocasiones—. No tengo intención alguna de escapar, sé que moriré aquí, pero no me iré sin ti.
—¿Qué quieres de mí?
—Quiero que te desvistas. —Lo mira de pie a cabeza.
Yoongi suspira y comienza a desvestirse. Acaba de dispararle a tres de sus amigos, Kwan no juega, y si le dijo que iba a llevárselo, es porque así será. Solo lamenta haber desperdiciado los últimos momentos con Yeonsoo de esa manera.
El pelinegro visualiza una pequeña granada en su bolsillo delantero, a la vista de todos. Por lo que tiene la oportunidad de poder hacerlo estallar en mil pedazos, aún si él termina de la misma forma debe pensarlo con cuidado. El hecho de que lo haya llevado hasta ahí, en vez de escapar le asusta. Debe tener un plan retorcido en su cabeza.
—Traías aquí a cada impura y sucia mujer —dice Kwan, caminando de un lado a otro, deleitándose con los movimientos de Yoongi mientras se quita su ropa. Sabe que sus compañeros, aunque intenten entrar para salvarle no lo encontraran, puesto que Yoongi usaba a aquella habitación porque estaba escondida de todos, y así no debía ser molestado por nadie.
—Quiero que me hagas gritar como lo hacías con ellas, y al final, quiero verte suplicando por tu vida —dice casi eufórico.
Yoongi queda solo en ropa interior, dejando al aire su piel blanquecina, sus cicatrices y su rostro neutro. Kwan se acerca él y pasa el arma por sus pezones. El frío material provoca que su piel se erice, sin embargo, se las arregla para mantener su semblante sereno. La reacción de su cuerpo parece causarle estragos a Kwan, ya que cierra los ojos con deseo y los clava justo sobre su piel erizada.
—No sé si podré detenerme una vez que te pruebe. —Sonríe de lado. Saca una navaja y comienza a cortar lentamente debajo de su pezón, sin hacer demasiado daño.
Yoongi respira con dificultad, a estas alturas probablemente aquél humo tenía algún químico, su equipo estará desmayado, lo que quiere decir que está completamente a solas con él, y para empeorar todo, puede sentir como los nervios comienzan a crecer y el pánico se apodera de sus cinco sentidos. Es el fin y él lo sabe. La cálida lengua de Kwan le recorre el hilo de sangre que ha creado la herida. Es tan retorcido que no puede ni siquiera imaginarse la clase de torturas que tiene pensadas para él.
Sin embargo, todo sucede de forma lenta, casi como cámara lenta. Alguien a espaldas de Kwan le dispara justo sobre el hombro sano, provocando que caiga de rodillas. Yoongi espabila justo a tiempo para patear el arma que lleva en manos tan lejos como puede, al mismo tiempo que quien le acaba de salvar la vida dispara sobre el seguro de la ventana y salta fuera de ella. Yoongi intenta imitarlo, pero Kwan lo toma del tobillo.
El pelinegro lo golpea a puño cerrado y toma la granada en su bolsillo, agarra su playera y envuelve aquella granada dentro de la boca de Kwan, impidiendo que pueda escupirla.
—Esto es por mi familia, imbécil —susurra en su rostro, viendo sus ojos cristalizarse por la falta de oxígeno, pero no se ve triste, sino sonríe ante lo que acaba de hacer.
Yoongi corre por donde antes escapó y salta. La granada explota y él cae sobre la fría arena, dejando que su vista nublada lo envuelva, viendo como aquél edificio se envuelve en un ardiente fuego creciente.
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