14
Después de una larga semana de suplicas por parte del trío para que los dejen ir a Busan, el teniente terminó cediendo. No era normal que personas como ellos, que aún los tienen bajo la lupa tengan la libertad con la que se manejan.
Sin embargo, han demostrado ser más útiles que mucho en el departamento, por eso y un par de otras razones justificadas según Yeonsoo, es que ahora les permiten viajar en busca de un testigo y ex amigo del difunto Hyun.
Al principio, Yeonsoo argumentó que de nada serviría que vayan todos, pero finalmente, fue Hunter quien se rehusó a la idea de dejarla ir sola.
La pelinegra, acomoda uno de sus vestidos que compró con la tarjeta de Jae, dentro de su bolso de viaje. Jungkook se acerca con cuidado y se apoya en la puerta de la habitación, con los brazos cruzados en su pecho. La mira minuciosamente, ella tararea una canción que desconoce pero su ritmo es lento, no puede imaginarla escuchando música romántica, con una melodía melosa y dulce; siempre pensó que el gusto musical de ella se acercaba más al rock y el metal, pero ahora no está tan seguro.
—¿Te gusta lo que ves? —murmura la divertida voz de Yeonsoo quien lo saca de su ensimismamiento, tanto que debe sacudir su cabeza. Jungkook la mira con media sonrisa, pero ella ni siquiera le presta atención, solo sigue acomodando la ropa que llevará. El pelinegro mira su vestimenta casual, la franela y el algodón es lo que envuelve su menudo cuerpo.
—¿Por qué querías irte sola? ¿Somos un estorbo? —articula mirando al suelo.
—Conozco a esta persona, es peligroso exponerlos de esa manera.
—Estuvimos juntos en el campamento, sabemos defendernos. Además, estamos juntos en esto.
Yeonsoo para en seco sus acciones y lo mira, no está enojada, tampoco es irónica, hay algo más en su mirada. Es la misma sensación que tuvo desde que salieron del campamento, como si estuviera a la defensiva contra el pelinegro, como si cada segundo a su lado fuera una tortura y estuviera a punto de dispararle.
—Hunter y yo estamos juntas, daría mi vida por ella y sé que ella también —menciona y se cruza de brazos acercándose a él—. Pero no se cuanto puedo confiar en ti. —Jungkook frunce el ceño un tanto ofendido, pero prefiere dejarla hablar—. No sé si puedo perdirte que me cubras, o si correrás. No te conozco en lo absoluto. No se quién eres.
—¿Me temes? —Por primera vez desde que comenzaron a hablar, él levanta la vista para encontrarse con la mirada escrutadora de Yeonsoo.
—No le temo a nadie, mucho menos a ti —sentencia y gira para continuar con su tarea.
Entonces, Jungkook lo hace sin pensarlo. Toma a la pelinegra por los hombros y la estampa contra la pared pegando su cuerpo con el suyo. Quiere saber que tan cierta son las palabras que abandonan su boca.
Sus respiraciones se cruzan, Jungkook aún la sostiene por los hombros y no deja de mirarla directo a los ojos, mientras que ella demuestra total asombro e inquietud. El pelinegro baja delicadamente su mirada hasta los labios entreabiertos de Yeonsoo, quiere besarla, pero no entiende por qué, tal vez sea deseo, o un simple capricho, pero lo que fuera, no lo abandona. Necesita probar aquellos labios carmesí.
Sin embargo, su corazón se oprime y una ola de decepción lo atraviesa cuando siente un objeto punzante justo en su estómago. Baja la mirada una vez más con cuidado encontrándose con el cañón de un arma contra su estómago, cierra sus ojos y deja salir un gran suspiro. Ella le teme, de alguna forma, todo su pasado le hizo estar a la defensiva de cualquier hombre o ser humano que se le acerque, tanto así, que carga con el arma todo el tiempo, aún estando en casa.
Jungkook retrocede a paso lento sin quitarle la vista. Deja salir una risa seca y antes de que cualquiera de los dos diga una sola palabra, gira sobre su propio eje y vuelve a su habitación.
Yeonsoo tira todo el aire acumulado y se inclina hacia adelante dejando caer su cabello en todo su rostro. Se siente nerviosa, pero no de una manera incomoda, sino, de una forma extraña; una rara sensación le recorre el cuerpo de pie a cabeza, tanto que debe mentalizarse para no correr hasta Jungkook y dispararle por hacerla sentir así de vulnerable.
«Ya me tomaron desprevenida una vez, y prometí no volver a ser víctima de nadie», se recuerda.
Vuelve a guardar el arma en la parte trasera de su cintura y sacude la cabeza para olvidar lo que acaba de pasar. Termina de ordenar y guardar todo lo que necesita y sale de la habitación encontrándose con Hunter tecleando en su móvil sin parar, y Jungkook comiendo algo en la mesa.
Decide que mientras espera la hora para irse, fumara el último cigarrillo de la cajita que compró hace una semana. Abre un poco la ventana y se afirma de costado mirando la hermosa cuidad. La noche cayó hace más de media hora, y las luces de los autos y viviendas encienden la cuidad como un farol. No puede evitar pensar en el pelinegro, como hace tanto tiempo no lo hace, y no porque no pueda, si no, ya no quiere pensarlo, ya no quiere sufrirlo, él siguió con su vida. Y aunque le cueste decirlo, Yoongi jamás le dijo que la amaba, y aún si lo hiciera, no entiende porqué no pudo enfrentarla. No pudo dejar de lado su orgullo, ni siquiera en su último momento; eso la hace cuestionarse qué tanto la quería.
No niega que le dolió su partida, lo sabe por las fotografías, por la forma en que se veía. Pero se recuperó, abrió un bar y conoció una hermosa chica, mientras que ella se revolcaba una y otra vez en su miseria. Ya no quiere ser ella, no quiere llorarlo, no quiere sufrirlo, y aunque le cueste admitirlo, trabajar para el departamento la mantuvo lo suficientemente ocupada como para no pensar ni siquiera en ella.
Sin embargo, no se puede mentir, durante toda la semana, sin falta, fue cada noche al bar de Yoongi, para observarlo desde el otro lado de la calle. Investigó a la chica que trabaja con él, y resulto ser el calco de Haneul, tan buena, tan correcta, tan ideal para él que duele. Luego, investigó al chico, un joven estudiante universitario que su mayor logro fue obtener el empleo que ahora tiene. Y luego está Namjoon y Jimin, se ven igual de jóvenes, igual de saludables, igual de felices que Yoongi.
—¿Estás bien? —Hunter le toca el hombro sacándola de su ensimismamiento. Yeonsoo mira a su alrededor, Jungkook se encuentra en la puerta con los tres bolsos en el hombro dispuesto a bajar. Entonces ella asiente y apaga la colilla de cigarrillo para tirarla en el sesto, pasa por el lado de Jungkook arrebatándole su bolso y camina hasta el ascensor.
⭒❀⭒
El camino a la cuidad se hace eterno, tal vez sea por la prudencia con la que Hunter maneja el auto. Yeonsoo lee un poco en el asiento del copiloto y Jungkook decide dormir lo que queda del viaje. Por lo que Jae le dijo, no podrán hacer mucho esta noche, simplemente llegar al departamento y dormir pasa salir al día siguiente a investigar. Yeonsoo no esperaba quedarse tanto tiempo, Busan solo trae recuerdos dolorosos para ella, no puede evitar recordar la primera vez que le dijo «te amo» a Yoongi, mucho menos la cita bajo la luz de las estrellas. Su madre, sus tías, incluso hasta la pequeña y molesta sobrina. Extraña todo eso.
Al llegar, Hunter estaciona frente a un destartalado edificio, con una decoración mediocre y personas que se asoman por las ventanas cada vez que ven a alguien extraño entrar. Parece hasta irónico pensar que el departamento tiene sedes en lugares así.
—Jungkook duerme, ¿puedes despertarlo? Mientras averiguo cual de todos estos números es el de la entrada. —Hunter balancea un papel arrugados en su mano lleno de números al azar.
La pelinegra decide despertarlo a su manera, entonces abre la puerta de atrás y la cierra con todas sus fuerzas provocando un fuerte estallido. Jungkook se despierta asustado golpeando su cabeza contra el techo del auto y luego la sacude desorientado.
—Listo. —Yeonsoo sonríe forzada y abre el maletero. Saca el bolso de Hunter y el de ella colgándoselo en el hombro, finalmente vuelve a cerrarlo y sigue a la rubia.
Sabe que se comporta de manera infantil, pero eso no le quita a la diversión de ver rodar los ojos al pelinegro cada vez que ella hace algo en su contra.
Llegan hasta el piso del departamento y al entrar los tres quedan en completo desagrado. Un pequeño monoambiente los recibe con un horrible olor a putrefacción e insectos por doquier.
Yeonsoo larga una carcajada al cielo, sabe que ese departamento se los asignaron apropósito, para que recuerden que son para la policía y lo que significan para ellos.
—¿Hay que limpiar? —Hunter se presiona la nariz para no dejar entrar aquel olor asqueroso.
—Lo haré yo. —Jungkook tira el bolso a un lado y entra a la cocina para verificar que haya, al menos, productos de limpieza.
—Perfecto, mientras voy a buscar un bar y alguien con quién pasar esta noche. Porque no creo que termines hoy. —La rubia saca de su bolsillo el móvil—. ¿Vienes?
—No —niega—. Me quedó con él.
Jungkook la mira sorprendido pero inmediatamente corre la mirada, no quiere que ella crea que le hace alguna clase de favor, mucho menos que le tenga lastima.
Hunter se encoge de hombros y sale, no va a cuestionar el hecho de que su amiga prefirió estar rodeada de insectos y ratas, en vez de un limpio y cómodo bar bebiendo a su lado. Desde el campamento Yeonsoo no es la misma, sus ideas parecen pertenecer a la misma persona que conoció, pero lo que resta de su comportamiento es completamente extraño, es más distante de todos, callada y se queda dónde la vieja Yeonsoo no se quedaría.
Aunque la idea de preguntarle porqué actúa así palpita en su paladar, no está segura de si sería lo correcto. De alguna forma sabe que ella la acorraló hasta el punto dónde tuvo que cambiar para no ser lastimada, lo único que espera la rubia, es no haber hecho todo eso en vano.
—No es necesario que te quedes. Puedo solo —articula Jungkook colocándose guantes de látex.
—No dije que no pudieras. —Lo imita y se coloca a su lado—. ¿Por dónde empezamos?
—Lo siento —suelta sin más.
—¿Hum?
—Lo del campamento. —Yeonsoo lo mira fijo—. Lamento haber hecho eso, haber usado a Yoongi para dañarte, fue cruel de mi parte.
La pelinegra mira al frente y suspira. Quisiera poder estar enojada con él, quisiera gritarle, pero nada de lo que él hizo fue lo que causó ese dolor, ese quiebre en su alma. Y fingir que si lo fue, solo empeora las cosas.
Ella abre una ventana y comienza a limpiar el lugar, pero Jungkook no se mueve, se mantiene quieto mirándola incrédulo.
—Deja de actuar así
—¿Así cómo? —Ella larga una carcajada al techo y vuelve a su trabajo sin quitar una sonrisa socarrona de su rostro.
—Como si nada te doliera. Como si todo fuera pasajero y no te aferras a nada —escupe—. Tu no eres...
—No me conoces. —Yeonsoo se levanta con furia y tira la regilla que estaba limpiando con productos para encararlo—. No sabes quién soy. Porque estuvimos tres meses en un campamento juntos y ahora estemos trabajando en el mismo caso, no significa que me conoces, no sabes una mierda de mí.
—Por supuesto que te conozco, Jade —Jungkook se saca los guantes de látex y se acerca a ella con cuidado. Sabe que acaba de despertar la furia de la pelinegra—. Por eso me disculpo, por haberte causado dolor.
—Tranquilo, Jungkook. —Suspira Yeonsoo. No sabe porqué la llamó de esa manera, pero no le interesa en este momento—. No te lleves todo el crédito por lo sucedido, no provocaste ese dolor, fui yo. En el momento que acepte entrar al campamento me cause dolor, tu solo recordaste la verdadera razón por la que estaba ahí.
—Jade...
—Jungkook. —Se acerca con cuidado a él y coloca una mano en su pecho dando palmaditas—. Deja de culparte por lo del interrogatorio. Fuiste un verdadero imbécil, y lo usaste para intentar sacarme un estúpido código que no tiene importancia. Pero debías hacerlo, y yo también. Por eso usé a Chan, para poder cavar un profundo agujero en tu alma y dejarte dudando sobre quién fue realmente tu hermano.
—Me lo merecía.
—¿En serio? ¿Por qué? Si es por hacer tu trabajo eres más idiota de lo que creí. —Ella se acerca lo suficiente a él como para estar a centímetros de su boca, pero es mucho más alto por lo que tiene que inclinar la cabeza hacia atrás para verlo directo a los ojos—. Nunca te disculpes por hacer lo correcto.
—¿Aún si eso lastima a alguien más?
—Aún si eso lastima a alguien más —murmura segura. Se aleja lo suficiente para tomar los guantes de látex y colocarselos.
—De cualquier forma, lo siento.
Jungkook toma el par de guantes que se sacó y la acompaña en completo silencio. Hay demasiado que hacer y la noche avanza de manera rápida.
Una parte de él admira a la menuda de cabello negro. Siente que es su modelo a seguir y es extraño ya que su único ejemplo fue su difunto hermano, pero ahora se cuestiona qué tan fuerte era en realidad.
No quiere decir que haya sido malo, o un tipo mediocre, sin embargo, al lado de Yeonsoo, su sabiduría queda en el completo ridículo.
A pesar de haberla hecho sufrir, recordar que Yoongi estaba en ese estado tan catastrófico por su culpa, ella aún así, razonó. En vez de culparlo a él, y estar enojada, pensó fríamente las cosas y se hizo responsable de la parte que le tocaba. Eso no lo hace cualquiera, y Jungkook lo sabe mejor que nadie.
Después de más de dos horas limpiando el lugar en completo silencio, Jungkook le marca a Hunter para avisarle que puede volver a dormir, tienen un largo día por delante y lo último que quiere es que la rubia o la pelinegra frente a él estén dormidas.
No tarda tanto en llegar, y con ella el frío de una noche lluviosa. Hunter se recuesta en un viejo y polvoriento colchón en el suelo. Sin preguntarle al par si necesitaban algo, toma todas las mantas limpias que encuentra en el lugar y se duerme casi de inmediato. Saben perfectamente porque está tan cansada, pero no van a juzgarla, ni siquiera es un tema para hacerlo.
Yeonsoo ríe por lo bajo y se recuesta a un lado del único colchón que queda, y se hecha una vieja manta encima. No puede dormir tanto como le gustaría, pero debe hacerlo, para estar completamente alerta por la mañana. Jungkook, por otro lado, comienza a sentirse muy cansado, y aunque la esquina del lugar no es mala idea, le duele la espalda para dormir sentado, por eso y muchas más razones que no es capaz de admitir, se recuesta a un lado de Yeonsoo. Dejando que su espalda toque la de ella.
Puede sentir como se tensa, pero no quiere alejarse. El departamento no tiene calefacción y el ambiente se congeló en apenas minutos. Lo único que lo mantiene medianamente caliente, es su pequeña espalda.
La pelinegra siente el leve temblor de su cuerpo, entonces se gira con cuidado y ve a Jungkook encapuchado, con los brazos sobre su pecho e intentando guardar todo el calor que pueda. Suspira cerrando sus ojos y coloca la mitad de la manta sobre su cuerpo tembloroso cubriéndose con la mitad que resta.
—No es necesario. No tengo tanto frío —susurra.
—No mientas. —Yeonsoo pega más su cuerpo a la dura anatomía de Jungkook, intentando recuperar más calor.
—Sería mejor si nos giramos.
Ella asiente entumecida del frío, y gira chocandose de golpe con el pecho de Jungkook. No es la primera vez que se siente tan pequeña debajo del cuerpo del pelinegro. Carraspea su garganta pero no sé mueve, la posición que adoptaron es mucho más cómoda, sin mencionar que ahora pueden cubrir mejor sus cuerpos con las mantas.
—Jade, debes abrazarme para poder... —murmura abriendo sus brazos y la menuda se pega aún más apoyando su mejilla en el pecho de Jungkook. Puede sentir su olor, si bien no es la primera vez, ahora puede prestarle mucha más atención. Huele a colonia y crema para afeitar con un poco de jabón. Su aliento es fresco y dulce al mismo tiempo. No sé parece ni de cerca al olor particular de Yoongi.
—Olvídalo. —Yeonsoo se sienta de golpe. La incomodidad es inevitable, más que nada, por el hecho de que algo dentro de ella se siente bien entre los brazos de Jungkook. No es la primera vez que los prueba, pero quiere que sea la última.
Su estómago gruñe. La perfecta excusa para salir del lugar y tomar un poco de aire fresco.
—Iré a comer algo. —La pelinegra se para, dispuesta a huir.
—Perfecto. Voy contigo. —Jungkook la imita y se levanta buscando sus zapatillas.
Yeonsoo maldice por lo bajo, se suponía que él debía dejarla ir tranquila. Debía pensar y aclarar que en realidad solo es atracción lo que siente por él, pero no es eso lo que realmente la asusta; en realidad es el hecho de pensar o imaginar un futuro con alguien más que no sea el pelinegro de mirada felina. Qué alguien más la haga sentir como una vez se sintió. La aterroriza. No quiere volver a sentirse así de vulnerable, no puede.
Sin pensarlo demasiado, toma su chaqueta grande y un gorro de algodón, sale del departamento seguida de Jungkook vistiendo como siempre, con tallas más grandes.
Comienzan a caminar sin rumbo alguno, esperando encontrar cualquier local abierto para comprar algo. Al final, Jungkook encuentra una pequeña tienda de veinticuatro horas donde entran de inmediato, ya que el cielo parece caer a pedazos.
—Estaba a punto de cerrar, con el clima de afuera no creí que alguien se atreviera a salir—menciona el chico detrás del mostrador.
—Solo es un pequeño viento —menciona y hace un mohín Yeonsoo.
—Lo dudo, siempre llueve a cántaros luego de estos vientos. Tengan cuidado cuando regresen.
—Estaremos bien. —Jungkook pasa directo a la comida rápida del lugar y ve cómo Yeonsoo saca el mismo paquete de fideos instantáneo que siempre, un saborizante y pasa directo al microondas del lugar. Este la sigue tomsndo un paquete diferente y luego la imita.
Yeonsoo come en silencio, se nota la incomodidad del acercamiento de él, por lo que decide apaciguar un poco el ambiente mientras comen.
—Cuando tenía diez años, Chan me contó por primera vez que en realidad nosotros nacimos en esta cuidad.
Yeonsoo gira a verlo pero no dice nada, Jungkook habla sumergido en un mar de pensamiento.
—No era alguien que hablara de nuestro pasado, él siempre decía que eso no nos definía como persona, si no, nuestro presente —cita y ríe levemente—. Nunca lo había visto triste, ni siquiera cuando su novia le terminó. Salvó un día.
—¿Qué pasó? —El interés se despierta en la pelinegra, sabe cuál es la intención de él y se lo agradece.
—No lo sé, Chan nunca lloraba. Estaba muy feliz o muy enojado, pero nunca triste. Ese día lo ví llorar, tanto que mi corazón se partió.
—Bonita historia —se burla.
—No lo entiendes. —Jungkook la mira por primera vez desde que se sentaron a comer—. Chan lloraba, porque era el aniversario de el día exacto que salimos del orfanato.
—¿No quería irse?
—Lo que más queríamos era largarnos de ese lugar, por eso no entiendo —menciona pensativo—. Lloraba y nunca sabré porque fue realmente. Después de ese día me prometí ser policía.
—¿Qué? —se burla riendo.
—Dije que buscaría y arrestaría al bastardo que lo hizo llorar. —Niega con la cabeza incrédulo—. ¿Puedes creerlo?
—Lo eres ahora. —Ella lleva un gran bocado de fideos a su boca.
—¿Tú? ¿Qué querías ser de pequeña? ¿Cuál era tu sueño?
—Vas a reírte.
—Prometo que no. —Jungkook hace una señal sobre su corazón levantando su mano.
Yeonsoo suspira y se mentaliza, preparada para la posible burla.
—Quería ser la primera mujer en cantar una canción de Madonna en la luna.
Jungkook estalla en carcajadas sin poder evitarlo, y la pelinegra solo sonríe divertida. Sabe que su sueño de pequeña era absurdo, pero no dejaba de ser suyo.
—Y mi sueño, fue tener una familia. Una real. Nunca tuve una, y la vez que tuve algo que se parecía tuve que abandonarla. —Suspira.
—No puedo llevarte a la luna y escucharte cantar una canción de Madonna, pero puedo ser tu familia —suelta Jungkook sonriendo sincero.
El corazón de Yeonsoo se retuerce ante esas palabras, tanto que en su garganta se instala un leve nudo que traga de inmediato. Tira el plato de fideos vacío y se levanta sin decir una sola palabra. Se acerca al cajero y le paga lo que corresponde saliendo del lugar, dejando solo a Jungkook.
Aún sigue sin conocerlo, no puede confiar plenamente en él, y tal vez solo esté actuando de esa manera para provocarla, o para lastimarla.
La lluvia comienza a caer de pronto mojando todo a su paso. Como si el cielo estuviera furioso con la humanidad, rompiendo y aturdiendo todo a su paso.
—¡Oye! —Jungkook la sorprende tomándola por el brazo—. Vas a mojarte, ven.
La encamina hasta llegar debajo de una sombrilla de una tienda, no pueden quedarse toda la noche ahí, pero en definitiva, pueden esperar a que la peor parte pase.
—Es solo agua, debemos volver —espeta. En sus palabras se filtra la dureza. Aquel tono divertido y tranquilo con el que le habló hace un momento desapareció por completo.
—¿Qué sucede? —Jungkook frunce el ceño confundido.
—No se de qué hablas.
—¿Es por lo que dije? ¿Sobre la familia?
—¿Por qué sería eso? No seas ridículo —Yeonsoo intenta esquivar a toda costa la mirada penetrante de Jungkook.
—No lo sé, estábamos bien y de pronto te vas furiosa, como si te ofendí o algo por el estilo.
—¿Sabes? ¡Yo no sé lo que es tener una familia! Y aunque para ti sea una maldita broma, para mí no —escupe dejando salir todo—. No puedes andar por la vida diciéndole a todo el mundo eso, porque no es un juego.
—No fue broma, Jade —Jungkook se acerca un poco más a ella—. Yo tampoco tengo familia, y me encantaría que tú pertenecieras a ella.
—No me conoces, Jungkook. Puedo venderte tal y como hice con Yoongi. No te conviene encariñarte conmigo.
—Deja de compararme con Yoongi, porque no soy él. —Algo cambia por completo en su voz, tanto que la hace estremecer—. No me importa lo que hayas hecho con él, así que deja de intentar causarme miedo de esa forma porque no va a funcionar. Si realmente quieres echarme de tu vida tendrás que esforzarte más porque quieras o no, estamos juntos en esto.
—Bien.
—Bien.
Yeonsoo frunce el ceño y sale del pequeño escondite, dónde no dejaba que las furiosas gotas de lluvia la tocaran.
—¡No quiero que seas él! —le grita de vuelta.
—¡Tampoco quiero serlo! —Jungkook también sale, dejando que la furiosa lluvia lo empape en segundos.
Entonces lo hace, camina decidido hasta la pelinegra, la toma por la cintura y la pega a su cuerpo, acuna su rostro con la mano que le queda y une sus labios con los de ella.
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