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La botella resuena en la mesa de estar una vez más. Jungkook tira su cabeza hacia atrás completamente abatido, se replantea si es buena idea ir a la nevera por una botella más de soju. En la mesa yacen al menos cuatro, además de unas tres cervezas.

Sabe que aquella manera tan descontrolada por beber alcohol, se debe a la enorme maleta a un costado de la puerta de entrada, dónde lo espera de manera paciente, dispuesto a dar un último adiós en dónde fue alguna vez feliz.

No puede culpar a nadie más que a sí mismo, y eso le duele aún más. Porque sabiendo toda la historia, aún cuando Haneul le advirtió una y otra vez que tuviera cuidado, dejó su corazón al completo descuidado, dejando que simplemente ella lo tome a su antojo, arriesgando todo gramo de valentía.

El pelinegro suspira y se levanta de su asiento, sin quitarle la vista a la fotografía en el suelo, con el vidrio roto en mil pedazos.

—Tal vez no es lo que crees. —Ella suelta con su dulce tono.

Jungkook pasa la mirada a ella, es increíblemente hermosa, incluso con la tenue luz de la luna dándole la espalda, puede notarse aquellas facciones angelicales, su delicada y blanca piel, aquel cabello castaño fino cayendo por sus hombros y sus ojos café llenos de preocupación. Debió quedarse con ella desde un principio, incluso se replantea que ni siquiera debió volver a la vida de ella o de cualquiera que rodeará el extraño grupo que Chan le heredero.

Haneul se levanta del suelo, dónde intenta agrupar los pequeños vidrios esparcidos por el suelo y lo encara, intenta llegar a su rostro pero vuelve a alejarse.

—Deja de hacerte esto. —Haneul se abraza a sí misma.

Un sentimiento familiar se instala en su cuerpo, no puede evitar recordar las veces en que la menuda hacia aquel gesto. Demostraba lo incómoda y desprotegida que se sentía, en aquel entonces, Jungkook solía sacarse su chamarra y colgarla en sus hombros, que aunque no era un abrazo real, solía aliviar el nudo de sentimientos de Haneul. Ahora sin embargo, solo provoca desesperación en él, el hecho de saber dónde está Jimin y tener que mentirle a su mejor amiga por quién es el amor de su vida, solo lo desestabiliza.

El pelinegro gira sobre su propio eje y se afirma en la mesada de la cocina. Cierra sus ojos con cuidado y deja que su respiración se regule.

Siente dos manos recorrer su espalda hasta llegar a sus hombros, un escalofrío lo recorre y debe carraspear para ahuyentar el nudo que lo amenaza con avanzar. Haneul apoya su mejilla contra la espalda tensa de Jungkook, al mismo tiempo que lo abraza por la cintura.

Es lo único que necesita, para dejar que sus ojos cristalinos por fin se liberen, dejando que aquellas lágrimas mojen todo a su paso. Deja salir un sollozo al mismo tiempo que gira y abraza a la castaña.

Su corazón se oprime con fuerza, su cuerpo tiembla y su cara arde. Las lágrimas bajan sin cuidado alguno, y sus sollozos son liberados con desesperación.

—Esta bien, todo estará bien —consuela aquella dulce voz, dando pequeños apretones en su espalda—. Encontraras a alguien más.

—No lo entiendes. —Jungkook se separa de ella y se seca las lágrimas, sorbiendo su nariz—. No puedo encontrar a alguien más, porque no quiero a alguien más.

—No lo entiendo. —Ella lo toma de la mano y lo dirige al sofá, para luego encargarse de su desastroso rostro.

—Cuando era un pequeño, eras a quién veía en mi futuro, siendo mi esposa, la madre de mis hijos, mi compañera de vida. —Sonríe el pelinegro—. Incluso en aquél entonces, no podía ver a nadie más en mi perfecta y planeada vida, hasta que Jimin apareció y destruyó toda mi torre de cartas. En ese momento decidí que te sacaría de mi vida, que podía enamorarme de alguien más, aún con el corazón roto. Pero esto... —Señala todo a su paso, y cuando está a punto de continuar, su respiración se atora y otro nudo vuelve. Intenta carraspear pero es demasiado tarde, su voz se quiebra y las lágrimas vuelven a salir.

Haneul frunce el ceño completamente preocupada e intenta llegar a él, sin embargo Jungkook se levanta y toma la fotografía en el suelo.

—Incluso, cuando sabía que jamás podría tener un futuro me aferré a ella —continua, aún con lágrimas cayendo de sus ojos—. Sabía a todo lo que me enfrentaba, escuché cada advertencia sobre lo que podría pasar y no me importó. Seguí porque estoy estúpidamente enamorado de ella, seguí porque de ella aprendí a vivir con mis demonios, porque sin ella solo soy un saco de huesos.

—No eres eso, Jungkook.

—Sé que lo soy, y no me importa. Nada importa si ella está bien y feliz. —Jungkook pasa delicadamente sus dedos por la sonrisa plasmada en aquella fotografía.

Recuerda que ese día fue una completa tortura para ella, había recibido un horrible trato por parte de un mozo en un restaurante; incluso, el gerente en persona le había echado del lugar, argumentando que su apariencia no era buena para el local, ya que ahuyentaba a sus demás comensales.

Por supuesto que Yeonsoo se contuvo en no decir alguna grosería, solo asintió pidió disculpas y se fue. Jungkook por otro lado, había hecho el escándalo del año. Tiro un par de copas, un mantel e incluso amenazó con llamar a la policía por asuntos ilegales en el lugar.

Luego de que algunas cámaras tomarán detalladamente aquella discusión, fue detrás de la pelinegra, que al verlo a su lado limpio de manera ágil sus lágrimas. Era evidente que Jungkook la había visto en aquél estado, sin embargo, prefirió no decir nada. Se sentía inútil de no poder apaciguar el dolor que ella sentía, tal vez nunca pudo hacerle saber cuan hermosa él la encontraba, y la culpa es por su falta de palabras en su vocabulario. De cualquier forma, recuerda que tomo su mano y corrieron a un hermoso y desolado parque, dónde solo había una pareja de ancianos caminar a paso de tortuga.

Jungkook insistió tanto en subirse a un carrusel, que al final ella declinó y accedió. La brutalidad con la que lo giraba provocó que la pequeña vaciara su estómago en el primer cesto que encontró. Luego de que el pelinegro se disculpara y se burlara por el pálido rostro de Yeonsoo, sacó su móvil y comenzó a sacar fotos de manera exagerada, solo para poder colocar una sonrisa en aquel rostro marchito.

Así fue como surgió aquella foto, con ella sonriendo completamente divertida, y él observando su rostro ridículamente bello.

—No quiero a nadie más que no sea a ella —solloza y guarda la fotografía en la maleta.

—Entonces lucha por ella. 

—Es en vano. Desde el primer momento fue en vano. —Jungkook toma un cepillo y una pala para levantar aquellos cristales—. Jamás podré arrepentirme el haberme enamorado de Yeonsoo, sería ridículo hacerlo. Incluso me atrevo a decir que jamás podré dejar de hacerlo, sin embargo, no voy a seguir forzándola.

—Jungkook... —es interrumpida por una llamada entrante, Haneul corta de inmediato cuando ve un número desconocido, antes de siquiera volver a articular palabra alguna, vuelve a resonar en la estancia oscura.

—Atiende, debe ser importante. —Jungkook limpia sus lágrimas.

—Nada es más importante que tú en estos momentos. —Toma el aparato en sus manos y lo apaga—. Yeonsoo...

—Lo sé, siempre supe que Yeonsoo nunca pudo ni podrá amarme o amar a cualquier persona que no sea Yoongi. —Sonríe melancólico—. Siempre lo supe, y nunca me importó, solo que no creí que fuera a doler tanto.

—Es una idiota si te deja ir.

—¿Eso crees? ¿Alguien es idiota por estar perdidamente enamorado y no ser correspondido?—Ríe seco—. Entonces seré el rey de los idiotas. Amar no es una idiotez, y la amo tanto que debo dejarla ser feliz, ella ama a Yoongi, y Yoongi la ama.

—Tal vez no es así, Yoongi...

—Yoongi es un imbécil que debió dejarme en aquel callejón cuando nos conocimos. —Jungkook para en seco y la mira—. Pero la ama, tanto como yo la amo; solo que él si es correspondido y soy tan egoísta que intenté hacer muchas cosas para mantenerlos separados. Creo que es momento de dejarlos en paz, y poder dejar de torturarme con esto.

—No lo entiendo, ¿por qué Yeonsoo se fue de viaje con él tan de pronto? —Hanuel suena enojada ante las acciones de su amiga.

—No lo sé —miente—. Lo único que sé con certeza, es que para cuando el sol salga debo irme, porque si veo a Yeonsoo entrar por esa puerta tal vez no pueda dejarla ir.

—Tal vez debe ser así.

—¡Claro que no! —Tira los brazos al aire—. No puedo vivir con ella sabiendo que no me ama, que la única razón por la que está a mi lado es porque no quiere lastimarme, porque siente... Lastima.

Jungkook se cuelga la mochila en el hombro y entra a la habitación para poder despedirse del lugar. Se siente patético, pero aquel lugar tiene tantos recuerdos de ambos que no puede solo obviarlo, no puede negar que aunque los años pasen, él siempre la elegirá, aún si ella no lo hace.

El pelinegro siempre dará la vida por ella, y es lo más noble y sincero que puede hacer por Yeonsoo y por sus sentimientos. Podría culparla, podría odiarla, pero sería manchar un hermoso sentimiento que solo ella genera; incluso si alguien más apareciera, no podría igualarla, porque existe una sola Yeonsoo y él tuvo el privilegio de conocerla, amarla, hacerle el amor, verle despertar, verle enojada, feliz, triste y hasta completamente enamorada... De Yoongi.

⭒❀⭒


Cuando Hunter fue en busca de quién estaba robando todo gramo de estabilidad emocional, no llegó a creer que el afecto que él estaba dándole podría a desequilibrar todo su sistema, a tal punto de cuestionarse el porqué estaba a su lado y no en un bar con algún ligue nuevo.

Era de esperarse que cuando Hunter lo mencionó en voz alta, Namjoon enfureciera. Después de una pequeña disputa en medio del transporte público, Hunter se bajó en la primera parada, gritando por lo alto que no podría estar con alguien tan cerrado de mente.

Por supuesto que su enojo y soberbia duro hasta el tercer tequila, dónde dejó que el efecto del alcohol saca lo que realmente siente. Dejó que las lágrimas se apoderarán de su cuerpo, a tal extremo de cuestionarse sobre su personalidad y lo mala que es para conservar cualquier relación estable.

No puede evitar pensar que lo único más cercano a una relación fue cuando conoció a Jimin, incluso en ese momento no era ni la mitad de lo estable que es ahora. Solo intentaba experimentar y la pinta de chico malo era su tipo en aquel momento; Jimin llenaba toda sus expectativas, y aunque apenas si llegaban a los quince años, se dejó aventurar con aquel niño regordete.

Luego de que sus padres la obligarán a volver a Australia, no pudo volver a tener una «relación estable» como con Jimin, ni siquiera lo intentó. Se sentía mejor pensando que en alguna parte de Corea del Sur, un asiático de ojos pequeños la esperaba, después de todo, nunca dejó de leer las cartas del él. Al final, solo aquel sentimiento fue reemplazado por algo más embriagador como el alcohol, las fiestas y el sexo, que se olvidó por completo que era pertenecer a una relación.

Ahora, sin embargo, mientras por su garganta pasa el quinto shot de tequila, no deja de maldecir su inseguridades al no aceptar a alguien como Namjoon. El chico no podría ni en mil años ser su tipo de chico ideal, pero es quien la vuelve loca ante su sola mención. A comparación de como a ella le gusta, malos, demandantes, dominantes y un poco dramáticos, con un toque de soberbia y lleno de tatuajes, gritando peligro por todo sus poros; Namjoon es su opuesto, tranquilo, inteligente, respetuoso, alguien a quien le da placer conocer.

—¿Por qué no es suficiente? —chilla para si misma.

Namjoon a demostrado estar de acuerdo con ella en todas sus actividades, incluso cuando se trataba de que ella se acostara con alguien más. Sin embargo, hace menos de una semana mencionó que le gustaría entablar una relación seria, sin terceros de por medio.

Hunter sintió pánico de solo pertenecer a alguien, la idea de la rutina la consume. No puede imaginarse haciendo siempre lo mismo con la misma persona día tras día. Pero tampoco puede dejarlo ir, es como si lo quisiera para ella, y ella ser de todos. Sabe que es algo que no podrá lograr, pero no deja de insistir.

—Lo mismo que ella. —Escucha aquella familiar voz a su lado.

No puede evitar sonreír de alegría al tenerlo cerca, sin embargo, algo dentro de ella se siente incómoda ante la idea de que la esté siguiendo.

—¿Acaso no escuchaste lo que dije? —Hunter lo encara.

—Aunque me gustaría mentir, realmente es causalidad estar aquí. —Namjoon bebé su vaso de tequila sin mirarla.

Hunter lo observa de pies a cabeza, no es el mismo chico que ella está acostumbrada a ver, hay algo raro en él, y aunque le pique la curiosidad, no puede solo preguntar. No sin terminar por ceder ante sus deseos.

—Namjoon, lo nuestro no va a funcionar... —Hunter se arma de valor para enfrentar a Namjoon sin embargo, calla cuando ve una chica acercarse a él.

—¿Estás solo? —pregunta coqueta.

El castaño la mira de reojo, y antes de que ella le diga que en realidad está con ella, pero no va a darle una oportunidad; le ve asentir con la cabeza. Su corazón da un salto y quiere golpearlo, pero prefiere ver hasta dónde es capaz de llegar.

—¿Bailamos? —Ella toma su mano.

—¿Realmente quieres bailar? —Namjoon ríe por lo bajo.

—¿Qué?

—Quiero decir, si se trata de seducir créeme que tú dulce perfume ya lo hizo. —Le dedica una media sonrisa, la chica se sonroja y se lleva un mechón detrás de la oreja—. Pero si lo que quieres es que pasemos esa delgada línea, no es necesario que nos cansemos en la pista de baile, podemos hacerlo en... —Namjoon calla y mira directo a Hunter, que no les ha sacado la mirada de encima—. ¿Me necesitas?

Hunter ríe seca, no va a negarlo, la idea de la castaña sobre el cuerpo corpulento de Namjoon la saca de quicio, pero demostrar que se muere de celos no ayuda a su plan inicial de enviar de todas las formas posibles, una relación estable.

—Adelante —ofrece ella. Pero antes de que se atreva a girar y encarar a la chica frente a él. Agarra del cuello de la playera al barman que no se ha movido del lugar, escuchando -evidentemente- toda la plática, y lo besa, de manera apresurada y desesperada. Como si ahí mismo podría desnudarse.

Al separarse de él, se limpia cualquier rastro de labial y gira para encargar a Namjoon, sin embargo el se encuentra sonriendo junto a la chica a su lado que no deja de sonrojarse. Algo dentro de ella quiere golpearlo por no prestarle atención por lo que opta por caminar hasta la pista de baile para buscar su próxima víctima.

Namjoon se siente confundido, pero sabe que Hunter no es alguien de relaciones, mucho menos aquellas en las que no puede tocar a alguien más que no sea él. Y aunque le gustaría poder ascender a lo que ella desea, no puede. Su corazón comienza a juguetear ante su presencia, y no quiere enamorarse si ella no está dispuesta a conformarse con él.

Por eso, mientras se encuentra haciendo cumplidos a la castaña a su lado, no puede evitar mirarla de reojo, al coquetear y bailar con hombres y mujeres de manera exagerada y provocativa. No le causa celos en lo más mínimo, porque sabe que es su naturaleza, sin embargo, no puede entender como ella no puede buscar un balance perfecto entre su vida nocturna, y diurna.

Su idea no es que deje de frecuentar los bares, ni de bailar de aquella manera, porque joder, se ve tan malditamente sexy. Solo quiere tener exclusividad en su intimidad, y ser en donde ella se refugie cada vez que lo necesite.

—¿Estás bien? —La castaña toca su brazo con cuidado. Namjoon sacude su cabeza saliendo de su ensimismamiento y sonríe—. Creí que te perdía.

—Para nada, no puedo escucharte con toda esta música en no alto. —Namjoon se da por vencido, tal vez pueda llevar a la mujer frente a él a su casa, y volver a su departamento para dormir—. ¿Quieres salir de aquí?

—Claro. —Ella asiente eufórica—. Iré por mi abrigo.

La mujer corre hasta una esquina del bar, dónde la pierde entre la multitud.

—¿Qué crees que haces? —Hunter lo toma del hombro y lo obliga a girar para quedar frente a él.

—Voy a casa.

—¿Con ella? —Ríe burlona.

—¿Acaso eso te importa? —Namjoon se levanta de la butaca al mismo tiempo que deja dinero sobre la barra—. No me vengas con juegos ahora, Hunter. Solo me quieres para follar, y aunque al principio era divertido ya no quiero seguir así.

—¿Por qué lo quieres arruinar? —Se acerca a él hasta quedar a centímetros de su rostro.

—Porque comienzo a quererte, y antes de solo tirarme a la piscina, necesito saber si está llena o no. —Ríe ante la comparación y la mira cansado—. Es claro que hay cosas que nunca dejarás, y está bien. Pero no lo tolero.

—Es...

—¿Nos vamos? —La castaña toma del brazo a Namjoon mirando en dirección a la rubia de ojos zafiros.

—Ten cuidado a quién metes en tu casa. —Se acerca a ella hasta quedar sobre su oído—. Recuerda que hay un asesino que no conoces.

Toma de la mano a la castaña y la conduce hasta salir del bar.

                                                                                         ⭒❀⭒

Al entrar al departamento de él, toma el abrigo de la castaña y lo cuelga cerca de su closet, sabe que su visita terminará pronto, por lo que no quiere que a altas horas de la madrugada la castaña se encuentre, a oscuras, buscando sus pertenencias. 

Le invita una cerveza, sin embargo, ella es mucho más directa y la deja en la mesa para colgarse en el cuello de Namjoon y devorar sus carnosos labios, dejando que el sabor dulce del whisky y la cerveza se mezclen. Ella es mucho más pequeña que Hunter, por lo que ni siquiera se esfuerza en tomarla por las piernas y levantarla, para que ella se trepe en su cintura. 

Una parte de él sabe que no es lo correcto, pero a estas alturas, nada lo es. Hunter no quiere pertenecerle, y ya está un poco cansado de andar detrás de ella sin obtener nada mas que sexo. No es que lo odie, pero le gustaría poder ver una película a su lado sin otras intenciones, sin tener que terminar sus charlas entre gemidos y desnudos. 

El castaño recuesta a la menuda sobre el edredón, donde su pequeño cuerpo se hunde. Se coloca entre sus entre piernas y antes de siquiera pensar en tocarla la puerta se abre con brutalidad espantándolos. Namjoon se levanta de inmediato y cubre el cuerpo de la castaña dispuesto a pelear con cualquiera que se atreva a tocarla.

Sin embargo, otra realidad lo golpea, al ver a la rubia con una botella a la mitad de un vodka barato. Tiene el cabello enmarañado y el maquillaje corrido, es claro que aquel delineado perfecto se lo llevó una torrente de lágrimas, dejando una seca marca.

—¿Qué haces Hunter? —Namjoon baja sus defensas, sin mas, no se mueve un solo centímetro. Aún hay una chica detrás de él.

—Dile que se largue —articula arrastrando las palabras. Haciendo evidente como el alcohol tomó control de su sistema. 

—No hablo de eso, ¿qué haces contigo, Hunter? —Él ahora se atreve a encarar a la manuda mujer asustada detrás de el. Saca su móvil y le marca a un taxi—. Lamento esto, te llamaré pero ahora debo llevar a esa chica a su casa antes de que se dañe. —Endulza su voz para hablar con la castaña que se limita a asentir. 

—No dejes tu número porque no te llamara. —Hunter la encara.

La rubia, aún en estado de ebriedad, logra intimidar a la castaña porque la diferencia de alturas es muy evidente. Namjoon toma del brazo a Hunter con cuidado y la aparta de la castaña para poder tomarle de la cintura y sacarla del departamento. 

Cierra la puerta detrás de ellos dejando a la rubia dentro, y luego bajan las escaleras hasta el taxi ya estacionado. Namjoon le abre la puerta y le tiende el abrigo que olvidó sacar. 

—Realmente lo siento. —Namjoon se acerca a la ventanilla.

—No lo sientas, no es tu culpa que esa chica esté loca.

—No está loca. —Frunce el ceño—. Adiós.

Namjoon gira sobre su propio eje para volver a entrar.

—¡Espera! —la castaña lo detiene—. No te di mi número.

—La chica loca tiene razón. —La mira sobre su hombro—. No voy a llamarte.

Sube las escaleras de dos en dos, con la cabeza martillando a mil por horas. No importa como termine esta noche, pero en definitiva, no dejará pasar otro día más sin aclarar las cosas, ya sea para bien o para mal. No puede seguir así, en el limbo donde Hunter no lo deja salir.

Al entrar al departamento, encuentra a Hunter echa un ovillo en su cama, completamente desnuda. Por sus ojos se deslizan lágrimas que se pierden en el edredón blanco, no se mueve, solo solloza contra él. Namjoon camina hasta su closet y saca una de sus playeras.

—Bésame —dice la rubia, una vez que Namjoon está lo suficientemente cerca.

—No lo haré. —Namjoon se sienta a su lado y la obliga a sentarse, intenta colocar la playera en el cuerpo tembloroso de Hunter, sin embargo ella la toma y lo tira lejos. 

Toma las manos del castaño entre las suyas y las coloca sobre sus pechos dando suaves apretones. 

—Vamos, duerme conmigo, hazme gritar. —Ella desliza una de sus manos hasta la intimidad de ella, pero antes de llegar, Namjoon se zafa de su agarre y suspira.

—Solo mírate. —La mira con lastima—. ¿Qué pretendes? No puedo solo tomarte como si tu sola mención no provocara algo en mí. —Namjoon desnuda su corazón y deja que todo aquello que ni siquiera puede admitir salga, solo por esta noche.

Se levanta y camina hasta donde la playera yace. La toma de nuevo y sin que Hunter se oponga, logra colocársela con cuidado.

—Si lo que esperas es solo piel no es el lugar indicado. No puedo darte solo eso, porque quiero más. —Suspira cansado—. Quiero darte mis noches enteras, mis mañanas. Quiero darte estabilidad, quiero paz, quiero... amar.

—Voy a lastimarte. —Hunter solloza abrazándose a sí misma.

—Lo haces ahora, en este estado. No quiero verte así, no debes verte así. Tu no eres esto, Hunter. —Él niega con la cabeza—. Eres mucho más de lo que crees.

—Tengo miedo. —Ella se recuesta, hecha un ovillo. Namjoon se recuesta a su lado y la abraza por detrás, apretando el abrazo para que pueda sentirlo.

—Estas a salvo conmigo, Hunter. Siempre estarás a salvo mientras respire. —Deposita un beso sobre su cabeza—. No me temas, no te temas, déjate querer, déjame quererte. 















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