6









—¡No puedo creer que te golpearan de esa manera! ¡No duraste ni un round! —espeta SeokJin incrédulo dando vuelta de un lado a otro.

La noche anterior, el egocentrismo y falta de entrenamientos de Yoongi, hizo que un chico unos años más joven que él le diera un puñetazo lo suficientemente fuerte como para tirarlo al suelo y dejarlo inmóvil. Por supuesto que el miedo de todos los que acompañaron a Yoongi porque no haya ganado la pelea era inmensa, pero no tanto como la mentira de Yeonsoo. Ella les había hecho creer que irían a una verdadera pelea de Albutula, lo cual no era cierto; la joven astuta, los llevó directo a una pelea callejera cualquiera. Solo para demostrarle así a Yoongi que, en realidad, no está ni cerca de estar preparado.

Yeonsoo vuelve a aplicar una gasa con alcohol sobre la herida abierta en el pómulo de Yoongi, este respinga en el lugar y se queja por lo bajo, dejando que Yeonsoo haga su trabajo.

—Esa fue la peor de las vergüenzas. —Yoongi mira directo a Jin quien se detiene en seco a mirarlo exasperante—. Te pagaré lo que perdiste.

—No se trata de eso, Yoongi. Dijiste que podías con esto. —Tira los brazos al cielo rendido—. Es claro que no puedes ni con tu mal genio.

—Dije que lo siento muchas veces ayer y hoy. —Rueda los ojos aguantando las ganas de gritarle.

—No importa, lo harás bien la próxima vez. —Hoseok deja la última caja de la camioneta.

De alguna forma Yeonsoo logró convencer al grupo de amigos que usaran esa parte del almacén abandonado donde siempre se escabullen para crear un improvisado gimnasio, para que así pueda entrenar. Yoongi se negó rotundamente, pero los chicos decidieron ignorar sus reclamos, hay algo más importante ahora que unos sucios sofás. Hay demasiado en juego para prestarle atención a él ahora.

El lugar se ve distinto desde este punto de vista, mientras los sofás siguen en su lugar con las cobijas polvorientas sobre ellos, detrás, casi en un rincón, hay un ring, un par de bolsas de boxeo y se apilan de manera ordenadas cajas de guantes y algunas cosas que Yeonsoo evitó decir de donde las sacó.

—Mientras tú descansas de los golpes, voy a entrenar con Taehyung y Namjoon —dice ella tirando la gasa con sangre en una bolsa de residuos.

Todos los presentes la miran sorprendido ante lo que acaba decir. Ella se encoge de hombros ceñuda.

»Por favor, sé pelear.

—Ellos no van a pelear —dice Yoongi.

—Por supuesto que sí, no puedo exponerte pelea tras pelea. Te harás daño.

—Dije que ellos no pelearán. —Yoongi se levanta de su lugar decidido.

—Lo haré —dice Taehyung apoyado en un pilar con la cabeza gacha.

—No lo harás.

—No estoy pidiéndote permiso, Yoongi —masculla Taehyung y se saca la chaqueta, listo para empezar.

—Ese no era el trato. —Yoongi mira furioso a Yeonsoo.

—Dije que tú pelearías para mí, pero nunca dije que ellos no lo harán. —Ella se encoge de hombros apoderada.

—¡Demonios, Yeonsoo! Los van a matar —grita iracundo Yoongi.

—¿Tú qué sabes? —dice Taehyung perdiendo la paciencia.

—No sabes en lo que te estás metiendo —dice Yoongi.

—Puedo hacerlo. —Taehyung da pequeños saltos en su lugar intentando calentar.

—Puede hacerlo. —Yeonsoo frunce los labios señalándolo sin quitarle la mirada a Yoongi.

—¡Esto no es un maldito juego! —Yoongi explota—. ¡Estarás en su maldita lista negra si logra verte la cara!

—Nunca dije que fuera un juego, joder. —Taehyung para en seco y lo encara—. No sabes una mierda de mí. No sabes de lo que soy capaz. —Sus ojos se oscurecen varios tonos.

—Tu cabeza va a rodar. —Yoongi lo desafía con la mirada apretando los puños.

—¿Apostamos? —Sonríe de costado. Un escalofrío corre por la espina dorsal de Yoongi, y por primera vez se siente amenazado.

—No seas cobarde —espeta Yeonsoo seria.

—No soy cobarde. —Yoongi pasa de los ojos amenazantes de Taehyung a la mirada neutra de Yeonsoo.

—¡No jodas! —Ella hecha una carcajada seca al cielo—. No hay persona más cobarde que tú.

—No me conoces. —Yoongi se reincorpora sintiéndose atacado.

—Por supuesto que te conozco. —Yeonsoo comienza a caminar a su alrededor lentamente mirándolo de pies a cabeza—. Recuérdame por qué dejaste a Hyun.

—¿Eso qué tiene?

—Tiene que no te creo ni una maldita palabra, ¿sabes? —Yeonsoo se para frente a Yoongi, y a pesar de ser más pequeña que él intimida hasta el hueso—. Tú historia de redención, hacer las cosas correctas, un chico nuevo y lejos de los problemas. Esas son las mentiras más grandes que he escuchado. Sé por qué lo dejaste realmente, eres un cobarde. No soportas la idea de quién eres realmente. Dime Yoongi... —Se acerca aún más a él—. ¿Puedes recordar las veces que golpeabas a esa gente? ¿Recuerdas la satisfacción? ¿El placer?

Yoongi traga duro ante las palabras de Yeonsoo.

»¿Recuerdas de donde salió tu nombre? ¿Sabes por qué Hyun teniendo todo ese poder nunca fue detrás de ti? Cuéntame, ¿tienes pesadillas en las noches por las atrocidades que has hecho? —Yeonsoo se acerca hasta que solo hay unos centímetros entre ellos—. No, ¿verdad? No tienes pesadillas, duermes como bebé después de toda esa gente que destruiste. ¿Quieres saber por qué? —Las manos de Yoongi pican y las ganas de gritarle que se calle son inmensas, pero de alguna forma las reprime. Yeonsoo se pone de puntillas para poder llegar a su altura—. Eres un... Monstruo —le susurra lo último cerca de sus labios, lo suficientemente fuerte, para que todos escuchen claro—. Eres un cobarde por no aceptar tu parte oscura, por no sacarla a la luz, por reprimirla. Eres un psicópata, estás enfermo, eres peor que Hyun.

—Es suficiente —interviene Namjoon. Hay muchas cosas que no sabe de su amigo, y en estos últimos días, se ha dado cuenta de que quien se ha estado juntando con ellos desde hace un año, es mucho más peligroso de lo que creía, por eso debe detener a la menuda mujer, porque no quiere experimentar ver a Yoongi enojado, no ahora; y tal vez nunca.

Yeonsoo lo mira por encima de su hombro y se retira unos centímetros lejos de Yoongi. Ella levanta las manos en forma de rendida, pero se nota ligeramente más liviana. Reacciona rápidamente y pasa su mirada hacia Yoongi que la mira fijamente a los ojos, con el arma que ella carga todo el tiempo en una mano. La mirada de Yoongi la aterroriza como nunca antes se sintió, él solo está parado, empuñando el arma hacia el suelo. Por primera vez desde que se fue del lado de Hyun, se siente en verdadero peligro, la idea de haber despertado la verdadera cara de Yoongi la saca de quicio.

—¿Me tienes miedo? —Yoongi ladea levemente la cabeza y camina lento hacia ella—. Pensé que querías que sacara mi otro lado, ese que tanto te fascina. —La mira de pies a cabeza.

—Y… Yo... —Yeonsoo jadea y retrocede.
Yoongi para en seco. Un sabor amargo se instala en su boca y su estomago se retuerce ante la imagen de la menuda chica asustada. Ha visto esa expresión tantas veces en su pasado, bajo su puño, que ni siquiera puede sostenerle la mirada por demasiado tiempo, no sin antes vaciar su estómago frente a todos.

—Ya no soy esa persona.—El tono de Yoongi cambia al que normalmente usa, toma la pistola por el cañón y se la tiende—. Pero no me provoques, Yeonsoo. Aún no sé controlar a Isilo.

Yoongi da media vuelta dejándola pasmada, su cuerpo aún tiembla del miedo, pero no se mueve, no habla, ni siquiera está respirando.

»Pueden pelear si quieren. Vendré a entrenar más tarde.

Entonces se va, dejando a la pequeña mujer con el corazón latiendo a mil por horas, preguntándose si fue buena idea hablarle de esa manera, o si es seguro trabajar con él de ahora en adelante. Tal vez, sacó algo de Yoongi que no puede controlar. Y no habrá marcha atrás.


⭒❀⭒


El cielo se ha oscurecido rápido, el invierno comienza a notarse por las suaves brisas que congelan. Jimin está sobre su cama fingiendo que intenta dormirse cuando lo único que ha hecho todo el día ha sido pensar que ese pequeño encuentro con Haneul. Desde ese día han intentado hablar lo menos posible, solo lo necesario. Jimin fingía estar cansado todo el día para estar a solas en la habitación, mientras que Haneul se iba antes de lo usual y llegaba después de lo acordado. No es que la necesite todo el tiempo. Le han quitado gran parte de ambos yesos por lo que moverse es mucho más fácil. Aun así ella no deja de ir, aun así, ella está al pendiente de él; pero sin mirarlo, sin hablarle, sin tocarlo.

Este día, Haneul habló por teléfono diciendo que no podría ir en el turno de la mañana, ya que se le habían superpuesto los horarios con la universidad, Jimin la entendió y le dijo que no era necesario que fuese, pero ella insistió, prefirió cambiar turno con Jungkook y quedarse de noche.

Hace ya media hora ella llegó y tocó a la puerta de la habitación de Jimin para saber si necesitaba algo, claro que él la ignoró fingiendo que dormía. A pesar que una parte de él dice que en realidad no fue para tanto, la otra solo lo avergüenza. Y no por el hecho de negar que siente atracción por Haneul, porque ¡joder! ella es un puto ángel. Sin embargo, el hecho de pensar que ella se fijaría en alguien como él lo sofoca. Su cuerpo está lleno de cicatrices, y en su corazón y mente aún hay heridas abiertas que ni quiera él puede cerrar. Es claro que ella no se fijaría en alguien tan perturbado.

El teléfono de Haneul suena sacando a Jimin de su ensimismamiento. Inmediatamente él presta completa atención a una conversación que ni siquiera le incumbe.

—Hola. —Suena cansada—. Sí, pero te dije que hoy estaría ocupada. —Haneul, sin previo aviso, entra a la recámara de Jimin con ropa en una cesta.

—Tal vez te gusta. —Se escucha del otro lado de la llamada que Haneul puso en alta voz para poder acomodar la ropa en su respectivo lugar. Es un hombre.

—¿Qué dices? —Ella ríe por lo bajo—. Ni siquiera es mi tipo. Solo hago servicio comunitario.

—Sí, claro —dice sarcástico. Suena serio—. No quiero que lo toques, no quiero que lo mires, solo mantente lejos de ese sujeto.

No hay que ser un genio para saber que en realidad están hablando de él.

—No puedo hacer mi trabajo si sigo esas instrucciones.

—Hablo en serio, Haneul, odiaría tocarte de nuevo por ese sujeto.

La alarma de Jimin se dispara y de pronto abre los ojos, pero como se encuentra a espaldas de Haneul ella no lo puede ver.

—Prometiste no volverlo hacer. —Su voz es firme pero no pasa desapercibido el temblor en sus palabras.

—Y tú prometiste no volver a mirar, ni tocar, ni siquiera acercarte a un tipo. —La voz del sujeto de pronto se vuelve más violenta.

—Estaba trabajando con niños, pero me asignaron a Jimin, no podía decir que no. Es amigo de mi hermano.

—Podría haberse encargado tu hermano, no tú.

—Jungwoo, sabes que es mi trabajo. —Ella para en seco todo lo que está haciendo y suspira—. Prometiste darme libertad para elegir mis propias cosas.

—Tienes razón, lo siento, bebé. —La voz del sujeto se suaviza por completo, como si su tono amenazador y violento de hace un momento nunca hubiese existido.

—De acuerdo, debo irme porque Jimin ya se despertó.

Jimin se tensa por completo y cierra los ojos con violencia.

—Bien, sabes que te amo, ¿cierto?

—Lo sé. Yo también.

—Tú también, ¿qué?

—¡Dios, Jungwoo!

—¡Dilo, maldita sea! —El grito de Jungwoo provoca que Haneul dé un respingo.

El cuerpo de Jimin pica por querer levantarse y partirle la cara al sujeto que se atreve a levantarle la voz a Haneul. Pero se contiene.

—También te amo, Jungwoo —dice Haneul.

—Lo siento de nuevo, solo que la idea de que no me ames me tortura. Ahora ve a hacer lo mejor que haces. Te iré a recoger —dice el sujeto y corta la llamada dejando a Haneul pasmada.Ella suspira y se sienta en la punta de la cama.

—Sé que estás despierto, eres malo actuando —ella ríe.

Jimin pelea mentalmente sobre si realmente debe girarse y encararla o no.

»El del teléfono es Jungwoo. Antes era alguien con un pequeño problema de ira, pero está cambiando, ¿sabes? Sé que escuchaste cuando se puso violento, pero en realidad solo es un momento, está cambiando. —Suena neutral, tal vez una parte de ella realmente quiere creer que está cambiando. O solo es miedo—. De cualquier forma, no quiero que sigamos ignorándonos por lo que pasó. Te aprecio mucho y que no nos hablemos me está matando. —Ríe por lo bajo—. Así que cuando dejes de fingir que no escuchaste ni escuchas lo que digo, ven a la cocina para que comamos algo.

Dice y se va dejándolo pasmado. La cabeza de Jimin ahora se mueve a una manera inhumana. Para empezar, ella dijo que jamás se fijaría en él por lo que sus miedos eran ciertos; segundo, Haneul está en una relación para nada sana, y aunque se quiera convencer de que realmente está cambiando es notorio que no lo hace, solo quiere manipularla; y, por último, cómo hizo para darse cuenta de que él no estaba dormido, no se ha movido ni un centímetro desde que entró con la canasta llena de ropa.

Jimin finalmente pierde su lucha interna y se levanta. Toma la silla de ruedas y se sienta haciendo equilibrio con su pierna sana para dirigirse a la cocina. El olor a ramen y kimchi caliente lo golpea de lleno y su estómago gruñe. La comida de Jungkook no es su favorita, y no por ser un exquisito o mal agradecido, pero el niño tiene la costumbre de quemar todo o dejar crudas las cosas, nunca encuentra un punto medio.

Hane lo recibe con una mirada tranquila y una sonrisa dulce, toma un plato con kimchi y ramen y se lo entrega. Jimin saborea la comida cacera lentamente mientras los sabores juguetean en su paladar.

—Veo que Jungkook te tiene muerto de hambre —bromea ella cuando ve que Jimin ni siquiera respira por comer.

—Lo siento —se disculpa mirándola apenado. Ella ríe más fuerte y come—. Entonces, él es tu novio —dice Jimin sin filtro.

—Sí, hace un año que estamos juntos —dice ella asintiendo. Jimin solo la observa—. No me mires así, sé lo que vas a decir.

—Pero no iba a decir nada —se excusa él y vuelve a comer.

—Todos me dicen que en realidad no debería estar con él, que es un mal tipo. —Ella se encoge de hombros—. Pero no lo conocen como yo. Él solo quiere cuidarme, por eso actúa así.

—No creo que él quiera cuidarte, Hane —dice Jimin dejando el plato de comida a un lado, completamente vacío—. Las personas que son violentas, lo van a ser siempre.

—Apuesto que nadie creía que podías dejar de drogarte, y ve ahora a un chico limpio hace un año —dice Haneul.

«Golpe bajo. Bien jugado, Haneul», piensa Jimin.

—Tienes razón. Tal vez sí está cambiando —asiente él y toma agua—. ¿Hoseok lo sabe?

Haneul se tensa en su lugar y agacha la mirada un tanto avergonzada. No debe seguir cuestionando para saber que en realidad su hermano no tiene idea de con quién se está juntando; su mano pica por marcarle a su amigo y contarle acerca del romance de su hermana con un hombre con problemas de ira, pero no puede, estaría traicionando la confianza de su compañera.

»¿Y Jungkook? —Esta vez ella niega lento con la cabeza.

—Cuando Jungkook lo supo la primera vez lo golpeo tanto que tuve que cuidar de Jungwoo por dos semanas en el hospital. Ahí nos reconciliamos…

—…pero no le dijiste eso a nadie —murmura  por lo bajo, completando su oración.

No es sano, para nada lo es, y una parte de ella lo sabe. Es por eso que no puede decirle a su amigo, ni a su hermano. Jimin traga duro al saber que hay un gran secreto que pesa sobre sus hombros, y la idea de que si no habla llegue a mayores comienza a torturarlo. Es algo que tendrá que pensar a detalle con su almohada esta noche, no puede dejarlo pasar demasiado.  

—¿Tú tienes novia? —dice ella interrumpiendo su mar de pensamientos—. No, no creo que tengas.

Cambiar el rumbo de la conversación es lo mejor que puede hacer ahora. No quiere presionar a Haneul ni mucho menos entristecerla.

—¿Por qué supones eso? —dice fingiendo estar ofendido.

—Llevo casi dos semanas aquí y no he visto una sola chica aparecer.

—¿Por qué supones que hay más de una chica? —Jimin ríe.

—¡Por favor! Con esa cara y esa personalidad debes traer locas a las chicas. —Haneul exagera su expresión.

—No, no tengo muchas chicas, y no tengo novia —dice Jimin y ríe por lo que dice Haneul—. Pero hay alguien...

—Cuéntame.

—No hay mucho que contar, casi no la conozco —asiente Jimin—. Y ella no me tiene en su lista, ni de cerca.

—¿La amas? —Haneul suena más emocionada de lo normal.

—Por supuesto que no; como dije, no la conozco.

—Pero te gustaría conocerla. —Ella sube y baja sus cejas rápido con una sonrisa pícara.
Jimin ríe y se tapa la boca para que no se vea la comida que mastica.

—Tal vez... —dice Jimin mirándola fijamente a los ojos.

—¿Cómo es?

—¿Por qué tanto interés?

—No lo sé. No sé nada de ti, y es evidente que no me contarás toda tu historia, pero al menos cuéntame de esa chica. —Se encoge de hombros.

Jimin niega con la cabeza y, sonriente, mira hacia la ventana.

—Ella es... No podría describirla con una palabra, ni siquiera en una oración. —Se pierde en la tenue luz de la luna—. Su mirada, su voz, su risa; es simplemente placentero. Transmite paz, ¡joder! Nunca he sentido tanta paz como cuando ella está cerca de mí. Incluso cuando se va, deja mi cabeza pensando en ella. Pero no la conozco, y no puedo conocerla más de lo que ya lo hago. Soy malo, y no porque hagas cosas malas. Mi mente siempre está en una pendiente, nunca sabes cuándo caerá al vacío; no podría arrastrarla conmigo, así que me mantengo al otro lado de la habitación, viéndola. Solo con eso me basta...

—¡Woah! —exclama Haneul una vez que Jimin se calla. Él pasa su vista de la ventana a ella—. Pareciera que estás enamorado, pero como dijiste, no la conoces.

—Sé que no estoy enamorado, mi corazón no se agita cuando la veo, mis manos no tiemblan ante la cercanía de ella. Solo siento paz, eso no es amor...

—¿Qué es entonces? —Haneul se queda mirando fijamente los ojos oscuros de Jimin, él parece perdido ante esa pregunta.

—No lo sé.


⭒❀⭒


El golpe seco de un puño contra la bolsa de boxeo hace eco por toda la habitación. La jadeante respiración de Yoongi se escucha desde la entrada. El sudor le recorre la frente, el pecho y la espalda. Está agotado, pero no físicamente, en realidad su agotamiento es mental. Cuando creía que todo comenzaba a marchar bien, cuando comenzaba a mantener una mente más sana, su corazón tranquilo y su cuerpo sin lesiones, aparece este problema. Ya no puede echarle la culpa a Jimin, él le dijo que no se metiera, y Yoongi simplemente quiso ayudarlo. Ahora está hasta la médula de la vida que creyó dejar atrás.

Otro puñetazo amortigua en la bolsa de boxeo, luego otro, y otro, y otro. Hasta que finalmente abraza la bolsa e intenta normalizar su respiración.

—¿Intentas entrenar o romper la bolsa? —Aquella voz que ha intentado mantener lejos de sus pensamientos aparece. Yoongi la ignora retrocediendo para seguir golpeando la bolsa—. No estás entrenando, solo estas descargando ira.

—Cállate y vete.

—No te enojes conmigo por cuidarte.

—No me cuidas, solo buscas salir bien parada de esto sin importar quién caiga en el proceso —dice Yoongi. Da pequeños saltos en el lugar y rodea la bolsa para seguir golpeándola.

—Tienes razón. En realidad, no me importas, ni tus amigos. —Ella se acerca y toma la bolsa de boxeo para que no se mueva y lo mira por un costado—. Pero a ti sí te importan, y si no quieres que los dañen mejor aprende a entrenar —dice Yeonsoo y asiente para que Yoongi golpee la bolsa. Él ríe incrédulo por lo bajo y niega.

—Vas a volar —dice secándose el sudor de la frente con su antebrazo.

Yeonsoo sonríe vanidosa y empuja la bolsa contra el cuerpo de Yoongi, quien cae sentado. La mira escéptico ante la fuerza de la chica.

—Golpea. —Ella vuelve a tomar la bolsa y Yoongi comienza a golpearla sin ser demasiado brusco, pero ella se mantiene, ni siquiera la empuja un poco. Finalmente, el pelinegro decide tomar un pequeño recreo, para relajar sus tensos músculos.

—Sabes pelear —asiente sacándose las venda de las manos.

Sé muchas cosas. —Yeonsoo sigue a Yoongi hasta el ring en donde hay una botella—. Realmente no quiero que les hagan daño a tus amigos.

Yoongi la mira, y por primera vez, cree ver un poco de humanidad en la pequeña mujer. Al principio estaba sorprendido, cuando la vio no era ni de cerca la mujer que conocía cuando estaba con Hyun; la mujer que apareció en el departamento de Taehyung a altas horas de la noche parecía fría, calculadora y sin sentimientos. O eso demostró en el momento en que empuño un arma frente al chico que antes amaba, y que no dudó involucrar a personas que ni siquiera conoce en un torneo ilegal de peleas donde cada noche alguien vive y alguien muere. Él no lo podría hacer, pero ella no parece tener remordimiento. Aunque lo duda ahora, al ver un atisbo de arrepentimiento en su voz.

—Tienes sentimientos... —susurra él.

—No lo malinterpretes, Isilo. No quiero que los dañen porque no tengo más boxeadores, no porque les tenga alguna clase de afecto —dice fría Yeonsoo.

Yoongi niega con la cabeza y se abofetea mentalmente por haber creído que tal vez ella, solo tal vez, tenía un poco de humanidad. Pero se equivocó, solo son un negocio para ella, nada más.

—La primera pelea es dentro de dos días.

—Estaré listo. —Yoongi salta en el lugar y balancea su cabeza relajando los músculos.

—No te ilusiones, vaquero. Peleará Taehyung.

—¡No jodas! —Yoongi la mira serio, conteniendo su ira.

—No le tienes fe, pero hemos estado entrenando mientras tú nos evadías —dice en un suspira—: Él puede defenderse, sabe lo que hace.

—Le harán daño.

—No lo harán. No creas en mí, pero en definitiva, cree en él.

—¿La primera pelea en Albutula es para él?

—Sí, el oponente no es la gran cosa, necesito que te concentres para otro peleador. El maldito es pesado. —Ella saca su móvil y le muestra una foto. El chico debe medir al menos un metro noventa, y tiene el triple de peso que él. Claramente en una pelea legal no se podría, por la regla de pesos, pero como esto es ilegal no importa si alguien de cuarenta kilos se enfrenta con uno de cien—. Es bueno, pero es lento. Tú eres rápido.

—¿Ahora sabes de peleas?

—Te lo dije antes, sé muchas cosas —dice guiñándole un ojo y se sube al ring—. Venga, a entrenar de verdad.







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