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Yeonsoo pasa el lumbar de la puerta con recelo el tener a tres chicos custodiándola desde que dejaron salir el hospital. Le han cansado más mentalmente de lo que creería. Yoongi no dejaba que ninguno de los dos chicos pusiera una mano sobre ella, tal vez se sentía amenazado por ellos, aunque le pareciera ridículo para ella, pues le dijo en incontables ocasiones que nunca podrá amar a nadie más que no sea él. Sin embargo, ahora con la presencia de ellos, puede sentir cuan desconfiado en realidad es.
Por otro lado, desde que salió de la habitación mantuvo aquella foto a su lado escondida entre sus prendas, para que así nadie pueda verla. Es claro que no puede entregarle a Yoongi, eso ni dudarlo pero, en definitiva, no dejará que lastime a Haneul, es por eso que espera a que Ghots se comunique con ella, porque claramente lo hará. De alguna forma, tienen que acordar un lugar de encuentro y aunque le pese, sabe que aquel sujeto la quiere a ella, por eso, por última vez, se sacrificará por el amor de su vida, pues no puede permitir que llegue a él y está dispuesta a convencerlo para que la tomé en lugar de Yoongi.
Sabe que no le perdonará porque ya la perdió una vez y le prometió no volverlo hacer. Es por eso que nada puede fallar, en cuando Ghots la contacte ella irá en lugar de Yoongi, siempre y cuando libere a Haneul porque sabe mejor que nadie que aquél sujeto no juega, y puede entregarle a su amiga en trozos. Se siente tan frágil y molesta por lo que sucede, que si no fueran las dos personas que más ama las mandaría al demonio.
Haría cualquier cosa por Yoongi aunque ya está cansada de ser la que se sacrifica. Es consciente que no podría pedirle al él que se entregue, aunque le gustaría poder respirar un poco. Estos días se han vuelto un martirio con sucesos que no le han dejado respirar ni un solo segundo. Es por eso que ni siquiera protestó cuando le dijeron que por lo que queda del día de hoy, se la pasarían en el departamento buscando al hermano de Hyun, lo que es extremadamente exagerado y poco práctico; aún así, Yeonsoo aceptó, debe esperar y si puede dormir un poco le hará bien a su cuerpo, prepararse mental y físicamente para lo que viene.
Yoongi toca a la puerta de la habitación y pasa encontrándose a Yeonsoo luchando por intentar colocarse una chamarra. Él sonríe y se acerca a ella para ayudarle.
—¿Tienes frío? —La abraza por los hombros.
—Creo que tú calefacción se rompió —menciona y se acurruca contra el pecho de su novio, oliendo su peculiar colonia.
—No la encendí. —Intenta separarse, sin embargo la pelinegra se niega a soltarlo. No sabe cuánto tiempo le queda a su lado y lo último que quiere es no recordar cada parte de su cuerpo, cada olor y sonido.
—No me dejes —susurra y se aferra con fuerza.
—Nunca te dejaré —le consuela y sonríe de lado. Él la toma por las piernas y la levanta por lo alto, para que la menuda envuelva su cintura con ellas y lo abrace por los hombros. Sin embargo, gracias a su soporte en el hombro ahoga un grito cuando intenta abrazarlo.
Yoongi le baja asustado y un poco aturdido por el grito. La idea de lastimarle más de lo que ya se encuentra le permite dar dos pasos hacia atrás y explorar cuando daño le hizo. Y aunque e hubiese gustado disculparse por tu torpe maniobra, dos anatomías aparecen asustados por la puerta viendo a la pareja expectante.
—¿Estás bien? —Intenta acercarse Taehyung.
—Estoy bien, solo intentaba ser candente —dice y ríe por lo bajo.
—Ven, vamos a encender la calefacción. —Yoongi la toma por las piernas, sin tocar su lado herido, y la lleva hasta la estancia dejando a los chicos atrás—. No entiendo que demonios hacen aquí.
—¿Celoso, Min? —bromea ella.
—¿De Taehyung? —Ríe burlón—. Ya quisiera que lo viera como rival.
—¿Ves como rival a Jungkook? —Suena más sorprendida de lo que esperaba.
—Jungkook —calla—, él es especial para ti, y viviste cosas a su lado que nunca podré superar. No lo veo como rival, aunque odiaría que él signifique más para ti de lo que creo.
—Te amo, Yoongi. —Frunce el ceño—. Creo que no hay nada más poderoso que amar a alguien, tu significas para mí lo que cualquiera jamás podrá.
—Gracias. —Hace un puchero involuntario. Yeonsoo ríe y lo besa incapaz de soltarlo.
La idea de confesarle a Yoongi lo que sucede para así planear una trampa a Ghots le pica. Sin embargo sabe que no puede, por el simple hecho de que no sabe quién es realmente el hermano de Hyun, ya no puede confiar en nadie más que no sea ella.
El sonido de una llamada entrante suena desde la habitación, Yeonsoo corre de inmediato, no necesita ser una genio para saber quién está al otro lado de la línea. Toma el aparato y vuelve a correr, ahora dentro del cuarto de baño. No puede obviar el hecho de que los tres chicos le han visto a detalle cada paso que dio.
Antes de atender, abre la regadera y respira profundo. Su mano tiembla y debe morder su mejilla interna para controlar el temblor de su voz.
—¿Quién?
—¡Yeonsoo! ¡Ayúdame! —Puede escuchar a lo lejos la desgarrada voz de la castaña.
Yeonsoo debe taparse la boca para evitar sollozar. Sus ojos se inundan en lágrimas y las ganas de correr hasta ella son inmensas.
—Aún está con vida, y no quiero lastimarla—dice Ghots, con la voz distorsionada.
—No te entregaré a Yoongi —dice, conteniendo las lágrimas—. Si quieres torturar a alguien, tómame en su lugar.
El sujeto parece dudarlo un segundo.
—No esperaba menos de ti, Yeonie.
—Dime dónde verte, e iré—deja que un par de lágrimas se deslicen por su mejilla. Sabe que está vez no habrá una Hunter que la salve, ni estará en manos de Hyun, sabe que en el momento que salga dispuesta a entregarse, será su fin.
—Te llamaré pronto, prepara un bolso porque estarás conmigo un largo tiempo—susurra malicioso.
Un escalofrío recorre el cuerpo de Yeonsoo, al saber que aquello significa, una tortura diaria. Asiente, a pesar de que no pueda verla, y cuando está a punto de contestar, él corta la llamada.
Abre la guantera del baño, en busca de pastillas que puedan adormecer aquel dolor, o sanar aquel vacío que comienza a crecer en su interior. Busca la foto de Haneul para quemarla, sin embargo, no la encuentra. De seguro se calló en la habitación y a estás alturas la podrá ver cualquiera, es por eso, que sale disparada al cuarto.
Por suerte, ahí se encuentra el sobre, en la mesa de luz, dónde anteriormente la dejó para cambiarse, en la misma posición. Es evidente que no la vieron, es por eso que cierra la puerta, y saca su encendedor para prenderle fuego, al mismo tiempo que abre la ventana para espabilar el humo.
Dos golpes en la puerta la sobresaltan, al mismo tiempo que se apresura para tirar el sobre medio quemado por la ventana.
—¿Quién?—grita, intentando ahuyentar aquél penetrante olor, con un cuaderno.
—Amor, ¿Estás bien?—se escucha a Yoongi del otro lado.
—Si, solo estaba intentando...—tira los brazos rendida, no quiere seguir mintiéndole, pero tampoco puede decirle la verdad, por lo que opta por abrir la puerta.
—¿Y ese olor?—Yoongi se acerca hasta la ventana y ve como aquel papel cae.
—Era una carta, de Jungkook—miente—. Pero ya no existe.
Yoongi parece dudar, pues era evidente que había algo más en sus palabras, algo que no le decía. Sin embargo, prefirió callar.
—Hice algo de comida.
—Estoy cansada, Yoongi. Déjame descansar un poco—se sienta en el borde de la cama.
—De acuerdo, Jungkook encontró el centro de menores dónde ingresaron a Hyun cuando era niño, tal vez podamos llegar a su familia y a su hermano—se acerca a ella y deposita un beso en su frente. La azabache asiente y se recuesta para que Yoongi la acobije—. Descansa.
⭒❀⭒
Al principio, la idea principal no era dormirse sino aclarar su mente para lo que sigue, sin embargo, terminó por Tuvo un par de pesadillas que fueron opacada por los susurros de Yoongi a su lado.
Un ligero movimiento de brazos le hace abrir lentamente los ojos, encontrándose con el pelinegro.
—¿Sucede algo? —susurra adormilada.
—Ven, quiero mostrarte algo. —Le tiende la chaqueta.
Ella asiente y se levanta con cuidado para no provocar un mareo en su sistema. Se coloca la chaqueta sobre los hombros y persigue a Yoongi que, para su sorpresa, se encuentra con una chaqueta y listo para salir del departamento. Mira el reloj de pared que marca las cinco de la madrugada.
Yeonsoo frunce el entrecejo. No entiende qué puede ser tan importante como para que la saque a esa altura. Mientras ve como Yoongi mete algunas cosas en su mochila, toma dos mantas y las coloca sobre los dormidos chicos en el suelo rodeados de papeles. Mira cómo el pecho de Jungkook se mueve de forma irregular, no tan notorio pero sí o suficiente para que ella se de cuenta que, en realidad, finge estar dormido. Se pregunta qué trama o si estaría bien ignorarle.
—¿Qué haces, Yoongi? —susurra, ahora quitando la vista del chico lleno de tatuajes.
—Confía en mí. —La toma de la mano y la guía fuera del departamento.
Se suben al ascensor y bajan a la playa de estacionamiento donde visualizan de inmediato el auto del pelinegro, para más tarde montarse.
Yeonsoo baja la ventanilla del vehículo, dejando que la brisa fría choque contra su pálido rostro. Hay momentos en los que no puede obviar el hecho de estar viva, y es como ahora, donde puede sentir como aquel aire quema contra su piel; donde su cuerpo se encoge del frío y sus manos tiemblan. Le gusta sentirse así de viva, así de mortal y rota. Es como un circulo vicioso donde a diario se enfrenta a situaciones que sabe atravesar, aunque salga dañada, pero cuando se encuentra así de desnuda frente a la naturaleza, le recuerda que pronto su suerte cambiará y no habrá nadie que le ayude a salir.
Yoongi estaciona frente al almacén donde solían entrenar. Una sonrisa se instala en su rostro, hacía tiempo que no pisaba ese lugar junto a Yoongi; de pronto, todos los recuerdos de lo que ambos vivieron en el lugar le invaden tan de pronto que no puede evitar sollozar. Todo parece borrarse de su memoria, como si quisiera entregarse a Ghots sin recuerdos, lista para no extrañar, para no sentir; lista para morir.
—¿Estás bien? —pregunta él rodeando sus hombros con su brazo y besa su cabeza.
—Sí, solo recordé cuando te odiaba —miente.
—Ven. —La toma de la mano y la lleva hasta la escalera de caracol donde suben hasta la terraza.
Allí hay una improvisada y poco practica carpa en forma de V invertida. Yoongi se acerca hasta ella e intenta encender una fogata sin embargo, Yeonsoo toma sus manos y lo detiene. A pesar del frio, las luces de la cuidad iluminan todo a su paso, e incluso el gran farol en sus cabezas. La luna está en su completo resplandor.
Él asiente y camina hasta unos almohadones, donde se sientan frente a la vista que les ofrece la terraza de ese edificio abandonado. Detrás de él, saca dos cervezas frías y en la mochila que traía de su departamento desenvuelve dos mantas gruesas.
—¿Crees que es correcto tener una cita cuando Haneul está perdida? —opina en un susurro tortuoso.
—No, aunque creo que se vienen tiempos realmente duros, y antes de afrontarlos quiero un momento contigo. —Se acerca a ella y toma su mano—. ¿Sabes lo que significa este lugar par nosotros?
—No lo sé —niega confundida.
—Es el comienzo de nuestra historia, aquí comenzó todo. —Sonríe mirando la vieja terraza sucia—. Aquí conocí a la persona que cambiaría mi vida para siempre, y no tenía una puta idea de cuanto lo haría.
Yeonsoo sonríe de lado y se acurruca más. Se mentaliza que todo lo que sienta esta noche, lo deberá desechar con el primer rayo de sol.
—Es por eso, que me pareció apropiado, hacerlo aquí. —Yoongi se aleja un poco y saca de su chamarra una pequeña cajita color azul brillante.
El corazón de Yeonsoo comienza a agitarse tanto que puede sentir como su cuerpo tiembla. No está segura de que hay dentro de esa caja pero, ha visto tantas películas románticas con Hunter en los últimos tiempos, que la idea de que haya un anillo le asusta. Yoongi está planeando una vida a su lado, una que no tendrá porque en cuanto salga el sol ella se entregará a Ghots, y todo terminará para siempre. Sin embargo, no le importa, porque, por una vez en la vida, alguien la está eligiendo para siempre, y aunque dure solo un momento, será tan especial como lo sería el resto de su vida.
—Goo Yeonsoo. —Sonríe de lado, al mismo tiempo que se coloca de rodillas—. ¿Quieres mudarte conmigo?
Al abrir la cajita se puede apreciar un conjunto de llaves que ella conoce a la perfección. Sus ojos se abren como plato y debe cubrirse la boca para no gritar como desearía. Entonces lo hace, se abalanza contra Yoongi volteándolo, y sin previo aviso comienza a besarlo por todo el rostro. Él lo hizo.
—¡¿Cómo es posible?! —chilla tomando las llaves entre sus manos.
—No te diré mi secreto. —Ríe ante el brusco acto de cariño de la pelinegra—. Pero no me has respondido.
—¡Claro que si! —acepta dejándose llevar por la euforia del momento. Vuelve a besarlo, ahora, capturando sus labios entre los suyos—. Te amo tanto.
—Te amo, hasta que coloques una bala en mi cabeza. —Acuna su rostro al ver los ojos cristalizados de su novia—. No llores, amor, porque nunca nadie podrá separarnos de nuevo.
Yeonsoo deja que un par de lágrimas se deslicen por su mejilla, odia mentirle de esa manera a Yoongi, sobre todo más se odia por volverlo a dejar. Por eso y aunque el clima esté frío, ella lo toma de la mano e ingresan a la carpa, donde se saca la chamarra y desliza la de él por sus hombros.
La pelinegra, aún con lágrima en sus ojos, lo besa con dolor, con angustia, amor y tristeza. No puede permitir que su última noche con Yoongi sea a distancia, necesita tenerlo una vez más, una última vez.
Yoongi, con los sentimientos a flor de piel, mete sus manos debajo de la playera holgada de Yeonsoo, cuidando todo momento no provocar dolor en su pecho y hombro. Comienza a besar su cicatriz, y luego baja lentamente hasta su pecho desnudo. Puede sentir como su piel se estremece ante el toque y la brisa que entra. Por eso, el pelinegro, la recuesta en el amontonamiento de almohadones para cubrirla de todo el frío externo.
Decide sacarse su playera y dejar que su piel roce con la desnuda piel de su novia, que no ha dejado de tocarlo, que no le ha permitido que la distancia los separe. Ella está tan afectada por algo que no puede obviarlo y al mismo tiempo, ni siquiera puede ayudarle como quisiera.
Esta noche es solo de ellos; de sus pensamientos, de sus sentimientos, de sus cuerpos entregándose una vez más. Es el momento indicado para poder amarse como nunca pudieron, y como tal vez nunca podrán porque ambos lo saben, en cuanto el sol aparezca, todo cambiará, todo terminará y un nuevo capítulo empezará, donde uno de los dos ya no estará.
Yeonsoo acaricia el suave cabello de Yoongi, mientras él pasa sus manos por el borde de su cicatriz en la pierna. No tuvieron necesidad de hablar, no querían cargar el silencio con alguna conversación trivial. Todo se siente tan intimo que ni siquiera se atreven a romper el silencio, o a moverse inclusive.
Y aunque a lo lejos pueden ver como el cielo comienza a clarecer, no quieren levantarse. Sin embargo, es el mismo Yoongi quien, con toda la pena de su alma, decide sentarse y mirar el desnudo cuerpo de su novia.
—Eres preciosa —contempla con admiración.
—No me digas cosas tiernas. —Ella intenta cubrirse, pero Yoongi le impide.
—Es una lastima que no puedas verte con mis ojos, porque sin duda eres hermosa. —Sonríe de lado, casi con tristeza.
—Tengo cicatrices, Yoongi. Nadie que sea tan hermoso tiene cicatrices.
—Estas tan equivocada. —Se acerca de nuevo a ella y besa su abdomen—. Las personas con más cicatrices son las mas hermosas, y ni siquiera tiene que ver el físico aquí. Porque eso es pasajero, en algún momento nos volveremos viejos y arrugados, entonces nada importara. —Deja que su cabeza descanse justo sobre el pecho de Yeonsoo escuchando los latidos rítmicos de su corazón—. Tu eres hermosa, e incluso cuando tengas ochenta años, seguirás siendo hermosa porque tu alma brilla, porque tu corazón siente y porque tu cuerpo escribe.
—Odio cuando te vuelves tan cursi. —Ríe por lo bajo siendo prisionera de sus propios nervios.
—Yeonsoo, creo que dejé claro cuanto te amo y cuanto quiero pasar mi vida contigo. —Suspira y se aleja, toma la mochila entre sus manos y saca algún objeto pequeño—. No quiero palabras vacías, ni promesas que se borraran. Quiero comprometerme contigo, es por eso que quiero pedirte que seas mi esposa.
Entonces abre su pálida mano dejando a la vista aquél anillo que ella le dio en algún momento, antes de despedirse de él, cuando estaba a punto de entregarse a la policía. Antes de la pelea con Jungkook, antes de que la verdad saliera a la luz, mucho antes de que Yoongi descubriera quien era ella en realidad; antes de morir por él.
Las lágrimas vuelven, esta vez no las retiene y deja que su rostro se empape al mismo tiempo que lo cubre con sus pequeñas manos. Él esta cociendo aquella herida que dejó abierta en algún momento, con aquél objeto que guardó desde que era una pequeña y Yoongi lo conservó todo este tiempo.
Incluso aún con la pequeña y fina cadena que ella le entregó. El anillo no parecía entrar en ningún dedo, y fue entonces que se volvió un collar.
Yeonsoo asiente incapaz de verlo al rostro, Yoongi sonríe de lado y cuelga aquél collar en su delgado cuello. La abraza por los hombros y besa su cabeza. La pelinegra deja que su cabella se afirme contra el pecho de él, y es entonces que es consciente de que él también se encuentra llorando dejando que la tristeza, la emoción y la desesperación los haga sus prisioneros. Yeonsoo sabe que, aunque Yoongi no tenga idea de lo que sucede en realidad con ella, algo dentro de él presiente que las cosas se complicarán, y es por eso que necesita saber si ella estará para él al final del día.
Y le ha mentido una vez más.
Le está haciendo creer que cuando todo acabe, será ella la que lo tome de la mano y le diga que todo estará bien; que todo pasó y ahora podrán ser felices.
Yeonsoo se separa de Yoongi, lo toma del rostro y une sus labios en un beso húmedo. Puede sentir como Yoongi frunce el entrecejo e intenta evitar que un sollozo se escape de su garganta.
—Vamos a casa, amor. —Yoongi se separa con cuidado y une sus frentes—. Terminemos con esto de una vez, y volvamos a casa.
Hola, lamento la tardanza. Espero que puedan disfrutar del capítulo y anunciarles que está es la última semana de «Efecto Mariposa».
Se acercan los últimos cinco capítulos.
El día sábado 20 de Agosto, haré una maratón para finalizar por fin la historia.
Muchas gracias si llegaste hasta acá. Te lo agradezco desde lo más profundo de mi corazón.
-Con cariño, A.
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