41
Luego de que se dividieran en grupos, las parejas salieron en busca del castaño, pues la idea de que sea prisionero del hermano de Hyun los desespera pero, sobre todo, el no saber sobre el paradero de Haneul. Ella no suele desaparecer de esa manera, mucho menos ahora que es consciente de la situación en la que se encuentran. Antes de que Yeonsoo y Yoongi abandonaran el hospital para buscar a su amigo, esperaron a que trasladaran a Namjoon y Hunter, por supuesto que en un principio solo iría la rubia, pero el castaño de un metro ochenta se opuso rotundamente, alegó que no soltaría a su novia hasta que atraparan a Ghots. Namjoon está, oficialmente fuera de la investigación; y Yoongi lo agradece, pues lo van a llevar a un lugar seguro rodeado de policías las veinticuatro horas del día.
Después de que se fueran y Nam prometiera llamar a diario, desaparecieron en una ambulancia. Yoongi salió disparado a lugares remotos. En realidad Jimin siempre visitaba los mismos lugares, y era evidente que no estaba en ninguno de ellos. La posibilidad de que estuviera cautivo o escondido en otra cuidad incrementaba con el paso de los minutos.
Por otro lado, la pareja se mantuvo en completo silencio. Yeonsoo no quería abrumar a Yoongi con preguntas de las que temía saber sus respuesta; era claro su enojo, pero había algo más, como si se sintiera decepcionado. Yeonsoo temía que después de todo lo que habían avanzado, después de todo lo que vivieran, se arruinara por no decirle sobre Taehyung y los demás. Sobre todo eso, hay algo que la aterroriza más que otra cosa, y es la posibilidad que en la cabeza de Yoongi deambule la idea de que ella se haya acostado con Taehyung.
El pelinegro decide ir a su departamento por un cambio de ropa, puesto que se encuentra sucio y transpirado; le susurró a Yeonsoo si quería acompañarlo, y ella solo asintió. Yoongi simplemente tomo aquella respuesta como seguridad, pues les dijeron que no se mantengan solos en ningún momento y sabe que ella siempre lo elegirá.
Al llegar se desviste en la entrada del baño y abre la regadera. El vapor del agua inunda la estancia en un par de minutos, y cuando está lo suficientemente cálido, ingresa a la regadera dejando que aquel líquido se estrelle contra su blanquecina piel; sus músculos duelen al relajarse demostrando cuan tenso se sintió el día entero. Fueron demasiadas noticias, incluso para él.
La puerta se abre. Yoongi sabe quién es, solo que no puede enfrentarla aún, en realidad no sabe qué decir y qué sentir. Por eso se queda en su lugar dejando que el agua se lleve las impurezas de su cuerpo, con la cabeza inclinada hacia abajo y los ojos cerrados.
—Lo siento, Yoongi —suelta en un susurro.
Él abre los ojos, aunque no es capaz de enfrentarla, al menos no aún. La ducha la separa solo una puerta de vidrio casi transparente, por lo que gira solo un poco para ver la silueta borrosa de Yeonsoo sentada en el retrete. Ha cerrado la puerta y el vapor del cuarto le dificulta verla con claridad, pero aun así logra ver su rostro inclinado al suelo.
—Probablemente te preguntes: «¿por qué tuve que involucrarme con ella?». —Finge su voz ronca, lo que provoca que Yoongi sonría de lado—. Y créeme que si tuviera las fuerzas necesarias te soltaría para siempre, me iría a un pueblo con algún extraño nombre en cualquier rincón del mundo. Solo que no puedo.
Yoongi se muerde el labio ansioso, por supuesto que no va intervenir en su disculpa y aunque no quiera admitirlo, si se preguntó aquello en algún momento del día.
—No puedo dejarte ir porque te amo, de una manera irracional, emotiva y destructiva. Te amo tanto, que incluso podría destruirte, y, aun así, no podría dejarte ir. —Suspira—. La única forma de que detenga eso, es que me mires al rostro y me pidas que me vaya, que me digas que jamás podrás ser feliz a mi lado, porque si hay una mínima posibilidad de que pueda colocar una sonrisa en tu rostro a diario, me aferraré a ello con todas mis fuerzas.
Una lágrima se desliza por el rostro del pelinegro que se camufla por las gotas que se deslizan por su rostro. Su pecho duele tanto, como si alguien estuviera presionándolo; duele porque ella le advirtió, le dijo que era mala para cualquiera, que sus demonios jamás la dejarían, y que cualquiera que se atreviera a amarla, lo arrastraría con ella; y aun así lo hizo, aun así se aferró a ella y se enamoró perdidamente, sin saber que sus demonios podrían acabar con cualquier tipo de cordura en él.
Amarla le duele.
Yeonsoo entra a la ducha, dejando que la tibia agua la moje por completo. Ni siquiera se ha desvestido, solo corrió a él cuanto vio que sus palabras lo desestabilizaron, y eso le provoca aún más dolor, porque, aunque la historia de ellos tiene más sufrimiento que alegrías, en cuanto ella lo toca puede sentir como su corazón se tranquiliza, como aquél dolor desaparece y su alma asosiega con su cercanía. Es ridículo que ella sea la causa de su dolor, y al mismo tiempo su cura.
—Te amo, joder. —Yoongi se gira y la abraza con fuerza—. Me odio por no ver las advertencias, por no escucharte desde un principio... me dueles tanto. Pero no puedo dejarte ir porque también eres mi salvación.
Yeonsoo solloza contra su pecho, aferrándose al desnudo cuerpo de su novio, acariciando su dañada piel. Ambos tienen tantas cicatrices, que es grotesco en la forma que juegan a ser cuerdos.
La puerta de entrada es golpeada con brutalidad, interrumpiendo aquel momento conmovedor y deprimente, pues se sentía extraño. Yeonsoo mira la puerta del baño con su alerta despierta, mientras Yoongi cierra la ducha y sale envolviendo su cintura con una toalla grande. Yeonsoo camina detrás de él con sigilo. El pelinegro abre la puerta y ambos salen a la estancia, donde ella corre hasta la habitación y toma las dos armas, una que el departamento le dio, y su vieja arma personalizada. Le tiene una a Yoongi y ambos rodean la puerta dispuestos a llenar de plomo a quién sea que esté del otro lado, pues la noche calló hace media hora. Entonces lo hace, Yoongi abre la puerta y le apunta con seguridad, mientras Yeonsoo le sigue detrás.
—¡Oigan! —chilla el castaño del otro lado.
La pareja baja las armas dejando salir el aire contenido,. El nerviosismo por ser sorprendidos por alguien que podía atentar contra sus persona es reemplazado por alivio y conmoción, puesto que quién está del otro lado de la puerta, no es nadie más que el chico que han estado buscando por todos lados.
Yeonsoo estrella su mano con violencia sobre su mejilla, para que sepa cuan preocupada y enojada está con él. Jimin cierra los ojos y se cubre la zona afectada con su mano.
—No tienes idea de todos los lugares en donde te busqué. —Se gira sobre su propio eje y camina de vuelta a la habitación para guardar el arma.
Por otro lado, Yoongi le da paso a Jimin para que ingrese al departamento, es claro que debe explicar muchas cosas, pero antes, debería terminar apropiadamente con su baño. Por eso mientras el castaño se sienta en el sofá, él vuelve a la ducha y abre de nuevo el agua para aplicarse champú.
—Yeonsoo... —Comienza el castaño de ojos pequeños.
—No hables, no tengo supervisión. —Ella camina hasta la nevera y saca una cerveza.
Las gotas de agua que caen por su pelo le dan aviso de que aún sigue mojada por el pequeño encuentro dentro de la ducha con Yoongi. Deja con sonoro la botella sobre el desayunador y camina hasta el cuarto del pelinegro para sacarle una muda de ropa. Al volver a la estancia toma la botella y le da un largo sorbo.
Decide sentarse frente a Jimin y mantiene su mirada fija en él, teme pestañar y que desaparezca de nuevo; sin mencionar el obvio hecho de que está solo. Lo que puede significar algo muy bueno, o algo muy malo, de cualquier forma, debe esperar a que su novio salga de la regadera, pues tiene los sentimientos a flor de piel, teme que Jimin diga cualquier cosa que detone su ira y terminé por golpearlo hasta el cansancio.
Yoongi sale se la ducha, al igual que antes, envuelto en una toalla. Tiene los ojos teñidos de un leve licor carmesí, dando evidencia de que derramó un par de lágrimas. El corazón de Yeonsoo se oprime tanto que debe desviar la mirada.
El pelinegro entra a su habitación y se coloca un bóxer, pantalón deportivo y una sudadera grande manga larga. Peina su largo cabello hacia atrás y se coloca crema en su rostro. Finalmente, y antes de salir a la estancia, se mira al espejo; sus ojos están inyectados en sangre, y no es de obviar la pequeña hinchazón del contorno de sus ojos. Aquello delata lo mucho que en realidad le afecta ella, de la forma en que bajo el agua dejó escapar un par de sollozos y dejó que sus lágrimas cayeran.
Suspira profundo y sale. No es momento para caerse en pedazos, no ahora al ver como Ghots los está destruyendo uno por uno, y ni siquiera lo sabía. Empezó hace más de un año, en aquél almacén el día en que Hyun murió, y está seguro que hasta que el último no muera, no parará.
Jimin se encuentra sentado en el sofá, con la mirada fija en Yeonsoo que toma de una cerveza fría. Está seguro que tiene un remolino de pensamiento, lo sabe por la forma en que traga aquel amargo líquido.
—¿Dónde está Haneul, Jimin? —suelta Yoongi sin acercarse demasiado.
Se acerca a la ventana de la estancia y la abre para encender un cigarrillo y llenar sus pulmones de aquél humo.
—Le pedí que se escondiera —susurra tortuoso—. Temía tanto que la dañen que lo único que se me ocurrió fue se escondiera hasta que encontremos a Ghots.
—¿Qué haces aquí? —Yeonsoo entrecierra los ojos.
—Ghots me encontró en el centro de rehabilitación. —Cierra los ojos con fuerza.
—¿Sabes quién es? —La pelinegra se levanta de golpe con la ansiedad latente.
Jimin niega con la cabeza.
—Una chica llegó a mí, parecía conocer a Ghots desde hace tiempo. Así que escapé.
—¿Así de fácil? —Vuelve a cuestionar la pelinegra. Yoongi sabe que su intuición le advierte algo, por eso, deja que lo interrogue de aquella manera.
—¿De qué hablas? —cuestiona con un tono tajante.
—Hablo de que alguien tan desquiciado para hacerle algo así a Hunter, sería incapaz de dejar ir a alguien tan vulnerable como tú tan fácil —escupe.
El rostro de Jimin hace una mueca de asco, no esperaba que su amiga fuera a decir aquello sin titubear. Mucho menos, sin indicios de arrepentirse. Lo sabía, ella puede ser mucho más intuitiva que todos los que conoce, y aun teniendo la verdad en el rostro lo cuestionaría. Sabe que decirle a verdad solo provocaría más problemas. Debe intentar tranquilizarla lo suficiente para poder terminar con lo que empezó.
—No fue fácil llegar hasta aquí, Yeonsoo. —Suspira—. Así que no, no fue tan fácil como crees.
—¿Tienes hambre? —interviene Yoongi, es claro que Jimin no dirá palabra alguna de lo que pasó y vivió para llegar hasta ahí. Por eso decide que es momento de un respiro, antes de que todo se vaya por la borda.
—Sí, pero quiero saber qué tan cerca estamos de atrapar a Ghots primero. —La desesperación filtra las palabras de Jimin.
Yeonsoo niega con la cabeza, incapaz de decirle que en realidad están más cerca de morir todos a manos de él que de atraparlo. El castaño suspira pesado y refriega sus manos contra su rostro.
—Dime el nombre de la chica que te contactó. —La pelinegra se levanta de su asiento y camina hasta la ventana, para tomar lo poco que le queda al cigarrillo de Yoongi, y fumarlo.
—Eungi, no me preguntes el apellido porque no lo sé. Supongo que podrás encontrarla en el registro del centro. —Tira su cabeza hacia atrás con los ojos cerrado. Se puede notar a leguas lo cansado que en realidad se encuentra.
—¿Es ella? —La pelinegra le tiende el móvil con una foto de la colorada, Jimin arruga el entrecejo confundido y sorprendido al mismo tiempo, y asiente—. Pedí los expedientes de todos cuando fuimos a dejarte en el centro.
—Creo que será bueno que descansen un poco. —Yoongi camina hasta la habitación y saca un abrigo—. Mañana seguiremos con todo.
—¿Vas a salir? —Yeonsoo llega hasta él y lo toma del brazo. Yoongi asiente colocándose las zapatillas en la entrada—. Sabes que no podemos estar solos.
—Solo iré a la tienda. —Se suelta suavemente de su agarre y abre la puerta.
—Iré contigo, ¡Jimin! vístete —le grita devuelta al castaño medio dormido en el sofá.
—¡Joder, Yeonsoo! —espeta contra la menuda que respinga a su lado—. Necesito espacio, no me sofoques.
La pelinegra asiente sin bajar la cabeza. Es evidente que aquel grito le ha desestabilizado pero, sobre todo, le hizo retroceder y aunque en otra ocasión hubiese corrido a ella para disculparse, en realidad no puede hacerlo ahora. Yoongi sale del departamento antes de arrepentirse y corre escaleras abajo, puesto que el ascensor está ocupado y siente como el lugar comienza a oprimirse.
Mientras más tiempo pasa a su lado, se pregunta así mismo si en algún momento terminó por conocerla, porque incluso en el pasado, nunca hubiese pensado que ella trabajaba para la policía, incluso ante aquellas advertencias que ella le decía a diario. De pronto, recuerda aquella ocasión en que pelearon y ella, con lágrimas en los ojos, le juro que si tenía la oportunidad de dispararle lo haría.
En aquél momento, no pudo tomar aquellas palabras literalmente, pero ahora lo duda. Si bien ella no es la misma chica que antes, ya que todos aquellos secretos que antes la torturaban, ya vieron la luz no cree que sea la misma chica que antes; aunque aquello le duele más de lo que le gustaría admitir.
Camina a paso lento hasta llegar a una tienda de víveres donde compra fideos instantáneos y los cocina en el lugar, no tiene ganas de volver ahora, mucho menos encontrarse con Yeonsoo y fingir que todo está bien cuando es claro que se está desmoronando de apoco.
En la mesa del lugar, hay una persona sentada igual de sumergida en sus pensamientos que él, por lo que decide obviarlo y comer con tranquilidad, sin embargo, aquel plan se ve afectado al ver al castaño de rulos frente a él. Yoongi aprieta la mandíbula con fuerza y decide irse.
—No es necesario que actúes así. —Taehyung se encoge de hombros—. De cualquier forma, siempre nos veremos.
Yoongi suspira, pues la tienda más cercana que encontrará abierta es cerca de donde vivía antes. Por eso decide sentarse a su lado, de cualquier manera, deberán tener en algún momento la charla que está seguro que está a punto de suceder.
El pelinegro comienza a comer mirando la calle frente a ellos, sin embargo, puede notar por el reflejo del vidrio frente a ellos como Taehyung juguetea con los palillos sobre su comida. Yoongi no puede evitar recordar como era su vida antes de todo; antes de ella.
No recuerda haber tenido problemas algunos con Tae, de hecho, solían congeniar a la perfección y aunque no siempre estaban de acuerdo, acostumbraban a platicarlo tranquilos, con una cerveza de por medio y algún platillo. Sin embargo ahora se siente diferente, se puede sentir la tensión de ellos tan latente como para palmearla, por ese motivo, Yoongi siente que Yeonsoo se llevó mucho más de lo que creía en aquel almacén.
—Lo siento, Yoongi —susurra el castaño. El pelinegro mira hacia el suelo con un nudo en el pecho.
Desde que Yeonsoo «murió», las personas solo se han disculpado con él. Ni siquiera sabe exactamente por qué, tal vez sentían lastima, o tal vez ellos en realidad estaban dañándolo y él no quería verlo. De cualquier forma, estaba cansado de escuchar aquellas palabras. No quiere que lo sientan; quiere que se detengan.
—También lo siento, Taehyung. —Yoongi lo encara—. Por golpearte.
—Me lo merecía. —Sonríe a media. Hacía tiempo que no veía aquella cuadrada sonrisa.
—No, claro que no lo merecías —niega—. Supongo que fueron muchas cosas y solo explote.
—Cuanto supe lo de Yeonsoo lloré por tres días —confiesa sumergido en un más de sentimientos—. Cuando la vi, en aquél lugar llena de polvo y con un arma en la mano, supe que no era la misma chica, que tuvo que construir paredes para que nadie la volviese a lastimar, incluyéndose.
Yoongi suspira cansado, una gran parte de él se alegra haber salteado esa etapa, en la que la pelinegra debía aprender a ser un ser humano de nuevo; porque no está seguro de cómo hubiese actuado, o si aquella chica lo hubiese arrastrado junto con sus demonios.
—Ella tenía una gran cicatriz en el rosto pero, sobre todo, tenía la mirada vacía —continúa—. Te odie tanto en ese momento, porque ella estaba haciendo todo aquello por ti, una vez más.
—Nunca se lo pedí —susurra a duras penas.
—No era necesario, Yeonsoo caminaría el mundo entero a pie por ti. —Taehyung lo encara—. Por eso te odié, aún creo que lo hago.
Yoongi ríe seco y vuelve a comer.
—La amo, Yoongi —susurra, ahora con las palabras quemando todo su ser—. Nunca dejé de hacerlo, y dudo que en algún momento lo haga. Ella es todo lo que está bien en mi vida, ella es quién me tomo de la mano y me acompañó a ver a mis papás en prisión. Quién hizo un escándalo en plena prisión porque mi padre quería golpearme, la que luego de eso me abrazó hasta que yo quedará dormido. Quién me enseñó a disparar con seguridad y a pelear sin cegarme, quien sin importar cuanto ella te ame, me permitió amarla.
Calla, Yoongi sabe que hay mucha más historia de lo que él dice, aunque está seguro que no pasó nada más que eso. Sin embargo, no es aquello lo que oprime su corazón, es el hecho de que todos parecen tener una historia con ella después de aquel día, en el que se aferran a quien ahora es. Pero no él, algo dentro de Yoongi se niega a aceptarla por completo, y tal vez porque cada vez que siente estar en el mejor momento algo sucede, algo nuevo sale a la luz.
—Aún puedo golpearte —murmura intentando apaciguar el ambiente.
—Te tengo miedo. —Ríe por lo bajo—. Comencé a temerte el día que supe que tu estabilidad emocional, mantiene latiendo el corazón de Yeonsoo.
Aquellas palabras lo golpean con fuerza, siempre supo que ambos serían capaz de todo por el otro, aunque saber que todo un ser depende de otro es demasiado, incluso para él.
—Déjala ir, Yoongi —confiesa luego de una pausa—. Sabes que ella intenta reparar el daño causado aún si eso implica que se destruya, ¿no crees que está bastante dañada? ¿Por qué le haces esto?
—No me pidas que la deje ir, no después de toda la mierda que vivimos para volver a encontrarnos. —El coraje comienza a crecer en su interior.
—Solo mírala, no es ni la mitad de la chica que conocí. —Niega por lo bajo y toma de su botella de agua—. No estoy intentando tener pase libre para una oportunidad porque sé que jamás me la darí, y siendo sincero no creo poder llenar tus zapatos. Pero como amigo de ella, te pido que la dejes en paz.
—Y como mi amigo, ¿qué pides? —Lo encara. No está dispuesto a tener una pelea, sin embargo, en definitiva no dejará que sus palabras terminen por convencerlo de algo que no puede hacer, aunque no está seguro tampoco si seguir es la mejor opción.
—Tú y yo dejamos de ser amigos hace mucho tiempo.—Taehyung se limpia los rastros de comida de la boca, y tira los desechos en la basura—. En el momento en que supe que ella sería capaz de morir por ti, nuestra amistad se rompió, y ni siquiera es por ti, es porque mi vida depende del bienestar de Yeonsoo.
Yoongi ve como Taehyung hace una pequeña reverencia de cabeza y le pasa por el lado, dispuesto a irse y fingir que nada ha pasado. Aun cuando desnudo su corazón frente a él, prácticamente suplicando porque le dé más espacio a ella. No es que no quiera; quiere con todo su corazón que ella se reencuentre así misma y vuelva a él pero sabe que si le pide que se aleje, ella no volverá, ya lo mencionó antes.
Él tira los desechos a la basura y lo sigue a pesar de que el punto central de la conversación no fue la investigación, aún hay cosas que no quedan del todo claro en eso. Por ese motivo, Yoongi corre por la acera hasta llegar a su altura.
—Atrapemos a Ghots, Taehyung. —Lo toma del brazo para que lo mire—. Se lo debo a Yeonsoo.
El castaño asiente y sonríe amplio, le hace una señal a Yoongi para que suba de copiloto al auto frente a ellos. No es un modelo nuevo, pero en definitiva sabe que aquel auto costó más de lo que él podría comprar, entonces se cuestiona si ser policía es la mejor opción. Puesto que ha visto los ingresos de Yeonsoo, y Taehyung es un claro ejemplo de que puede ser buena idea cambiar de carrera a estas alturas, aunque no está seguro de que le dejen entrar, sus antecedentes son imborrables o al menos eso escuchó. Sin embargo, se cuestiona cómo le hizo Taehyung para pertenecer al departamento con su larga lista de antecedentes penales por robos menores.
El castaño, una vez en el piloto, saca de ser su llavero una pequeña llave plateada y se la entrega, Yoongi frunce el ceño confundido mirando aquel trozo de metal sobre sus manos.
—Es la llave de tu casa —suelta sorprendiéndolo—. En cuanto supe que vendías la casa, pedí un préstamo y la compre, supongo que no podía soltar esa etapa.
El corazón de Yoongi se oprime y quiere abrazarlo. Aunque sabe que no lo hará, al menos hasta que las cosas no sean tan incómodas entre ellos; le tiende la llave con la mano temblorosa, sin embargo, el castaño niega con la cabeza.
—Yeonsoo fue realmente feliz ahí, y cada mes, en el aniversario de su «muerte» —cuenta y sonríe de lado—, va a ese lugar y se queda por horas. Por eso quiero que te la quedes, y si en algún momento el martirio que está sufriendo su relación acaba, entonces vivan ahí. Esa casa siempre será de ustedes.
Yoongi asiente sonriente y guarda la pequeña llave en su bolsa trasera. Le dará aquella llave de regalo a Yeonsoo, luego de que ambos puedan hablar seriamente sobre lo que está pasando en su relación.
Taehyung arranca el auto y prende la radio para apaciguar el silencio. No queda muy lejos el departamento, sin embargo, deciden hacer una parada en otra tienda de comida para llevarle a Yeonsoo y Jimin. Yoongi comenta que Taehyung deberá tener lista una disculpa para el castaño de ojos pequeños, pues sabe que ellos solían ser unidos, y aunque Tae decidió irse a Busan, siempre mantuvieron una relación estrecha.
Ha pasado cerca de una hora desde que el pelinegro de mirada felina decidió dejar el departamento. Por eso está seguro que encontrará a Jimin durmiendo, y probablemente a Yeonsoo esperándolo.
Taehyung decidió subir junto a Yoongi, pues Yeonsoo tiene los expedientes que faltan para hacer una nueva revisión y buscar con desesperación a Ghots. Por otro lado, Hoseok y Seokjin decidieron ir a la morgue, pues aparentemente encontraron un cuerpo nuevo, pero está tan desfigurado que dudan dar con su identificación.
—¿Estás listo? —dice burlón Yoongi, desbloqueando la puerta.
Taehyung se encoge de hombros divertido, y antes de decir cualquier cosa, ambos entran al departamento encontrándose con una escena que los deja petrificados. Tae saca de su bolsa trasera su arma y la levanta con seguridad hacia el rostro empapado de Jimin, quien se encuentra sobre Yeonsoo, apuntándole en la cabeza con un arma.
—¿Qué crees que haces? —Yoongi intenta dar un paso al frente, pero el castaño oprime más el cañón contra la cabeza de ella.
La desesperación comienza a crecer en su interior al ver como la pelinegra llora en silencio, sin intentar quitarse al castaño de encima. No puede creer que Jimin esté a punto de dañar a su pareja, por eso, no es capaz de moverse un solo centímetro más. Mientras que a su lado Taehyung apunta seguro en dirección de su amigo.
—¡ÉL LA TIENE! —chilla atormentado—. ¡Ghots tiene a Haneul!
El rostro de Yoongi se descompone ante la idea de que pueda hacerle lo mismo, o algo peor que a Hunter. Sabe que aquel hombre le ha puesto un ultimátum: la vida de Haneul por la de Yeonsoo.
—Baja el arma, Jimin —habla Taehyung—. No me obligues a hacerte daño.
—No lo entiendes. —Mira el asustado rostro de la pelinegra debajo de él—. Ella está embarazada.
Yeonsoo abre los ojos sorprendida al mismo tiempo que reprime un sollozo. Es evidente que acaba de enterarse pero lo que más le asusta a Yoongi, es tener el reloj en su contra, pues ahora está consciente de que ella dejará que Jimin le dispare si eso salva a Haneul, por eso mientras Taehyung intenta acercarse, Yoongi ve a su alrededor qué puede usar a su favor.
—No seas imbécil, Jimin. Ghots no te devolverá a Haneul, aunque mates a Yeonsoo. —Su voz suena enronquecida.
—No puedo arriesgarme —susurra, dejando que las lágrimas caigan sobre el rostro de su amiga, quién asiente cerrando los ojos—. Lo siento, Yeonsoo.
—¡NO! —gritan al unísono.
Entonces dos disparos hacen eco en la habitación.
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