35
El rechinido de la llanta contra el pavimento da el final del largo camino que tomó desde el departamento de Yoongi hasta el departamento donde vivía con Jungkook. El nerviosismo de su cuerpo se manifiesta con temblores imparables en sus sudorosas manos. Lo cierto es que por más rudeza y frialdad que pueda optar para enfrentar la situación, decirle a Jungkook que no pueden seguir juntos porque descubrió que aún ama a Yoongi puede romperle en mil pedazos; lo que no desea ni en mil años. Tal vez no ame a Jungkook como él lo desea, pero si le ama. Le ama con todo su corazón.
Yeonsoo se sube al ascensor que conoce como la palma de su mano y presiona el botón de su piso y la caja metálica comienza a subir. El discurso que se mentalizó vuelve a repetirse una vez más en sus pensamientos, solo que es interrumpido por una mirada felina que le hizo frente antes de salir.
Yoongi está totalmente en desacuerdo con lo que planea hacer. Dijo que Jungkook no era quien ella creía y en cuanto su boca soltó eso, solo salió. Aún con los gritos detrás Yeonsoo decidió no pensarlo demasiado. Jungkook es el amor de su vida.
Al pararse frente a la puerta de entrada al departamento, se replantea si fue idea y antes de que sus pies la traicionen y termine otra vez en los brazos de Yoongi, abre la puerta y entra con cuidado.
El silencio ensordecedor la invade de pronto y el perfume de Jungkook que solía invadir toda la estancia fue reemplazado por humedad y vacío. El pánico de creer que él puede haberle dejado antes de que pueda darle una explicación la invade. Sus pies se mueven de forma automática llevándole hasta la habitación donde la cama se encuentra vacía. Abre el closet con cuidado y la imagen frente a ella la descompone.
No hay nada más que poca ropa que ella dejó antes de irse al lado de Jimin. Sus ojos se cristalizan. Tal vez él siempre o supo y decidió hacerlo más fácil para los dos, y eso solo provoca más dolor en ella. Necesita que Jungkook sepa cuanto lo ama y cuan agradecida está de todo lo que hizo, aún si después de decirle la odia aún más.
—¿Qué buscas? —susurra una pastosa voz a sus espaldas. Yeonsoo se sobresalta y mira de inmediato, sin embargo, no hay nada.
Cierra los ojos al creer que se está volviendo loca. Sale a paso lento de la habitación y lo ve sentado en una butaca alrededor del desayunador con la mirada fija en ella. Una ola de alivio la invade al verle, pero al mismo tiempo siente el pánico asomándose.
—Creí que te habías ido sin despedirte —responde en un suspiro cansado, sin más no se mueve.
Jungkook ríe seco por lo bajo y toma la fotografía que tiene en sus manos y la tira a sus pies. Yeonsoo decide que sin importar qué no debe llorar. Aunque él se merezca todas las lágrimas del mundo.
—Entonces vienes a despedirte, después de todo —suelta con recelo.
—Sacaste toda tu ropa —comenta con más brusquedad de la que pretende. No quiere que suene a reclamo, pero es exactamente lo que hace.
—¿Debería haberla dejado? ¿Debería esperar a que volvieras a mí después de casi cinco días sin verte? —cuestiona con cierto matiz de esperanza.
Yeonsoo se muerde el labio nerviosa. Sabe que la conversación terminará por nombrar a Yoongi y aunque él fue la última razón por la que tomó la decisión de alejar a Jungkook de su vida, no quiere que él piense que es la única.
—Respóndeme, Yeonsoo. ¿Debería volver mis maletas a este lugar? —Señala a todo a su alrededor.
—No puedo volver a confiar en ti, Jungkook —murmura casi en un hilo.
—¡No me jodas! —Se levanta de la butaca y camina hasta ella—. La razón por la que me dejas tiene nombre y apellido, y un enrome expediente de mierda.
—No lo metas, no tiene nada que ver con la decisión que tomé —farfulla entre dientes. Levanta el mentón y le hace frente a pesar de tener un nudo apretando su garanta, a pesar de que los ojos de Jungkook comienzan a cristalizarse.
—No es coincidencia que después de tu precioso viaje para dejar al drogadicto de tu amigo quieras dejarme —escupe con furia y retrocede unos cuantos pasos.
Yeonsoo aprieta los puños con fuerzas, no quiere llegar a él y arrancarle la lengua por cómo habló de Jimin. Sabe que está dolido, sin embargo, no sabe cuánto podrá contenerse antes de explotar.
—Me mentiste junto a Hunter, y eso no puedo olvidarlo. Me arrebataste mí vida, Jungkook ¡Mi vida! —brama—. No tenías el derecho a elegir por mí, ni tu ni Hunter ni nadie en este mundo. Y no puedo perdonarte por eso.
—No puedes perdonarme el haberte alejado de ese idiota, ¿no? —sisea con burla—. Fue la mejor decisión que tomé. Te salvé de la cárcel, y de vivir una vida de infierno. ¡OTRA VEZ!
Yeonsoo, sin poder contenerse, camina hasta él y estampa una de sus manos contra la mejilla del chico a quién ama. Jungkook retrocede confundido y furioso.
—Aquella vez no me salvaste, Jungkook. —Le señala con un dedo furiosa—. Fingiste no verme, porque estabas en deuda conmigo.
Él parece entender lo que su boca suelta y retrocede con una mueca de asco en su rostro. Su piel palidece y debe sostenerse de la barra de desayuno para no caer.
El recuerdo de aquella noche en la que decidió escapar de Hyun regresa y de pronto, lo único que desea es correr a Yoongi para que le asegure que él ya está muerto y no volverá a tocarle nunca más.
—Lo siento, no sé en qué estaba pensando.
—No lo hacías, claramente —escupe con violencia.
—No puedes hacerme esto —susurra—. No después de todo lo que vivimos, Yeonsoo. No puedes jugar conmigo de esa forma.
—Lo nuestro estaba roto mucho antes de Yoongi —menciona suavizando su voz—. No quiero perderte, y no puedo tenerte en mi vida sabiendo el daño que te hago.
—Entonces no lo hagas, toma tu ropa y salgamos de este país.
—¿Y Ghots? ¿Y Hunter?
—Me importa una mierda todo eso, yo... —Su voz se quiebra ligeramente y el corazón de Yeonsoo se estruje un poco más—. No puedo perderte, Yeonsoo.
—Siempre serás mi familia, Jungkook —suelta ella y a la par de sus palabras las lágrimas que juro no desechar.
Jungkook deja salir un sollozo y gira para que ella no le vea llorar. Está roto. Ella está rota. No son bueno el uno para el otro, y a la vez son perfectos. Jungkook siempre deseo una familia. Yeonsoo siempre anheló encontrar a su familia. Por fin, después de tantos años y sufrimiento, él es digno de llamarse su familia, aunque ahora lo odie.
—No digas algo que no sientes, Yeonsoo —susurra en un hilo.
—Escúchame bien. —Ella se acerca a él y acaricia su espalda—. Te amo; te amo con todo mi corazón y más de lo que crees. Te amo porque eres una persona maravillosa que hizo de mí una persona decente. Te amo porque no podría haber elegido a nadie más para que me acompañe en este cambio. Te amo porque te convertiste en todo lo que una vez desee. Y porque te amo, eres mi familia y nadie... —susurra, toca su hombro para que gire y acuna su destrozado y empapado rostro—, nadie jamás lo cambiará.
—Entonces no hagas esto, Jade. La familia no te abandona —murmura en agonía y la abraza por la cintura, como si temiera a que ella saliera corriendo dispuesta a no verle nunca más.
—No puedo darte lo que me pides, ya no puedo fingir que todo está bien cuando se trata de ti —responde e intenta separarse un poco de él para verle al rostro—. No hagas de esto una tortura para los dos.
—Te amo tanto, Jade —dice y ríe casi con gracia—. Es una idiotez en la forma que estoy enamorado de ti.
—También te amo, Jungkook —responde con amargura—. Más de lo que crees.
—No sé si seré capaz de dejarte ir —confiesa.
—Hoy no lo hagas. Hoy quédate conmigo una última vez —responde. Una voz grita en su cabeza que es una pésima idea, que solo causará dolor en él y que, en otro lugar, un chico le espera. Sin embargo, acalla esa voz y deja que sus impulsos comentan tantos errores como pueda una última vez, solo por él. Solo por Jungkook.
—Llévame de nuevo al día que fuimos al parque de diversiones —susurra y hunde su cabeza en el cuello de la pelinegra.
—Lamento no poder amarte como quisieras.
—Eres mi familia, Jade. Así son las familias a veces —menciona con la voz rota.
Yeonsoo se muerde el labio queriendo disculparse una vez más. Sin embargo, es en vano. No importa cuantas veces se disculpe por el daño que le hace, al final, seguirá roto.
Ella toma su rostro y une sus labios, con la esperanza de que su cuerpo reaccione y decida seguir con él, hasta el fin de su vida. Tener cuantos gatos y perros quiera, sin importar nadie más que ellos dos. Sin embargo, su cuerpo no reacciona. Jungkook la toma de las manos y le obliga a separase un poco. Sus ojos cerrados con fuerza demuestran cuanto le duele separarse de su toque.
Acuna su rostro y panta un húmedo, triste y casi sombrío beso en su frente. Susurra algo que no es capaz de entender y le pasa por el lado.
Lo último que escucha es la puerta cerrándose detrás de él, dejándole completamente sola con un nudo en su garganta. Quiere gritar, quiere golpear, quiere salir corriendo y esconderse en un lugar donde no pueda lastimar a nadie más. Las lágrimas caen en cascada porque quisiera poder curar el dolor que siente Jungkook, quisiera poder amarlo como quiere, quisiera ser otra persona.
Cae de rodillas al suelo y muerde con fuerza su antebrazo evitando que los gritos de frustración se escapen de su boca, sin ser capaz de mirar por donde Jungkook se fue.
⭒❀⭒
Otro balde de agua cae sobre su rostro espabilando sus pensamientos que lo llevan hacia cualquier lugar. Jimin levanta el rostro asqueado ante la chica frente a él que fuma mientras ríe.
Después de cumplir su semana en la habitación del castigo, le dieron la oportunidad de llamar a casa, por supuesto que no pudo decir lo que en realidad quería. Mentirle a Yeonsoo fue una de las cosas más difíciles que tuvo que hacer. Ella no dejaba de cuestionar todo y aunque le tentaba decirle la verdad, la idea de que Haneul esté en peligro por su culpa lo atormenta; por eso se encuentra limpiando los pisos del comedor, haciendo el trabajo que se supone está asignado a Eungi.
Hoy es día de test, según escuchó en los pasillos, hace menos de tres meses alguien logró entrar droga a las instalaciones, por eso, cada semana se hacen pruebas de orina para probar que están limpios y así seguir con su recuperación; caso contrario, podrían extender su estadía en el lugar por quién sabe cuanto.
—¿No has encontrado nada, Jimin? —La chica mira el nublado cielo con aire despreocupado.
—No sé de qué hablas —escupe mientras vuelve a trapear el piso.
—La nota. —Vuelve a mirarlo. Jimin para en seco y la mira con el ceño fruncido—. Veo que eres mucho más lento de lo que parecía.
—¿Eungi? —La directora del lugar aparece por la puerta, sorprendiéndolos.
—Directora. —Se levantan ambos chicos y hacen una reverencia—. Decidí hacer el trabajo de Eungi, en forma de disculpas por como me comporté —miente el castaño. Hasta no saber que hay detrás de todo, no puede arriesgarse a que la lastimen, o la aíslen.
—Me parece lo correcto, señor Park. Pero me temo que debe regresar a su habitación. —La mujer asiente en su dirección y abre paso, Jimin duda y finalmente le entrega el trapeador a la pelirroja y sale casi corriendo.
Aquella nota que recuerda haber tirado, debe estar en algún lugar de la habitación. No recuerda muy bien lo que decía, mucho menos si tenía alguna clase de coherencia. De cualquier forma, corre por los amplios pasillos hasta llegar a su habitación, donde cierra de un portazo la puerta, y se tira al suelo buscando la maldita nota.
Un pequeño papel arrugado lo espera cerca del cesto de basura, por lo que el castaño corre de nuevo en busca de él y lo abre. Las palabras «ducha» y «bienvenido» yacen ahí sin ninguna pista más de lo que podría significar.
Mira a detalle el cuarto de baño, pero no hay nada fuera de lo normal. Comienza a desarmar cada parte de él para volver a armarlo. Empieza con las piezas del inodoro, no hay mucho que ver; luego pasa al lavabo puesto que tampoco le da pista alguna pasa finalmente, y como si de un idiota se tratara, se golpea la cabeza y abre la ducha.
De nuevo aquél ruido molesto sale. Al principio creyó que era alguna falla de cañerías, pues a pesar que el lugar se veía de putas maravillas, se cae a pedazos, por eso no le tomó importancia alguna; ahora sin embargo, se encuentra de puntillas desarmando la regadera por la que cae una pequeña bolsa mojada al suelo.
Jimin se acuclilla con el entrecejo arrugado y al ver de lo que se trata, su sangre se drena de su cuerpo, y debe tirar aquella bolsa para contener el temblor de sus manos. Cierra los ojos con fuerza y se acerca al inodoro, donde sin pensarlo dos veces, vacía su estómago.
Dos golpes ligeros suenan en su puerta. El pánico porque encuentren aquello lo consume. Corre hasta la bolsita mojada y la guarda en la mochila del inodoro. Mira a su alrededor en busca de algo que pueda delatarle y cuando los golpes vuelven a sonar, se apresura y la abre con sumo cuidado. Del otro lado, reposa sobre el marco de la puerta una divertida Eungi que entra empujándolo del pecho.
Junín vuelve por la bolsita mojada furioso.
—¿Qué mierda es esto? —Le tira la bolsa en el pecho.
—Tu bienvenida. —Sonríe de lado y se tumba en la cama. Jimin quiere lanzarse sobre su cuerpo y golpearla hasta que sus nudillos duelan, pero no puede, sería demasiado cobarde golpearle.
—Llévate esa porquería. —Jimin se sienta en el suelo con la espalda contra la puerta de entrada. Toma su cabello con fuerza y lo jala para atrás, escondiendo su rostro entre sus rodillas.
—Déjame explicarte, Jimin. No podrás salir de aquí hasta que la última pastilla sea consumida. —Se encoge de hombros divertida. Jimin la mira paralizado—. Y debes agradecerme, porque robé una de ellas para mí, por lo que solo son cinco.
—Si me encuentran droga en el sistema no me dejarán ir —repudia con asco.
La pelirroja alza una ceja y sonríe de lado. Lo entiende a la perfección, no lo dejarán ir por un tiempo, y de no hacer lo que ella dice, Haneul podría correr peligro.
—Me las inyectaré a todas. —Jimin se levanta, dispuesto a terminar con esto de una sola vez. Sabe que tantas pastillas puedan acabar con su vida, podría darle una sobredosis y así dejar desprotegida a Hane; sin embargo, está harto de que jueguen con él y ser el débil.
—No tan rápido, muñeco. No te queremos muerto. —Ríe balanceado la bolsa en su mano—. Es una por semana.
—Si me encuentran drogado cada semana, me dejarán aquí por un año entero —escupe llevando su paciencia al límite.
Ella ríe sarcástica y asiente.
—Debes hacerlo, o bien dispararle a Yeonsoo.
Jimin abre los ojos atónito ante las palabras que salen de su boca. Sabe que Ghots maneja a la chica frente a él, y aunque antes intentó razonar con la pelirroja, no tuvo caso alguno. La chica está consumida por la droga, tanto que está seguro que su patrocinador es aquel desconocido a quién todos buscan.
—Si fuera tú, tomaría una decisión rápido. —Eungi saca de su playera un papel doblado y se lo tira en el rostro—. Ghots está cansado de ustedes, y dará su última jugada muy pronto.
Jimin toma el papel con cuidado. Sus manos tiemblan. Sabe que aquel simple papel puede cambiar absolutamente todo en su vida, por eso lo abre con suma delicadeza.
—Adivina quién intentará detenerlo cuando se entere que viene por ti. —Ríe por lo bajo—. Felicitaciones, Jiminie.
El castaño lee con cuidado cada linea del documento que le acaba de entregar, al mismo tiempo que un vacío se forma en su pecho.
Su corazón late con fuerza, como si quisiera salir de su anatomía, su respiración se atora y su cuerpo entero tiembla. No puede ser cierto, aquellas palabras deben ser una mentira, una vez más deben estar jugando con él, como lo han hecho hace tiempo.
—No puede ser.
⭒❀⭒
Siete días.
Pasaron siete días desde la última vez que vio a Jungkook. Desde que decidió hablar con él. Desde que tomó la decisión de no contestar a sus llamadas ni mensajes. Ni siquiera se había reportado por Jae, aunque sabe que el teniente sabe exactamente donde se encuentra. Y aunque intentó persuadirlo por saber dónde estaba prefirió no insistir demasiado. Después de todo no tiene ni idea de qué decirle.
Por otro lado, lo que pasa con Yoongi lo mantienen en secreto. No le han dicho a nadie sobre su encuentro, y que a pesar de parecer odiarse, se aman todas las noches bajo las sabanas del peliengro. No quieren que los demás los señalen puesto que no pasó mucho tiempo desde que se gritaban en el rostro que se odiaban.
Jimin, llamó una tarde en la que ella estaba ocupada, y solo pudo preguntarle el como estaba. A lo que respondió que no se preocupara, todo iba bien y que pronto volvería. Se siente orgullosa del castaño, que lo único que quiere hacer es volver a la normalidad.
A pesar de que las cosas con Haneul no se arreglaron del todo pueden estar en el mismo lugar sin sentirse incómodas; la escuchó en un par de ocasiones preguntarle a Yoongi sobre el paradero de Jimin, a lo que siempre responde que está bien y pronto volverá. La castaña no es tonta, sabe que algo no anda bien, solo que intenta convencerse que sus vidas no se van destruyendo como en el pasado.
—Ya limpié todo, jefe —anuncia Kwan desde la entrada de la cocina sacándose el delantal—. Me preguntaba si podía irme, hay una fiesta en mi universidad y... —Hace un mohín para completar la oración.
—Ve, Kwan. Es todo por hoy. —Le sonríe Yoongi limpiando sus manos.
El chico hace una reverencia para todos los presentes y se va, casi corriendo. Namjoon ríe por lo bajo ante la actitud risueña del chico.
—Yo cierro, pueden irse —comenta el castaño limpiando una mesa.
—No te preocupes, Nam. Yo cerraré. —Yoongi se seca las manos.
—Hace días que son los últimos en irse, ¿qué sucede? —Se cruza de brazos expectante.
—Nada, solo vete. —Yeonsoo hace un mohín.
—No me mientan, sé que aquí pasa algo. —Los señala—. Sé que están juntos, pero además de eso.
Yeonsoo se ahoga con su propia saliva y Yoongi abre los ojos sorprendido y divertido al mismo tiempo. El castaño ríe ante lo que acaba de pasar y niega ofendido.
—¿De verdad creyeron que no iba a darme cuenta? ¡Por favor! Incluso en el pasado, todos sabíamos sobre su química antes de que ustedes lo supieran.
—¡Fiesta! —chilla aquella voz entrando por la cocina, abrazando a la castaña de cabello largo, sobre los hombros.
—¿Qué haces, Haneul? —Yeonsoo enseria al ver como Gyuri, mira de manera desmedida a Yoongi.
—Hace mucho tiempo que no salgo a una fiesta y en realidad quiero ir —comenta haciendo puchero, se puede notar a leguas que tiene alcohol en su sistema.
—Creo que me voy... —Namjoon chasquea la lengua.
—Olvídalo, Kim. Hunter me dijo que irá, se está alistando. —Haneul balancea sus caderas a los lados risueña.
—¿Estás bien? —Yoongi intenta llegar a ella, pero la castaña retrocede consideradamente.
—Por supuesto, no me molestes.
—Vamos, Yoongi. —Gyuri se acerca un poco más a él—. No seas aburrido.
Yoongi se había prometido hablar seriamente con Gyuri, pues después de aquella charla inconclusa en el bar la noche que se enteró de Jimin, la castaña se tomó unos días. Por lo tanto, hace un par de horas había vuelto al trabajo; Yoongi quería hablarle, pero no podía con tantas personas en el bar, sin mencionar que la castaña se las arreglaba para evadir la conversación.
—¿Sabes qué? Olvídalo, iré con Hunter y Gyuri. —Haneul dice apática.
—Yo voy. —Yeonsoo sonríe de lado. Sabe que el pelinegro busca un momento adecuado para hablar con Gyuri, sin embargo, ya no puede seguir esperando; por eso irá para poder escupirle la verdad en la cara.
—De cualquier forma, no iré —insiste Yoongi.
—Creo que me quedaré con Yoongi, puede ser noche de chicas —comenta Namjoon y sonríe malicioso. El pelinegro le dedica una fugaz mirada mientras Yeonsoo evita largar una fuerte carcajada.
Es consciente que aquello será todo, menos una linda noche de chicas.
—¡Perfecto! Pero no podrá ser una noche de chicas. —Haneul toma de la mano a Yeonsoo para jalar de ella, y así abrazarla por los hombros—. Invité a Jungkook, y aceptó.
Yeonsoo siente su corazón oprimirse un poco más. La incomodidad crece al darse cuenta de lo tenso que se encuentra Yoongi, pero sobre todo, porque en algún momento creyó que pasaría mucho tiempo hasta volver a verle.
—Si le dices que voy, no creo que quiera ir —alega la pelinegra.
—Fue su idea invitarte —confiesa Hane.
Yoongi aprieta la mandíbula con fuerza, tanto que teme romperla en dos. La idea de dejarlos a solas lo enoja; aún no ha tenido oportunidad de decirle a Yeonsoo quién es en realidad el chico que vivía con ella, y tal sea porque han estado de putas maravillas. No pelean, hablan animados sobre cualquier cosa que se les ocurre, e incluso Yeonsoo le ha contado respecto a aquellos días en el campamento y del imbécil que la molestaba.
—Voy —suelta Yoongi y bufa. Namjoon niega por lo bajo y asiente, es aceptación a la invitación.
—Pero creí que no querías, ya sabes... —Hace un mohín la castaña.
Haneul lo sabe, a pesar de todo, ella lo sabe.
—Pues cambié de opinión . —La reta con la mirada.
Una bocina suena desde el exterior del bar, dando lugar a una amplia sonrisa en el rostro de Haneul; aunque es de aquellas sonrisas maliciosas llenas de sentimientos que no saben salir de otra forma más que en un acto malo.
—Vienen por nosotras. —Las jala fuera del lugar, encontrándose a Jungkook en el carro que compartía con Yeonsoo, que a pesar de que sea oficialmente de ella, normalmente lo usa él.
Le es inevitable mirar a Yoongi de reojo y mantenerse lo más alejada de él posible. No quiere lastimar a Jungkook más tiempo. Aunque sabe que no puede ocultarse de esa forma por mucho tiempo.
Haneul abre la puerta del copiloto saludándolo eufórica, mientras que Gyuri se sube a la parte trasera.
—Sube adelante, señora Jeon —suelta burlona Hane.
Se abre paso y entra a la parte trasera, acompañando a la castaña que sonríe con diente en dirección a Yoongi.
Yeonsoo suspira pesada, sigue repitiendo en su cabeza que fue una muy mala idea meterse con Jungkook en un principio. Aunque en su defensa, jamás creyó que podría rehacer su vida, al lado del chico de mirada felina. Sin embargo, aún cuando todo corre en su contra, no puede arrepentirse de haber estado con el pelinegro que se encuentra detrás del volante. No después de todo lo vivido.
Yoongi la toma del brazo deteniéndola.
—Espera, no puedes ir.
—Está bien. —Yeonsoo niega con la cabeza confundida por su comportamiento—. Es solo Jungkook.
—Por eso mismo no puedes ir ahí, déjame que te lleve —musita, la desesperación filtra sus palabras.
—Es Jungkook de quién hablamos, no va a dañarme. —Se suelta con cuidado con el ceño fruncido—. Deja de querer marcar territorio.
Ella niega en reproche. Hay algo que Yoongi no le está diciendo, y ni siquiera tiene que ver con sus retorcidos celos. Aún así, no puede dejar a Haneul ebria y sola, aunque está en buenas manos al lado de el pelinegro; sabe que algo no anda bien con ella.
Jungkook sonríe en dirección a Yoongi y le saluda con un leve asentimiento. Yoongi quiere gritarle una lista de groserías que ha guardado especialmente para él; sin embargo Yeonsoo se monta y él arranca para luego salir del lugar, con las tres chicas en su poder.
El pelinegro aprieta los puños con fuerza, queriendo golpear su rostro hasta no dejar rastro de quién fue. Namjoon lo mira confundido, aunque sabe que cuando Yoongi está celoso puede ser una verdadera tortura.
—¿Qué demonios sucede contigo? —El castaño saca una paleta de su bolsa y la abre.
—Jungkook, eso me sucede. —Saca de su bolsa trasera una cajilla de cigarrillos y comienza a fumar desesperadamente, mientras camina de un lado a otro.
—Por favor... Es Jungkook de quién hablamos. —Rueda los ojos.
Yoongi lo toma del cuello, como si quisiera estampar un puño contra su rostro. Namjoon abre los ojos sorprendido, en realidad no esperaba que reaccionara de esa forma, mucho menos que quisiera golpearlo por comentar aquello tan vago.
—Estoy arto de escuchar esa mierda —escupe y lo suelta con brusquedad—. Sé que estoy hablando del jodido de Jungkook, pero no sabes quién es. Es un maldito sociópata.
—Yoongi...
—Me lo confesó en la puta cara, me dijo que la única razón por la que estaba con Yeonsoo es por venganza, ojo por ojo... —Inhala el cigarrillo, intentando tranquilizar su acelerado corazón—. ¿Puedes simplemente creerme?
—Lo hago, te creo. —Namjoon tira los brazos rendido.
Han pasado tantas cosas en sus vidas, que pensar en un horrible plan de parte del pelinegro, donde su arma es Yeonsoo y su objetivo Yoongi, no le sorprende en lo absoluto. De hecho tiene mucho sentido aquello, pues Jungkook siempre fue fiel a la amistad, recuerda que aquello fue lo que lo separó de Jimin desde un comienzo, por eso una parte de él se sorprendía al verlo con la pelinegra. No era algo que Jungkook hubiese hecho.
—Mierda... —escupe Nam.
—¿Qué?
—Jungkook es un jodido genio. —Ríe.
—Si vuelves a decir algo a su favor voy a volarte la cabeza. —Yoongi se masajea la sien.
—La noche siguiente, cuando ustedes no volvieron. —El castaño comienza—. Que por cierto, debes contarme cómo se reconciliaron —musita
juguetón—. Jungkook estaba mal y empacó todas sus cosas, Haneul fue en busca de él y dijo que estaba realmente afectado.
Yoongi frunce el ceño confundido.
—¿Por qué diría eso? Ni siquiera le importa.
—Pues, tal vez sí... —Hace un mohín para completar la oración, pero para en seco y vuelve a reír al entender todo—. Hunter y Haneul dijeron que si Yeonsoo volvía contigo sería una idiota, porque lo tiene todo con Jungkook.
—¡Vaya! Creí que Haneul era mi amiga —suelta ofendido.
—Fue amiga de Jungkook mucho antes de conocerte. Joder, lo hizo para que la persuadan. —Nam se tira el cabello hacia atrás—. Sabes mejor que nadie, que Yeonsoo escucha mucho a Hane, incluso cuando no sigue sus consejos.
—Me siento dentro de una telenovela con un teléfono descompuesto. —Tira la colilla de su cigarrillo y mira el cielo estrellado—. Voy por ti, Yeonsoo.
⭒❀⭒
Al llegar a la discoteca, Hunter los encuentra en la entrada. Los cuatro entran antes de que Yeonsoo logre detenerlos, al parecer, Haneul está convencida de que una noche de fiesta traerá normalidad a sus vidas. Por lo que al ingresar, ella toma de la mano a sus dos amigas y se ubica justo en el centro de la pista de baile, mientras Jungkook consigue una mesa y Gyuri lo sigue.
No puede sentir celos de ella, no ahora que sabe lo que Jungkook siente respecto a ella. Es increíble en realidad, al principio no lo entendía, o al menos no quería hacerlo. Pues el pelinegro se había vuelto su ancla a tierra, convirtiéndose en una de las personas más importantes de su vida, sin embargo, pudo entender todo luego de ver la reacción de Yoongi.
Aquella noche, en la que Yoongi pudo tranquilizar su pesadilla, se despertó. Y cuando lo vio salir de la habitación se confundió puesto que se había dormido a su lado, por eso se levantó a ver qué sucedía, sin embargo, se detuvo al escuchar la voz de Jungkook.
Sus palabras aún hacen eco en su cabeza, y aunque le gustaría golpearlo y torturarlo por usarla de aquella manera, no puede. Pues le enseñó a vivir con su marca y a soltar cosas de su pasado, aún si fue por las razones equivocadas. Por eso no dice nada y se mantiene en una burbuja, como si realmente no supiera lo que pasa por su cabeza; necesita saber hasta donde es capaz de llegar, y si toda su historia fue una verdadera mentira.
Duele. Duele saber que cada beso, cada caricia, cada charla en las madrugadas, solo fue para lastimar a Yoongi. Duele saber, que después de tantos años, y tantas luchas, aún no pueden verla como una persona real, si no, como algo a que puedes usar y desechar. Duele porque a pesar de todo, una parte de ella comienza a creerlo.
—¡Las amo! —grita Haneul, sacándola de su ensimismamiento.
—¿Qué le sucede? —le susurra Hunter a Yeonsoo. Ella se encoge de hombros, sin quitarle la vista a Jungkook, que le sonríe de vuelta.
Aquella maldita sonrisa que solía espantar todos sus miedos. En algún punto, dentro de sus deseos de venganza se aferró a ella. No tiene idea de quién es chico que le mira desde una mesa. Ese hombre que es capaz de inculpar a un inocente si se mete en su camino. Jeon Jungkook está demasiado roto, mucho más que ella y eso lo está enfermando.
—¿Es Yoongi? —Hunter mira un punto en la entrada.
Yeonsoo sigue la línea para encontrarse con él acompañado de Namjoon. Una sonrisa se instala en sus labios. Ahí está, una vez más, para protegerla. No puede dejar que una venganza del pasado intervenga en su vida, no dejará que Jungkook lo lastime, no otra vez. Él aún carga con fantasmas del pasado, y todos llevan el nombre de «Chan» en él.
Ambos conectan miradas, se ve espabilado, como si estuviera dispuesto a pelear con cualquiera que se atraviese por su camino. Yeonsoo lo sabe, no está viendo a Yoongi, está viendo a Isilo y no puede sentirse más a gusto al darse cuenta de ello.
Jungkook llega con ellos, junto a la castaña que no deja de mirarlo mientras los guía a una mesa.
-—Creo que iré a saludar —miente Yeonsoo mientras se zafa del agarre.
—Vamos todas, esto va a ser divertido. —Haneul se adelanta danzando las caderas.
—¿Qué demonios le sucede?
—No sabe de Jimin hace días, creo que comienza a sospechar —suelta la rubia.
Al llegar a la mesa, Hane toma del brazo a la pelinegra y la obliga a sentarse junto a Jungkook argumentando que son la pareja perfecta. Mientras que Gyuri se sienta a un lado de Yoongi, y Haneul junto a la rubia, se sientan a los lados del castaño que sigue lamiendo la paleta totalmente aburrido.
—Brindemos. —Toma una de las cervezas, obligando a los demás a imitarla. Yeonsoo se está cansando de la actitud de su amiga—. Porque el amor sea duradero.
—¿Qué le sucede? —le susurra sobre el oído a Jungkook, en busca de una respuesta válida.
Él le mira antes de que ella se aleje y clava su mirada sobre sus labios rojizos. Jungkook coloca una mano en su cintura para acercarla y poder responder de la misma manera. Siendo consciente de la asesina mirada de Yoongi sobre ellos.
—Me dijo que Jimin le dejó —responde—. Sería bueno que le digan la verdad.
Yeonsoo se aleja y mira los ojos color café de Jungkook. La preocupación que brinda estos es tan genuina que se cuestiona si es la misma persona que dijo cosas horrendas a Yoongi una noche. Ella niega con la cabeza lento y se acerca una vez más a su oído.
—No lo hagas, él no está listo para enfrentarla.
—La única razón por la que no le dije, fue porque te lo prometí —responde más cerca que antes—. No soy un niño, me di cuenta de la forma en la que se miraban, y en realidad esperaba que él no apareciera.
—Jungkook... —susurra cansada. Coloca una mano en un pecho como si pudiera evitar que haga cualquier movimiento en contra de Yoongi.
—Lo sé —responde y coloca su mano sobre la de ella para dar un ligero apretón.
—¡Ya tortolitos! —chilla la castaña llamando su atención. Yeonsoo saca su mano de inmediato y se aleja un poco. Jungkook le mira sin moverse ni un poco—. Dejen sus cosas para la intimidad.
La mandíbula de Yoongi está tan apretada que sus dientes comienzan a rechinar. Quiere abalanzarse sobre la mesa y golpear a Jungkook, y aunque le gustaría, sabe que terminaría perdiendo. Yeonsoo le defendería y todo terminaría ahí mismo.
—¿Por qué no tomas Gyuri? —pregunta amable Hunter.
—Lo santurrona no se te quita con una cerveza —suelta Yeonsoo tomando otro trago.
Gyuri le dedica una fugaz vista para luego mirar a Yoongi.
—De hecho tengo noticias.
—Me encanta. —Hane aplaude.
—Aún no dijo nada. —Yeonsoo la mira aburrida.
—Sé que me va a gustar —dice burlona.
—Quería hacerlo en privado, pero ya que estamos todos. —Ella se acomoda en su asiento, con una gran sonrisa en su rostro—. Yoongi, ¿recuerdas aquel día en el que estuvimos juntos? Ya sabes...
—Cuando tuvieron sexo. —Yeonsoo se burla, ante la ridícula forma de hablar.
Yoongi traga duro pero asiente, anteriormente habló con Yeonsoo sobre eso, pero la idea de que aún su reencuentro se mantenga en secreto puede confundir a todos los miembros de su grupo.
—Sí, lo recuerdo.
—Pues... —hace una breve pausa—. Estoy embarazada.
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