46
La pelinegra se sube en el primer taxi que encuentra directo a su departamento, a esta hora, si decide tomar un taxi hasta donde se encuentra Haneul y Yoongi, no llegará a tiempo; es por eso, que al bajarse del vehículo, corre escaleras arriba y entra a su antiguo departamento. Se dirige directo a la habitación y antes de siquiera pensar en lo que está haciendo, saca de su mesa de luz un botiquín y una jeringa.
No se siente orgullosa de lo que ha guardado durante mucho tiempo, pero una parte de ella, le suplicaba que lo tuviera de respaldo, pues en realidad no estaba segura de si algún día podía necesitarlo, de hecho, esperaba no hacerlo.
Saca el protector de la aguja con su boca y la clava justo en su pecho. Necesita tener movilidad si quiere correr y pelear contra quién sea que los tiene cautivos. Pero no es idiota, sabe que probablemente sea una trampa, así que mientras se saca el soporte al sentir que aquella droga hace efecto, toma su móvil en mano y le marca a Taehyung.
—¿Hola?
—Tiene a Yoongi —escupe colocando su chaqueta de algodón deportiva, cambia sus cómodas zapatillas de andar por sus botas y ata su cabello corto en una coleta—. Tienes que volver.
—¡Joder! —chilla—. Era una maldita trampa.
—Se me acaba el tiempo, necesito que vuelvas ahora. —Toma las llaves de la motocicleta que duerme en la playa de estacionamiento y saca un pequeño maletín, escondido debajo de su cama.
—No puedo, estoy atascado. Hubo un accidente y probablemente no me mueva hasta dentro de una hora. —Se filtra lo irritado que en realidad se encuentra.
—Llama a los demás —ordena mientras coloca llamada en alta voz. Yeonsoo toma un arma y municiones.
—El único apoyo que puedes tener ahora es mi equipo, que está junto aquí.
—Llamaré al teniente.
—Está con Hunter, no vendrá hasta mañana.
—¡Joder, Taehyung! —Golpea la puerta.
Cierra los ojos con fuerza. No tiene apoyo, ni demasiadas municiones. Está completamente sola, sin mencionar que la única persona que puede ayudarla, es probable que esté ebrio. Respira profundo intentando tranquilizar su acelerado corazón, no puede caer ahora, no cuando ellos dependen de lo que decida ahora.
—De acuerdo, te llamaré luego. —Yeonsoo suspira rendida.
—No vayas, no puedes ir sola Yeonsoo.
—No tengo otra opción.
—¡Joder! No seas idiota. Sabes que es una trampa. —La desesperación se hace aún más presente en sus palabras.
—Me importa una mierda eso —carraspea para evitar que su voz se quiebre.
—¡No te atrevas a ir sin mi! —Yeonsoo puede escuchar como el castaño baja del auto—. Iré corriendo si es necesario.
—Te veo luego, Teatae —dice y corta. Está consciente que nada de lo que diga podrá calmar el corazón de su castaño amigo, y aunque le gustaría decirle otra cosa, no puede. Ya está cansada de despedirse de las personas que quiere, ya no puede seguir haciendo esto.
Lo más probable es que al llegar, Ghots la capture y la torture, o tal vez, torture a Yoongi frente a ella. Hay tantas posibilidades, tantas cosas que pueden salir mal, sin embargo no puede detenerse a pensarlo, no cuando hay al menos una oportunidad de salvarlos.
Por eso sale del departamento directo a la playa de estacionamiento, dónde se monta a su motocicleta con polvo y la enciende. Hace rugir el motor bajo ella, puede sentir la vibración de la motocicleta en sus pies que es camuflado con el temblor de su cuerpo. Su corazón palpita con fuerza y su cuerpo suda. Tiene al menos diez minutos para llegar al lugar y rescatar a quien sea que se encuentre ahí.
Sale a la avenida y comienza a atravesar los autos estacionados por el tráfico, recibiendo bocinazos e insultos de parte de los conductores, pero no le importa, el lugar parece acercarse al mismo tiempo que el tráfico es más escaso, y así puede aumentar la velocidad.
No va a mentir, al decir que en un par de ocasiones, estuvo a un segundo de colisionar contra algún auto. Al final, decidió subirse a la acera y salir del barullo de autos amontonados. Así fue que llegó a tiempo al gran edificio abandonado.
Aquél lugar le recuerda a la fábrica abandonada de Hyun, en dónde procesaba su droga y la vendía. Recuerda que en aquel tiempo, el chico que en ese momento solía ser su novio, había construido un pequeño departamento justo en el último piso y ahí era donde vivía. Rodeada de armas, droga y personas que la custodiaban.
Incluso recuerda que en ese entonces, ella no era ni la mitad de valiente que fue al escapar de aquella fábrica. En varias ocasiones, el mismo Yoongi fue su guardaespaldas, y aunque en ese momento le temía, no puede obviar el hecho de que se sentía a salvo con él, nunca intentó propasarse como lo había hecho el resto de sus compañeros. Aunque puede contar con sus dedos las veces que cruzó palabras con Isilo en ese entonces, puesto que Hyun jamás le dejaba sola, mucho menos acompañada de otros hombres a no ser que tuviera una urgencia de la que ella no pudiera acompañarlo.
Su corazón se oprime al recordar sus pequeños encuentros, no puede imaginar cuan lejos a llegado. De ser salvada por él, a ser ella misma la que lo salve, la que tome un arma y enfrente a cualquier demente que se atreva a tocarle. Su pecho se llena de coraje, saca su arma del bolsillo trasero y sube con sigilo las escaleras.
El lugar es iluminados por grandes ventanales de vidrios, y está completamente vacío. A un costado, se puede apreciar una escalera oxidada no con escombros y suciedad sobre ella. Puede apreciarse la ausencia de personas en el lugar, y es entonces que la desesperación comienza a crecer. Sabe que hay una posibilidad de que le haya engañado por completo, pero no puede detenerse a pensarlo, no ahora.
Sube al primer piso y entra a la primera puerta, encontrándose con una gran oficina, más escombros y pedazos de hierro oxidados por todos lados. Decide continuar con la siguiente puerta, y la misma escena la sorprende. Vuelve hasta las escaleras y sube hasta el segundo piso, y a diferencia del primero, puede ver retazos de ropa manchados de sangre. La pelinegra toma un retazo sin quitar la vista del frente, está consciente de que puede sorprenderla. El líquido aún está fresco, lo que es una mala señal.
Yeonsoo observa cómo aquellos retazos la guían a la siguiente habitación, como si fuera un camino. Su corazón se acelera y se apresura a abrir la puerta apuntando en lo alto.
Al entrar debe voltear rápidamente para vaciar su estómago en el suelo. La imagen frente a ella la descompone. Hay un cuerpo o lo que queda de él, y aparentemente, Ghots, se ha divertido haciendo arte, faltan partes de sus extremidades, aunque se puede ver claramente todos sus órganos al aire.
Yeonsoo sabe que no es Yoongi, mucho menos Haneul, pues aquél cuerpo tiene dibujos tatuados por todos lados. Es por eso que sin pensarlo demasiado, vuelve a las escaleras y sube hasta el tercer piso.
En él puede encontrar cartuchos de balas ya usadas, pisadas y hasta un delantal manchado de sangre. Probablemente, son las herramientas que ha utilizado con quién sea que está en el piso anterior.
El pulso de Yeonsoo palpita detrás de su oreja hasta el punto de querer correr lejos del lugar. Tan solo quedan dos pisos y todavía no hay señales de que haya alguien vivo en el edificio. Solo un cuerpo y desechos que podrían darle alguna pista. Está segura que no encontrará nada, Ghots no le hubiese dado la dirección si había una mínima cosa que lo expusiera.
La pelinegra vuelve a su camino hasta el cuarto piso, dónde ve una silla en el centro, con un sujeto atado en él. Yeonsoo se paraliza en el lugar, pues aquél sujeto lleva la chaqueta de Yoongi, sus zapatos y hasta probablemente su pantalón de mezclilla, sin embargo, no es aquello lo que le detiene, sino, el gran agujero que sale detrás de su cabeza.
Las lágrimas se acumulan en su rostro, su cuerpo tiembla, y aquella seguridad con la que subía piso por piso, desaparece por completo. Ya no puede seguir manteniendo aquella arma en lo alto, porque su corazón se rompe cada vez más al compas de las gotas de sangre que caen al suelo. Su respiración se atora y debe desviar la mirada para no perder el control. Sus piernas flaquean y cae de rodillas, no puede acercarse, no puede ver su rostro sin vida, aquellos felinos ojos vacíos, y su cuerpo muerto.
Comienza a gatear hasta él, sin quitar la vista del sucio suelo lleno de pequeños pesados de escombro. Cada recuerdo comienza a torturarla, desde que llegó por primera vez a la puerta de Taehyung, hasta la noche anterior, dónde la besó, la consoló y se despidió.
Lo toma de los pies, y hace acopio de todas sus fuerzas, entonces, sube la mirada. Su respiración se atora y su cuerpo da un salto. Aquél chico, no es Yoongi. La felicidad la invade, al mismo tiempo que la desesperación y el pánico la consume desde los pies. Yeonsoo ríe incrédula y lo toma del rostro, para verificar que realmente no es aquél chico.
Toma la manga de su chamarra, dónde hay un pequeño botón plateado. Ella vuelve a reír, presa del nerviosismo.
—Joder, Yoongi. Te compraste una chamarra muy barata —dice al ver que es casi idéntica a la de él, pero la diferencia, es que hace casi ya dos años, cuando comenzaban su relación, el había perdido aquél botón y ella lo reemplazó por un botón de color negro con una pequeña rosa en el centro. Era lo único que la diferenciaba de todas las demás.
Seca sus lágrimas y hace una pequeña reverencia al cuerpo del muchacho, lamenta su desafortunado final pero le alegra que no sea el chico que ama con todo su ser. Ahora lo sabe, acaba de experimentar lo que se siente el perderlo, y no está dispuesta a volver a sentirlo, no sin antes matar a todos los que se atrevan a tocarlo.
Vuelve a subir las escaleras, con más rapidez, está cansada de jugar con Ghots, porque sabe que aunque él no esté ahí, le observa de algún lugar, y eso no se lo puede perdonar.
Antes de llegar al último escalón, respira profundo, el pensar que estará vacío le causa más estragos de lo que esperaba. Por eso, llena sus pulmones de aire y sube a su último destino, que al igual que el primer piso, solo hay pilares y escombros. A lo lejos, puede visualizar una anatomía atada en uno de los pilares.
Yeonsoo se acerca con sigilo, sin quitar la vista de sus alrededores, sabe que hay algo más, sabe que esto no es todo, y por eso no puede bajar la guardia. Sin embargo, al llegar al pilar, ve a su amiga respirando con dificultad.
—¡Haneul! —chilla al borde del llanto. Saca un cuchillo del bolsillo trasero y comienza a cortar las cintas.
La castaña se encuentra inconciente, por lo que no reacciona a su llamado. Yeonsoo la toma del rostro y la golpea con fuerza, pero no parece reaccionar.
Ella sabe que aunque haga su mejor esfuerzo, no podrá bajarla cinco pisos, mucho menos, sin hacerle daño. No después de enterarse que en su vientre lleva un bebé.
Sin embargo, aquello no es lo que más le causa estragos, sino el hecho de que mira hacia todos lados, y no hay señales de Yoongi.
Lo sabía, no podía ser tan idiota Ghots al entregarle a ambos tan fácilmente. Sabe que pronto recibirá una llamada de él, y probablemente le pida una última cosa para liberar a Yoongi, así que mientras espera, debe sacar a Haneul de ahí. Pero sola no puede, es por eso, y ante la desesperación, corre escaleras abajo hasta el sujeto en la silla, toma su playera y rompe un gran pedazo.
Vuelve hasta la castaña y suspira.
—Lo siento.
Entonces lo hace, dispara justo en su pierna, dónde sabe que solo dolerá como el infierno pero no le causará ningún daño irreparable.
La castaña grita al aire, al mismo tiempo que Yeonsoo con el trozo de tela que rompió, le envuelve la herida.
—¡Yeonsoo! —chilla la castaña, un poco más espabilada.
—Hija de puta, porqué no me dijiste que estabas embarazada. —Toma su brazo y lo cuelga entre sus hombros para agarrarla por la cintura.
Comienzan a bajar con rapidez y torpeza, pues la castaña le cuesta caminar. Comienza a quejarse al mismo tiempo que al llegar al primer piso, ambas tropiezan y rodan por las escaleras.
Yeonsoo se golpea la cabeza con fuerza contra un pilar. El golpe ensordecedor la confunde un instante, puede ver todo borroso y como si se estuviera moviendo. Finalmente, antes de dejarse llevar por el sueño, logra ponerse de pie y busca con la mirada a Haneul, quién se encuentra desmayada a un lado del camino.
—Joder —escupe por lo bajo.
Se coloca de pie de nuevo y se cuelga a la castaña en la espalda, para bajar el último estrecho de escalera que le queda y salir del lugar. Sus muslos duelen y parece que su espalda está a punto de romperse en dos. De cualquier forma, logra salir y llegar hasta su motocicleta.
—Juro por dios, que si todo sale bien tendrás que cargarme por diez manzanas —chilla a la castaña, se maldice así misma al darse cuenta que debe correr a un hospital, pues probablemente Ghots le llame y ella dejará tirada a Haneul en cualquier lado.
Se maldice por lo que está pensando y vuelve a entrar al edificio, corre escaleras arriba hasta el sujeto en la silla.
—No sé quién eres, pero te haré un bonito funeral e iré a visitarte todos los años —se disculpa haciendo una reverencia. Suspira y toma su cinturón para sacarlo con agilidad.
Vuelve a correr escaleras abajo hasta llegar a la motocicleta, con una desmayada Haneul a su lado. Vuelve a colgarse a la castaña en su espalda y a duras penas, se sube a la motocicleta, coloca el cinturón amarrando sus cuerpo y luego se cuelga las manos de Haneul por sus hombros.
Lo más probable es que no lleguen juntas al hospital, o al menos, no a la velocidad que ella conduce, por eso, y sin pensarlo demasiado, enciende la motocicleta y sale disparada al hospital más cercano.
Su corazón parece romperse al darse cuenta que no tiene idea de dónde demonios puede encontrarse Yoongi, sin mencionar, que tal vez ya esté muerto, o fuera de la cuidad. Tal vez Ghots nunca tuvo la intención de liberarlo. De hecho, ahora que lo analiza a detalle, es posible que los quiera a ambos, para torturarlos a la par.
Pero puede persuadirlo, estuvo tres meses en un campamento aprendiendo como manipular a una persona. Debe sacar todo su lado oscuro para que deje libre a Yoongi.
—¡Ayuda! —grita al estacionar al frente del hospital. Un grupo de enfermeros y médicos se acercan y toman a Haneul entre sus brazos.
—¿Está bien? —Una doctora intenta revisar a Yeonsoo pero esta se zafa de su agarre.
—No me toque, es ella quien está mal —dice señalando a su amiga—. Está embarazada.
—Un equipo se hará cargo de ella, déjame ver que estés bien.
—¡No me toque! —Le apunta con el arma.
No pretendía amenazar a nadie, sin embargo el reloj corre y cada segundo que pierde al intentar salir del lugar, es un segundo que Yoongi está en manos de aquél sujeto.
Decide sacar su móvil y revisar aquella foto, que hasta ahora, se ha dado cuenta que se la envío desde el móvil de Yoongi. Amplía la imagen a detalle, viendo el color de las paredes y la poca iluminación del lugar.
Su corazón da un vuelco a ver un dibujo detrás de él. Fue tan idiota al no darse cuenta desde un principio. Yoongi se encuentra en su casa, en aquella dónde toda su historia comenzó.
Mira como el equipo médico se llevan a Haneul en una camilla y es lo único que necesita para retomar camino hasta la pequeña casa.
Recuerda que en una ocasión, ambos estaban platicando después de un hermoso momento juntos, ella tomó una pluma y comenzó a dibujar un pequeño niño junto a una rosa. El dibujo era mediocre, hasta el punto de parecer hecho por un pequeño, sin embargo, Yoongi había tomado varias plumas de su cajón y comenzó a pintarlo. Le había trazado de una manera magnífica, modificándolo por completos hasta el punto de parecer profesional, pero sin perder su originalidad.
Debajo de él, habían escrito palabras cursi, aquellas que creyeron nunca decir, sobre lo que significaban el uno para el otro, burlándose sobre lo tonto que se vería.
Sin embargo, es aquello lo que le ha dado la pista de dónde se encontraba.
Yeonsoo conduce desesperadamente por las calles, sin darse cuenta del momento en que sus ojos comenzaron a cristalizarse, para finalmente soltar sus lágrimas. Dónde el casco le había hecho tanta presión que se lo quito para poder respirar. Pero no pudo llegar tan lejos, pues hay un embotellamiento y no puede pasar, a menos que fuera a pie. Por eso, baja de la motocicleta y comuenza a correr.
Corre como si no hubiese un mañana, dejando que el frío aire queme sus pulmones, que su nariz pique y sus músculos se tendrán con cada movimiento que ejerce. Corre porque su vida depende de la persona que esté en aquella habitación. Corre porque es lo único que puede hacer.
Su móvil suena y le atiende, sin dejar de correr.
—¡Vaya, Yeonie! No creí que fueras a darte cuenta —dice burlón—. Espero que logres llegar a tiempo porque se acaba.
La pelinegra estrella el móvil contra el suelo y ejerce más fuerza. Puede ver la pequeña casa a lo lejos, puede sentir su corazón bombear con fuerza y sus pulmones suplicarles por un poco de aire.
Entonces sucede, a una calle de atravesar aquella puerta, las ventanas de la casa estallan en una explosión. Yeonsoo grita desgarrando su garganta, dejándose llevar por aquellos ensordecedores sentimientos que no le dejan respirar. Una réplica más, hace estallar lo último que queda de la vivienda, provocando que personas salgan de sus casas completamente asustada.
Yoongi ya no está, ha muerto. Y no hay nada que pueda hacer para que aquello sea diferente.
Su cuerpo tiembla y cae de rodillas, cerrando los puños con fuerza.
Lo ha perdido para siempre.
La furia se apodera de su sistema, cegando su cordura. Vuelve a correr, pero ahora, directo al departamento de Yoongi. Dispuesta a torturar a Jungkook hasta que aquél dolor que crece en su pecho desaparezca. Llega hasta donde antes dejó su motocicleta y la enciende.
Conduce directo al edificio, irradiando furia, con el corazón roto y el alma debilitada. Tira la motocicleta frente a la entrada y saca su arma, para asegurarse que nada fallará cuando apunte a la cabeza de Jungkook. Sube las escaleras de dos en dos y llega hasta la puerta.
Sus pensamientos están nublados, por lo que dispara directo a su picaporte y está se abre de inmediato, camina a paso decidido. Entonces lo ve.
Yoongi se encuentra acorralando a Jungkook, dispuesto a dispararle en la cabeza.
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