34

Su segundo día en el lugar y lo único que quiere hacer es irse por donde entró. Se replantea si hubiese sido buena idea irse junto a sus amigos, después de todo, Yeonsoo nunca se equivoca cuando su sexto sentido advierte sobre algo. Pues ahora se encuentra en el comedor junto a tantos pacientes más, que comen de manera jovial, como si aquello no fuera un lugar de rehabilitación.

—¿Puedo? —Una mujer se sienta a su lado. Jimin asiente y vuelve a su comida—. ¿Eres nuevo? Porque llevo mucho tiempo aquí y conozco a todos.

—Sí —dice tajante. No quiere hacer amigos, y ciertamente esa chica le trae mala espina.

—Eungi. —Le tiende la mano a Jimin, quien solo la ignora—. No deberías ser tan descortés conmigo, Jimin —advierte levantándose de su lugar—. Haneul puede pasarlo mal. 

El castaño se congela en su lugar y gira su cabeza para encararla, sin embargo, la pelirroja se ha perdido entre las mesas, dejando solo un pedazo de papel sobre la mesa. Jimin lo toma de inmediato y lo guarda entre sus cosas para comer lo poco que queda en su bandeja y así irse a su habitación. Puesto que, no dejan retirar a nadie que no haya terminado hasta la última miga. 

Al llegar se encierra en el cuarto de baño y la abre, con las manos temblorosas. Letras recortadas, forman una frase extraña, y terrorífica: «Ducha, bienvenido».

Sabe de quién se trata, pues no puede tomarlo a la ligera, no al estar encerrado sabiendo que Hanuel podría estar en peligro. 

Se golpea mentalmente por lo idiota que fue al consumir de nuevo, por dejar sola a Hanuel, pero sobre todo, por aceptar internarse en un lugar en las montañas. Puede hacer una llamada y advertirle a Yeonsoo, necesita hacerlo antes de que algo le suceda. 

Corre fuera de la habitación y se aventura en los pasillos del edificio, en busca de un teléfono que pueda usar. Su corazón golpea contra su mármol y su respiración quema en sus pulmones. Entonces lo ve, hay  un teléfono colgado en la pared, al lado de una mujer con gorra. 

—¿Disculpa? ¿Tardaras mucho? —Jimin dice, con la voz enroquecida. 

—¿Ahora eres amable? —Ríe burlona la misma mujer que antes. 

—¿Quién mierda eres? —Jimin la toma del cuello y la estampa contra la pared del lugar, dejando que la furia lo consuma. 

La chica ríe divertida, y antes de que Jimin logre articular palabra alguna, ella comienza a llorar con sonora. 

—¡Suéltame! ¡No soy quien crees! —chilla confundiendo al castaño, quien afloja el agarre pero no la suelta.

—¡¿Qué haces Park?! —chilla un enfermero. 

Jimin cierra los ojos con fuerza al darse cuenta de lo que acaba de suceder. 

—Estas en problemas.

—Lo sé, pero déjeme hacer una llamada. —Intenta llegar al teléfono.

—Ni lo pienses. Estás castigado, por una semana entera sin teléfono ni salidas a las salas comunes. —Lo toma de los hombros y lo obliga a caminar. 

Jimin mira a la chica que se queda a sus espaldas el como hace una reverencia burlona. 

Está en problemas, dentro de un juego donde ni siquiera sabe a quién se enfrenta. 

                                       ⭒❀⭒

La vuelta a la cuidad fue jovial para aquella pareja que no se cansaban de darse amor mutuamente. Mientras Yoongi manejaba, Yeonsoo comenzaba una larga lista de anécdotas graciosas junto a sus dos amigas. Sobre lo sorprendente y ridículamente buena que es Haneul con las armas, hasta aquellas noches en las que debían quedarse más de lo normal en una ciudad, puesto que Hunter se mantenía al lado de algún desconocido.

Él entrelazó sus manos y, aunque era difícil, decidió mantenerlas unidas el resto del camino. No quería soltar a Yeonsoo, la idea de que en el momento que lo haga, ella desaparezca, lo estremecía. Por eso, después de casi seis horas de viaje, llegaron de noche a la cuidad iluminada.  

Al principio sintió recelo de preguntarle dónde debían ir al llegar, no quería dejarla en el departamento que comparte con Jungkook, y aunque hubiese sido lo correcto, no lo hizo, pues la pelinegra pescó una horrible gripe, gracias a su tonta idea de meterse en una laguna helada en un día lluvioso. 

Por consiguiente, ahora se encuentra preparando una sopa de aquellas que su madre le había enseñado hace unos años. Ella se encuentra en su cama, con la fiebre alta y temblando del frío. Por supuesto que Yoongi quiso pasar a un hospital, pero al ser tan tarde, Yeonsoo le convenció de solo tomar algún medicamento y esperar, si no se sentía mejor antes del amanecer irían al hospital.

—Debes comer esto. —Yoongi se acerca con un plato de sopa cordial. 

—No quiero, solo quiero dormir. —Ella se gira dándole la espalda.

—Joder, Yeonsoo... Te arrastraré al hospital si no obedeces —menciona frunciendo el ceño.

—Me gusta cuando eres así de dominante. —Se gira con media sonrisa, totalmente seductora. 

Yoongi ríe al cielo y niega con la cabeza. Extrañaba aquellas insinuaciones que aunque no llevaran a nada, solían gustarle y hasta volverle loco. 

Yeonsoo se sienta con ayuda de él que acomoda almohadas para que apoye su cabeza, y comienza a tomar la sopa que Yoongi le preparó.

—Yeonsoo... —Suena inquieto. Como si no quisiera realmente decir aquello.

—Si por tu linda boca dirás algo que arruine el momento, por favor no lo digas —dice, sin mirarlo. 

—Tengo qué. —Se levanta y se acerca a la ventana, para encender un cigarrillo. 

Yeonsoo se muerde el labio inferior ansiosa y asiente. Sabe qué es aquello que incomoda al chico a su lado, pero no puede responder. Hay cosas que aún debe hablar con el pelinegro de ojos grandes.

—Jungkook —suelta sin mirarla.

—¿Qué quieres que te diga? —Ella deja el tazón a un lado y se acomoda para prestarle completa atención. 

—Realmente no lo sé. —Suspira pesado—. Te vi besarlo cuando nos fuimos. No sé que es esto, y aunque me gustaría no saberlo, creo que merezco saber si soy el jodido amante o no.

Yeonsoo sonríe de lado al escuchar aquellas palabras, le recuerda cuando comenzaron a salir, ni siquiera supieron que eran realmente.

—Siempre serás mi jodido amante. 

Yoongi la mira con media sonrisa y asiente. 

—No puedo decirte qué pasará con Jungkook, porque eso no te concierne —suelta la pelinegra, al mismo tiempo que vuelve a tumbarse sobre la acomoda cama—. Pero si tu preocupación es que te folle, y luego corra a tener sexo con él... —calla.

El pelinegro levanta la mirada, totalmente indefenso ante sus palabras. 

»No será así, Yoongi. Creo que deje en claro que te amo, y siempre lo haré. —Suspira cerrando los ojos—. No dejaré que tu testosterona marque territorio, ni que pelees con Jungkook. Porque aunque no quisiera, él me importa tanto, como para no dejarte tocarlo. —Conecta miradas con él, dejando en claro qué no hay atisbo de mentira ni burla en sus palabras—. Pero no volveré a él, aún si tu me rechazas. 

Yoongi asiente, sabía que Jungkook le importaba, de lo contrario nunca hubiese estado con él. Pero jamás imaginó que aquello tenía tanto impacto en ella, a tal punto de enfrentarlo; tal vez se equivocó, tal vez no debería odiar de aquella manera al pelinegro. De cualquier forma, su corazón se siente reconfortado ante las palabras de ella, agradece que sea sincera y que no tema decir lo que siente. Como siempre, siendo la valiente entre los dos.

—Además... —Ella ríe seco—. Si quieres señalarme, primero mírate en el espejo. 

Yoongi no tarda tanto en darse cuenta de a quien se refiere en realidad. Debe tragar duro para apaciguar el nerviosismo que comienza a crecer en su interior. Cómo si lo que hizo fuera alguna clase de engaño.

—Entre Gyuri y yo no pasa nada.

—¿En serio? Porque no parecía eso antes de irnos —Ella niega divertida—. Tranquilo, Min. No estoy reclamando nada, pero primero aclara tus problemas, antes de ver por los míos.

—Nunca se te escapa nada, ¿verdad Goo? —Yoongi pisa la colilla del cigarrillo y gatea sobre el edredón hasta llegar al cuerpo de la menuda.

Ella niega divertida. Él coloca sus labios en la frente de Yeonsoo para verificar que aquellos medicamentos hicieran efecto, y luego se recuesta a su lado. La abraza por la cintura y la envuelve son sus piernas para conservar todo el calor posible. Comienza a acariciar su corto cabello, hasta que la escucha normalizar su respiración. 

No pensó que en menos de cuarenta y ocho horas la relación de ellos podía cambiar. Yoongi jamás dejó de amarla, y tenerle cerca lo confundía demasiado, pero siempre fue ella. Siempre será Yeonsoo quien acelere su corazón y le haga la persona más feliz solo con su presencia. Se siente aliviado de que sus sentimientos sean correspondidos y aunque le gustaría que nadie saliese lastimado por culpa de su romance, no puede evitarlo. No pondrá a nadie sobre ella, no otra vez. La última vez que decidió poner a alguien por encima de Yeonsoo fue por Jungkook; para protegerle y que no termine en la cárcel. Si tan solo no lo hubiese hecho tal vez nada de esto estaría pasando. Pensar en el pasado solo le lástima. Tener a Yeonsoo  tan cerca es suficiente para dejar ir todo lo sucedido y concentrarse en lo que está por venir.

La puerta es golpeada con brutalidad, Yoongi arruga el ceño y se levanta sin hacer un solo ruido. Aunque no cree que Yeonsoo vaya a despertarse, después de todo, aquellos medicamentos son un poco fuertes para su pequeño cuerpo. 

Una parte de él, quiere correr a colocarse una playera y abrir la puerta, pero la idea de que Jungkook esté detrás de ella lo detiene; sabe que actúa infantil, sabe que no debería meterse en la relación con ella con él, pero simplemente no puede evitarlo. 

Puesto que la abre dejando que su cabello desgreñado y su torso desnudo hablen por él. Ahí está, con el cabello mojado y grandes ojeras en sus ojos. No debe acercarse demasiado para oler aquel exceso de alcohol. Es entonces que se arrepiente de ser tan infantil. No quiere pelear con el pelinegro si está consumido por el efecto del alcohol; además de que Yeonsoo no se lo perdonaría.

Jungkook pasa la vista desde sus desnudos pies, hasta las marcas en su cuello, pruebas de aquella infernal noche en la cabaña. Él ríe seco y se apoya contra el marco de la puerta dejando caer su cabeza hacia delante. 

—Que infeliz —suelta ronco con la voz enroquecida. 

—Estás ebrio...

—No —lo corta—. El olor está en mi ropa, pero no tengo ni un gramo de alcohol en mi sistema. —Lo encara. 

—No voy a empezar una pelea contigo ¿Qué quieres? —dice llenando su cuerpo de valentía y coraje. Sabe que no puede tocarlo, pero en definitiva puede defenderse. 

—¿Está aquí? —Jungkook intenta ver más allá del cuerpo de Yoongi, pero este se lo impide.

—No volveré a preguntártelo. —Se cruza de brazos, descortés.

—Claro que está aquí. —Se tira el cabello hacia atrás. 

Un grito proveniente de la habitación, los hace girar alarmados, y sin pensarlo dos veces, ambos corren hasta el cuarto donde Yeonsoo se encuentra luchando contra algo en una pesadilla.

Jungkook la toma de la mano, intentando acercarse a ella, al mismo tiempo que Yoongi se coloca en su otro extremo y se acerca a su oído con sumo cuidado.

—Estás a salvo, ¿recuerdas? —Acaricia su cabello con dulzura—. No dejes que te lleve, eres más fuerte que eso.

Jungkook frunce el ceño incrédulo de lo que presencia. Nunca había visto a Yeonsoo tan sumisa ante la voz de alguien, pues ahora se encuentra tranquilizando su respiración aún dormida.

Traga duro y se levanta embravecido, hay muchas cosas que están mal, y una de ellas, es que después de tanto tiempo, Yoongi aún tenga poder sobre Yeonsoo. 

—Es mejor que te vayas. —Yoongi cierra la puerta detrás de él—. Como verás, solo interrumpes.

—No la mereces. —Comienza a caminar de un lado a otro, consumido por su furia. 

—¿Y tu si? —Ríe seco. Sabe que Yeonsoo no se despertará, y tal vez para cuando lo haga, uno de los dos se encuentre tendido en el suelo. Pero no le importa, el bienestar de Jungkook ya no le importa.

Por mucho tiempo lo puso sobre sus sentimientos, tan así que se dejó destruir por la culpa, sentía tanta responsabilidad hacia Jungkook, que si él la hubiese conocido en aquél entonces; ni siquiera hubiese mirado a la pelinegra. Pero ahora es todo diferente, ya no lo hata la culpa, ni siquiera le importa sus sentimientos. Ha pasado por mucho para llegar a donde está.

—Ni siquiera la conoces. —Jungkook lo señala con impetud. 

—No me hagas reír, Jeon. —Yoongi se acerca hacia la ventana y prende un cigarrillo. 

—Te dije que te alejaras. Te pedí que mantuvieras tu estúpida cara lejos de nosotros.

—Lo de ustedes estaba roto antes de que ella volviera a mi vida. —Se encoge de hombros desinteresado.

Jungkook empalidece tanto que debe retroceder. Yoongi frunce el ceño.

—¿T-te lo dijo? —susurra a puras penas. 

—¿Qué exactamente? —Pisa el cigarrillo que acaba de encender, para encarar a Jungkook.

No sabe que demonios ocurre, pero no le gusta nada.

—No me interesaba su bienestar, ni siquiera la conocía —espeta el pelinegro.

—¿De qué mierda hablas?

Jungkook frunce el ceño, entonces lo entiende. Yoongi no tenía idea de lo que él le hizo a Yeonsoo, y aunque le gustaría mentir, no puede; ya está aquí y no se irá hasta poder escupir toda la verdad, sin importar las consecuencias. 

—Cuando despertó, quería correr a ti, disculparse por querer venderlos y toda esa mierda. —Jungkook abre la nevera de Yoongi y saca una botella de soju, para tomar directo de ella—. Hunter, jodida rubia. —Ríe por lo bajo—. Decidió meternos a los tres en la policía solo para salvar su estúpido trasero de la cárcel. Pero por supuesto que Yeonsoo no iba a aceptar, fue entonces que inventó algo sobre el hermano de Hyun. —Jungkook se pierde en un punto fijo sobre la la ventana, recordando aquellos dias—. Ella ni siquiera pestaño —dice asqueado—. Estaba dispuesta a morir por ti, por supuesto que se iba a entrenar para seguir cuidándote.

Yoongi se jala el cabello con fuerza, la furia comienza a crecer en su interior, debe correr a Jungkook y golpearlo hasta que sus nudillos dejen de doler y la ira se esfume. Sin embargo, se contiene apretando los puños con fuerza, clavando las uñas en la palma de su mano.

—Pude tener una vida a su lado pero gracia a ti, jodido hijo de puta, ella tuvo que fingir su muerte. —Se muerde la mejilla interna, provocando que el sabor metálico invada su boca. 

—No me des tantos creditos. Ella nunca fue obligada. —Señala la habitación con la botella.

—Me arruinaste la vida. —Las lágrimas se acumulan en le rostro del pelinegro.

—Te devolví el favor. —Lo mira amenazante—. Ya sabes, por lo de Chan.

La boca de Yoongi se abre ligeramente al entender a la perfección las intenciones de Jungkook. Nunca fue un amor verdadero, ni siquiera fue aquello que todos pensaban. La venganza de Jungkook iba más allá de lo que cualquiera hubiese imaginado, y ahora no tiene dudas que el chico frente a él es un completo desconocido. 

Todo fue una farsa.

—Joder. —Ríe seco—. Nunca la amaste ¡Mierda!

—Al principio no le quería, y apenas soportaba su presencia. —Se acerca a él, lo suficiente para que sienta la agitada respiración de Yoongi en su frente—. Aunque, joder, la chica hace tantas cosas buenas con su boca.

Yoongi levanta el puño para estrellarlo contra su rostro, pero se detiene. Se lo prometió a Yeonsoo y aunque no es lo que ella cree, no puede solo tomar venganza.

—Pero si me enamoré de ella, Yoongi —confiesa—. Quería usarla para dañarte, y terminé enamorándome de la chica que debía usar. Karma le dicen —admite con una sonrisa ladina—. No importa lo que haya pasado en el viaje, ella jamás podrá separarse de mí, y lo sabes. 

—¿Qué mierda le hiciste? Tu jodida venganza me tiene hasta la médula. 

—No sabes una puta mierda de lo que ella vivió. No sabes las noches que pasó así, ni las pesadillas que la atormentaban. —Lo empuja con fuerza—. No estabas ahí para ella, nunca estuviste en sus noches de desvelo, ni para abrazarla por las noches cuando lloraba en sus sueños. Estaba yo, arreglando tu puto desastre.

Yoongi se paraliza por completo. Hay muchas cosas de las que la pelinegra no le habló, cosas que nadie más que ellos dos saben, pero no puede permanecer en la penumbra, no ahora que sabe que el enemigo está siendo protegido por ella. Aunque no puede llamarlo como tal, después de todo si ama a Yeonsoo, solo que no puede obviar el hecho de que se acercara a ella con el único fin de lastimarle.

—Dime que quieres, dame tu precio para mantenerte lejos. —Yoongi recupera su postura. 

—No quiero dinero, Min. —Gira sobre su propio eje, y comienza a caminar por todo el departamento viéndolo a detalle. Llega hasta la fotografía de ambos en la mesa de entrada. La toma entre sus manos y lo mira burlón—. Eres tan patético. 

La tira al suelo y la pisa quebrando el vidrio en mil pedazos. Isilo no quiere contenerse, quiere detenerlo, pero a estas alturas no puede ser impulsivo, Jungkook no es idiota, no vino hasta tan lejos solo para burlarse e irse. Algo busca y hasta no saberlo no puede mover un solo dedo.

—¿Por qué ella?

—Porque es tu única debilidad.

—Haz lo que quieras conmigo, pero déjala en paz. —Yoongi intenta sonar tranquilo, pero el desespero se filtra en sus palabras.

Jungkook sigue su camino hasta llegar de nuevo a Yoongi, lo mira a detalle y con mucho cuidado toma de su cuello el collar con el anillo de Yeonsoo. Lo arranca de su cuello y lo tira al suelo escupiendo sobre él. 

—Joder, Jungkook ¿Dime qué demonios quieres? —La paciencia comienza agotarse.

—Te quería a ti —susurra con veneno cerca de su rostro—. Te queríadestruido, hasta que solo fueras un pedazo de carne y suplicaras por morir.

—Ya te dije que la muerte de Chan no fue mi culpa.

—¡Claro que si! —grita consumido por la ira—. Y haré que pagues, así sea lo último que haga. Pero no vine a pedirte eso.

—¿Cómo puedes destruir a alguien que quieres por venganza? —Yoongi intenta razonar con Jungkook.

—No te confundas, no le quiero, le amo que es algo que no pudiste hacer —escupe.

—Sueltalo de una vez y vete.

—Quiero que la dejes ir —confiesa y la vulnerabilidad se apodera de él—. Quiero que te quites del camino y me dejes amarla, y que ella me ame como siempre debió ser.

—La relación de ustedes no es de mi incumbencia —miente—. Lo que ella decida hacer contigo no me importa.

—Te lo advierto —farfulla.

—Si no lo hago, ¿qué harás? —lo desafía.

Jungkook deja salir una gran bocanada de aire. La desesperación se puede palmear y no entiende el porqué de tus actos. Él no podría solo venir y reclamar a Yeonsoo de su propiedad. Jungkook no es el tipo de persona capaz de hacer eso.

—Tengo demasiado poder sobre sus frágiles sentimientos. —Ríe y toma su chaqueta del suelo para colocársela—. ¿Sabes cual es la peor arma? La seguridad, ella se siente tan cómoda hacía mi, tan amada y deseada —murmura lento y pausado—. No fue tan difícil, su rostro facilitó las cosas para mí. Dime, Yoongi, ¿cómo crees que se sentirá si le dijera que todo el tiempo te dio asco? ¿Cómo crees que se sienta si le digo la verdad sobre mi propósito con ella, que todos nuestros planes juntos fueron solo para llegar a ti? 

—Te odiará.

—Probablemente, pero no quita el hecho de que se odiará a si misma mucho más. 

—Le diré la clase de porquería que eres, el hijo de puta que se esconde detrás de esa estúpida cara. —Yoongi se acerca a él y lo toma del cuello.

—Aléjate de ella. —Los ojos de Jungkook se cristalizan de ira al instante, mientras que su voz se quiebra ligeramente. El rostro de Yoongi se descompone ante lo que ve—. Meteré a todos los que se interponan en mí camino tras las rejas. Puedo poner un kilo de metanfetamina e inculparte. No tienes una puta idea de lo que soy capaz —escupe.

Yoongi lo suelta, provocando que caiga de rodillas al suelo, al mismo tiempo que retrocede completamente sorprendido de lo que ve, está confundido, no puede procesar bien lo que acaba de suceder. Jungkook es un jodido psicópata que ha mantenido a todos hechizados con su actitud tan pura y de chico bueno.

Jungkook ríe y seca sus lágrimas.

—Veamos a quién de los dos le cree. 











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