10

Los demás la miran sorprendidos, sin entender como logró sacarle el código en apenas cinco minutos. Hunter mantiene su sonrisa en lo alto, orgullosa de su amiga, mientras que Jungkook solo la mira igual que los demás, sorprendido. No tenía idea de que ella tenía ese talento. En realidad no sabe mucho más de lo que vio con sus propios ojos. Yeonsoo solo era una victima más del mundo que la rodeaba, pero ahora duda que esa versión sea del todo correcta. Tal vez, los demás eran victimas de sus trucos y habilidades.

—Ve, chico inquebrantable —le dice al chico que alardeaba. Dudoso pasa y Yeonsoo lo sigue.

Al entrar a la sala de interrogatorio, el sujeto se deja caer a peso pesado sobre la silla, mientras que Yeonsoo toma la suya y la aleja un poco de la mesa. No es que le tema, pero la idea de tener a un idiota de ego alto, machista y narcisista frente a ella a solas por quien sabe cuanto tiempo le incomoda un poco. 

—Sé que hiciste con ella, no funcionará conmigo —anuncia superior levantando su mentón.

—Lo sé —murmura y se cruza de brazos frente el pecho. Ladea la cabeza examinando un poco su comportamiento. Es claro que no podrá sacarle los códigos con la misma facilidad que lo hizo antes. Por eso, y arriesgando un poco, decide optar por lo más obvio.

—¿No vas a preguntarme si puedes dibujarme? —se burla.

—No, no creo que seas tan idiota. Eres el mejor. —Ella sonríe y se tira contra el respaldar de la silla, y sube de nuevo las piernas—. No creo que pueda sacarte el código, pero el reloj sigue su curso, debemos pasar el tiempo.

—No hay nada que digas, que me saque el código. ¿Sabes?

—Ya dije que lo sé —espeta—. Podrás ser bueno en esta prueba, pero no duraste ni un solo round, es una pena, creí que podrías durar dos. 

—¿Qué? —Chasquea la lengua y ríe—. Hubiese durado cinco al menos. Pero te deje ventaja, porque eres mujer.

—Mmm, puede que tengas razón. —masculla, reprimiendo las ganas de estampar un puño contra su rostro—. ¿Te gusta el arcoíris?

—¿De qué diablos hablas? —Frunce el ceño—. Solo interrogarme y ya.

—No creo que pueda sacarte el código —comenta y suaviza su voz—. Aunque debo admitir que estoy un poco agradecida de que estés aquí conmigo. Me atraes. —Ella sonríe de lado—. Si no hubieran tantas personas mirando de ese lado en estos momentos me tiraría encima de ti. 

—No te ofendas, cariño, pero no eres mi tipo de chica —murmura con ironía y le señala el rostro deteniéndose en la cicatriz de su rostro. 

—¿Entonces? en lo personal me gusta el purpura —comenta ignorando por completo lo que acaba de decir. Fingiendo que no le ha molestado en lo absoluto, cuando la realidad es que sintió una daga ardiente atravesarle el corazón.

—Prefiero el amarillo —responde haciendo un mohín para restarle importancia.

Ella asiente. 

—Me dijeron que eras el mejor estudiantes en años —añade Yeonsoo, alimentando un poco más su ego—. ¿Con cuantas balas crees que podrías matar a alguien? Yo creo que ocuparías todo el cartucho.

—Usaría una —responde superior.

—¿Y si fuera más personas? Una media docena.

—Tal vez tres.

—¿A qué hora te parece que nos veamos? —le dice coqueta. 

—¿Qué?

—Ya sabes, para terminar lo que comenzamos —espeta y hace un mohín—. No te estoy pidiendo casamiento. Solo un buen revolcón.

—Nunca estuve con alguien de tu apariencia. Sería bueno para mi expediente, ¿lo entiendes, verdad? —Yeonsoo aprieta los puños bajo la mesa con tanta fuerza que teme romper la piel de su palma con las uñas. Entonces solo se limita a asentir—. No sé, tu dime. 

—Después de la primera clase, o de la segunda.

—Yo creo que después de la quinta. —Le guiña un ojo y se tira sobre el respaldar—. Para estar toda la noche juntos.

—Sí, pero tenemos siete clases —corrige y deja escapar un gran suspiro. De haber pasado otro segundo con el tipo, tal vez le habría partido la cara. Se levanta y camina hasta el ventanal—. Tengo el código.

—No dije nada —chilla él. Yeonsoo sale de la sala y el tipo le sigue de atrás pisándole los talones—. Es imposible que sepas el código.

—Hablas mucho, me sorprende que no lo soltaras solo. —Yeonsoo lo mira de pie a cabeza aburrida—. 5335, es el código. —Suelta su cabello dejando que las yerbas caigan por su rostro.

—¿Lo es? —habla la profesora totalmente fascinada.

—Sí —musita con el ceño fruncido.

—¡Fabuloso! —chilla la mujer, fascinada por la criatura frente a sus ojos—. Uno más.

—Podría seguir así todo el día, pero no está ayudando a sus otros alumnos —responde seria, no quiere seguir exponiendo sus trucos, o soportando comentarios sobre su aspecto. Aun no lo asimila por completo, y sigue siendo su punto débil.

—Tienes razón, suficiente de demostración —espeta contenta—. ¿Cómo te llamas?

—Goo Yeonsoo. —murmura con cuidado. Su nombre nunca fue bienvenido en ningún sitio, y el solo pensar de que pueden llegar a reconocerle por las atrocidades que se cree que hizo, le asusta un poco—. Dijo que cuando todos terminen se cambiarán los lugares. ¿Puedo irme a mi cabaña a esperar?

—Me encantaría decirte que sí, pero debes quedarte aquí, pero puedes irte a duchar, cenar y demás, luego debes volver. —La mujer le entrega puntos, que en realidad es sólo un papel de color violeta que tiene muchas estrellas en él. Al llegar al comedor puede mostrarlo y lo que quiera le darán.

Yeonsoo se sienta cuando ve que todos, a excepción de su compañera ingresan a las salas de interrogación. No puede evitar sentir curiosidad sobre la manera en la que Jungkook le sacará el código a Hunter.

Lee su expediente y comienza con preguntas básicas, nada fuera de lo común, pero está claro que debe cansarla más para poder lograr que hable o se mueva.

Las horas pasan y aunque le gustaría irse a comer, no quiere dejar a Hunter. La noche cae y ya hay parejas a su lado que también perdieron su código. En su mayoría, usan la psicología inversa, producto de la confianza que tienen mientras que otros, la fuerza bruta, las amenazas de lo que les harán, la forma que los van a torturar si no logran decir el código.

Hay personas que no se resistieron, y otras que hasta ahora han logrado resistir lo suficiente. Mientras más tiempo aguanten, sus puntos subirán.

La madrugada llega, Hunter se ve cansada y Jungkook igual, aparentemente ambos deciden tomar una siesta pequeña, ya que si se pasan de una hora la profesora los descalificará. Yeonsoo se hace un ovillo en la silla y se deja caer en un sueño.

Las pesadillas no tardan en aparecer, y antes de crear una escena donde todos se pregunten qué clase de fenómeno raro es, se despierta. Decide pedir permiso para salir a correr. El reloj marca las cinco de la madrugada, un poco más y se cumplirán las doce horas desde que empezaron. Todo parece eterno, y aún faltan horas.

Camina hasta el comedor y desayuna algo liviano; pide una botella de agua y vuelve al salón, el reloj marca las nueve de la mañana. Puede ver como Jungkook presiona a Hunter con preguntas, ni siquiera la deja responder, lo que ocasiona que ella colapse y grite el código harta de las preguntas sin sentido de Jungkook. Yeonsoo mira la hora y ya se cumplió catorce horas desde que comenzaron, para su sorpresa es la última pareja que queda, todos se han rendido fácil ante el cansancio y la presión.

Jungkook sale detrás de Hunter quien se ve molesta consigo misma, mientras que él sólo sonríe.

—Bien, me siento decepcionada que solo duraran catorce horas, espero que el siguiente grupo dure al menos las veinte horas. Pueden dormir, los espero temprano.—La mujer tira el vaso de cartón vacío de café a la basura y sale seguida de su asistente.

Todos salen disparando a sus cabañas para poder descansar, Hunter parece caminar sonámbula mientras Yeonsoo la sigue divertida. Realmente se ve exhausta.

—¿Qué hiciste para conseguir los códigos? —dice Hunter una vez que llegan a la cabaña—. No me mientas y dime la verdad, mañana seré la interrogadora.

—La primera chica se veía muy segura de sí misma, y ése fue su primer error. —Yeonsoo se sienta en forma india sobre la cama mientras Hunter la ve recostada desde la suya—. Cuando pedí que fuéramos las primeras se sintió insegura, pero el detonante a terminar por ser totalmente transparente fue cuando la profesora dijo que seríamos la demostración.

—Pero ni siquiera habló.

—No fue necesario, una parte de ella creyó que iba a olvidarse el código por la presión de tener toda la clase observando, me di cuenta de eso y lo usé a mi favor —explica sin dar todos los detalles—. Al decirle que iba a dibujarla provocó más incomodidad, más que nada porque ambas estábamos en silencio. Fue su segundo error —señala—, porque estuvo a solas con sus pensamientos, y la única forma de liberar un poco de tensión fue a través de sus movimientos, no dejaba de repetir las mismas acciones, como un patrón. Se acomodó en su asiento una sola vez, colocó y sacó las manos en la mesa cuatro veces, se rasco la cabeza seis veces y finalmente suspiro dos veces; volvió a repetir el patrón dos veces más. —Se encoge de hombros al ver el rostro sorprendido de Hunter—. Tuve que aprender el lenguaje corporal para manejarme en las calles. Las personas solemos repetirnos una y mil veces las cosas que no queremos olvidar, hasta el punto de manifestar inconscientemente a través de nuestras acciones.

—Eres asombrosa —dice aplaudiendo—. Pero eso no hiciste con el idiota.

—Con él fue mucho más fácil —confiesa y ríe—, tiene complejo de superioridad, solo lo tuve que detonar. Y lo hice con las palabras «eres el mejor», entonces su ego creció y se olvidó del código; le hice preguntas tontas que cualquiera se hubiese dado cuenta, solo que él necesitaba hablar de sí mismo para seguir alimentando su ego. Le mencioné la cantidad de round y eligió el cinco, cuando le pregunte sobre el color eligió el amarillo, que es el tercero en el arcoíris, luego la cantidad de balas, sabía que diría uno, por lo que tuve que insistir y pudo decir el número tres...

—Y las clases —completa Hunter asintiendo—. ¡Por dios!, eres una puta genio. Espero poder usar eso con Jungkook.

—No lo creo, intenté leer a Jungkook antes, fuera de todo. Es verdaderamente difícil saber en qué está pensando —se sincera.

—Debo intentar —murmura, se levanta de su cama y abraza a Yeonsoo sorprendiéndola unos segundos—. Gracias por compartir tus técnicas conmigo. Sabes que eres mi mejor amiga. —Besa su mejilla y vuelve a su cama para caer en un profundo sueño.

Yeonsoo decide pasar todo el día libre que le queda en el gimnasio, entrenando con la bolsa de boxeo. Pasa de eso a las cuerdas, y luego a las pesas. Hasta que finalmente el reloj marca a hora de cenar y se va al comedor, para su sorpresa se encuentra totalmente vacío. Al parecer nadie apareció de los cansados que están. Come con tranquilidad. No hay miradas sobre ella, ni susurro sobre su aspecto, por lo que puede disfrutar una tranquila y solitaria cena.

No puede evitar pensar qué estará haciendo Yoongi en estos momentos, si estará o no comiendo, si habrá dormido o cualquier cosa de las que solía hacer con ella. Una lágrima le cae por el rostro y no puede evitar regañarse por eso, se prometió a sí misma que no puede permitir que le afecte.

Yoongi no puede convertirse en su talón de Aquiles.

Entrega el plato y se va directo a las duchas, el agua fría quema contra su piel. Ella pasa delicadamente sus manos sobre las cicatrices de su cuerpo, se sienten ajenas, son gruesas y suaves, como una muy mala y excelente combinación. Es increíble como pareciera no estar en su cuerpo.

Sin pensarlo demasiado decide ir a la cama, al manos unas horas para poder recargar energías para las próximas cuarenta y ocho horas.

La mañana llega con rapidez, Yeonsoo ya se encuentra de pie lista para aplastar su trasero en la silla por dos días. Toma un vaso de agua que debe racionar y entra al estudio donde ya están todos. La profesora da un enorme sermón del pésimo trabajo que hicieron el día anterior y que esperaba tener mejores resultados este día, ya que de no aprobar esta clase podrían no recibirse.

Yeonsoo entra a la sala de interrogatorios y la chica comienza, sin embargo, ella prefiere el voto de silencio y deja que la muchacha haga preguntas sin sentidos. Yeonsoo no se mueve, solo la observa a detalle, su rostro simétrico, sin una sola marca en su lisa piel.

Los chicos deben morir por ella, su voz es suave y su carisma se percibe a leguas, pero no es buena en lo que hace. Se asusta con facilidad y le teme a los retos extremos.

Las horas pasan, tal punto que la chica tira el expediente de Yeonsoo en su cara y sale de la habitación. Ella sonríe al ver que se rindió fácilmente, apenas pasaron doce horas. Le gustaría saber si Hunter pudo al menos lograr obtener un solo número.

Por pura curiosidad, Yeonsoo toma su expediente y lo abre, no hay mucho que se pueda hacer con esto. Antecedente de robos menores, crecida en un orfanato, un novio abusivo, nada que pueda ayudarlos a que ella hable. Porque al final, ella misma se tortura con su pasado. No hay nada que digan que pueda hacerla doblegarse, o al menos que ellos sepan o se encuentre en ese expediente.

Se tira para atrás con la silla, balanceándose y coloca los pies encima de la mesa mirando el reloj, tal vez, hasta que vuelva la castaña puede tomarse una siesta corta.

Cierra los ojos y se deja caer una vez más.

Un escalofrío le recorre el cuerpo y se da cuenta que está a punto de tener una pesadilla, entonces y haciendo acopios de todas las fuerzas que tiene abre los ojos de sopetón. Al menos pudo crear un mecanismo de defensa contra sus pesadillas diarias. Vuelve a mirar el reloj que tiene la cuenta regresiva, durmió al menos cuatro horas, una hora más y supera el récord del día anterior.

El chico a quien ella interrogó entra, entonces Yeonsoo recuerda que cualquiera que ya haya terminado de interrogar puede pasar a otra persona si la encargada de interrogarla se rendía. Una pizca de decepción le invade al darse cuenta que la castaña se rindió con facilidad.

—Voy a torturarte si no me dices el código. —El sujeto golpea la mesa con fuerza—. Créeme, traje herramientas para hacerte hablar. —Tira sobre la mesa una pinza y tijeras quirúrgicas.

Yeonsoo las mira con una sonrisa en su rostro y luego pasa a él. 

—Dime algo, ¿tengo pinta de que eso puede afectarme? —Levanta una ceja retadora.

—Una simple cicatriz en el rostro no te hace inmune a las torturas —escupe serio y demandante.

Yeonsoo se levanta y ríe. Es su momento para tomar aquellas marcas que le dejaron las acciones de su pasado, a favor y convertirse en la pesadilla de todo niño. Comienza a desabrocharse el botón de su pantalón y desliza a prenda por sus piernas hasta que tocan el piso. Luego, desliza la remera de manga larga por sus brazos y cabeza quedando solo en ropa interior. Sabe que detrás del vidrio es probable que estén muchas personas observando, pero no debe importarle. Da una vuelta con lentitud mostrándole las cicatrices de sus piernas, de su cuello y la marca enorme de quemadura en su espalda.

—¿Qué me querías hacer? —farfulla entre dientes con desespero. Tener a ese tipo de frente le enferma cada segundo más que el anterior—. Si quieres arrancarme las uñas, adelante, me urge una manicura. ¿O prefiere los del pie?

—Estas loca —murmura el chico horrorizado por el cuerpo marcado de Yeonsoo y sale de la habitación.

Yeonsoo deja salir un suspiro pesado. Se sube el pantalón y se coloca la remera, escondiendo las cicatrices de todos los que la miran. La ansiedad le apodera poco a poco, por lo que sin pensarlo demasiado decide hacer un poco de ejercicios ya que está ahí. Corre en círculos, unos abdominales y algo de flexiones. Las horas pasan y nadie aparece. Tal vez están esperando a que el reloj marque cero para poder dejarla ir.

Por otro lado, Hunter lucha una vez más con Jungkook quien solo ríe ante los intentos desesperados de la rubia.

—Debes mantener la calma o perderás el control del interrogatorio —ordena divertido.

—¡Cállate! ¡Yo estoy al mando, idiota! —Golpea la mesa—. ¿Sabes qué? ¡Púdrete! —Le enseña el dedo de en medio y sale—. Me rindo, no puedo con él —le dice a la profesora que se ve fascinada ante las dos personas que lograron superar el tiempo.

—¿Alguien quiere interrogar al chico Jeon? —pregunta al resto de alumnos que se encuentran exhaustos sobre las sillas del lugar. La mitad de encuentran dormidos, mientras los demás niegan—. Tráeme a Jeon —le indica al asistente que corre hasta él. 

Jungkook aparece detrás del asistente con una mirada confusa. La profesora niega con a cabeza calmando su preocupación y se aclara la voz antes de hablar.

—¿Quieres interrogarla?

—¿A ella? —Señala a Yeonsoo que se encuentra jugando con la silla, sin perder el equilibrio. La profesora asiente.

Jungkook la mira ladeando la cabeza, sabe que debe usar otros métodos para poder doblegarla. Aunque no está seguro de querer hacer eso. Usar sus armas secretas contra ella es lastimarle, y provocar el mismo dolor que le vio sufrir durante un día completo en el hospital no suena algo a lo que se animaría.

—Si logras sacarle el código antes de terminar la hora, tendrás puntos extras por todo el mes —ofrece. 

Jungkook la mira indeciso. Desde que entró la comida fue un verdadero desastre para él. Hay un punto que necesita para conseguir la leche de plátano que tanto le fascina y hasta ahora no pudo hacerlo. Si tiene puntos extras tal vez logre conseguir un poco. 

—Está bien, pero necesito otras cosas, ¿puedo hablar con la directora?

—Si traes refuerzos y aún así no logras sacarle el código te quitaré todos tus puntos, pero si lo haces, tendrás puntos ilimitados hasta que salgas del campamento. —La mujer se cruza de brazos, subiendo a su límite la apuesta—. ¿Lo harás?

—Lo haré.

Entonces Jungkook sale.

⭒❀⭒

Las horas pasan, solo queda menos de una hora para que finalmente terminen las cuarenta y ocho horas. Otras personas, entraron a interrogarla pero no sirvió de mucho, ella se mantenía fresca y segura de si misma, incluso Hunter se atrevió, pero tan pronto como entró se fue, no puede contra su amiga, sabe que al final Yeonsoo terminará interrogándola a ella. 

La pelinegra pidió ir al baño en varias ocasiones y pudo ver al resto de sus compañeros en el salón común dormidos y casados, como si fueran ellos los interrogados y no ella. Parece que nadie más la va a interrogar por lo que decide ponerse cómoda y dormir el tiempo que queda, debe ser la mañana; al salir quiere ir a correr y darse una larga ducha. Sin embargo, la puerta se abre y un renovado Jungkook entra con el expediente de ella en mano.

—¿Tú?

—Nadie quiere interrogarte. —Jungkook ríe y sienta frente a ella—. Todos están despiertos observando esto, tuvieron las horas suficientes para dormir —anuncia mirando la ventana—. Ya vas a cumplir las cuarenta y ocho horas, estas cansada y seguramente quieres tomar una ducha y comer algo, solo dime el código y vete.

—No te diré nada, Jungkook. —Ella niega lento.

—No quiero hacer esto difícil. —Él frunce los labios y abre el expediente de ella.

—No hay nada ahí que puedas usar, lo sabes.

—Lo sé —murmura—. Pero yo no soy como ellos. —Señala con la cabeza la ventana—. Sé muchas cosas, así que por favor, dime el código.

—No.

—De acuerdo. —Suspira. Abre el expediente de ella y luego saca un par de fotos—. Te dije que quería hacerlo de la forma fácil. —Le tira unas cinco fotos.

Ella las mira y puede sentir como la sangre la abandona por completo, la respiración se atora y su cuerpo tiembla.

—¿Cómo...? —Las palabras quedan en el aire.

—Sabes como. —La dulce voz de Jungkook desaparece siendo reemplazada por una cruel y calculadora—. ¿Ya viste cómo está? 

Yeonsoo temblorosa toma una foto reciente de Yoongi; tiene el cabello más largo, la piel reseca, ojeras negras debajo de sus ojos y le creció la barba. No es ni de cerca la persona que recuerda. Este Yoongi está más cerca de ser un vagabundo, que quién solía ser, está delgado y tiene la mirada triste.

Yeonsoo no puede evitarlo más, y comienza a llorar. Su corazón se oprime con fuerza sobre su pecho y el aire parece no encontrar la dirección correcta hasta sus pulmones.

—Es tu culpa, ¿lo sabes?

Ella lo mira llena de odio, no puede creer que tuvo que cruzar ese límite para poder obtener cuatro número que no valen la pena.

—Sabes sobre las salidas provisorias, bueno tú como eres solo una criminal no las tienes... —murmura y hace un mohín—. Pero los demás podemos salir un día, y estaba pensando en visitarlo. Ya sabes, para ver si aún sigue vivo o se suicidó.

—Hijo de puta. —Se levanta con violencia de la silla pero no se mueve, observa las demás fotos, no solamente está Yoongi, también hay una foto de Namjoon, completamente ebrio, con barba y el cabello despeinado, como si su vida no importara. Yeonsoo ahoga un sollozo y lo mira—. No lo hagas.

—Solo dame los códigos, y todo terminará.

Ella niega y vuelve a tomar asiento, sosteniendo la foto de Yoongi fumando, con los ojos cerrados. Se puede notar la manera descomunal en la que adelgazó, en su rostro casi esquelético. Ella aprieta los puños con fuerza, al ver lo qué provocó.

—Mira cómo quedó mi amigo por tu culpa. —Ríe seco.

—No tenía opción. —Ella se defiende.

—Claro que sí, podrías haber corrido hasta Yoongi, y juntos podrían haber escapado a algún lugar del mundo, podrían haber enfrentado a «esa» persona juntos. Pero eres egoísta y preferiste matarlo.

—No está muerto.

—Pero lo estará, ¿cuánto crees que puede resistir una persona así? —Señala la foto—. No hay forma que dure tanto, sin mencionar que pronto le haré una visita.

—Si te atreves a tocarlo , yo...

—No harás nada, no puedes hacer nada —escupe—. Estamos atados de manos, y la pelea que tuvimos no terminó. Aún me debe la muerte de mi hermano.

—Detente. —Cierra los ojos con fuerza.

—¿Qué sentirá cuando lo esté a punto de matar? —Jungkook frunce los labios pensativo—. ¿Crees que te mencione a ti?

—¡CÁLLATE! —grita y se cubre los oídos con ambas manos.

—¿Crees que dirá esa frase estúpida de películas, «mátame para que esté con ella»? —masculla burlón—. Yoongi suele ser un romántico empedernido cuando quiere.

—¡CIERRA LA PUTA BOCA! —Yeonsoo camina hasta él y lo toma por el cuello de la playera dispuesto a golpearlo.

—¿Qué pensará cuando en el último suspiro le diga que estás viva? —Yeonsoo titubea—. ¿Crees que cuando se entere te perdonará? —Ella afloja el agarre entonces Jungkook abre los ojos de sorpresa y larga una fuerte carcajada—. ¿No me digas que esperas al final terminar con él? ¡Eres más ilusa de lo que creí! ¡Yoongi jamás te perdonará! Eres basura para él, siempre lo fuiste y lo serás. Cuando se entere que estás viva, te odiará hasta el punto de querer suicidarse.

El apremiante sonido del reloj marcando cero interrumpe el momento, salvando al pelinegro de una fuerte golpiza que estaba a punto de darle Yeonsoo. Sus ojos escupen fuego, siente ira contra él, tanto así que necesita igualar las cosas.

—Siéntate ahí, es mi turno —ordena Yeonsoo soltando el agarre.

—Yeonsoo, yo... —Jungkook vuelve a cambiar su tono de voz, a uno más suave.

—¡QUE TE SIENTES AHÍ! —grita con furia, Jungkook asiente y obedece, sabe que está fuera de sí, sabe que pasó los límites por lo que no puede negarse a que ella le devuelva el favor.

La pelinegra sale con furia de la sala y entra al salón común donde todos la miran sorprendido, a excepción de Hunter que es un mar de lágrimas.

—Quiero su expediente —le pide al asistente de la profesora.

—Pero él ya fue interrogado, y la hora terminó —titubea el sujeto asustado.

—¡Dame el puto expediente! —espeta.

—Dáselo —sentencia la profesora. Llegó demasiado lejos con estos chicos como para parar ahora.

El asistente le tiende el expediente de Jungkook pero ella lo tira al suelo.

—El de su hermano, sé que lo tienen. —Tiende la mano impaciente en dirección al chico. Éste busca de forma torpe y cuando lo encuentra se lo entrega. Yeonsoo logra arrebatarle un par de expedientes más al asistente.

La pelinegra gira sobre sus propio eje y vuelve a la sala. Pero esta vez, solo con el expediente de Chan en mano.

—Mira, sé que estas enojada y merezco tu furia pero no pierdas tiempo con eso. No hay anda en mi expediente. —Jungkook la mira neutro, no puede doblegarse ante ella.

—No es tuyo. —Saca la foto de Chan y la estrella contra la mesa.

—Está muerto, no me puedes amenazar con él. —Suspira mirando el sonriente rostro de su hermano mayor.

Yeonsoo saca otra foto y la estrella contra la mesa. Jungkook se remueve incómodo pero no habla. 

—Éste es el sujeto que fue a prisión por culpa de tu hermano.

—No fue a prisión por culpa de Chan, él lo mató —dice frunciendo el ceño.

—Eres un idiota, eres tan imbécil que ves solo lo que quieres ver. —Ríe secándose los rastros de lágrimas de sus ojos—. No sabías quien era Chan en realidad, pintaste una imagen de tu hermano que ni siquiera existe.

—Tu no lo conocías. —Jungkook eleva un poco su tono de voz.

—¡Eso es mierda! —grita al techo—. Tú eras el que no lo conocía, no sabes una mierda de quien era Chan; era un hijo de puta sin sentimientos y por su culpa, éste sujeto se está pudriendo en la cárcel. —Señala con violencia la foto del chico que golpeo hasta morir a Chan.

—Cállate, nos sabes lo que dices. —Jungkook niega con la cabeza.

—¿Nunca te preguntaste como una persona tan buena y correcta como Chan terminó relacionándose con basura como Jimin y Yoongi? Sé que lo sabes pero no quieres admitirlo, ¡Abre la puta cabeza de una vez! —Llega hasta él y toma su rostro—. ¡Chan era un imbécil! ¿Quieres que lea sus antecedentes?

—Mientes.

Yeonsoo saca una hoja del expediente con un par de hojas más y tira la carpeta amarilla a algún rincón de la habitación. 

—Robo a mano armada, violación en primer grado... —comienza a enumerar.

—Eso es mentira, Chan nunca...

—Vandalismo, hasta se prostituyó para llevarte algo de comida —dice burlona—. Maltrato de género. —Tira en la mesa una foto de una chica golpeada brutalmente—. No solo una, sino tres veces. —Tira la foto de dos chicas más.

Jungkook toma las fotos tembloroso y comienza a llorar, como si toda su vida hubiese sido una mentira.

—Chan fue el causante de la pelea, él se drogó... —le dice mirando lo destrozado que se ve—. No conocías una mierda de tu hermano.

—¿Por qué? —susurra en agonía.

—Sigo, trafico de drogas, posesión de armas...

—¡Detente! —suplica.

—Mira, hasta violó a una pequeña.

—¡CÁLLATE! —estalla Jungkook levantándose violentamente de la silla.

—¡DIME EL PUTO CÓDIGO!

—5789 —escupe cayendo a la silla de nuevo, con las fotos de las chicas en sus manos—. Solo detente.

Yeonsoo suspira y cierra los ojos con fuerza, logró quebrarlo. Pero no quería hacerlo, solo quería terminar el día de buena manera, no así, no con esa visión de Yoongi, no con Jungkook totalmente destrozado. Sale y trae los expedientes que le robó al asistente para tirárselos a Jungkook

—No hagas algo que no eres capaz a soportar —murmura Yeonsoo calmada, le tira la hoja en la que estuvo leyendo a Jungkook sorprendiéndolo por completo.

Ella mintió, la hoja está en blanco.











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