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Aquellas palabras la golpean con brutalidad, recuerda que la primera persona en decirle «te amo» fue Hyun, y no es algo que le gustaría recordar toda la vida. Luego de él, lo escuchó en varias personas, pero ninguna fue sincera, ya que en su mayoría Yeonsoo se encontraba encima de ellos a punto de llegar a su orgasmo.

Cuando llegó a la vida de los demás, no la volvió a escuchar, ni siquiera por casualidad. Hasta hace unos días atrás, de la boca de quién en un momento fue el amor de su vida. Pero no se lo decía realmente a ella, sino, a una tumba vacía. Y ahora, por primera vez, puede escucharlo de alguien que quiere, que tomó toda su valentía y coraje para decirle lo que siente.

«Yoongi nunca lo dijo», piensa involuntariamente.

Jae le pide con amabilidad, luego de ver el bloqueo mental de la pelinegra, que se suba al auto y los acompañe. Mientras Yeonsoo piensa sobre si es correcto o no responderle, Jae se encarga de contar toda la broma de mal gusto.

Jungkook solo deja salir un suspiro y niega con la cabeza. Le indica al castaño que los deje en su departamento, y como él aún debe volver a trabajar, solo verificará que ella esté bien para poder volver. Nunca había sentido tanto miedo, en mucho tiempo, como ahora al creer que no la volvería a ver.

Al llegar, Yeonsoo baja tan rápido como puede, Jae le quita las esposas, y antes de siquiera agradecer su ayuda, corre hasta el ascensor. Lo último que quiere es ver a Jungkook, sabe que espera una respuesta, y no está lista para decirla.

Entra al departamento y se encierra en el baño, abriendo la ducha. Puede escuchar como el pelinegro entra después y golpea levemente la puerta.

—No tengo mucho tiempo, Jade. —Jungkook suena casual, como todos los días. Pareciese que decir «te amo», para él es cosa de todos los días—. Sabes que hoy íbamos a viajar a Daegu por una... —calla—, ¿puedes abrir la puerta? Necesito verte a los ojos antes de irme.

Yeonsoo suspira. Sus manos tiemblan del pánico. Se golpea mentalmente y luego se mira al espejo, está actuando demasiado infantil, incluso para ella. Ni siquiera es necesario que le responda, tampoco que vaya a decirle de nuevo aquello. Entonces lo hace, abre la puerta completamente indiferente y lo deja pasar mientras se desviste.

—Volveremos por la mañana, así que no comas sin mí. Te llevaré a un lugar. —Se acerca a ella, pero ante el toque se tensa por completo—. Se que no me perdonaste, merezco que hagas mil bromas como las de hoy, y cosas peores. —Suspira—. Prometo que recompensare cada lágrima que te provoque.

—Te llevará mucho tiempo.

—Si no alcanzo en esta vida, seguiré en la que sigue.

Su mente olvida por un momento por qué siente tanto nerviosismo hacia él, y deja caer sus manos al costado. Jungkook sonríe cálido y acuna su rostro para depositar un suave beso en sus labios.

—Te voy a extrañar. —Besa la punta de su nariz y sale del cuarto de baño, dispuesto a irse—. ¡Te amo!

Grita desde la entrada, el cuerpo de Yeonsoo se tensa de nuevo, pero esta vez reacciona a tiempo y corre hasta él.

—¿Hasta cuándo dirás eso?

—Hasta que ya no lo sienta —se sincera—. Jade, no lo digas si no lo sientes, quiero que sea genuino. Pero no me obligarás a callarme.

Sonríe juguetón y besa una vez más los labios de la pelinegra abriendo la puerta.

—Te amo, Jade.

⭒❀⭒

Todo el día fue completamente aburrido, algo faltaba en su vida. Tal vez las charlas incoherentes con Hunter, o los besuqueos sin parar con Jungkook. Incluso los sermones de Haneul. Los tres estuvieron lejos de ella, tanto que por primera vez desde el campamento, supo cuanto los necesita en su vida.

Quiso marcarle a Hunter para preguntarle cómo iba todo sin ella, pero su orgullo se lo impide. No es lo mismo que Jungkook, su historia comenzó después, ni siquiera lo conocía bien antes de entrar al campamento. En cambio Hunter, sí. Ella sabía toda la historia con Yoongi, desde sus peleas hasta el momento exacto en que se enamoró, y aún así no le importó. Incluso cuando lloró desesperada en el Hospital por él, nada parecía provocar empatía en la rubia.

Por eso necesita estar a solas con Hunter, necesita que deje de llorar y puedan hablar como dos adultas.

Por otro lado, se cuestiona si en realidad quiere continuar en el departamento. La idea de volver con Yoongi está completamente descartada, no volverá a arruinarle la vida, pero algo dentro de ella se rehúsa a no volver a intentarlo, tal vez con un Yoongi más lucido. Sabe su dirección pero es incapaz de ir a tocar la puerta.

«¿Que dirás genio? Hola, Yoongi, un gusto verte, ¿me quieres o puedo seguir follándome a alguien que fue importante para ti?» piensa sarcástica.

La idea no está descartada, aunque no puede hacer mucho. Solo estando sola se atreve a cometer errores, y Jungkook vuelve por la mañana.

Finalmente, pierde su batalla mental y se recuesta cuando el sol se esconde. Desde que duerme con Jungkook, las pesadillas se fueron por completo, no necesita medicarse y ya no le teme dormir. El pelinegro no solo alivio su dolor, sino que también elimino las pesadillas. No podría simplemente dejarlo, aunque Yoongi volviera a su vida.

Para cuando se despierta, se da una rápida y fría ducha. El día está fastidiosamente soleado, no hay polvo fino, y todo parece marchar de una manera poco usual. En su móvil aparece un texto, es Jungkook diciéndole que la verá en un parque para tomar un helado.

Se coloca un short, zapatillas y una blusa holgada. Ata su cabello tanto como puede, le comenzó a crecer pero siempre se lo vuelve a cortar. Se acostumbró a tenerlo en los hombros, y un centímetro más, solo causa molestia.

Toma las llave de su auto, pero antes de salir se arrepiente. Vuelve a dejarla en su lugar y sale a caminar. No tarda tanto en llegar, aunque si más de lo que creía. Es temporada de turistas y hay mucha gente en las calles. Ahora sus cicatrices no solo son escandalosas para los coreanos, sino que ahora se convirtieron en internacionales.

Jungkook se encuentra con gafas de sol, mirando el cielo plácidamente. Yeonsoo corre a él y lo besa como si no lo hubiese visto en años.

—¿Sucede algo?

—No, solo extrañé tenerte cerca mío. —Se encoge de hombros y le quita los lentes. Los cuelga en el cuello de su blusa y luego toma su mano—. Muero de hambre.

—Hunter fue una horrible compañera. —Niega con la cabeza. La toma de la mano y comienzan a caminar, directo al lugar que tiene en mente.

—¿Sucedió algo?

—Bebió más de lo normal y luego se fue con un chico. No estabas y Haneul solo pudo hacerme apoyo desde aquí. No pudimos encontrar al testigo.

—Hunter no suele ser así.

—Desde que confesó todo, está ebria todo el tiempo. Cómo si quisiera acabar con su vida con una botella de alcohol.

—¿Intentas que me sienta culpable? —Ella entrecierra los ojos. Jungkook ríe por lo bajo y niega con la cabeza. Ambos se detienen en una esquina con el semáforo en verde.

—Sé que no estás lista para enfrentarla, pero al menos dile que no se comporte de esa manera.

—¿Crees que soy la indicada para decirle que no se comporte infantil, después del drama que armé? —La ironía se apodera de sus palabras. Jungkook ríe al aire divertido.

El semáforo se coloca en rojo y es tiempo de que ellos pasen. No puede dejar de sonreír por la risa escandalosa de Jungkook, como si quisiera llamar la atención de todos a su alrededor.

De pronto una sensación se apodera de todo su cuerpo provocando escalofríos. Siente una mirada penetrante, aquella familiar sensación la recorre de pies a cabeza. Entonces lo hace, gira para ver al conductor del auto que van pasando y lo ve.

Lo único que puede hacer es asentir, aún sin dejar de sonreír. No quiere alarmar a Jungkook, y tampoco tiene la valentía de confesarle a Yoongi en ese momento que está viva.

—Yoongi me vio —es lo único que dice al cruzar su auto. Jungkook no gira, solo aprieta más el agarre y acelera el paso.

—¡Yeonsoo! —escucha gritar a sus espalda. Pero no se detiene. Jungkook no le permite ni siquiera pensarlo—. ¡ESPERA! ¡YEONSOO, ESPERA!

Logran cruzar la calle y se pierden en el mar de personas que caminan. Suelta el aire acumulado cuando ve el auto de Yoongi retomar camino. Sabe que la vio, sabe que ir al bar aquella noche fue el peor error, pero no puede hacer nada.

—Yoongi...

—Escúchame. —Jungkook acuna su rostro, ve lo desorientada que se encuentra y teme que cometa otro error—. Él estará bien, creerá que es una ilusión, ¿recuerdas? No es la primera vez.

Algo en ella reacciona y de pronto desconoce por completo al sujeto desesperado que se encuentra frente a ella. Es como si estuviera al borde del colapso mental cuando se trata Yoongi y ella, como si fuera capaz de hasta lo imposible por mantenerlos separados. Como dejarlo hundirse en la locura absoluta.

—¿Quieres que lo deje volverse loco? —La desesperación comienza a crecer en su interior.

—Quiero que respires, solo espera. Si Yoongi empeora su estado, entonces...

—¿Qué? ¿Le digo «Hey, volví. Nunca estuve muerta pero gracias por asistir a una tumba vacía cada aniversario»? —El enojo se apodera de ella tan rápido que no puede pensar con claridad. Se aleja del agarre de Jungkook y comienza a caminar en dirección opuesta a la que se fue el pelinegro de mirada felina, por si lo encuentra de nuevo.

—Jade, no puedes hacer nada. Si él no avanza es por... — sus palabras quedan en el aire cuando su móvil comienza a sonar.

Ambos acordaron, hace unos meses atrás, colocar un tono de llamada diferente al normal cuando se trata del departamento. Solo para así saber qué tan urgente es la llamada, y ahora suena. Jungkook maldice por lo bajo y saca el aparato respondiendo de inmediato.

—¿Qué?, ¿Ahora? —La frustración se apodera de él—. Pero... Lo entiendo pero... De acuerdo... sí entendí. Voy para allá.

Yeonsoo lo mira esperanzada, no quiere que la deje sola. No ahora que está al borde de un colapso mental, sin embargo, si lo hace no puede juzgarlo, después de todo Jungkook siempre quiso ser policía.

—Debo volar a Jeju. —Se tira el cabello con frustración.

—Vete.

—Jade...

—Aquí estaré cuando vuelvas, ahora vete. —Yeonsoo se gira y comienza a perderse entre la multitud de las personas. Jungkook no la sigue, sabe que tomó un taxi directo a la estación. Es lo correcto después de todo.

Algo se siente mal en su interior, la desesperación con la que gritó Yoongi, no es normal. Los recuerdos de aquel día la invaden, cómo grito por ella, como suplicó por qué no se sacrificara. Y aún así lo hizo. El aire le falta, entonces corre. Últimamente es lo único que puede hacer cuando siente que se ahoga, corre tanto como sus pies le permiten hasta llegar a su edificio.

Presiona desesperada el botón del ascensor, pero parece estar atorado en alguna planta, por lo que sube por las escaleras intentando no tropezar. Los números de la clave desaparecen por un instante, y golpea con todas sus fuerzas la puerta.

Respira profundo tranquilizando su acelerado corazón y coloca la clave correctamente. El llanto la aborda en cuanto cierra la puerta detrás de ella y se deja caer, totalmente fuera de sí. La idea de aún seguir siendo su fuente de dolor la tortura. Desde que salió del campamento, lo único que creyó es que Yoongi la había superado, pero ahora no está tan segura.

Los sollozos salen con fuerza de su boca lastimando su garganta. Se hace un bollo sobre el sofá, abrazándose a si misma y deja salir todo. Dejando que el llanto se lleve su vista, su dolor y su conciencia. Perdiéndose en un profundo océano de tormento.

⭒❀⭒

El apremiante dolor de cabeza la despierta. No puede mantener los ojos abiertos sin antes sentir pinchazos en ellos. Sabe lo hinchados que pueden estar, por lo que camina a oscuras hasta la habitación y abre el cajón de Jungkook. El suele automedicarse cuando se excede de entrenamiento; siempre tiene pastillas en el cajón. Toma dos y las pasa con un poco de agua.

Agarra el móvil encontrándose con varias llamadas perdidas de su novio. Suspira profundo y le marca.

—¿Hola? ¿Estás bien? —Suena el pelinegro del otro lado.

—Si, ¿por qué me llamaste? —susurra y se masajea lentamente la sien, intentando aliviar el dolor. Se deja caer sobre el sofá con la cabeza para atrás y los ojos cerrados.

—No me fui bien, te deje ir enojada y frustrada —murmura—. Creo que debemos hablar de Yoongi.

—¿Y prefieres hacerlo por teléfono? —masculla. No cree estar dispuesta a tener esa plática con él en estos momentos, con su cabeza martillando y su cuerpo agotado de tanto llorar.

—Quiero que lo hablemos lo antes posible.

—Bien, ¿qué quieres decir?

—¿Yo? En realidad esperaba que tú tuvieras algo que decir. —Su voz se apaga un poco más.

—No hay nada que decir.

—Fuiste a ver a tu ex novio, sin mencionar como te alteraste al verlo hoy —masculla, es evidente que comienza a enojarse.

Jungkook es el tipo de chico celoso que no podría admitirlo nunca, aunque se puede notar a leguas. En otra ocasión hubiese utilizado la situación a su favor, pero ahora no se siente en condiciones de pelear con nadie.

—Yoongi no es cualquier ex novio —confiesa, siendo consciente de que esas palabras pueden lastimarle—. Nuestra ruptura no fue monótona, él cree que estoy muerta. Es obvio que me va a afectar.

Jungkook guarda silencio. Yeonsoo sabe que debe estar mordiendo su labio para no decir comenzar una discusión de la que sabe que perderá. Duda que mientras Yoongi sea el motivo de pelea, alguien pueda ganarle. 

—¿Segura que es eso?

—¿Qué quieres decir? —La ofensa se apodera de sus palabras. Sabe perfectamente lo que quiere decir, y eso la enfurece cada vez más. Jungkook no le responde—. ¿Crees que correré a sus brazos y te dejaré? ¿Llevamos tanto tiempo y no confías en mí?

—¿Me amas? —suelta de pronto, respondiendo a sus preguntas. Yeonsoo ríe seco y se deja caer de costado al sofá para dormir un poco más.

—Creí que me dabas mi tiempo —contraataca.

—¿Lo amas a él?

La pregunta la sorprende y por primera vez desde que se acomodó en el sofá, abre los ojos desconcertada. Toma una calada de aire para responder pero nada sale de su boca. Es su turno de guardar silencio. No puede afirmarlo, pero tampoco negarse, se siente incorrecto de solo pensar que ya lo dejó de amar.

—Debo irme, Hunter encontró algo. —Jungkook habla del otro lado, antes de permitirle despedirse corta la llamada.

«De todos los hombres en Corea del Sur, ¿por qué debías estar con él?», se regaña.

Mira la hora en el reloj, se la pasó todo el día durmiendo. Se pelea mentalmente si aún ama a Yoongi o solo ama el recuerdo de ellos dos juntos. Solo hay una manera de saberlo, necesita hablar con él, necesita saber si está dispuesta a dejar toda su vida por volver a él. Se cambia de ropa y sale.

El bar está cerrado, por lo que tendrá que hacerle una visita a su departamento. Según lo que Haneul le contó, tiene una foto de ambos en la entrada, además de una limpieza impecable. Entra al edificio sin problemas y sube hasta el piso correspondiente. Toca el timbre un par de veces antes de darse cuenta que en realidad no está. Desbloquea el control de número y los mira por un segundo.

Ingresa los números de su cumpleaños pero nada sucede, luego, el cumpleaños de su madre pero tampoco sirve. Realmente no sabe que números colocar, después de todo es consciente que Yoongi pudo cambiar tanto que no lo reconocería.

«El día que se comenzaste a vivir con él», piensa.

Saca el móvil de su bolsillo y busca el calendario de hace un año atrás, la posibilidad de que esa sea la contraseña es casi remota. Pero hay una posibilidad, entonces marca los seis dígitos. «Qué arrogante eres».

La puerta hace un pequeño sonido y se abre. Una ola de pesadez la invade sin embargo, prefiere no pensar en eso. Yoongi no puede aún mantenerla viva, él debe haber seguido con su vida, tal y como ella lo hizo, eso se supone que debió pasar. Al entrar cierra con mucho cuidado sin hacer ruido alguno.

En la mesa de entrada no hay nada, el cuadro que Haneul mencionó antes no está. Yeonsoo frunce el ceño y busca en los cajones de la pequeña mesa encontrándolo. Es una buena foto, con una historia divertida detrás de él. La nostalgia la abraza al ver su rostro sin marca alguna, aquella cicatriz se llevó absolutamente todo de ella.

Barre la estancia hasta llegar a su nevera, por mera curiosidad la abre encontrándose con comida chatarra, aún sigue con su manía de guardar cosas que no volverá a comer. Ella las toma y las tira a la basura son una sonrisa cálida en sus labios.

Camina hasta la habitación y se sienta en la cama. En el ambiente hay perfume de él, una lágrima se escapa por su mejilla y debe carraspear para no permitir que un sollozo la abandone. Lo extraña tanto que solo ahora estando en su habitación se dio cuenta.

Camina de nuevo hasta la cocina y se sienta en una de las butacas, Yoongi volverá, y lo esperara. Todo el tiempo que sea necesario.

Media hora después, luego de jugar un juego de armas en su móvil, y comenzar a comer sobras de comida, la puerta de entrada suena. Guarda inmediatamente el aparato y se queda en completo silencio. Parecía buena idea al principio, pero ahora teniéndolo así de cerca, no cree estar haciendo lo correcto.

Yoongi no prende las luces de la estancia. Se saca las zapatillas en la entrada y tira las llave en la pequeña mesa, pero algo llama su atención. La foto que antes estaba en el cajón está puesta de la misma manera en la que la tenía antes. No sé mueve, solo la mira como si esa foto fuera una verdadera tortura para él.

Respira profundo y camina a la habitación, pero en medio del lugar para en seco, de reojo puede ver una anatomía en una de las banquetas a oscuras. Siendo iluminado solo por la luz de la luna. Yoongi traga duro y gira con precaución.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Ahí está otra vez, sin dejarlo ir por completo. Su respiración se corta y le cuesta mantenerse de pie.

Yeonsoo hace acopio de todos sus sentidos para demostrar que en realidad no le afecta en absoluto, que no lo ama y que verlo no le causa absolutamente nada. Sonríe de una manera malvada, como si verlo de esa manera tan vulnerable fuera la principal fuente de alimentación.

—Yeonsoo... —susurra como puede.

—Hola, Yoongi. ¿Me extrañaste?

Yoongi cierra los ojos con fuerza sacudiendo la cabeza. Quiere correr, abrazarlo y decirle que todo está bien, que la perdone por abandonarlo pero no puede.

—¿Qué haces? —Ríe divertida. Sabe cómo aparentar desinterés, sin embargo, no lo hace por él, sino por ella.

—No eres real. —Yoongi susurra para sí mismo.

—Si tu lo dices. —Ella juguetea con los palillos sobre las sobras de comida que él dejo el día anterior—. Sigues acumulando comida que termina por pudrirse.

Yoongi camina a la cocinay abre un cajón con las manos temlorosas. Saca un pote amarillento y deja caer dos pastillas sobre su mano que no deja de temblar. Las arroja sobre su boca y luego toma agua para ayudarlas a pasar. Yeonsoo debe apretar la mandíbula con fuerza y clavar las uñas sobre la palma de sus manos para evitar decir o hacer cualquier cosa. No tenía idea de que Yoongi estuviera bajo una receta médica por su culpa, y se arrepiente por completo el estar ahí y ocasionarle más dolor. Puede notar cómo intenta ignorarla. Actúa como si ella no estuviera sentada ahí.

El dolor apremiante en su pecho crece con furia, llevándose el aire.

Gira y camina decidido hasta la habitación.

—Si quieres compañía solo dime. —Ríe por lo bajo, aunque no está bromeando, ni hay sarcasmo o ironía en sus palabras. La melancolía la invade pero puede notar que Yoongi no puede ver eso, y no lo culpa.

—¡¿Qué quieres de mí?! —Yoongi se gira con violencia dejando que las lágrimas caigan a libre albedrío—. ¡¿Me dejaste y ahora quieres mi cordura?! ¡DEJAME EN PAZ! ¡QUIERO VIVIR!

Yeonsoo abre los ojos sorprendida del dolor con que escupe aquellas palabras. Ella asiente, él está perdiendo la cordura solo por ella, es momento de despedirse, de la manera correcta. Si había una milésima de oportunidad de volver a su vida, se ha esfumado por completo. Se acerca hasta él, quién al tenerla de frente cae de rodillas débil. Ella sonríe de lado y levanta su mano para secar sus lágrimas, pero se detiene en medio del camino. No puede tocarlo sin caer de nuevo.

—¿De verdad quieres que me vaya? —Ella mira con lastima.

Yoongi mira a detalle a la chica frente a él. Tiene una horrenda cicatriz en una de las comisuras, tanto que si tuviera la misma marca de ambos lados sería el retrato del guasón. Pero solo escandaliza un solo lado. Yeonsoo se da cuenta de la mirada penetrante de él sobre la marca por lo que decide alejarse un poco. Tiene la misma mirada que todos sobre su cicatriz, Yoongi no es diferente a los demás, y ahora lo sabe.

Puede notarlo, no es ella. Ni siquiera es la persona antes de enamorarse, no hay burla en su mirada, ni siquiera sarcasmo, están vacíos.

—Te pregunté algo —dice segura.

—Y-yo... No puedo hacer esto de nuevo, Yeonsoo —susurra tortuoso, estrujando su corazón un poco más—. Moriste, me dejaste solo, me destruí por ti y ahora que quiero seguir vuelves, ¿porqué? —Yoongi no puede seguir mirándola. Decide sacar la mirada y clavarla en el suelo, dónde sus manos sobre sus rodillas hacen puños—. Estoy volviéndome loco.

Una punzada de dolor la atraviesa al darse cuenta, que no puede ver tu destruido rostro. 

—No llores, te dije que no lloraras por mí. —Sonríe y se acerca de nuevo a él.

Yoongi levanta la vista para encontrarse con el rostro neutro de Yeonsoo. Su sonrisa no llega a sus ojos, pero tampoco hay atisbo de pena, lástima o cualquier sentimiento humano. Después de todo, de todo el amor que siente por él, lo menos que ahora es capaz de hacer es fingir que no le causa absolutamente nada verle de esa forma, cuando la realidad es que desearía poder abrazarlo con todas su fuerzas y curar esa herida que ella provocó.

Sus ojos reflejan una frialdad indescriptible, de esas que con solo dos segundos de contacto visual pueden estremecer hasta al más frío ser.

Él intenta llegar a tocarla pero no lo hace, se detiene en seco. Es como si hubiese una lucha interna sobre lo que está bien y lo que está mal; sobre lo que le hace bien, y lo que le provoca dolor. Entonces se levanta y corre hasta la cocina esquivándola. Toma más pastillas y las tira dentro de su boca, y las deja pasar con un poco de agua. Por su culpa se debe automedicar, debe sufrir como lo hace, es suficiente.

Yeonsoo susurra un «adiós» y sale por la puerta, completamente aturdida por lo que acaba de suceder, pero algo cambia, ve a la misma castaña que antes salir del elevador dispuesta a tocar la puerta del chico que antes vio destruirse.

«¿Que haces Yoongi?» piensa desorientada.











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